Partida Rol por web

—Claro, ahora les preparo algo rico.

El tabernero se marcha detrás de la barra, saca una hogaza de pan y comienza a prepararos un tentempié nocturno asando algo de embutido con las pocas brasas que quedan. Se os hace la boca agua, aunque queda lo más importante: extraer la máxima información del único sospechoso.

Manuel sale de su sopor etílico y se pone tenso.

—¡¿Cómo?! ¿Y le han hecho daño? ¿Le han robado?

Por el momento no me pronuncio, cuando lleguemos al tema confirmaré que certifiqué su muerte si es necesario, de momento con observar las reacciones del sospechoso me conformo, a la par que doy sorbos a mi bebida.

-No sabemos si falta algo, les dijimos que revisaran si faltaba algo. ¿Crees que alguien podría buscar algo en especial? Del estado de su hermano luego le cuenta el doctor ¿Sabe si tenían algún tipo de enemigo? 

Manuel se rasca la cabeza.

—Que yo sepa, no. Pero yo qué sé, hace mucho que no hablamos, quizá algún jornalero. Y lo que es buscar, supongo que dinero, o las joyas de la zorrup..., perdón, de su señora. Pero bueno, ¡¿cómo está mi hermano?!

Ante tanta insistencia veía necesaria mi intervención, tarde o temprano iba a enterarse asi que...

- Lo siento mucho, pero... su hermano no sobrevivió al ataque, yo mismo lo he certificado, por eso mismo cualquier ayuda sería muy importante. Enemigos que pudiese tener, cualquier cosa que se le pase por la cabeza Manuel.

Manuel se queda un rato con la boca abierta.

—¡Meeerda! ¡La puta hòstia! —dice con la cabeza agachada.

Cuando termina de lamentarse añade:

—Mi hermano era un pedazo de pan, no creo que nadie quisiera hacerle daño a propósito. Solo se me ocurre un ladrón, ¿quién va a ser si no? Había quien le tenía envidia porque vivía bien, y están las malas lenguas, pero casi todo lo que dicen es mentira. Hay quien va por ahí diciendo que acosa a sus acreedores, y es verdad que se pone pesao (o ponía), pero si le deben y no le pagan, qué va a hacer él si no es recordarlo. Y luego está lo del Santiago, que eso es una bola como una casa. Dicen nada menos que es culpa de Paco que se le muriera el hijo de viruela porque no le pagaba lo bastante y el crío no comía bien. ¡Los collons! Paco ha pagao siempre el jornal, y si ha tenido que adelantar cuando ha hecho falta, también. Y ha perdonado más de una deuda, como la del Jabaloyes ese, que es un moroso redomado —Manuel parece que todavía no ha asumido que su hermano está muerto y habla como si siguiera vivo—.

La peor enemiga que tiene o tenía mi hermano es su mujer, que ha separado la familia, pero esto que ha pasao no tiene nada que ver con Ana María, imagino. Se emperró con ella cuando enviudó de la Jacinta, que esa sí era una señora como toca. Ana María tenía... diecisiete, creo, una chiquilla, y él cuarenta y dos. Esto fue hace tres años. Jabaloyes le debía mucho y Paco le dijo que le perdonaba la deuda si le daba la nena pa casarse. Aquel no tuvo más remedio que aceptar. Mi hermano lo puso todo, casa y dote, y Jabaloyes quedó limpio. No creo que esto tampoco sea cosa suya porque Jabaloyes siempre ha sido un pelagatos y Paco ha tratado a la muchacha como una reina.

Ahora bien, aquella no lo ha querido nunca. Nunca. Siempre amargada y casi siempre en casa. No la he visto sonreír todavía. Mi hermano se desvivía por ella: los mejores regalos, las mejores vestidos. Lo que ganaba iba a sus caprichos. Me decía Paco que ni eso la contentaba, a cada dos por tres estaba con la melancolía —depresión—.

Luego aquella se adueñó de la casa y venía a la plantación como si fuera la marquesa. A mí me miraba como si fuera boñiga de cabra. Luego le comió la cabeza a Paco y consiguió que nos peleásemos. Desde entonces, no nos hablamos. Me han dicho por ahí que Paco hasta descubrió que la rondaban «enamorados» a los que tuvo que denunciar —el adulterio está penado por la ley en esta época— pero más que rondar yo creo que ella los comprometía o los invitaba.

Como no tenga algo que ver con Jabaloyes o con algún fulano de esos, no se me ocurre ningún enemigo, la verdad. Pero no creo que ninguno se atreviese con Paco, porque tiene, tenía, el mismo genio que yo. Ha de ser cosa de un ladrón.

Manuel, el primer sospechoso de la lista era usted, pero parece que tiene una coartada perfecta... Detállenos, es protocolario, lo siento, con exactitud que ha hecho todo el día... Luego de que lo haga, le daré un para de datos que espero le puedan ayudar a atar algunos cabos, que a su vez nos ayuden a esclarecer este caso...

Se lo digo en buena lid... Si colabora será mucho mejor, porque encontrar al culpable, le libera a usted de sospechas infundadas.

Le doy la razón en que a su cuñada, no le cae usted demasiado bien...Pero eso al parecer es otro tema que no nos incumbe por ahora...

Por de pronto le doy mi pésame y el de mis compañeros por su pérdida.

—¿Principal sospechoso? ¡Veo que esa no pierde el tiempo! ¿Habrá tenido la santa barra de acusarme? ¿De decir que habría sido capaz de matar a mi propio hermano? ¡La puta que la parió! ¡Como la coja no sé qué le hago! Perdonen mi lengua, es tarde y el día ha sido largo.

