Partida Rol por web

-Esta bién, Qüirither.- Dice al fin poniéndose en pié y ofreciendo la mano a su interlocutor. -Acepto la misión.-
Luego le dirije una mirada penetrante con unos ojos llenos de odio. -Espero por el bién de ambos que esto se trate de un pacto de caballeros... No quisiera ganarme su enemistad.- Dice con un sarcasmo infinito junto con una expresión en el rostro que haría helar la sangre de cualquiera.

Entonces, el destino me ha llevado al mejor lugar, y y con gente que mantienes mis idealas, es un honor, poder ayudar en esta tarea tan importante, hermosa Morladle, asi que pues, confiar en mi, juntos podremos equilibrar esa balanza que propone el rey Athzur, por fin reinara la paz en estas tierras.

*Apreto el puño con fuerza mientras sonrio y miro a los ojos a Morladle.

Descuide -sonríe sereno-. Ahora usted es un miembro de la nobleza. Y yo sólo un elemento para mantener la seguridad del estado al servicio de la corona -Aprieta más fuerte la mano del joven ladrón sin dejarse intimidar.

Cuando se sueltan, Qüirither hace una leve reverencia y mirando a los ojos del muchacho añade:

Ya todo está en marcha -susurra-. Estaba seguro de que aceptaría.

Ojala así sea -dice con sinceridad, aunque claramente se puede ver en sus ojos que algo la preocupa.

Me alegra mucho que quiera unirse a nosotros -sonríe-. Dentro de unos días el rey se reunirá con usted y con los otros elegidos para esta noble misión.

Asta entonces, cuídese -se despide.

*Hago una pequeña reverencia de cortesia, y me marchando mientras le digo...

Y yo esperare ansioso a la reunion, gracias por su cortesia, me marchare...

Track lleva una semana trabajando en la posada, aunque inocente , no es agena a lo que ocurre en los alrededores, no es que le desagrade, pero este tipo de vida le ha venido impuesto. Dado su tamaño sólo se puede dedicar a servir copas y algún que otro plato. Si el cliente se porta bien y ella está de buen humor le deleita con un bailecillo encima de la mesa, con la sana esperanza de que caigan unas pocas monedas con las que pagar su estancia en tan sofocante lugar.

Siempre va atenta a los posibles graciosos que traten de atraparla para obligarla a hacer cosas que no quiere o simplemente porque en su cultura "atrapar a una Pixie trae buena suerte".

Todos esos chistes se los conoce además de los que hacen mención a su tamaño, cosa que a ella le da igual. Cuanto más grandes son, mayor será la caida.

Una última cosa, antes de marcharse -lo detiene la muchacha con voz sugerente-. Me gustaría presentarle a uno de sus compañeros de travesía.

-Es un placer conocerle. Morladle me a informado de su papel, en este giro de acontecimientos. Y el mio también es importante. No se preocupe, no tendrá que preocuparse; por mi seguridad.

Se coloca al lado del caballero y saluda a las sacerdotisas.

Encantado de conocerle Firas, no espere de mi un fel devoto a vuestra religion, pero si confie en que tendra un buen compañero, sabremos arreglarnolas ahi fuera. cofio en ti Firas Fateem

*Le tiendo la mano como para saludarle, y luego asiento mientras sonrie a Moradle por la presentacion...

Mientras sirves a las desvencijadas mesas, principales victimas de las peleas, los bailes descontrolados y de los “Mesías” que tratan de hace oír sus voces ante la clientela, antes de ser echados a paradas del bar, puedes percibir que hoy el ambiente se torna más extraño.

Las camareras parecen más acongojadas de lo habitual. Incluso las prostitutas y los clientes habituales, protagonistas de la eterna noche de Lumnade, se encuentran ligeramente nerviosos, incómodos por algo que no alcanzas a comprender. No llevas mucho en la isla, y aún no comprendes muy bien las sutilezas de las complicadas “reglas” no escritas de La Umbra.

