Partida Rol por web

Después de separarse, el trío formado por Marlene, Tunad y Xen avanzaron por el lateral del castillo hasta llegar a la parte frontal. Y entonces lo vieron. Todo. Y la verdad es que no estaban preparados para lo que vieron. Pero es que probablemente muy pocas personas lo estuvieran.

El zombi del capitán Utgardian medía unos quince metros y tenía la piel azulada. Vestía una armadura de confección gigante con remaches metálicos sobre los que habían crecido percebes y otros moluscos. Y los pies los tenía desnudos, una no buena idea en una isla de zombis. Seguramente por ahí fue como acabó infectándose, muriendo y reanimándose.

Pero lo impactante no era sólo su imagen, sino la destrucción que había dejado a su paso. El no-muerto podía pasar sin problemas por la mayoría de las calles de Nibana, pero siendo una bestia sin mente había arrasado con muchas manzanas dejando a su paso un reguero de destrucción brutal.

Los marines también vieron al comodoro Beheit y a la capitana Lass luchando contra Utgardian. La capitana arrojaba contra él toda la cantidad de nieve de la que era capaz con el fin de bloquear sus pasos. El comodoro por su parte daba puñetazos al aire que de alguna forma parecían impactar en él. Verlos a los dos luchar a pleno poder era algo impresionante e impactante. Como lo era ver que Utgardian era capaz de resistir esos ataques y seguir avanzando. Lento, pero avanzando.

El Capitán Utgardian INSPIRA TERROR. Provoca una amenaza psicológica de dificultad 18. Tenéis que hacer una tirada VOL + DTEC,En función de vuestra tirada:
   - Si falláis sufriréis 8 - Resistencia Mental a la Salud Mental.
   - Si la pasáis sufriréis 4 - Resistencia Mental a la Salud Mental.

Ese bicho da mucho mal rollo - Dijo el sargento mirando al capitán -​​​​​​-Tenemos suerte de tener a esos dos conteniendole - Empezó a andar hacia ellos - Vamos, tenemos que comunicarles el plan, con ellos será incluso más fácil - Tunad sabía que no se podía acercar mucho, pero el plan era más fácil ahora, solo tenían que llamar su atención y con la capitana y el comodoro era más fácil, ya no tenían que correr tanto.

Es... una forma amable de decirlo, sí. Pero bueno, ya sabíamos a lo que veníamos. Y no se ustedes, pero yo ya me he cansado de quedarme impactada con cosas no muertas para mucho tiempo, así que deshagámonos de esta aberración, volvamos a Befehlgard, y consideraré hacerme vegana y no volver a ver la carne en lo que me queda de vida. Bueno, tal vez eso sea un poco excesivo. Ya bombardearemos ese puente cuando lleguemos a él

Sorprendentemente, la visión de la enorme monstruosidad no-muerta no me causa tanto impacto como lo hicieron los primeros muertos que vi. No se si fue la catarsis de la masacre post-susto que infligí en el último grupo que nos encontramos, si es que simplemente estoy desensibilizando a esos bichos, si el ver a Ser Igul me ha llevado a un cambio de paradigma...

...o que quizás esa es la fuerza que uno siente cuando protege a los inocentes.

Meneo la cabeza. Definitivamente, se me está pegando el carácter de Lass. Por una parte eso me irrita. Siempre he sido terca, especialmente con mi forma de ser.
 

Por la otra... no es tan desagradable como pensé.

-LA MADRE QUE ME PARIO.-  Xen no pudo evitar pegar un grito al ver a tal criatura ante ellos. La carne podrida, la ausencia completa de labios... Pensaba que ya estaba preparado para enfrentarse a zombies, pero la vista de aquel monstruo impacto a Xen más que cualquier criatura de aquella isla, sintiendo como le corría un escalofria por la espalda.

Vale, esto ha sido una idea de mierda.

Si no fuera por ver al comodoro y la capitana peleando contra la criatura, probablemente se hubiera quedado paralizado. Aunque para que negarlo. Con el brazo como estaba, tampoco es que Xen viese las cosas tan claras.

