Partida Rol por web

Y tal y tal

Banús con leche (Capítulo I)

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31/01/2016, 02:06
Director

Después del 40 de mayo, hay que quitarse el sayo.

Junio, y con buen calor. Se avecinaba un verano canónico y español, largo como un día sin pan para los padres que tenían que aguantar a sus niños tres putos meses. Balones de nivea, cremita factor 50, que te hacía parecer un muffin, los cuadernos de vacaciones Santillana, los platos de chanquetes y las paellas de carne y otros "arroces con cosas" servidos en los chiringuitos.

La Fontanilla se ponía a rebosar desde las diez de la mañana. Primero llegaban los viejos, claro, colocando la sombrilla en la primerísima línea de playa (tanto que no podían poner una toalla por que estaban a merced de la puta marea), seguidos por los puretas y madrugadores. Pero la marabunta bajaba con tranquilidad a partir de las diez, cuando las vías de acceso a la ciudad se ponían hasta la puta bandera, y para las doce del mediodía, la tórrida playa se llenaba de señoras con culazo, vigilando atentamente a la hija o a la sobrinilla, gilipollas que te saltaban encima jugando con el balón de nivea, cuñaos que te hacen la ahogadilla con ganas de ahogarte de verdad, niños llorando, mujeres liberadas haciendo topless y viejas que las otean con gesto de indignación, envidia o preocupación (o quizá un poco de esas tres cosas). Los gorrillas hacían su agosto, tanto como los vendedores ambulantes, siempre mal afeitados, cetrinos y malencarados, con sus gorras de la caja rural o los sombreros de paja de Brugal, cargando las no menos típicas neveras de plástico azul con la tapa blanca. "Servesa, cacacola, cocos fresquitos" anunciaban alzando la voz en aquella algarabía humana y animal.

Era un día normal en Marbella, un día de verano. La ciudad, más despoblada en el resto del año, se llenaba hasta las trancas de guiris y domingueros en aquella época del año. Turismo nacional e internacional dándose la mano, mientras sonaba de fondo la Macarena y las Spice Girls, en una fusión que no tendría parangón. Señoritas rubias de espaldas anchas y cadera estrecha, con sonrisa de marfil, que se pillaban sus pedos con sangría y tinto de verano, pasando del Barry y el Chuck para tirarse al Jose o el Raúl, fauna local que les daba cremita en la espalda y lefazo en la cama del hotel de dos estrellas, mientras sus colegas se tiraban haciendo balconing gritando como monos después de trasegar azumbres de cerveza pilsen, y una pareja de viejos alemanes les espía haciéndose una gallarda desde el balcón de un apartamento al otro lado del patio de la piscina, con una mano en el cipote y la otra chupando un calipo, el helado del verano por antonomasia.

Las hordas salvajes de turistas y guiris que todo lo inundaban por el día, daban paso a un ambiente más interesante por la noche. El aire transportaba el olor del pescaíto frito y la música de las mil y un fiestas que organizaban los hoteles, los barrios, los resorts y los particulares, cada uno en su pisito, apartamento o cuchitril playero. Era el momento en que se sacaba el pareo o la ropa fardona y los pubs, bares y discotecas se ponían hasta la bandera. La fiesta continuaba al ritmo de Thalia, las "Especias Amarillas" (como las llamaban las señoras qué), Marta Sánchez, Los del Río, Rebeca, Babylon Zoo, Enrique Iglesias (ya había sacado su primer disco), Shakira y cualquier otro tema molón de música techno, electrónica o remix de los 80, que estaba en todo lo suyo.

Era a ésta hora, más prudente, cuando la auténtica fauna de Marbella, por la que la ciudad era famosa, salía de sus escondites. Famosos de ayer y hoy, mafiosos de la glasnost, que se habían hecho con el mercado litoral de la trata de blancas, jeques árabes que se ponían hasta las cejas de coca, millonarios, políticos, cantantes y personajes del corazón,  actores extranjeros, prostitutas de lujo y trepadores del braguetazo, que acudían a sus cenas y fiestas exclusivas, cerca y a la vez lejos de la marabunta humana que mantenían a ralla discretas puertas vigiladas por cámaras y hombres grandes como armarios porteros, con pistolas en la sobaquera y poca paciencia para tolerar a los gilipollas.

