Partida Rol por web

La cabeza te da vueltas y sientes los músculos pesados, como si estuvieran apresados. Una luz muy intensa te quema los párpados y cuando abres los ojos ves el brillante sol observándote en el cielo abierto. Te sientes completamente apresado y, cuando miras hacia abajo, observas que estás enterrado en algún lugar del desierto, cubierto hasta el cuello por toneladas de arena. 

Sientes la garganta completamente seca y la necesidad imperante de beber agua. Frente a tus ojos, a poco más de cinco metros, hay un extenso lago de aguas cristalinas, un remanso de paz y vida en diversas formas.

Detrás tuya escuchas una voz de mujer, de un tono suave y dulce -Ha llegado tu hora, asesino. Un ser como tú, sin sensibilidad ni afecto por nadie, va a pagar por sus pegados y será devorado por las fuerza de la arena, el sol y las aguas.

Sientes que la cabeza te da vueltas pero tu espalda se encuentra cómoda, apoyada en una especie de lecho de un olor fuerte y peculiar. Abres los ojos y ves la luz del sol sobre tu cabeza, brillando con fuerza sobre ti. Puedes ver, con un movimiento de cuello, que estás en una especie de nido de gran tamaño, atada de muñecas y tobillos por unas cadenas de plata incrustadas a las férreas rocas sobre las que se apoya el nido.

Sobrevolando tu cabeza, danzando bajo el brillo del sol, ves a una pareja de águilas, observándote atentamente.

Son águilas del desierto, símbolos de la justicia del desierto. Pronto devorarán a su víctima, al enemigo del desierto -comenta una dulce voz de mujer a tus espaldas.

Julia fue tomando conciencia de si misma poco a poco... sentía el cuerpo pesado, pero le dolía especialmente la cabeza... cuando por fín abrió los ojos tuvo que entornarlos, cegada por la brillante luz del sol que los alumbraba en el firmamento.

¿Donde estaba? se pregunto ladeando la cabeza... el desierto, se encontraba en el desierto... y estaba atada con grilletes y había dos aguilas sobrevolando el cielo mirándola raro... ¿pero que demonios? fue entonces cuando la voz de una mujer le habló.

- Entonces no hay problema... no soy enemiga de nadie y menos del desierto. No es necesario tenerme atada- le dijo
 

Intenté chillar pero mi voz no tenía fuerzas. La confusión y el desconcierto habían abrumado por completo todos mis sentidos.

Procuraba no abrir los ojos para así impedir que la abrasadora luz fulminase mis pupilas, pero la voz de los alrededores convirtió aquella primera preocupación en algo banal.

¿Me estaba llamando asesino? ¿Estaba siendo castigado? ¿Por qué?

- ¿Que... qué es lo que he... he hecho? - dije en tono de pregunta y no de arrepentimiento.

Aquellos que no son justos serán juzgados tarde o temprano por los elementos del desierto - responde la melódica voz -pero hoy no ha llegado tu día, salvo que el desierto así lo quiera. Mira hacia abajo, al valle de arena junto a ese gran lago, ese oasis de vida -continúa la voz, atrayendo tu atención al espectáculo que queda bajo tus pies.

Las cadenas que te impiden darte la vuelta si te permiten observar aquello que la voz pretende que veas. Con los ojos secos por la intensidad del sol tratas de encontrar aquello que, según parece, debes ver. Tardas bastantes segundo en encontrarlo, pues solo se diferencia de alguna roca en su constante movimiento y en la melena que mantiene pegada a su cráneo. 

Jaqueb, tu compañero, está enterrado hasta el cuello en la arena, sin posibilidad de moverse o de escapar. 

¿Acaso no recuerdas? ¿es que tu mente pretende protegerte del mal que has causado? -susurra la voz, despojándose de su calidez y dulzura, siendo sustituidas por puro odio y rechazo -habrás olvidado tus actos pero el mundo no perdona. Hoy, en este día, serás juzgado y condenado por tus pecados.

Aquella persona me estaba juzgando, supuestamente había hecho cosas horribles y la duda asaltó mi mente ¿y si tenía razón?

- Si tus palabras fueran ciertas sería el primero que alzaría mis manos indefenso para recibir mi justo castigo, pero ¿quién osas ser tú, mujer desconocida, para acusarme de algo que mis recuerdos no pueden aclarar? -

Siempre había cuidado mis actos para que fuesen guiados por un bien mayor, con la justificación necesaria para saber que el bien merece prevalecer frente al mal ¿pero por qué dudo sobre si mi mera existencia no fuese más que un fraude?

