Partida Rol por web

Rowan parece algo disgustado pero acepta la cancelación, no le queda otra de todas formas...consigues sin mayores problemas el retrato de la pintora Selene, una chica rubia, con rizos, ojos castaños y una expresión de alegría constante en su rostro...desde luego, no parece inglesa...

Impreso el retrato y tras dar tu ultima clase emprendes el camino hacia Cambridge...sin demasiados problemas encuentras el cementerio, aunque aun faltan unos veinte minutos para el entierro, en el lugar parece haberse congregado ya bastante gente...

El cementerio de la ciudad es parecido a un parque, las tumbas están todas en el suelo y el césped y los árboles le dan una apariencia tranquilizadora, por lo menos a luz de este nublado día...

Una tumba abierta y entre la gente desconocida que espera la llegada del feretro distingues a la joven Parminder, vestida con un traje oscuro que la hace parecer mayor...aunque no ves a su padre en las proximidades...

Dieter se acercó discretamente a Parminder y al llegar a su altura la rodeó con sus brazos sin palabras. Aunque esta vez no sonreía, el joven profesor mantenía un rostro sereno, serio, pero no derrotado como muchos de los que allí estaban, y de los cuales un buen número serían sin duda familiares.

Siempre era duro perder a alguien conocido, y más a una edad en las que los cambios son continuos pero no se llevan bien. Después de mirar a Parminder y sujetar sus manos, le dijo.

- No veo a tus padres, ¿quieres que me quede contigo?

No era una situación para pasarla sola. En esa situación, además, el sr. Aussiah iría hacia él, y no tendría que buscarlo, y además podría desde allí observar si encontraba unos rizos rubios alrededor de un rostro no inglés.

Dieter asintió y permaneció a su lado en silencio, dando a la joven el apoyo de su compañía y su presencia, confiando en que se apoyara en él para reforzar su ánimo.

Por otro lado, buscó con la mirada a la tal Selene, así como esperó que llegara el sr. Aussiah o algún otro rostro conocido.

La llegada al cementerio del coche fúnebre capta la atencion de todos los presentes...de un coche que llega a continuación se baja un mujer de unos cuarenta...rubia, elegante y vestida con un discreto conjunto negro...

Su rostro aparece lloroso, pero su porte es orgulloso, en absoluto aparece derrotada, junto a ella camina un hombre y una mujer de aspectos riguroso, mayores que ella y también impecablemente vestidos..

Solo unos metros por detrás el señor Aussiah toma del brazo a una mujer mayor, mas aun que la pareja anterior...rondara los ochenta con toda seguridad...se colocan en un lugar preferente durante la ceremonia...

Cuando termina todo...el señor Aussiah busca con la mirada a su joven hija, y se acerca hasta vuestra posición, Parminder ha permanecido todo el rato a tu lado, de vez en cuando se le ha escapado algún sollozo, cuando eso pasaba, intentaba ser disimulada, pero a pesar de todo no ha podido esconderlo...

La tal Selene no ha aparecido por ningun lado...

El hombre se acerca y abraza cariñosamente a su hija para despues ofrecerte la mano...

Muchas gracias por haber venido, se lo agradezco, y sobre todo gracias por permanecer con ella, la abuela de Laura requeria toda mi atención y estaba sufriendo al dejar a mi hija entre desconocidos durante todo el entierro... el rostro de Karan se ve sereno...mantiene un ligero tono de cordialidad al hablar a pesar de las circunstancias...

Su rostro era grave, pero también sereno. Sin duda ambos hombres conocían bien la situación, merced a la amarga experiencia. Los ojos del profesor permanecían cálidos y abiertos, otorgando una solemnidad necesaria a la situación, sin dejar que todo cayera en la tragedia.

- Lamento sinceramente las circunstancias de este encuentro. Vine en cuanto lo supe. Voy a dar mis condolencias a la familia antes de regresar. Huelga decir que por mi parte esperaré por cualquier aplazamiento en nuestro asunto, sea del intervalo que sea. Para cualquier cosa en que pueda ser de utilidad, por favor, no dude en ponerse en contacto conmigo.

Luego se volvió hacia su joven alumna. Curiosamente allí, desconsolada, parecía mayor y más fuerte. La entereza se descubre en la adversidad. Todos somos valientes en los buenos tiempos.

