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WoW: Los Peldaños del Destino

Ayrindina Garraveloz

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13/06/2011, 15:53
Director

Tras la partida de Onarion te dedicas a prepararte para tu próximo viaje. Las dos lunas se pasan volando entre visitas a los mercaderes, largos paseos por tu querida Darnassus y charlas con el amable maestro de grifos. Cuando finalmente te presentas ante él, la noche de tu partida, te sientes descansada y bien aprovisionada para la importante misión que te espera. Llevas a tu espalda un saco, bien atado para que no caiga durante el vuelo, repleto de cosas que has considerado necesarias: deliciosa comida de la posada de Darnassus, una manta para protegerte del frío, yesca y pedernal por si necesitas hacer una fogata, vendas y una gran cantidad de hierbas por si hallas algún animal herido...

En la Aldea Rutheran, a la que has accedido mediante el portal mágico de Darnassus, se encuentra el lugar desde donde parten volando los hermosos grifos de la Alianza, las majestuosas aves que sirven como medio de transporte desde mucho antes de la Guerra de los Ancestros. El maestro, un apuesto elfo, trae atado a un ejemplar que se acerca trotando a ti.

- Ya sabe a dónde tiene que ir - te enseña una estructura hecha de correas de cuero que lleva sobre su lomo - Esto servirá para que te ates bien y no caigas incluso cuando estés sumida en el sueño.

El elfo te ayuda a subir con aire experto, atándote al grifo. La criatura permanece dócilmente quieta mientras te acomodas en su grupa, hasta que estás firmemente sujeta. Después, el elfo le acaricia el cuello cubierto de negras plumas y te sonríe.

- ¡Todo listo! Vamos, lleva a nuestra amiga a Astranaar... - el animal parece entender la orden que le acaban de dar, ya que despliega sus alas bruscamente y las agita un poco. Su tamaño es inmenso, te sientes pequeña a su lado. Poco a poco, comienza a caminar y va acelerando el ritmo mientras bate las alas, hasta entrar en una carrera desenfrenada que le hace elevarse finalmente en el aire. Sientes el frío azote del viento en tu cara mientras el grifo inicia su vuelo sobre el mar, percibiendo lo poderosa que es su musculatura....

____________

 

El viaje, tal y como predijo tu maestro, dura cinco lunas que se hacen muy largas. Tu cuerpo está agotado de permanecer siempre en la misma postura, la espalda te duele de estar siempre recta. Dormir en el grifo es sumamente incómodo debido a las sacudidas constantes de sus alas; pero eres una druida del Círculo así que no se te ocurre quejarte. Las penurias sufridas durante el viaje son inevitables, así que no queda otra que aceptarlas.

Al principio todo resulta monótono, ya que lo único que ves es mar, y más mar, y olas... Además, durante todo el trayecto una fina cortina de lluvia te cala hasta los huesos. Sin embargo, las cosas mejoran un poco cuando sobrevuelas por fin la Costa Oscura, pasando sobre Auberdine: al menos ahora tienes tierra para observar, así que te entretienes mirando la vegetación y tratando de avistar alguna criatura. Conforme te vas acercando a Vallefresno, los bosques se van haciendo más verdes y frondosos, hasta que por fin al quinto día notas que comienzas a descender.

El grifo va bajando altura con mucha destreza, esquivando las ramas de los árboles e intentando que no te choques con ninguna. El descenso no es para nada suave, más bien hace que te aferres con fuerza a su cuello, lo cual te impide ver por dónde estás yendo. Por espacio de unos minutos esta es la única sensación que percibes, hasta que de repente un frenazo te hace chocarte contra la cabeza de tu montura. Inmediatamente tu cuerpo lo nota: estás en tierra firme. Te invade un olor a tierra mojada, y cuando tu aguda vista se acostumbra, una imagen que quita la respiración aparece ante tus ojos...

Notas de juego

Claro que puedes tener un bastón. Otros jugadores me lo especificaron en sus descripciones, los que no me mencionaron nada lo di por supuesto. A una druida le pega tener un bastón, así que...

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14/06/2011, 11:33
Ayrindina Garraveloz

El viaje había sido entretenido en su fase final, pero ya no podía con mi espalda, mis músculos estaban agarrotados y el cansancio se acumulaba en cada ápice de mi cuerpo. Cuando por fin me encontraba en tierra firme, no pude hacer otra cosa que suspirar aliviada y sonreir.

Astranaar se presentaba ante mi con todo su misticismo, con toda su densa vegetación circundante y con aquel sonido tan lleno de vida, de animales, ramas de árboles meciéndose en el viento, agua fluyendo... Descendí del grifo, viéndome en un principio casi imposibilitada para colocar las piernas en posición correcta para estar de pie y caminar. Dormidas y casi insensibles por el viaje, casi me hacen caer.

