Partida Rol por web

Tras rumiarlo Sebastián dio su respuesta:
- Avisad a los dos. Primero al joven don Juan, pues a pesar de su juventud es una buena espada y por quien pondría la mano en el fuego, y siendo noble seguro que hará valer sus derechos para con su séquito. Con él id a ver a los jueces y explicadselo todo. Si ellos remolonean, venid sólo con Juan si es menester o que él contrate a un par de hombres fuertes para que lleven a Julian hasta el campamento.

Tras la referencia de Sebastián, vísteis cómo Xertrude asentía y se marchaba en la dirección en que más o menos parecía que habíais venido (ciertamente, era plena nocha ya, y orientarse con las estrellas iba a ser un poco difícil, dado el espesor del bosque y las amplias copas de sus árboles). Sin embargo, la mujer se marchó.

Andabas por el camino, tú sola. Habías estado en éstas situaciones alguna vez y no te era extraño, aunque sabías que salir a oscuras y en mitad de un bosque no era sino sinónimo de encontrase algún zorro que te diera un susto, y en el peor de los casos, bandidos, lobos y algún jabalí (sobre todo éste último). Los sonidos de la noche eran grillos, algún búho tempranero y otros chirridos que no lograbas discernir muy bien.

Finalmente la mujer se marchó, y allí quedásteis los tres, dispuestos a encender un fuego para pasar la noche (o tal vez no). Madera no os iba a faltar, desde luego, puesto que estábais en pleno bosque. Donde había un claro, no muy lejos de donde Xertrude os dejó, os instalásteis bajo unas peñas, que os ayudaría a pasar la noche, aunque no a protegeros de lluvia y posibles depredadores. Cuantiosas veces estuvísteis alguna vez en tal situación, aunque eso fue hace mucho, y pasar la noche al raso ya no era buena idea (ni teníais la edad de entonces). Los sonidos de la noche eran grillos, algún búho tempranero y otros chirridos que no lograbas discernir muy bien. Y a pesar de ello, parecía que agradecíais estar allí solos, pues el sonido del jolgorio de la ciudad era en comparación muy ruidoso. Ahora la paz y la calma nocturna supuraba por todos sitios.

Empiezo a avanzar hacia donde creo que esta el campamento con el cqndil en una mano y el arco en la otra, guiandome por las estrellas y además buscando el referente de las hogueras, que al ser tan grande la cantidad de estas serian numerosas.
Empiezo la busca pero hoy mirar las estrellas, pero la noche no es propicia, no me queda claro donde está la osa menor o el carro, no se por que pero me dá la impresión que estoy dando vueltas y no se si voy en la dirección correcta

Yo hare la primera guardia....si os parece bien. A mitad de la noche os despierto don Sebastian. Julian...descansa.-Después intenté hacer un fuego con el yesquero y me dispuse a pasar mi turno de guardia esperando no tener más complicaciones.

- Como gustéis dijo Sebastian con voz queda.
El frenesí del combate y el sentido de la responsabilidad para con Juan le habían mantenido hasta el momento en alerta, pero en ese momento notó de golpe todo el cansancio acumulado durante ese duro día de combate con un engendro invulnerable. Notó como todos los santos le llamaban y se hundió en un plácido sueño casi al instante.

Mientras Caitán se ofrecía a la primera guardia, Sebastián cayó dormido con la armadura puesta y Julián, lejos de tener sueño, quedó también dormido pero por el cansancio. Aún seguía sin sentir brazos y piernas. El fuego hecho por Caitán al menos os reconfortaba, aunque más bien era por no acampar al raso sin más (ya que en esa época del año el calor era evidente).

Durante tu transcurso sentado, comiendo algo de pan duro y queso que había en tu zurrón, veías el último crepitar del fuego antes de añadirle algún madero más... Tras un rato, observando que tus dos compañeros dormían, oíste un crujido cerca de vuestro improvisado campamento, como una rama quebrada por una suela. Al mirar hacia atrás viste unos ojos... unos ojos incrustados en una figura, a unas veinte varas más o menos, entre los árboles. Estaba como agazapada tras un tronco, semioculta, como temerosa de vosotros.

Estabas perdida.

