Partida Rol por web

Abu Nazir apunta hacia el grupo de hombres aterrorizados con su arma.

¡Vosotros! ¡El himno americano! ¡Comenzad a cantarlo!

La surrealista petición os deja helados a todos. La mayoría se ven incapaces de reaccionar, mientras siguen marcando el ritmo de los latidos de corazón en el suelo. Mientras, muy poco a poco, el viejo delante de ti se va abriendo paso, haciendo que cada vez estés más cerca del Terrorista. Sólo esperas que no se de cuenta de vuestra estratagema.

Chico… Dice de pronto Nazir con una sonrisa dirigiéndose hacia el niño. ¿Te sabes el himno nacional? ¿Lo cantais en el colegio?

El niño asiente con la cabeza, inseguro.

Cántalo para mí…

El chico mira con sus grandes ojos a Nazir. Parece que no va ha hacer nada, pero de pronto su voz, la voz pura de un niño, comienza a recitar las primeros palabras del himno, que de alguna manera se acompasan a los latidos del corazón.

Oh, say can you see…

Y entonces...

Pum-pum-pum-pum.

A tu alrededor, el ambiente se vuelve más oscuro, más opresivo, irreal. Los golpes que tú y los que tienes alrededor dais al suelo dejan de ser meros golpes y resuenan por todo el avión, haciéndolo vibrar, y te das cuenta que lo haces de manera inconsciente, sin siquiera pretenderlo.

Estás en una pesadilla. El miedo se apodera de ti, y amenaza con inundar tu alma y tu mente, y oyes los gritos de la gente, de los pasajeros, e incluso otros aullidos, pero estos procedentes del exterior del avión, no de dentro. A tu alrededor, las personas que forman el corazón se encogen, gritan y gimotean, pero sin dejar de patear el suelo con ese ritmo infernal.

Sólo Abu Nazir parece real. Su rostro está sereno, en paz. Mientras el resto del mundo se llena de sombras, el Terrorista parece estar iluminado por el Sol.

Espera, no es el único. La Madre del niño también parece diferente, más real, plantada en mitad del pasillo, de pie, es otra fuente de luz que se asemeja a la del Terrorista.

Pero no tienes tiempo de pensar en lo que significa, porque el niño sigue cantando, sólo que ahora oyes más voces del grupo que forman el “corazón” se unen al coro:

By the dawn's early light…

Y sientes formarse en tus labios las palabras que siguen, de manera totalmente involuntaria, y algo te impulsa a pronunciarlas y a unirte a ellos:

What so proudly we hailed…

Acercándome cada vez mas al terrorista, con los pasos truncados, comienzo a cantar la canción, veo al niño cantando, la mujer que lo mira, todo se me hace extraño.

Un sudor frío cae por mi frente, hasta llegar a perlarla completamente.

Esto no puede ser, es una pesadilla, me he de despertar.

Sigo pateando el suelo, las ganas de llorar me inundan, esto puede ser el final...

En cuanto esté al lado del tipo, salto sobre el, y que sea lo que dios quiera.

En la sala de reuniones, Barack Obama y su equipo no puede hacer otra cosa que contemplar hipnotizados lo que ocurre, esforzándose en ver algo claro en la pantalla del televisor. Igual que otros tantos millones por todo el mundo.
Pero a pesar de todo, el Presidente se da cuenta en que el general está al teléfono, y que su rostro ha empalidecido repentinamente.

¿Qué ocurre Brad? Pregunta alarmado. ¿Qué pasa?

El general de Brigada Marshall B. Webb cuelga el teléfono fijo y se vuelve hacia su comandante en jefe, preguntándose a sí mismo cómo comunicarle la noticia.

¿Cómo diablos le dice que le acaban de confirmar que el UA 333 acaba de desaparecer de los radares y que los F-19 que volaban junto a él han perdido el contacto visual?

Observo al terrorista, mientras me acerco poco a poco hacia el, realizando nuestra macabra danza entre todos. El niño cantando, el abuelo que me quiere ayudar, nada me puede fallar, esta vez, parece que podré intentar algo.

Pienso mientras voy dando los pequeños pasos acompañados de pisotones

POM POM POM

Esta vez, el corazón te va a dar un ataque, amigo terrorista...

Me acerco mas y mas, mientras visualizo el plan en mi mente:

" Acercándome poco a poco, llega un momento en el que estoy al lado del terrorista, el cual, tiene una pistola en una mano, y la cámara en la otra, aunque no está muy atento a la segunda. Una vez estoy a su lado, con el abuelo un poco por delante mio, voy a saltar sobre el, haciéndole una llave para inmovilizarlo usando el cinturón (posiblemente algo en el brazo para que suelte la pistola, o una asfixia también estaría genial), mientras animo a todo el mundo a que le quiten la pistola, y le demos una paliza en grupo, acto seguido, espero a que comience la paliza en manada, y que le lluevan patadas y pisotones de todos los participantes, mientras yo consigo coger la pistola, y en cuanto me haga con ella, voy a avanzar lentamente hasta la cortinilla que da paso a la otra parte del avión... en cuanto vea a alguna de las terroristas, que seguramente sepa quién es, porque va armada, la voy a intentar dejar seca de un tiro. Hoy seré yo el héroe"

Nada me puede fallar, dios y la bandera, están conmigo...

Aviso al abuelo con un susurro:

-Ha llegado nuestro momento...

Con un movimiento mas bien torpe, intento abalanzarme sobre le terrorista, lanzándole improperios para ocnseguir ponerlo lo mas nervioso posible:

-¡Maldito seas, me cago en Alá y en todo lo que significa, cerdo!

