Partida Rol por web

Tres Haikus de Viaje

Prologo - LAS PALABRAS CORRECTAS -

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31/12/2010, 16:01
Director

El sabio puede sentarse en un hormiguero, pero sólo el necio se queda sentado en él.

Proverbio Chino

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03/01/2011, 17:45
Director

Aquella mañana soleada, parecía que la diosa sol regalaba caricias con sus rayos. Algunos pájaros, del jardín trinaban, como jugando a algún juego que solo ellos sabían.

Al correr la ventana, desde la tercera planta del pequeño palacio donde residía tu familia pudiste ver porque tu padre siempre decía que en Kaido Omaru estaba vuestro hogar.

El pequeño pueblo, rodeado por múltiples líneas de cultivo de arroz, estaba a pesar de ser tan temprano, ya lleno de diminutas gentes que faenaban para cultivar las tierras, que pronto darían comida a una buena parte de las familias de la Grulla.

Tu padre, siempre había sido honesto con todo el mundo, pero sobre todo con él mismo. Y empezabas a entender, porque se levantaba tan temprano. Si un humilde Heimin podía estar ya trabajando, como no iba a hacerlo el señor de esas tierras.

Kaido Omaru no era precisamente un enclave rico, ni tampoco un lugar clave en la política militar. Era y así había sido por mucho tiempo, un lugar tranquilo, donde la gente sencilla, con esfuerzo podía conseguir vivir tranquila. Y sabía que su padre nunca dejaría que algo allí cambiara.

El ruido de pisadas llamo su atención, y miro justo debajo del alfeizar de la ventana. Los hombres, los pocos hombres de la guardia de la ciudad vivían en unos barracones al lado del palacete. Parecía que había llegado la hora del cambio de turno. Realmente todo el mundo se levantaba temprano aquel día.

Aun quedaban un par de semanas para el inicio del Verano, y la primavera había sido fresca y rica en agua para los cultivos, pero sin llegar a ser inclemente con los hombres y mujeres que vivían en el imperio, o al menos en las tierras de la grulla. Hacia solo dos meses que habías pasado tu gempukku. Una ceremonia bastante importante en la vida de un grulla de la escuela Kakita.

Aun así, tus múltiples labores no te dejaron partir tras graduarte, y solo hace una semana que volviste a tierras de tu padre. El, contento te dio un día entero para ti sola, dejando sus múltiples labores a un lado. Pero ese estupendo día pasó. Y ahora seguro que lo encontrar en la camara del consejo en la segunda planta.

Tras una última mirada a través de la ventana vistes como las casas más grandes del pueblo, empezaban a expedir humo por la chimeneas. Una era la Casa de Té, que seguro ya preparaba sus brebajes para los hijos de la grulla que viajaban. El otro, era un edificio singular, la casa del pueblo, era una especie de posada, que tenía muchas habitaciones, y unos decentes baños públicos, que era utilizada tan frecuentemente por los aldeanos como por los viajeros, pues su servicio, aunque básico, era dado con mucho amor, por las tres hermanas Kochi y su anciano padre.

Al girarte puedes ver tu habitación, algo más grande de lo que recordabas, sobre todo teniendo en cuenta que hace ya muchos años que vivías en la residencia de la escuela Kakita. Aun así, habías aprendido a ser eficiente con el espacio, y casi todos tus enseres estaban recogidos cerca del futon.

El futon que en cuestión de un minuto estaba doblado y guardado en un armario de la pared. La habitación era sencilla, madera y paneles de arroz decorados con pájaros pequeños, que siempre imaginabas de dulces y alegres colores, a pesar de ser de oscura tinta. Pero así eras tú, para ti la tinta transmitía color y emociones.

Aquella idea dejo que tu mente volara recordando tus clases y tu formación, a tus compañeros y a tus compañeras, a los sueños de todos, a las ilusiones de cada uno, Komane kun, que quiere narrar las aventuras de su hermana melliza, que es una duelista Kakita.

Con una sonrisa en la cara abres la puerta shoji para salir al exterior, y casi chocas con una sirvienta joven que se estaba arrodillando ante tu puerta.
Tras un frenazo un poco aparatoso recuerdas que debe ser la hija menor de la jefa del servicio de la casa. Aunque no recordabas que fuera tan mayor, o tan joven, según se mirara.

