Partida Rol por web

Ya en el helicoptero aquel tipo había demostrado su frialdad; pero ver como alguien esboza la palabra "Veneno" en sus labios y luego se golpea contra una mesa para luego caer y seguir la conversación como si nada era demasiada frialdad.

Al sonido del golpe, me separé de la mesa mientras veía como el hombre caía al suelo y como la cocinera clamaba un médico. Me levanté de golpe mientras el hombre boqueaba en el suelo. Había que pensar... había que ser rápido. 

Recordé en mi mente la conversación, la cena y miré en el suelo el bote de pastilla que ese tipo tomaba sin ton ni son. Me agaché y los recogí con rapidez mientras miraba el prospecto y decía a todos.- Llevaba toda la cena hinchándose a esto... puede ser veneno, o relajantes para simular una muerte y hacernos creer que el es la primera víctima cuando es el verdugo.

Aferré con fuerza el bote de pastillas y me alejé de mis cercano, pues no confiaba en nadie y dije mirando a la cocinera.- El año pasado entré en la Escuela de Medicina, pero mis terapias y demás... me han dejado rezagado en primero. Pero por lo que veo y sé de relajantes... sus pulmones se colapsan.... 

Negué con la cabeza y espeté un fastidioso.- Mierda... .- Guardé el bote en mi bolsillo y me agaché junto a la cocinera y aferré los botones de la camisa de aquel hombre, rompiéndola en dos... quité el cinturón de su pantalón y desabroché el pantalón.... necesitaba ver el pecho y el abdomen, y su trabajo sin presión.

Mis manos tiraban de la mandíbula del hombre, entre su mentón y su frente hacía atrás, mientras decía.- Tranquilo... Respire... .- A la misma vez veía como mi subconsciente negaba con mi cabeza al mirar su pecho y ver como se apagaba entre estertores.

Dylan rompió la camisa de Clement con facilidad haciendo que una sonrisa nerviosa le aflorara en la comisura de los labios. Era irónico que en momentos de tanta tensión uno pudiera pensar en semejantes tonterías pero le había venido a la cabeza una imagen del WWE en el que uno de los luchadores, Hulk Hogan, una vieja gloria de los 90 que se había metido en problemas recientemente por unas declaraciones racistas, se rompía la camiseta para mostrar sus músculos.

La formación de Dylan era suficiente para ver que aquel hombre no estaba fingiendo. Una rápida inspección del pecho le mostró que algo estaba yendo muy mal. Los músculos torácicos parecían no estar respondiendo a las contracciones enviadas del cerebro y un examen a sus pupilas revelaron que los músculos oculares tampoco respondían. Parecía como si la batería de aquel tipo se estuviera apagando delante de sus ojos.

Por un momento se sintió mal por haber dudado pero eso fue antes de pensar que podía estarlo matando. Las pastillas, la comida, el vino..... demasiados factores para tener en cuenta.

Todo se detuvo en el mismo momento que vió como el psiquiatra se golpeaba contra la mesa. Ella no tenía conocimientos de primeros auxilios ni nada similar así que solamente intentaba de controlar las ganas de gritar mientras en su rostro se reflejaba el pánico y la impotencia de no poder ayudar a aquel hombre.

Un atisbo de esperanza asomó a sus ojos azules al ver que el joven parecía dispuesto a ayudarle - Por favor señor, ayuda a Dylan a traerlo de vuelta. No te lo lleves todavía - murmuraba para si mientras hablaba con Dios

Ante los rezos de Nadia, Dylan se quitaba la chaqueta y la miraba de reojo mientras decía a media voz por intentar controlar los nervios que en ese momento le invadían.- Ese hijo de puta, hace tiempo que me abandono en mi locura... no creo que venga a verme ahora.- Sin más se volvió hacia el cuerpo de Relish y abría sus ojos mirándolos con estupefacción y decía sin más al resto.- A este tipo se le acaban las pilas...- 

Puso las manos cerradas entre el talón de una de sus manos mancando una distancia entre el externón miientras contaba para sí la distancia y comenzaba a empujar el cuerpo del tórax del hombre de forma rítmica con los brazos tensos y sin doblarlos a la vez que miraba a los asistentes y decía.- Mantenedle la boca abierta, tirando un poco de su frente hacía atrás y de la barbilla hacía abajo, pero no pongais vuestra boca en él... ha dicho veneno... a no ser que le queráis seguir.