Veamos, cosas que he hecho durante el día. Fui a misa de labradores a las seis de la mañana, luego a faenar un rato. Antes de las doce vine por aquí a echar una mano a Glicerio y el resto del día no me he movido del local, pregunten a quien quieran.

¿Y cómo mataron a Paco? Con lo duro que es..., era, vendería cara la piel. Estoy seguro de que murió como un valiente.

No parecía que el hermano fuese el culpable, y si lo era actuaba muy bien, quizás debiese en ese caso dedicarse a la interpretación profesional. En cualquier caso, me sentía en el deber de informarle de como había muerto su hermano.

- La verdad es que por lo que pude constatar si cara a cara hubiese visto a su asesino estoy seguro de que le habría costado matarlo, sin embargo, su hermano se encontraba durmiendo y falleció por culpa de un arma de fuego, lo siento. ¿Sabría decirnos quién podría tener acceso a la casa? A parte claro está, de la viuda...

—¡Un tiro en la cama durmiendo! ¡¡Un tiro!! ¿Pero quién hace eso? ¿Y la otra se fue de rositas y se cargan a Paco? ¿Por qué? El que lo hiciera ha de ser alguien con dineros, casi nadie tiene armas de fuego y están prohibidas. Las pocas que se permiten andan muy controladas por el Consistorio y, las que no, se guardan de tapadillo. ¿Pero quién tiene que yo conozca? No me se ocurre nadie. ¿Y quién le tenía tanta manía? Che, ¡piensa Manuel, piensa! No debería haber bebido tanto, estoy atontao.

¿Acceso a la casa? Pues yo tengo llave, mi hermano me la dio por si pasaba algo, pero desde que nos peleamos ni me acerco por allí, no me pegue esa alguna puça (pulga). La guardo en mi casa. No sé si los padres de ella o el hermano tendrían.

- Manuel ¿usted vería capaz a la familia de ella de cargarse a su hermano por dinero? Por lo que nos cuenta parecía que esa relación era de conveniencia y no por amor de ella hacia el. ¿Cree que Javaloyes podría haber acabado con la vida del marido de su hija? Cualquier ayuda que nos de sería buena para coger al culpable. 

Señores, dejemos que se explique el bueno de Manuel, y no le demos respuestas a las preguntas antes de oirle, que la conciencia nos juega malas pasadas, y sin darnos cuenta muchas veces se induce a contestar influenciando.

Don Manuel, que le sugiere a usted la palabra "Frare". 

Y por cierto, luego deberíamos comprobar si aun tiene esa llave de casa de su hermano... no vaya a desaparecer. Sobre ella, quien sabía quela tenía? y alguien conocía donde la guardaba?

Manuel primero responde a Juan Carlos:

—La verdad es que no sé cómo estaban las cosas entre ellos desde que dejamos de hablarnos, todo puede ser, aunque me parecería demasiado.

Luego se dirige a José Manuel:

—La palabra «frare». Tengo un tío fraile, mi hermano era su ojo derecho. Paco no era muy de iglesia, pero todo lo santo para él se concentraba en el tío Bertomeu. Siempre ha sido un hombre de Dios. ¿Por qué lo pregunta?

La llave la guardo en casa bajo un ladrillo, y solo yo y mi hermano sabíamos dónde. También sé dónde guardaba él en casa sus cosas. No sé si le diría algo a su mujer.

Sin duda debíamos hablar con el tío fraile que mencionaba, después de todo era la pista que nos había dejado caer el pobre Manuel antes de exhalar su último suspiro.

- No estaría demás comprobar que la llave sigue donde dice, no vaya a ser que algún sujeto la haya robado, si os parece bien.

—¡Qué manía con la llave!, ya no sé si es que no se fían de mí o tiene que ver con lo de Paco. Pues si quieren, levantamos el campamento y vamos hacia mi casa, que veo que Glicerio querrá echarse un rato. Después iré a casa de mi hermano para ver qué están haciendo con él. Quiero tener claro que mi cuñada se ocupa de que lo entierren donde la familia como Dios manda. Y también ver que no quiera adueñarse de la hacienda y las tierras, que esa es de las de agarrarse y no soltar. Buena ama van a tener los jornaleros.

- Estimado Manuel, sabemos que usted no fue, lo de la llave simplemente es por comprobar si alguien entroó en su casa para incluso incriminarle. Vayamos a su casa y sin problemas podras después ir a dar el último adios a Paco y que se cumpla el lugar donde debe de ser enterrado.

Manuel le da un golpecito en el hombro a Juan Carlos, en señal de agradecimiento por la confianza. Se le ve bastante cansado y, además, afectado por la situación.

—Glicerio, mo n’anem a Benidorm*! Fins demà! (Glicerio, nos vamos a dormir, hasta mañana).

—Descansa, Manuel, siento mucho lo de tu hermano.

Fuera de la taberna hace un frío de justicia. Habiendo acostumbrado el cuerpo a la lumbre de Glicerio, se os agarrotan los músculos. Manuel camina rendido, medio tambaleándose por el abuso de alcohol y la tristeza de la mala noticia. Mientras camina va canturreando con melancolía:

Tinc una barraqueta que no té trespol.
Per la matinadeta ja li pega el sol.
Trulla que trullarà que trullarà.
I com és xicoteta no paga lloguer;
perquè era dels meus pares i és pels meus xiquets.

Y con esas llegáis a una barraca rodeada por un huertecito bien cuidado. Parece bastante acogedora. Manuel apenas acierta con la llave en la cerradura y dedica un rato a conseguirlo. Ya en el interior, os conduce hasta un lugar discreto, de donde levanta un ladrillo. Debajo del mismo hay una caja de metal donde guarda la llave de la casa de Urbán y algo de dinero. Si esos son sus ahorros, las cosas no le van nada bien. Os enseña la llave, demostrando así su palabra.