Partida Rol por web

La llegada de Remiel corriendo mientras hablábamos con la pequeña hada me hizo palidecer un poco con las nuevas que traía. Eso era malo. Eso era jodidamente malo.

- Pix, ¿no podrás sacarme de aquí? Sólo al exterior, donde esté fuera de los hechizos de esta Domus. No se de cuánta magia dispongas, pero creo que va a ser mejor cortar por lo sano, si podemos. -digo, lanzando una mirada significativa a Armand.

Iba a intentar utilizar el portal de Hermes.

Excelsius se reunió de nuevo con sus compañeros en la sala, siguiendo al eufórico Remiel, con aspecto de estar considerablemente menos eufórico, como meditando las palabras que diría a continuación. Seguro que llevaba un gran discurso en mente. Su gravedad en la pose apuntaba con decisión a ello.

Entonces vio al hada.

-¿Es un hada? ¿De verdad que es un hada? ¡Nunca había visto una! ¡Qué hermosa! ¿Puedo acercarme para verla con más detalle?

Y su discurso había trocado en una lluvia de preguntas casi infantiles...

Con la vuelta de Excelsius y Remiel volvíamos a estar todos juntos, en nuestro calabozo particular. Me sorprendió verlos volver, creí que tardaríamos en verlos o que no nos veríamos de nuevo. Pero tras escuchar la proposición de Remiel, estaba claro el motivo por el que habían venido.

-Si pretendes que vayamos a ese viaje, podrías contarnos un poco más, como por ejemplo, ¿dónde está ese lugar de poder? -tengo que reconocer que no pensaba que lo conseguirían tan rápido, y ya había despertado cierta curiosidad- y el resto de cosas que hayáis averiguado. Toda información siempre es poca.

Clavo mi vista en Remiel, que era el que parecía más dispuesto a hablar. Excelsius estaba poniendo su atención en la pequeña luciérnaga.

- Sodales Remiel y Excelsius... creo que olvidáis que no somos huéspedes, sino presos. Aun cuando seamos presos tratados agradablemente. Cuando os fuisteis tuvimos unas palabras con el vampiro. Y puedo aseguraros que no estamos a salvo aquí. En absoluto- tras las palabras mira a Barry a a Pix- Gracias, Pix, cuando quieras, podamos proceder. Y Barry.... de acuerdo, y conforme hablamos.

Remiel no entendía por qué querían marcharse ahora sus compañeros; su misión no había concluído, ¿por qué retirarse?

Pues si aquí no estamos seguros, ¿a qué demorar nuestra partida? Mañana por la mañana partiremos a la búsqueda de un poderoso regio que hemos descubierto descifrando el diario que Arcturus robó. En este regio se esconde un gran poder, que puede ser de gran ayuda para la Orden de Hermes. Si no confiáis en Arcturus, ¿qué mejor modo de asegurarse que no va a usarlo para algún propósito malvado que estar cerca de él? 

Compañeros; marcharse ahora es una irresponsabilidad, y si creéis que Arcturus es un traidor a la Orden, más aún.

Niego con la cabeza al escuchar hablar a Remiel por última vez. Tendría más información que nosotros, puede que alguna promesa vacía o, quien sabe, simplemente es incauto.

-A ver... Remiel, el problema no es la ubicación, sino la compañía con la que ahora pareces trabajar codo con codo. La situación es más fácil de lo que piensas -me levanto del suelo, esto se estaba poniendo interesante-. ¿Quién crees que da las órdenes en esta fortaleza? Te daré una pista, no es Arcturus, él sólo ha sido una herramienta para conseguir el diario. Vais a encontrar ese loquesea de poder para alguien que no tiene interés en compartirlo con la Orden -cosa que a mí personalmente me da igual-. Hablando claro, vas a hacerle el trabajo sucio a un enemigo de la Orden y, por supuesto, te van a matar en cuanto lo encontréis. ¿Quieres irte con Arcturus y sus bestias de paseo? Estupendo, pero más vale que pongas tus asuntos en orden antes de morir. Y eso va también por ti, Excelsius -señalo a éste último-.

Casi al mismo tiempo que Oskari está hablando, aparece Jax desde un corredor lateral con aspecto de estar sumamente molesto. Vamos, igual que todos estos días en los que ha permanecido encerrado. Al parecer ha captado la presencia del hada, pues se dirige sin demora hacia donde está esta. Tras unos leves olfateos, deja escapar un gruñido a medio camino entre advertencia y conformidad.

Como si esto fuera la señal establecida, el hada se levanta por encima de todos vosotros con una risita-¡Todos estar ya juntos, ser momento de viajar, jiji! -y dicho esto se deja caer al suelo. Nada mas entrar en contacto, este se convierte en una extraña sustancia líquida de color oro que os traga a una velocidad sorprendente.

Es como caer desde un sitio muy alto, envueltos de una potente luz dorada que os ciega por completo. No notáis viento, sino como si os deslizarais a través de una sustancia viscosa, una sensación harto incómoda. Pero peor aún es la llegada. El impacto contra algo duro os corta la respiración y formáis un revoltijo, aplastándoos mutuamente los unos con los otros. Al mismo tiempo, la insufrible risa aguda de Pix (el hada) se os clava en los oídos, de alguna manera notáis como revolotea a vuestro alrededor.

