Partida Rol por web

Consigo tranquilizarme ligeramente, la presencia del profesor me ayuda y consigo hablar con relativa claridad...Cuando volvimos a casa...había un hombre esperando a mi padre...no lo conocía, pero no me daba una buena impresión... dudo durante unos instantes, pero sigo hablando... Fueron a su despacho, y mientras pasaba cerca, oi sus gritos...el hombre pedía a mi padre algo...asi que me acerque a escuchar, estaba preocupada... no me gustaba la idea de parecer una cotilla, pero tenía que contarselo todo...

La puerta estaba entreabierta, y entonces...entonces... nuevamente la voz no sale de mi gargante, unos segundos y ahora si un trago a la Coca-Cola que tengo delante... Algo raro pasó, ese hombre, ese hombre...algo salió de él, algo oscuro, como una sombra, no lo sé, no estoy loca...y se metió en el cuerpo de mi padre...lo vi, fue lo que vi...mi padre quedo callado unos segundo y me vió...

Agarro con fuerza la mano del profesor...Él, él comenzó a gritarme, a decirme que que estaba haciendo allí, él nunca...nunca me hablaría como lo hizo...entonces me pidió...me pidió esto... rebusco en el bolsillo de mi pantalón, algo parecido a un cómodo pijama, nada demasiado adecuado para salir a la calle...y coloco sobre la mesa una pequeña cruz, muy parecida a la que tenía Mathew, pero en vez de ser de madera, era de plata...

Mi padre me lo regalo cuando compró la casa en Francia...quizás por eso haya pensado en ti...no sé...me persigió por la casa, y al otro hombre...no lo volví a ver...me persiguió... nuevos sollozos, aunque esta vez mas contenidos...No era él, no era él...él nunca me habría hablado así... al terminar mi relato me siento algo estúpida...quizás mi padre estuviera en algún lío...quizás lo haya metido en algún lío...pero me instinto me decía que corriera...aunque es cierto que mis palabras suenan a locura...

¿Una sombra?, pensó Dieter. Joder, pues claro que suena a locura...pero es mejor no decir nada por el momento.

La incómoda situación obligó al profesor a abandonar su sempiterna sonrisa, y por un momento, desprovisto de ella, se sintió vacío.

Por suerte, no tenían que hablar de lo sucedido, aún no. Podía concentrarse en la cruz antes de pensar qué decirle.

Y la miró, la observó, la escrutó y la analizó como si fuera una tabla de salvación, una explicación a la preocupante actitud de Parminder. Algo que encajara las piezas. Sabía que era imposible. Esa cruz no tendría las respuestas, pero al menos le ayudaría a pensar de la manera que mejor sabía, le serviría para organizar su mente.

Y dejó que su conocimiento vagara por los perfiles y los trazos, por la silueta y el acabado, la plata trabajada y el tiempo acumulado sobre ella. Su tacto, la luz que despedía. Todo aquello con tal de dejar de mirar a la cara de la chiquilla unos minutos.

Recorres la cruz una y otra vez, intentando discernir algo en ella...no eres un experto en la materia, pero jurarías que es mucho mas antigua que la que te enseño Mathew la otra noche...

- Es antigua - dijo finalmente el profesor -. Muy, muy antigua. Mucho más que la que me enseñaron ayer durante la cena.

Dieter la acarició con cuidado, casi con reverencia.

- Hablamos de tiempos en los que casi no era esperable dar con cosas así. Las primeras impresiones de los protocristianos, en el siglo III, no revelaban cruces como símbolo de su fe, ya que eran todavía perseguidos antes de la cristianización del emperador Constantino, en el 325 de nuestra era.

Tampoco me atrevo a decir mucho más, sólo con esto, pero podría buscar. La morfología de las cruces ha variado con las épocas, así como su simbología. Si tenemos suerte, habrá alguna referencia en alguna biblioteca.

Luego se detuvo. Estaba esquivando la verdadera cuestión demasiado tiempo.

- Parminder. ¿Qué otra familia tienes por aquí, con quienes te puedas poner en contacto? Supongo que te darás cuenta de que permanecer conmigo aduciendo que tu padre ha sido poseído es una opción bastante pobre. No creo que eso te ayude en lo más mínimo. Deberías estar con los tuyos.