Con alegría y cierta rapidez bajabas los escalones hasta las plantas inferiores. Tu maestra de Caligrafía, la inigualable y criptica Kitsuki Wakana sama había aceptado pasar unos días en tu residencia familiar, y además, hoy iba a impartirte una clase especial. Aquello podía ser algo fuera de lugar, o al menos muy especial. No sabias si la mejor profesora de caligrafía del impero estaría dispuesta a ofrecer clases especiales a todos sus alumnos, por mucho que estos los invitaran a pasar tiempo en sus tierras.

 

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05/01/2011, 12:12
Kakita Adako

Azul y blanco. Azul el cielo, el agua del riachuelo cercano, blanca la grulla y la espuma, ambos nítidos bajo el sol. Azul y blanco en Adako, azul el kimono, blanco el cabello sedoso. Azul y blanco su abanico, el abanico que formaba ya parte de su propio espíritu.

La muchacha, mujer ya tras la ceremonia de su entrada en el mundo de los adultos, tras renunciar a su nombre de niña, mucho más que un símbolo, suspiró.

Se había alejado de la ventana con dificultad, tras deleitarse con lo que eran sus recuerdos de niñez, ocupando un sitio en su alma, aún después de los años de trabajo intenso y de buenos momentos en la Escuela. Su niñez reflejada en los arrozales, en los sombreros de paja de los campesinos, en los aromas y sonidos del despertar en su habitación, en su casa, en su hogar.

Niñez. Hogar. Para Adako cada una de esas palabras era importante, y las pronunciaba con cuidado, con amor. De hecho, todas las palabras eran importantes para la bailarina, porque incluso las feas, o las que simbolizaban algo malvado, tenían una razón de ser en el universo. Por eso estaba feliz, radiante por tener en casa a su sensei, su Maestra de Caligrafía. Un arte, con mucho que aprender, con mucho que transmitir. Y ella estaba dispuesta a dedicar toda su atención a ese arte, a perfeccionar su comprensión a través de él. Wakana sama...

Corrió, tanto, que se tropezó casi con la joven asistenta que le había asignado la mayordoma, y que, además, era la hija de ésta. Se recompuso rápidamente, sonriendo, dejando a su paso una risa suave, y un gesto para tranquilizarla, la chica estaba azorada en extremo y se culpaba por su encontronazo, aunque no fuera así. Adako siguió, sin detenerse, y voló escaleras abajo, hacia la planta noble. Wakana sama...

La madera apenas sonó a sus pasos, leves y ágiles, y su atuendo se mantuvo a pesar de la velocidad. Era toda una técnica de movimiento equilibrado armonizar cada gesto, modular el cuerpo al compás de la mente. Los pliegues de seda se curvaban y tomaban formas sinuosas, pegados a su piel, casi una danza en sí misma. Adako llegó abajo en un suspiro, y lo hizo impecablemente, elegante, sobria.

Se detuvo apenas un segundo frente a la puerta corredera, laca negra y papel de arroz con un motivo floral, de nuevo, azul y blanco. Se arrodilló, y la abrió...

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06/01/2011, 23:50
Director

Del interior de la habitación, salia un ligero olor a comida recién echa. Y no era de extrañar, porque en la pequeña mesa de madera de color rojizo, acababan de colocar varios boles de comida. Arroz, pescado ahumado, y también sopa tibia de vegetales. 

Un pequeño manjar para los ojos, el olfato y sobre todo para el paladar. 

La maestra de sirvientas, salia de la habitación, y realizo una pequeña reverencia antes de pararse y arrodillarse a un lado de la puerta. Dejando paso a la joven señora. 

Adako una vez dentro, pudo ver con claridad, como entraba un torrente de luz cálida desde las ventanas. Su padre, no estaba, muchas veces se perdía el desayuno, era un hombre ocupado, aunque suponias que con tu maestra por allí, se dejaría ver. 

Como predijiste Wakana se encontraba en la sala. Aunque aun no se había sentado en la mesa, disfrutaba tranquilamente en la ventana, respirando tranquila y serena. 

A pesar de que se rumoreaba de que era una mujer muy mayor, a Adako siempre le había sorprendido que a golpe de vista pareciera solo una mujer madura. Sin embargo, decían, que conocía técnicas dragón que la hacían mantenerse mas joven, incluso había escuchado a dos alumnos diciendo una vez, que era inmortal. 

