Partida Rol por web

Sobre tu cabeza, las estrellas. Bajo tu cuerpo, un campo de margaritas que se extiende más allá de tus sentidos. Pero hay algo extraño en el cielo. Sin moverte, intentas ver donde se encuentra la luna. En su lugar, puedes ver la figura ovalada de un planeta azul y verde. Tardas un momento en reconocerlo: es el planeta Tierra.

Intentas moverte, pero no puedes. Algo te mantiene unido a la tierra, pesado como una roca. Forcejeas, sientes tu cuerpo transformarse para poder cortar lo que te ata. Puedes ver como pétalos de las margaritas se elevan y flotan a tu alrededor. Pero estás libre y puedes incorporarte. Ves entonces aquello que rodea el claro.

Ruinas. Ruinas de una ciudad que conoces muy bien. Sientes también que no estás solo. Te giras para ver quien se encuentra a tu espalda...

Sobre tu cabeza, las estrellas. Bajo tu cuerpo, un campo de margaritas que se extiende más allá de tus sentidos. Pero hay algo extraño en el cielo. Sin moverte, intentas ver donde se encuentra la luna. En su lugar, puedes ver la figura ovalada de un planeta azul y verde. Tardas un momento en reconocerlo: es el planeta Tierra.

Intentas moverte, pero no puedes. Algo te mantiene unida a la tierra, pesada como una roca. Forcejeas, tu mente siente la fuerza de la naturaleza que te apresa. Escuchas ruido de algo metálico cortando el aire. Puedes ver como pétalos de las margaritas se elevan y flotan a tu alrededor. Pero estás libre y puedes incorporarte. Ves entonces aquello que rodea el claro.

Ruinas. Ruinas de una ciudad que conoces muy bien. Sientes también que no estás sola. Te giras para ver quien se encuentra a tu espalda...

Día 1. 7.15hs

Beep. Beep. BEEP. BEEEP. BEEEEEEEEEEEEEP.

El sonido del despertador te arranca de tu sueño. Es el primer día de instituto, luego de unas largas vacaciones. Golpeas el despertador antes que te deje sin tímpanos, y te apresuras para prepararte en este nuevo día.

Día 1. 7.15hs

Beep. Beep. BEEP. BEEEP. BEEEEEEEEEEEEEP.

El sonido del despertador te arranca de tu sueño. Es el primer día de instituto, luego de unas largas vacaciones. Es momento de prepararte y enfrentarte a un nuevo día.

Un nuevo día comienza y siento que es todo muy diferente, no solo por aquel sueño que he tenido, sino por la falta de ruido​​ que hay en mi casa. Esto sabe a soledad y no logro acostumbrarme a ello. Un poco cabizbaja busco con la mirada allí en la cama a mi querido compañero, chibi- moth ese pequeño mamut que para los demás es un simple perro. 

- Chibiii. ¡Hola! - saludo cariñosa. 

Y lo lleno de besos, como es habitual en mi. Un poco pensativa, aún con estás sensaciones que tengo en mi corazón, la imagen de mis padres y sus repetitivos viajes me hacen pensar que pese a haberlos revivido, ellos jamás cambiarán sus rutinas y todo es igual a lo que hemos vivido. Nada cambia, ni siquiera cuando hay segundas oportunidades. 

Finalmente me levanto de la cama y voy a la ducha, tras darme un baño, decido preparar un desayuno rico. Pienso en Koharu... ¿Que estará haciendo? Y miro el móvil, con intención de escribirle. Tal vez también hace nada que se ha levantado y quizás, quiera venir a desayunar conmigo y de paso hablamos de... Nada. 

Tras haber dejado aquel mensaje, me dedico a regar las plantas mientras el agua está lista para hacerme un té. 

Mientras comienzas a despertar, tu teléfono vibra anunciando la llegada de un mensaje de texto.

Ingravidez. La sensación de flotar sin llegar a hacerlo. De caerse pese a estar bien tumbado... sobre un lecho de flores. No hay aire que respirar, pero no me ahogo tampoco. Todo está en calma... adormilado, me quedo hipnotizado por las estrellas. Hasta que busco la luna... y allí donde debería estar aquel astro plateado, lo que veo es la Tierra. Una enorme esfera del color del cielo, blanca y azul, con manchas de verde y distintos tonos de amarillo... igual que las margaritas que hay por todo mi alrededor. Si lo que veo allá en el horizonte, delante de mí, es la Tierra... ¿dónde estoy yo? Intento estirar la mano hacia el cielo, pero no puedo moverla. Entonces me asusto, comienzo a forcejear, hasta por fin liberarme y ponerme en pie.