Acaricié el hermoso plumaje de su cabeza- Gracias compañero, tú también debes estar cansado-susurré al animal mientras tomaba las riendas de su montura. Caminé entonces, sintiendo lo fatigada que estaba, buscando al maestro de grifos de Astranaar para que cuidase del ejemplar que tan amablemente me había conducido a mi destino y lo enviase de vuelta a casa.

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14/06/2011, 15:34
Director

Pasas por debajo del pórtico de entrada de Astranaar, un arco de piedra con runas grabadas casi cubiertas de moho. Lo cierto es que es una ciudad pequeña, con una única calle principal que se ramifica en pequeños senderillos. Todas las edificaciones y casas pueden contarse con los dedos de las manos, y siguen el mismo estilo arquitectónico que caracteriza a las construcciones élficas de Vallefresno.

A mano izquierda ves una pequeña cabaña de madera con unas inmensas ventanas que tiene el techo cubierto de paja. En ella descansan un par de grifos, por lo que deduces que debes dirigirte allí. El sonido de tus pasos resuena únicamente interrumpido por el fluir del río: Astranaar es un remanso de paz. Un elfo sale a tu encuentro vestido con ropajes de cuero llenos de arañazos. Tiene el pelo trenzado con plumas de grifo.

- Buenas noches, compañera - te saluda observando tu aspecto cansado y a la bestia que traes por sus riendas - Parece que venís los dos de un largo viaje, pero ya podéis descansar.

El cuidador acaricia el cuello del grifo, que parece extenuado, y toma sus riendas con suavidad, mirándole fijamente a los ojos como si estuviera comunicándose con él. Después se gira hacia ti.

- Yo me hago cargo desde ahora de montura. Supongo que vienes al conclave druídico, así que te recomiendo que vayas allí a reposar - te señala un edificio de la calle central que parece algo más grande que los demás - Es la posada. Ahí te indicarán a dónde debes dirigirte junto con tus compañeros.

Ves que por las calles hay muchos elfos que charlan en susurros, algunos de ellos parecen guerreros o vigilantes de la ciudad, otros tienen aspecto de ciudadanos de a pie, pero dos o tres son druidas inconfundiblemente.

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21/07/2011, 03:28
Ayrindina Garraveloz

Tras agradecer al joven elfo sus indicaciones y su ayuda, me dirijo hacia la construcción que había señalado. Los pies me latían, casi los arrastraba al caminar. Los párpados habían adquirido un mayor peso mientras intentaba observar a quienes habían venido al cónclave.

Sin duda el viaje había sido agotador, y en cuanto entré, me encontré al borde de la extenuación, buscando a quien me indicase dónde podía depositar mis enseres y dónde podía dormir aunque sea un poco.

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21/07/2011, 17:05
Director

El edificio sigue la típica arquitectura élfica. De hecho, es como estar en Darnassus. Una elfa con aspecto de haber vivido mucho te recibe y sin apenas terciar palabra, apenas un saludo, te guía por unas escaleras que conducen al segundo piso. Mientras camina puedes ver que lleva una túnica de seda azul bordada en oro, lo cual demuestra que Astranaar es un pueblo próspero. Has visto muchos otros posaderos que parecían recién sacados de los bajos fondos de Ventormenta.

Avanzáis por un pasillo lleno de habitaciones y se detiene en la número cuatro, abriéndola silenciosamente.

- Ahora puedes descansar, druida - te dice susurrando mientras se aparta un mechón de su larga cabellera blanquecina de la cara. Tiene unos rasgos delicados - El resto de miembros del Círculo se encuentra reposando por aquí también. Llamaré a vuestra puerta cuando se acerque el momento del conclave, no os preocupéis.

Después, tras encomendarte a Elune, la elfa hace una ligera inclinación con la cabeza y se aleja, dejándote en la puerta de tu dormitorio. Ves que es una habitación cuadrada no muy grande, pero inmaculadamente limpia. Una ventana redonda deja entrar la extraña luz azulada de Vallefresno. El cuarto está poco amueblado, tiene una cama con unas mantas violetas, un escritorio de madera oscura y un pequeño armario para que deposites tus pertenencias. Sin embargo, de la madera de las paredes crecen pequeños brotes de plantas y ramilletes con frutos, seguramente fruto de alguna clase de magia. Eso le da aspecto de estar construido dentro del tronco de un árbol, como la casa de Onarion.

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26/07/2011, 02:25
Ayrindina Garraveloz

Agradecida por poder disfrutar al fin de un merecido descanso, deje mis enseres sobre el escritorio, suspirando tras liberarme del peso de mi mochila.