Fuera como fuese, lo mas impresionante siempre era su manera de entender las palabras. No había nadie capaz de ver los matices de cada palabra, tanto como aquella vieja dragona. Hasta el punto de haber conseguido que los virtuosos Kakita la invitaran de manera imperecedera su estancia como maestra de su escuela. 

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07/01/2011, 00:00
Kituski Wakana

La sirvienta salio y cerro la puerta tras de si. Dejando en la habitación, la comida humeante y a las dos mujeres, maestra y alumna, mujer y joven. 

Sin girarse la maestra comenzó a hablar contigo. 

Me alegra ver que estas tan entusiasmada con verme en las tierras de tu padre. Pero una dama no corre para llegar a su citas, sale antes para tener tiempo de disfrutar de la marcha. 

Como muchísimas otras veces, Kitsuki Wakana sama hablaba de manera clara, directa. Aunque siempre se dejaba notar esa manera de hablar con acertijos que decían tenían en común todos los del clan de los dragones. 

Volvió entonces su mirada para verte, dejando el sol tras ella, una extraña y fina película de luz sobre sus hombros y cabeza. Por un momento parecía un sueño que estuviera allí.

Buenos días Kakita Adako chan, me alegro de que podamos compartir el desayuno. Sera un honor hablar contigo mientras la mañana nos regala esta luz y calor. 

Cierto era que poco faltaba ya para el verano, y que el tiempo se dejaba notar mas caluroso. Pero aun era un ambiente fresco que se podía disfrutar bien, sobre todo a la sombra. 

La mujer, envuelta a pesar del tiempo, en sus habituales ropajes, se acerco hasta un cojín al lado del a mesita baja. Y espero paciente a que te sentaras a su lado. 

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07/01/2011, 22:20
Kakita Adako

Aún sabiendo que su sensei estaba de espaldas, y que no se giraría a mirarla, Adako realizó una profunda reverencia. Quizá no la vería Wakana, pero lo sabía, sabía que ella la realizaría. Y para Adako mostrar el respeto que la mujer se merecía era una necesidad. No cortesía, no deber. Era su propia respuesta, sin más.

Cuando se incorporó de nuevo, se acercó sin prisa, sonriendo. Escuchando lo que la mujer le decía. Y entonces la dragona se giró,y siguió hablando mientras se sentaba en su cojín para empezar el desayuno, invitando a la muchacha.

-Cierto, Mi Señora, una dama no corre para llegar a sus citas. Sin embargo, correr para sentir el placer de hacerlo, para llenarse de la experiencia del movimiento y del giro, del salto y la aceleración, eso es también parte del sentido de las cosas. Hay belleza en la suavidad y la lentitud, pero buscarla en la prisa, buscar la perfección en el gesto que debe hacerse rápido, eso es un reto. En el baile, en la lucha, y en la vida.

Sabía que su maestra apreciaba esa faceta de su alumna, también. La dragón era un ser distinto a todos cuantos había conocido, y un enigma en sí misma. Y, por tanto, apreciaba las paradojas de la propia Adako, sus propios enigmas.

Se sentó junto a la mesita, esperando a que Wakana empezara a desayunar.

-Estoy realmente honrada por teneros aquí, conmigo. Pero aún me siento más honrada de que me permitáis aprender de vos, a vuestro lado. Si la danza es mi escuela, mi formación de base, son los trazos que dan cuerpo a lo inmaterial lo que me fascina. Que esta mesa tenga un nombre que la aliente es hermoso. Pero que lo tenga el Honor, y pueda reflejarlo en una palabra escrita, pueda trazarlo mi mano gracias a vuestra sabiduría transmitida, eso, Wakana-sama, eso es un regalo de las Fortunas.

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08/01/2011, 02:06
Kituski Wakana

La vieja maestra, asentía a tus palabras. Complacida, sin duda. Te tenia cierto aprecio, y eso era algo casi palpable. No estabas segura del motivo, pero apreciabas que fuera así.

Los sentimientos puros eran algo efímero y difíciles de encontrar, así que tiempo atrás habías entendido que había que cuidarlos como se cuida una planta, con atención y paciencia. 

El desayuno se agoto, como todo en la vida. Tu maestra poco dijo, aunque cada una de sus palabras estaba destinada a preguntarte sobre las tierras en las que habías nacido. 

