Partida Rol por web

Londres, 5 de Enero del año de nuestro señor de 1600.
El teatro de Blackfriars acaba de acoger la primera representación de Noches de Epifanía, una comedia del siempre genial y genuino William Shakespeare.

Richard Burbage, quién iba a representar el papel de Sebastián, hallábase enfermo. Fue la gran oportunidad para un joven actor, todavía algo desconocido para el público londinense y que se encontraba durante ese año con la compañía de Chamberlain, la encargada de representar la obra: El escocés Willfred O´Connell.

Y el joven Wilfred, tras un comienzo un tanto dubitativo a lo largo del primer acto en el que afloró demasiado evidentemente su fuerte acento norteño, pronto supo resarcirse con el espectacular final de la obra. Su interpretación en el quinto acto fue memorable. Nadie echó en falta a Burbage, pues O´Connel había hecho muy bien su trabajo.

Y bastantes curiosos desafían al frío y se acercan a la salida del teatro de Blackfriars para felicitar al autor y a los actores.

Y es en este callejón de Blackfriars donde un joven impresor pretende atraer la atención de William Shakespeare, consciente de que sus éxitos serán publicados masivamente.

Y es en este callejón donde un joven oficinista, admirador de las obras del genial dramaturgo de Stratford-upon-Avon, se apresta a conocer a los actores y a felicitar al debutante con los Hombres de Chamberlain.

Y es en este callejón donde un joven actor y escritor escocés acaba de recibir sus primeras felicitaciones por parte del público de la capital inglesa sin sospechar que finalmente acabaría encontrando a quién podría publicar sus sonetos.

El señor Pethwick Oglethorpe aguardaba a la salida del teatro, en aquel callejón a la salida del teatro de Blackfriars. La representación le había encantado y se permitió aplaudir sonoramente a su conclusión. El actor debutante había estado a la altura. Un buen trabajo sin duda.

- Fría noche ¿verdad?.- dijo en tono serio al caballero que estaba junto a el.

Lester permanece apoyado contra una pared, con sus manos metidas en los bolsillos y tosiendo casi sin parar, pero no suelta su cigarro encendido de entre sus dos dedos, cuando para de toser echa como un poseso una nueva calada, de pronto le llega un gran espasmo en uno de sus tosidos y una gran flema negra le sale por la boca, contrariado por el ridículo que ha hecho, se rasca la cabeza y mira hacia el nublado cielo, cuando un desconocido le habla.

¿Que si hace frío?, que me vas a contar a mi, estoy muerto de frío .

¿Conoces a Willfred?.

- ¡¡¡Fiiiu!!!.- Silbó Will cuando vió la marabunta de gente que esperaba en la salida de los actores. Abrió los ojos glaucos como platos, para alborozo general de sus compañeros de compañia. EL maestro Shakespeare sonrió ligeramente y continuó la conversación con alguien que vestia como solo lo hace un hombre importante cuando va de incognito. Mientras, Willfred intentaba atravesar el callejón, entre palmadas, felicitaciones y muestras de entusiasmo que lo dejaron tan aturdido como aquella vez que había vaciado una de las cubas de Whisky del almacén con su hermano Ethan. Al cabo de unos minutos sintió que se ahogaba entre tanta gente, e intentó escurrirse hacia el final del callejón, casi a la carrera. Tan aprisa iba que no se fijó en la mancha de nieve semiderretida y negra que había en el centro de la vía, la pisó, se tropezó y cayó de bruces delante de un hombre que más que hombre parecía una locomotora, por el ritmo al que el huma pasaba de su mano a sus pulmones. Willfred lanzó un sonoro juramento de las tierras altas de Escocia que habría asustado a más de un estibador mientras trataba de ponerse en pie.

-Levantese señor.- dijo amablemente el señor Oglethorpe tendiendo la mano a O´Connel.

-Buenas noches.- le sonrió una vez el actor dejoó de estar en el suelo.

-Permitame presentarme mi nombre es Pethwick Oglethorpe, oficinista de la Compañia de las Indias Orientales y desde esta noche fiel seguidor de lo que sin duda será su prolifica carrera.- y el serio hombre acompañó a sus palabras un gesto de inclinación, como una sutil reverencia.

Will se levantó y se limpió como pudo las manchas de nieve sucia y polvo, con un gesto entre timido y ruborizado más tipico de un niño que de un hombre joven.

- Encantado de conocerle, señor Oglethorpe, me siento honrado de que ya se considere mi admirador cuando a penas he puesto un pie en el escenario.- replicó el joven con un fortisimo acento escoces cargado de modestia.- No llevo demasiado tiempo en Londres y preferiria un amigo a un admirador.- extendió frente así una mano amistosa.- puede llamarme Will.- terminó con una franca sonrisa en su rostro juvenil en el que apenas empezaba a despuntar lo que despues sería una delicada perilla

Cuando Willfred sale no puedo más que mostrar una sonrisa por ver a alguien conocido que ha conseguido triunfar. La gente le avasalla con tantas felicitaciones y cuando sale por piernas y cae de bruces ante él, me acerco y le ayudo a levantarse y le suelto entre risas, caladas y toses.

