Partida Rol por web

 Respondo:

-“Ouin Shishi, señor”-

Dejo el equipaje y que lo etiqueten.

Tengo espada larga? Creí que no llevaba armas al ser Tao…

Los dos hombres con ropajes rojos que con anterioridad habían recogido el equipaje de otros pasajeros que habían estado por delante tuyo en la cola regresan y se llevan tus pertenencias.

El revisor abre un pequeño cofre que tiene al lado suyo, tras revisar varios papeles saca de el un billete y te lo entrega. Al recogerlo puedes ver que pone "billete de embarque" en unas lentras doradas bastante grandes.

-Muy bien todo en orden, Ouin Shishi.

Baja la mirada al documento que tiene encima de la mesa y tras leer algo, levanta la cabeza para tenerte a la vista de nuevo.

-El número de su camarote viene indicado en el billete, allí encontrará de nuevo sus pertenencias. Siga el recorrido de la alfombra roja para llegar hasta donde se encuentra el zepelín. Que tenga un buen viaje.

 -“Muchas gracias”-

Agradezco con una reverencia típica de la zona de donde vengo.

Tomo el pasaje de embarque y continúo por la alfombra roja, llevo el ticket en la mano y voy mirando el número a ver si encuentro mi camarote…

Me siento igual que el pequeño niño ansioso de ver lo que me espera, lo único que me incomoda es el numero, desgraciadamente es número cabalístico y de mala suerte, aun así ya quiero ver el zepelín y mejor aun ya quiero dibujarlo, nadie me creerá si no muestro una prueba palpable y un dibujo es lo mejor que puedo generar.

Aun así solo me queda esperar para ver la nave y avanzar pro esta enorme fila.

Observas tu billete y tras un breve vistazo te das cuenta de que solo pone "BILLETE DE EMBARQUE" en grande y el número de camarote. El número de tu camarote es el 21.

Regresas otra vez a la alfombra roja por la que habías entrado al edificio, pero esta vez para continuar el trayecto hacia la sala donde te aguarda el viaje de tu vida. El pasillo aunque es un poco estrecho en comparación con la gran sala donde escasos segundos te encontrabas, es lo suficientemente ancho para que varias personas caminen juntas. En las paredes hay cuadros con bellos parajes, lugares exóticos y paisajes urbanos.

Al final del pasillo ves otra puerta doble, más pequeña en comparación con la que se haya en la entrada del edificio, pero igualmente grande. Dos guardias se encuentran apostados en ella y muchas personas que van por delante tuyo en el pasillo atraviesan la puerta con tranquilidad.

Algún que otro niño le pide con entusiasmo a sus padres que se den prisa, que tiene ganas de ver ya el zepelín; los padres con suma paciencia le dicen que espere, si ya ha esperado varias semanas, un poco tiempo más no será nada.

Continuas el trayecto por el largo pasillo, se te hace eterno, entre el nerviosismo que tienes encima y la curiosidad por ver la maquina voladora.

Cuanto más te acercas al final del pasillo más gritos de asombro escucháis procedentes de la sala continua.

Al parecer al fin tus ojos podrán ver la máquina con la increible capacidad de poder volar por el inmenso cielo.

Solo faltan unos pocos pasos más antes de traspasar la puerta, tras la cuál el mundo tal y como lo conoces cambiará, aunque de eso eres desconocedor aún.

 Sigo adelante hasta llegar a destino.

Cuanto más te acercas al final del pasillo más gritos de asombro escuchas procedentes de la sala continua.

Al parecer al fin tus ojos podrán ver la máquina con la increible capacidad de poder volar por el inmenso cielo.

Solo faltan unos pocos pasos más antes de traspasar la puerta, tras la cuál el mundo tal y como lo conoces cambiará, aunque de eres son desconocedor aún.

El magnífico zepelín se encuentra delante tuyo.

Ves que el zepelín se encuentra en un inmenso patio interno del edificio, las paredes del patio están llenas de ventanales donde mucha gente observará el despegue. Por una puerta cercana ves a varias personas con trajes rojos y dorados llevando carritos con equipaje hacia el zepelín.

La alfombra roja ahora se divide en dos y cada una se dirije a uno de las alas del zepelín. Justo donde se bifurcan los caminos hay un hombre que va indicando a la gente a cuál dirigirse tras un breve vistazo a los billetes de embarque.

 Maravillado por la visión del colosal aparato, me acerco a la bifurcación y le doy al encargado el billete para que me indique a donde continuar.

Después de una reverencia formal, me dirijo hacia donde me indico.

Cada vez me impaciento mas, tengo el ferviente deseo de impulsar la fila para ver si esta avanza más rápido o al menos me deja ver, intento ponerme de puntillas para ver sobre el individuo delante mío, estoy impaciente y emocionado y desearía que esto se moviera mas rápido

porque no simplemente camina más rápido ya quiero ver

Cuanto más te acercas al final del pasillo más gritos de asombro escuchas procedentes de la sala continua.

Al parecer al fin tus ojos podrán ver la máquina con la increible capacidad de poder volar por el inmenso cielo.

Solo faltan unos pocos pasos más antes de traspasar la puerta, tras la cuál el mundo tal y como lo conoces cambiará, aunque de eres son desconocedor aún.

El magnífico zepelín se encuentra delante tuyo.