Con orgullo, explicaste la labor de tu padre como administrador, y como las gentes de aquel lugar celebraban cada año empezado el otoño un pasacalles en honor a tu familia. Honor que se devolvía, preparando una cena abierta a todos los aldeanos en palacio recién empezado el invierno.

Que ademas de ser un reconocimiento a las labores de los aldeanos, era una manera de prepararlos para los fríos inviernos, pues a pesar de estar lejos de las montañas, el valle en el que estaban era extrañamente duro durante esas fechas.
 

La sirvienta estaba recogiendo los platos al acabar el desayuno. 

Ahora me gustaría ver a ese famoso padre, que bien podría ser protagonista de mas de una leyenda. 

Aquel comentario te saco los colores, y fuístes consciente de que quizás vendías muy alto a tu propio padre. Pero que hija no haría lo mismo. 

Al salir del comedor solo quedaba un pequeño paseo hacía la sala desde donde se gobernaban las tierras de tu padre. Y una pregunta rondaba tu cabeza sin cesar. En que momento seria la clase.
 

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08/01/2011, 12:23
Kakita Adako

-Desde luego, Wakana-sama, os llevo ahora mismo con él. Estoy segura de que también mi padre arde en deseos de conoceros, vuestra fama en todo Rokugan os precede allí donde vais, y en esta casa debo admitir que se os aprecia y respeta aún más que en el resto, si eso es posible, puesto que se sabe de vos a través de esta vuestra alumna que os admira ya desde pequeña.

Las dos mujeres andaban con parsimonia, disfrutando del hecho de estar juntas en un lugar fuera de la disciplina de la Escuela Kakita, un lugar donde la cercanía ponía a su alcance la confianza y la familiaridad. Invitaba a las confidencias, y la falta de una madre a quien hacerlas empujaba a Adako a mostrarse con Wakana más como una hija que como una simple alumna, aunque su trato así lo hiciera pensar a quien la escuchara.

La muchacha sonreía, y con la cabeza ladeada seguía por el pasillo adelante, a un lado las puertas de las distintas estancias principales de la casa, al otro las ventanas que se abrían al paisaje sereno, soleado y multicolor. Pero por la mente de Adako la pregunta revoloteaba, infatigable, como un pajarillo inquieto, un colibrí incansable que libara sus deseos sin detenerse. Finalmente la joven grulla suspiró imperceptiblemente, y se lanzó a desvelar su ansia y su inquietud. Habían ya llegado ante las puertas de la sala de Gobierno, tras las que encontrarían al amo del lugar.

-Mi Señora, antes de que conozcáis por fin a mi padre, dejad que os exprese mi agradecimiento por esa clase especial que me habéis concedido, y que espero como las sakura esperan los rayos del sol en primavera. No os niego que he de moderar mi constante ardor por preguntaros cuándo vais a hacerla, y tenéis que perdonarme que os hable de ella, pero no sería fiel a mi propio amor por vuestro arte, por vuestra sabiduría, si finalmente no os pidiera que me expresarais vuestras intenciones acerca de eso...

El rostro de la inocencia, revestido con la cortesía y el respeto. Imposible amonestar a Adako, sino sonreír ante su franqueza.

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08/01/2011, 14:14
Kituski Wakana

La vieja maestra se giro y os miro a los ojos, durante unos tensos segundos no dijo nada, ni con sus ojos, ni con su voz, o su rostro. Temías que se hubiera quedado de piedra, pero finalmente sonrío.

Las lecciones se toman en cualquier tiempo y lugar, todo el día de hoy sera una lección, así que sera mejor que permanezcas atenta a cada una de mis palabras. Pues la sabiduría es tan infinita que cabe en la palma de la mano. 

Con sus ojos te decía mucho mas que con sus cripticas palabras. Era alguien a quien los acertijos le gustaban, y como ya habías aprendido, tendrías que mantener la mente abierta para entender todos los matices. 

En ese momento, y sin mas palabras la puerta shoji de la habitación donde tu padre estaba se abrió.

Notas de juego

Falta otro.

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08/01/2011, 14:19
Director

Un samurái ya entrado en años, fiel guerrero a las ordenes de Kakita Kochame sama abrió la puerta arrodillado, para luego realizar una reverencia mas hacia el interior donde se encontraba su señor, para finalmente salir.

Se notaba en su rostro que debía de atender asuntos importantes, así que tras una ligera reverencia continuo su camino. Pero al estar ya delante de la puerta no la cerro. 