Mientras los pétalos de las flores vuelan y flotan, movidas con esa ingravidez que todavía puedo sentir, miro a mi alrededor. Soledad. Ruinas. Kazamatsuri, la ciudad verde, mi hogar... está hecha pedazos. ¿Qué ha pasado? ¿Qué calamidad ha podido ocurrir? ¿Es esto... el futuro que le espera a Kazamatsuri?

Entonces, siento a alguien... o algo, detrás mía, y me giro, me giro para ver quién o qué es y...

Beep. Beep. BEEP. BEEEP. BEEEEEEEEEEEEEP.

Me desperté de la cama empapado en sudor. Antes de poder pensar, hacer nada, sonó el teléfono: un mensaje de texto. Medio dormido respondí un escueto 'ok', mi mente todavía atontada, confusa, por aquel sueño, centrada por completo en él. Siempre me gustaron esos momentos en los que te despiertas después de un sueño que todavía recuerdas vívidamente. Bueno, creo que a todo el mundo le gusta, pero a mi el que más. Normalmente, no les daba mucha importancia. Pensaba algo así como -¡Qué guay!- y al rato ya me olvidaba de ellos. Pero últimamente me sentía más melancólico que de costumbre... más... uhm... solo.

Me fui al baño a darme una ducha. Llevaba ya un tiempo sintiéndome así... no se trataba de una soledad física per se... bueno, sé que podía parecerlo. Al fin y al cabo vivía solo... mis padres vivían y trabajaban la mayor parte del tiempo fuera. ¡No es que no me quisieran ni nada de eso! Simplemente... ellos tenían, querían esa vida pero yo no quería tenerla. Yo quería quedarme en Kazamatsuri con cierta chica y... bueno, afortunadamente me dejaron hacerlo. Eso siempre se los agradeceré. Que me dieran la oportunidad, que confiaran en mí para que pudiera vivir solo... Me gustaba la independencia, no me importaba la soledad, de hecho. Pero hasta a los que les gusta la soledad terminan sintiéndose demasiado solos a veces...

Sencillamente... llevaba un tiempo dándome cuenta...

...de que no tenía nada realmente en el mundo.

El bolsillo que pensaba estaba lleno de felicidad, en realidad estaba vacío.

Nunca me esforcé por llenarlo, así que supongo que no debería haber sido una sorpresa después de todo.

...Pero es que ni siquiera me había dado cuenta de ello.

Estuve viviendo una vida sin rumbo, carente de significado.

Hasta que un día como hoy, de repente... sentí que había perdido tanto, tanto tiempo...

Salí de la ducha, me sequé, y distraído con todo esto empecé a vestirme. Mi vida estaba tan vacía como esa ciudad en ruinas. Me llevaba bien con todo el mundo. Podía hablar con cualquier persona, y cuando digo cualquiera digo realmente cualquiera, no necesariamente de mi curso, o mi escuela, o rango de edad... pero a pesar de ello no tenía amigos. Ni uno solo.

...Mi amiga de la infancia, Kaori Kiyoshi, era la única persona con la que podía hablar libremente...

...Sí... ella era... al menos, mi amiga...

.................................................

"¡OSTRAS, EL DESAYUNO CON KAORI!" exclamé a todo volumen en mi vacía casa. Tenía sobre mis manos un cartón de leche que había estado a puntito de verter sobre un cuenco de cereales. ¿¡PERO CÓMO PODÍA SER TAN DESPISTADO!? Si es que lo mío no tenía remedio... podía ser listo, fuerte, guapo y todo un partido, pero lo que era la memoria... ¡Madre mía! Sí, sí, memorizar como un papagayo todo para el examen de turno (y después olvidarlo, por supuesto) podía hacerlo, y acordarme de lo que acababa de soñar sí, pero lo que había almorzado ayer no... O LITERALMENTE EL MENSAJE QUE HABÍA RESPONDIDO NADA MÁS DESPERTARME, TAMPOCO.