- Puede estar muy orgulloso de su hija, sr. Aussiah. Buenos días.

Tras despedirse, buscó a la familia del fallecido para ofrecer su más sincero pésame, y así era. Dieter nunca asistía a un funeral por compromiso. O lo sentía por la familia, o por el fallecido, o por ambos, pero era incapaz de dar un pésame cuando la persona no le importaba. En este caso, a pesar de no haber coincidido más que en una cena, el sr. Williamson había sembrado una pequeña semilla en él que, de haber tenido tiempo, podría haberse cultivado hasta llegar a ser una buena amistad.

Otra ocasión perdida.

Después de ello, volvió a coger el coche de regreso a Oxford. La tarde ya había caído cuando él llegó, y con el crepúsculo en ciernes no supo qué hacer, si continuar buscando a esa mujer misteriosa o darse un día de descanso para pensar hacia dónde le llevaba aquello.

Se fue a su casa y encendió el ordenador. En internet, con suerte, habría un número de teléfono o una dirección de contacto.

Empiezas a recopilar información sobre la mujer llamada Selene, parece ser que es una artista nacida en Costa Rica, su obra ha pasado desaperciba hasta la aparición de un cuadro que la hizo famosa, unos llamado "Alas de Piedra"...

Poca información más aparece, su telefono de contacto es el de su agente, un tal Leonard Campbell...parece que la artista no tiene pagina web propia ni nada por el estilo...

Sumido en esta tarea tu movil empieza a sonar...al descolgar el telefono una voz asustada que te cuesta reconocer al principio te hablar...Profesor, necesito verle, ha pasado algo, estoy muy asustada, por favor... ni siquiera ha dicho quien es logras distinguir a la joven Parminder entra los sollozos que suenan al otro lado de la línea...

Dieter se recolocó en su silla y se apoyó en la mesa con esa mirada gris de los que hablan por móvil, que no lleva a ninguna parte, que parece sondear el infinito o moverse por los recovecos laberínticos de la mente.

- ¿Parminder? Espera...calma...calma, pequeña. Tranquilízate. Casi no consigo entenderte. Tranquila, no pasa nada...tranquila. Respira...Dime qué te sucede.

Mientras hablaba intentando tranquilizarla, el profesor buscó sus zapatos y se los calzó (afortunadamente no le gustaban los cordones). Cogió la chaqueta y las llaves del piso y el coche y se preparó para salir mientras escuchaba la respuesta de su alumna.

Unos segundos tras los cuales los sonidos al otro lado de la línea se normalizan y la voz de la joven ahora suena con más claridad, aunque algún otro sollozo se sigue escapando entre las palabras...

Es...es mi padre...no se que ha sucedido...pero ya no es él, no se donde ir...me está buscando...

- ¿Qué?

Dieter sintió un escalofrío extraño. Por un lado, lo que ella decía era completamente increíble. Por otro, quizá lo más terrible, la chica había sufrido un brote de esquizofrenia debido a la tensión.

Miró el número de teléfono para saber si era el fijo de la casa o un móvil. En todo caso, su casa era la mejor opción.

- ¿Estás en casa, Parminder? Quédate ahí, voy ahora mismo. Busca un lugar seguro y espérame.

Colgó el teléfono. No tenía ningún sentido llamar a la policía, si era, como esperaba, un caso de locura momentánea, no ayudaría nada que viera llegar coches con sirenas encendidas, ni desconocidos buscándola. Así al menos se quedaría quieta en un lugar y su padre y él podrían encontrarla.

Sin embargo, una parte muy pequeña de él consideraba la posibilidad de que estuviera sucediendo lo que ella decía.

De momento, sin pensar más en ello, cogió el coche y fue hacia la casa.

El numero reflejado en la pantalla es el de un movil...No, no estoy en casa, he salido de allí...no podía quedarme... su voz vuelve a angustiarse por momentos...

Por favor, dime donde podemos vernos el tono de su voz era casi suplicante, parece que estaba perdiendo la entereza...

- Dime dónde estás y te recojo.

Dieter entró en el coche y puso el contacto, pero no avanzó hasta que conectó el manos libres.