Completamente perdida. Tu olfato se había marchado esa noche, y tu percepción parecía que también. ¿Qué le pasaba a tu instinto de cazadora? Estuviste dando vueltas una y otra vez por las mismas veredas (al final acabaste por deducirlo) y no podías ubicarte bien por las estrellas dado lo frondoso de los árboles. Si al menos brillara la luna llena... Tras una media hora como a tientas, oíste el relinchar de caballos... ¡Caballos en el bosque! Aparte de los grillos y los búhos, aquel sonido se percibía bien en la noche, y parecían llegar en muy poco tiempo hasta tu posicion, ¡se aproximaban! Rapidamente, te agazapaste un poco, y vísteis las silietas de dos bestias y dos jinetes, los cuáles cabalgaban bosque adentro. ¿Quién cruzaría parajes semejantes en medio de la noche?

Finalmente, una vez que se marcharon, miraste en la dirección en la que llegaron, y al fondo, muchas varas más allá, te pareció  algunas luminarias débiles. Estabas segura que era el campamento del Paso Honroso.

Todo mi cuerpo se puso en tension al ver esos ojos. No sabía lo que podia ser, pero después de la experiencia de la cueva me esperé cualquier cosa. Quizás debí alertar a mis compañeros, pero no quería despertarles por nada.

De modo que cogí la lanza y poco a poco me fuí acercando al lugar en el que veía los ojos y la figura. Siempre con la lanza por delante-¡Alto quién va!-dije para ver si era una persona o solo fruto de mi imaginación.

La figura levantó su brazo y el dedo índice se lo llevo a sus labios. Te estaba haciendo el gesto de silencio. Acto seguido, se quedó mirándote desde la distancia, de nuevo. Aquello era un poco estremecedor, pero no parecía haber violencia en los actos...

-¡¿QUE QUIEN VA?!-dije gritando, esto no era una imaginación mia. Era una persona y no tenía ni idea de quién era. Así que grité con todas mis fuerzas esperando despertar a mis compañeros-¡DON SEBASTIAAAAAAAN!-si se asustaba y salía corriendo, bien. Si no, se las tendría que ver con todos nos.

Sabía que había hecho lo contrario a lo que me decía, sabía que mis compañeros necesitaban descansar. Pero no iba a quedarme calladito mientras un tipo raro se me acerca en mitad de la noche....por poca violencia que lleven sus gestos.

Seguí apuntando con la lanza por si se movia.

¡DON SEBASTIAAAAAAAN!

Caitán gritó de manera sorpresiva, despertando al caballero de Santiago y a Julián. La cara del "Largo" era un poema, estaba bastante nervioso, o tal vez sólo quisiera poner en sobreaviso a sus compañeros.

Sumido en el dolor y más cerca del otro lado Julián intentó ver que pasaba, a que venían esos gritos.

Don Sebastián desperto de su sueño, no se había quitado su armadura como protección puesto que estar en medio de un bosque desconocido y cercano a diabolistas no le predisponía precisamente a la despreocupación.

Por ello cuando Caitán gritó su nombre, abrió los ojos de par en par e intentó ver qué estaba pasando y por qué le llamaban a la vez que escuchaba.

Esta noche se estaba poniendo muy negra y no me refería a la falta de luz, sino que después del trauma de la cueva y los nervios por como dejé a mis compañeros, no encuentro el camino de vuelta, ni veo las luces, ni oigo el ruido de la vida en el campamento y por mucho que me empeñe no he podido localizar ninguna de las marcas de Sebastián.

Cuando pensaba que estaba ya perdido del todo oí algo que me preocupó más, dos jinetes pasaron cerca mió a la carrera, me escondí pues no sabía cuales eran sus intenciones y después de mi última experiencia con dos soldados, no quería probar suerte.
Segui mi camino y de pronto la gracia divina me iluminó y me enseño el camino, por fin delante mio aparece el campamento como un milagro y creo por fin que mi suerte puede cambiar.

Corro directo, buscando nuestra tienda y a nuestro señor como alma que lleva el diablo, cuando por fin la localizo es momento de empezar a buscar ayuda.
Don Juan rapido vestiros, Sebastian y Julian están en peligro y mal heridos y necesitan prestos de vustra ayuda, hemos sido atacados por unos guardias y a Julian lo han secuestrado, debemos ir a ver a los jueces
del torneo y pedir gente para traerlos y tratarlos con urgencia

Don Juan te vió entrar en su tienda, algo alarmado, sorprendido, pero a la vez contento.