Al aclarar vuestra vista os percatáis de que ya no estáis en la Alianza. En su lugar os encontráis en una cueva de pequeñas dimensiones, con el espacio justo para caber unos y otros. Solo una salida delante vuestro, un túnel iluminado por antorchas. ¿Estaban apagadas al llegar vosotros? No podríais decirlo con certeza.

Remiel se levanta, medio sorprendido, medio cabreado.

¿Qué está pasando aquí? Nosotros venimos a convenceros, sin trampa ni cartón, dispuestos a contaros todo lo que sabemos y a ofreceros la oportunidad de venir con nosotros o no hacerlo, y vosotros... ¿¡Nos secuestráis!? ¿Sabíais que esto iba a ocurrir?

¿Y por todos los Pater Fundadores, por qué narices os fiáis de una hada?

Remiel había actuado con toda sinceridad con sus compañeros, y esperaba el mismo trato por su parte.

Yo, que había ido a aterrizar boca arriba con la cara bajo el vientre de Papagena, la pierna izquierda bajo el torso de Oskari y la derecha sobre su cuello, me debato un poco para sacar la cara de ahí y respirar mientras Remiel se levantaba y nos soltaba un medio discurso que apenas alcanzo a escuchar, respondiendo así con un elocuente:

- ¿Eeeeeeehhhhh? -muy elocuente en cuanto a mi nivel de confusión inicial, desde luego- No, no, no teníamos ni idea de que haría algo así de repente, ¿o acaso nos veías muy preparados para el aterrizaje? -respondo haciendo un gesto con la mano al revoltijo de brazos y piernas.

Retiro la pierna derecha del cuello de Oskari apoyando el pie en el primer hueco despejado que encuentro y le digo:

- Sodal, me gustaría salir de aquí pudiendo andar aún... -comento notando como el Bjornaer me aplastaba.

- No, Remiel, evidentemente no sabíamos lo que iba a pasar- el tono de Armand era de enfado mientras, a duras penas, lograba ponerse en pié- Pero quizás, solo quizás, debieras recordar quien te secuestró y cuales eran las obligaciones que nuestros hermanos de las alianzas nos encargaron. Puedo comprender tu interés por conocer lo que ocurre. Puedo incluso admitir que el comportamiento de nuestros captores, porque eso es lo que hemos sido, cautivos, te haya cautivado. Pero no estoy dispuesto a admitir que insultes a tus sodales que en todo momento hemos estado preocupados por tu seguridad. ¿Fiarme de un hada? Curiosas palabras de quien se ha fiado de un vampiro y de su siervo, cuando estos ni siquiera se han atrevido a decirte quién era su verdadero señor. ¿No has pensado que pudiera ser un demonio? ¿ni que eso pudiera significar que has estado a punto de cometer un delito contra la orden?

Tras su discurso empieza a buscar a Pix

- ¿Pix? ¿sigues con nosotros?

-¿Pero qué...? -fue todo lo que alcanzó a decir Excelsius cuando Pix comenzó a hablar y entendió que iban a viajar. Había dudado entre tratar de enfortecer su Parma o bajarla y al final había optado por... tanto daba, no le había dado tiempo...

En el revoltijo de piernas, brazos y torsos, a Excelsius le había tocado una parte casi central y superior, por fortuna para él, pero no para el resto, que tuvo que soportar que el tipo les cayera encima. Para levantarse, eso sí, tuvo algo más de cuidad, logrando no lastimar a nadie más en el proceso.

Una vez de pie, se volvió a colocar la ropa en su sitio, echando un vistazo furtivo hacia Papagena, que presumía debía estar haciendo lo mismo... ejem. Recuperó la compostura y sonrió sinceramente.

-Es la primera vez que un duende me teleporta. Curioso. ¿El aterrizaje siempre es así o es por la dificultad de llevar muchos pasajeros? -preguntó sencillamente al hada.

Ese hada había pasado en unos pocos segundos de ser considerada un objeto de admiración por su belleza, a un ser capaz de crear efectos de Rego Corpus de onceava magnitud en un instante y sin ni sudar. Sin duda un considerable incremento en la atención hacia Pix, y lo que podía desencadenar sobre ellos. ¿Vampiros? Ríete tú de ellos. Pix era poderosa...

Sus sodales insistían en discutir, cuando en realidad tenía poco sentido hacerlo. ¿Acaso veían alguna otra manera de seguir adelante que salir de la cueva? ¿Podían acaso regresar al encarcelamiento en la alianza "vampírica"? ¿Acaso lo deseaban? Ya fuera el capricho del destino o de esa traviesa hada, lo que estaba claro es que no podían volver atrás. Y tenían ciertos conocimientos que tal vez pudieran ayudar en todo aquello. Cosas que considerar, cierto, pero nada más que hacer que salir...

