Partida Rol por web

Un hormigueo empieza a recorrerte todo el cuerpo nada mas terminar las ultimas palabras del ritual, provocando un picor incontrolable que cesa en unos instantes. Todo lo que ves adquiere primero un tono ambarino, que rápidamente salta a grisáceo y después a un conjunto multicolor que te hiere la vista.

Tras un par de cambios mas, todo regresa a la normalidad. Ahora la puerta de la biblioteca se encuentra cerrada y no queda nadie a tu alrededor. Girando la cabeza puedes ver por la luz que entra que has llegado al momento previsto, pero aparte de eso no puedes moverte.

Repentinamente vislumbras algo en la abertura, una figura que no alcanzas distinguir con claridad pero que es claramente humanoide. De repente se produce un fogonazo que te hace apartar la vista un segundo, al alzarla de nuevo ves como un sucesión de hechizos de Ignem se vuelcan sobre la zona, atacando al intruso, pero extrañamente no se produce ruido alguno. A pesar de la potencia liberada cuando las llamas se disipan puedes ver lo que desgraciadamente ha de pasar; el hombre se encuentra intacto.

Levitando hasta las escaleras, desciende con suavidad sin hacer el menor ruido. Esta justo a tu lado y a pesar de que saber que no estas realmente allí, su presencia te produce un temor irracional. Abre la puerta y cruza el umbral con pasos largo y firmes hasta que es detenido por el bibliotecario. Pero aunque el hechizo empleado contra el intruso parece muy poderoso, se deshace sin causar daños.

Entonces todo ocurre en un abrir y cerrar de ojos, el hombre esta detrás del bibliotecario y levanta un puñal que reluce con un brillo anaranjado antes de clavarse en las carnes de su victima, que exhala un grito desgarrador que no puedes oír*. Agarrándola por el cuello, sigue descargando puñaladas hasta que parece quedar satisfecho.

Sin perder mas tiempo, arroja el cadáver y va en busca de su verdadero objetivo. No puedes verle desde tu posición, pero cuando sale ves en su mano un volumen pesado de encuadernación simple con un símbolo en la portada, un triangulo invertido. Salta al vacío y de nuevo levita hasta la abertura, donde desaparece.

Unos pocos minutos después ves como el grog sube las escaleras a toda prisa, mirando temeroso hacia un lado y otro. Al encontrar el cadáver del bibliotecario, sale corriendo para avisar a los magos, como bien sabes. Pero ya no puedes ver nada más. El hechizo ha concluido y te encuentras de nuevo entre Papagena, Tortious y Atalantios, que esperan tus respuestas.

Armand se había quedado rígido, en un trance inducido por las visiones que iban apareciendo en su mente. En un momento determinado, su frente se había perlado de sudor, y en otro, parecía haber estado a punto de proferir un mudo grito. Pero fuera de eso había permanecido quieto, mudo, durante un rato tras realizar el ritual. 

Repentinamente, se removió, y abrió los ojos, suspirando pesadamente. Entonces miró a los sodales presentes y se aclaró la garganta, mientras repasaba sus ideas y la visión. Las primeras palabras sin embargo no fueron relativas a lo que había visto

- Gracias por tus protecciones sodal Papagena - dice con una sonrisa agradecida y cortés, para luego adoptar un tono serio, profesional, y hablar a todos los magos- No fue un asesinato. Fue un robo. El matar al bibliotecario fue meramente para quitarse una molestia. Quería robar, y de hecho lo hizo, un libro. Un volumen pesado de encuadernación simple con un triangulo invertido en la portada. El asesino y ladrón era un mago, por supuesto. - señala la apertura- Entró por ahí, en efecto. Hubo un fogonazo, seguido por una sucesión de conjuros de ignem, pero no le hicieron nada. Entonces bajó levitando. Había algo en su presencia... en su forma... algo que hacía temerle irracionalmente. Un aura de pánico quizás, o de poder bruto - tras describir al intruso Armand sigue hablando- El biliotecario lanzó contra él un hechizo poderoso, pero este se deshizo sin causarle daños. Entonces el hombre realizó algún conjuro para ponerse detrás del bibliotecario, y levantó un puñal que brillaba con un tono anaranjado. Y lo clavó repetidas veces en el bibliotecario - se calla y se vuelve a aclarar la garganta antes de seguir- Luego tomó el libro que os he indicado, volvió a ascender levitando hasta el hueco... y ya más tarde llegó el grog

Justo en ese instante volvió Excelsius de su ronda por la zona de visitantes con su sabueso, ya reconvertido en una estatua burda que tal vez algún día mejoraría.

-No había más rastros que el que había localizado el huargo, vamos, una pérdida de tiempo... ¿Me he perdido algo? Tenéis las caras que son un poema de concentración. ¿Alguien me hace un resumen? -solicitó con toda la naturalidad el Jerbiton.

No dijo una palabra cuando siguió a Oskari por las escaleras. No tenía ganas de hablar con nadie, y mucho menos tenía ganas de estar en compañía de aquel ser... asqueroso. Por los dioses*, ¿no podría quedarse con los de la biblioteca? Tenía que ir con ellos para molestarle a él... O para intentar apoderarse de los méritos. Demasiada rata había encerrada en esa cloaca. 

