Partida Rol por web

Carl se agacha delante de tí, abrazando sus rodillas y te mira con cara de preocupación exagerada.

¿No te alegras de verme...? Quizá... Su cara de preocupación vuelve a ser sustitutida por una sonrisa gélida... ¿Quizá has encontrado entretenimiento para no echarme de menos...?

Abre los ojos como platos... más aun después de que él deje de acariciarla.

¿Qué dices...? Claro que te he echado de menos... más que nada... me acuesto pensando en ti y me despierto pensando en ti, Carl... pero esto no quita que tu estés... muerto.

Mira a otra dirección... aun llora.

El chico... o más bien, el espíritu del chico sonríe ahora... desaparece un momento y vuelve a aparecer abrazandote por detrás, rodeando tu frágil cuerpo con los brazos y susurrándote al oído...

Pobre... mi pobre Nat... No te preocupes... ya estoy aquí... Afloja el abrazo de una mano para llevarla a tu cabello y acariciarlo suavemente. No puedes evitar que un escalofrío recorra tu cuerpo, pues por mucha dulzura que haya en su voz, su aura, está cargada de ira. Siempre estaré contigo...

Asiente... despacio... su corazón sigue latiendo rápido, sigue llorando... se le forma un nudo en la garganta y otro en el estómago... "otro entretenimiento"... en su mente aparece el director... él...

Natasha, se separa de él de repente... poniéndose de pie y mirándolo enfadada... tenía tantas ganas de verle, y a la vez sentía tanta rabia en su interior...

¿¡Por qué has tardado en tanto en volver!? ¿¡Eh!? Tú me... tú me... ¡¡¡tú me abandonaste!!! ¿¡Por qué lo hiciste!? ¡Mira a dónde estoy! ¡Mira a dónde me ha traído mi padre! - deja de gritar... deja caerse al suelo de rodillas... y oculta su cara, cabizbaja, detrás de su pelo - ¿Por qué te tengo miedo?

Carl vuelve a sonreir dulcemente...

¿Me tienes miedo a mí...? ¿Porqué iba a hacerte daño yo? Quizá... ¿Has hecho algo que no debías..? Acerca una blanca y fria mano hacia tu rostro de nuevo... y vuelves a sentir su ira, apesar del tono dulce y tranquilo de su voz.

¿Algo que no debía?

Estas palabras suenan en su cabeza con un eco... lo mira a los ojos... traga saliba, y se llena de valor, frunciendo el ceño. Gira la cara, haciendo que él no pueda llegar a tocarla.

Tú me abandonaste.

Repite, con voz segura... aunque la voz le tiembla levemente.

Siempre elegiste las drogas antes que a mí; ahora, no me pidas que... - el nudo en la garganta se intensifica - no me pidas que yo no siga viviendo... hay un abismo que nos separa, Carl, por tu culpa.

La sonrisa de Carl se esfuma de sus labios... y la brisa vuelve a convertirse en casi un vendabal, que te lanza contra el rosal donde te escondías. Varias espinas de las rosas arañan tu piel... los cortes escuecen y Carl desaparece en el interior de un remolino de aire, dejándote unas últimas palabras... al menos de momento.

Ni la muerte nos separará, Nat... tú eres mía...

¡Ah! - Natasha se cae en los rosales... clavándose varias espinas que enseguida empiezan a dejar ir varias gotas de sangre... no le duelen especialmente, quizás le duela más el hecho de que haya sido Carl la que le ha hecho daño...

Se deja caer al suelo, posiblemente la ropa se le haya arañado un poco. Es el uniforme. Le da igual.

Aun llora... y tiene los puños apretados... - Él está aquí... aquí... mierda... ¡mierda!

Se levanta cómo alma que lleva el diablo y cruza los rosales sin importarle arañarse más los brazos y las piernas... incluso la cara también lleva la marca de las espinas. No hay tiempo de llorar. Tiene que correr al despacho del director.

Natasha pasa a paso rápido por el jardín, sin detenerse.

Natasha llega a la zona indicada por el doctor... acaricia los árboles... y escoge a uno que esté bien alejado del instituto para sentarse al suelo...

Se abraza a sus rodillas, aunque sigue mirando al frente, cierra los ojos... para sentir la brisa.

¿Estás ahí? - susurra al viento, en voz baja... tranquila y calmada.

Una suave brisa vuelve a rodearte... vuelves a sentir su aroma, que te trae tantos recuerdos... buenos y malos también. Te acaricia suavemente... y finalmente, a tu lado, apoyado en el trono del árbol también, se materializa la difuminada y traslúcida figura de Carl.

Siempre estoy aquí.

Por tu culpa los nocturnos casi me devoran... - lo mira de reojo, no se suelta los brazos ni las piernas - Me hiciste daño. - le enseña los parches y las tiritas.

No suena con voz enfadada, pero sí algo resentida... Carl nunca le había levantado la mano, nunca le había hecho daño... excepto en el corazón, ahí, constantemente le hacía daño... siempre que lo veía colocado, siempre que no la llamaba... cuando la ignoraba. Aun así, todos estos momentos quedaban perfectamente compensados con los buenos ratos, con las risas y las alegrías que él le daba... de hecho, Carl era el único que la abrazaba y que la protegía... ¿Quién había hecho tanto por ella?