Guardé a toda prisa el cuenco y la leche, y menos mal que los cereales no los había echado todavía. Eché a correr hacia la puerta de casa y casi CASI me olvido las llaves, y el móvil. Oh no, de eso nada, no soy TAN despistado. Aunque sí para ponerme hablar de la vida y reflexiones profundas, y olvidar presentarme... ja ja ja...

Me llamo Koharu Kazue. ¡Y vivo en Kazamatsuri, la ciudad más molona, moderna y verde de todo Japón! Y cuando digo verde no me refiero a ecológica, ¡que también! Me refiero a que tooodo el paisaje está lleno de verde, de vegetación. Pero vegetación cuidada ¿eeeh? Que no es esto  El aire aquí debe ser el más limpio de todo Japón, al menos en las ciudades. ¡Tenemos espacios verdes por doquier! ¡Y de hecho nuestro parque más grande ES DIRECTAMENTE UN BOSQUE!

Bueno, que me distraigo. Como iba diciendo, me llamo Koharu Kazue. Tengo 16 años, y voy a primero de instituto de preparatoria. Mi signo es Tauro porque nací el dos de Mayo, tengo la cabeza de chorlito, ¡y no me rindo ante nada fácilmente! Un día, vino una extraña gata llamada Luna, me convirtió en guerrero y me dijo que tenía que luchar contra los villanos. ...¡Jejeje! ¡Es broma, es broma! No soy ninguna súper guerrero magicalgirl ni conozco a ningún gato parlante... ...Aunque sí que tengo cierto... súperpoder.

...Lo llamo Reescritura. Rewrite. No me acuerdo desde cuándo lo tengo... o mejor dicho quizás, desde cuándo sé que lo tengo. ...¿Cómo te sentirías si tuvieras la capacidad de fortalecerte a ti mismo, hacerte más fuerte, más ágil, más listo, o ver y oir mejor... todo lo que se te ocurra? ¿Cómo te sentirías? Super guay ¿verdad? ...Pero, ¿y si te dijera, que el efecto es permamente? Si te fortalecieras para sólo necesitar una comida por vez, nunca más disfrutarías de las comidas. Estarías perdiendo algo en vez de ganarlo. Yo me di cuenta ya de muy pequeño. Me fortalecí en general. Más listo, más fuerte... De repente todas clases eran muy aburridas y en gimnasia, tenía que fingir estar más o menos a la misma altura que los demás. En fin, que la vida se hacía aburrida. ¿Cómo vivir para ser feliz? ¿Qué es la felicidad? Desde luego, no creo que EL PODERRR sea la respuesta.

¿Será juventud? ¿Será amor? ¿Serán las experiencias? Aún sigo buscando respuesta... ¡Pero basta de filosofar! ¡Tengo una cita con Kaori! ...Más quisiera yo, ja ja... es sólo desayunar juntos. Hace tiempo que no le doy la lata, supongo que hasta ella puede echarme de menos de vez en cuando, eso es bonito... ¿Quizás debería hacerme el duro con ella a ver si así...?

Estuve a punto de llamar a la puerta cuando me di cuenta DE QUE SE ME HABÍA OLVIDADO PEINARME. ¡AH! ¡LA BRAGUETA! Bien, ahora sí, todo listo, y reluciente, como un caballero sensual... ...salvo que no me di cuenta de que me había vestido a medias. Llevaba los pantalones y zapatos del uniforme del nuevo instituto, pero sin querer me había puesto otra vez el pijama en la parte de arriba... ja ja... ja...

Y yo, sin darme cuenta, fui y llamé a la puerta...

Día 1. 7.38hs

Casi media hora desde que Kaori recibiera el mensaje de Koharu, y cuando piensa que ya no llegará, escucha como llaman a su entrada. Chibi-moth trota hacia la puerta y la roza con sus patas antes que Kaori la abra.

Koharu está al otro lado, con sus pantalones y zapatos de uniforme... Y con la camisa del pijama metido dentro del pantalón.

Quedan 22 minutos para el inicio de su primer día en el instituto.

