Partida Rol por web

Asiento ante las palabras de Remiel, si había que esperar al alba, mejor descansar ahora que se podía que tener que soportar el cansancio al día siguiente. El día de mañana sería muy largo, o quizás demasiado corto.

-En ese caso, yo también me iré a descansar -busqué a Ghassân con la mirada, pero al ver que no estaba allí me fui directo a la habitación, pensando que ya se habría retirado a su cuarto-.

Mientras subía las escaleras* iba pensando en todo lo que se había dicho, ajos, agua bendita, algún extraño plan por parte del poco agraciado acompañante de Papagena, la misiva para avisar a Val Negra... demasiados cabos sueltos y nadie que hiciera buenos nudos, estábamos condenados al fracaso. Nuestro rivales eran criatura sobrenaturales, y no es que nosotros los magos seamos muy naturales, con un poder suficiente para rivalizar con tres de nosotros. No, la cosa no pintaba bien para nosotros.

Tras acordar el plan de actuación, vuestros jergones os reclaman para un merecido reposo, que para unos es mas fácil de alcanzar que para otros. En otra parte de la ciudad se afanan por apagar los fuegos que ya se han extendido a varios edificios más y que cuesta horrores controlar, como si no fuera un fuego normal, sino uno enviado por el mismo Satán. TRas largas horas, todos los fuegos son sofocados, no así el llanto de las familias, que lo han perdido todo.

No os despierta el canto del gallo como de costumbre, sino la mano férrea de un grog que os comunica con preocupación-Amos, debemos partir de inmediato y dejar atrás esta ciudad. Ya se escuchan rumores que asguran tuvisteis que ver con los incendios de anoche...no creo que tarden mucho en venir a buscaros. Parece que el conde está furioso...

Excelsius despertó pronto, feliz, como solía pasarle, pues no conocía de preocupaciones a buena hora de la mañana. Se desperezó y trató de centrar su atención en las palabras del grog.

"no creo que tarden mucho en venir a buscaros"

Preocupante, ciertamente, pensó para sí el Jerbiton. Ciertamente él no tendría muchos problemas para desmentir cualquier acusación, gracias a su Don silencioso y al ser un masón de viaje, una excusa bastante buena en realidad para dirigirse a cualquier lugar. Otra cosa sería lo que iban a pensar de los magos con el Don más ostentoso.

Excelsius se afanó a recoger sus cosas (ya preparadas para partir desde antes de acostarse) y fue rápidamente a encontrarse con sus sodales.

-Tal vez deberíamos cambiaros el aspecto... para que aunque os busquen no puedan encontraros. ¿Unos monjes de paso, tal vez? -sugirió en voz baja Excelsius.

Asustado, Remiel salta de la cama; durante unos segundos parece sentir cierta confusión entre el sueño y la vigilia, sin tener del todo claro si ya está despierto... pero tras parpadear un par de veces logra enfocar al grog que le está advirtiendo del peligro que se acerca.

Vete a advertir a los demás; nos encontraremos abajo.

Una vez el grog ha abandonado la estancia, Remiel conjura un Aura de Líder a su alrededor, que siempre facilita el trabajo antes de mantener una conversación con meros mortales. Tras notar como la esencia de la magia se mezcla con su ser, ya más seguro de sí mismo, agarra su escaso equipaje, sale de su habitación y baja las escaleras, esperando encontrarse allí con el resto de sus compañeros.

Sí, un disfraz sería de lo más aconsejable; no queremos que nos detengan precisamente ahora.

Papagena aparece con los pelos alborotados, los ojos entrecerrados y mirando a todos como si no acabara de enterarse bien de lo que pasaba.

- Eh... si... un disfraz... bueno, yo tengo paso franco... -dice mostrando bajo su capa el gorro rojo propio de los Mercere- pero... supongo que podria engatusar al guardia de la entrada un poco...

Sonrie ante la perspectiva de ligarse a un hombre de buena mañana.