- Quédate donde estés o dime hacia dónde vas y te cojo en seguida. Voy en coche. No te preocupes, ¿de acuerdo? Ya estoy de camino.

De camino, pensó. A saber lo que eso significaba. Él no entendía nada y ella parecía haber perdido completamente el norte. Ese camino que parecía presentarse amplio y luminoso hacía apenas un par de días, de repente se había transformado en un sendero retorcido y oscuro, lleno de baches y extraños. Pero dejando atrás las metáforas fáciles, debía darse prisa en encontrar a Parminder, antes de que por su nerviosismo se metiera en un lugar peligroso de verdad, o acabara desapareciendo si esa extraña paranoia se acentuaba.

Un suspiro y unos segundos de espera al otro lado de la línea, como si la persona al otro lado de la línea estuviera aclarando sus pensamientos...después suena la voz de Parminder...

Estoy en una calle que se llama Freedom Street, en Chelsea, veo un pub casi al final de la misma, puedo esperarte en él o aquí, donde me digas... oyes un golpe sordo al otro lado de la línea y casi puedes notar el respingo de Parminder, que vuelve a hablar ahora más asustada...

Por favor...lo siento profesor, lo siento

Dieter aceleró.

- Sigue conmigo, Parminder. ¿Va todo bien? Entra en el pub. Asegúrate de que hay gente alrededor. Llegaré allí enseguida. No cuelgues...Sigue conmigo.

¿Pero qué coño está pasando?

Conduciendo todo lo rápido que el límite, el sentido común y la seguridad le permitían, Dieter continuó el trayecto hasta el lugar de encuentro.

Veo el pub, voy hacia a él... el sonido de la música se oye al otro lado...pero a los pocos segundos se para y es como si una puerta se cerrase...

Hay...hay poca gente..pero no quiero entrar, tengo miedo, no confio... sollozos, la chica parece realmente asustada pero entraré, puede que tenga razón profesor, lo siento...no quiero comportarme así, debo ser más fuerte... parece darse ánimos y nuevamente la música de fondo llega a tus oidos...

Conduciendo todo lo rápido que te es posible consigues llegar a Chlesea, te resulta complicado encontrar la calle Freedom, pero finalmente lo consigues y el dichoso pub se muestra ante ti, no hay demasiado sitio para aparcar...

Dieter aparta el coche todo lo que puede y deja las luces de emergencia. Sale del coche con cuidado de que nadie le atropelle, y entra en el pub abriendo la puerta casi de golpe, mirando a uno y a otro lado, acostumbrándose a la oscuridad y al olor amargo de las pintas de cerveza negra y tostada.

Parminder debe estar aquí. Vamos, pequeña.

El aspecto del local es tal y como lo imginabas, nada sorprendente, sin embargo es acogedor, y a primera hora esta casi solitario, solo tres tipo beben cerveza en la barra y miran un partido de futbol por la tele, en las mesas, un chico joven parece intentar conquistar a una atractiva mujer, que parece algo mayor que él, la sonrisa de esta última parece indicar que la empresa será bastante complicada...

En un rincón, el más alejado de la puerta, sentada en una silla la joven Parminder no parece haberse dado cuenta de tu presencia, su mirada parece fija en lo que parece un vaso de coca-cola, con su contenido intacto...

Cuando te acercas por fin levanta la mirada...

Como despertando de una horrible pesadilla, la visión del profesor Riedemann me hace regresar a la realidad, su rostro me tranquiliza y mis nervios se atemperan un poco...

Sin pensarlo me levanto y me acerco a él abrazandolo con fuerza, no pienso el gesto, solo deseo sentirme protegida, Profesor...gracias por venir, muchas gracias, no sa..sabía... los sollozos entrecortados no me dejan terminar la frase...

Dieter estaba preocupado, por varias razones. Como profesor, le habían advertido mucho que cuidara la relación con sus alumnos.

Me voy a meter en un lío, pensaba. Pero eso no era más que un pinchazo momentáneo. El rostro de Parminder le hacía temer por ella, por cómo pudiera encontrarse, por qué hubiera pasado para que estuviera así, de esa forma, apenas un momento después de haber vuelto del entierro, donde todo era triste, pero normal.

Se sentó enfrente de ella.

- Aquí estoy, pequeña. Dime, ¿qué es lo que ha pasado?