Según el último tratado de la AHA no son necesarias las insuflaciones para una reanimación respiratoria... las compresiones puedes suplir la necesidad de expasión torácica hacíendo efecto bomba de vacío...- Parecía que el muchacho sabía de lo que hablaba. Estaba centrado en lo que estaba haciendo, mientras la sudor resbalaba por su frente.

Los ojos de Clement centellearon de un odio profundo según Dylan intentaba practicar las maniobras de reanimación. Aquel maldito niñato le pretendía robar la gloria, el placer, lo único hermoso que había en la vida. Afortunadamente para él, las maniobras del muchacho no eran efectivas y pronto el beso apasionado de la muerte se enredó en sus labios, y fue el beso más dulce que jamás había recibido.

Dicen que la vida de uno se pasa por delante de sus ojos al morir pero ese no fue el caso de Clement. Clement vió una a una las vidas que había ayudado a extinguir, una detrás de otra, con un inmenso regocijo pudo ver como sus pacientes uno tras otro saltaba de un puente, se cortaba las venas o se atiborraba de pastillas, cada uno de ellos le sonreía aliviado y agradecido, como un niño pequeño sonríe a su profesor cuando le enseña algo nuevo. Un último aliento y Clement ya no estaba, se había ido de forma indolora y no había sido derrotado por su enfermedad que era algo que siempre había temido. 

Si hubiera podido elegir su final hubiera sido uno muy parecido a éste.

Las maniobras de reanimación de Dylan no fueron efectivas y Clement falleció en paz. No hubieron convulsiones, ni vómitos, ni labios azules, solo una dulce parálisis que lo llevo del mundo de los vivos al de los muertos.

Entonces, con una sincronización perfecta, el pendrive que había estado conectado a la televisión sin que nadie le prestara atención emitió su terrorífico mensaje

Los ojos de Vanessa se abrieron cuando vio al hombre golpearse la frente contra la mesa y caer al suelo.No había prestado mucha atención así que no fue hasta que el otro muchacho habló de veneno que no se dio cuenta de que habían asesinado a Clement

-"¡JODER!"-gritó mientras se ponía en pie de golpe y tiraba la silla hacia atrás-"¡LA MADRE QUE LO PARIÓ,ESE HOMBRE ESTÁ LOCO!"-gritó refiriéndose a Dark mientras se abrazaba a sí misma y veía cómo Dylan intentaba sin éxito reanimar al hombre

Miró a la cocinera y luego a Hemmens antes de observar al resto ¿quién había puesto en marcha el televisor de nuevo?

-"¡¿Quién tiene los mandos de la tele?¿Quién ha activado eso de nuevo?!"-si ese hombre estaba allí y había envenenado a Clement con tal frialdad probablemente haría lo mismo con los demás,eso...o algo peor

El primer muerto sorprendió al escritor que se quedó paralizado observando al hombre que se desplomaba después de darse un fuerte cabezazo contra la mesa.

El chaval joven reaccionaba con rapidez, pero no había nada que hacer. Por la cabeza de Gustave pasaron las opciones de hacerle la respiración asistida o sacarle la lengua para que no obstruyese las vías respiratorias. No sabía hacer ninguna de aquellas cosas ni si funcionarían, pero la realidad es que no las hizo para no exponerse a entrar en contacto con el veneno.

¿Quizás alguien le cambió las pastillas por veneno y cuando notó los síntomas quiso quedarse inconsciente golpeándose la cabeza?... no sé... no encaja con su... sonrisa. - Lo cierto es que aquella sonrisa de placer hacía pensar en algo voluntario.

La televisión se encendió y disipó las dudas. Era imposible que el pendrive predijese esa muerte si era por la propia mano del muerto. También era imposible que la televisión controlase los tiempos por si sola. Alguien la estaba activando.

Se lo he dicho. Él está aquí - Respondió a la señorita Townsend. - Quizás Hemmens no miente y además de una arpía es una ingenua, pero si no miente, entonces no ha visto la cara de su querido Dark desde los 8 años. Eso significa que nadie aquí le conoce en persona. Puede ser cualquiera. Incluso puede haberse convertido en mujer.

Al encontrarse sentado al lado de Relish, Hallard pudo escuchar con gran claridad cuáles eran las últimas palabras del hombre. "Venen... Veneno. Debía de haber algún tipo de veneno en su comida", pensó para sus adentros el británico. "¿Habrá también veneno en los platos de todos?".