Acepta su mano y saluda.

-No se preocupe; si la fe viene sola. Pero es un placer contar con su compañía.

Bueno -dice Morladle poniéndose en pie-, nos veremos en palacio dentro de unos días.

Hace una leve reverencia a ambos y camina majestuosa hacia la puerta. Las otras dos mujeres la imitan y marchan tras ella.

Nos encontraremos en la Torre Púrpura con el resto de consejeros del rey. Descansen hasta entonces y preparen sus equipajes. Pero recuerden, solo deben llevar lo imprescindible. Del resto nos encargamos nosotros.

Deja pasar a sus acompañantes y se despide:

Feliz noche perpetua.

Atenta a éste extraño comportamiento de los clientes y regentes de la posada, Track agudiza su oído por si alguna conversación se sale de lo común. Pero por lo demás, su carácter sigue siendo el mismo, alegre y jovial, y un tan pícara.

Sigue volando de un lado para otro y sirviendo las mesas.

¡Track, Track! -grita Edgon, el renombrado dueño del La Daga Encarnada, con dos jarras rebosantes de cerveza sobre la barra.

Cuando te acercas volando entre la enrarecida multitud, puedes observar esta se aparta al paso de un grupo de tres lúgubres damas que escoltan a un joven arquero…

¡Chts! ¿Has visto eso? –exclama el tabernero de forma despectiva-. ¡Como si fuesen las dueñas de todo lo que pisan!

¿Ves a la guapa? -dice de mala gana-. Esa es la peor. Tiene la magia demasiado subida a la cabeza… ¡Brujas!

Soltando un plato de pepinillos sobre la pegajosa madera te indica que lo lleves todo a la mesa nº7.

Ok jefe! Track coge la bandeja y se prepara para alzar el vuelo, al ver que puede que sea dema siado peso agarra sólo el plato de pepinillos y se acerca a la mesa indicada.

¡Aquí tienen su aperitivo! Enseguida le traigo sus cervezas.

Vuelve a la barra y coge las cervezas con cierta premura y las transporta con sus dos brazos. Por el aspecto parece que las dos jarras vuelen solas y que están a punto de derramar el dorado y refrescante licor, pero con una mañan inusitada en ella las hace posar en la mesa sin derramar ni una sóla gota.

¿Desean algo más?

Los dos hombres a los que acabas de servir te responden con un gesto de mano en señal negativa y esperan a que emprendas de nuevo el vuelo para continuar con su parloteo de “dudosa ética”…

¡Ey! -No muy lejos de ellos, sentado en una de las mesas individuales se encuentra uno de los muchos clientes que conforman la fauna autóctona de La Daga Encarnada. Un hombrecillo de aspecto contraído conocido como Tarith Tresdedos que trata de llamar tu atención.

Dime Tarith, ¿te sirvo una copa? Track se acerca con alegría, no sabe si la situación es grave por lo que pasa de mostrar algún grado de inseguridad en su jóven y bello rostro.

Eh, no -responde de forma automática-. Pero muchas gracias, muñequita -sonríe de forma lasciva, con una voz que fácilmente provoca la repugnancia-. Dale esto a Edgon, ¿quieres? -Y pone sobre tu mano un trozo de pergamino plegado de forma elegante, cerrado con un sello de cera roja.

Track avanza rápidamente por la sala con el sobre en sus pequeñas manos. El tamaño del papel la hace tener que rectificar el vuelo en varias ocasiones para no chocar con ninguno de los parroquianos de la taberna...

Edgar, tengo una carta para tí,  dice la pequeña hada cuando ya está casi al lado de su jefe.

¿Cuántas veces te he dicho que mi nombre es Edgon? -susprira, mientras frota con un paño la barra.

Luego te echa un vistazo y, gratamente sorprendido, recoge la carta con gesto de satisfacción.

Vacaciones -susurra complacido-. ¡Jeje! Vacaciones -sonríe jovial. Y vuelve a meterse en las cocinas.