Partida Rol por web

Tras unos incómodos minutos de silencio que al Emperador no parecieron sino agradarle, contemplando en silencio a los tres hombres, su mayordomo corrió a socorrer la situación con un exquisito sentido de la etiqueta palaciega.

-Creo conveniente que dejemos descansar al Emperador, caballeros -sugirió con una sutil firmeza. Si son tan amables de acompañarme…

-¡Recordad que la empresa que os encomiendo tiene prioridad absoluta sobre todo lo demás! -os animó innecesariamente desde su complacencia. Si conseguís completar la Fórmula podréis pedir a cambio lo que queráis. TODO lo que queráis -recalcó efusivamente.

Y, de nuevo, Fexon acudió al rescate para conducir vuestra salida de la sala del trono por la misma puerta a través de la que habíais accedido. Una segunda puerta, menos ostentosa, se alzaba detrás del Emperador. El mayordomo hizo amago de querer dirigiros hacia ella, pero la figura de su terrenalmente todopoderoso superior hizo que finalmente se decantara por la única alternativa que le quedaba.

Ambas llegáis a la sala del trono justo a tiempo de ser conducidas por el mayordomo del Emperador a la misma sala de espera en la que estuvisteis los cinco antes de ser llamados a Su presencia. Los tres hombres del grupo ya están atravesando la puerta cuando la mirada y los gestos de Fexon os conminan suave pero insistentemente a que abandonéis la estancia junto a ellos. Por su parte, el Emperador sonríe satisfecho mientras os mira con unos ojos que rezuman esperanza. Os queda absolutamente claro que la extraña cruzada en la que acabáis de embarcaros reviste para Él una importancia mayúscula.

Una vez en aquella sala de espera en la que apenas tuvierais tiempo de presentaros, el ambiente resulta completamente contrapuesto a la tranquilidad que dejarais tras de vosotros cuando la abandonasteis para penetrar en la sala del trono. Varios individuos, cuyo porte y atuendo grita "Nobleza" hasta para el más basto de los súbditos del Imperio, se esfuerzan por hacer patente su contrariedad mientras se revuelven inquietos en los suntuosos sofás de la sala. Cuando las puertas se abren un murmullo comienza a elevarse desde las gargantas de sus secretarios personales: obedientes marionetas a las que no les importa contravenir el protocolo si con ello los nobles a los que sirven quedan satisfechos. Aunque toda esa prepotencia experimentó un extraño giro cuando los cinco plebeyos completaron su salida: la sorpresa, junto a una mezcla de rechazo e indignación, con un minúsculo pellizco de curiosidad, se apoderó de todos los presentes. Aunque sólo el tiempo justo para que, tras el sobresalto inicial, todos volvieran a la carga con esfuerzos redoblados. Algunos de los nobles os miran sin reparo. Sus secretarios, intoxicados por vuestra imagen, se apartan groseramente para que podáis abandonar el lugar cuanto antes.

Mientras tanto, Fexon Lanzani se deshace en excusas hacia todos ellos a la vez, con su distinguido y frío porte casi astillado debido a lo estresante de la situación. La agenda de visitas del Emperador se había desbordado con la comparecencia de Engar, Aughine y compañía, y ahora las puñaladas de los nobles ninguneados se las iba a tener que llevar el bueno del mayordomo.

Puede que la actitud de los nobles y secretarios haya cogido de sorpresa al resto del grupo, pero tú estás acostumbrado a tales muestras de desprecio. No dudas ni por una millonésima de segundo de que toda esa hostilidad la produce tu apariencia. Aunque pocas veces antes tuvieras la oportunidad de que la ponzoña que desprende tu presencia fuese contemplada por nada menos que un grupo de los nobles más cercanos al mismísimo Emperador.

Esa actitud por parte de los nobles y sus secretarios es algo que se te escapa por completo. Normalmente tu belleza y tu forma de comportarte no generan más que sonrisas y aceptación. Y la diferencia no es ni de lejos lo suficientemente importante como para crear un ambiente así de hostil hacia vosotros. Está claro que hay algo que se te escapa…

Tus conocimientos de la etiqueta en entornos formales hacen que te des cuenta rápidamente de que salir por la misma puerta por la que se hubo entrado tras una audiencia de aquellas características era muy poco habitual. Lo normal sería que el Emperador os hubiera hecho salir por donde Fexon lo intentó, para que las personas que estuvieron esperando no os viesen salir.