John pudo ver cómo el joven Dylan intentaba salvar la vida de Clement, mientras la cocinera pedía la ayuda de un médico y la embarazada pedía ayuda a Dios. Hallard se levantó de su asiento y se alejó un par de metros del cuerpo sin vida del hombre para, acto seguido, recoger un cuchillo de la mesa y guardárselo de forma poco disimulada en un bolsillo.

-Poco... Poco podemos hacer... Está muerto... -dijo, asustado de que él podía haber sido el muerto en vez de Clement.

Sin embargo, quizá el británico había leído demasiadas novelas policíacas como las de Sir Gustave o simplemente las palabras de Dylan habían hecho mella en él, porque agarró por la punta un segundo cuchillo de la mesa. Acto seguido, se lo tendió al veinteañero para que lo recogiera.

-Asegúrate de que el señor Relish no ha simulado su muerte, O'Brien -le indicó, en tono sombrío, señalando al cuerpo sin vida-. Clávaselo en el cuello. Si está muerto, a él ya no le molestará. Si está vivo y es ese bastardo de Dark intentando jugárnosla, al menos nos lo quitaremos de en medio.

Por supuesto, a Hallard no le faltaban agallas para hacer lo que le estaba pidiendo a Dylan, pero como buen empresario, prefería que fueran otros los que se mancharan las manos en vez de él.

Una vez que consiguió tranquilizar a la joven embarazada, fue ella la que se hundió en su silla pensando, una y otra vez, en todo lo que había escuchado. Así que, de una forma u otra, todos eran asesinos, todos llevaban sobre su conciencia la muerte de algún ser humano, y en algunos casos por lo visto muchas muertes. Porque, a pesar de que había salido impune de asesinato y lo habían disfrazado de accidente fatal, ella se consideraba una asesina y durante mucho tiempo había intentado expiar su culpa.

Y era en momentos como aquellos, en los que se martirizaba por lo que había hecho, que hacía oídos sordos a las palabras de Daniel que, por más que intentara hacerse escuchar, sólo encontraba el muro de culpa tras el que Felicity se refugiaba. Estaba tan acostumbrada a reaccionar así y que Daniel la acabara dejando por imposible, que pegó un respingo en la silla cuando él le levantó la voz para pronunciar por primera vez su nombre. Se lo quedó mirando muda por la sorpresa, asintiendo en silencio a lo que le estaba diciendo antes de girar la cabeza a cada uno de los comensales, escuchando sus excusas y justificaciones y una mueca de desagrado apareció en su cara ante la actitud prepotente de Sir Cavanough, como si la acusación que acababan de escuchar no fuera con él. En ese momento pensó en algo que había comentado uno de los presentes, aunque no sabía decir quién lo había dicho exactamente. Era cierto, el escritor vivía de las rentas de una de sus novelas mientras que el resto… Bueno, mediocridad en estado puro.

Llegó el turno de… ¿sincerarse? Unos parecían mofarse de sus actos, otros en verdad estaban compungidos. Unos lo llevaban con frialdad y otros eran puro manojo de nervios a punto de estallar.

Ya es tarde Daniel, ya no hay escapatoria, fue lo que pensó al ver cómo por lo visto se habían quedado incomunicados. Ni teléfonos móviles, ni aquel teléfono vía satélite, ni medio de transporte que los sacara de la isla y menos en mitad de aquella tormenta. Estaban solos, asesinos rodeados de asesinos.

Felicity pensaba en los nombres que el señor Dark había dicho y que supuestamente no pertenecían a ninguno de los presentes. Miró a la doncella, a la gran chef, al mayordomo, a ellos no los había nombrado y, a pesar de lo que había dicho la señora Hemmens, una idea comenzó a cobrar fuerza en su cabeza. Aquellos tres habían ocultado sus nombres, quizás desde hacía años y el señor Dark los había descubierto.

Cuando esa idea se hizo más clara en su mente se levantó para hacerse oír, estaba dispuesta a preguntar directamente a los tres por sus verdaderos nombres cuando lo que ocurrió a continuación consiguió que se quedara paralizada en su sitio. De pie, con cara de sorpresa que luego se tornó en horror, al ver lo que uno de los invitados acababa de hacer, golpeándose la cabeza con todas sus fuerzas contra la mesa. La sangre hizo acto de presencia inmediatamente y Felicity se llevó la mano a la boca para ahogar un grito.

