Partida Rol por web

-¿El alzamiento de Caín? -musitó Elizabeth al escuchar a María Malena, con profunda preocupación se toco los labios con un dedo índice -No podemos dejar que ocurra, de ninguna manera -dijo determinante, si creía en las viejas leyendas o no, no lo estaba demostrando con mucho énfasis, pero era indudable que se encontraban ante un ser que hasta ese momento solo era una leyenda también. Se mesó la barbilla pensativa -Tenemos pocas alternativas: no podemos dejarla aquí, si los Reyes Magos tienen secuaces vendrán e intentarán llevarse a Gorgo o terminar ellos lo que sus amos no pudieron -manifestó -Tampoco podemos trasladarla y arriesgarnos a que despierte -miró a los presentes uno a uno mientras se cruzaba de brazos -No sobreviviríamos nosotros ni la ciudad -afirmó.

Hizo una breve pausa antes de finalizar -Estoy de acuerdo con Franco, hay que atacarla de manera que no sobreviva -. Una parte de ella quería apropiarse de la criatura e investigarla, pero de momento eso parecía imposible si quería seguir entre los no-muertos -¿Ustedes qué opinan? -inquirió mirando a David y a María Malena -Si vamos a acabar con ella tenemos que pensar qué hacer con los Reyes magos...

María continuó pensativa unos minutos hasta que se giró y observó la habitación de arriba a abajo.

- No se me ocurren muchas opciones como para acabar con la bestia. Solo se viene a mi cabeza el fuego.  Se dirigió hacia los Reyes y comenzó a revisarlos, buscaba algo sin saber qué. Por otro lado aun suponiendo que lográramos matarla, me pregunto si no habrán llegado a terminar el ritual, en cuyo caso nosotros estaríamos terminando su trabajo.

Si estaban realizando un ritual debía haber allí todo lo necesario, el libro robado entre ello. Quizás pudieran encontrar algo en él que los ayudara.

- Otra opción es despertar a uno de ellos e interrogarlo... podría intentar meterme en su cabeza, aunque no se hasta donde podría llegar.

Parecía haber un claro consenso en destruir a esa criatura sin darle la menor opción de raccionar, para él lo mejor sería el sol, sin embargo Elizabeth estaba en lo cierto, moverla era peligroso. Una estaca era arriesgado, como lo era seguir perdiendo tiempo, un ser tan antiguo podía llegar a leer sus mentes y estar solo jugando con ellos. Mientras Franco pensaba el mejor modo de acabar con la existencia de ese monstruo que podía destruirlos a todos, María hizo un comentario que no había tenido en cuenta, el ritual. -Tienes razón, debemos saber como acabar con ella sin completar el ritual. Dudo que ellos nos ayuden - dijo mirando a los tres vástagos estacados, grandes criminales llevados por la locura - Nos mentiran para que terminemos lo que empezaron. Ignoro si tu telepatía puede sondear lo mas profundo de ellos, yo podría obligarlos a decir la verdad, pero tal vez puedan resistirse lo suficiente para ocultar un detalle y eso es peligroso, puede incluso que esten trabajando bajo la dominación de otro vástago poderoso y me cueste quebrar esa influencia - el Giovanni no dejaba de sospechar del Pontífice desde el principio, quería encontrar un modo de descubrir quien estaba detrás del grupo, dudaba que tres vástagos solos pudiesen haber llegado hasta ese lugar con tanta facilidad, y no se olvidaba que el Oráculo le había comentado que las Toreador iban al encuentro del Tremere al momento del ataque.

Franco se acercó al mago que había inmovilizado, aún estaba sujeto por los muertos animados de acuerdo a la última orden que les había dado. Retiró la máscara del ritualista y le susurró - Aunque hay otro modo de que colabores, no es verdad?- los ojos del nigromante se clavaron en la criatura, con la amenaza tácita de acabar con su existencia.

   ¡Despertar a Caín! Giré mi rostro en dirección a María al escuchar tan funesta revelación, luego miré a los ritualistas con una mezcla de odio y pena. Les aborrecía por todo el sufrimiento que deseaban desatar sobre el mundo y les tenía lástima por el desconocimiento que tenían sobre el alcance de su comprensión. Deben morir..

   Sonreí con satisfacción cuando Franco se expresó abiertamente sobre las balas azules pues desconocía quienes estaba al tanto de la existencia de la balas azules y que tanto deseaba él mantener esa información en secreto. Por eso pregunté por su sirviente, por discreción.