Estaba claro que el salvaje controlaba de huellas. Le siguió sin rechistar, cosa extraña en él. Tenía ganas de gruñir por lo bajo, pero se abstuvo. Tenía que dar una buena impresión, ganar algún aliado, y luego ya se mostraría tan egocéntrico como siempre. 

Al girarse hacia ellos entendió que estaba esperando que aportasen algo, si es que tenían algo que aportar. Asintió con la cabeza lo suficientemente visible como para que el mago comprendiese que le había escuchado, entendido, y que no tenía nada que aportar. Al menos, de momento. 

Armand observa como llega Excelsius y asiente unos instantes. Luego mira al resto de sodales, para que intervengan, y no tener que repetir lo mismo que ha dicho hace unos segundos. Ante el silencio suspira, sonrie y mira a Excelsius

-No fue un asesinato. Fue un robo. El matar al bibliotecario fue meramente para quitarse una molestia. Quería robar, y de hecho lo hizo, un libro. Un volumen pesado de encuadernación simple con un triangulo invertido en la portada. El asesino y ladrón era un mago, por supuesto. - señala la apertura- Entró por ahí, en efecto. Hubo un fogonazo, seguido por una sucesión de conjuros de ignem, pero no le hicieron nada. Entonces bajó levitando. Había algo en su presencia... en su forma... algo que hacía temerle irracionalmente. Un aura de pánico quizás, o de poder bruto - tras describir al intruso Armand sigue hablando- El biliotecario lanzó contra él un hechizo poderoso, pero este se deshizo sin causarle daños. Entonces el hombre realizó algún conjuro para ponerse detrás del bibliotecario, y levantó un puñal que brillaba con un tono anaranjado. Y lo clavó repetidas veces en el bibliotecario - se calla y se vuelve a aclarar la garganta antes de seguir- Luego tomó el libro que os he indicado, volvió a ascender levitando hasta el hueco... y ya más tarde llegó el grog

-Oh, vale, nada nuevo. Bueno, nada inesperado, perdón -rectificó el Jerbiton en tono condescendiente, como disculpando al lanzador del ritual de Sombras del Pasado por no poder aportar nada mejor- Ummmm, ¿entonces no se le ha visto el rostro? Si se le ha visto la cara con un hechizo de Creo Imaginem se podría enseñar a los magos del Tribunal, seguro que alguien lo reconocería. Y... ¿se ha hecho ya el recuento? ¿No falta nadie? Es decir, de los que vinieron al Tribunal supongo que no falta nadie, sería demasiado evidente, pero ¿podría confeccionarse un listado con los magos que no vinieron al Tribunal pero constan inscritos?

Rechinando los dientes, murmura-Maldito hijo de puta, es increíble que pueda haber sorteado mis trampas con tanta facilidad-su tono de voz es tan bajo que parece hablar consigo mismo mas que con los presentes.-Cuéntame mas de su apariencia-exige a Armand-quizás con eso podamos allanar camino. ¿Pudisteis ver si usaba magia hermética? ¿O portaba algún objeto mágico?

Con el rostro surcado de arrugas de preocupación, responde a Excelsius-Eso podemos comprobarlo en un momento, ¿pero de verdad creéis posible que haya sido un sodalis quien cometa tan espantoso acto? No dudo de la presencia de un traidor-mira con cuidado u de reojo a Tortious para asegurarse de que no le escucha-pero no creo que se atreva a mancharse las manos de sangre, de tener mas valor se habría encargado el mismo del robo y no necesitaría un compinche. Además se requiere un enorme poder para romper las defensas de este lugar....

Lanzando un largo suspiro, extrae de su túnica un pergamino algo grueso que desenrolla-Aquí esta, veamos...-examináis detenidamente el escrito, que esta lleno de tachones-Estos son los magos que delegaron su voto a un representante de su Alianza, como es el caso de Septimus-explica y a continuación señala el nombre del susodicho, que tiene un círculo al lado. La búsqueda no os detalla mucho, es cierto que hay varios magos que faltan, pero se cuentan entre los Merinitas y los Bjornaer, que son poco dados a estos encuentros, y algunos otros.

Tras comentar mis descubrimientos a los que venían conmigo, vuelvo a mirar las huellas pero dejando la mente en blanco, haciendo un cálculo aproximado por la frescura del rastro y la tierra, nos sacaba más ventaja de la que pudiéramos cubrir. Dando un golpe a la tierra me levanto y encaro, nuevamente, a los magos que decidieron venir a mirar, porque lo que es colaborar no.

-Lo dije durante la reunión y lo vuelvo a decir ahora, todo el tema de la lectura mental y demás discusiones no han sido más que pérdidas de tiempo, y eso hace que ahora paguemos las consecuencias. El rastro tiene al menos dos horas y esa es la ventaja que nos saca... muy difícil, pero no imposible de seguir.