Era en éstos sitios donde se cerraban tratos y se disfrutaba con desenfreno de todo lo que podía ofrecer la ciudad del sol y sol, y tal y tal. Las partidas de mus donde se cerraban tratos millonarios, las fiestas raras en las que terminabas follando como un animal o ahogado a diez millas de la orilla, con el estómago lleno de piedras, por tocarle los cojones a quien no debías. Los sitios que hicieron de la corrupción un arte, y del topónimo Marbella un referente atemporal.

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31/01/2016, 03:00
Director

Las putas cigarras no dejaban de sonar.

Al jefe no le gustaban, y de hecho había mandado fumigar un par de veces los jardines para erradicar esa puta plaga. Pero como buena plaga, la cigarra arraigaba. Por eso, Yuri Karpov procuraba tapar el sonido de las putas cigarras con música y chachondeo.

El joven príncipe ruso, heredero del imperio mafioso de su padre, se había hecho un nombre en Marbella como señor de los clubes nocturnos y la trata de blancas. También era famoso, aunque tristemente, por su carácter violento. Venía de un país que hace poco había dejado de ser comunista para convertirse en un cachondeo controlado por las mafias. Se creía un Dios, y más en España, un país con tantos corruptos que, sentía, creía, podía hacer mismamente lo que le saliera de los cojones sin temer consecuencia alguna. Se contaban historias sobre una chica ahogada en un jacuzzi, por que le obligó a comerle el nabo bajo el agua y le aguantó la cabeza hasta que se corrió dentro de su boca, a pesar de que había pataleado unos minutos antes, indicando que se ahogaba.

El Vladi solía montar guardia en la puerta de Villa Moscú, que es como se llamaba aquella cara monstruosidad de arquitectura moderna que reflejaba muy bien el carácter de su dueño: fachada moderna, grandes espacios vacíos por dentro. Montaba guarda con Paco, el otro segurata español, que había estado en los paracas. Ellos eran, por así decirlo, los mediadores de los rusos con el mundo exterior y español. Espantaban a los curiosos con buen castellano, hacían las preguntas de rigor, metían dinero en los bolsillos y un par de yoyas al que se ponía tonto. Y eran buenos en lo suyo. Vladi y Paco, Paco y Vladi. Compañeros de andanzas.

Aquella era una de esas fiestas privadas de los bajos fondos de la ciudad. En ellas, sin embargo, podían verse alguna que otra cara de las frecuentes en revistas del corazón o programas de televisión. Pero la mayoría, sin duda, eran personas que no querían ser reconocidas. Personas, que de hecho, amenazaban de muerte a los paparazzi. Y los paparazzi se tomaban muy en serio esas amenazas, por que ya le habían cortado los dedos a más de un listillo.

Se servían cócteles y cubatas en dos barras habilitadas con personal externo contratado, con buen equipo de música, luces, drogas en abundancia y prostitutas cortesía de la casa, que pululaban por aquí y allá, camufladas entre las mujeres honestas y sin hacer alarde de su condición. Pero solo bastaba una seña del jefe para que se llevaran a Fulano y Mengano a un sitio más privado, e hicieran realidad todos sus sueños.

No solo había putas, al menos de las de pagar, si no que también se exhibían los trofeos: coches deportivos y mujeres mantenidas de tal o pascual, que en esos círculos se las tenía por "honestas". O más bien, por "exclusivas". Lola no había podido rechazar la invitación de Yuri, uno de sus sementales favoritos, para codearse con algunos elementos de la high y lucir palmito como "su chica". El problema vino cuando se enteró de que entre los invitados que estaban por llegar, estaba su otro macrós, Fernando Roberto, el señor de la coca.