Mientras sales de la sala del trono junto al resto, la impresión más notable de todo aquel encuentro es que alguien como el Emperador te haya elegido para una misión que parece revestir semejante trascendencia para él. Haber sido un don nadie durante toda tu vida no te preparó para una validación personal de tal magnitud. ¿Qué habrás hecho tan bien, o quién habrá hablado de ti en tan buenos términos, como para que te veas escoltando a una eminente pareja del mundo de la investigación?

Asa observa a su alrededor a los presumidos nobles y sus secuaces lame traseros... Y los imagina como simios revoltosos y gritones, vestidos con frutas y plumas de múltiples colores, y no reprime una risa soez y burlona, dirigida a la sala de espera...

Se separa un poco del grupo, retrasándose levemente, atrayendo la atención hacia ella y evitando que el grupo sea más escudriñado de lo necesario...

Haciendo una exagerada venia saludo a los nobles y sus secretarios digo con una profunda seriedad: Señoras y señores ¿Qué es un noble enterrado en la arena hasta el cuello?... "Un trabajo mal terminado..." No, no les suena, haber y que tal este: ¿Cómo se le dice a una persona con un coeficiente intelectual mínimo y orgullosos de ello?... "Excelentísima señoría..." Nada... uch...publico difícil... ¡Ya se! ¿Por que debemos enterrar a los nobles? Porque en el fondo pueden servir de algo... y finalmente, reitero mi exagerada venia a los nobles y observo en el movimiento que mis compañeros hayan salido de la estancia... El familiar más cercano de un noble muerto viene a reclamar su titulo hereditario, y le dice al gobernador del lugar, ¡buen hombre vengo a ocupar el puesto y el titulo de mi pariente que se acaba de ahogar. El gobernador lo mira con sorpresa y le dice: pero señor lo siento, llega usted tarde; ya le dimos el titulo al secretario personal que lo empujó...

Soltando una risotada y aprovechando la conmoción salgo en carrera del lugar procurando alcanzar a los demás...

Aprovechando el vinculo mental con Aughine, al ingresar a la sala le digo:

Esto no me gusta nada Aughine, estamos llamando mucho la atención, es mejor que no sepan quienes somos y en particular que no reconozcan al profesor Aldech en nuestra compañía, cuando salgamos del palacio dejaremos la protección y seguridad imperial ¡Sacalos de aquí, en este instante y llévalos a la nave sin demora, voy a generar una distracción...! YA, no dejes que nadie haga preguntas y diles que lo planeamos en el baño, no reveles a ellos mis habilidades aun... Confió en ti querida... No dudes en llamar si algo sale mal, soy tu guarda espaldas recuerdas guapa...

Guiño un ojo a Aughine, en señal de que proceda y me retraso un poco del grupo...

Todo el Jaleo de la salida me habia dejado perturbado, porque el Emperador hacia aquello. Queria demostrar algo a los nobles o simplemente estaba fuera de si? La duda no dejaba de inquietarme, despues de todo la mision que nos proponia para muchos era como perseguir una Quimera, por tanto podria bien ser vista como un indicio de locura por parte de la maxima autoridad del Imperio. Por otro lado, al menos 3 de los que alli estabamos eramos figuras facilmente reconocibles o traceables, cualquiera que nos veria podria figurarse que asuntos nos tendrian alli, por lo tanto podia ser que el emperador intentase enviar un mensaje a alguien de una manera sutil, pero directa.

Detestaba aquellos juegos de ajedrez humano, los hombres ocupaban su cabeza en cuestiones poco logicas y practicas, la politica era un arte caprichoso y confuso. Las matematicas por el contrario jamas fallaban, aun cuando en medio existieran todas las tretas politicas y la interaccion humana que por momentos parecia tan dificil de predecir. 

Me decido a no hablar nada hasta no estar lejos de aquella sala, esperaba que el grupo se mantuviera unido. Nunca se me habia dado bien el liderazgo de los equipos, pero era evidente que el emperador me habia puesto esa tarea sobre mis hombros y estaba en mi en llevar a buen puerto aquella empresa. Espero entonces a alejarnos de los nobles y vernos solo rodeados por el mayordomo o incluso sin él, para decir.