El mensaje de Koharu me sorprende, así que rápidamente voy al espejo para mirar si el uniforme está bien. Luego ando caminando a paso enérgico por la cocina, buscando preparar el desayuno muy rápido mientras aguardo por él. De alguna manera estoy nerviosa, pero es normal cuando hay todo un mundo entre los dos. Así que tras colocar en la mesa dos tazas, unas galletas y dos vasos con zumo, pienso si es necesario cambiar las flores del florero. 

Aún se ven muy bien, quizás no es necesario. Así que tras escuchar los golpes en la puerta, veo que Chibi- moth sale entusiasmado para recibir a Koharu. 

- Chibiiiii. - digo roja. 

Una vez abro la puerta, una ceja se levanta al ver que está a medio vestir. 

- Hm, Hola... ¿Desayunamos? - pregunto y lo invito a pasar. - Veo que han cambiado el uniforme. Interesante... 

Casi suelto una melodiosa carcajada, pero la contengo al tapar mi rostro. Siempre haciendo algo que me da risa, no lo puedo evitar. No comprendo porque siempre anda así, todo a medias. Quizás deba ser su nuevo despertador y ayudarlo, aunque de alguna forma me lo cobraré. 

Tan pronto abrió la puerta Chibimoth salió a recibirme. "¡Hooolaaaa!" saludé a Chibimoth, agachándome para acariciarlo. "Estas vacaciones no le he dado mucho la lata a tu ama... Así que me has echado de menos... ¿A que sí, a que sí?" le pregunté con voz cariñosa al pequeño quasi-mamut... "Espero que tu ama también me haya echado de menos..." levanté la cabeza para mirar a Kaori con una sonrisa de gentleman perfecto, pero ella se tapaba la risa con una mano. "¿Eh? ¿El uniforme...?" siguiendo la dirección de su mirada me miré la camiseta. "¡AAAH!" ¡creía que me había puesto el uniforme entero! "¡Vuelvo en un segundo!" eché a correr de vuelta a casa, volvi a subir las escaleras hacia el baño de arriba, donde encontré efectivamente toda la parte de arriba del uniforme. Me lo puse a toda prisa y regresé de vuelta corriendo. "¡Vale! ¡Vale! ¡Ya estoy! Nos quedan... como veinte minutos antes de clase.. ¡Hay que desayunar! Rápido, rápido!" empujé a Kaori hacia adentro de su propia casa. "¡Con permisoooo!" dije en voz alta al entrar, que sus padres imaginaba andarían por ahí y era de recibo avisar.

- Jurrrr. - digo. 

Mis ojos se ponen en blanco cuando lanza esa indirecta que es mucho. Si espera a que cuele un poquito, va perdido, a no ser que me regale unas monedas. El dinero todo lo compra, incluso al amor. ¿No?

- Un poquito, no te emociones Koharu- San. - indico con un dedo alzado. Solemne.  - Valeeeee... Te espero. ¡Eso! 

Al ver que se ha olvidado de vestirse al completo, a un punto donde chibi y yo nos quedamos mirando un tanto sorprendidas, decido poner la mesa y preparar todo para su regreso. Mínimo estará muy sudado, y un poco nervioso. Tan típico. 

- Oyeee ve despacio que eso está... - advierto y bebe, espero su grito y sigo. - Caliente. Por cierto, hoy nos espera un día bueno. Casi me voy al bosque, peroooo como tengo que cumplir con unas indicaciones de mi Madre, aquí estoy. 

Son comentarios al aire, más que nada porque entre mordisco y mordisco, intento hablar con Koharu. También aprovecho a mirarlo con más detenimiento y me pregunto si ha cambiado algo. No sé, más despistado, más acelerado. Es que Koharu es mucho Koharu. 

​​​​​

"¡AY ITTAITTAITTAITTAI!" Con las prisas que traía, me quemé la lengua al intentar beberme el café de un solo trago. "...COUGH...COUGH..." para quitarme el dolor, bebí esta vez con más cuidado un sorbito del vaso de zumo que había al lado de la taza de café. ¡Bendita Kaori, siempre pensando en todo! Me comentó que estaba a punto de ir al bosque pero que al final no iba a ir... "...¿Entonces vendrás conmigo al primer día de clase?" pregunté con más esperanza en mi voz de la que quería dejar entrever. ¡Maldito seas, Koharu! ¿¡Dónde quedó el hacerse el duro!? Decidí cambiar de táctica y miré a otro lado en una imitación perfecta de un tsundere. "Bah, tampoco es que quisiera que vinieras conmigo... b-baka..." Apenas podía contener las risitas tontas que me daba lo que acababa de decir. ¡Mantén la compostura, Koharu! Y ya que estás, come un poco...

