Tras un día y medio de camino llegáis a la ciudad de Boston, triste recuerdo de lo que algún día fue. Edificios derruidos y escombros por doquier es el paisaje habitual.
Tras adentraros un poco por sus calles descubrís una especie de poblado, que pese a tener vigilantes armados en sus límites, parece de ese tipo de poblados que están abiertos a forasteros, ya bien sea para comerciar u ofrecerles alojamiento por un módico precio.
La noche está pronta a caer, y quizás fuera buena idea hacer acopio de provisiones o incluso pasar la noche en el lugar, ya que Hartfod queda a una semana de viaje andando.
Ya os he actualizado a tod@s el equipo. Os quedan 5 raciones de alimento (1xdía) y 1L de agua (1/2xdía)
Además John tiene su mochila algo mermada de material, tras las curas realizadas a James y a Isaac.
John miró al poblado y después a sus compañeros, interrogante. Después del incidente del refugio lo último que quería era un episodio similar.
No obstante es mejor que dormir en la calle, claro.
Descolgó su mochila y echó un vistazo al interior. Debían conseguir agua y alimentos y su mejor opción era ese refugio.
- Bueno - comenta señalando al frente - esperemos que lo de antes de ayer fuese un hecho aislado, ¿no?. Pienso que deberíamos pasar la noche allí y tratar de conseguir más comida.
Isaac contempla las familiares calles, como embobado. No puede creer que esté allí, de nuevo. Hace años, cuando ocurrió todo y estando él en la costa oeste, jamás pensó que volvería a ver su ciudad natal.
"Tengo que volver a casa" Piensa. "Tengo que ver con mis propios ojos si sigue allí. No puedo pasar tan cerca y sencillamente... marcharme"
Isaac contempla el atardecer. Es tarde. Lo mejor será esperar a la mañana temprano, y escabullirse cuando nadie se de cuenta.
Viajar sola tiene sus ventajas y sus muchas desventajas. Por ello, agradezco que este grupo se haya creado. Me entristece tener que dejar atrás a Jason pero lo que estamos haciendo lo hacemos por un bien mayor. Todos deben saber quién es Simon Wright.
Tras dejar atrás el refugio, nos costaba a todos entablar una conversación aunque de vez en cuando ésta fluía de manera amena y un tanto efímera. Echamos la noche acampados como podemos, un poco apartados de la carretera para evitar malas visitas, y al día siguiente seguimos caminando por ella tras alcanzar un enorme cartel que indicaba que estábamos en tierras de Boston. Más adelante nos encontramos con lo que queda de la ciudad. Deambulamos un poco por el lugar para encontrar algún sitio en el que poder encontrar más provisiones y un lugar para descansar. Y al final damos con él.
John propone pasar la noche en el refugio y reabastecernos. Lo cierto es que hacía bastante tiempo que no recorría tanta distancia en tan poco tiempo, así que la idea de tomarme un buen descanso se me hacía más que apetecible.
- Buena idea, pero esta vez intentemos evitar que nos atraquen o nos quieran pegar. Estaría bien que llegásemos vivos a nuestro destino –comento esbozando una media sonrisa. Me lo tomo con un poco de humor. Me ayuda a que el ánimo no decaiga.
Espero a mis compañeros para entrar en el refugio si nadie propone alguna alternativa.
La asiática mira a uno y otro lado con cierto desinterés, los brazos en jarras y su rostro neutro, antes de negar con la cabeza
No caerá esa breva, Doc... yo me conformo con que no hayan venido hasta aquí antes que nosotros, o tendremos problemas... Pero estoy contigo, nuestro primer paso debería ser buscar alojamiento y algunos víveres. Después, podríamos dividirnos de nuevo en busca de información, pero viendo la suerte que hemos tenido, casi será mejor que el Grandullón y yo no compartamos grupo. se quedó unos segundos en silencio y después se rascó la nuca, pensativa, antes de meter de nuevo las manos en los bolsillos Ninguno sois de este refugio, ¿verdad? Bah, menuda estupidez, sería demasiada chorra, y no andamos sobrados de ella. Rubia... ¿Sabes pelear de alguna manera? se quedó unos segundos en silencio, mirando al suelo Porque puedo enseñarte si no. Nos vendrán bien todas las manos que tengamos
Aquel asentamiento, más que un poblado, parecía una chatarrería. Los habitáculos que hacían las veces de tiendas o viviendas estaban construidos con maderos mal apuntalados, placas metálicas seguramente de vehículos o incluso de aeronaves, y todo un singular repertorio de objetos que más que de obra parecieran de vertedero.