Ella ya era mayor de edad, podía largarse de casa si quería sin que su padre pudiera hacer mucho. Pero él era profesor reciente de una prestigiosa facultad en una prestigiosa universidad. Y era joven, apenas tenía 9 ó 10 años más que ella. Ya había sabido de escarceos entre estudiantes. El suyo sería mucho más creíble que la historia que ella le contaba en ese bar, y el resultado de eso estaría cantado. Expulsión, adios a la cátedra, a la docencia, quizá al mismo colegio de historiadores. No era poco, sin duda, lo que le podía costar aquel refresco.

Las cruces muchas veces marcaban la situación de las lápidas...

Escucho las palabras del profesor, el familiar sonido de su voz explicando apasionadamente recuerdos de la historia me tranquilizaba… me hacía regresar a la clase, olvidando este último día…

Cuando Dieter acaba su explicación la realidad se dibuja en su rostro…no estoy segura de si me ha creído o no…No tengo familia en Londres, mi madre y mi tía se fueron a Los Ángeles…y el marido de mi tía se mudó a Manchester tras divorciarse… nada quiero hacer que puede suponer un problema para él…no tenía por que escucharme si quiera…seco algún rastro de lagrima que aún no terminaba de resignarse a extinguirse...

No te preocupes, quédate con la cruz, iré a casa de alguna amiga digo mientras empiezo a levantarme…

Y así era la realidad. Le dolía como el que más, podía suponer la decepción en los ojos inocentes...si es que eran inocentes. Ya aprendería...ojalá aprendiera...el valor de la desconfianza, o de la prudencia, si se quería ser más educado. La casa de la amiga estaba bien.

Por otro lado, dejarla sola...¿y si todo era una locura pasajera? Tampoco podía dejarla a su suerte, apartada de todo, sin más. No era una opción sencilla. No lo era en absoluto.

- Bien, mejor que hagas eso, porque voy a ponerme en contacto con tu padre. No voy a dejarte, no te preocupes, pero si esa cruz es tan importante mejor que tú no estés cerca. Dime dónde vas y yo te llevaré. Cogeré tu número de móvil o uno de contacto en el que estés permanentemente.

Llegó a la barra y pagó los refrescos. Salieron a la calle y le abrió la puerta de su coche. Podrían haberlos visto ya cuarenta personas juntas...En fin, ¡qué más daba! No había forma de ayudarla sin implicarse, y no la iba a abandonar así.

- Bien, dime dónde quieres que te deje...

Por un momento temí que me dejara, que no me creyera, puede que no lo haga, pero por lo menos no me ha abandonado…Gra..gracias… murmuro con voz trémula, conteniendo el llanto…mi amiga Keira vivía en un pequeño apartamento no demasiado lejos del centro, sería la mejor opción…

Llevame a casa de Keira, vive en Stamford Street, en el 12… entro en su coche, me giro para mirarlo…

¿Qué le vas a decir a mi padre?, no vayas, no es seguro…esa cruz…es lo que quiere… me resulta muy raro hablar de mi padre en estos términos…pero no, sentía que no lo era, que ya no lo era…

Mi numero es el 765 987 673, intentaré avisar a mi madre para que vuelva… aunque estaba algo más calmada, la idea de que todo mi mundo podía cambiar me aterraba…mucho…

Dieter volvió a sonreír, tímidamente, pero lo agradeció verdaderamente. Se montó en el coche y la miró mientras lo arrancaba. Metió el número de móvil en su memoria y mandó una llamada perdida.

- Bien, ahora tienes el mío - dijo, aunque no dejó de tener un cierto componente de verificación. ¿A cuántos hombres no les había dado una hermosa mujer un número falso?, pensó mientras denostaba su propia broma interior.

- No voy a ir con la cruz, tranquila, y tu padre no tiene por qué saber nada de esta reunión - continuó -. Le visitaré sólo por mi interés en continuar con el caso, y veremos qué pasa. Si ha cambiado tanto, si está tan desesperado, me dará mucha información. No te preocupes. Todo irá bien.

Mientras se dirigía a la calle donde Parminder le había indicado, pensó que había visto demasiadas películas yankis.

La chica no habla en todo el trayecto, solo cuando es necesario que te indique una dirección, ahora no llora, parece mas tranquila, como si despertara de una pesadilla...

La lluvia sigue cayendo y dificultad la visión...cuando llegas a tu destino, sólo una breve palabra de agradecimiento, no podrias adivinar si es decepción o tan solo la seguridad de quien se haya en un sueño lo que ves en el rostro de Parminder...