Ese era el tío que Cristina, la Tonadillera, estaba esperando. Había llegado al sitio con dos de sus chicos, Jose y Alfonso, dos chetados de gimnasio que eran a la misma vez sus putos y guardaespaldas, y que fueron convenientemente desarmados en la puerta por el Vlady. Tenía que cerrar un trato, esperaba millonario, para pasar mierda colombiana de primera calidad y distribuirla por España y más allá. El único problema es que, en el negocio de la droga, todos querían su parte. De momento, había hecho su fortuna bajándose al moro y comprando material de peor calidad, untando convenientemente a la autoridad portuaria del Rincón de la Victoria. Pero aspiraba a más. A veces caía en sus manos mercancía de diseño, de fabricación europea, tripis, ácido y demás, que distribuía en aquella ciudad sedienta de drogas. Pero, ay amigo, en la coca estaba el negocio. El GRAN NEGOCIO. Hablamos de los 90, la era de los yuppis, y la coca era la droga de moda entre la clase alta. Estar en ese negocio de la coca colombiana la catapultaría a las más altas esferas de la ciudad. Era un trato por el que estaba dispuest@ a chupar las pollas y matar a las personas que hiciera falta. Quizá no en ese orden.

Notas de juego

Modificado.

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31/01/2016, 04:02
Yuri Karpov

Al borde del yacuzzi, Yuri estaba sentado con su bañador de diseño y su camisa de manga corta, abierta hasta la mitad del pecho. Dentro del agua burbujeante, Lola tomándose una piña colada, en compañía de otras tres tipas, a cual más puta y petarda, que hablaban a veces en español, a veces en ruso, y se reían. Y su Yuri que no perdía ocasión para acariciarle el cuello, para sobar teta o para decirle alguna que otra guarrada al oído. Ella, obviamente, le reía todas las gracias. Ve tu a decirle que no a un mafioso ruso de ese calibre.

Uno de sus hombres llegó entonces, y le dijo algo al oído en su idioma. Él parpadeó, molesto, sin sacar las manos de donde las tenía puestas. De hecho, se metió en el jacuzzi detrás de "su nena española", y sentándola sobre su regazo y la salchicha del Dnieper, la abrazó por la cintura con derecho a levantarle las tetas en el bikini. Al final, el tipo, insistente con su presencia, fue contestado por un asentimiento de cabeza que parecía más bien reflexivo, o a otra cosa.

Finalmente, la Tocinos se acercó con su andar firme. Era educado presentarse al anfitrión, aunque le cayera como una patada en los cojones, y el sentimiento fuera recíproco. Sabía que el ruso la llamaba de todo, y que no podía ni verla. "El travelo español", "el chupapollas con tetas" y otros agradables epítetos. Algunos perdían la gracia si los traducías al castellano. Pero la Tocinos era, de momento, un mal necesario. Un peón bien situado en la distribución de droga en Málaga, Andalucía y parte de España. Por eso, aunque su mera existencia de transexual con tranca, unido a sus modales de arrabal, le tocaran los cojones a niveles estratosféricos, debía, de momento, sonreír. Aunque tenía claro que, en cuanto pudiera, la reemplazaría por otra persona que cubriera el mismo nicho, y que fuera más de su agrado.

En todo momento, por su lenguaje gestual y miradas, dejó claro que era un machote heterosexual. Que se iba a follar a la Lola y a aquellas putas rusas si le encartaba también. Por que podía, por que eran suyas.

-¿Todo bien, amigo? Esperro que no tengas prroblemas con mi gente, ¿Da?

Sonrió.

-Además, se que estás aquí por negosios. Negosios interresante, drogas. No olvides que hagas lo que hagas, yo quiero parte. Así todos contentos, y no te toco cojones. Perdón, ¿Sigues teniendo de eso?

Hubo risas por el comentario.

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31/01/2016, 04:12
Alfonso Hita

El chico impetuoso, su joven guardaespaldas, se adelantó un paso. Pero la mano de José le retuvo, y las miradas de los guardias que estaban por allí, fundiéndose con el entorno, pero vigilando. No le gustaba que se rieran de su jefa. De su diosa shemale. Del pene de acero y el par de tetas que le tenían loquito.

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31/01/2016, 04:14
Paco Jiménez

Había gente que faltaba por llegar. Entre ellos, invitados importantes.

