Partida Rol por web

Los pasos se acercaban inexorablemente a la puerta, al un lento e inadecuado ritmo comparado con el del corazón de Selene, el hombre del teléfono no parece percatarse de lo que está sucediendo mientras murmura algo acerca de un botiquín y sale de la estancia por la puerta que quedaba a sus espaldas…

El pomo empieza a girar y finalmente la puerta se abre, inundándose la estancia de frío azul…

hey.. no cierres los ojos… dime…quién… quién viene?...

Devuelve la mirada hacia la chica con la picardía de quien revela un secreto.

- Raphael... - dice con un hilo de voz mientras el jóven de ojos azules, su acompañante la pasada noche, aparece cruzando la puerta.

Tumbada y herida, parece más pequeña que nunca, sigue a su ángel con la mirada cansada y una sonrisa de satisfacción. Se deja hacer, confía en él y su espalda se arquea por el dolor mientras le extrae la bala si bien apenas puede apreciarse dicho dolor en su rostro. Después cae de nuevo, apoyada todavía en la Parka de Selene no puede apartar la mirada del recién llegado. Parpadea un par de veces despacio y traga saliva. Le sonríe con dulzura como lo haría una madre a su hijo.

- El que todo lo cura... ¿Por qué tardaste?... - con algo de esfuerzo señala a la artista con el brazo doblado y la mano cerca de su propio rostro, parece por un momento una niña que le enseña orgullosa a su padre el trabajo que ha hecho en clase de manualidades - Mira... la he encontrado.

Tras ese esfuerzo vuelve a relajarse y aprieta por un momento los ojos aguantando una nueva punzada de dolor.

Raphael.....

Su voz acompañó el girar del pomo y los pasos de aquel hombre de ojos imposibles, y la miré asombrada, preguntándome quienes eran y qué era el vinculo que les unía... fuera lo que fuera... era muy fuerte....

Levante la vista casi obligada por la sensación física del azul de Raphael tirando de mis ojos... y le miré sin saber que decir, mientras aún apretaba la herida, intentando contener la sangre de Rebecca... El hombre continuaba acercándose, y al agacharse a nuestro lado, al notar su mano apartando la mía, no pude más que caer hacía atrás para sentarme en el suelo... apartándome casi reptando de ellos, mientras él se rodeaba de una tiniebla casi corpórea que me aceleraba el corazón y me agudizaba los sentidos....

Tranquila mi reina, ya estoy aquí, todo irá bien… y yo les contemplaba solo acompañada del sonido de mi respiración jadeante... con las pupilas dilatadas captando las luces... no... captando la oscuridad que les rodeaba, que manaba de ellos... una oscuridad que ahora sanaba a Rebecca... La mujer no emitió un grito... ni un quejido... solo aquella sonrisa... tan dulce... tan extraña rodeada de aquella noche que perpetúa parecía rodearles...Raphael se puso en pie, y sonrió... mientras yo me perdía en aquellos ojos irrepetibles... dos estrellas azules... rodeadas de luz negra...

El que todo lo cura... ¿Por qué tardaste?... La voz dulce y casi aniñada de Rebecca, y la miré desconcertada... un desconcierto que no haría sino aumentar...- Mira... la he encontrado. había dicho...

Me buscaban... me han encontrado....Qué es lo que esta pasando??

Con la chispa casi furiosa en los ojos castaños busqué a Raphael desde el suelo, con el pie palpitando de dolor, pero acallado por el cerebro que discurría sin descanso...

Pero... qué.... qué eres??....y... por qué me buscáis?....

Él se detiene, acariciando mis rizos que habían cedido bajo la lluvia como ahora cedían bajo su mano...

Soy lo que ella ha creado…y te busco porque nos necesitamos…Será mejor que nos acompañes… Les miré a ambos... sin entender nada... o quizá entendiéndolo todo... Ella era también una artista... ella le había creado... como yo había creado a Alas...