   -Despertar a un vástago de su letargo voluntario no es algo preciso, por ejemplo, Gorgo no despertó mientras ellos intentaban aniquilarla, pero sí ante la presencia de... la Sire de la Príncipe extinta. Evité sus nombres por seguridad. -Estudiar el ritual podría llevar tiempo pero es la opción más segura para evitar completarlo. De eso no había duda. -De todas formas apostaría que aún les faltaba mucho o hubiesen intentado exterminarla en lugar de detenernos.

   Mientras intentaba ordenar mis pensamientos estudié el lugar por un momento buscando el libro en cuestión. -Utilizar la vitae de alguien tan cercano a Lilith sin duda debilitará los sellos que mantienen a Caín controlado. O al menos eso se deduce de los textos Gal’ahet.. -Y como ya indicaron, no es fácil obtenerla... Me detuve un momento y miré a la tremere. -¿La Capilla no habrá perdido una de sus dagas vajra recientemente? La posesión de una de ellas por los magi era un rumor que corría en algunos círculos pero comprendí que Elizabeth no podría admitir o negar el hecho sin irrespetar sus dogmas. -Disculpa, no debí preguntarlo así. Realmente me arrepentí de poner a nuestra aliada en esa situación.

   -Como decía, los ritualistas deben poseer un arma adecuada para eso, no se arriesgarían a fallar por algo tan elemental. Tal vez estaban locos, pero no eran tontos. -¿Dónde está? Me acerqué lentamente al más cercano de los paralizados envidiando el talento de la toreador para sondear la mente. -Sí, interrogarles es una opción pero no podremos confiar en sus declaraciones. No, a menos que quieran colaborar.. Giré para mirar nuevamente a mis compañeros. -¿Conocen la Vaulderie?

   En condiciones normales nunca usaría una técnica del Sabbat, pero nadie podría decir que estábamos ante una situación que pudiese denominarse “normal”. -Ese ritual tiene el poder de romper incluso un Juramento de Sangre por lo que no importaría si están vinculados a algún cainita poderoso. No podía ocultar la satisfacción que me produciría utilizar una de las armas del Sabbat a nuestro favor. Tal vez con el tiempo la Torre comprenda la ventaja..

La magi suspiró innecesariamente, era evidente que lo necesitaba debido a la tensión que tenía y el trabajo mental que estaba haciendo. -Franco tiene razón, interrogarlos es peligroso - afirmó descruzándose de brazos, cerró los ojos e hizo un breve recorrido por los alrededores de donde se encontraba Gorgo, luego se puso de rodillas sobre el suelo lleno de polvo tanteando con las manos en donde aparentemente no había nada, se puso de pie frustrada y caminó unos pasos, de pronto el sonido de madera golpeando el suelo y rodando retumbó en las paredes -El ritual recién comenzaba -aseguró y de pronto se materializó en su mano una estaca larga y afilada de casi cuarenta centímetros -No siento rastros mágicos en los alrededores y esto estaba oculto con ofuscación -sostuvo el arma en sus manos -Calculo que planeaban mantenerla mágicamente inmóvil para evitar que se despertara durante el ritual -explicó -Quizás deberíamos hacer eso mismo nosotros -acotó y sonrió ante la pregunta de David, como si le resultara divertida -No tengo idea de dónde está esa daga -manifestó enigmática.

Luego se dio vuelta alarmada al escuchar al guardián -¿La Vaulderie? -se llevó las manos al mentón -¿Qué estás sugiriendo? ¿Qué nos juremos lealtad entre nosotros? -quiso saber, había preocupación en su rostro, si rompía el vínculo con los suyos lo averiguarían tarde o temprano y el castigo sería ejemplificador, a menos que... Fuera más poderosa que ellos. Miró al niktuku en su lecho de descanso.

Franco liberó de la máscara a uno de los inmovilizados, su rostro les era totalmente desconocido a los cuatro. María Malena, David y Franco se dispusieron a revisar a los magos y liberar a los restantes de sus máscaras mientras Elizabeth examinaba más a fondo la estaca, una requisa entre las ropas del que había dementado a María Malena dejó en evidencia el libro, que David y Elizabeth reconocieron enseguida como el robado de la Biblioteca Nacional. -Si van a acabar con estos dementes a mí poco me importa -sostuvo la magi -Diré a Micaela que trataron de eliminarnos y tuvimos que defendernos... -se encogió de hombros -Es peligroso tener a vástagos así de locos y de determinados libres por el mundo. Pero yo aconsejaría mantener a uno con vida por lo menos hasta que se lo hayamos mostrado a Mercedes.