Otro guardia mas joven os presento y os dio paso. 

Tu padre estaba sentado, pero al veros llegar se puso en pie. Era un hombre sencillo y honesto, pero hoy llevaba sus mejores galas. Quizás porque ya sabia lo importante que era para ti aquel día.

En silencio pero con ternura, se realizaron las primeras reverencias donde todos mostrasteis la debida etiqueta. Puede que no fuera la casa de un Doji, pero siempre se trataría cada evento con el máximo respeto por las normas. 

Notas de juego

Falta otro.

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08/01/2011, 14:25
Kakita Kochame

El señor Kochame era un hombre curtido en cuanto a duelos, administración de tierras y protocolo grulla. Pero contentar a su hija siempre había sido una prioridad y al mismo tiempo un reto. 

Era una joven despierta e inquieta, y sabia que había muchas cosas en el mundo que le hacían feliz que el no podía darle. Y sin embargo allí estaban aquella mañana, intentando entender que podía ofrecer aquella extraña mujer de las montañas. 

Su hija hablaba misterios y maravillas acerca de su comprensión de la palabra. El poco mas podía entender aparte de usarlas. Sin embargo, no dejaría pasar la oportunidad de comprenderlo. 

Una vez acabadas las presentaciones de rigor, invito a las dos mujeres a sentarse a su alrededor.
Le resulta incomodo sentarse en la tarima superior al tratar con su hija, pero era una norma que no pensaba dejar de cumplir. 

Soy un hombre afortunado, tengo una hija hermosa, y una visita que honra estos hombros desconocedores de los misterios de la vida. Poco mas se que administrar un tranquilo pueblo, que el mismo funciona solo. 

Espero que todo este a su gusto Kitsuki Wakana sensei, aunque hace tiempo que viva en tierras grulla, no me gustaría demostrar que en mi casa somos menos educados que en la academia de artes Kakita

Realizo nuevamente una reverencia, demostrando aprecio por su invitada. Era una mujer extraordinarimente viva a pesar de su mutismo inicial. 

Luego regalo sus ojos a su hija, buscando en cierta manera el conformismo de esta. Para la pequeña Michi, a la que ahora tras el gempukku debía de acostumbrarse en llamar Adako era un día importante, y a su edad, todos los días importantes son de verdad importantes. 

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08/01/2011, 18:57
Kakita Adako

La satisfacción embargó a Adako al ver a su padre ostentando con tal rectitud y honorabilidad su lugar y su rango. No lo manifestó, y apenas lo notaron aquellos que la conocían de muchos años, o muy a fondo, como el propio Kochame o Wakana. Pero aunque nada dejó traslucir en sus movimientos y apostura esa sensación, sí que sus ojos brillaron con las luces del amor filial.

Mientras tomaban asiento de forma ceremonial y protocolaria, la muchacha rememoró imágenes de su niñez, de nuevo. A su padre, jugando con ella con una espada de madera más grande que ella misma, enseñándole los rudimentos del iaijutsu. O, aún más niña, corriendo ambos junto al mar, en la playa, volando una cometa en forma de ave, una grulla blanca cuya cola eran dos largas cintas rizadas de papel de arroz, recortándose en el cielo límpido. Michi-chan, esa era ella entonces...

La sacó de su paseo por los recuerdos la voz grave de Kochame, hablando con su Maestra y con ella misma. Y se encontró con la mirada del venerable Taisa, éste buscando su aprobación, y hallando, además de eso, su amor y admiración.

-Mi Señor Kochame-sama, es para mi un verdadero honor y un orgullo haber hecho posible vuestro encuentro con Wakana-sama-sensei, y no dudéis de que Grulla y Dragón están bajo vuestro techo convenientemente honrados. Humildemente admito que mi vida ha sido a vuestro lado primero, y al del suyo después, un camino recto y pleno. Ambos compartís el deleite por la perfección, cada uno en su manera de buscarla y apreciarla. Y así también esta inexperta joven, vuestra hija y alumna, os agradece por ello vuestras enseñanzas.

Se giró, tras la reverencia que había hecho que su frente tocara el suelo, hacia Wakana, y sonrió. Y siguió hablándole a su padre.

-Mi Maestra es una lección en sí misma, y no ceso de esperar cada palabra suya para dar un paso más hacia la sabiduría. Como cuando, junto a vos, mi Señor Padre, aprendo de cada decisión.