Con esfuerzo me puse en pie, sintiendo el pie gritar cada vez que torpemente lo apoyaba intentando dar un paso... Raphael ya salía por la puerta con Rebecca en brazos... y caminé tras ellos, saliendo de aquella habitación y cerrando la puerta tras de mí... mientras pensaba que no quería seguirles... pero que no tenía otra elección...

La noche ha caído completamente sobre la ciudad, la lluvia sigue cayendo con insistencia, implacable durante todo el día…dos cadaveres yacen ahora sobre la acera,el del malogrado Carver y a unos pocos metros otro cuerpo, bueno, lo que queda de él, los brazos arrancados están tirados a un lado, como si una tremenda fuerza los hubiera separado del tronco, el rostro os mira paralizado en una horrible mueca de terror, casi os parece oír de nuevo el grito que profirió, heridas en el pecho, profundas y salvajes…la sangre parece haberse limpiado con la lluvia…

El silencio solo roto por el constante repiqueteo sobre el adoquinado…Raphael se detiene nada más cruzar el portal, mirando ligeramente a la izquierda…sus músculos parecen tensarse, el intenso azul parece iluminar la cara de Rebecca, con cuidado la coloca en el suelo…infinita mezcla de ternura y deseo al acariciar su rostro con ese tacto frío…pero que a la vez absorbe el agua secando allá por donde pasa…

La chica se deja hacer, queda de pie en el suelo y, llevándose todavía la mano al hombro dirige la mirada hacia los cuerpos inertes al otro lado de la acera. No hay miedo pero sí lástima en su mirada. La fragilidad. Es tán fácil romperse. Basta un golpe para hacer añicos años de historia escrita en tablas de cristal, ahora en papel mojado.

Raphael, su ángel. Se gira hacia él con una sonrisa y alza la mano para apoyársela en la mejilla. No hacen falta palabras. Como la madre que se da cuenta de que su hijo ya es un hombre. Sólo pasa una vez en la vida. Le aparta el flequillo para verlo mejor y lo deja marchar manteniendo por un instante su mano en alto acariciando el aire.

- Nin - dice antes de encararla - Salgamos de aquí. No podemos llamar a la policía.

Observa como la artista hace esfuerzos por mantenerse en pie. Su torcedura se ha enfriado.

- Deberíamos hacer algo con tu tobillo, busquemos un taxi y vayamos a algún lugar seguro. Ven apóyate en mí

Se acerca a ella y trata de rodearle la cintura con el brazo para ayudarla a caminar.

Con la mirada perdida, con la mente embotada y confusa, caminaba con esfuerzo tras ellos... obligándome a recordar los buenos tiempos.. cuando todo era sencillo, y Leo aún me sonreía...

La bofetada del aire frío y húmedo de la noche de Londres me obligó a levantar la vista y volver a la realidad... Ojalá no lo hubiera hecho... un cuerpo desmembrado pareció atar mis pupilas, mientras mi respiración se me aceleraba en jadeos que apenas permitían al oxigeno llegar a mis pulmones, y toda la piel se me erizaba de frío y horror... Noté el leve movimiento de Raphael a mi lado... pero mis ojos no pueden separarse de los jirones de aquel hombre... de su rojo aguado y de su infierno...

Nin.. Salgamos de aquí. No podemos llamar a la policía. aún miraba a aquel despojo que en tiempos debió ser un hombre...

Pe.. pero.. quién puede hacer... algo... así?.... busqué con los ojos a un Raphael que se alejaba, que era engullido por algo más oscuro que la noche...

Deberíamos hacer algo con tu tobillo, busquemos un taxi y vayamos a algún lugar seguro. Ven apóyate en mí

Mi mirada castaña se encontró con el negro profundo de los ojos de Rebecca... y al sentir su brazo rodeando mi cintura, al sentir su pequeño cuerpo intentando ayudarme a caminar, la mire con asombro, con reconocimiento... casi con admiración... Apreté los dientes y caminé junto a ella... Estaba helada y empapada, y el dolor del tobillo me mordía sin descanso... pero intenté sostenerme todo lo que pude, apoyándome lo justo, descargando mi peso en ella solo lo estrictamente necesario...