Intento alcanzar su arma, pero cada vez la veo mas lejos.

Esto puede ser mi final... igual soy un héroe, pero de otra manera.

Por increíble que parezca, en mitad del caos la voz del niño es lo único que permanece inalterable, manteniéndose siempre audible por encima de los gritos y de la oscuridad.

... at the twilight's last gleaming?

Sólo falta el sacrificio ahora. El sacrificio de sangre del corazón. Eso le catapultará. Eso lo ascenderá. Puede notarlo incluso ahora, el tirón de su ascensión, de su transformación… hacia lo sagrado… hacia lo dorado…

Ellos le están esperando. Él está listo para mezclarse con Ellos…

Pero hay algo más aquí. Algo antiguo y poderoso que le disturba…

Abu Nazir la ve por primera vez, tal y como es. Plantada en mitad del pasillo, la madre del niño pequeño… llena de luz… Sus ojos muestran una ferocidad terrible que le asusta…

¿Isis?

Sobreponiendote al miedo, tratas de olvidar toda la locura de los gritos, el retumbar del avión, el maldito himno americano y la oscuridad que os envuelve para enfocar tu mente en Abu Nazir. Para buscar el momento de atacar.

Entonces el Terrorista desvía su mirada hacia la Madre, y ves flaquear en sus ojos la seguridad, la confianza.

Es el momento.

¡Maldito seas, me cago en Alá y en todo lo que significa, cerdo!

Te precipitas hacia delante junto con el viejo, dando esas dos zancadas que te separan de él, con el cinto entre tus manos, dispuesto a atrapar su brazo, retorcerlo, desarmarlo…

Dios… eres bueno, lo sabes. ¿Cuántos años con el Judo? ¿Cuántas horas de práctica? ¿Cuánto esfuerzo para hacerte cada vez mejor, más rápido, más fuerte?

Pero al final no ha sido suficiente…

El Terrorista parece hallarse en una realidad distinta a la tuya, en la que apenas debe esforzarse en dar un paso atrás.
No es necesario más. No vas a llegar. Lo puedes ver claramente…

De pronto un hombre del "corazón" se sale del círculo para lanzarse contra él.

La atención de Nazir cambia de la Madre a este simple hombre, que trata de estropearlo todo.

No lo permitirá. Le dispara...

No es justo.

Pero el estampido del arma suena delante tuyo y una aguja de acero helada te atraviesa el pecho, dejándote sin respiración.

El cuerpo te traiciona, y la zancada que te llevaba a enfrentarte a Nazir no llega a completarse. Caes de bruces delante suyo, con la visión borrosa y de pronto sin fuerzas para evitar el golpe contra el suelo.

Jack Chance... el guerrero derrotado...

No...

Luchas por no perder la consciencia. Te fuerzas a respirar, por mucho que duela. Te aferras con los dedos a la moqueta del suelo y te las arreglas para abrir los ojos y mirar hacia adelante.

Abu Nazir se alza ante tí. Alto como un gigante. La luz le llena por completo en mitad de la oscuridad que te rodea, que amenaza con tragarte. Jurarías que eres capaz de ver una aureola dorada sobre su cabeza, como si se tratase de una antigua pintura de un santo...

Y entonces, como si fuera un ídolo con los pies de barro, Nazir es lanzado con violencia hacia atrás, contra la puerta del avión, y dejas ya de distinguirlo.

Te parece escuchar el estampido de un nuevo disparo...

El disparo alcanza en la cabeza a uno de los hombres del grupo, que estalla esparciendo sangre de manera atroz a todos los que se encuentran alrededor.

El corazón ha sido alcanzado. El corazón de América sangra.

Con la pared apoyada contra la puerta de embarque, Simón/El Terrorista/Abu Nazir continúa en shock por el impacto y la descarga eléctrica. Ha perdido el control sobre su propio cuerpo. Siente la sangre llenar su boca, ya que se ha mordido la lengua. Siente cómo la orina empapa sus pantalones, apestosa.

Pero no importa, ¿qué importa la envoltura terrenal allá donde va? Debe dejarla atrás. Olvidarla. Prepararse para mezclarse con sus Maestros, los dioses arquetípicos de la Humanidad. Porque lo ha conseguido. Ha completado el ritual. Ha llegado lo bastante lejos. Está impaciente por Ascender. Puede ver su camino ante él, iluminado, que le lleva hasta la corona de la Creación, hasta la Eternidad, hasta…

De pronto una sombra se planta en su camino, impidiéndole ver su meta, su Destino.

Es una sombra grande y terrible.

Es la Madre… y está furiosa…

Sientes como te comienzas a hundir en la oscuridad. Una oscuridad fría y húmeda que te arrastra al fondo como si fueran arenas movedizas.

Entonces unas suaves manos, llenas de luz, te alzan, alejándote de la negrura.

La consciencia vuelve a ti de manera súbita. Es la Madre, que te aparta a un lado, levantándote por los hombros, moviéndote como si fueras una pluma, sin esfuerzo.

El toque de ella es anestésico, tranquilizador. Sólo con su presencia sientes como si fueras un niño de nuevo y tu madre te acunara de nuevo en su regazo, diciéndote que todo va a ir bien.

Te arrastras hasta apoyar la espalda contra la pared. Puedes verla a ella, de espaldas, ante el caido Terrorista. Sostiene algo metálico en las manos. Algo con lo que golpea a Nazir. Una y otra vez.

Por encima de los gritos escuchas perfectamente los golpes húmedos cuando el metal aplasta carne, piel y hueso.