Hacía poco que habían dejado entrar al travelo raro y sus dos maromos (a los que habían quitado las pipas y navajas), y ahora estaban en la garita de la puerta principal, viendo la tele y tocándose un poco los cojones. Si el jefe tenía alguna epifanía, quizá les dejaría catar un poco de la fiesta después. Por el ruido, se lo estaban pasando de puta madre.

-A ver si nos podemos pasar por la piedra a alguna rusa -dijo, comiendo un puñado de patatas fritas- No son inglesas, pero se parecen, macho. No están nada mal tampoco, ¿Eh? Dicen que parecen frías pero en la cama te destruyen la polla cuando se suben encima.

Un cláxon sonó. Era una limusina mercedes, que venía con gente famosilla para la fiesta. Aunque ya llevaban fiesta ahí dentro.

-Acércate a preguntar, y les tachamos de la lista si eso.

Paco no estaba muy por la labor de moverse en ese momento, por que Crispín Klander estaba haciendo un chiste por la tele, y él se descojonaba con el Flo.

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31/01/2016, 04:20
Director

Cena privada con vistas al concierto.

Le gustaba estar en el hotel, ocupando la Suite Presidencial. El Hotel Romano era una de las joyas de su corona, de la corona que ella misma se había labrado en Marbella. El primer hotel de la ciudad, un símbolo de comodidad, glamour y exclusividad, cuyas habitaciones, bungalows y casitas de tres pisos enmarcadas por cientos de metros cuadrados de espacio ajardinado acogían a no pocas personalidades en determinadas épocas del año. Spa, balneario, piscina, salas de musculación, pabellones para eventos privados... Era un pequeño paraíso, costeado por petrodólares y con jugosas concesiones a arquitectos y constructoras amigas del señor alcalde y el concejal de urbanismo.

Amira prefería estar allí que en la mansión de su difunto marido. Podía prescindir de las hordas de criados y guardaespaldas, y salir por ahí en compañía de unos pocos, los de su confianza. No necesitaba criados, pues el personal del hotel velaba en todo momento por que estuviera bien atendida. En esas excursiones al mundo exterior confiaba en Andrés, su guardaespaldas español. Un hombre correcto, muy educado, atento a los detalles y dispuesto a dejarse matar por ella por un precio razonable. Le utilizaba vilmente en sus escapadas, pues a veces quería darse un capricho comiendo o follándose a lo prohibido, y para eso necesitaba unos ojos vigilantes y cristianos que no se escandalizaran por verla beber sangría, comer jamón o follar en la playa como una quinceañera. Él era un caballero de la vieja escuela, y sabía que ella era una reina, un asunto serio. A pesar de que era un hombre apuesto, nunca le hizo una mirada o una insinuación, ni siquiera le pilló jamás mirándole el culo, que es algo que los españoles hacían con ella cuando creía que no miraba.

Desde el balcón que daba a la piscina, disfrutaba de su comida y su bebida, todas preparadas con mimo y esmero, en su solitaria mesa, mientras fumaba con una elegante y larga boquilla. La gente, abajo, disfrutaba del concierto privado de Eros Lamborghotti, que decía "no hay cosa más bella que tú". Y ella, obviamente, sabía que hablaban de ella. ¿De quien más podían estar hablando si no?

La vida iba bien en su destierro voluntario, iba más que bien. Iba a todo tren. Sin embargo, corrían rumores. El niño crecía, ya casi era un adolescente. Su tío, el actual rey, que gobernaba con apoyo de los militares, creía que era un buen momento para colocarlo bajo su estela. Decían que el niño había salido rebelde, y que comenzaba a hablar mal de mamá.

Sin embargo, a ella no le dolía mientras siguiera allí, en el Golfo Pérsico, educado y criado entre algodones. Pero se acercaba ese momento del verano en que, con toda pompa y fasto, su querido hijo y sus familiares venían desde allí para pasar las vacaciones. Por eso, Amira estaba dispuesta a pasarlo lo mejor posible en los días que le quedaban. Los días de libertad total, antes de sumergirse de nuevo en el intrincado mundo de la política de pasillo y el chantaje sentimental.