Me equivoqué... Rebecca... perdoname.... Eres mucho.. mucho más de lo que creí... mis ojos buscaron mirando sobre nuestros hombros a Raphael.. un Raphael que ya no era otra cosa que sombras desdibujadas en la noche.... Tú... vosotros... sois... una punzada de dolor recorriéndome la pierna y apreté aún más los dientes... interrumpiendo la voz... Mejor así... no estaba segura de saber expresar lo que quería decir...

Sí, necesitamos ropa seca... y hielo para mi pie... Busquemos un taxi.... pero no creo que haya lugar seguro, si yo estoy en él...

Rebecca parece sorprendida por la disculpa de la chica. Trata de asirla con más fuerza pero pese a sus buenas intenciones deja claro que no sería capaz de soportar el peso de la artista si se abandonase por completo. Abrazada a ella caminan bajo la lluvia.

- Ya ni sé lo que soy. No tengo a dónde ir, ni ropa, ni dinero, ni hielo. Llévame a tu casa. Te lo contaré todo.

Ya ni sé lo que soy. No tengo a dónde ir, ni ropa, ni dinero, ni hielo. Llévame a tu casa. Te lo contaré todo.

Caminábamos bajo la lluvia, buscando un taxi que nos sacase de allí y nos alejase de todo aquello... y con los ojos entrecerrados.. con las pestañas llenas de gotas de aquella lluvia gris, miraba a un lado y otro... Solo quería tumbarme... dormir... despertar y que todo fuera una pesadilla.... Pero aquello era real, el dolor del pie me lo gritaba a cada paso..

Tengo ropa, pero toda te irá enorme... y en mi nevera solo hay dos trozos de pizza de hace dos días, media botella de cocacola y una de agua... me detuve un momento... Pero tengo dinero... eso sí....

Un taxi se aproximaba y levanté el brazo para llamar su atención...

Si no podemos llamar a la policía... si el que ha matado a Carver es poli, sabe dónde vivo... dije mirando a Rebecca... Si hay algún sitio que no es seguro para nosotras... es mi casa...por lo menos, no esta noche... Creo que será mejor ir a otro sitio... vayamos a un hotel.... creo que quizá sea mejor...

Chicas, a la escena Grange Hotel

THE WHITE HORSE

Llegáis al local unos quince minutos antes de la hora convenida con Sam, apenas acaba de abrir sus puertas, por lo que esta casi vacío, aunque según Rebecca, se llenará enseguida...

El local tiene un aire retro, tirando a los años ochenta, pero más bien porque parece que su decoración no ha cambiado desde entonces, en aquella época, era un lugar de reunión de artistas que se consideraban especiales, a pesar de no haber alcanzado ningún tipo de reconocimiento, y ese estilo de gente es la que continúa visitándolo en la actualdiad, aunque se ha diversificado gracias a nuevos jóvenes seguidores de aquella extraña década...

Aparentemente "The White Horse" es "Uno de esos pubs ingleses". Londres está salpicado de ellos como el delantal de un carnicero. Una mirada curiosa a un callejero podría indicar que ya el propio nombre dista mucho de ser exclusivo u original. Varios Caballos Blancos en Londres, dos en el Soho sin ir más lejos. Hace varios años, un grupo de poetas locales hizo una performance en el mismo local en el que acababan de llegar sobre teorías conspiracionistas históricas, órdenes secretas, Masones, Illuminati, Rosacruces y su forma de marcar las ciudades con nombres simbólicos de caracter rebuscadamente esotérico. Recitales de poesía, conciertos underground, actuaciones tan pretenciosas como ininteligibles se exhibían en el escaparate que era el pequeño escenario mudo del fondo del local. Representaciones para una élite intelectual de segunda fila. Gafas en los ojos, Gauloises en la boca, Proust bajo el brazo.

Tan desolador como los pasillos de un colegio en verano, una oficina en domingo o un recreo con lluvia, es entrar en un pub con el sol en su cénit. Olor a lejía, suelos húmedos, mesas frías y silencio roto por el leve tintineo de los vasos y el crujir de la madera.