-Supongo entonces que tendremos que reunirnos en su Paragon Duque de Loria, alli discutiremos con la Dra. Rodine donde podemos iniciar nuestro trabajo de campo y discutiremos en caso de que sea necesario aprovisionarnos con equipamento y viveres. Estan de acuerdo?

Si querido lo que digas. Contesto a Aldrech sin prestar mucha atención mientras le tomo de la mano y le beso en la mejilla. Siento esto pero es por el bien de todos no deben saber quien eres. Le susurro aprovechando el momento.

En marcha Asa se nos unira luego. Susurro a todos. Tomando de la mano ando junto con Aldrech, con paso firme sin correr pero sin pararme, no quería detenerme un segundo en aquel lugar y ahora mismo, demasiados ojos y oídos.
 

Como desees pero ten cuidado tu tambien asi que no tardes. Pienso hacia la chica. No me hacia gracia eso de dejar a alguien atras, pero sabia que por lo visto ya Asa sabia que se hacia, aparte tenia razon la prioridad era Aldech, no podiamos dejar que le sucediera nada o que fuera tomado por gente que lo utilizara para fines peligrosos como el Emperador, pero esto seria otra cuestion. Como siempre preferia centrarme por partes y ahora tocaba salir de aqui.

Un extraño encargo. Me pregunto por qué me lo habrán encomendado a mí precisamente.

Darl salió de la sala del trono algo distraído debido a sus cavilaciones y, para cuando se dio cuenta, se encontraba en mitad de un montón de nobles que le miraban a él y a sus compañeros con cara de pocos amigos.

Parásitos. Esa fue la imagen que le vino a la mente al verles. Condenados parásitos.

Borró su mueca de asco y se dedicó a seguir al profesor - ¿Era realmente profesor? ¿científico? En el fondo le daba lo mismo - y a la arqueóloga dado que la otra chica encargada de la seguridad se había adelantado.

Optó por mantenerse unos tres metros detrás de la pareja para dejarles espacio. Bueno, no sé si realmente serán una pareja. Al principio parecían no conocerse pero pudo haber sido una estratagema. Se les ve muy bien ahora.

Las puyas de Asa surten entre los estirados ocupantes de aquella lujosa estancia el mismo efecto que una concatenación de pequeños terremotos. Algunos de los propios nobles se soflaman lo suficiente como para dirigirse a la mutante de forma directa, aunque desde una prudencial distancia, mientras que algún guardaespaldas se prepara para la acción, esforzándose por percibir en el rostro de su amo cualquier señal que le indique que es hora de aplastar a aquella pequeña deslenguada.

El abnegado Lanzani, por su parte, procura echar manos de todos sus recursos diplomáticos para enfrentarse a aquella avalancha humana. Nunca nadie capaz de crear una situación así había pululado por los corredores del Palacio de Cristal, de modo que ni su educación especializada ni sus años de experiencia lograron que fuera capaz de sobrellevarlo con entereza. Finalmente, casi echando a Asa a base de ademanes y aspavientos implorantes, consiguió cerrar tras de sí la puerta. Todavía pálido por el desencuentro, le cuesta volver a recuperar la normalidad en las formas. A su favor, sin embargo, hay que decir que durante todo el revuelo no trató a la joven de manera descortés ni una sola vez, antes bien intentando defenderla de toda esa ira que ella misma había provocado. Estaba claro que si algo sabía el Séptimo Emperador era rodearse de personas eficientes en su trabajo. ¿Serían capaces los cinco improvisados aventureros de estar a la altura del buen Fexon?

-Pero… ¡Por dios, Engar! -fingió ofenderse ante la sugerencia del matemático. Y elevaba las manos al cielo de forma dramática. ¿De verdad pensabas que el nuevo y grandioso buque insignia de mi ducado no habría de hallarse permanentemente aprovisionado para cualquier eventualidad? Sonreía divertido, satisfecho en parte por tener los deberes hechos y en parte por la emoción de poder al fin embarcarse en su tanto tiempo soñada Paragon, aunque no fuera más que en virtud de las quimeras de un científico loco. Pierde cuidado… ¡En la Paragon no os faltará de nada, vayamos a donde vayamos! Le pasó el brazo por los hombros a su interlocutor, mientras su mirada se dirigía a la mujer que le daba la mano. Una vez os hayáis instalado en vuestros camarotes, no querréis volver a pisar tierra. Está claro que a Laves -se esforzó en que tutear al Emperador resultase natural- se le olvidó mencionaros que la elección de mi nuevo juguete no es casualidad. ¡Estamos hablando del último grito en todo tipo de tecnologías y dispositivos! Creedme, esta nave es algo increíble.