- No creo que me costara mucho... y os facilitaria el paso si esta distraido... -se rie brevemente imaginandolo- no creo que estemos en condiciones de andar con remilgos si os estan buscando para ahorcaros de la torre mas alta de la muralla.

Como cada mañana que me despiertan, y no lo hago por voluntad propia, tengo un humor de perros y respondo más seco y cortante de lo habitual. Abro los pesados ojos y miro a Ghassân, poniéndome al día. Bufo, incluso gruño, y me quedo mirándolo, sentando en la cama.

-Prepara las cosas, nos iremos pronto.

Le dejo allí, cumpliendo su labor, y me dirijo al piso inferior. Por las escaleras, me atuso la barba para quitar los enredos y me acomodo el pelo. Ya tan temprano están con esa incesante charla que nunca acaba, ¿cuando aprenderán que no hace falta hablar todo el día? Sin decir ni una palabra, sin mirar a nadie en concreto, me siento a la mesa y llamo para que me atiendan.

-Una cerveza templada y algo de comer consistente, carne a poder ser -lo más importante para empezar el día es comer algo, con el estómago lleno la cosa se ve de otra forma, por no hablar de que puedo soportar mejor a mis, impuestos por el azar, compañeros-.

Armand odiaba despertarse así, pero aún detestaba más haber cometido un error tan grave y estúpido. Desdeñar a los humanos, considerar sus temores y deseos despreciable, hasta el punto de no hacer caso a la posibilidad de ser culpables de un incendio... no era digno de él. Para nada. Pero reprocharse no servía de nada

- Vámonos, en efecto - dijo poniéndose en pie- No tenemos tiempo. El guardia no hay problema. Pero si puedes conseguir convencerlo para que nos deje pasar, mejor que mejor, eso está claro. La idea de unos monjes de paso no es mala... pero hay que salir ya. No podemos permitirnos que esto se convierta en una cacería. ¿Alguien tiene algun conjuro que pueda modificar en algo nuestro aspecto durante un par de horas?  

El área de conocimiento mágico de Remiel estaba en el polo opuesto de las apariencias; él se había concentrado en estudiar la esencia del ser, no su fachada.

En esto no podré ser de mucha ayuda; si al fin nos enfrentamos al demonio es posible que haya estudiado algún conjuro que nos resulte útil; pero no por ahora, lo siento.

Bien pensado, no estaría de más que dedicara algo de tiempo al estudio del cambio de imagen; Remiel recordaba varias ocasiones en las que su vida habría sido mucho más fácil si hubiera podido esconder aquellos tatuajes que cubrían su rostro.

No es difícil despertar a alguien que no está dormido. Había dormido con Papagena*, pero su calor no me había reconfortado en lo más mínimo. Había pasado la noche en vela, aún estando tumbado en "reposo", pero no conseguía pegar ojo. La imagen de la muchacha se intercalaba con imágenes de la mujer que había amado, particularmente de sus últimos momentos, entre las llamas que yo mismo había provocado para defendernos. No muchos sabían eso en la Orden.

Ya abajo, escucho las preguntas y respuestas de todos con cara de exactamente lo que había hecho, no haber pegado ojo, y medito si podría llegar a lograr ese cambio que pedían. Aunque, a las claras, nuestras descripciones no era lo más importante, lo que podía granjearnos problemas era lo notorio de nuestro Don.

- Creo que no es tan difícil eso... -digo, comenzando a concentrarme para lanzar el conjuro y cambiarme por alguien del montón, que no destacase mucho.

Tras el intento digo:

- Lo que puede ser más complicado es el Don...

Despejandose un poco se revuelve el cabello, se atusa la ropa y se coloca el pecho un poco dejando entrever algo mas de carne que antes.

Algun huesped que se estaba levantando en aquel momento vio a la semifeerica en todo su esplendor.