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10/01/2011, 01:52
Kituski Wakana

La mujer parecía ciertamente satisfecha. Se había comportando como cualquier grulla de una casa noble, aunque algo en su forma de moverse indicaba, que de haber recibido menos atención y menos formulismos tampoco hubiera sido desagradable para ella. 

Las gentes sencillas siempre buscan cosas sencillas, decía muchas veces a lo largo de sus clases. Y aun era una metáfora que muchos alumnos no terminaban de captar. 

Les invitaba a no ser personas sencillas y buscar la perfección. O por contra, les decía que toda perfección estaba dentro de las cosas sencillas. 

Era un misterio que Adako no había desentrañado todavía. Pero esperaba tras su lección estar más cerca de encontrar la respuesta. Aunque solo fuera un paso. 

Sin embargo, la actitud de su maestra cambio de pronto. Y comenzó la conversación por su parte. 

El honor de visitar a familias que no solo hacen lucir el código, sino que lo viven en cada aspecto de su vida, es sin duda todo mío. 

No obstante, este viaje tiene dos motivos. Cierta persona me ha pedido que entregue esta carta a su hija. Prefiero que sea en su presencia que ella la lea. 

Como parte de mis funciones como profesora, se me otorga el honor de indicar quienes son posibles candidatos para tareas muy especificas. Y me temo que mencione a Adako san con cierta vehemencia, lo que nos lleva hasta el momento presente. 

Su mano se estiro y de la manga holgada que se extendió ante los ojos del señor de las tierras y su hija la vieja dragona saco una carta. 

El sello era reconocible, era un mon de la grulla. Nada de extrañar teniendo en cuenta que se encontraban en tierras de la grulla. 

Tendió la carta hasta depositarla frente a su alumna, y luego volvió a su posición inicial, guardando un mutismo a la espera de que la leyeras. 

Al mirar a tu padre, este indicaba que no perdieras tiempo, pues las propias palabras de aquella mujer habían inspirado curiosidad por el contenido de cuanto pudiera haber allí escrito. 

 

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10/01/2011, 02:02
Director

Extiendes la carta frente a ti tras romper el sello. Poco a poco tus ojos ganan velocidad a leen no una sino dos veces la carta que tienes frente a ti. 

Momento en que tu padre aprovecha para solicitar que recites el texto. Esta intrigado, pues tus reacciones no lo dejan indiferente.

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12/01/2011, 07:42
Kakita Adako

¡El Festival Buka! Había estado una vez en tierras Daidoji durante su celebración, cuando era una pequeñuela muchachita de apenas cinco años. Lo que recordaba de entonces eran las calles bulliciosas, engalanadas con farolillos de colores, miles de ellos. Las gentes paseando con los rostros alegres, y un despliegue de flores en los parterres, surtidores y banderas y estandartes ondeando al viento.

Era, sin lugar a dudas, un enorme Honor el que le estaban dispensando, siendo, además, que la invitación a tal magno evento provenía nada menos que del Campeón Daidoji en persona, el gran Kakashi-sama, forjador de destinos no sólo de los Grulla, sino de todo el Imperio.

No podía rechazarla, pero es que nada estaba más lejos de su voluntad o su deseo que hacerlo. No, no deseaba rechazarla, sino aceptar de inmediato. Aunque, naturalmente, y como era de rigor por cortesía y etiqueta filial y de alumna, aceptó en silencio la mirada apremiante de su padre, y leyó la misiva en voz alta.

Mientras leía, con voz suave, musical como su propio cuerpo en la danza, los ojos de Adako brillaban con luz propia. En su mente las imágenes del Festival se agolpaban, hermosas, radiantes. Y la silueta fiera, aguerrida de Kakashi, al que había visto hacía relativamente poco, en su Escuela Kakita. Su hijo, a Kakano no le conocía, a pesar de ser más o menos de su edad. Bien, esta sería una buena ocasión para hacerlo, además de para trabar lazos con los Daidoji, y conocer multitud de personajes importantes e influyentes, algo muy conveniente tanto para su futuro como para la familia, y su padre.

Cuando acabó de leer levantó la mirada hacia Kochame, y sonrió.

-Una invitación formal a tierras Daidoji, Mi Señor Padre. Y a las celebraciones del gempukku del hijo del mismo Campeón. Durante los Festivales Buka. Es... un enorme Honor. Y... una enorme responsabilidad...