La puerta del lujoso edificio del centro donde vive la amiga de la joven se abre...una última mirada a tu posición antes de entrar, como si quisiera decirte algo...pero finalmente entra...

- Parminder. No te separes del móvil, y no salgas demasiado. A comprar algo o a despejarte, pero avísame de cuándo lo haces y por donde. Yo te informaré de lo que voy descubriendo, o de qué narices pasa.

No te preocupes. Arreglaremos esto. Estate tranquila y, por favor, estate localizable en todo momento.

La despidió con un beso en la mejilla para animarla, lo suficientemente paternal para que no se andara con pensamientos raros, aunque por su actitud no parecía que estuviera en esas. Realmente parecía preocupada, se atrevió a pensar ahora que se perdía en la entrada. No sabía si hubiera preferido que se tratara todo de una simple tontería juvenil, pero la situación, unida a la muerte de Williamson, empezaba ya a ser rara de cojones, se atrevió a pensar en plata también ahora que ella no estaba.

Se dio la vuelta y regresó al coche. Mejor antes que después. Con mucha tranquilidad condujo hasta la casa de los Aussiah. En un semáforo en rojo aprovechó para dejar la cruz debajo del asiento del conductor, en el doblez del tapizado, después de envolverla en un paño limpio que utilizaba para limpiar el parabrisas. Mal momento para que nadie decidiera robarle el coche...

Más adelante, la casa de los Aussiah se abrió delante de él. Aparcó un par de calles antes, en un lugar público, o un parking si fuera posible, e hizo el resto andando. Algo más nervioso ahora, procuró tranquilizarse, y cuando se creyó más sereno llamó al timbre preguntándose qué podía suceder...

La verja de la entrada te es flanqueda cuando llamas al timbre, tras un paseo nada despreciable por el jardín llegas a la puerta principal...ningún coche hay aparcado en el sitio habilitado para tal...

Nuevamente llamas a la puerta y un mayordomo te recibe...Buenas tardes señor Riedemann, ¿en que puedo ayudarle? lo reconoces como uno de los encargados de dirigir a los demás sirvientes durante la comida de la noche anterior...

- Buenos días - respondió con una sonrisa algo nerviosa -. Vaya, pensaba que no habría nadie, o que llamaba en mal momento. Querría hablar con el señor Aussiah, si fuera tan amable de avisarle. No tengo ninguna cita, pero supongo que no le molestará.

Vuelve a sonreír, esta vez más relajado. La primera parte va bien, aunque ya se sabe, un mayordomo es lo más parecido a un búho en el entorno humano. Intenta no pensar en otra cosa que en naturalidad.

Recuerda, Dieter. Toma buena mentira tiene un alto porcentaje de verdad.

El mayodormo te hace pasar al salón donde la noche anterior te despediste de Mathhew, nada ha cambiado aparantemente en la casa...

Enseguida le avisaré de su presencia, espero unos minutos por favor... el mayodormo abandona la estancia y te deja solo..

A los cinco minutos mas o menos, la puerta de la estancia se abre y el señor Aussiah entra en la habitación, una media sonrisa, triste, el traje algo arrugado, pero tampoco nada excepcional...

Buenas tardes, casi noches ya Dieter dice mientras te tiende la mano...te mira invitandote a sentarte...¿Te apetece tomar algo? dice mientras el parece servirse un trago de una pequeña botella que no logras identificar, quizás algún raro licor...

¿Que te trae por aqui? pregunta algo más serio...

Dieter habría comprendido perfectamente su estado de ánimo teniendo en cuenta el reciente fallecimiento del señor Williamson, pero no entendía tan bien esa actitud cuando una hija se había marchado de la casa. No parecía intranquilo, ni siquiera inquieto, como si no lo tomara en serio...o no lo supiera. Si fuera así, elucubró el profesor, un padre normal ya le habría llamado para preguntarle si sabía algo. Habría policía...o si no se hubiera preocupado tanto como para eso, si fuera simplemente una rabieta...

No, no. Calma. No podía juzgar tan alegremente. Todas las familias tenían sus historias. En su reciente vida de profesor lo estaba averiguando ya, y era una falta de respeto creer que se sabía todo sin apenas escarbar. La superficie ocultaba bien la verdad de las cosas. Uno no debía fiarse de esas cosas.