El camarero le enseñó el champagne, en éste caso, un cava catalán de primer órden. Con un gesto displicente, le indicó que podía servirle, mientras miraba al cantante, joven, guapo e italiano, hablando de esas cosas tan bonitas. Le había costado un buen dinero traerlo allí, pero era un handicap. A causa del concierto, aquella noche estaban por allí algunas personas importantes con las que convendría hablar.

Fue entonces cuando el guardia se acercó para anunciarle algo.

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31/01/2016, 04:48
Andrés Galán

No se acercó demasiado, pues sabía que no le gustaba. Decía que podía oler el aliento de la gente, si se acercaban demasiado, y eso la desagradaba. Tenía sus manías, y no solía hacer la vista gorda, excepto cuando la ocasión lo merecía o debía disimular. Entretanto, se comportaba como lo que era: una reina, aunque fuera viuda.

-Señora, el alcalde ha llegado. ¿Le recibe usted aquí o pasamos al salón privado?

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31/01/2016, 10:45
MariLoli "Lola" Díaz

A MariLoli le encantaba eso de visitar a Yuri, siempre le hacía algún regalo en esas visitas y a veces no tenía ni que pasárselo por la piedra. Al hombre le gustaba lucir jaca española y a ella lucirse, se dejaba dar un sobe en público y todos contentos. Aunque claro, el ruso maritalmente era una bestia en la cama. Su Tigre de Siberia. Tenía una gran diferencia por supuesto con su Jaguar latino, menudo movimiento de caderas se gastaba el Fernando Roberto. Como fuera, ahora estaba con Yuri, en su casa.

No le hacían ni puñetera gracia aquellas putillas rusas, más cuando hablaban en otro idioma, pero ella les ponía una bonita sonrisa y se cagaba de puertas para dentro en sus muertos soviéticos. Porque ella tenía mucha sangre como española y aunque no fuera oficialmente de ningún hombre, a ella no le gustaba compartir. Y el ruso se mete en el jacuzzi con ella y ella bien se encarga de palpar tigre por debajo de las burbujas, que si había que marcar territorio ella se la iba a poner como una piedra y dejarle con las ganas toda la fiesta, copón. 

No dijo ni mu cuando vino aquella mujerona con un escotazo de infarto, no hizo falta, ella frotó bien su culo sobre la merienda que se sentaba, la de Yuri. Que allí muchas putillas pero la que tenía monopolio hoy era la MariLoli, por sus muertos. Que al ruso podía parecerle que no le gustaba, pero esa tía estaba muy buena y la MariLoli no se creía del todo eso de que fuera un travelo. Vamos, si estaba más buena que algunas de las rusas de aquí del jacuzzi y ella hasta que no viera tiburón no se creía todos esos bulos.

Sentada en el regazo del mafioso se dejó sobar y ella se mostró cariñosa, al menos que el resto viera, porque le estaba frotando todo el culamen desde que la había sentado sobre él. Así mucha caricia de torso de la madre patria y risitas ante las guarradas que le decía el ruso. Se iba a enterar de lo que era poner a alguien mirando pa Cuenca en cuanto toda esta gente se fuera.

 

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31/01/2016, 13:09
Baldomero López "el Vladimir"
Sólo para el director

Una noche más en Marbella. Nada nuevo. La rutina de encargarse de la seguridad de un magnate con dos cojones: fiesta, alcohol y coca, recibir a gente podrida de pasta, a jamelgas de impresión y a momias medio disecadas que, inexplicablemente, todavía tenían aguante para ir de cóctel en cóctel. Echar a los gilipollas, a los paparazzi y a los curiosos diversos, si los hubiera. A todos menos a uno muy simpático e inocente que parece medio retrasado. Mocito Feliz aparece cuando menos te lo esperas y siempre en el momento adecuado, pero no hace daño a nadie. Además darle una bofetada está mal porque el tío siempre se las arregla para aparecer como una seta cuando hay cámaras delante. Y pegarle a un retrasado atrae la atención de la prensa.

Y la discreción es la clave de este trabajo.