No, no tenía miedo, no lo decía por eso. En todo caso, lo tenía a no ser autorizada a acudir...

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13/01/2011, 03:16
Kakita Kochame

Un pesado minuto de silencio acudió a la llamada de los corazones encendidos. Kochame sama meditaba con los ojos entre abiertos sobre el futuro y sobre la invitación. Afortunadamente no había mensajeros por parte de los hermanos Daidoji de los que preocuparse y podía usar un poco de tiempo en meditar aquella proposición. 

Conocía bien al campeón de la grulla, un tipo tranquilo y sosegado, que siempre parecía tener bolas de arroz escondidas en las mangas. Aunque todos los grandes de los grullas sabían que era un tipo preparado y paciente, una verdadera mente estratégica, muchos años atrás se había ganado el sobre nombre de la grulla furiosa. 

Fue en su primera batalla, pero aun hoy los soldados a su mando jamás olvidaban que bajo aquel ojo frio ardía un guerrero hijo de una tormenta. 

Kochame lo había conocido a través de su primo Kio, quien había sido el mejor duelista, incluso mejor que él durante sus años mozos. Fue una verdadera lástima que un grupo entero de caballería acabaran dejándolo lisiado y deformado. Aunque había quien decía que después de aquello se había transformado en aun mejor duelista. 

Pero dejo que sus recuerdos y sus ensoñaciones volvieran al presente. Kakano san, al que conocía personalmente de verlo en la Escuela de Iado Kakita, era un joven prometedor, nada parecido al padre, y sin embargo, con la misma esencia pura de corazón tras cada palabra y movimiento. 

Cierto era que la tradición de su familia le hacía aprender con los Kakita antes de convertirse en un Daidoji, y lo mantenía lejos de sus tierras amigos y familiares durante bastante tiempo, sin embargo, parecía que aquella extraña receta hacia hombres sanos y fuertes. 

No obstante, era consciente de que danzar en un evento semejante era una petición delicada. El menor fallo, y Adako podía quedar fuera de círculos importantes durante años. Aunque le preocupaba menos el estatus social que ella pudiera alcanzar, que el que la vetaran en obras y espectáculos de categoría por no haber cumplido las expectativas. 

Sin embargo al mirar a su pequeña, veía cada día con más fuerza, a su difunta esposa. Ella le habría dicho, que solo los riesgos aportan verdaderos cambios. Que sabia había sido, y seguía siendo en su corazón. 

Así que desvió la vista de su pequeña flor para mirar a la maestra que había llevado ante ellos aquella propuesta. 

Ella debía de conocer cuan difícil era obtener un favor así, y seguramente podía cuantificar mejor el trabajo que Adako había realizado para llegar a tener semejante oportunidad, así que quería oír sus opiniones antes de dar un veredicto. 

Mi estimada Kitsuki Wakana sama, puedo preguntaros que podemos esperar de esta invitación. 

Era una pregunta sencilla, formulada con mesura. Pues indicar que podría dudar del talento de su hija sería imperdonable. Así que busco esa respuesta en los detalles que a él, como desconocedor del arte mas allá de su katana, podía llegar a necesitar sobre el festival y el baile de honor. 

 

 

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13/01/2011, 03:30
Kituski Wakana

La vieja dragona tardo solo un par de segundos en responder, hablando con rapidez y claridad. 

El festival Baku es sin dudad un evento bello. Así que las artes que Adako san esta desarrollando pueden ser sin dudas un complemento perfecto para que los ancesntros de vuestros hermanos reciban vuestras plegarias. 

No obstante, mi alumna aun tendrá que entrenar y perfilar su arte, pues la perfección no es mas que un estado del artista al que se llega con esfuerzo. Por estos motivos es por lo que pienso estar con ella hasta el día del festival e intentare aportarle la poca sabiduría que aun me queda. 

La información cayo como un jarro de agua tibia. No solo pensaba estar un día o dos e impartir una clase especial, sino que la maestra pensaba quedarse hasta que Adako estuviera lista. 

Aquello solo podía significar una cosa. Ella estaba plenamente convencida de que Adako estaba lista para realizar aquella empresa. El que no dudara ni un momento en que fuera capaz, era el mejor reconocimiento que una joven promesa podía desear. 

