Partida Rol por web

Por supuesto que estaba enfadado. Estaba furioso. Se había calmado casi por completo, pero la rabia todavía cabalgaba por sus venas como la peor de las drogas. Aquella niñata no solo había conseguido llevarle al límite, si no que además había retrasado sus planes en el último momento, cuando ya todo estaba hecho.

Aquello no sería un verdadero problema, pues confiaba en poseer a Hotaru tarde o temprano, quizás con unos días más de palabras de amor y miradas con sentimiento, pero se sentía verdaderamente frustrado aquella noche. Tenía miedo de descontrolarse, de perder su fachada y entrar a la habitación de Hotaru para atarla en la cama y hacerla suya durante toda la noche, sin descanso, así que se obligó a si mismo a volver a casa para evitarse verdaderos problemas.

Esa noche no iba a acabar ahí... se puso en camino a casa y cuando llegara, llamaría a Yuuki. Aquella noche cogería a la Youkai y la torturaría durante toda la noche mientras la poseía. Es todo lo que necesitaba para olvidar aquella ira que había en su interior...

Hotaru se quedó mirándolo  y la sonrisa que estaba en sus labios se esfumó por completo, Edward no había tomado para nada de bien lo que había pasado, de hecho él se levantó de la cama, y sin verla a los ojos se retiró, afirmando que no se había molestado, pero el tono frío y distante le... le rompió el corazón, Hotaru lo quedó mirando hasta que salió del cuarto, por lo menos un beso en la frente o algo, algún gesto... no simplemente irse y ya Hotaru se tendió en la cama, y abrazó la almohada, ¿que había sido eso?, ¿acaso él no le perdonaría el no haberse acostado con él? Sólo había sido una pasión, nada más, y ahora se alegaba de que Moka hubiera aparecido, la gata movía su cola de lado a lado, y se fue a poner a los pies de la cama de la chica.

Lo peor fue cuando lo escuchó salir de su habitación, creyó que iría a buscarla, pero no, Edward salió del cuarto y caminó por el pasillo, Hotaru escuchó su voz, él se iba, la chica hundió su cabeza en la almohada y comenzó a llorar, ¿razón? sólo quería llorar, llorar mucho, y deseo que Yami estuviera ahí para consolarla, pero estaba segura de una cosa, que había sido lo correcto no haberse entregado a él en ese momento, porque él no parecía realmente sentir cariño por ella, sino una poderosa pasión... Hotaru se durmió sollozando por la decepción... 

Pasaron los días y en el tercero, llegó una carta de Edward a nombre de Hotaru. Al abrirla, la joven encontró dos papeles. Uno de ellos era un mapa con unas indicaciones y lo otro una hoja de papel escrita por el puño y letra del rubio.

La carta decía:

'Querida Hotaru:

en primer lugar, te pido que me disculpes por mis acciones el otro día. Sabes y sé que te debo una explicación, pero no es algo que pueda contarte en tu casa o por carta. Como no deseo que me malinterpretes, te contaré todos mis motivos y entenderás lo que hice. Nuestra próxima clase será en el valle que hay a unos cuantos kilómetros de tu casa. Sigue las indicaciones de éste mapa y llegarás. El lugar es una pequeña casa de madera con una chimenea, estaré esperando allí desde el momento que recibas esta carta. Si crees que merezco que me escuches y contarte toda la verdad sobre mi, acude. Me harías muy feliz.

Tuyo por siempre, Edward.'

Estaba en sus tareas, entrenando con su espada en el dojo, cuando una de las personas que trabajaba en el templo apareció y le dejó la carta de Edward, Hotaru no había vuelto a tener contacto con él, no quería verlo más bien porque luego de la pena que le produjo su comportamiento aquella noche, se transformó en rabia, y luego se fue calmando,pero quedó un gran hueco en su corazón, una sensación de decepción  o ve tú a saber, el asunto es que ya no creía que fuese buena idea eso del compromiso, hasta que esa carta llegó a sus manos, y la leyó... "tuyo por siempre...Edward"... Esa frase le hizo sacar una sonrisa, y corrió a su habitación para buscar ropa adecuada, algo lindo para ponerse, lindo... sí, estaba entuciasmada y hasta sacó un vestido...

