Partida Rol por web

-Nadie niega el ataque. Pero todos los presentes vimos cómo el soldado le provocó con repetidos insultos e incluso escupiéndole a la cara.

El ambiente estaba muy tenso, había que medir bien cada palabra...

Tras escuchar las palabras de Thorondir, asiento y tras reflexionar lo que dura un latido, hablo tambien para tratar de defender al semiorco.

Mi compañero actuo en propia defensa. Su honor fue mancillado con palabras de desprecio y vuestro soldado le escupió en un comportamiento, a mi parecer, algo indigno. Se alejó despues al galope, con lo que Morko hizo lo único que podia hacer.

Me contengo bastante en lo que me gustaria decir, sabedor que tal vez sea peor para el.

-Hola.-Digo casi en un gruñido a todos los presentes.

-Como expliqué en su momento, ese hijo de mil padres se lo merecía. Es un cobarde indigno de llamarse a si mismo jinete de Rohan. Mejor armado que yo, en superioridad numerica e impotente ante la reprimenda de su superior se desahoga escupiendo a alguien por haber nacido distinto... Da más pena que asco.

Hago una pausa consciente de que no es a el a quien se juzga.

-Es cierto, lancé una piedra y acerté.-Admito con sequedad.-Mi única falta es no tener mala puntería. Actué como el hijo de perra al que quería castigar se merecía. ¿Merezco acaso castigo por ello? ¿Acaso lo quehayan podido hacer los orcos es ecusa para el pero no para mi?

¡¡Basta de sandeces!! No estamos valorando al soldado, si no a tí. El soldado ya recibirá su castigo si lo estimo oportuno. ¿quién eres tú para decidir quien es merecedor de ser jinete de Rohan?. Un ataque a un soldado rohirrin se castiga con la muerte en Rohan. Dá gracias que no estemos en Rohan y que estos días de festejo hagan que no derrame sangre, pero muéstrate con respeto o ni el mismo rey de Gondor hará que tenga clemencia.

No tengo prejuicios con los de tu clase, si bien es sabido que en Rohan apenás existen. Hace varios años que uno de tu especie me salvó la vida en una emboscada de orcos, más allá del Anduin. Tenía la misma lengua que tú, pero su nobleza era incuestionable, a la altura de cualquier rohirrin. Conozco la furia que lleváis dentro; aplícala en el momento adecuado, y contrólala en otros menos propicios. Tu fuerza y tu rabia pueden llegar a quitar vidas, pero también te puede costar la tuya.

-Disculpen, si me pudiesen prestar un momento de atención, gracias.-me adelanto y hago una reverencia al rey-

No hay duda de que mi compañero es culpable de atacar a un Rohirrin, en su defensa he de decir, que estabamos algo exhaustos y heridos por el viaje, seguramente eso sea lo que nublo su juicio. Nos dirigiamos a Valleyport y por el camino nos atacaron unos lobos, una osa nos bloqueo el paso y casi acaba con la vida de Morko, seguramente por ese contacto con la muerte estaba algo más... inestable, además de quedarnos sin provisiones-me aclaro un momento la garganta.- con esto no pretendo exculparle, sino intentar que ustedes comprendan que en ese momento su juicio estaba algo nublado, por lo que me gustaría ofrecerles una pequeña propuesta, yo sano a su jinete ahora mismo y me encargaré de controlar los impulsos de nuestro compañero haciendome responsable de cualquier acto futuro que pueda realizar.

Apelo a su sabiduría y clemencia, pués los caminos son peligrosos y no creo que usted quiera estar con un jinete indispuesto, ni nosotros con un compañero menos.

-En ningún momento hemos querido poner en duda vuestra autoridad, Majestad, simplemente tratábamos de defender el honor de nuestro amigo. Las acusaciones al soldado en ningún momento pretendían poner en duda el honor de los Rohirrim ni el pueblo de Rohan... Lo que queremos que entienda es que de nada es Morko culpable salvo de defender su honor.

-Se lo que llevo dentro, rey Eomer.-Respondo tratando de calmarme.-Y veo que lo entendeis mejor que la mayoría. Se que no actué bien, pero está en mi naturaleza reaccionar así.

Además, he vivido con los orcos desde que tenia apenas una decena de años hasta que tuve la fuerza suficiente para matarlos a todos y escapar. La mitad de la vida que he vivido ha sido con ellos, aunque fuera como un preso, y eso no desaparece de la noche a la mañana... por más que uno quiera.

Llevo desde entonces matando orcos en nombre de mi señor, el dragón llamado Nimaug, de la progenie del terrorifico Smaug. Doce han caido bajo mi espada hasta la fecha y ese era el motivo que me llevaba a acompañar a estos hombres.  

Orgen, el soldado que fue herido se encuentra casi restablecido, aunque acepto de buen grado su disponibilidad para sanarlo completamente. Este altercado ha sido un accidente, estoy de acuerdo, aunque mis jinetes esperan algún castigo para Morko, lo cual es comprensible.

Se me ha ocurrido una idea que suavizará todo el asunto. Una vez Orgen esté curado completamente, pelearás contra él. Sin armaduras y sin armas. Qué mejor para el ánimo de los soldados que una buena pelea. Así tendréis ambos la ocasión para zanjar vuestras diferencias. No se diga más, clérigo ve a curar al rohirrin y tú prepárate, Morko. Lo anunciaré a mis soldados y en una hora nos vemos en el patio.

-Por mi parte, tampoco estoy restablecido del todo.-Digo con una inclinación de cabeza.-Un altercado con una osa me dejó algo indispuesto. Sería un honor que Saldur se ocupase de mis heridas para pelear en igualdad de condiciones. 

Debo decir que vuestra decisión me parece acertada, mi señor Eomer, como sin duda se lo parecerá a vuestros soldados. Ciertamente habéis sabido escoger la opción más satisfactoria para todos.

-Me voy a comer vivo a ese hijo de puta.-Pienso mientras me inclino y hago una profunda reverencia.

Cierto, entonces, si me lo permite Rey Éomer, en nombre de la equidad también restableceré a mi compañero.

Una hora más tarde en el patio de la posada todos los rohirrin, Astomer y el rey Éomer, junto con nuestros personajes se preparaban para la pelea. Se veía el oro salir del bolsillo de los rohirrin, apostando por uno u otro contrincante.

 Por otro lado, Morko y Orgen se quitaban sus armaduras prestos para dar caña.

Vamos a ver de qué eres capaz, además de tirar piedras por la espalda. En esta ocasión mi puño te hará mas daño que el escupitajo, sucio orco de mierda.

-Bla, bla, bla.-Respondo poniéndome en guardia.-Eso se te da casi tan mal como escupir, pero no te preocupes, en breve no querras ni podras hacer ninguna de las dos cosas. Ahora es la hora de que hablen los puños.

¡AAAAAAAAAGH!-Grito con una voz casi gutural mientras tenso mis músculos y dejo salir mis colmillos.-¡UAAAAAAAGH!

En ese instante me lanzo hacia el enemigo y trato de encajarle un puñetazo con todas mis fuerzas.

Rápidamente le intento dar un puñetazo que acierta en toda la cara. El semiorco está furioso, pero así su defensa disminuye.

No obstante, también recibo un golpe del semiorco.