- Quizá haya algún sitio cercano donde se pueda alquilar un automóvil. - comento mientras echo de menos mi viejo y fiable vehículo. - Y quizá fuera sensato alquilar dos. Somos demasiados para uno sólo vehículo. -
Examino por un instante la habitación en que me encuentro y recuerdo que estamos en un pequeño pueblo perdido de la mano de Dios. - Quizá la señora Seaforth conozca a alguien que disponga de un viejo coche que dejarnos temporalmente... a cambio de algo de dinero claro. -
Será mucho más fácil moverse con un coche local.
—Puede que también nos presten alguno en el bar, aunque yo me conformo con una bicicleta o motocicleta. Si sólo consiguiéramos un coche y fuese estríctamente necesario a mi no me importaría pedalear un poco. Deberíamos preguntarle a la Sra. Seaforth donde vive el hombre al que queríamos interrogar, incluso es probable que nos quiera ayudar con el tema del coche.
—Si no les importa, prepararé algunos panfletos que ofrecer al Sr. Freygan. Al final, ¿hemos quedado en que defenderíamos los derechos humanos o la eugenesia? ¿o ambas?
Mientras se pide ayuda a la Sra. Seaforth, organizo bien mi mochila con todos mis enseres y preparo algunos panfletos con buena letra y mensajes incendiarios recordando e inspirándome en la noticia que leí en el periódico sobre los valores del partido alemán NSDAP.
-La verdad es que no tengo claro ése tema, prefiero que decidan ustedes... No es algo que me tenga muy convencido, pero no podemos plantarnos allí sin más, y sería mucha peor idea internarse sin más-digo. Lo cierto es que necesitamos saber las distancias para calibrar la necesidad de un vehículo.
¿Os divido ya y vais al manicomio y a la colina o tenéis intención de ir primero a visitar al amigo de Bowen? Es por resumir la búsqueda del vehículo y posicionaros, así avanzamos.
Yo por mí a la colina.
Vamos a ver ya a los colinantes.
de acuerdo, y nosotros al manicomio...
¿Sin ver antes al amigo de Bowen?
Nop, pero como Olmer y tú no habíais comentado nada pensé que no querríais... yo veo más lógico hacer primero una rapida visita al amigo de Bowen, y de ahí ir directos al psiquiátrico.
Si lo dije un poco antes, con un error a propósito, para sacar el tema y que fuésemos antes a hablar con él. Serán habladurías, pero algo nos podrá decir.
De Acuerdo con Collins y Kellemport, yo iría primero a ver al amigo de Bowen.
Le contáis vuestros planes a la señora Seaforth. Ésta se siente contrariada por el interés en ir a Stonecrest y también en el de husmear en el asunto de Bowen y Johnson, pero tampoco hace demasiadas preguntas. Por la cara que pone a la hora de escuchar vuestras excusas parece que sabe perfectamente que le estáis mintiendo. No obstante poco parece importarle. Sale del hotel y al rato regresa. A los que vais al manicomio os ha conseguido un coche, uno de los pocos que habrá en el pueblo, quizá el único, mientras que a los de la colina os tocará ir en la carreta del vecino Tom Dole, que tiene que ir en esa dirección.
Os despedís hasta vuestro próximo encuentro, probablemente a la tarde. Steiffen, Palance, Marlowe y el padre Hoyt os subís en la carreta como podéis, mientras que Collins, Kellemport y Danoff marcháis andando hacia la casa de Johnson. Los de la carreta sentís que va a ser un viaje muy largo. ¿Cómo es posible que respetados profesores de universidad tengan que rebajarse a ir en tan rústico vehículo? Sin embargo, el padre Hoyt parece divertirse con el traqueteo como un chiquillo.
Os separáis, esperando hallar más información en torno al misterio del difunto Peter.
Steiffen y Palance, en volver a casa os abro una escena para vosotros. Los demás: seguimos en esta escena hasta que vayáis al manicomio. Os describo lo que sucede a partir de ahora igualmente cuando regrese a casa, hoy tengo bastante faena en el curro y no puedo procrastinar mucho.
Llegáis a vuestro destino. La casa de Johnson desde fuera no tiene nada de particular. Una vivienda de planta baja que requiere repintado y tiene algunas tejas sueltas. La puerta es bastante vieja y también necesita una pasada de barniz, el agua de la lluvia le ha causado unas buenas manchas de humedad.
Me adelanto a mis compañeros y llamo a la puerta con fuerza y vehemencia... pero sin pasarme de bruto.
Confío en que Johnson no nos ponga ninguna pega y atienda a razones...
Bueno, allí estábamos... Y era bueno ver como uno de los detectives se adelantó y tomó la iniciativa.
"Lo cierto es que a mí no se me ocurre como sacar el tema" pienso, aunque sin abrir la boca. Pero algo más se me ocurre, que me hace preocuparme un poco. Han ido a la colina, pero los dos detectives privados están aquí... Ignoro si llevan a alguien armado con ellos, y espero que no lo necesiten... Pero ésos habitantes de las colinas podrían darles problemas.
Os abre la puerta un tipo corpulento y bastante grande, aunque ataviado con un correcto traje. Parece la clase de persona que se ha pasado la vida partiendo cuellos de oso con sus propias manos.
—¿Sí? ¿Qué desean?
- ¿Es usted el trampero llamado Johnson? - pregunto mirando fijamente a los ojos del hombre sin dejarme impresionar. Mi altura y corpulencia no le tienen nada que envidiar. - A mis colegas y a mí nos gustaría hablar con usted de un asunto persona... en privado... - continúo mientras muestro mi identificación como detective privado. - Es una investigación oficial. - añado confiando en que el hombre sea sensato y nos haga pasar.
El hombre no parece impresionado por la identificación, sin embargo os deja pasar diciendo lo siguiente:
—El hogar del humilde siempre está abierto a los hijos de Dios, y lo estará hasta la llegada del Anticristo, poco válidas son las leyes de los hombres y menos cuando surjan las criaturas del abismo para llevarse a los réprobos. Pasen por aquí.
Johnson os acompaña con parsimonia hasta el comedor. El aire de la casa está bastante viciado por un intenso olor a sudor, a humedad y falta de ventilación. El comedor está prácticamente a oscuras, hay alguna silla tirada por el suelo y un puñado de cristales esparcidos, pertenecían al mueble principal. Os invita a tomar asiento en unos sillones verdes con aspecto pegajoso.
Arrastro la pierna mala con cuidado hasta dejarme caer en uno de los sillones verdes.
- Gracias por recibirnos. - digo a Johnson mientras espero a que mis compañeros y él se pongan cómodos.
—Gracias por atendernos Sr. Jhonson. Lamentamos profundamente su reciente pérdida.
Viendo la sinceridad de Kellemport y que el hombre parece ser muy religioso, no veo la necesidad de emplear subterfugios para conseguir buena información.
—Mire, estamos investigando ciertos acontecimientos relacionados con el Sr. Freygan y bueno, hemos pensado que quizá Ud. quiera ayudarnos proporcionándonos cuanta información posea de este personaje.
Pongo cierta cara de asco al mencionar la palabra "personaje"