Luego se tira la pereza y se frota un poco la cara eliminando los ultimos restos del sueño. Parecia una gata completamente. Se acerca a Aigor que andaba con unas profusas ojeras signo de haber estado de vigilia toda la noche y le da un beso en la mejilla "Hazte cargo de Jax porfavor".

Se dirige hacia la salida dispuesta a ir a la puerta por donde el dia anterior habian entrado, al pasar junto a Barry le da un azote en el culo como cuando se espolea a un caballo y le regala una sonrisa picara, al pasar ve que ayer dejaron una jarra medio llena en la barra, le pega un trago largo, mas tarde le serviria que oliera minimamente a alcohol.

- Os espero en la salida de ayer...

Cierra tras ella la puerta de la taberna y camina por los callejones casi vacios, los primeros signos de actividad comenzaban a aparecer, de alguna chimenea comenzaba a salir humo con lo que se podia suponer que habia una panaderia bajo ella. Una vez llego a la esquina que habia que girar para ir a la entrada decidio echar un vistazo.

5... Por todos los espiritus del bosque, 5 guardias y no parecian muy amistosos... 

Se vuelve a ajustar su pechonalidad y sale de detras de la esquina.

- Buenas chicos... ¿Donde esta la gente? -se acerca jovial a la guardia tratando de hacer caso omiso a lo que imponen- Parece que ha habido fiesta esta noche ¿No? -se acerca hasta agazaparse en el pecho metalico de uno de ellos- es una pena... por que yo me he quedado con ganas de fiesta...

Pone una carita entre juguetona e infantil mientras deja que el leve aroma a cerveza les llegue para dejar claro que podia ser una "presa facil"

Armand asintió a las palabras de sus compañeros, y como alguno de ellos, también procedió a modificar su aspecto cambiándolo por el de alguien anodino, que no destacara demasiado. Su cara ahora era un problema, igual que la de todos 

Remiel, con unos rápidos gestos de manos, también cambia su apariencia, siguiendo la tónica elegida por sus compañeros.

No deberíamos entretenernos demasiado en la salida de la ciudad; cuanto más camino hagamos a la luz del Sol, más seguros estaremos y menos probable será que nos ataque la criatura.

Pero los servidores de la Oscuridad, como bien sabía el Criamon, no tenían reparos en contratar a otros para que les hicieran el trabajo sucio, y sus secuaces probablemente no tendrían ningún inconveniente en tratar de degollarles a plena luz del día en cualquier rincón del camino, o sea que pese a viajar de día más les valía estar atentos a lo que les pudiera suceder.

Y a que nadie les siguiera; en aquellos momentos Remiel no se fiaba ni de su sombra.

En otras circunstancias, los guardias no habrían mostrado el menor interés hacia una mujer ligera de cascos, sobre todo después de una agotadora noche ayudando a acarrear agua para apagar los incendios y antes de eso vigilar a la muchedumbre que se había reunido para la celebración. 

Pero Papagena era distinta, tenía algo...especial, no se podía definir de otra manera, no era como las fulanas de cualquier burdel de mala muerte. Los guardias se miran entre sí, dubitativos, sabiendo que lo que se les pasa por la cabeza no es la mejor de las ideas, pero sin acabar de decidirse.

Parecia que los guardias estaban algo indecisos sobre como actuar con la maga, puede que notaran algo en ella que no era normal, algo raro, algo opresivo. Para ella le era complicado ocultar su Don, pero estaban ocupados notando otro tipo de opresiones. 

Papagena acaricia el cuello de uno de ellos, se separa y dando un par de saltitos se situa junto a la puerta de la caseta de la guardia medio agazapada. Con un gesto rapido levanta con una mano parte de la falda de su vestido dejando al descubierto parte de su muslo y con la otra deja caer el cuello del hombro de la primera.

Mordiendose el labio inferior y con una mirada socarrona les dice.

- Creo que esto es escandalo publico... -deja sus ropas como estaba y junta ambas muñecas como si la fueran a apresar- merezco la picota... ¿No es cierto?