Lista y arreglada, con un lindo vestido color violeta, y su cabello tomado en una coleta arriba de su cabeza, salió rumbo al lugar que él le indicó, guardó todo en su mochila, y salió sin avisarle a Yumi,  Hotaru tomó su bicicleta se fue rumbo a su cita, era la primera cita que tendrían, aunque tuvieran que hablar sobre lo sucedido... Hotaru no tardaría mucho en llegar al punto acordado, y dejó su bici a un costado de la cabaña, caminando hacia la puerta lentamente, y al llegar a la puerta tocó dos veces, esperando que Ed atendiera.

- ¡Pasa, por favor, está abierto! - escuchó Hotaru desde el interior, en un punto alejado que claramente no era tras la puerta. Al abrir y asomar la cabeza pudo ver por completo el interior de aquella pequeña casita.

Parecía una habitación única, una edificación de madera y piedra que le recordaba a la que había visto en algunas revistas. Tenía una decoración realmente hogareña y acogedora, con una chimenea que, encendida, daba el calor realmente agradable, ya que afuera hacía frío. Era notoria la diferencia de temperatura del valle respecto a la ciudad y por eso Hotaru había advertido el frío mientras subía.

La joven vió como el librero se encontraba en la zona que parecía ser la cocina, preparando algo que resultó ser un té que salía en aquel preciso instante, motivo por el cual él no había podido abrirle. Edward sacó de un cajón un par de tazas, dos cucharillas y dos platitos, para luego colocar todo en una bandeja. No fue hasta que lo colocó todo cuando se giró para ver a la joven de pelo negro. Su sonrisa se ensanchó ampliamente, feliz de verla.

- Hola, Hotaru-chan... - le dijo, con un tono de alegría contenida. Se acercó a ella con la bandeja en las manos y sin pedir permiso le robó un fugaz beso en los labios - Ven, pasa y siéntate, tomemos el té antes de que se enfríe, lo he preparado yo mismo.

Le hizo un gesto con la cabeza. Había una mesa adornada con un florero y una única rosa. Junto a la mesa había una especie de sofá doble y dos butacas individuales.

- ¿Te ha costado mucho llegar? No veía pasar los minutos y pensé que quizás no acudirías... -

La puerta se abrió y la hizo pasar, Hotaru sintió algo de nerviosismo, recordando la promesa que le hizo, de hacerla gritar en un lugar donde no hubiera nadie, y ese sitio se ajustaba mucho a esa descripción, por eso tuvo sus dudas al entrar, pero en fin, debían hablar y él debía explicar lo que había pasado, el porqué de su comportamiento, Hotaru, que no siempre era un terroncito de azúcar,  apretó los labios y se fue a sentar en donde le dijeron, esperando el té que le ofrecía, agradeciéndolo con una media sonrisa, era evidente que no estaba contenta ahí, que era un tema tenso, pero cuando él le robó ese beso, esa muralla de hielo se derritió ligeramente... bueno bastante, Hotaru se sonrojó y miró al piso, tomando la taza de té y revolviéndola. 

- eh... un.. un poco, está cuesta arriba y me he cansado un poco - le responde de nuevo mirándolo a los ojos, ahí recién le puede regalar una sonrisa algo menos tensa - tomó la tasa y lo bebió, Edward lo había servido como los occidentales, por eso debió tomar la taza de una manera distinta, dio un sorbo, corto y dejó la taza en el platillo- eh... Hayashi-sempai - lo volvía a tratar como antes, como un maestro - lo..lo que pasó la otra noche fue una... una cosa que no debió pasar ruego que me disculpe y que lamento... - ¿que era lo que lamentaba?¿no haberlo hecho con él?, no, lamentaba la situación completa - y... no hay necesidad de explicar nada, comprendí bien, sempai - cerró sus ojos, ese muro de hielo que antes había sido derribado por su beso, se volvía a levantar, Hotaru estaba lastimada, y así reaccionaba cuando se sentía de esa manera.