-Sin embargo, siento que he de ser sincero desde ya mismo, para que la cosa no se convierta en un problema más adelante. Se puso razonablemente serio, al menos en comparación a cómo había sido hasta el momento, antes de continuar. Engar, Aughine -¿y Darl y Asa?-, yo personalmente no soy capaz de tener fe en esa especie de artimaña que… ¿Cómo la llamáis? ¿La Fórmula? Bueno, en definitiva, que me parece que lo que perseguís es un imposible, un absurdo, e incluso me atrevería a decir que un incordio. ¿Qué gracia tendría la vida si conociésemos de antemano todo lo que nos va a pasar en el futuro? Se encogió de hombros mientras presentaba esa pregunta retórica, volviendo de inmediato al tono ligero al que los tenía acostumbrados. Eso sí, ¡ya os adelanto que para mí no supone ningún problema! Desde que se terminó la construcción de la Paragon he estado ardiendo en deseos de sacarle partido, así que no voy a dejar pasar esta ocasión. ¡Quemaremos el sistema entero, si hace falta! Reía ya abiertamente, pero de una forma tan encantadora que casi parecía que hubiera estado colmando de elogio a la pareja, en vez de haber estado despreciando su trabajo y equiparándolo a una simple excusa para lanzarse a unas vacaciones de riesgo.

-¿Realmente cree también la señorita Rodine en semejantes fantasías? Porque, en ese caso, si batallar contra el intelecto de la eminencia matemática que nos acompaña no me supone inconveniente alguno, contra tal belleza no tendría más opción que rendirme. Decididamente, el mayor interés del Duque era ya la arqueóloga…

Una vez terminado mi acto de distracción que espero haya tenido el efecto deseado, salgo de la sala a toda prisa procurando alcanzar al grupo... ¡Valió la pena, por ver sus caras! pienso, que fácil resulta predecir el orgullo herido, te hace irracional, pierdes los estribos, el sentido de realidad se colapsa, pierdes perspectiva, tu mundo eclosiona... Muy similar al amor o el deseo... La especie humana tiene un potencial inimaginable, infinito, una fuerza arrasadora en sus sentimientos, en sus determinaciones, si solo nos diéramos cuenta...

Saliendo de mi meditación observo al fondo del pasillo como gira la esquina el grupo, a cabo de recorrer la distancia que nos separa en una pequeña carrera, hasta llegar hasta el viejo soldado sin detenerme, a quien saludo con una radiante sonrisa mientras le toco el hombro derecho y paso por su lado izquierdo, intentando despistarlo...

Al llegar donde Aughine, Engar y Lorem, termino de escuchar el elocuente y vanaglorioso discurso de Lorem; pellizco suavemente a Aughine y señalo a Lorem con cara de inocencia cuando voltee, ¡Fue él!, dijo sobre mi agitación por el esfuerzo de la carrera, me acerco al profesor y lo tomo del otro brazo...

Lorem, te perdiste un gran discurso en la sala de espera, tus amigos los nobles lo recordaran por años, te lo puedo asegurar... Sabes, espero que tu grandioso y ostentoso buque insignia, tengo una mejor olor que el de tus feromonas y tu perfume, cada vez que fracasas en tus coqueteos con nuestra querida Rodine... A si y no te preocupes por esas minucias de la Formula y el destino de la humanidad, tu cumple con el propósito que te encargo Laves y sirvenos como un bonito y costoso florero, déjale lo de pensar, planear y arriesgar la vida a los expertos, tu solo "quema el sistema, que tus súbditos pagaran con su sangre el arreglo y la comodidad de tus vacaciones"... Digo dramáticamente, sin quitarle una mirada asesina a Lorem...