   Una sonrisa tranquila se dibujó en mi rostro al ver que mi pregunta no había ofendido a la magi y luego negué con la cabeza al ver que malinterpretó mi sugerencia. -No me refería eso, Elizabeth. Observé la estaca que sostenía ente sus manos. -Confío en ustedes... lo suficiente. Miré nuevamente hacia los ritualistas. -En realidad propongo someter a uno de ellos a nosotros. Nada doblega la voluntad como la Vitae. Mi libertad era sin duda mi tesoro más preciado y el simple hecho de sugerir controlar a otro, era una clara señal de la determinación que tenía.

   Cuando sus rostros demostraron ser desconocidos sentí una momentánea tranquilidad, pues a pesar de saberle extinto siempre pensaba que mi Sire regresaría algún día buscando venganza. Pero la sensación pronto fue reemplazada por agitación al contemplar el libro robado. Inmediatamente tendí mis manos en dirección a María mientras le miraba a los ojos, tal vez con la esperanza de que adivinase mis pensamientos. Quiero revisarlo antes de que la Capilla vuelva a esconderlo..

   Asentí a las palabras de la tremere. -Él. Señalé al otro usuario de obtenebración. -Destruyan al resto si lo desean, pero él es mío. Tal vez fuese por algún sentimiento de compensación o culpa o simplemente odio, pero no tendría piedad con los anti-tribu. Disfruté al saber que él podía escucharme e imaginar lo que le esperaba una vez estuviésemos en mi domino. El Abismo reclamará lo suyo..

   -En cuanto a ella, lo más seguro será estacarla y... En condiciones normales su destino dependería del Príncipe y la Primogenitura, más, dado que ninguno de esos títulos había sido oficialmente restablecido aún, su destino estaba en nuestras manos. Tendríamos un arma poderosa a nuestro servicio si la vinculamos, aunque eso enturbiaría las relaciones con los Nosferatu, mientras que si la destruimos... -Creo que la vitamina D hará maravillas con sus huesos. Aunque Franco era el doctor, nuevamente se manifestaba el humor de los Burton.

Elizabeth se estaba poniendo nerviosa con tanto debate sobre los tres fracasados que tenían inmovilizados, a ella le preocupaba más otra cosa: el murciélago gigante (casi dos metros) que descansaba la fondo del agujero del que había hecho su lugar de reposo y la posibilidad de que despertara de un momento a otro si sentía el peligro de la muerte final en la determinación de los presentes.

Exhaló un largo suspiro y tomando la decisión unilateralmente no esperó más y bajó de un salto al nicho de piedra y tierra, clavó la estaca en el corazón de la criatura que se estremeció ligeramente y esbozó una expresión facial de sorpresa, comprendiendo la magi que todavía no había quedado inmovilizada un escalofrío muy humano de pánico la recorrió y empujó la estaca más profundamente en la carne de la bestia. Esta vez sí quedó inmovilizada y a disposición de ellos.

-David, ¿Me ayudas a sacarla de este agujero?

   Durante el momento que duró el empalamiento de la poderosa monstruosidad permanecí alerta y atento, a cualquier señal se peligro cubriría al ser en sombras mientras ganaba tiempo. Por fortuna para todos, Elizabeth fue capaz de completar la tarea sin problemas.

   Respiré aliviado, pues el tiempo no acaba con las costumbres a la velocidad esperada, y sonreí al escuchar mi nombre. -Con gusto, Elizabeth. Nuevamente permití al Abismo colarse en este mundo y manipulé sus extensiones para mover el cuerpo paralizado de la nictuku. A pesar de la versatilidad y utilidad de los brazos abismales, la verdad es que no resultaban adecuados para tareas delicadas, pero trasladar un vástago estacado no era una labor que requiriese delicadeza; podría dejarla caer desde el acantilado más alto y aún así no reaccionaría. Gracias a eso podía cumplir mi cometido sin temor.

   -Antes de eliminarla, extraeré toda la vitae posible, con fines académicos, claro está. Mientras hablaba repetí el proceso con el anti-tribu. Tú suerte será peor..

Franco se había quedado con los ojos clavados sobre el Rey Mago mientras David y Elizabeth debatían sobre que hacer con Gorgo. Escuchaba sus palabras a lo lejos, su concentración estaba en la criatura que tenía delante. Dudaba que hacer, confiaba plenamente en su pericia en el manejo de la disciplina de Dominación, aún así, si esa criatura ocultaba algún secreto o decía una verdad a medias, las consecuencias podían ser nefastas. Había otra salida, pero idea de absorber su sangre, su alma, su existencia, le era sumamente desagradable, no eran comportamientos de un caballero, aunque tampoco eran ajenos a la naturaleza de su clan . Permaneció estudiando al ser por un tiempo mayor al de la paciencia de Elizabeth, quien se lanzó sobre Gorgo.