Igual que si estuviera visionando una película a cámara lenta, observó cómo la vida abandonaba al psiquiatra hasta que dejó de respirar. Felicity aún no se había movido del sitio y miraba casi sin ver lo que estaba sucediendo a pocos pasos de ella. Pegó un nuevo respingo cuando, una vez más, la horrible voz distorsionada volvió a resonar por todo el comedor.

—Esto no puede estar pasando… ¿Por qué? ¿Por qué nos están haciendo esto? —La incredulidad, el miedo, los remordimientos, todo un cúmulo de emociones que hacían que Felicity se sintiera vulnerable.

Respiró hondo intentando relajarse. Ella era una mujer fuerte, se había dejado arrastrar a un pozo de culpabilidad que la habían arrastrado al límite de la locura, pero nunca había pensado en quitarse deliberadamente la vida y ahora, que la muerte volvía a rondar su vida, no iba a permitir que fueran otros los que decidieran por ella. El pragmatismo del que siempre había hecho gala y que había ido abandonando mientras duró su autodestrucción, volvió con más fuerza que antes.

—Parece ser que estamos incomunicados y algo me dice que sin posibilidades de salir de aquí —esto último lo dijo mirando al señor Wallace—. Deberíamos retirar el cuerpo de aquí y, si es posible, a algún lugar que sea fresco, por lo menos hasta que podamos contactar con el exterior y pueda venir un forense, la policía o quien sea que tenga que venir. —Se giró hacia la pantalla como si de una persona real se tratara—. Por otra parte, creo que hemos caído en una trampa mortal. Me gustaría creer que esta muerta ha sido accidental o incluso un suicidio, pero todos hemos escuchado las palabras del supuesto señor Dark y todos, en el fondo, sabemos que estamos en peligro, eso sin contar con que todos somos sospechosos.

Después de aquel discurso que le había servido para desahogarse, Felicity se dejó caer en su silla y, cogiendo la copa de vino, bebió con avidez.

Al principio la situación me divertía, parecía una de esas "cenas misterio" de las que había oído hablar, aunque nunca había participado en una, pero por lo que decían era como jugar al Cluedo y eso parecía que era lo que estábamos haciendo, hasta que de pronto el pobre hombre pareció empezar a ahogarse y... ¿morir?, ¿qué coño estaba pasando?, ¿qué mierdas era todo aquello y por qué demonios me habían involucrado a mí? 

Estaba empezando a cabrearme todo, primero el puto Dark nos hacía esperar, luego soltaba mierdas de nosotros, y ahora uno de sus invitados moría así de repente, y encima ¿envenenado?, no entendía nada y eso me frustraba. 

Me levanto cabreado tirando la silla hacia atrás y me voy directo hacia la cocinera, me planto frente a ella y le cojo la muñeca quizás con demasiada fuerza mientras clavo mis ojos en ella.

- ¿Qué sabes de todo esto? Si el tipo ese ha muerto envenenado alguien le ha tenido que echar algo en la bebida o en la comida, y de esto último se supone que tú eras la encargada ¿verdad?, asi que ya estás empezando a hablar bonita, que estar buena no te exime de ser una asesina.

¿Por qué la tomaba con ella? Realmente podía haber sido cualquiera, pero necesitaba descargarme con alguien, y ella había llamado mi atención desde que movió su culito dentro del comedor.

Una vez Natalie parecia estar de nuevo recuperando el control de sus emociones y sus expresiones, como si se desanclase del pasado y volviera su instinto de supervivencia a aflorar toda la situacion se retorcia a la par. Unos se señalaban a los otros, algunos como ella se sumian en la reflexion, otros simplemente sudaban intentando superar el pasado. Pero habia una terrible diferencia. Uno habia muerto. Justo delante de sus ojos. Poco a poco comenzó a caer, la vida iba extinguiendose de su mirada en cuanto intentaba respirar en vano. El golpe de la cabeza del psicologo contra la mesa hizo que Natalie gritase sobresaltada, mas aun al ver como todos se agolpaban a su alrededor, algunos dando ordenes medicas. Pero todo cuanto hicieron parecio ser poco. La vida se habia extinguido como si de un suspiro se tratara.

Las llamadas, inutiles. No habia ni internet, ni red satelite, ni telefonos. Habia tormenta, no habia helicoptero. Nadie iba a sacarles de ahi. Queria creer que en cierta forma podia ser que una vez pasase la tormenta o se restaurasen los servicios de comunicacion podrian pedir ayuda, pero si de verdad existia el señor Dark y era tan poderoso, todos podrian estar muertos antes del amanecer. Aquello era obra de un autentico psicopata. Natalie empezó a barajar miles de opciones de actuacion que empezaron a correr a toda velocidad por su mente. Con quien aliarse, de quien depender, como huir y prepararse para lo que fuera a suceder. De entre todos esos extraños debia escoger a alguien que pudiera protegerla. Y necesitaba esconderse de quienes desconfiaba.