¿¡Dónde estábais!? -preguntó el joven noble-. ¿Secuestrados? ¿¡Por quién!? -don Juan estaba intentando asimilar todo lo que le decías- ¿A los jueces? Me temo que no va a ser posible. El torneo ha sido suspendido... Asbert de Claramunt, el gran caballero catalán, ha muerto. Un lanzazo en una de las justas a caballo le atravesó un ojo y la pica le salió por la parte trasera del cráneo. Los jueces han detenido la cita y han llamado a los clérigos de Puente de Órbigo. Y éstos le niegan darle entierro digno, pues ya sabes qué opina la Iglesia de estas luchas... -efectivamente, no le hacía mucha gracia-. Sus hombres se los llevarán, y mañana mismo se disolverá esta ciudad de lienzo. ¿Dónde dices que están tus compañeros? ¡¡AYÚDAME A PONERME LA ARMADURA!! -te pidió-.

Julián abrió un ojo y entonces la vió, hablándole a sus amigos de lo que estaba avistando (al menos le quedabn algunos sentidos intactos); comentó que vió una figura entre los árboles, tal y como había hecho momentos antes Caitán, pero añadió que era una mujer... ¿Xilda tal vez? En breves salísteis de dudas, puesto que la mujer salió de entre las sombras y comenzó a acercarse a vosotros, muy lentamente (como aquel que avanza en sigilo).

Sus ropas estaban desgarradas, su piel en brazos y cara ensangrentada y parecía haber estado en la más profunda de las calamidades, tal era su mal aspecto e higiene.

Una vez estuvo a unas varas prudenciales, sólo pudo decir algo.

¡Ayúdenme!

Comence a colocarle la armadura y resople, era momento de contar toda la verdad, sin pensar en las consecuencias.
- señor os voy a contar lo sucedido, pero os pido paciencia y tranquilidad pues lo que os voy a relatar va a pareceros locura o efectos de borrachera, pero os aseguro que la vida de mis co padres demuestra que no es así.

-Después de la justa de esta mañana, la sospecha de que el caballero Asbert hacia trampas surgió en nuestras mentes, cosa que se reafirmo después de tener Julian y yo misma una conversación con los jueces y ver que tenían los mismos temores y nos pidieran que averiguaramos si esas sospechas eran ciertas; así que por la noche intentamos ver entrando en su tienda, si habian pruebas de algo y encontramos cestos con serpientes.

En ese momento fuimos detenidos por sus guardias que nos llevaron al bosque, sin hacer caso de nuestras peticiones que fue un error y nos llevaran ante los jueces para que fueramos juzgados. Su respuesta fue que nos iban a ejecutar por orden de su señor y que no había otra opción, pero gracias a la actuación de Sebastián pudimos salvar la vida, aunque ellos no pueden decir lo mismo.

A la vez un encapuchado se llevo en contra de su voluntad a Julián de la tienda del caballero y cuando los encontramos en una cueva perdida en el bosque, este encapuchado, tenía una armadura de Don Asbert embadurnada con la sangre de una joven muerta y a nuestro amigo paralizado. Luchamos contra él y ninguno de nuestros golpes hacían mella en su cuerpo, mientras que a julian le dejo sin poder andar, a Sebastián le hizo arder la piel y a Caitan y a mi nos paralizó con simples palabras.

Finalmente al limite de nuestras fuerzas conseguimos prenderle fuego y acabar con ese ser innatural, pero el grupo sufrió mucho daño y vine a buscar ayuda para transportar tanto a Julián que no puede andar, como a Sebastián que las heridas y las quemaduras le han debilitado para poder realizar el viaje hasta aquí

Termino mi relato a la vez que le pongo la armadura, a la vez que miro su cara para ver vomo toma mi señor la noticia de lo aquí acaecido

por eso señor hay que hablar con los jueces, por que sospechaban algo, para pedir ayuda con gente y un médico para traer y tratar a nuestros amigos y por que aquíesta pasando algo que no es natural