Partida Rol por web

 -Muchacho... creo que tienes razón. Reconozco los rostros de la mayoría de vosotros. Está claro que diez años son muchos años, pero estáis reconocibles. Tú, por ejemplo, -le hablaba ahora a la mediana- eras solo una chiquilla. Realmente, no se que hacías en el juicio de Mord, pero estabas ahí. 

Después miró a vosotros cuatro.

-Sin embargo... Vosotros cuatro no estuvisteis. ¿Qué hacéis aquí?

- ¿Creo que esto ya se habló verdad? - gruño hoscamente - Venimos a reemplazar a uno que ya no puede venir. Imagino que lo que haya pensado para los 4 que faltan estará listo para nosotros. Bueno sería saber cómo planean cazarnos.

Hago una pausa meditando la situación y miro hacia dentro de la habitación de la que el enano acaba de correr.

- Vamos, ninguno recuerda nada de estas habitaciones? Quizás el enano ya hubiera venido antes, o el hobgoblin pasara por la que le llevó a la muerte? O algo que dijeras quizás?

El mago tanteaba a unos y a otros con la mirada a excepción de a Silencio, con quien prefería no cruzar la mirada.

- Lo cierto es que parece que, como comenta Unkh, cada habitación está preparada para recibir a alguien en concreto, pero no tenemos forma de saber ni a quien ni de que modo. Obviamente yo no estuve en el jucio, pero pasó algo digno de mencionar?- Pregunta el mago.

 -Lo... colgaron ahí. -el comentario del gnomo, más tímido de lo normal, parecía necesitar de una explicación- A Mord lo colgaron en esa habitación. Todos nosotros estábamos ahí. Eramos el jurado y decidimos su muerte... todos nosotros...

 -¡Pero fue un ajusticiamiento! ¡Fue un juicio justo! ¿Porqué busca venganza? ¿No va a reconocer sus errores ni en la otra vida?

 -Rekkart... tengo miedo... -la mujer se apretaba contra el fuerte brazo del paladín cuarentón.

 -Mord era el verdugo de esta casa de justicia. Se llevó muchas vidas consigo... -la mediana parece estar recordando algo realmente doloroso para ella. Hasta ahora no la habíais visto con esa expresión, de puro odio- Puede que siga  necesitando matar. Como lo necesitaba en vida. ¡Maldito seas, Mord! ¡Maldito tú y maldita tu horca! ¡Maldito!

La muchacha rompió a llorar, cayendo al suelo, desconsolada, perdida en recuerdos.

-Maldito...

 -Ya está, muchacha... no vale la pena desesperarse. -el amable anciano se acercó a la muchacha e intentó consolarla- ¿Verdad, maese Rekkart? ¿No es cierto que desesperarse no vale la pena en estos momentos?

 El anciano mantenía la mirada al paladín, como rogando por su colaboración.

-Eh... claro... no vale la pena.

La mirada de la elfa se tornó fria y con tintes de enfado.La voz que salia de su  gargante  ya no recordaba al trino de los pajaros sino al filo  pasando por una piedra  de esperil.  Clavando su mirada al paladin, exclamó:

- ¿Un juicio justo?..¿ esta seguro de eso?- acercandose  hasta llegar a la altura del maduro paladin, continuo.- Por lo que se  nadie deberia morir de esa  manera... y aun cuando  no quedo muy claro lo que sucedió....-

Mirando de nuevo al grupo , descansando su vista en el joven mago, el fornido semi orco y el elfo, anunció:- visto que nosotros cuatro somos los unicos que aparentemento no estamos ligados al  juicio,  creo que somos los  mas predispuestos a  recorrer estas salas sin miedo a que nos  ajusticien como al resto de ustedes. Por ello,  sugiero que , esceptuando a nosotros cuatro, el resto debería permanecer en u lugar seguro como la sala grande ,mientras nosotros buscamos la salida. Asi evitaremos que vayan  a ser asesinados por esa alma en pena...-

antes de que alguno objetase ante tal plan, la joven elfa señaló:-..o ¿ Acaso prefieren seguir abriendo puerta por puerta y seguir encontrando su final al igual que el enano y el semi orco..?-

- ¿Y por qué debería yo de arriesgarme mientras estas mierdas se quedan  a resguardo? - pregunto furioso a la elfa - Nooo, yo voy a seguir adelante. Buscando habitación por habitación si es necesario pero conmigo vienen todos. Y juro por mi hacha que aquel que siquiera se atreva a esconderse no va a ver el sol y si no es el tal Mord quien le mate entonces me encargaré de ser yo.

Observo al resto amenazador, empuñando el hacha listo para partir el craneo de quien se digne a responder. Aquello ya era demasiado, primero los cobardes no se mueven ni por salvar sus vidas y ahora la estúpida elfa les da una salida fácil. Una excusa para que se escondan de los problemas esperando a que otros lo resolvieran.

 El gnomo, el semiorco, la señora y el anciano se echan a temblar ante la amenaza del semiorco.

-No hace falta que te pongas así. Creo que a la mayoría nos parece una locura separarnos. -después mira a la elfa- Entiéndame, Señorita. Comprendo perfectamente su afán protector al sugerir que nos quedemos en un lugar seguro, pero... piénselo bien... ¿cree realmente que hay algún lugar seguro en este edificio, dadas las circunstancias?

 -Yo me quedo contigo, Rekkart. Vayas donde vayas.

La mujer se aferra al brazo del paladín, que no parece inmutarse lo más mínimo ante las palabras de la señora.

 -Vo... vosotros tenéis las armas. Yo me quedo con vosotros... - y miró al semiorco, temblando, comprobando que le había escuchado bien- Me quedo con vosotros.

- Bien, adelante entonces. - digo viendo que al fin comprendían, quizás lograra ser temido lo suficiente como para poder hacer que ese grupo de inútiles se moviera por si mismo.

Mi hacha podía ser una amenaza mucho más real que el tal Mord y al menos mientras no habían más incidentes podría hacerles andar.

Al oir la amenaza de Unk, la sangre se heló en las venas del mago, porsi no tuvieran bastantes problemas, el orco se sumaba a la lista de amenazas y problemas de los que estaban siendo víctimas. Al acabar éste de hablar, gesticulando con su hacha Daveak traga saliva y asiente con la caebza, como varios de los presentes.

- Va-vamos pues, sigamos por esa abertura, y que los dioses nos protejan.- apuntó tembloroso el mago.

Adelante cuanto antes salgamos de esta de una u otra forma mejor.