Hay alguna forma de... ¿qué vuelvas a mi lado cómo antes?

Natasha tenía un lío mental. Quería al director... el director la había ayudado tanto, también... a su manera, claro; hasta el día antes no se había dado cuenta de todo, pero esto no quitaba que él hubiera estado allí. Protegiéndola entre las sombras. Pero aquella mañana mismo... se había despertado esperando encontrarse al lado de Carl.

¿Volver a la vida? Pregunta, seriamente... pero después de un momento de pausa, intensificando la sensación de misterio, el silencio se rompe con una carcajada suya.

¿Dónde vives, Nat? Nadie puede resucitar de entre los muertos. Se acerca al oído de la chica, rodeándole los hombros con los brazos.

Mi dulce Nat... la única manera de que estemos juntos es que tú vengas conmigo...

Cierra los ojos levemente al sentir su tacto... pero es frío, y esto provoca que a la chica se le erice el vello... aun así esboza una leve sonrisa.

Vivo en el mundo en el que tú estás aquí... y estás allá... aunque quizás es que simplemente me estoy volviendo loca...

Pero cuando dice la última frase, Natasha abre los ojos sorprendida... no podía creer que él le estuviera diciendo aquello. No se apartó, no se separó. Se agarró con fuerza la falda del uniforme, armándose de valor.

No me pidas eso, Carl. No seas tan egoísta. ¿Te recuerdo cómo moriste? Tú cavaste tu propia tumba... si intentas arrastrarme contigo... significa que no eres mi Carl.

En su mente apareció Erika... era como un soplo de aire fresco para ella. Aunque la hubiera conocido hacía tan poco... poco a poco, la chica rubia se estaba convirtiendo en su razón para vivir... en la razón para seguir adelante.

Carl sonríe, acariciando suavemente tu rostro. Aunque esa caricia acaba convirtiéndose en algo no tan dulce... pues su mano, se queda quieta en tu mejilla, enfriándola por momentos hasta que incluso llega a dolerte...

¿Egoista? ¿Sabes lo que he tenido que pasar para venir a buscarte? Aunque su rostro parece tranquilo, su voz delata la rabia que empieza a sentir... su voz y la suave brisa que hasta ahora acariciaba tu frágil cuerpo y que, en estos momentos, empieza a aumentar en fuerza.

Natasha tampoco se queda atrás, su rabia augmenta, su mirada se endurece... clavándose a las pupilas traslúcidas y oscuras de Carl.

¿Sabes tú todo lo que he sufrido en tu ausencia? ¿¡Eh!? ¿Te acuerdas de aquella noche cuándo yo estaba con fiebre en la cama? No, claro, ¿cómo vas a acordarte? estabas empastillándote en la discoteca del barrio, como siempre. No pasaron ni dos semanas que mi padre intentó aprovecharse de tu pérdida y me intentó volver a enseñar las mierdas que quería enseñarme, y me metí en líos, mucho más gordos con los que me había visto metida contigo: nos detenieron, a John, Jack y a mí - sus ojos se inundaban de lágrimas - ya puedes imaginarte la reacción de mi padre, ¿no? Porque tú, aunque nunca habías hablado con él sabías cómo era... y hace dos días, me metió en este infierno - señaló con la mano el internado - me abandonó totalmente... tal y cómo habías hecho tú, Carl. Porque tú me abandonaste - lo repetía, lo repetía infinitamente... se lo echaba en cara, de lo dolida que estaba. - pero tú, como siempre, solo te preocupas de ti mismo. Te dan igual mis sentimientos.

Las lágrimas bajaban por sus mejillas, su mirada, repleta de odio... seguía mirando a los ojos del fantasma - No quiero morir, Carl. Aquí hay gente que me quiere... y que quiero. - ahora sí, bajó la mirada... y en su mente apareció Erika... y el director. - Gente que me aprecia y que me cuida...

La sonrisa desaparece del rostro de Carl... el viento se calma... ya no hay brisa suave siquiera. Su voz suena gélida y más distante que nunca...

Si tan agusto estás aquí, deja de quejarte. Ojalá todos los infiernos fueran como este.

Se pone en pie y se separa un par de pasos...

Si cambias de opinión, sólo tienes que buscarme.

No dice nada más... simplemente desaparece entre un remolino de aire.

Shane y Scott salen del Hall hacia la enfermería, el primero delante del segundo.

¡No! ¡No te vayas! ¡No me dejes! - grita, al mismo tiempo que se balancea para intentar cogerlo... pero el viento no se puede coger, y ella se cae al suelo, llorando... y llorando.

Se queda al suelo... aun sollozando, cogiendo las hierbas del suelo con fuerza. ¿Qué debía hacer? No quería morir pero... pero quería permanecer con Carl toda la vida... la vida... eso es.

Erika.

Se levantó y corrió de nuevo hacia dentro del instituto... - mañana tendré agujetas... - al entrar se dirigió directamente al comedor.

Virginia y Rachel salen al jardín.