Mal asunto la teleportación que había hecho el hada, era como estar en las viscosas aguas de una ciénaga, que te atrapaban y tenía que luchar por mantener la cabeza a flote. La única diferencia es que aquí no importaba mantenerse fuera, sino salir de nuestra prisión lo antes posible, aunque el método no había sido el más cómodo.

Una dura caída sobre piedra, agravada por las extremidades del resto. Me sentía como un viejo achacado a los dolores propios de la edad, por suerte esto se me pasaría pronto. Cuando Barry me quita la pierna del cuello levanto la espalda para liberarle su otra pierna, sobre la que habría caído. Crujo el cuello a ambos lados y me levanto crujiendo la espalda crack crack crack.

Intento mantenerme al margen de la conversación, ya estaba fuera y era libre. Si querían volver corriendo a las faldas de Arcturus, me importaba más bien poco.

-Tendremos muchas cosas que hacer a partir de este punto. Todo dependerá si tendremos colaboración o no -en primer lugar miro a Remiel, que parece el más afectado con diferencia de los dos, y luego miro a Barry. Era él quien tenía el artefacto-.

Sin duda Arcturus no nos merece confianza... pero de lo único que podemos acusarle es de tener a vampiros trabajando por él - y no al contrario - y de no querer contárnoslo todo. Pero nos ha dado acceso a toda la información que tenía acerca del lugar de poder que estaba buscando.

En cuanto a Pix... ¿qué sabemos de él? ¿O ella? ¿Para quién trabaja? ¿Por qué se nos ha llevado? Si lo sabéis, contádnoslo por favor.

A Remiel le preocupaba la identidad del Señor de Arcturus, pero esto no impedía que también le preocupara la identidad del Jefe de Pix. No quería seguir discutiendo si era peor Arcturus o una hada; eran dos cruces de la misma moneda, probablemente falsa.

Pix parece contenta de haber llegado y se agita con emoción sobre vuestras cabezas. El interés de Excelsius parece agradarla y le responde entusiasmada:

-No llevar tantos nunca, costar un poco...¡pero ser muy divertido! -da una vuelta en el aire y añade- yo no sabía que haber otra mujer en el grupo, Magnus no dijo. ¿Podemos luego jugar? Pix quiere divertirse con Excelius y Papagina. Chicos son aburridos...

Como si ella misma se incentivase con esa frase, vuelve a elevarse y chilla con su voz de pito:

-¡Arriba, arriba! No hablar, más mover, ¡o mejor correr! ¡Wiiiiiiiiii!

Excelsius iba a corregir al hada respecto de su sexo cuando cayó en la cuenta de 2 detalles interesantes: primero que el que le había hablado de nosotros al hada, según sus propias inocentes palabras, era Magnus. Un buen detalle a recordar. Por el otro lado que a las mujeres las consideraba interesantes mientras que a los hombres no. Sería tonto sacar del error al hada si con ello podía conseguir un trato mejor de ella...

-Ya habéis oído al hada. ¡Arriba y a moverse! –dijo el seguidor de Jerbiton con gesto ufano, casi infantil.

Fue el hada quien, más o menos, respondió a las preguntas de Remiel, algo que me ahorraría. Por otro lado, las palabras del hada sobre la segunda mujer me extrañaron y más aún cuando consideró a Excelsius como la segunda mujer del grupo.

-Eh, Excelsius, ¿desde cuando eres una mujer? Porque yo estaba totalmente convencido de que eras un hombre -relajo momentáneamente la cara para esbozar una sonrisa, me había hecho gracia aquello-.

Sigo los pasos del hada a través del túnel, con suerte saldríamos al exterior y volvería a respirar aire limpio.

Papagena se levanto de debajo de aquella aboragine de cuerpos cuando ya todos se hubieron alzado.

"En mejores fiestas he estado"

Finalmente consigue alzarse limpiando sus ropas y ajustandose los pechos que se habian descolocado tras el aterrizaje. Mira con curiosidad al resto de sus compañeros y de la cueva, parece que estan solos.

No puede evitar echarle una mirada de reproche a Remiel.

- Tampoco hay razones para no fiarse de un hada, sodal...

Su frase queda interrumpida por Pix quien hace alusion a Excelsius provocando una carcajada como pocas la habiais escuchado. Da una sonora palmada a la espalda de Excelsius para mostrarle el momento jocoso.

- Anda, vamos "compañera", jajajaja

Por otro lado no podeis ver a Aigor, pero algo os dice que anda moviendose a la sombra.

Armand se queda observando con enorme curiosidad, primero al hada, y luego a Excelsius. Luego negó con la cabeza, como si descartara ideas extrañas.

Entonces asintió y siguió por el corredor a paso rápido.

El hada no les había secuestrado, simplemente les había llevado a un sitio desconocido, en contra de su voluntad, y ahora les impelía que la siguieran. Era algo completamente distinto a lo que había hecho Arcturus, claro...

Remiel empezaba a hartarse de ser un juguete en manos de los demás, pero tampoco tenía muchas más opciones. Resignado, empezó a seguir al hada hacia donde quisiera llevarles.

Total, no vamos a estar peor que sentados en el suelo.