Baldomero López, Vladimir, Vladi, estaba dejao caer en su asiento, mirando con sonrisa socarrona los desvaríos de ese tal Crispín Klander. ¿Era de verdad? ¿Un maricón o se lo hacía? La televisión estaba dando cosas muy rompedoras desde hacía unos años y ese gordo clavo con flequillo no era la menor. El Paco se descojonaba. Vladi no negaba que tenía gracia. Tanta que llevaba como quince minutos sin mirar lo que tenía en las manos: un libro de apuntes del curso CEAC de Detective Privado. Más manoseao imposible. Estaba en la página 103 desde hacía un buen rato. Vladi leía lento pero leía firme, masticando las palabras como los señores mayores con las novelitas de cowboys de Marcial Lafuente Estefanía. El libro, enrollao como un canuto entre sus manazas, no tenía oportunidad esa noche. Demasiadas distracciones.

Llegó otro cochazo y el Paco le dijo de ir a ver. Se sonrió con el último chiste del maricón aquel, agarró la lista de invitados, se levantó y salió de la garita. Todo eso sin dejar de mirar la tele. Recuperó el gesto serio de granito siberiano tallado.

Se acercó al vehículo y se puso al lado de la ventanilla. Se agachó y miró dentro.

-Buenah noche. Sus nombre por favó.

 

 

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31/01/2016, 17:56
Julius Churches

La ventanilla trasera bajó, y de ella escaparon unas risas femeninas. Dos chicas, vestidas con bikinis y sobre ellos pareos o vestidos de quita y pon. La fiesta era, mayormente, una fiesta de piscina, y por eso los invitados iban preparados para la eventualidad.

Pero había alguien más allí, un tío maduro, elegante, vestido de blanco, que se partía el culo. Giró el rostro con su sonrisa de marfil, y le miró con curiosidad. Parecía ruso, pero hablaba español.

-¿Hace falta que te diga quien soy, joven?

Una chica se asomó, era morena y parecía juguetona.

-¿Te gusta éste chico, chati?

Ella sonrió, al borde de la risa.

-Mmmmm, no está mal.

-Le gustan grandes, y lo sabes.

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31/01/2016, 18:10
Baldomero López "el Vladimir"
Sólo para el director

Vladi pegó un respingo del susto. Si hubiera estado un poco más padentro se habría pegado con la parte de arriba de la puerta.

Uno no ve eso todos los días. Ni en Marbella. Allí estaba él. ÉL. La leyenda. La mismísima LEYENDA EN PERSONA. El Vladimir no solo respetaba a aquel hombre. Escuchaba sus discos. Voluntariamente, incluso.

-¡Hostiá! ¡Don Julio!

Ni miró la lista ni pollas en vinagre. Si a la puerta te viene Julio, le dejas entrar hasta la cocina, y le sirves a tu parienta para que se la folle y la fecunde. Y lo sabes.

-¡Paco! ¡Abre!

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31/01/2016, 20:17
Cristina Tocinos "La Tonadillera"

Aquella noche era una noche importante, decisiva. No era sólo por las ganas que tenía de follarme a un buen latino, o de intentarlo, sino también porque si el negocio salía bien, me iban a comer el rabo más de uno. En el sentido figurado también. Antes de ir para la fiesta del puto comunista, descargué tensiones en la boca de Alfosito mientras me metía una buena línea con mi sniffer bañado en oro de dientes arrancados a niños guatemaltecos venidos a menos.  Además, me embutí en un vestido caro que dejara resaltar mis curvas y mi porte. Unas gotitas de perfume, el trabuco para atrás, bien disimulado en mi tanga rosa (furcia) de encaje y palante.