- Podrás descansar aquí lo que necesites, y si consideras que necesitas un baño hay uno, ya te enseñaré la parte de abajo más tarde. - le dijo ante sus primeras palabras. Su sonrisa se perdió un poquito al notar su trato de educación y dando por sentado que ella había cometido algún error. Edward se sentó a su lado, poniendo una mano encima de las de ella y mirándola con culpa en sus ojos - No, Hotaru-chan... por favor, te dije que tenía que darte una explicación. Sólo te pido que me escuches. Si no crees mis palabras no me ofenderé, daremos la clase y podrás volver a casa, sin rencores ni problemas, pero te pido una oportundiad para justificarme. -

El invocador hizo un poco de presión sobre las manos de la sacerdotisa antes de comenzar a hablar. - Ayer debí haber abandonado la habitación mucho antes de lo que lo hice. Tú no cometiste ningún error, sólo te dejaste llevar y me alegro de que así fuera, pues demuestra que deseas que lo nuestro llegue a un buen puerto. No sé cuál será tu opinión, pero creo que el gato está más vivo que nunca... - su sonrisa se tornó más dulce durante unos segundos para continuar explicándose - Pero yo... no soy tan magnánimo como te han mostrado que soy. Antaño sufrí mucho en mi familia... y de pequeño sufría de vez en cuando ataques de ira en momentos de máxima tensión. El otro día me dejé llevar por mis instintos más básicos y la necesidad de... -

Ed se tomó un segundo para respirar y bajó la cabeza, parecía abochornado por lo que le estaba contando. - ...la necesidad de acostarme contigo me puso muy tenso y perdí totalmente el control. Sé que me fui de repente, sin pedirte disculpas ni tuve ningún buen gesto contigo... espero no haberte hecho sentir culpable y de ser así, te pido disculpas. - dijo, cogiendo sus manos con las suyas y buscando de nuevo sus ojos, suplicante - Aquella época ya pasó, pues mi entrenamiento de invocador fue lo que me volvió más sereno y tranquilo, pero tú provocaste en mi algo que jamás nadie me había provocado. Algo bueno, aunque al final saliera mal, pero aquello fue todo mi culpa. -

- Sólo quiero que sepas que sigo creyendo que esto es algo bueno para nosotros. Yo deseo conocerte mejor, me gustas muchísimo, Hotaru-chan, y creo que podría entregarme a ti. Pero me dolería mucho perderte por lo ocurrido la otra noche, de verdad. Realmente yo no soy así. - murmuró al final, bajando la cabeza

La chica se encogió de hombros, y si bien le habia dicho que no era necesario explicarse, para él si lo era, Hotaru apretó sus labios y tomó sus manos dejándolo hablar... y Edward habló, habló sobre todo lo que había pasado, lo que había sentido, su actuación y su pasado... la chica suspiró y cuando terminó, bajó la cabeza y sus ojos violetas quedaron mirando las manos del hombre, pestañeó unas cuantas veces, pero luego lo miró sonriendo...

- pensé que te había molestado que no lo hubieramos hecho, y pensé que con la intervención de Moka, te reirías y bajaría la tensión al momento, no que te ibas a largar sin decirme nada - tuerce el gesto y mira los ojos de él - déjame terminar, interviene antes de que él diga algo - y cuando te fuiste de casa, me sentí peor, en serio, en ese momento creí que había sido un error,  y me decepcionaste, mucho, - suspiró y apretó sus manos, con fuerza- pero ahora no, me has explicado y lo comprendo, y creo.. que me debo disculpar yo por haber hecho juicios apresurados, me alejo que haber venido... y escuchar lo que dices, pero tengo una objeción - apretó sus labios pensando bien lo que diría- quien fuiste esa noche... eras tú, por algo afloró conmigo... - no sabía si debía sentirse bien con el hecho que con ella esa parte de él afloró así, pero Edward parecía muy seguro de querer continuar con aquella idea de estar juntos...