-Marlene- consiguió soltar, mientras mantenia la vista en la creatura-Tienes toda la razón. Ahora mismo estoy agotado de zombies.

Los marines corrieron en tropel al encuentro del comodoro y la capitana. Cómo había dicho el optimista de Tunad, con ellos sería más fácil poder inmovilizar al zombi gigante. Sin embargo solo habían comenzado a bajar la colina por la que estaba el castillo (esta vez con una pendiente más suave y el suelo empedrado) cuando el capitán Utgardian lanzó un tremendo porrazo a la capitana Marconi. Por supuesto, eso no supuso ningún problema para la mujer de nieve, que simplemente se transformó en su forma elemental, pero el golpe se llevó por delante el edificio en el que se encontraba.

Y sin poder evitarlo, la mujer se precipitó enterrada en un montón de escombros.

ESTADO - FÍSICO
Xen - 10 puntos de daño - GRAVE
Marlene - 10 puntos de daño
Tunad - 8 puntos de daño.

ESTADO - MENTAL
Marlene - 11 puntos de daño.
Tunad - 7 puntos de daño.
Xen - 5 puntos de daño.

Mierda - Esa fue la reacción del sargento, ahora los planes cambiaban - Tenemos que sacarla de ahí, ella es indispensable para la misión - Seguía diciendo el sargento mientras corría como podía cuesta abajo, parecía que en cualquier momento se iba a tropezar y convertirse en una bola cuesta abajo - Puesto que Xen no tiene el brazo en condiciones me ocupo yo de escarbar los escombros, vosotros informad al comodoro y distraed a la bestia mientras tanto - Era bastante cómico ver al piscido super serio dando órdenes mientras corría de tal manera.

-Recibido, Marlene, adelante. 

Dijo Xen, mientras avanzaba rápidamente directo al comodoro, esperando la compañía de la cabo mientras no podía parar de fijarse en el enorme tamaño de la criatura. Quizás no había hecho daño a la capitana, pero definitivamente no le apetecía que cualquiera de esos brazos gigantescos le diera.

Ni de puta coña. 

Tunad corrió y corrió todo lo que su oronda barriga le permitía. El suelo temblaba dificultando el avance. Por el camino se encontró algunos zombis con los que tuvo que lidiar, aunque nada problemático. 

Finalmente el sargento píscido llegó hasta donde estaban las ruinas del edificio que había sepultado a la capitana Marconi. O mejor dicho a la montaña de escrombros. Y aunque se había dejado llevar por su buen corazón, al llegar allí comprendió una cosa. ¿Cómo iba a quitar todos esos escombros con el zombi gigante rondando por la zona?

Xen y Marlene, siguiendo las órdenes del sargento Williams avanzaron por las calles de Nibana corriendo al encuentro del comodoro Beheit. Por el camino se encontraron algunos zombis, nada que fuera un problema. Hasta que reconocieron a uno de ellos.

El recluta Kenji A. Lee.

El piscido bateó a los zombies mientras corría, tenía una manía con hacerles volar la cabeza, le parecía hasta divertido, lo que le hacía preocuparse por volverse demasiado sádico, cuando llegó redució el ritmo del trote e intentó ser lo más silencioso posible, susurrando empezó a hablar solo - Vale, ya estoy aquí, espero que los cabos puedan distraer a ese bicho mientras yo levanto esto - Se apoyó sobre uno de los escombros más grandes - Pasa, capitana ¿Está bien? - Tunad sabía que obviamente estaba debajo, transformada en nieve, lo que no sabía es si tendría la capacidad de responderle, pero estaba seguro de que podría escucharle, o eso creía - Voy a intentar sacarle de ahí, los cabos están intentando distraer a la bestia, intentaré aprovechar los pasos del gigante para levantar los escombros a la vez y hacer el mínimo ruido posible - Tras eso agarró el escombro en el que estaba apoyado y se puso a mirar al gigante, sudando y preocupado - Pugpo, échame una mano, moja los escombros para que pueda agarrarlos mejor.

