Partida Rol por web

 Me sonrojé al escuchar esa última nota sensual en su voz, mientras mis hormonas se emocionaban, pero mi sentido común se impuso y le respondí amablemente, con una sonrisa de pesar:

 - Estoy seguro que sería... Interesante, pero mi compañera no se encuentra bien y debo de llevarla a la enfermería. Tal vez en otra ocasión.

¿Porrista? era una expresión que Darla no había escuchado acerca de las animadoras, pero no la gustó ni un pelo. Su sonrisa magnífica cambió a una mueca de desprecio.

No, no te acompaño. Bebe y fuma todo lo que tu quieras, te lo dejamos a ti todo añadió mientras hacía un gesto con la mano de que no quería hablar más con ella.

Y Darla, muy digna ella, siguió caminando.

 Antes de irme con Darla, le dediqué a la rubia una sonrisa de disculpa por la actitud de mi compañera, para luego acompañarla a la enfermería...

 - Lo siento, es que le duele la cabeza y está de mal humor...

 Luego me puse al lado de la afroamericana y la seguí sin decir nada, pese a que estaba molesto por su actitud grosera, pero como estaba enferma, me callé.

Deambuló un rato por aquellos pasillos, respirando la soledad que los invadía en las horas donde los estudiantes estaban en clases y se sintió mejor. Aquel día había comenzado, literalmente, con una pesadilla, y a medida que había ido avanzando se había vuelto más y más extraño. Por un momento, Mel se sintió como Alicia cayendo por el agujero mientras perseguía al conejo blanco.

A medida que se perdía en aquellos pasillos, el ambiente comenzó a sentirse más pesado. Los corredores tenían menos luz y sus pasos resonaban con eco.

Tras doblar en un recodo, otro sonido, como de pasos siguiéndola, se dejó oir también. Se giró rápidamente para ver quién estaba allí, pero no había nadie. Avanzó un poco más, prestando atención y otra vez lo mismo. Pasos, vuelta, corredor vacío.

Cada vez más intranquila, comenzó a apurar el paso. Otra vez sintió los pasos y otra vez se giró. Esta vez, un desconocido se encontraba en medio del pasillo mirándola.

La chica apenas tuvo tiempo de fijarse en él. Sus palabras la desconcertaron y la pusieron aún más nerviosa. ¿Quién era él? ¿Por qué la conocía? ¿De qué destino hablaba?

Nerviosa, encaró hacia donde estaba él, para volver sobre sus pasos, al tiempo que respondía.

-No sé de qué me hablas... lo siento, tengo que hallar la biblioteca, con permiso.- Sin saber por qué, estaba disculpándose ante ese desconocido. ¿Qué le importaba a él saber hacia donde iba? ¿Por qué tuvo que darle explicaciones? Sin volver a mirarlo, continuó avanzando para retroceder y encontrar el camino, esta vez de verdad, rumbo a la biblioteca.

Melissa no le dio tiempo al joven de decirle nada más, se alejó presurosa en busca de la Biblioteca. Pronto la halló, llena de libros y con una atmósfera antigua. Ninguna computadora decoraba un mostrador, los únicos habitantes del sitio eran los libros, llenando los anaqueles, las estanterías y los dos pisos que disponía este lugar.

Al entrar vio a un hombre de unos veintitantos, hablando con una chica de cabello rojizo y mirada dulce. Ella se dio vuelta al ver a la chica y exclamó.

-Wow... es ¿la nueva Buffy? Nada, nada. Os dejo solos. Suerte Vigilante, la vas a necesitar. 

Al pasar junto a la chica agregó -Seremos buenas amigas, ya verás.

Y sin dar tiempo a contestar nada partió, blandiendo las puertas dobles que daban acceso a este lugar.