En el fondo del pozo el cuerno del Unicornio embistió a la bestia y doblegó la voluntad del nictuku, mientras que en lo alto el Pegaso recordó que tenía la libertad para hacer lo que considerase oportuno. 

Mientras David se lanzaba a colaborar con la Tremere, alegando motivos científicos pero dejando claro que no tenía el menor complejo en beber vitae de otro vástago, Franco ordenó a los zombis que sostenían al Rey Mago que lo movilizaran a un extremo de la sala, mas alejado del centro y de la mirada del resto. No quería testigos, había tomado una decisión, pero era algo que prefería hacer en la intimidad de las sombras. Poco a poco se fue perdiendo del centro de la escena, lejos de la mirada de los demás, que se concentraban en la milenaria criatura*.

Miró a los ojos al Baali por última vez, mientras sostenía con firmeza la estaca que antes había clavado en su interior. -Tus noches terminaron, pero tus recuerdos se quedan conmigo- susurró a sus oídos antes de clavar sus colmillos en el cuello de la inmóvil víctima. Los Giovanni tenían fama de causar dolor al recipiente del que bebían, y él entre ellos padecía ese defecto aún con más intensidad, su mordedura creaba una agonía que podía acabar con la vida de un mortal en segundos, pero en este vástago entumecido solo generaría un dolor atroz que llegaría a sus huesos, algo que sin duda merecía. Franco comenzó a sentir el embriagante sabor de la vitae de otro vástago, era mas deliciosa aún que las tipo O que guardaba en su heladera solo para ocaciones especiales, y bebió aún con más intensidad.

Los ojos de María se cruzaron con los del Lasombra, quien extendía sus manos para recibir el libro. David reclamaba el libro, David reclamaba el antitribu, David reclamaba la sangre de Gorgo, David reclamaba demasiado tal vez... La Toreador hizo un gesto con la cabeza pidiendo paciencia a mientras abría el libro y comenzaba a observarlo. Su mente se clavo en cada hoja, cada pagina pasaba rápido, una rapidez inhumana, claro.

Entretanto Elizabeth tomó la iniciativa sin dudarlo y estaqueó al murcielago. Por suerte la Toreador no tuvo que presenciar aquel asqueroso momento ocupada con el libro... Cuando volvió su atención a la sala notó la ausencia de Franco. Supo inmediatamente que el doctor había tomado una decisión. Esperó que fuera buena para todos.

La bestia goteaba, chorreaba. Un espectáculo totalmente dantesco. - Sangre de Nictukku... Demasiada sangre antigua junta creo que no será buena para nadie. Creo mejor la dividamos para que cada uno pueda estudiarla por su cuenta. ¿No?

   -Por supuesto, María; un ser tan antiguo tiene vitae suficiente para todos, y aunque no la tuviese igualmente la repartiríamos equitativamente. Al parecer, mis intenciones habían sido malinterpretadas. Era cierto que resultaba tentador beber de un antediluviano, pero por mi parte jamás lo haría de un vástago monstruoso pues me arriesgaría a alterar mi rostro.

   Para el resto de los clanes resultaba imposible comprender la sensación de vacío que ocasionaba el no poder reflejarte en un espejo. Ellos podían verse cuando lo deseasen, pero para un Lasombra la propia imagen dependía de la memoria y esta, por desgracia, comenzaba a confundirse al transcurrir los años. Nunca más vería el ceño de papá o la sonrisa que había heredado de mamá, no contemplaría la sutil mezcla de sus rasgos que resultó mi rostro. Mientras el tiempo avanzaba, el recuerdo de mi faz quedaba atrás y temía la llegada de la noche en que les olvidase completamente.

   -Si lo prefieres, puedes encargarte del procedimiento junto a Franco; seguramente su clínica estará equip... Un rápido vistazo reveló la ausencia del doctor por lo que opté por cambiar el tema. -¿Descubriste algo útil en el libro? No me avergüenza admitir que envidio tu capacidad lectora; mis noches serían mucho más largas si pudiese hacer lo mismo. Sin duda un talento admirable. Uno de muchos..

   Aún quedaban varios puntos por acordar, ruta de salida, disposición del cuerpo de Gorgo, interrogatorio del prisionero, destino del otro estacado; pero por el momento sólo deseaba dar tiempo a Franco para terminar lo que estuviese haciendo.