- ¡Te lo dije! -digo y pongo los ojos en blanco. 

Luego cuando hace aquella pregunta, yo me encuentro centrada en el desayuno y mis pensamientos. Soy un poquito egoísta a veces, no significa que no lo tengo en cuenta, es que a veces ganan algunas cosillas sobre otras cuando divago frente a Koharu. 

- Hm, tal vez. - respondo y sonrío. - Sé que te hace ilusión, podemos ir juntos. Tal vez compartir eso y nada más... Todo esto si... me compras algo rico. ¡Me lo debes Koharu-san! 

Tras decir aquello termino mi desayuno y pongo en el lavabajilla todo. 

- ¿Has dicho Baka? Juuur... - repito y me acerco a su lado. - Dímelo así de cerca, cara a cara. 

Me gusta ponerlo en ese tipo de situaciones incómodas, allí donde se pondrá nervioso y yo por dentro estaré riendo un poco. De alguna manera nos conocemos hace mucho, sabe como soy, pero la tentación es muy grande. Además es sumar un punto a un día que puede ser grandioso. Es Koharu, mi amigo... 

¡Podían ir juntos! ¡Compartir ese momento! ¿¡Y nada más!? ... Bueno, era un comienzo. Kaori siempre así, midiendo las distancias, tratando de establecer claras líneas divisorias entre nosotros. Y yo por supuesto me las saltaba. Pero esta vez, esta vez yo había decidido que le tocaría a ella ganar el strike. Primero porque estas vacaciones antes del nuevo año escolar ya nos habíamos alejado el uno del otro prácticamente no nos habíamos visto salvo alguna que otra ocasión. Ahora lo que quería era pasar tiempo con ella aunque fuera simplemente caminar juntos hacia la escuela. ¡Así que no me importaban sus mil condiciones! "Te compraré un parfait, pero a la salida de clase." A ver si así le podía rascar un poquito más de tiempo juntos... "Hay una pastelería nueva y tengo entendido que van a poner un desafío como los de la Big Bang Burger, ¡donde hay que comerse entre dos un parfait así de grande!" extendí los brazos exageradamente. Luego me encogí de hombros. "Pero primero hay que probarlos, no vaya a ser que estén malos..."

Luego de terminar de desayunar ambos, la acompañé a la cocina y le acerqué mis platos para ayudar así a recoger. Cuando ella cerró la puerta del lavavajillas se me acercó cara a cara y con pícara coquetería me pidió que repitiera la actuación. Esta vez no necesité mucho actuar porque me sonrojé yo solito, así que sólo tenía que repetir las palabras echándome hacia atrás: "¡B-b-baka! ¡Ya sabes que... que yo..!" y entonces me puse una mano en el pecho y cambié la actuación de tsundere a manga shojo. "¡Que yo te quiero...!" exclamé con teatralidad y ojos llorosos. Lágrimas de cocodrilo, claro. Solo estabamos jugando. Aunque las palabras... bueno, esas no eran en realidad de broma. ...Pero eso los dos lo sabíamos también...

Al ver que accede a comprarme algo, una sonrisa que refleja travesura se dibuja en mi rostro. Ajá, esto me gusta. De esa forma tendré una deliciosa comida, pero... ¿Ha dicho por la tarde? Eso es traición, jo. No me queda otra que aceptar y suspender por un rato mi visita al bosque. Me ha tendido una trampa Koharu. 

- Hm, me has convencido. Acepto. - digo sin más. 

Luego cuando estamos con la vajilla, y hace aquella actuación acorto un poco más las distancias para que mis ojos verdes lo miren fijamente y como no inquietarlo más. Son unos segundos, donde tras decir su baka y confesar que me quiere, evito no poner los ojos en blanco para no revelar mi acto malicioso. 