Darla y Gabriel pronto llegaron a la sala de enfermería del colegio. Allí los estudiantes iban a ser revisados cuando les dolía la cabeza, o precisaban un remedio para el estómago, o cosas de ese estilo. Atrás quedó la otra chica, la rubia misteriosa que los miró de mal modo cuando rehusaron su invitación.

-¿Hola? ¿En qué puedo ayudaros? - preguntó la enfermera Betty, una joven de ojos dulces y enormes, verdes como el mar.

-¿Alguno necesita un pase? ¿Un remedio para el dolor de estómago? Espero que no sea nada serio, sobre todo con lo que ha pasado esta mañana. Créanme que ya he tenido mi cuota de sobresaltos diaria.

 Le dediqué a la enfermera una sonrisa y un saludo amistoso:

 - Hola, verá, a mi compañera le dolía la cabeza en clase de informática y la profesora Calendar me ha pedido que la acompañara hasta aquí...

Se hablar, gracias dijo Darla de manera cortante Gabriel.

Estaba en clase de informática y he sentido como un pinchazo en la frente. Parece que ha ido remitiendo, pero aún me duele.

Todo había sido muy raro, aquella chica parecía que sabía quien era, le habló de un tal Giles al que no conocía y también habló de una tal Bufy que tampoco. Todo le sonó muy rápido, pero en seguida entró otra chica que hizo que la primera saliera escopetada y evitase poder contestarla.

Le habían dicho que ella se presentaría en seguida, al principio pensó que era la primera chica, pero luego se marchó corriendo, por lo que todo apuntaba a que sería esa.

¡Hola! ¡Bienvenida a la biblioteca! Yo soy el Sr. Fullen y soy el bibliotecario. ¿Puedo ayudarte en algo? Dije dirigiéndome a la recién llegada. Primero debía tantearla, no quería arriesgarse a meter la pata y quedar como un bocazas.

-Ok. Siéntate allí que te revisaré un momento. Puedo igualmente suministrarte ibuprofeno, ¿tienes alguna alergía? -preguntó la enfermera mientras le indicaba una silla a Darla. Dándose cuenta de que entre ella y Gabriel no había mucho sentimiento, sino más bien frialdad o algo negativo, agregó:

-Puedes volver a clase si lo necesitas. Creo que no tiene nada serio, ¿te parece?

 Le sonreí agradecido a la enfermera, la verdad es que prefería volver a clase que aguantar a la horrible pija:

 - Gracias, señorita, eso haré...

 Apto seguido salí de la enfermería para ir, a paso ligero, directamente a clase.

No, que yo sepa no tengo ninguna alergia.

Salvo a los cretinos pensó aliviada Darla cuando Gabriel se marchaba.

Definitivamente, aquel día sería recordado durante mucho tiempo por Melissa, por lo extraño que estaba resultando.

Tras dejar atrás a aquel muchacho tan perturbador, la chica por fin dio con la biblioteca. Allí, en medio del silencio y el olor a libro, se encontraban dos personas conversando en voz baja, pero nada más aparecer ella por ahí, una de ellas, una chica, la vio y se dirigió a su persona.

-¿Buffy? ¿Qué...? ¿Quién...?- su voz se fue apagando ante el torbellino pelirrojo que salía de allí a toda prisa. -Supongo que sí- contestó a la espalda de Willow cuando ella dijo que se llevarían bien. -Adios-

Luego se volvió hacia el otro ocupante de la habitación. Aquél debía ser el bibliotecario pues nadie más se encontraba en escena. Sin embargo, el recibimiento no fue el que esperaba. ¿Por qué la saludaba así? Él la había mandado a llamar pero ahora parecía no saber qué pintaba en todo aquello.

-Disculpa... me han dicho que había aquí un libro para mí. Pero yo no he solicitado nada aún... ¿No será todo esto un error?- luego se dio cuenta de que no se había presentado y un tanto abochornada agregó. -Soy Melissa Andreasen y soy nueva en Sunnydale.