Los recuerdos del diabolista empiezan a llenar la mente y los sentidos de Franco, la lucha del alma de su víctima se hace palpable y tiene que hacer un acto de valentía al seguir. Mientras la sangre deliciosa y espesa colma sus entrañas y su boca, deslizándose sinuosamente garganta abajo, pronto la muerte definitiva llega al Baali y se torna un saco de despojos en sus brazos.

Al morir aquel que les dio origen los zombies caen inertes al suelo, el hechizo ha terminado.

Elizabeth mira con recelo cómo retienen el libro, no puede evitar hacer un rictus con sus labios y cruzarse de brazos. Sin embargo, decide no echarle hierro al asunto y se pone a ayudar a David en la tarea de secar a Gorgo, clavar sus colmillos en la piel gruesa y cubierta de pelambre de la Bestia le da un asco verdadero y visceral... Pero no puede dejar pasar la oportunidad.

-Estoy de acuerdo -manifiesta a la proposición de la toreador. Y se pone a ello.

De repente la sensación de sordera volvió a la cabeza de la Toreador por un segundo. Un segundo que fue mas que suficiente para volver a sufrir aquella tortura. Instintivamente miró hacia el dementador que había entrado en su cabeza. Se acercó lentamente le sacó la careta y lo observó detenidamente durante largos minutos. Los ojos grises se volvieron de hielo a medida que María recordaba lo que le hicieron ver. El miedo, la desesperación se fue transformando en ira. Hasta que explotó. Tomó al Rey por el cuello y se dirigió a un pasillo oscuro. Al igual que Franco, prefirió hacer aquello a solas...
Los colmillos de la Toreador penetraron el cuello del Rey Mago, ya no había vuelta atrás, por primera vez en su no-vida conocería el Amaranto...

Franco salió de las sombras caminando lentamente. Poco antes se escuchó desplomarse a los dos zombies que estaban a su mando, lo demás fue silencio. No disimuló el eco de sus pisadas al avanzar hasta el borde del pozo en el que Elizabeth y David se encontraban. Pasó junto a María que pasaba de mirar el libro a enfocarse en el Malkavian que tenía enfrente. El libro, cuantos misterios podría tener? A los ojos de los vulgares son cuentos de leyenda, pero en mi poder... Lo arrebató de sus manos sin preguntar, aprovechando la distracción de la Toreador - Es mío -. Dio un par de pasos y vio nuevamente a la antigua criatura, esta vez su rostro mostraba un aspecto aún mas aterrador pero la estaca que la atravesaba era la garantía de que aún con tantos siglos de existencia su destino estaba marcado y su tiempo había llegado a su fin.

- Veo que no pueden esperar para el caviar, no es así?- les dijo a Elizabeth y a David, que estaban dispuestos a hundir sus dientes en ella - María si no te apuras voy a terminar el plato yo solo - dijo, y saltó sobre la bestia. Retorció la estaca, buscando probar como reaccionaría al dolor, disfrutando de como se retorcía el semblante de la bestia,  aunque sabía que su mordida resultaría aún más dolorosa para ella. Sus dientes se clavaron en el medio de su vientre, pero Franco la miraba a los ojos, disfrutando su agónica expresión, mientras la milenaria vitae empapaba su boca y renovaba su éxtasis.

Los recuerdos del diabolista empiezan a llenar la mente y los sentidos de María Malena, la lucha del alma de su víctima se hace palpable y tiene que hacer un acto de valentía al seguir. Mientras la sangre deliciosa y espesa colma sus entrañas y su boca, deslizándose sinuosamente garganta abajo, pronto la muerte definitiva llega al malkavian y se torna un saco de despojos en los brazos de la toreador, que deja caer lo que fue hasta segundos un vástago con un gesto de profundo asco en su rostro.

Los tres vástagos pararon justo a tiempo para evitar cometer diablerie con Gorgo, una vez seca la niktuku y ya fuera del pozo compartieron una mirada llena de resolución y la alarma de un celular comenzó a sonar. Elizabeth sacó su móvil y anunció -Faltan dos horas para el amanecer, digo que nos pongamos en marcha para completar esta tarea -. La magi se acercó con pose sugerente a Franco, manteniendo su mirada en los ojos algo salvajes del giovanni y ya demasiado cerca de él, tanto que sus alientos se hubieran chocado si lo hubieran tenido, dijo -Eres un atrevido -con un tono muy divertido. Luego le arrebató el libro de la mano al giovanni y su ceño se oscureció -Este volumen pertenece a los tremere y no es tuyo -luego se alejó meneando las caderas. -¿Vamos?

Desde un lugar escondido pudieron ver que María se acercaba nuevamente.