Vamos avanzando a través de los zombis, con la mirada puesta en el capitán. No suponen mayor problema, y pasamos casi sin mirarlos. Después de los últimos encuentros, sabemos lo bastante como funcionan como para cortarlos casi sin miramientos. Aún así, me preocupo de observarlos al menos un mínimo. No conviene confiarse. Xen puede dar cuenta de ello.

Y llega el momento en que me alegro, cuando al encontrar un grupo de zombies oigo un disparo.
No de nuestras filas. De las suyas.

Rápidamente identifico la fuente y me lanzo a por ella. No es que sea inmediatamente peligroso. El disparo ha ido a dar una pared a unos buenos 4 metros de mi. Pero si hay un zombi que pueda recordar o haya aprendido a usar armas de fuego, eso quiere decir que más pueden. Que incluso podría enseñar. No sé si eso es siquiera posible, pero no pienso correr el riesgo. 

El culpable es uno de los nuestros, y lleva poco tiempo muerto, quizás eso lo explica. La sangre que se ve en los huecos y desgarrones de su traje techie, aunque está coagulada y es obvio que no corre, aún es medio rojiza, y no del negro que se suele poner cuando uno lleva tiempo muerto. Queda aún bastante músculo y tendón a la vista bajo el traje roto y la cara, salvo por un mordisco que casi le sacó medio cuello, es visible. Es lo primero que suele empezar a pudrirse y perder forma. Puedo verla con claridad cuando levanta el arma de nuevo, esboza lo que quiere ser una sonrisa de no ser porque no tiene labios, y hace un sonido rasposo y áspero.

B... b... bang, ba... baaa... aaang

Y entonces reconozco el gesto. Y miro la cara, y recuerdo por qué me suena familiar.

Recluta Lee. Puto recluta Kenji A.Lee.

El mayor dolor de culo que me ha tocado sufrir en la Gloriosa, cortesía del retorcido sentido del humor del sargento Latkovia. El mayor flipado de toda la marina, que pensaba que estábamos en una de las producciones de Savant o de Uwu Bolt y que pasaba el mismo tiempo practicando posturitas y trucos con sus armas que disparándolas, por más broncas que le cayesen, más imaginarias que le asignase y más arrestos en los que acabase.  El puta flipado Kenji A.Lee, que se veía a sí mismo como una especie de Almirante legendario en potencia, y al que no le entraba en su mollera de serrín nada que fuese práctico, operacional o pragmático, si no era también cool y edgy. O sea, nada que pudiera enseñarle. Había hecho de mi misión personal hacer de el un Marine decente así fuera lo último que hiciese.

Y había fallado.

Intentaba apuntarme, pero era lento. Torpe. En sus días, y pese a ser un flipao de m***, podía acertar con su revolver a un cubo a 300 metros, consistentemente.  A menos de treinta como ahora, había fallado. Aunque pudiera seguirme, que no podía, no le daría a un granero. Avanzo, serpenteo y tiro fondos y retiradas. Los otros zombies caen en silencio. Y entonces me detengo. El recluta Lee apunta. Gira lentamente las manos para poner ambas pistolas en un agarre lateral, aunque le he dicho mil veces que las pistolas tienen el punto de mira arriba por un puto motivo.

Y sonríe. Como las mil veces que se lo he dicho. Un diente no resiste el gesto y se cae de una encía podrida. Y vuelve a hacer el sonido.

Baaa... b... b... baaa-ngggg, ba... ba... nnnngggg

Ni siquiera hago por esquivarla. El brazo medio comido no tiene fuerza para sujetar el arma estable, veo que va a fallar antes de oir la bala pasar, muy lejos a mi izquierda.

Recluta Lee. Ha sido el peor recluta que haya tenido jamás. Ha dejado que su vanidad eclipsara su talento con un arma y ha rechazado cualquier conocimiento técnico que pudiera servir a su labor en tratar de impresionar a las chicas de la base. De las que tengo la mesa llena de quejas. Ha sido el perfecto ejemplo de por qué alguna gente no debería poder entrar en la Gloriosa, y un desastre en combate real esperando a ocurrir. Y sin embargo...