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13/01/2011, 19:18
Kakita Adako

Con la vista gacha, la joven escuchaba, bebía cada palabra de su padre y de su maestra, en silencio, sabiendo, sintiendo que en aquel momento se estaba construyendo un importante puente hacia lo que sería su futuro. Y ella tendría que trabajar firme para que se sostuviera. Estaba dispuesta.

Cuando Wakana calló, Adako levantó los ojos, y miró a la anciana con agradecimiento y con orgullo a la vez. El orgullo rokuganí del que se sabe valorado, del que se sabe considerado válido para una misión de enorme responsabilidad.

-Mi señora, es para mi un honor inmenso que penséis así, y no pienso defraudaros, ni a vos, ni a mi padre. Ni a la Grulla, que ha puesto en mi su mirada, esperando que esta bailarina halague los sentidos con su danza, y que alimente el intelecto con la composición de la bella palabra escrita con su movimiento. He de aprender, y mucho, soy muy consciente de ello. No me vanaglorio de estar ya preparada, pero sí que me considero válida para trabajar hasta conseguirlo.

Sonrió, y sus pupilas lanzaron destellos.

-Y a vuestro lado, Wakana-sensei, sé que cada segundo será un paso, que cada instante una enseñanza. Sí, un honor inmenso. Y un placer que las Fortunas se han dignado concederme, y que no esperaba.

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14/01/2011, 02:30
Director

La sala respiraba emoción en cada detalle. Todo brillaba con mas intensidad ante tus ojos. Tu futuro, que sabias tenias justo ante tí, se empezaba a formar con una primera baldosa que debías pisar con fuerza.

Durante los segundos siguientes a tus palabras, trastaste de la mejor manera de controlar tu respiración y tu corazón, que vibraba como las alas de una pajarillo que retoma el vuelo desde un nido para alcanzar una montaña.

Tu maestra, realizo una reverencia ante tu padre y ante ti, y pidió ser dispensada para dar un paseo por el bonito pueblo en el que estaba. Quizás aquella fuera la primera lección. No obstante sabias que debías esperar a que la reunión terminara y tu padre tenia la ultima palabra.

La sensei salio de la sala en un perfecto mutismo que hablaba por si solo. Estaba segura y satisfecha. 

Al salir dirigistes tus sentidos hacia tu padre. Este decia mas con su mirada y pose que con todas las palabras del mundo. Sin embargo no llego a decir nada. 
Un soldado se excuso por entrar y dijo tener algo de importancia que hablar de inmediato. Tu padre, al ver que se trataba del mismo soldado que hacia solo unos minutos había salido, cambio la cara, y vistes como algo preocupaba sus ojos.

Su erguida figura se hundió levemente durante solo unos segundos. Luego volvió a parecer el hombre justo y recto de siempre. 

Aquella sensación de gozo se aplaco levemente. Pero no era el momento ni el lugar de preguntar. Tu padre dijo de manera clara y educada que la visita había terminado y te dio permiso para marchar tras tu sensei. 

Al salir de la sala buscaste con la mirada donde podía estar. Pero si había dicho que saldría al pueblo, no dudabas de que eso es lo que haría.

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15/01/2011, 19:05
Kakita Adako

Los problemas administrativos, las tareas de Señor del lugar. Era la vida cotidiana, y había que atenderlas. Incluso, a juzgar por la actitud del Taisa, quizá el momento era delicado para la población, eso era algo que Adako desconocía, su mundo hasta ahora se había centrado en la escuela y en su gempukku.

Pero ahora, con la vida del adulto por delante, aunque su formación no hubiera terminado ni mucho menos, sí que otras responsabilidades atrapaban su atención. Propias y ajenas, como ahora lo que fuera que había puesto una sombra en la frente de Kochame.

Salió de la Sala en silencio, sin detenerse a escuchar, salió en busca de su maestra.

El pueblo.

Allí dirigió sus pasos, inspirando y relajándose, absorviendo el aire limpio, disfrutando del espacio abierto, del clima benigno y cálido de la época. El caminito serpenteaba al dejar la avenida amplia que daba a la gran Casa del gobernador, y discurría entre tejados rojos, flores y árboles recortados. Una belleza.

Oteó haciendo visera con la mano, graciosa, sin llegar a abrir la sombrilla que había tomado al paso, al salir. Buscó la figura de Wakana entre la gente, sería fácil verla, se distinguía su kimono verde oliva, profundo y elegante...