- Así que me quieres... Hm... Koharu-san. - comento y sigo. - Yo, yo también... te... - 

Le doy mucho suspenso al instante, tanto que me gusta dejarlo en la incertidumbre de una respuesta que espera y tal vez añora un poco. Pero no puedo con mi genio, es lo que tiene conocerlo tanto y bueno, sé que de alguna forma estamos enlazados y que siempre lo estaremos, no obstante hay cierta reticencia en mi. No lo puedo evitar. 

- Te compraré un parfait. ¡Eso! - confieso y le soplo el rostro. 

Ja, me estará odiando un poquito. Pero pillo las cosas del Instituto y me preparo para salir de la casa. 

- ¿Vamos?

La reacción habitual a mi quincuagésima declaración habría sido una risa incómoda por parte de ella, y luego otra por parte de mi... O quizás me hubiera dado un golpecito muy suave en la cabeza con un abanico, como el coscorrón del tsukkomi con el abanico de papel en los típicos skethes de humor manzai japonés... o una especie de ara ara~~ versión Kaori... o no sé, yo qué sé, de vez en cuando tenía reacciones únicas y últimamente siempre, siempre me pillaba desprevenido... esta fue por desgracia una de esas veces. Cuando Kaori se acercó un poco más esta vez no me sonrojé porque total ya estaba sonrojado. Me perdí en la mirada de esos ojos verdes brillantes, esperando la reacción de ella. - Así que me quieres... Hm... - Fue una reacción rara, una sensación extraña para ambos. Sí, era cierto que me había declarado ya a ella muchas veces, pero siempre lo hacía de corazón, siempre con la esperanza de que, por fin, llegara el momento en que dijera... que dijera... - Koharu-san... -

Badump... Badump... Mi corazón empezó a latir no como una patata frita, no señor, esa frase está muy manida. Uno no sabe cómo un corazón late como una patata frita hasta que de verdad lo siente. Y no es como una patata frita, es un latido fuerte, rápido pero con sensación lenta, y cuanto más pausa dramática más rápido late.

-Yo, yo también... -

Oh dios oh dios oh dios. Mi mente estaba en pánico, en alerta absoluta, en anticipación, en miedo, en euforia. ¡TANTAS TANTAS EMOCIONES QUE MI CORAZÓN SE DESBOCABA! Dio un pasito atrás y ella se acercó otros dos pasitos más. Mis ojos bajaron, tímidos, de sus ojos a su boca, sus labios, esperando leerlos incluso antes de que dijera lo que, esperanzado, creía que iba a decir. Como el que lee los subtítulos de una película incluso antes de que hablen, ansioso, incapaz de pensar otra frase, otras palabras, que no fueran las que creía, esperaba, deseaba que fuera a decir.

- También te... - 

No lo negaré, su voz parecía más melodiosa que nunca, su rostro más hermoso que nunca, sus labios más románticos y sensuales que nunca. Si ya estaba enamorado, era como haberme enamorado otra vez. En nuestro caso, el mío al menos, nunca fue un flechazo, simplemente estuvo ahí siempre como el sol, o el viento o las nubes o la tierra bajo nuestros pies. Como el viento, como una brisa sobre los girasoles de mi jardín. Que por cierto, había plantado ella. ¡Pero ya estaba divagando otra vez! ¡Porque estaba nervioso! ¡Y cuando estoy nervioso divago!

- Te compraré un parfait. ¡Eso! -

"........."

Estoy casi seguro de pudo oir mi corazón romperse en mil trocitos... ...otra vez. "Huuhh... uuuughhh..." me apreté el pecho con la mano izquierda y me dejé caer al suelo de rodillas dramáticamente. "Eres buena... demasiado buena... la discípula superando al maestro..." murmuré entre dientes, como en una escena anime donde el protagonista está a punto de morir, y está diciendo sus últimas palabras a la heredera, pasándole el testigo. "Por un lado... no puedo sino felicitarte por la excelente jugada... Kaori Kiyoshi... la Elegida de la Bate-Espada, la rompe-corazones... p-pero, por otro lado... he de añadir que..." negué con la cabeza, tratándome de poner en pie con lentitud. Al terminar, alcé un brazo hacia el cielo y lo dejé caer sobre su hombro con dramática decisión. "...Eres cruel y despiadada. Reina Gélida de los Sincorazón."