- quizás es mejor que lo enfrentes más que lo niegues, ¿no crees? esa parte malvada que todos tenemos y que aflora a veces, sigue siendo una parte de nosotros.. y si vamos a estar juntos, debo conocer todos esos aspectos, Edward, no soy como las demás chicas, por lo menos las de mi edad, no creo en el amor a primera vista ni... ni quiero estar embobada por el enamoramiento, creo y siento que el amor es mucho más profundo que eso... y cuando se ama... se aceptan esos defectos, siempre y cuando no dañen... - levantó su mano y acarició su mejilla, la inteligencia que poseía la hacía más despierta a las cosas de la vida que otras personas, incluso personas de la edad de Edward - ¿crees que esa parte no podría dañarme? - pregunta muy directamente y busca su mirada - me gustaría ayudarte a entenderte... a acompañarte, como tu amiga... y si... surge el amor, que sea por la amistad que nos tenemos... - siguió acariciando su mejilla. No puede obviar algo de lo que dijo..."algo bueno para nosotros" Hotaru no quería algo bueno o correcto para ella, quería ser amada incluso si no era lo esperado, y amar incluso cuando se sabe que es un error... no porque es lo esperado, lo conveniente, lo bueno...

- no quiero que... te veas obligado a nada.. ni porque esto sea lo mejor o lo correcto para ambos, yo amo a mi abuela, pero no haré algo de lo que esté con todo el corazón puesto, me gustas mucho, es verdad... pero eso no es suficiente para estar juntos, Edward - suspiró, y soltó sus manos y su rostro - ¿estas dispuesto a empezar esta aventura a mi lado? ¿cómo amigos?-  le guiñó un ojo, esperaba que la comprendiera, a ella le gustaba mucho, pero insistía, si algo iba a nacer entre los dos, debía sólo surgir, no ser presionado...

- Siento muchísimo haberte decepcionado, Hotaru. Fue el cúmulo de todo lo que te he contado, normalmente la situación me haría gracia y realmente echando la vista atrás fue un momento muy ridículo. - soltó una breve carcajada, volviendo a sonreir un poco. Cuando le explicó su objección volvió a ponerse serio, escuchándola muy atentamente.

 Cuando le preguntó si aquello podría dañarla Edward se puso de pie, caminando hasta una de las ventanas de la casita. Miró a través de esta durante unos segundos antes de girarse y volver a mirar a la joven. - No, realmente creo que no te dañaría, pero... hay ciertos detalles que no hay que dejar de lado. - carraspeó antes de continuar - Esto dejó de ocurrir cuando descubrí que podía ser un invocador y comencé a trabajar en ello. Cuanto más aumentaba mi experiencia y mi entrenamiento, más fuerte se volvía mi determinación y más moría la oscuridad en mi interior. No he vuelto a dañar a nadie desde que comenzó esto hace ya 7 años, y estoy seguro de que si sigo en este camino no volverá a ocurrir jamás. -

Caminó despacio hacia ella, mirándole con decisión y clavó una rodilla a su lado, volviendo a sostener sus manos con delicadeza. - No me importa que esto sea o no correcto. Quizás tu abuela se equivoque y nuestro matrimonio no sea lo mejor para 'la familia', pero sí que sé que deseo conocerte, deseo que surja esto entre nosotros y... deseo amarte, Hotaru. Por supuesto que caminaré a tu lado, y si tú no me rechazas seré tu amigo para siempre, aunque nuestra relación no de sus frutos. Pero si ocurre... si el amor aflora en nosotros... mi corazón será tuyo, te lo prometo. -

La joven levantó su mirada hacia él, lo había seguido con los ojos en su vaivén, y ahora él clavaba su rodilla en el suelo y tomaba su mano de una manera que la hizo sentir muy bien, si fue romántico, como una de esos cuentos de hadas, en donde el príncipe pide la mano de la princesa... Hotaru se reprendió así misma, estaba grande para esas tonterías, y tomó las manos de él entre la suyas,  apretándolas.