... sin embargo, la que ha fallado he sido yo. Al menos, como su oficial al mando, puedo ofrecerle una salida a esta indgnidad de vida. Ojalá hubiera podido ser más de lo que fue, marine. Y ojalá pudiera ofrecerle más que esto para compensar mi fracaso en haberle enseñado a sobrevivir.

El aire silba y zumba a la vez, cuando una cadena con un sable en el extremo cubre el espacio entre ambos y termina el trabajo del mordisco. La cabeza del recluta Lee sale volando rebota en el suelo un par de veces, intentando esbozar una sonrisa que se queda congelada cuando lo que una vez fue Kenji Lee muere, definitivamente.

Me doy la vuelta y echo a correr de nuevo en dirección al gigante.

Vamos. El camino está despejado.

Tunad iba a ponerse manos a la obra con el desescombro (jeje, obras y desescombros) cuando el ruido de pasos le llamó la atención. Hacía él se dirigía un pequeño grupo de zombis. No serían más de una docena pero algo golpeó a la moral del sargento píscido. Había compañeros marines caídos entre los no-muertos. ¿Así de cruel sería la experiencia en la isla? ¿Tendría que luchar contra sus propios camaradas?

¡Hora de hacer una bonita TCOM!

ESTADO - FÍSICO
Tunad - 8 puntos de daño.

ESTADO - MENTAL
Tunad - 7 puntos de daño.

Lo siento chicos, siento que hayáis acabado así... - Decía Tunad mientras levantaba su bate - Espero no hacer mucho ruido haciendo que descanséis - puso el palo delante de Pugpo para que lo mojase, tenía intención de luchar cuerpo a cuerpo, seguramente sería menos ruidoso - Pugpo, por favor, ve quitando escombros mientras, te llamaré si me veo en apuros - Y fue poco a poco acercándose a los cadáveres andantes.

La verdad, es que ha sido un discurso bastante bonito y todo eso, pero lo cierto es que Xen, a causa de no tener y evitar cualquier tipo de interacción con el marine, tampoco es que le tuviera mucho cariño, sobretodo por el hecho de que ya sabía de antes el nivel de flipadez del que había hecho gala en funciones. Por supuesto que Xen iba a sentir cierta pena de la muerte de algunos reclutas como Sleut, pero había algunos que... bueno, era como ver a un caracol en un camino. Sabes que es tan lento (como la capacidad de aprendizaje que tenía Kenji, para entendernos) que alguien, sin darse cuenta, lo va a acabar pisando. Y eso se soluciona con que alguien vaya y quite al caracol del camino y lo lleve al verde, donde estara a salvo, pero si no hay nadie y el puto caracol aún se empeña en ponerse en el único sitio que no debería estar...pues bueno, que acaba como acaba. Da penita, pero es mejor asumir que iba a ocurrir, por lo que, mientras empataba cabezas de zombie con la lanza para apartarlos, lo único que pudo pensar cuando Marlene decapito al recluta fue: Adiós, caracol.

La sigo. ¡COMODORO!. -Gritó, intentando llamar la atención de Beheit.

Tunad se preparó para liarse a porrazos, cuando el capitán Utgardian dio un fuerte pisotón cerca de dónde se encontraban. Eso distrajo la atención de los zombis que por un momento quedaron desorientados, posiblemente pensando que el ruido y el temblor indicaban la presencia de un mayor número de personas. Era la oportunidad perfecta para que el sargento Williams tomara la delantera.

¡Es tu turno! La horda zombi perderá el suyo por la pifia.

ESTADO - FÍSICO
Tunad - 8 puntos de daño.

ESTADO - MENTAL
Tunad - 7 puntos de daño.

El comodoro luchaba concentrado conteniendo al gigante Utgardian cuando escuchó la voz de Xen. Al girarse y ver a los dos marines quedó claro que no se alegraba de verlos llegar. Hans saltó de un tejado a otro yendo a su encuentro, a la velocidad a la que se movía cualquiera pensaría que iba a atacarlos en lugar simplemente ir a su encuentro.