- Yo... yo... Siento todo esto... pero creo que hasta que tengamos novedades todos deberiamos permanecer en un lugar... seguro, aislado. Me gustaria coger algunos alimentos que esten envasados y llevarlos a mi habitacion hasta que el clima mejore o se sepa algo de las comunicaciones, teniendo en cuenta que puede haber sido envenenado no me veo con la valentia de compartir todos mesa. Creo que seria lo mas sensato para todos. Pero no quedarse solos sino hacer parejas para asegurar que nadie está desprotegido. - Indicó mientras intentaba sobreponerse del panico, todavia livida, observando el cadaver de Clement tirado en el suelo. Tenia ganas de vomitar.

Al escuchar el primer mensaje, vívidas imágenes llegaron a mi mente. Imágenes que pensaba que había conseguido relegar a una parte recóndita de su cabeza, pero que evidentemente seguían allí. Olas, rocas, gritos. La anciana de la que nunca supo su nombre implorando... los intentos desesperados del niño intentando respirar... ¿como podían acusarme de algo así? De repente me sentía ahogar, parecía faltarme el aire e incluso podía sentir como el agua me engullía, a pesar de saber que en realidad estaba en un comedor, lejos del agua.

¿Lejos? ¡Estoy en un minúscula isla! ¡Sin modo de salir y todo es mar a mi alrededor!

Para cuando vuelvo en sí, me veo en el suelo, hecho una bola y con parte de mi cena derramada sobre mi caro traje. Oigo gritos a mi alrededor. Alguien ha muerto... ¿muerto? ¿qué está pasando?

Intento levantarme pero me fallan las fuerzas para sostener mi pesado cuerpo. Me quedo ligeramente apartado, intentando enterarme de lo que pasa pero aún embotado por la impresión...

La muerte velaba la cara de Relish, y su mirada se hacía opaca... la rapidez con la que la muerte se hacía dueña de un cuerpo era asombrosa.

Y mientras intentaba calmarme y cesaba de masajear el tórax de aquel hombre, sentí como alguien se flexionaba a mi lado y me tendía un cuchillo. Antes de que hablara lo acogí entre mis manos, pensando que me lo cedía para defenderme, pero cuando hablo... El asco se hizo presente en mi cara me alejé de él, mientras mostraba el cuchillo entre él y yo y le dijo.- ¿Piensa que soy su sicario?... Váyase a la mierda y mánchese las manos y deje de buscar que otros hagan lo que usted no tiene cojones por las repercusiones.

Al alejarse miró a Hemmens y dijo después de mirar su reloj.- Será mejor que anotemos la hora de la muerte, para facilitar las cosas al forense... Sobretodo si el listo este se decide a jugar a los dardos.- Dijo Señalando con la cabeza a Hallard.

- Maldita sea... - dijo Nate a la vez que se agachaba sobre el cuerpo de Clement^*1 . - Si este hijo de puta es un jodido pervertido debe de tener cámaras y micros^*2 para ver nuestros movimientos, no puede ser que todo este tan jodidamente sincronízado. 

Nate buscaba ver si los sintomas de Clement, los había visto en tantas y tantas muertes que había investigado. Así que examinó la boca y ojos del cadáver. Se agachó junto a Dylan. Era increíble como apenas horas despues del incidente del helicóptero ahora, ante la adversidad, parecía que estaban cooperando.

Luego se levantó, y empezó a mirar hacia el techo y paredes, buscando algún tipo de dispositivo de grabación.

Haz una tirada de mente oculta Nate y te diré que descubres :)

Todos pudieron ver que el mando reposaba en la mesa, en el justo lugar donde la señora Hemmens lo había dejado temblorosa al escuchar el mensaje en el que tanto los comensales como el servicio eran acusados de asesinos.

Solo había dos posibles explicaciones: O el señor Dark había calculado la muerte de Clement matemáticamente para saber en que momento moriría o bien había conseguido activar la televisión remotamente sin utilizar el mando a distancia. Aunque claro, aquel loco millonario podía tener más de un as guardado en la manga y desgraciadamente ninguno era experto en electrónica.