Tomé algunos frutos de los que crecían en las paredes, y desdoblé una de las mantas allí dispuestas. Me dejé caer sobre el lecho, con pesadez, y comencé a degustarlos mientras pensaba en el viaje y en lo que debía decir en el consejo druídico. Suspiré hondamente, sintiendo como el cansancio era ya imposible de mantener a raya.

Poco a poco, mis ojos se cerraron, y mi visión se desenfocó hasta perderse. Mi mano perdió la fuerza una vez el sueño me convirtió en su presa, y los frutos que aún se hallaban en ella calleron de la misma.

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26/07/2011, 15:53
Director

Unas horas después te despierta una suave llamada a la puerta, y agudizando el oído puedes notar pasos que se alejan por el pasillo. La posadera ha sido fiel a su palabra. Seguramente esté avisando al resto de druidas llegados de otros lugares de Azeroth.

Tras coger tus cosas y despejarte, sales al pasillo y tus pasos te dirigen hacia abajo. Todo parece desierto, así que sales afuera. En la puerta ves un grupo de inconfundibles druidas que parecen saber a dónde ir, ya que han comenzado a caminar con decisión mientras charlan entre ellos. Los sigues a una prudente distancia, que aún así te permite escuchar lo que dicen. Son tres: un elfo fornido y alto cuya voz grave parece tener efectos tranquilizantes, una elfa encapuchada que permanece en silencio, y un inmenso lechúcico tauren (lo reconoces por sus cuernos) que va adornado con un montón de huesos.

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26/07/2011, 16:12
Derian

- Todo esto es bastante preocupante - escuchas decir al elfo en ese preciso instante. Habla en común, seguramente para poder comunciarse con el tauren - Desde todas partes lo único que llegan son malas noticias. Me temo que tras la reunión tendremos que enviaros a todos a distintas partes de Azeroth en busca de respuestas...

El elfo suspira y acelera el paso, mientras el lechúcico le sigue renqueando y la elfa se desliza silenciosamente a su lado. Mientras camináis por los senderos que conectan los edificios de Astranaar, os vais dirigiendo a la propia entrada de la ciudad, donde te bajaste del grifo que te trajo desde la capital.

- ... pero o mucho me equivoco, o ha vuelto a suceder. Nos enfrentamos a fuerzas demoníacas de nuevo - la voz del elfo vuelve a tus oídos, acompañada del gruñido del lechúcico.

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26/07/2011, 16:17
Draken

En ese momento, el lechúcico suelta una especie de aullido que te sobresalta. Te fijas con más atención en él y algo te llama la atención: lleva piedras colgando de sus cuernos, atadas con filos hilos.

- Nos estás llevando a unos viajes sin sentido, Derian - dice en ese momento el lechúcico con voz profunda. Su acento es marcadamente extranjero. - Todos se reirán de mí, como siempre. Pero tú y yo sabemos la respuesta que buscas. ¿Por qué no quieres verlo?

El elfo alza la mano pidiendo silencio. Seguramente prefiera esperar al conclave para debatir estos asuntos.

Tras unos minutos, salís de Astranaar y dejáis el camino para internaros en el misterioso bosque. Miles de especies vegetales parecen saludarte mientras caminas a una prudente distancia de los druidas. Los sonidos de los animales se expanden por el bosque, lo que unido a la luz violeta crea una atmósfera mágica. No puedes evitar observarlo todo con un cálido sentimiento en el corazón. Te recuerda a tu hogar.

- Ya hemos llegado - comenta el lechúcico en ese momento. Cuando te fijas, estáis en un claro del bosque donde hay sentados varios druidas en círculo. Todos alzan la mano para saludaros, y Derian y sus compañeros se apresuran a acercarse.

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23/08/2011, 15:52
Ayrindina Garraveloz

Les escucho durante el camino, silenciosa. No era mi intención ser indiscreta y acabar escuchando una conversación que no me concernía, pero era inevitable. El hecho de que nombrasen a las fuerzas demoniacas, aquellas que también habían hecho tanto daño en Frondavil, suscitó en mí cierto nerviosismo.

Al fijarme en el lechuhíco me pregunté si aquel era el lechuhíco al que se refería Onarion, aquel al que según él, era mejor no acercarme. Y luego, aquella pareja de elfos, ¿también eran aquellos que mi maestro había nombrado? Antes de que pudiera seguir con mis cavilaciones, llegamos al claro en el que tendría lugar el cónclave.

Tomé asiento en el primer lugar que vi disponible, procurando hacerlo de forma apaciguada y tranquila, colocando mis cosas a un lado.

Notas de juego

Ya estoy más disponible, master :-)