Ves que el zepelín se encuentra en un inmenso patio interno del edificio, las paredes del patio están llenas de ventanales donde mucha gente observará el despegue. Por una puerta cercana ves a varias personas con trajes rojos y dorados llevando carritos con equipaje hacia el zepelín.

La alfombra roja ahora se divide en dos y cada una se dirije a uno de las alas del zepelín. Justo donde se bifurcan los caminos hay un hombre que va indicando a la gente a cuál dirigirse tras un breve vistazo a los billetes de embarque.

Alcanzas la bifurcación de la alfombra roja y delante tuyo se encuentra el encargado de ir indicando a los pasajeros a cuál de las dos alas del zepelín han de dirigirse, si al de la derecha o el de la izquierda.

Entregas tu billete de embarque y tras revisarlo susurras unas breves palabras:

-Billete de embarque de clase alta.

Te lo entrega de nuevo y te indica que has de seguir por la izquierda e ir hacia el ala izquierda.

Es gigantesco , no puedo por menos impresionarme del tamaño de la nave, es mucho más increíble de lo que me imaginaba, rápidamente me dirijo hacia el sujeto que checa los boletos y le pregunto tímidamente – a donde debo dirigirme-  extiendo el boleto para que lo revise y me de mi ubicación ya quiero llegar a dibujar lo que vi.

Alcanzas la bifurcación de la alfombra roja y delante tuyo se encuentra el encargado de ir indicando a los pasajeros a cuál de las dos alas del zepelín han de dirigirse, si al de la derecha o el de la izquierda.

Entregas tu billete de embarque y tras revisarlo susurras unas breves palabras:

-Billete de embarque de clase alta.

Te lo entrega de nuevo y te indica que has de seguir por la izquierda e ir hacia el ala izquierda.

Y yo que quería no llamar la atención de los ladrones.

Me rasco la cabeza desconcertado – Esta bien- respondo al sujeto  caminando hacia el  ala izquierda, supongo que ese viejo no era un simple y común viejo del camino, analiso la situación de como conseguí el boleto y a la vez observo todo lo que hay a la redonda.

Con esa tirada escuchas perfectamente lo que dice ese mismo hombre que acaba de revisar tu billete de embarque sobre otros billetes de otra gente que iba por detrás tuyo.

-Billete de embarque de clase nobleza.

-Por favor dirijanse al ala de la derecha, donde se encuentra el resto de la nobleza.

Basicamente te has dado cuenta de que tu billete de embarque y el ala izquierda es para la burguesía.

- Lilith H...- No, ya no era Lilith Haigin, renunció a ello la misma noche que abandonó Ilmora, nueva vida, nueva identidad- ... Blanc, Lilith Blanc.

Entregó sus maletas sin ninguna objeción, había visto a los otros guardias llevándoselas y tampoco guardaba nada irremplazable o a lo que tuviese mucho apego. Sin embargo su reacción ante la idea de desprenderse de su daga no fue tan despreocupada. Titubeó ante la idea de si entregarla y ahorrarse problemas si la pillaban o esconderla y rezar por que eso no pasase. Eligió la primera opción, no iba a empezar a complicarse otra vez su futuro.

Metió su mano derecha entre sus ropajes y sacó una pequeña daga con lo que parecía una pequeña ranita decorando la empuñadura. Su mirada no se podía partar de su preciada arma mientras la entregaba y veía como se la arrebataban. 

-Está bien, la recuperaré cuando termine el viaje, además aquí entre burgueses no creo que me hiciese mucha falta...

Luego esperó unos segundos por si el hombre quería darle alguna otra indicación, si no decía nada contianuaría hacía delante. Seguía sin hacerle gracia estar rodeada de tanto guardia.

-Oh, no se preocupe por una daga, el problema sería si llevará más de una. Como bien ha de saber una daga es otra pieza de ropa con la que suelen competir las gentes de alta alcurnia que se reunen en estos acontecimientos. Y tiene una hermosa daga si me lo permite decir, si lo desea pueden llevarla con usted, sino igualmente será llevada con el resto de su equipaje.

Los dos hombres con ropajes rojos que con anterioridad habían recogido el equipaje de otros pasajeros que habían estado por delante tuyo en la cola regresan y se llevan tus pertenencias.

El revisor abre un pequeño cofre que tiene al lado suyo, tras revisar varios papeles saca de el un billete y te lo entrega. Al recogerlo puedes ver que pone "billete de embarque" en unas lentras doradas bastante grandes.

-Muy bien todo en orden, Lilith Blanc. Un apellido bastante...como expresarlo...ah, si, curioso si me lo permite decir.

Te sonrie.

Baja la mirada al documento que tiene encima de la mesa y tras leer algo, levanta la cabeza para tenerte a la vista de nuevo.

-El número de su camarote viene indicado en el billete, allí encontrará de nuevo sus pertenencias. Siga el recorrido de la alfombra roja para llegar hasta donde se encuentra el zepelín. Que tenga un buen viaje.

Si señor mío, viajo solo, no tengo con quien compartir este maravilloso viaje.

digo entregando le el tikect.

El pasillo se me está haciendo más largo de lo esperado, los nervios están produciendo que todo esto me parezca eterno y las ansias por llegar y ver el mastodóntico aparato están a flor de piel.

Escucho los gritos y me preparo para algo fuera de lo común en todos los sentidos, deseoso de llegar sigo avanzando al mismo ritmo que hasta ahora.