¡OTRA VEZ! ¡OTRA VEZ CAÍ COMO UN TONTO! Ciertísimo era, debí habermelo visto venir. ¡Que tampoco era la primera vez que me pasaba esto! Ay, si es que Kaori a veces se las traía... "¡Se nota que has aprendido del mejor! ¡De mí! ¡HUAHAHA!" reí triunfalmente, porque al menos eso era verdad, y no podía negar que en el fondo, estaba hasta orgulloso de ella. ¡Maldita sea, brillante y contundente rechazo, otra vez! ¡Una vez más, al record! "Haha... ha... sigh..." mi risa triunfal se ralentizó y convirtió en un suspiro profundo. "...Sí, mejor vámonos..."

Ay, mi pobrecito corazón...

Es lo que tiene el conocer a una persona tanto, que al fin de cuentas le sabes sus puntos débiles y alguien como yo, que no deja pasar una... Es un entretenimiento. ¡Pobre mi amigo! Pero bueno, es inevitable más aún cuando es un poema de expresiones faciales y como suelo darle esas pausas llenas de suspenso, yo me divierto con eso, sus reacciones ante mis actos. Aún así, sé que algún día se cansará de esto porque es un sol y yo me aprovecho. Sólo un poquito.

- Oh, decías de otra cosas... Lo siento Koharu- san. - respondo. 

Y le doy una caricia, como si lamentase esto realmente. Pero no, nadita... Aún así sé que le gustará la cercanía y esto de que le regale un pedacito de mi. Lo bueno es que sus comentarios me halagan, más su felicitación así tan animada mientras intenta mantenerse entero. 

- Hm, sabes... No fue de malvada, es que estaba pensando en los parfait. Lo siento. - confieso, mintiendo de nuevo. - Para compensar, ven. 

Lo insto a que se acerque y sé que lo hará, con su corazón roto, desarmado, lo hará igual. Una vez está muy cerquita, me pongo a su costado acercando mis labios a su mejilla, dando la impresión de que le daré uno de esos besos tan tiernos y añorados. Aunque como siempre nada es lo que espera, soy un poquito maliciosa. A veces... Ji. 

Y en medio de aquel suspenso, le doy un golpecito en la nariz para distraerlo y un efímero beso en la mejilla. De esta forma salgo corriendo con mi mochila con la intención de salir de la casa. Ya se encargará de cerrar él y eso, yo hice ya mi maldad del día. Bueno, dos maldades. 

"Shou ga nai..." suspiré cuando la vi salir corriendo, negando con la cabeza. Sin remedio, nada que hacer. Me dio un golpecito en la nariz y luego un tierno besito de disculpa, antes de salir huyendo de mí como hacía siempre. Ay, ¡si es que siendo así de adorable no podía enfadarme con ella! "¡Hasta luego, nos vamos!" avisé a los padres de Kaori, que imaginaba estarían por ahi, o quizás habian ido a trabajar hoy o algo, vete tú a saber... Cerré la puerta al salir y al ver su mochila recordé que yo no había cogido la cartera de la escuela, así que volví a abrir la puerta de casa y tomé la cartera, cerré y eché a correr. Lo bueno de haberme reescrito hacía tiempo para ser más rápido es que podía tardar un poquito más en perseguir a Kaori, que iba a llegar igual, jejejeje... Además, ¡me sabía algunos atajos! Uno de mis pasatiempos favoritos era explorar la ciudad. De día, de noche, de tarde... total, en casa no es que hubiera tampoco mucho que hacer, viviviendo solo y todo eso.

Así que tomé un desvío, buscando a la tienda de flores cercana a mi casa y la suya, la dueña era una amable señora mayor con gafitas, que siempre me preguntaba por cómo estaban mis padres al pasar. Normalmente me quedaba a charlar con ella, ¡una vez me contó que papá siempre le compraba a ella todas las flores para mamá! Ahora que lo pienso, no sé si era para captar clientes... ¡Pero como sea! Fui corriendo, la saludé de camino, y sin dejar de correr le puse a toda prisa el dinero en el mostrador y compré una camelia rosada. Luego giré la calle para darle el encuentro a Kaori en la diagonal.

"¡Nee, Kaori-chan!" aparecí corriendo a su lado entonces como si tal cosa. Y mientras corría, le enseñé la flor. "¿Qué significa esta flor en el lenguaje de las flores?"