Una vez situados en el centro del mismo, en una pequeña explanada que hace las veces de plaza, veis un letrero en una casucha situada frente a vosotros que pone: Camas libres. Es, de lo que veis a vuestro alrededor, lo que tiene mejor pinta, aunque sin lugar a dudas nunca hubieseis visto nada parecido antes del holocausto.
A vuestra derecha, sobre una especie de cabaña otro letrero anuncia: Se venden suministros. Y a vuestra izquierda, ante un una especie de gran tienda de campaña, otro letrero con forma de flecha, anuncia lo mismo que el anterior.
A parte de ésto, a vuestras espaldas, un último local situado en el interior de lo que anteriormente debió ser un vagón de tren, exhibe un cartel que reza: Bar
A medida que vamos avanzando es inevitable ir echando un vistazo al lugar. Trozos de chatarra, maderas mal cortadas, plásticos… De estar en otra época esto me parecería monstruosamente inhabitable, pero hoy por hoy tal paisaje me da esperanzas. Una vez más, el ser humano ha demostrado ser una plaga de las más resistentes, enraizándose en esta tierra estéril tozudamente, levantando vida de las cenizas ya sea juntando cuatro telas con cuerdas o de la manera que sea. Aún así algo dentro de mí se detiene al recordar tiempos mejores en los que no supimos valorar lo que teníamos. Ya no hay vuelta de hoja…
Llegamos al centro del asentamiento y de manera bien visible y clara podemos localizar nuestros puntos de interés. En esto, Tanaka interviene y entre otras cosas me pregunta que si sé pelear. Mi mirada se queda perdida en ella durante unos segundos. Y esto es lo que resuena en mi mente antes de responder:
“¡Que me llamo Edel!”
- ¿Pelear?... –hago una mueca. No parece entusiasmarme la idea- Bueno, una vez amenacé a un tipo con una palanca de hierro, pero pelear… No sé pelear. Nunca me he peleado. Antes he preferido marcharme o evitar la pelea.
De nuevo preguntas surgen sobre el tema. ¿Me va a enseñar? ¿Cómo? ¿En un cursillo exprés? Ella parece tener años de experiencia tras su espalda, quizás sepa concentrar todo ello en poder enseñarme lo básico de una manera efectiva.
- Sabes que aunque me enseñes no voy a estar a la altura de las patadas voladoras de Isaac, ¿no? –comento sonriendo, señalándole a él en un gesto de cabeza- Puede que sea una buena idea, pero debemos antes buscar provisiones y un lugar dónde descansar. Lo digo porque me preocupa eso –señalo con el dedo el anochecer- No creo que sea buena idea deambular por aquí a merced de la oscuridad. Por la noche, los gatos se vuelven pardos.
Y más si nos ven cara de forasteros. Por suerte lo tenemos todo a mano: provisiones, camas y un bar.
Lo primero que hizo John al llegar fue buscar el "hospital" más cercano. Después de cinco años vagando de refugio en refugio había aprendido que no importa lo grande o pequeño que sea un asentamiento o lo bien o mal aprovisionado que esté: todos tenían un lugar específico para curar a los enfermos. También sabía que a pesar de que pudieran estar bien pertrechados de medicamentos, vendas y demás, nunca sobraba un médico.
En muchas ocasiones había conseguido pagar su estancia en un refugio, o incluso algunas provisiones, usando sus conocimientos, como si de un médico itinerante se tratase.
Suponía que ese sitio no sería una excepción, por lo que planeaba presentarse ante las autoridades del refugio y ofrecerse esa noche para ver a los enfermos a cambio de que les permitieran a él y a sus nuevos compañeros pasar la noche allí y, quien sabe, quizás poder intercambiar algo de mercancía.
Isaac decide seguir a John. Tal vez pueda ser de utilidad a alguien donde él vaya. Decide acostarse temprano y levantarse antes de amanecer, para escabullirse y volver antes de que los demás partan.