- ey, si no me estas pidiendo matrimonio, no necesitas estar hincado en el suelo -  se rió nerviosa, y lo guío para que se sentara a su lado, ahí, volvió a tomar sus manos, alzándolas y luego cogió su dedo meñique con el de ella, mirándolo intensamente a los ojos.

- entonces... acepto, amigo mío.. lo acepto,  y te prometo que tendrás siempre siempre mi amistad - era lo que le podía prometer, no podía prometer amor, ni su corazón, no quería hacerlo porque ella era de la idea de ir paso a paso, además, su abuela estaba loca, así que seguramente esa era una de sus innumerables  locuras. Hotaru miró una vez más a Edward y le echó al cuello sus brazos, apretándolo contra sí, ya le había dicho que le gustaba, ya le había dicho lo que le hacía sentir, no era necesario repetirlo, sino que sólo vivir el momento, deseaba conocerlo y mucho - sólo prométeme que serás mi amigo y que me querrás, no me prometas lo que no me puedes dar sin más...- le susurró al oído, despacio, muy tenue y dulce, besando su mejilla, de ahí, se separó de él, y se recargó en el sillón.

- ohhh dioses me duelen muuuucho las pantorrillas... la próxima vez que me traigas aquí... me deberás ir a buscar en auto, Edward-kun - se quejó, echándose en el sillón con un mal gesto, aunque lo había vuelto a llamar de cariño, por su nombre de pila.

- Ah, ¿no lo estoy haciendo? - sonrió de forma traviesa y se levantó como ella pedía, sentándose junto a ella. Cogió su meñique con el suyo y le dedicó una mirada y una sonrisa mucho más fresca y jovial, menos recargada y más lúcida. Cerró con fuerza su dedo y asintió. Hotaru le sorprendió lanzándose sobre él y abrazándole: él la estrechó entre sus brazos y respiró su dulce aroma a flores, llenandose con su susurro - Te lo prometo... -

La observó levantarse y dirigirse al sillón, quejándose del cansancio. Aquello le hizo sonreir por dentro: nadie había dicho que llegar hasta aquella casa tuviera que ser muy fácil. Se acercó un poco para colocar las manos en las rodillas e inclinarse un poco sobre ella. - Vaya, ¿es eso una indirecta? Espera, tengo una idea. - alzó el dedo índice frente a ellos - Dame un minuto. -

Con celeridad se alejó para bajar por unas escaleras que estaban en una esquina, bastante escondidas y que Hotaru no había visto desde su posición. Apenas se cumplió el minuto el rubio volvió asomar su cabeza por las escaleras, portando un bote translúcido de plástico en las manos. Sin decir nada y con una sonrisa se acercó al otro sillón, arrastrándolo un poco con una mano junto al de Hotaru y se sentó ahí. Dos palmadas en sus piernas fueron suficientes para indicarle a Hotaru que estirara las suyas sobre él. - Aceite de masaje. Cuando necesito relajarme suelo venir a esta pequeña cabaña. Yo suelo venir andando y es cierto que las piernas acaban algo resentidas, así que tengo algo de aceite de masaje para aliviar el cansancio. - le dijo de buen humor, abriendo el bote para echarse algo del transparente líquido en las manos - Siempre me lo hago a mi mismo y me parece realmente aburrido... pero será divertido hacerlo con alguien más. -

Levantó  una ceja,  Edward le deseaba hacer un masaje, sus antenitas de un momento complejo se levantaron, ¿y si subía mas por sus piernas, sonrió y se mordió el labio, inferior, quedando en la misma postura, pero se sacó los zapatos, y puso sus pies sobre los muslos de su maestro.

- que servicial... jejejeje te quieres reivindicar,¿tienes pastel? - pregunta ilusionada sintiendo sus dedos por sus pantorrillas, haciéndola  ronronear, de hecho pone cara de gatita, el gustaba mucho, puso sus manos en su vientre y un anillo distinto aparecía en su mano, era negro con una gema, y su energía era la de Yami, ¿acaso su amigo había decidido unirse a ella? Hotaru sólo sonreía entregada a sus caricias.