El tímido sol de Londres no se atreve a entrar donde no es bienvenido y un paso hacia el interior del local los sume a todos en la penumbra. Rebecca sonríe y se quita las gafas de sol. Mira a su alrededor y se deja lamer por centenares de recuerdos. The White Horse, hace ya tanto de aquello.

Señala un hueco espacioso y bien colocado cerca de una ventana de cristal pintado a través de la cual la luz apenas consigue llegar y se limita a chorrear por los bordes para derramarse despacio sobre una amplia mesa. Mientras sus amigos se sientan va hacia la barra e intercambia unas palabras con el camarero. Parece la reina de aquel local vacío, se mueve cómoda como si fuese su feudo. El camarero sin embargo no parece reconocerla. Asiente cansado y se va arrastrando los pies hasta el final de la barra manipulando en equipo de sonido.

Rebecca regresa a la mesa radiante, se quita la cazadora y se sienta. La música comienza a sonar.

Aquel lugar me gustaba, era más del estilo que solía frecuentar en Edimburgo...no como aquel otro local al que había asistido el día anterior y que había provocado en mi una fisura tan grande que no sabía si alguna vez podría recomponer mi alma...no, seguramente no podría, la herida había sido demasiado grande, pero tendría que aprender a vivir con ello...por eso me encontraba allí, para descubrir el motivo por el que todo había sucedido....esa era la meta que perseguía...respuestas.

Ahora que pensaba en respuestas, me dí cuenta de no haber respondido a las últimas preguntas de Selene...no era necesario, pues creía que era aquel tipo de preguntas que se hacen para confirmar algo que ya se sabe.
Aquel policía no era importante, al menos por el momento, así que intenté relegarlo en el fondo de mis pensamientos, centrándome en la situación actual.

Parece que te conoces muy bien este sitio - le comenté a Becky con la única intención de llenar el silencio que nos envolvía en aquel recinto destinado a llenarse con múltiples conversaciones - supongo que era como tu refugio ¿no?

Había entrado en aquel lugar con los ojos curiosos, siguiendo con la mirada a una Becky que parecía resurgir de sus cenizas… aunque revisando las sombras añejas de aquel lugar no estaba tan segura de que fuera un resurgir… ni de que las cenizas hubieran acabado de enfriarse... En realidad, viendo a Rebecca moverse por aquel antro lúgubre, no parecía que hubiera ardido nunca…

Igual que ella parecía brillar entre las sombras, yo me sentía rodear por aquella penumbra de una forma desagradable, pensando que últimamente mi vida se movía entre demasiados grises… en una umbría que no sentía como mía… que no necesitaba, que no quería… en una sensación de desamparo que no podía permitirme… por mí, por Leo, por Matt… y por los rayos de sol que alguna vez había dibujado.

Con un suspiro y una sonrisa asentí a una Rebecca que nos señalaba una de las mesas, la única acariciada por la luz cohibida de Londres… Cohibida y casi vergonzosa, pero luz al fin y al cabo. Me senté en la silla más cercana a la ventana, jugueteando y recorriendo con los dedos aquella claridad que parecía licuado de oro viejo sobre la mesa… y al sonar de la música levanté la mirada algo sorprendida para encontrarme a la majestuosa Dama negra del tablero de ajedrez, y a la voz de Michael entremezclada con los sonidos…

Sonreí a los dos extraños que ahora eran parte de mi… parte importante… parte esencial… y mientras hablaban seguía oteando las sombras de aquel local y su puerta… Esperaba que Sam llegase pronto… esperaba que tuviera respuestas…

- Lo era, era mi refugio y el de otros como yo. En aquella pared de allí me verás en alguna foto si no las han quitado ya. Hace tanto de aquello Michael...

Y es que es como viajar al futuro, un futuro que ya no te pertenece porque no estuviste allí para construirlo. Como un antiguo amante que te saluda con dos besos.