—¡CABO WU! ¡CABO HATCHER!—exclamó cuando sus pies tocaron las calles. El comodoro como siempre era fríamente educado incluso cuando no estaba contento —¿Se puede saber qué hacen aquí? ¿Qué ha pasado con su misión?

Tunad sintió el temblor y notó como los zombies se quedaron como paralizados, no iba a perder esa oportunidad.

Es cierto que conocía a muchos de estos soldados, pero sinceramente, ya había perdido la sensibilidad tras lo de Sleut, un zombie era un puto zombie, así que se puso manos a la obra y golpeó con el bate a la cabeza de uno de esos zombies, la cual golpeó a otro. 

Eh, si tengo proyectiles - Decía mientras usaba miembros de unos para derribar a otros

Me tenso inconscientemente al ver al Comodoro venir hacia nosotros. Mi sentido de la autoridad está metido muy dentro, y hace que inmediatamente me encuentre en mentalidad de cuadrarme cuando estoy en presencia de un superior. Y este superior en concreto parece cabreado. Probablemente nos estaría cayendo una bronca ahora mismo si no tuvieramos cosas más importantes que atender.

Se confirman mis temores cuando, con sus modales profesionales y correctos habituales, nos pide explicaciones que probablemente no sean las que quiere oír.

El objetivo de la misión se... opuso frontalmente a una evacuación de ningún tipo sin hacer algo respecto a esa criatura. Afirma que puede matarlo con una técnica de su orden si logramos evitar que se mueva durante unos segundos.

Todo el grupo de extracción decidió de común acuerdo y según criterio que eventualmente habría que actuar contra la criatura. Por eso estamos aquí. Tunad está liberando a la Capitana, que ha quedad enterrada en unos escombros tras el último ataque, y Jester se unirá a nosotros con el Cabo Titán cuando haya evacuado al superviviente que localizamos durante la misión. 

Esa es la situación, señor. ¿Cuales son sus órdenes?

Me preparo mentalmente para que las "órdenes" vengan precedidas de preguntas acerca de con qué autoridad hemos decidido algo así, porque no tengo una respuesta que darle... pero de momento, me preocupa más el aquí, ahora y sobre todo el cómo. Con es bicho a la vista, "que no se mueva" es algo mucho más fácil de decir que de hacer.

Tunad aprovechó la situación para dejar fuera de combate a uno de los zombis pegándole un zambombazo con todas sus fuerzas. Era sorprendente ver como aquel que quería ser un héroe para la marina, golpeaba a antiguos compañeros sin ningún tipo de miramientos. Pero desde el principio estaba claro que esta no era una misión como las demás. Nadie saldría de Nibana indemne.

Tunad hace 10 puntos de daño a la Horda Zombi. Ésta reduce en 4 y recibe 6 puntos de daño.

¡Haz una tirada de TCOM! Si sacas más de un 9 en iniciativa puedes actuar.

ESTADO - FÍSICO
Tunad - 8 puntos de daño.
Horda zombi - 6 puntos de daño.

ESTADO - MENTAL
Tunad - 7 puntos de daño.

El comodoro escuchó las explicaciones y se quitó las gafas para limpiárselas. Sin embargo, apretó con tanta fuerza que acabó por destrozar los cristales y la montura.

—Maldición—murmuró por lo bajo mientras sacaba un estuche y se ponía un nuevo par de gafas—¿Tienen un plan para evitar que esa cosa se mueva?

Por su lenguaje corporal estaba claro que no estaba nada contento con la situación. En el mejor de los casos habría mandado a los calabozos a esos reclutas insurrectos que se habían dejado mangonear por el objetivo. En el peor les habría dado una paliza (aunque en el historial de Beheit no había nada acerca de reacciones violentas). Por el momento parecía que se iba a conformar con saber si realmente había algo tras su decisión de poner en peligro la misión o ellos mismos acababan por humillarse.