Gabriel emprendió la vuelta a la clase de informática. Eran las dos menos cuarto de la tarde y a las dos en punto terminaba el período escolar y por ende el primer día de clases. Mientras volvía, por los pasillos oscuros, pasó por delante de una puerta que decía.

"Sótano: ingreso prohibido a los estudiantes"

y recordó a esa chica rubia. Estaba pensando en ello mientras volvía a la clase de la señorita Jenny. La profesora estaba escribiendo unas órdenes para Excel en la pizarra cuando lo vio y le hizo el gesto de que entrara. Así lo hizo el chico, se volvió a sentar.

Aún Melissa no había vuelto tampoco.

-Bien, entonces escribimos "F(2:3) para darle unas órdenes al programa de que..."- la voz de la maestra se perdía entre muchos pensamientos del alumno. Cordelia lo miraba con sorna desde el fondo y Xander... bueno, seguía mirando a Jenny con rostro de enamorado.

Betty le estaba dando la aspirina a Darla y chequeando su frente en busca de signos de temperatura cuando otra chica entró a los trompicones a la enfermería. Tenía encima el traje de cheerleader así que eso sumaba puntos para la joven de color.

-Hola, ay disculpe... es que... me duele mucho la cabeza.

-Siéntate allí, ya te atiendo. -Dijo Betty mientras comprobaba con un termómetro que Darla no tenía fiebre.

-Estaba en la práctica con las otras chicas cuando me caí, sentí como si alguien me presionara la cabeza. Así, así bien fuerte -decía mientras se apretaba las sienes ella misma. Darla había sentido algo similar...

-Hola, soy Amy.

Dijo la joven cuando sus miradas se cruzaron.

 Aunque estuve tentado de bajar al sótano y pasar tiempo con la misteriosa chica rubia, decidí no hacer enfadar a la profesora y hacer lo correcto al volver a clase. Una vez en ella, mientras hacía lo que Jenny había pedido, mi mente pensaba en la misteriosa sombra que había visto, ¿que significaba todo eso?. ¿O sencillamente se me estaba yendo la cabeza?. ¿tendría algo que ver con el cadáver descubierto en el instituto?.

Hola Amy dijo con una sonrisa radiante. Yo soy Darla. Eres animadora, ¿no? Como Cordelia. Nos hemos conocido esta mañana.

¿Sabes? A mi me ha pasado lo mismo que a ti. Yo estaba en clase de Informática. ¡Será algún tipo de virus que ataca a chicas con clase!

Gabriel pensaba sobre la sombra, sobre su significado. ¿Qué se suponía que era eso? ¿Por qué la había visto? Tenía muchas dudas pero el timbre lo volvió a la realidad. Eran las dos de la tarde.

-Bueno, chicos, guardaos las cosas. Es hora de iros a casa. No habrá deberes pues es el primer día de clases y no soy una maestra tan mala.

Jenny se acercó a Gabriel y le preguntó:

-¿Podrías pasarle los apuntes de clase a Darla cuando te sea posible? Xander ya se ha ofrecido para dárselos a Melissa.

-LOseer!!!

Dijo en voz baja Cordelia mientras tosía. La mirada de la profesora fue fulimante y puso una sonrisa angelical, para evitar ser amonestada.

Mientras Amy platicaba junto a Darla, la enfermera le dio a ella también algo de aspirina para el dolor de cabeza.

-Esperadme un momento que redacto los informes para que podáis presentarlos al otro día, y justificar la salida de clase.

Amy asintió y volvió pronto a dedicar su atención a la joven morena. -¿Sabes? Mmmm... Vi algo -dijo, ahora bajando la voz para que fuese un susurro.

-Creo que... no vas a creerme pero tienes pinta de que... de que quizás puedas. Vi a alguien apretándome la frente. 

Los ojos de la rubia se abrieron, clavándose en los de su compañera.

-Creo que hay algo malo en este colegio. ¿Tú no has sentido nada raro?