Comenzó su pequeña investigación respondiendo a la pregunta (una forma curiosa de investigar, sin duda).

- No, gracias, sr. Aussiah - sonrió -. En realidad venía únicamente para...bueno...ya que el sr. Williamson ha fallecido, no sé con seguridad qué piensa de nuestro proyecto. Quizá esté pensando en tomarse un descanso, o ha decidido prorrogarlo u...olvidarlo. No lo sé, y quería conocer su opinión. Yo, por supuesto, quedo a su disposición para lo que decida. No faltaba más.

Luego esperó un momento a que el sr. Aussiah terminara su trago e hizo ademán de mirar por la habitación.

- No veo a su hija, señor Aussiah. Me imagino que estará estudiando como les recomiendo. Espero que no lo esté pasando demasiado mal con esta situación. La vi bastante abatida en el funeral.

Da un pequeño sorbo mientras se sienta enfrente de tu posición, un sillón individual, su gesto se mantiene impasible cuando nombras a Whilliamson, parece pensar la respuesta adecuada… El proyecto seguirá adelante, es cierto que la muerte de Mathew, y más de la manera en la que se ha producido es un gran contratiempo…pero no desistiré, y menos ahora, se lo debo a él, también era su proyecto… un breve rastro de emoción en la voz que intenta ocultar…

Mi hija…si bueno, no esta llevando todo esto con la madurez que esperaba, bueno, le seré sincero, mi mujer y yo estamos en trámites de separación, y creo que ella me culpa a mi, en parte tiene razón, puesto que me enamoré de otra mujer, aunque siempre fui sincero con mi familia y les explique la situación se encoge de hombros, parece preguntarse porque te cuenta esto… Bueno, algunas veces discutimos y ella se marcha enfadada…no suele tardar en regresar, tiene el pronto de su madre…ya me entiende… esboza una sonrisa, no sabrías decir si tierna o resignada…

Dieter asintió, no sin cierta vergüenza en su mirada, gravemente.

- Lamento oír eso. Espero que la situación se normalice lo antes posible.

Mantuvo el silencio justo para cambiar de tema con toda la delicadeza posible. La respuesta había sido perfectamente plausible y, por lo demás, ya no era cosa suya. Aunque aquello preocupaba al profesor, ya que indicaba que Parminder estaba muy afectada por lo sucedido, incluso trascendiendo los límites razonables.

- Entonces, si seguimos adelante, tengo intención de proponerle una expedición...o debería decir quizá una excursión a su finca, cuando termine los exámenes, que será dentro de unos días. Así podremos establecer cuanto antes el plan del estudio sobre el terreno. Mientras tanto, me gustaría saber si tiene alguna documentación adicional que darme, cualquier cosa que hable sobre los orígenes de la zona, en este caso me refiero a documentos escritos que seguramente tendrá a su disposición, como las escrituras, traspasos y demás. Cualquier cosa que indique el paso de mano en mano de la finca. Buscaré su situación exacta y haré una investigación más exhaustiva por mi cuenta, e intentaré cotejar ambas informaciones.

¿Tiene alguna otra idea o directriz que le gustaría que siguiéramos?

El profesor miró a Aussiah con ojos profesionales, concentrado en su tarea, aunque con un invisible resquicio en su mente dedicado a preguntarse qué había de raro en todo aquello, por qué diablos las piezas se empeñaban en no estar del todo colocadas, el tapiz no del todo claro...

Escucha con atención tus propuestas, asiento a ellas con la cabeza, parece ir analizando lo que dices... Me parece perfecto, tengo aun algún asunto que resolver aquí, pero en 3 o 4 días a lo sumo, estaré preparado para el viaje, de todas formas, no tendré ningún incoveniente en que vaya usted por su cuenta en caso de que me surja algo inesperado, así que planifique usted el viaje sin problemas da un nuevo sorbo a su bebida, parece que hace memoria...

Bueno, esa información que me pide, la tengo en la oficina, mañana por la mañana le enviaré unas copias donde usted me diga añade con seguridad...

En cuanto a alguna idea o directriz...usted es el experto, yo no soy demasiado docto en estas cuestiones, Matt era el que se encargaba, intentaré hablar con Laura por si pudiera proporcionarme el acceso a la documentación sobre el caso que hubiera recopilado Matt dice mientras se levanta de su asiento y suspira ligeramente...