- Estaré deseoso de escuchar todo lo que tengas que explicar sobre mis actos, no pienso ceder ante argumentos que no puedas demostrar -

Julia al ver a su compañero abrió los ojos de par en par, temiendo por su vida.

- ¡¡Jaqueb!!- llamó a su compañero gritando con las fuerzas que tenía- es un hombre justo y bueno...- se dirigió a la mujer suplicante- libéralo, por favor. Es un siervo de nuestro Señor...- insistió más preocupada por él que por ella misma

Una risa fría es la primera respuesta que recibes por parte de la voz -No puedo demostrar aquello que ya ha sucedido, no tengo poderes celestiales. Pero reflexiona un poco, trata de recordar tu pasado. Vosotros, el grupo liderado por vuestro profeta, quemasteis un templo de una religión diferente a la vuestra. Matasteis a decenas de inocentes, niños incluidos. Vuestra secta es buscada por varias ciudades para aplicar justicia y los familiares de las víctimas han contratado a decenas de asesinos para que les entreguen vuestras cabezas. 

La sorprendente acusación fue seguida de un intenso silencio hasta que el viento comenzó a mover los granos de arena, una fuerza que comenzó a aumentar progresivamente -El desierto me ha revelado vuestros secretos y ahora exige justicia. Eres un hombre sin honor, alguien que debe ser destruido por el sol y las arenas.

Tus palabras tuvieron como respuesta un fuerte golpe en el cráneo -No oses nombrar a ese espíritu asesino en este lugar sagrado. Vuestro falso dios y vuestra secta tienen las manos manchadas de sangre, al igual que vosotros dos. ¿Acaso no recuerdas los actos que cometisteis hace menos de un año? Tu amigo y otros miembros de la secta prendisteis fuego a un templo de otra religión, quemando vivos a decenas de fieles. Los lamentos de los niños quemados aún son llevados por los vientos del desierto -la voz de la mujer suena fría, un punzante dardo de hielo que se clava en tu sien.

Mire aterrorizado al cielo mientras escuchaba aquellas revelaciones tan desmoralizadoras.

- No... no puede ser cierto yo... yo nunca dañaría al inocente... yo no soy un monstruo - casi sollocé por la impotencia.

- Si realmente yo he sido culpable de algo así, déjame ver a las familias, déjame que sean ellos quienes me juzguen y no una burda asesina contratada... si realmente yo he sido artífice de tal barbaridad quiero ver a las familias directamente a los ojos y que ellos puedan notar en los míos que no soy consciente de haber hecho algo así -

El fuerte golpe recibido por Julia en la cabeza, hizo que se mareara y que le entraran nauseas, su intención no había sido hacerla enfadar... es más no tenía ni idea de lo que estaba diciendo y dudaba de que todo aquello fuera cierto.

- Eso no es posible, no matamos en nombre de nadie- comenzó a defenderse- los sacrificios humanos son propios de falsos dioses, no de nuestro Dios- dijo apretando los puños- en verdad te aseguro que jamás hemos participado en tal cosa, ignoro el suceso que me cuentas.

La voz suena esta vez más cerca, un susurro en tu oído. Notas como una mano te sujeta la cabeza para que observes las águilas que planean por el cielo.

A mis dominios han llegado decenas de asesinos contratados por los familiares de aquellos a los que habéis asesinado. En sus noches las madres piden venganza y los padres trabajan día a día con ahínco, ahorrando dinero para contratar a alguien que haga justicia -las declaraciones de la mujer resuenan con firmeza en el silencio del desierto -¿cuál es la razón por la que huisteis al desierto?¿de qué se esconde vuestro profeta? Reflexiona, antes de que el desierto haga justicia -sus duras palabras son acompañados por el vuelo de las águilas, cada vez más cercanas al lugar en el que se encuentra Jaqueb -confiesa que tu compañero fue autor de dichos pecados y serás libre.

La vos se acerca aún más a ti, situándote cerca de tu oído -Yo no soy una asesina, solo he escuchado los lamentos de los niños muertos en los vientos del desierto y relatos de vuestros actos de bocas de asesinos, hombres contratados por los familiares de las víctimas -explica la mujer con una voz que infunde respeto -eres un hombre sin honor, no dejaré que huyas de aquí, mucho menos que te burles de las víctimas mostrándote ante ellos. Pero no seré yo quién te de muerte, las sentencias las firma el propio desierto -sobre tu cabeza escuchas el graznar de unas aves de gran tamaño, un sonido que parece estar cada vez más cerca.