La poca luz de la chica empieza a desaparecer cuando un velo de melancolía cae sobre ella. Su sonrisa ya casi es una mueca sostenida con andamios. London Calling. Se apaga como la llama de una vela de broma. Un ridículo artefacto. Que tras el soplido vuelve a encenderse para frustración de los homenajeados. Sonríe con dulzura.

- Yo tocaba en un grupo hace tiempo. La guitarra. - dice mirándose las manos, mirándose sus blancas muñecas, como sin dar crédito a que pudiesen ser capaz de hacerlo - Tocábamos aquí a veces. Algo de punk de conservatorio al principio, luego rollo psicodélico, ya sabes, Velvet, Reed, Patty Smith. Esto se llenaba hasta arriba. Y vaya críticas en los fanzines universitarios. Queríamos bucear el main stream, hacerlo a contra corriente, no dejarse llevar como el resto. - mira a su alrededor y quien la ve sabe que lo que ven sus ojos dista mucho de lo que vería cualquiera - Joder, hace un huevo de aquello. Y ya no queda nada. Sólo olor a lejía.

Artículo de broma que se apaga con un soplo y que titubeando vuelve a lucir.

- Algún día os tengo que enseñar lo que escribía. Podemos quedar, tomar vino y... No importa. Lo siento. Supongo que tan difícil para mí como para todos asumir lo que está pasando. - vuelve su mirada a su muñeca buscando un reloj que no está - Sam debería estar al llegar. Espero que sirva de algo.

Desde la posición de Michael se ve mejor la puerta del local que en ese mismo momento se abre, un hombre de unos treinta y pocos, moreno, no demasiado alto, vestido con unas deportivas, unos vaqueros y un jersey oscuro entra en él, en su espalda lleva un mochila de tamaño medio, también de color oscuro...

Parece buscar algo cuando entra, finalmente localiza la mesa donde estáis sentados, y se acerca con el rostro serio, no es su expresión habitual, eso está claro...

Rebecca...estás aquí afirmando lo obvio...

Ella sonríe como una niña y se levanta a interceptarle en el camino.

- ¡Sam! ¡Sabía que vendrías! - dice y le coge de la mano y lo lleva hacia la mesa - Sam, ella es Nin... bueno ya os conoceis creo... es Nin y él... - se descubre algo sonrojada al mirar hacia Michael en esa situación y baja la mirada azorada - él es Michael.

Queda un momento en silencio y sintiéndose incómoda continúa.

- Siéntate por favor. Has venido... quiero decir... No has llamado a nadie, ¿verdad?

Encantado - le digo de forma escueta cuando Becky me presenta ante él. No quiero interrumpir la respuesta a la pregunta que la morena ha lanzado al aire, por lo que simplemente me muestro correcto y educado.

Mientras tanto aún siento la sorpresa por el descubrimiento del pasado de aquella mujer, que siendo en apariencia tan retraída, cuesta imaginarla sobre un escenario delante de un indeterminado número de personas jaleando y disfrutando con la música que se desprende de sus instrumentos....sí, se me hacía extraño, pero tampoco tenía motivos para dudar de sus palabras....estaba claro que las apariencias engañaban, y que en absoluto se puede juzgar a alguien por la primera impresión.

Os saluda con un movimiento de la mano mientras las sonrisa aparece por primera vez en el rostro del hombre, aunque cuando Becky lo interroga vuelve a ponerse serio...

No, me dijiste que no lo hiciera... dice con algo de nerviosismo...He hecho bien ¿no? se sienta en la silla que queda libre a la izquierda de Rebecca, entre ella y Michael...quedando frente a Nin, coloca la mochila a los pies de su silla...

- Sí, Sam, has hecho bien. Gracias.

Sentados los cuatro en aquella mesa era curioso el hecho de tratar al recién llegado como a un desconocido, como a un invitado cuando el vínculo que unía al resto no se habiá forjado ni dos días antes. Hay un silencio. ¿Y ahora qué? Rebecca se sopla el flequillo y mira al resto del grupo, uno a uno, antes de intervenir.

- Bueno... ¿por dónde empezamos?