Sus dedos recorrían las piernas de Hotaru, masajeando sus pantorrillas con facilidad al estar sus dedos impregnados en aquel aceite lubricante. Disfrutaba de aquello y su mirada lo dejaba bien claro, recorriendo sus piernas con los ojos para continuar hacia arriba, sonreir mirando a los ojos de la muchacha y continuar con sus extremidades. Sus manos varias veces subieron hacia arriba hasta sus muslos como parte del masaje, pero apenas pasaba unos pocos segundos allí antes de volver a bajar.

- Umh... no recuerdo si tengo pastel, pero sí tengo fruta fresca y otros dulces, los he comprado esta mañana. - sus ojos acabaron en el anillo que Hotaru portaba, pues aquello no estaba la última vez que la había visto - Vaya anillo más bonito. ¿Dónde lo has conseguido? -

Se estremece como él sabe que lo hace cuando algo le excita, sus mejillas se  ponen rojas cuando sus dedos llegan hasta sus muslos, pero se devuelven, y ahí, Hotaru, se sienta mejor, bajando las piernas, eso iba a terminar mal si se seguían tocando, Edward realmente podía hacer que cambien sus ideas, y sobre todo, sus planes, suspiró aun sonrojada, y cuando le señala el anillo, ella lo mira con cariño, acariciándolo.

- Yami-kun, él decidió unirse a mí en un pacto, ahora está él y Lucius conmigo- sonrió, bajando las manos, aunque con Lucius era sólo parcial, cuando su abuela deje su cargo, él pasará a ser su invocación, pero en ese momento, estaban unidos, aunque la abuela nunca lo ha explicado del todo.

- él.. optó por esto...- bajó la mirada, y dejó sus manos en su regazo - Edward, él dice que me ama, pero creo que sólo lo hace para molestarme, en fin - miró al cielo - deberé entrenar más para salir a cazar espíritus, ellos dos deben alimentarse y son poderosos, y debo estar a la altura de ambos - se queda pensativa, no sabía si podría hacerlo.

Ed frunció el ceño sin dejar de masajear sus piernas, escuchando sus palabras y la confesión del pacto. - Así que se trata de él... ya veo. - mayor fue su sorpresa cuando ella siguió hablando e inevitablemente alzó una ceja - ¿Que te ama? Psé... -

El rubio dejó el masaje, pero no parecía enfadado pues continuó acariciando la piel de Hotaru para mejorar la circulación sanguínea de sus piernas. Sin embargo Hotaru creyó haber visto la sombra de algo que parecían ser celos en sus ojos. Aun así sonrió y se encogió un poco de hombros. - Quién sabe. Quizás te ame de verdad, quizás sólo te esté probando. Los espíritus son caprichosos, Hotaru-chan. Pero no deberías dejar de lado esa posibilidad, debes descubrir cuáles son sus verdaderos sentimientos. Y yo creo que sí que podrás estar a la altura. Eres una de mis mejores alumnas, si no la mejor. Se nota que la herencia de tu abuela es poderosa en ti. Sólo trabaja duro y verás como consigues tus objetivos. Además, yo estaré aquí para brindarte toda la ayuda que necesites. -

Soltó un gran suspiro, y luego se inclinó hacia él, apoyando su cabeza en su muslo, efectivamente se había presentado la posibilidad de que él la amara, y que Yami en un intento desesperado de evitar que ella se casara con Edward - si es que se casaba con él - había hecho el pacto, o, al pensar que la perdería decide actuar, no sabía suspira simplemente, acurrucada en ese lugar,  con los ojos entrecerrados.

- puede ser, pero la verdad es que me he sentido más cansada, deben cazar no pueden ambos solo alimentarse de mí ¿no? - preguntó, y claro, se sintió insegura, porque Lucius, estaba aun atado a su abuela, en parte, pero ella aun así se sentía más cansada - aunque es mejor que estén conmigo que con otros invocadores que los tratan como mascotas, o los encierran,- aprieta los puños con fuerza, siempre con sus deseos de  hace justicia. Se rió y se levantó, quedando con su rostro cerca de él, y dedujo que ese gesto más serio pudieron ser celos, pero no se atrevió a aventurarse, además, ella siempre había sentido celos de las alumnas de Edward, siempre, menos de Mai, que era su mejor mejor amiga en el mundo..

