Partida Rol por web

De Robert Graves se podían decir muchas cosas buenas, era duro, inteligente y sagaz, pero en el campo del atletismo estaba bastante limitado.

Una vez hubo contado los pasos necesarios del guardia saltó como pudo, encaramándose a la verja y casi cayendo de bruces al otro lado.

Gracias a su buena suerte salió del apuro sin más que lamentar que algunos desgarrones en la ropa.

Los dos primeros asaltantes estaban al otro lado, más o menos ilesos y ocultos entre la vegetación. Desde donde estaban pudieron ver que cada lado de la verja tenía asignado dos guardas, por desgracia para ellos, todos estaban charlando, fumando y orinando en un rincón, la ausencia del jefe les había hecho relajarse en sus labores, tan sólo aquellos dos que les incumbían parecían con ganas de hacer su trabajo enserio.

Mientras los guardias se encontraban en el centro de la verja, el punto más alejado de las esquinas. Era el turno de los otros dos investigadores.

-Entrar no parece cosa tan difícil. -Valoró en un susurro tras hacer autocrítica de su torpeza. -Parece que es un buen momento para hacer una visita a esto. Otra cosa será salir... No sé cómo puñetas vamos a sacar la pintura.

John se incorporó como pudo con un fuerte dolor en el costado sobre el que había caído. Se apresuró a esconderse antes de que le vieran, ya que si hubiese tenido que salir huyendo le habrían atrapado a la primera de cambio. Aprovechó la espera a que Phil y Charles saltasen para recuperarse un poco.

La situación se volvía ardua y compleja. No sólo teníamos que entrar en la casa de un gángster sino teníamos que hacerlo... Saltando una verja de dos metros coronada por unos pinchos nada amigables. El señor Phil me acompañaba hacia nuestro gran desafío, un desafío para hombres de letras y no para mis otros compañeros. Aunque con un poco de suerte y habilidad quizás consiguieramos nuestro objetivo.

El profesor Diehl, una eminencia en su campo... Lástima que su campo no fuera colarse residencias de gánsters por la noche...

Aún así consigo llegar al otro lado sin sufrir más que rasguños en las manos y rodillas y también en su amor propio. Siguiendo los pasos de Robert se escondió en la maleza al mismo tiempo que el guardia cruzaba un saludo con su compañero y comenzaba a avanzar hacia ellos.

El primer grupo estaba en posición a la espera de Phil.

Phil quedó atrás esperando que sus compañeros pasasen. El verles golpearse no ayudaba en su ánimo de trepar la verja. 

¿Trepando una verja Phileas? Quién te has creído que eres, patán. 

La voz de su cabeza volvía a aparecer tras muchas horas en silencio. Por un momento se había sentido confiado en sí mismo, pero esa conciencia machacona no parecía querer dejarle descansar. 

Cállate - dijo por lo bajo Phil cuando empezó a trepar la verja - Cállate, cállate, cállate - seguía diciendo mientras trepaba. No paró de hablar en todo momento, murmurando palabras enfadado, a vista de otros enfadado con el aire que le rodeaba. 

No se había dado cuenta cuando había cruzado la verja sin ningún rasguño. Una sonrisa de satisfacción se dibujó en su cara, esa voz parecía haberse quedado atrás. 

Allí estaban los cuatro, dos en una esquina, los otros dos en la opuesta, esperando que sus objetivos llegaran a ellos.

Los segundo transcurrían tan lentamente que parecía que llevaran horas esperando entre los arbustos del jardín. Paso a paso, los guardas se fueron acercando a ambos grupos siguiendo su ronda, lo suficientemente lejos como para perderse de vista el uno al otro en medio de la noche.

Siguiendo su rutina, una vez alcanzada la esquina, los vigías se volvieron, como para regresar por donde habían venido, pero aún tenían que esperar unos segundos mas, ese era el protocolo, quedando completamente a merced de sus atacantes.

-"Llegó el momento"- Pensó John mientras se incorporaba lentamente y se acercaba a su objetivo sujetando con fuerza el cañón de su arma. Su intención era asestar al guarda un culatazo lo suficientemente fuerte como para dejarle sin sentido pero sin pasarse. No quería dejar seco al tipo de un mal golpe. 

Amparado por las sombras se situó a espaldas del guarda y aprovechando su total indefensión le golpeó la base del cráneo.