Las huellas ya no iban a decirme nada más, así que salvo que el resto quiera intentar algo, no tenía nada más que hacer allí. Aunque me entristecía volver al interior de la Domus, tenía que dar parte de lo que había encontrado. Con suerte saldríamos en su búsqueda... ojalá.

Definitivamente no tenía nada nuevo que aportar. El salvaje tenía buen ojo prestando atención a los detalles. ¿Un mundano? No, él tampoco creía que se tratase de un mundano.

-El hecho de que haya roto todos los hechizos de seguridad nos muestra que desde luego no ha sido ningún mundano. Además de que seguramente eso le haya inflado el ego y no se haya ni molestado en borrar sus propias huellas, se considera demasiado poderoso como para que nosotros le derrotemos.- Escuchó las palabras de Oskari y comenzó a darse la vuelta despacio.- No perdamos más tiempo. Tenemos que seguir ese rastro cuanto antes, y primero hay que dar parte de lo descubierto. - con aires de superioridad comenzó a andar hacia el interior de la domus deshaciendo sus pasos, encabezando el pequeño grupo. 

La situación se complicaba, un adversario poderoso, circunstancias adversas, y un Tremere confiado.

-Estoy de acuerdo Oskari, en la realización de esa prueba se perdió un tiempo valioso y vital para la investigación.- Dijo Remiel- Lo que nos podría llevar a pensar a que quizás alguien ayudó desde dentro, ganándole un tiempo valioso con un prueba claramente innecesaria- mientras se acariciaba su cicatrizado mentón, cuando escuchó en comentario de Septimus- No creo que lo vayamos a tener tan fácil. Uno no llega a ser tan poderoso sin ser igual de precavido. Deberíamos ponernos en lo peor, así las posibilidades de sorprendernos serán mínimas, si empezamos a pensar que nuestro enemigo tiene debilidades, nos confiaremos nosotros.-Advirtió Remiel- Quizás Excelsius podría seguir el rastro con su magia de Terram.

Parece que el criamon tenía una opinión parecida a la mía con el tema de la lectura mental, ya era algo. Por otro lado, Septimus, el tremere, ya había empezado la marcha hacia el piso superior de la Domus, donde estaba el resto del comité de investigación.

-Hemos sacado algo en claro aquí abajo, veamos si nuestros camaradas han tenido la misma suerte allí arriba.

Confiaba en que hubiera sido así, ya que si sólo teníamos la dirección que había tomado, sería como una aguja en un pajar si no sabíamos nada más aparte de que era un varón de estatura media y que camina sin demasiado peso. Con pasos nuevamente tranquilos, comienzo el ascenso hacia la biblioteca.

- El conjuro no permite sonidos, como bien sabeis, primus  - responde Armand tras unos segundos- No puedo asegurar si habló o no, puesto que su rostro estaba cubierto con una máscara de hueso. No hizo gestos tampoco... pero eso no significa que los conjuros que usó, levitar, teletransportarse, algún conjuro quizás sobre la daga, no fueran herméticos. Aunque evidentemente eso implicaría un mayor poder.- se queda pensativo, recordando bien la imagen- La máscara de hueso cubría toda su capa, excepto ojos y boca. Era extraña, recargada, con cuatro pequeñas excrecencias de hueso rodeando la boca. No parecía de ningún animal reconocible. Iba totalmente cubierto, salvo algunos dedos de sus manos, que salvo los mismos estaban enguantadas. Una capucha negra, y amplia cubría la máscara de hueso, llegando hasta la parte superior del torso, y el resto de su cuerpo estaba protegido por una túnica de color gris oscuro. Un cinto de cuero, con inscripciones, se encontraba en su cintura y una especie de brazalete de cuerda trenzada cubría sus muñecas y antebrazos. Llevaba una vara de madera con forma de Y - explica Armand 

Armand mira a sus compañeros y se acaricia el mentón, de forma pensativa

- Provisiones para varios días. Y un buen guía que conozca la zona. Creo que eso es lo principal. No creo que haya tiempo que perder. ¿Alguna cosa más que necesitemos sodales? - luego parece recordar algo- ¿Cual es el libro que se llevó? ¿por qué alguien mataría por el?

-Visto lo visto parece que vamos a tener que viajar y cuanto antes partamos, mejor. Necesitaremos un caballo normal para mi, no sé si algún otro puede montar en monturas convencionales, si pueden, pues otros tantos. Los que no, con caballos acostumbrados al don o hechizos de Rego Animal para calmarlos. La Mercere imagino que viajará a lomos de su huargo. Y el Bjornaer... bueno, seguro que se puede transformar en algo apropiado, o puede montar, no sé. A ver, qué más... sí, pergamino y tinta, eso siempre es útil. Un mapa de la zona tampoco nos iría mal. Un guía de la Alianza, casi incluso mejor que el mapa. Bueno, que no sean excluyentes, nos llevamos los dos. Ummm. Cuerda, no sé, eso siempre se lleva en un caballo y siempre le podemos encontrar una utilidad. Oh, sí, ¡y agua y comida! -añadió satisfecho de si mismo Excelsius por no olvidarse nada importante. O al menos eso pensaba.