- umm... - pone su dedo en la punta de su nariz - desearía que simplemente fluyera y no tener que llegar a una situación en la cual decidir, porque... porque... la respuesta sería clara, yo soy humana, y los humanos mueren, la vida ya es difícil como para ponerles más cargas, ¿no?- era obvio lo que quería decir, pero no lo dijo completamente, simplemente dejó sus ojos a media hasta observando los claros ojos del rubio, él tenía rasgos distintos a la de ella, eran rasgos lindos de hecho...

- te quiero Edward-kun - termina diciendo a esa distancia de él apoyada de una manera relajada y sonriendo.

Su mirada se mantuvo en algún punto de la sala, perdida mientras dejaba que la voz de Hotaru le recorriera. - Sí, ese tipo de invocadores merecen sufrir el peor de los sufrimientos... -

Ella habló sobre que no deseaba elegir, que su respuesta estaba clara... pero aquellas palabras no le sonaron del todo claras al joven librero. Si lo tenía claro porque ella también era humana es que también sentía algo por el espíritu, o al menos así lo estaba entendiendo él. Amar a uno de aquellos seres podía ser un error, pero también una sabia decisión dependiendo del caso. Sin embargo, el sufrimiento en una relación así estaba más que asegurado. No todos podían llevar el paso del tiempo en su cabeza. Eso Edward bien lo sabía.

El hombre asintió muy despacio mientras ella le miraba, sin mirar a sus ojos, pues aquellos pensamientos le estaban poniendo en jaque. Pero Hotaru dijo algo, dos palabras que le pillaron totalmente por sorpresa, por las cuales miró súbitamente a los ojos de la muchacha. Entonces sonrió. - Hotaru-chan... - dijo alzando una mano para coger su rostro. Suspiró un segundo, acercándose a ella casi por instinto y le susurró unas palabras antes de llegar a besarla - Yo también. -

Hotaru se dio cuenta que no fue buena idea comentar sobre aquel tema, pero era mejor que lo supiera, que no lo tomara por sorpresa alguna broma de Yami, o una jugada cruel que lo pusieran en problemas, o que ambos se enfrentaran, la chica suspiró,  quedando demasiado triste, él no la miraba, él esquiaba la mirada, pero ella debía ser sincera, ¿y con ella misma?. ¡Malvados pensamientos, no, aléjense de mí!  exclamó la chica, para sí claro, mientras veía los gestos de Edward, sus movimientos, y como sus sentimientos lo hicieron sonreir, cuando Yami se "le declaró"; fue casi el mismo día en que su abuela les sugirió la idea de casarse, y no había pasado lo de aquella noche en donde se dio cuenta que ella no le era indiferente del todo para el maestro. 

- Edward-kun...- susurró, y levantó sus brazos hacia su cuello para besarlo suavemente en los labios, recargándose en su cuerpo, sin dejar de besarlo intentando controlar sus ánimos, su pasión, y no caer en esa misma pasión desmedida que casi los quema días atrás.

Continuó en aquel beso durante unos cuandos segundos más, abrazando la cintura de Hotaru y controlando sus manos para no comenzar a acariciarla apasionadamente. Pareció conseguirlo y se separó de ella, mordiendo el labio inferior de la chica al separarse. - Yo quiero... quiero que tengas las cosas claras, Hotaru-chan. Debes saber a quién quieres entregarte, cuáles son tus verdaderos sentimientos y hacia dónde los vas a enfocar. No soportaría ilusionarme contigo para luego descubrir que prefieres intentar las cosas con él. - le dijo mientras bajaba un poco la mirada, hacia sus labios - Pero no quiero que te alejes de él, ni obligarte a absolutamente nada. Sólo deseo que seas feliz... -

La abrazó con más ganas, colocando la cabeza sobre su pecho. - Y me gustaría ser feliz contigo. -