Cuanto asco le tenía al Yuri, joputa. A este lo ponía yo a cuatro patas y le metía to el cipo así sin mimo ni nada. Sin margarina Tulipan. Zas. Era un asco mútuo pero el intento de relación "cordial" nos beneficiaba a ambos. A pesar de ello, no me cabía duda de que a la mínima aprovecharía para sacarme de en medio. Aquí uno de los dos iba a salir en una bonita cajita de pino, y veríamos quien cumplia primero sus deseos. Para por si acaso, mis hombres ya sabían los detalles de mi Adiós: que me pusieran peineta, y me enterraran en Chipiona, en la playa, con un cassette de la Jurado de fondo, y que todos entonaran la canción que me ponía los vellos y el nardo de punta:

Taconeé hasta donde se encontraba el anfitrión y me planté delante de aquel Jacuzzi lleno de putas. No pierdo el porte a pesar de sus ataques verbales, porque si me enfado logro lo que quiere: darle el gusto de verme disgustada. En su lugar le sonrío con media sonrisa, en estos labios míos rojo putón. Pongo una mano sobre el pecho de mi Alfonsito, para que se calme. 

- Digooooo, ¿quiereh tenéh tamién parte dehto y saleh de dudah? - digo, ante lo de partes que quiere y si aún tengo cojones, agarrandome el paquete - Igual por eso te veo asín tan tenso conmigo, dígoooo. Pero pa otro día, amor, hoy ya tengo planeh, solo vinía a saludah - sin perder la sonrisa. 

 

 

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31/01/2016, 20:33
Director

Paco abrió la cancela exterior, que tenía un motor para que corriera de izquierda a derecha y viceversa. El cantante le saludó con la mano con una sonrisa, y la chica le lanzó un besito desde dentro del coche. Si podían colarse en la fiesta después, la buscaría.

Volvió a la garita, más contento que la hostia. Don Julio, la hostia. Lástima que solo tuviera un LP cutre en el coche, y no un vinilo como Dios manda para que se lo firmara. Comenzó a tener prisa por eso, como si estar allí de guardia le comenzara a quemar las plantas de los pies. Y fueron llegando más petardos.

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31/01/2016, 20:45
Fernando Roberto Salazar

Iban llegando los últimos, gracias a Dios. La peña no era muy puntual para aquellas cosas, pero en el mundo del hampa sabían que debían ir para agasajar al anfitrión. Si tardabas mucho, quedabas mal. Para eso no ibas. Por eso, sabían que si pasan dos o tres horas, podías contar con que nadie más iba a llegar dando por culo.

Uno de los últimos fue un personaje esperado, en su coche deportivo y su camisa hawaiana.

-Soy Salasar. Me están esperando -dijo, empuñando el volante con sus manos llenas de anillos.

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31/01/2016, 20:54
Director

El ruso iba a responder alguna machada, y entonces comenzó a llegar más gente a la piscina, y se acercaron a saludar al anfitrión.

-Disfrruta fiesta -fue todo lo que le dijo.

Traficantes, famosillos y magnates pululaban por allí, pero también un gran número de chicas. Novias, putas y mantenidas. Una fiesta de aquel calibre necesitaba chochetes para que el caché subiera. Y si eran chochetes fáciles, mejor que mejor.

Fue entonces cuando se acercó a saludar EL HOMBRE. Venía acompañado por dos chicas, en apariencia españolas, una morenita y otra rubia con el pelo ondulado, ambas en bikini. A él no le hacía falta venir en bañador, aunque lo llevaba debajo de la ropa, por si acaso. Elegante con su pantalón blanco y su polo azul, el rey de la música latina, el coleccionista de hembras, había llegado finalmente.

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31/01/2016, 20:52
Baldomero López "el Vladimir"
Sólo para el director

Algunos eran anónimos, otros eran anónimamente conocidos, otros conocidos en el anonimato, luego estaban los famosos, y luego estaba la gente de cuidado. Acababa de llegar uno de esos. No hacía falta ni presentación.

-Buenas noche, señor Salasá.

Tragó saliva antes de seguir hablando con todo su jeto de eslavo rocoso.

-Puede dejar las arma aquí con nosotro, que se las cuidamo. Dentro no hasen farta.

Porque esa gente no sale de casa sin pipa ¿no?

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31/01/2016, 21:07
Julius Churches

Con su sempiterna sonrisa de marfil y su piel morena, con los modales de un caballero de ademán calvo y las miradas que lo decían todo, el cantante se acercó al ruso con una mano en el pecho.