Mi querido Willfred, menos mal que eres mejor actor que escritor, podrías también dedicarte al circo, porque hacia mucho que no me reía tanto .

Me dijiste que a Willfred lo conocía porque había venido a mi imprenta a que le editase algunas obras, porque a parte de actor también era escritor.

En la escena Off Rol se me pidió una escena para que los Pjs se conozcan. Y aquí está:

Cita:

-Bien, entonces le llamaré Will.- dijo sonriendo

-Londres es una gran ciudad y a buen seguro le resultará de su agrado en cuanto se de tiempo a conocerla.-

-Conozco un buen sitio cerca de aquí.- dijo tras hacer una pausa, y tras vencer a su innata timidez

-Podriamos ir a tomar algo. Es un lugar agradable.- dijo mirando tambien a Lester y haciendole así participe de la invatición.

Lester apaga su pipa con mucho cuidado, la introduce en un estuchecito ideado para tal fin y este lo mete en el bolsillo derecho de la chaqueta oscura que viste para cubrirse del intenso frío.

Da un par de fuertes zapatazos en el suelo para desentumecer los helados pies y entre toses agrega.

Será un placer acudir a dicho lugar para tomar algo que nos haga entrar en calor. Por cierto mi nombre es Lester, Lester Salisbury y soy impresor y amante del teatro y hoy me he conmovido con la actuación del señor Willfred .

Willfred asintió con una sonrisa en los labios.

-No hay frio invierno que un buen Whisky no pueda calentar. Dirijamonos hacia allí.- El joven actor compuso una expresión zorruna mientras Salisbury se presentaba.- ¡Ah! ¿Es usted editor, señor Salisbury? ¡Encantado, encantado!.- dijo con entusiasmo mientras la agitaba entusiastamente la mano.- Sepa usted que soy también un humilde escritor, he compuesto unos sonetos que quiá le interesase leer, nada del otro mundo en verdad, pero....- el escocés se embarcó en un vehemente monólogo sobre poesía mientras seguía al señor Oglethorpe hacia la salida del callejón

Lester avanza con las manos metidas en los bolsillos y jugueteando a hacer con su aliento nubes de vaho, cuando Willfred le comenta sobre sus escritos.

Oh que maravilla además de actuar también escribe dice sin mirar a nadie como pensando en voz alta.

Luego mirando al actor agrega será un placer leer todo lo que haya escrito y evaluar si es publicable o no lo es, dentro de mi humilde opinión, claro esta.

Se para y se dirige a Pethwick ¿y usted a que se dedica si no es mucha indiscreción?

-No es indiscreción en absoluto señor, soy Oficinista en la Compañia de las Indias Orientales. Me temo que mi ocupación no es tan creativa como las suyas, me ocupan tareas más mundanas digamos.-el señor Oglethorpe indicó con su dedo a los demás que girararan a la derecha tras abandonar el callejón.

-Es por allí.- dijo al fin

Y desde las oscuras callejas de Blackfriars, el señor Oglethorpe guía a sus compañeros hacia East Cheapside (*), hacia la afamada Boar´s Head (**), taberna céntrica y con una buena cerveza roja casera que hace las delicias de todo londinense que osa pisar dicho establecimiento. Además entre los parroquianos habituales suelen tener ciertas inquietudes artísticas: Ben Jonson, William Shakespeare, Michael Drayton, John Croft y otras primeras plumas inglesas hacen su aparición habitual por esta taberna; así como expléndidos compositores como John Dowland, antes de su exilio danés debido a sus diferencias religiosas con su majestad Isabel I de Inglaterra o William Byrd.

Y hoy el local parece bastante lleno, huele a ginebra y a cerveza roja. Varios bancos se sitúan a ambos lados de 4 grandes mesas de madera oscura, como era normal en la mayoría de las tabernas de la época, mientras el posadero se encarga de traer sin cesar jarras y jarras del líquido elemento desde los barriles situados en el fondo del local. La iluminación corre a bargo de grandes pebeteros con teas que cuelgan de las paredes y del techo.

Encontráis sitio fácilmente e instantes después el infalible camarero acude a vuestro lado para dar de beber a vuestros sedientos gaznates.

Y un par de laudistas amenizan la velada desde un improvisado escenario desde un par de barriles vacíos.

-Como les dije señores, el lugar es de lo más selecto.- el señor Oglethorpe contempla a los laudistas con deleite.

-¿Que gustan tomar?.- les dice a los demás ante la impaciente presencia del camarero.

-Yo tomaré una cerveza.- dijo finalmente señalandose a sí mismo apoyando la palma de la mano sobre su pecho