Preparado para lo peor, abrí los ojos de par en par con intención de alzar la vista al cielo.

- ¿Buitres? - exclamé mientras sentía que realmente deseaban mi muerte pero ¿realmente había hecho algo malo?¿Qué era de mis compañeras? Fue el hecho de pensar en ellas cuando decidí que no podía rendirme ¿estarán a salvo?¿estarán siendo juzgadas como yo?

- Me da igual quien seas, yo no recuerdo haber hecho ninguna atrocidad y de haber sido así sería el primero en reconocer mi culpa. Hay personas que ahora pueden estar desamparadas y no voy a rendirme, así que exijo respuestas ¿dónde estoy exactamente?¿dónde ha quedado la fortaleza? -

Los dedos de la mujer se clavan como garras en la cabeza de Julia quien reprime el dolor apretando los dientes... al obligarla a mirar al cielo no puede evitar guiñar los ojos medio cegada por los rayos del sol.

- No somos asesinos... no hemos matado a nadie, lo juro por mi alma inmortal. Sólo vinimos en busca de la Lágrima del Desierto, eso fue lo que nos pidieron... no hemos venido a hacer daño a nadie... una anciana nos indicó el lugar al que debíamos ir... pero cuando nos ibamos a ir un asesino sesgó su vida sin que pudiéramos hacer nada y al llegar al lugar que nos indicó, nos tendieron una trampa...

Tu compañera no piensa igual, ella ha confesado que tú fuiste uno de los autores de los asesinatos -susurra la voz de nuevo, situándose en todo momento fuera de tu visión pese a tus intentos por orientarte y ver a tu captor -su palabra, las afirmaciones de Julia y Judith, concuerdan con las noticias que se extienden por el desierto, desmintiendo tus falsas palabras -tus preguntas no obtienen respuesta, solo una verborrea incesante de acusaciones que se repiten una y otra vez.

Giras tu cuello a izquierda y derecha, buscando orientarte. Sin embargo, solo el desierto te rodea, sin rastro alguno de la fortaleza a la que llegasteis, de tus compañeras o de los guardias que os capturaron. La uniformidad del escenario solo es roto por el tremendo lago que hay frente a ti. Sientes algo volando rasante sobre tu cabeza y logras distinguir la figura de un águila de gran tamaño, una bestia rapaz que vuelve a alzar el vuelo y a situarse fuera de tu campo de visión.

No se si eres una mujer mentirosa o una pobre ignorante -contesta tajantemente la voz, despojándose de su dulzura -Judith, tu compañera, ha confesado los crímenes de Jaqueb. Sin embargo, no ha confesado maldad alguna sobre tí, razón por la que solo deseo tu confirmación para liberarte de estas ataduras. Deja de lado esa estúpida lealtad, la falsa valentía y tu falsa idea de justicia y di la verdad, confiesa sus pecados -te urge desde tu espalda.

Mientras tanto, las águilas han descendido aún más y una de ellas ha pasado rasante sobre la cabeza de tu compañero, Jaqueb. Solo es cuestión de tiempo que acaben alimentándose de él.

¿Águilas en el desierto? pensé para mis adentros. Dicha imagen quedó de nuevo nublada por preocupaciones mayores que no eran ni más ni menos que mis hermanas.

- Alegas que mis propias hermanas han hablado confesando mis crímenes... ¿significa eso que ellas están bien?¿están en algún lugar seguro?¿están todas ellas libres de culpa? - realmente dudaba de que Judith o Julia tuviesen malas intenciones pero... ¿y si mi "confesión" garantizaba su seguridad?

- Solo quiero que me respondas a una pregunta más... si es que crees que tengo derecho... ¿algo de todo esto tiene relación con la joya del desierto? porque si todo esto no es más que una prueba que sepas que estaré dispuesto a aceptar cualquier castigo con tal de cumplir mi cometido -

La voz no se hace esperar y te responde al momento -Ellas están bien, por ahora. Su integridad depende de ti, de que dejes de lado tu honor y asumas tu culpabilidad. Están muy cerca, en una montaña detrás de nosotros, esperando tu decisión, con su vida pendiente de un hilo. No son culpables de tus actos pero si de acompañarte -sus palabras tienen un tono amenazador bastante inquietante.

La joya del desierto es un artefacto cuya naturaleza escapa a tu comprensión y a la de tu profeta. No se si tus horribles actos tienen alguna conexión con dicha joya, mi mente no llega a entender la razón te esa masacre -te confiesa la mujer.