-Parece que se pone en marcha. Vamos allá-. Resolvió mientras empezó a marchar, primero con lentitud y luego empezó a dar cada paso algo más rápido que el anterior hasta que se puso a su altura, levantó el arma y lo dejó caer con velocidad...

Llegó el momento de pasar a la acción, como un resorte John se puso en pie y con todas sus fuerzas golpeó al hombre que tenía delante en la nuca con la culata de su pistola. Éste, recibió el impacto y sin mediar la mínima palabra cayó hacia adelante desmadejado a sus pies.

Robert debió percibir que habían comenzado los movimientos del otro equipo e hizo lo propio, apuntó la culata de su arma reglamentaria a la nuca de su enemigo y descargó un fuerte golpe... que golpeó en un hombro del guardia. Éste se giró por la fuerza del impacto y miró a los ojos del detective mientras caía hacia atrás desequilibrado, con tan mala suerte, o buena para nuestros protagonistas, que se golpeó la cabeza contra el alcorque de la verja.

El camino a la mansión estaba libre.

-¡Escondedlo!-. Exclamó en un susurro mientras acompañaba sus palabras con aspavientos como queriéndose hacer de entender. 

-¡Charles ayúdame!- Volvió a exclamar en un anormal susurro. Mientras arrastraba el cuerpo inerte hacia los setos que antes habían utilizado como escondrijo. A continuación extrajo de un bolsillo de su chaqueta unas esposas y maniató al armario que acababa de derribar. 

-Aún queda que pueda armar ruido.- Pensó en voz alta mientras barajaba sus opciones. No parecía ocurrírsele una opción mejor que quedarse sin calcetines y llenarle la boca a aquel pobre desgraciado.

Cuando Robert* se disponía a esposar al guarida, se percató de que no iba a ser necesario, de su sien brotaba copiosamente un reguero de sangre, el golpe en la cabeza había acabado con su vida. 

Mientras decidían que hacer con los cuerpos pudieron ir estudiando el terreno. Lo primero que les llamó la atención es que todas las luces de la mansión a excepción de dos ventanales en la planta baja, estaban apagadas, parecía completamente deshabitada. Por otro lado, desde la posición de John y Phil se pudieron percatar de otra "peculiaridad", no existía puerta trasera, cosa rara pues todas las mansiones tenían una puerta de servicio, pero Red Bannon era precavido hasta la enfermedad, por lo que solamente había una puerta para entrar o salir de la mansión, la grandes puertas dobles de la entrada.

Por lo demás, su actuación había sido excepcional y nadie se había dado cuenta de su presencia en la finca.

Nuestra incursión en la Mansión el Gángster iba bien. Primero el salto de la verja, luego la soledad y oscuridad aparente en el lugar. Sin embargo, había algo inquietante: sólo había una puerta de entrada y salida, cómo era posible. Toda nuestra esperanza de éxito se basaba en la sorpresa y más cuando, en aquel lugar y dado lo que habíamos hecho, los disparos y balas iban antes que cualquier explicación. No podíamos dudar...sólo podíamos avanzar. Observé como el señor Robert dejaba ko a uno de los vigilantes. -"Bien pensé. Uno menos del que preocuparse. ¿Cuántos quedarían?." pensé. Esperé en mi lugar a la espera de la orden de los representantes de la Ley, cuyos conocimientos sobre allanamientos eran más que los míos.

Tras revisar el cadáver con escasa fortuna el Detective se puso en marcha, se movía agazapado casi en cuclillas... Su velocidad no era demasiado rápida pero tampoco con lentitud. Enseguida llegó a una de las paredes y empezó a desplazarse a ras de la misma hasta que llegó a una de las ventanas que se encontraban sin iluminar.

-Asomarse en cualquiera de las otras es un suicidio...- Valoró mientras llamaba a sus compañeros para que se acercase.

Una vez solucionado el tema del guarda, la mente de John se puso a trabajar en la manera de acceder a la mansión. En el rápido vistazo que pudo echar le quedó clara una cosa: A la mansión sólo podían acceder por la puerta principal.

Un poco a lo lejos detectó movimiento en el lugar en el que se encontraban Robert y Charles. Por lo que parecía también habían tenido suerte en su encuentro con el guarda. En ese momento decidió que sería buena idea encontrarse con sus compañeros para realizar la incursión a la casa de manera conjunta. Hizo un rápido gesto a Phil para que le siguiera y se encaminó hacia el resto del grupo todo lo rápido que le permitía la posición encorvada que había adoptado para intentar no ser visto.