Mientras mastico y engullo con premura, ya que los comentarios del resto indican que nos iremos pronto, me fijo en que ya los había que habían cambiado su aspecto o terminaban de recitar las últimas palabras de la letanía. Esta era una de tantas situaciones incómodas en las que no sabía qué hacer o cómo decirlo. ¿Cómo sonaría que un mago le pidiera a otro que le lanzara un hechizo para cambiar su aspecto? Mal, eso seguro, pero estaba claro que no se lo pediría a Septimus, o tendría que estar escuchándolo el resto del camino.

Sigo alargando la agonía de ese momento mientras me queda comida en el plato, posponiendo el momento en que tenga que levantarme y decirle a uno de ellos que necesito ese encantamiento. Les miro y vuelvo a centrar la atención en el plato, aún no es el momento.

-Emmmm, ¿Os...lari? Eeeeh, sí, lo que sea... ¿No crees que tendríamos que ir yéndonos ya? No sé en qué bestia puedes transformarte, pero si no es nada que pase desapercibido en una ciudad, podríamos pasar por monjes. Va, amigo, yo te lo lanzo si quieres. Si hasta tengo el formuláico. Muto Imaginem.

¡Plin! El hechizo estaba hecho. Cara diferente, ropa diferente, incluso le había puesto una tonsura la mar de religiosa. Y el siguiente, sin darle tiempo al Bjornaer de protestar, fue él mismo, convirtiéndose al instante en otro monje con aspecto previsiblemente anodino, tonsurado y vestido con túnica basta y cordel de cuerda, como correspondía a alguien de su supuesta condición.

-¿Vamos? Una loca nos espera a las puertas de la ciudad...

Cuando Excelsius se refiere a mí, o eso creo porque se me queda mirando cerca, me quedo mirándole con cara de pocos amigos, aunque por dentro un poco aliviado al saber que no tengo que recurrir a mendigar un conjuro. Las palabras se acaban y mi aspecto varía. Sólo espero que no sea permanente, lo último que quiero es pasar el resto de mi vida con esta cara y esta calva...

Relajo, momentáneamente, la expresión de mi cara, o de la nueva cara en este caso, en un gesto agradecido hacia el mago, pero no duraría mucho.

-Si, será mejor que nos vayamos ya -respondo con tono seco y levantándome de la mesa, dejando unas monedas por el desayuno-.

Mientras vosotros aprovechabais para cambiaros, los grogs también han hecho de las suyas sobre todo gracias a la ayuda de Aigor, es increíble como ha conseguido convertir trapos viejos en unas ropas creíbles de monje. Antes de salir vigiláis que nadie os vea, pues sería sospechoso un gran numero de monjes saliendo de una taberna.

Por lo menos ate los lugareños los disfraces parecen funcionar, pues nadie os impide el paso ni se encara con vosotros, lo cual es de agradecer porque empiezan a registrar todas las posadas y en sus rostros hierve la ira. Finalmente llegáis a las puertas...que misteriosamente no están vigiladas. Que raro con todo lo que ha pasado debería haber guardias, ¿no?

Al llegar a las puertas se detiene mirando las mismas un momento. No es normal que estén abiertas, ni de broma. 

- ¿Donde están los guardias? No es normal que a estas horas, y con lo pasado, las puertas estén abiertas y sin vigilancia - no grita pero sí levanta la voz lo bastante como para que puedan escucharle si es que hay cerca personas ocultas

Espero a que los hermanos terminen sus preparativos, pues me había adelantado un poco en comer y hacer el hechizo (sabía que con lo poco que había dormido iba a necesitar esa energía extra), y después nos encaminamos juntos hacia las puertas. Bueno, la triquiñuela daba efecto con estos palurdos mundanos.

- Sí, no es normal, sospecho que es una eventualidad que no se repetirá a menudo. Vamos. -digo, sin más palabras, dejando claro que me imaginaba qué estaba pasando.

Sospecho que hay otras cosas abiertas, aunque con más vigilancia.