Abarcar Cuando noto el pellizco y escucho las palabras de Asa no puedo evitar soltar un suspiro de alivio al verla. Tras el discurso de Lorem y como no su enésimo flirteo obvio sus palabras, el tipo no era mala gente pero si algo pesado, pero había sufrido muchos más acosos durante mis años como para enfadarme por esas palabras. Lo importante era que estábamos ya en camino hacia el buque de Lorem y a partir de ese momento comenzaría una búsqueda que podría ser la más importante en la historia del universo. Aunque reconozco que estaba de acuerdo con unas palabras de Lorem "Quitaría la gracia a la vida saber que ocurriría de antemano".

Siento lo de antes Señor Aldech pero era necesario, no podemos olvidar que a partir de ahora estamos nosotros solos y sus conocimientos son muy valiosos, así que evitemos entre todos hablar sobre nuestro cometido delante de nadie, seremos una expedicion en busca de restos arqueológicos o por algún tema de naturaleza científica. ¿Qué os parece?. Pregunto a todos, era mejor aclarar todo antes de encontrarnos con el problema estallándonos en la cara. Por cierto gracias por su buque y ayuda sois muy amable. Le digo a Lorem agradeciendo su ayuda con su buque.

-¡Ja! Si piensas que a un miembro de la nobleza de Alexandría le importa lo más mínimo lo que alguien como tú pueda opinar, es que estás aún más desconectada de la realidad de lo que parece -contestó a la joven. Seguramente su continuo sabotaje hacia los avances que intentaba realizar con Aughine tenían bastante que ver en ese súbito cambio de ánimo. Cada vez resulta más extraña tu pertenencia a esta expedición. ¡Si no fuera porque pareces haberle caído en gracia a nuestra arqueóloga, ya estaría de vuelta en la sala del trono, implorando un cambio de escolta! Que nuestra seguridad dependa de una jovenzuela impertinente y de un veterano discapacitado es algo que no me ofrece la más mínima confianza. Tenía mucho más, y mejor, que decirle a la mutante, pero quedar mal ante Aughine era lo último que deseaba. Además, y aunque no veo que estés dispuesta a escuchar a nadie más que a tu gigantesco ego, te diré que para mí todo esto supone un enorme esfuerzo económico, diplomático, y personal -continuó, indignado. Ya sé que no hay forma de que puedas tener idea de todo lo que supone atender un encargo personal del Emperador, desde las fricciones con otros habitantes del Palacio de Cristal hasta la intrincada logística de la propia expedición, pero creo que como mínimo deberías tener algo de respeto hacia aquellos a quienes, al menos en teoría, estás aquí para proteger.

-Pero no te preocupes, querida -se giró hacia Aughine, reconfortante. En la Paragon hay gente de armas de confianza, y allá a donde vayamos, gracias a mis contactos por todo el sistema, siempre podré conseguir a personal cualificado del primerísimo orden.

Sintiéndose directamente aludido al escuchar el escepticismo de Lorem, procuró no tomárselo como algo personal. Una aproximación lógica era, sin duda, lo más adecuado para conseguir hacer entrar al duque en razón. Una vez apaciguadas las turbulentas aguas del discurso de Asa, selccionó primero replicar a su hermosa compañera antes de enzarzarse con Lorem en una peliaguda dialéctica.

-Oh, no, no, no ha sido molestia alguna. Al contrario... -chapurreó intentando no ruborizarse. Aunque no estoy completamente de acuerdo contigo. Supongo que tantos años siendo ninguneado por la comunidad científica, y sabiendo que la reacción más habitual hacia mi fórmula es la de la burla descarada, distorsionan mi perspectiva. Os aseguro que ninguno de vosotros se ha sorprendido más que yo con el interés que el tema ha suscitado en el Emperador.

El cambio de tono fue exageradamente visible cuando pasó a dirigirse al noble. Su actitud en lo que se refería a la credibilidad de la Fórmula era el extremo opuesto a la suya, pero su eterno proyecto personal bien merecía un esfuerzo extra para intentar ganarse el respeto de su compañero.

-Porque no dude ni por un instante, señor Loria, de que no es usted el primero es poner en tela de juicio mis teorías. A pesar de mis todos mis esfuerzos, de incontables jornadas de trabajo, e incluso de propuestas documentales absolutamente cabales, desde el mismísimo comienzo mis colegas de todas las latitudes se opusi-