-Gracias por invitarme, Yuri. Brindaré a tu salud, y cuando quieras hablamos de ese concierto privado.

Fue un apunte caballeroso, dejándole espacio para contestar o dejar ahí la cuestión. Él había venido a divertirse, y vaya si se iba a divertir. Por lo pronto, atrajo las miradas del personal femenino y transexual. Entonces, reconoció a la chica que estaba sentada sobre su regazo.

-Si mis ojos no me engañan... -hizo una pausa, balanceándose un poco como era usual en él- Te veo bien, Lola de mis amores.

Hizo un gesto con el pulgar hacia atrás.

-Vamos a buscar unas copas y un jacuzzi para nosotros. Cuando tengas un ratito, chati, te invito a algo y hablamos de los viejos tiempos.

Palmeó la espalda del ruso.

-Cuida de éste campeón, que es un fiera.

En realidad había comenzado la competición, y el ruso no tenía ni puta idea. Cuando Julito ponía la mirilla al rifle de francotirador, daba siempre en el blanco. Al caminar por la piscina, con una chati en cada mano, se cruzó con Cristina. Él podía oler las feromonas, de alguna manera extraña, y sabía que no era una tía. No del todo. Pero no parecía importarle.

-Que elegancia, chiquita. No nos conocemos, me parece. ¿Os venís a tomaros algo? Tú y esos machotes. ¿En serio, con ambos? Eres una campeona.

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31/01/2016, 21:10
Fernando Roberto Salazar

Recordó eso, y puso cara de circunstancias. No le gustaba ir por ahí sin su pipa, por que era como ir desnudo. Pero la sacó de la guantera del deportivo y se la entregó. Era un arma personalizada que valdría un pastizal, hortera y dorada.

-Cuídamela, parcero*. Que tengáis buena noche, nomás.

Recogida la herramienta, el coche pasó y cerraron la puerta. De vuelta a la garita, y posiblemente a la calma chicha. Faltaban un par de socios, pero quizá no se presentarían. Lo típico.

Notas de juego

*Amigo

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31/01/2016, 21:16
Amira Al-Khalifa
Sólo para el director

Lástima que se rumoreara que el tal Lamborghotti era gay. Se echaba a la boca un trozo tras otro de exquisito jamón 5 jotas y queso Idiazabal, su cena favorita, mientras pensaba en su actividad habitual: coleccionar complementos caros, exclusivos y de rabiosa actualidad. Entre esos complementos estaban incluidos los hombres, para Amira todo, excepto ella era accesorio y susceptible de cambio por algo mejor, tal vez por eso no se aburría, porque a su manera siempre tenía objetivos nuevos que alcanzar.

Tarareaba la canción al compás cuando Andrés se acercó (posiblemente la única persona a la que tenía en cierta consideración), menuda voz tenía ese hombre, aunque recitara la lista de la compra daría gusto escucharle. Se tapó la boca tragando una última lámina de jamón y luego se limpió los dedos en la servilleta con elegancia y a la vez un poco de fastidio, no le quedaba más remedio que lidiar de vez en cuando con el alcalde.
-Em… que pase aquí. Gracias Andrés-
Ella era una reina y estaba cenando, no iba a interrumpir lo que fuera que estuviese haciendo porque viniera nadie, pasarle al salón privado sería darle la impresión de otorgarle importancia y él sería el alcalde pero ella era lujuriosamente multimillonaria.
Se irguió en el asiento adoptando una pose regia y estudiada. 

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31/01/2016, 21:16
Baldomero López "el Vladimir"
Sólo para el director

-Er jefe stanoche se lastá montando pero bien. Lo cantrao hoy ahí es lo más grande -le comentó al Paco mientras guardaba la pipa de Salazar en la taquilla de seguridad.

Se colocó las pelotas y se sentó en la silla delante de la tele. Le picaba un poco la coronilla. Tenía ganas de ver lo que se cocía dentro. Miró la lista de invitados, a ver quién faltaba. Cuatro gatos. Golpeó el papel con el dorso de la mano:

-¿Tencargas tú? Quiero mear y ver lo que pasa por ahí.