Partida Rol por web

El despliegue de brutalidad de Nara me coge por sorpresa. El primer golpe me resulta lógico, pues debía asegurarse, pero los nervios la traicionan y desahoga todo el miedo y la frustración en la cabeza de aquel tipo.

No podía haber imaginado el horror que causa escuchar el cráneo de un ser humano hacerse astillas golpe tras golpe, mientras la sangre y los sesos escapan por las fisuras de lo que antes eran sus ojos y nariz. Los estertores del cuerpo al colapsarse su sistema nervioso resultan agónicos tanto para el como para el que lo observa.

Es demasiado. Me había preparado para matar a un hombre por salvar a mi familia, pero no estaba preparado para esto. Algo se rompe dentro de mí, quiero gritar, quiero pedirle a Nara que pare, pero no puedo. No estoy seguro de si es por el horror de la escena o porque ella me da miedo. Estoy completamente paralizado y, aun así, siento como todos y cada uno de mis músculos se tensan en un ataque de pánico.

No puedo moverme, ni hablar, ni tan solo siento que este presente en aquel momento. Empiezo a verlo todo como si fuese un sueño, como si no estuviese ocurriendo de verdad, empiezo a recordar como La Pulga pisa la cabeza de André, Nara no está allí.

Había leído que, en momentos de autentico terror, la mente puede autoengañarse para protegerte, haciéndote ver una realidad distinta. Una disociación creada por un trauma que eres incapaz de digerir.

No, mi mente es lo único que tengo, y no me vas a traicionar.

Me esfuerzo por volver a la realidad. Vuelvo a ver a Nara, frente al cadáver, ensangrentada. Por alguna razón, de repente, la escena me excita. No digo nada, ya no me importa el Abad, ni el futuro, ni nada. Solo veo a Nara, cubierta de sangre, y sonrío.

Subo a la Pulga, me siento en silencio, mirando por la ventanilla, absorto en mis pensamiento… si es que todavía son mios.

BLAM – El impacto contra el tal André es brutal. Agradezco al viejo Vikingo la costumbre de llevar siempre algún tipo de cinto puesto. Tardo un instante en recuperarme del tirón. Las luces iluminan perfectamente el cuerpo tendido del hombre, por eso puedo ver perfectamente el salto de Nara desde la oscuridad. Se asegura de que no responda el ataque, se descarga con él. Podemos verla de pie, llena de sangre, antes de que apague los faros.

Junto con la luz se disipa en mí un poco de la tensión. Ya no hay peligro, matamos al coco. Ya no va a destrozarnos con su maza como hizo con Sunhee. Respiro hondo y tengo lo que yo siento como un momento de iluminación. Estamos hambrientos, sucios y cansados. No podemos salir al mundo, no necesitamos salir allá. Comer, descansar, seguir. De eso se trata este mundo. Van a querer atraparte, doblegarte, convencerte. Sólo hay que comer, descansar y seguir. Toca comer.

Apago el motor de La Pulga y tomo la maza. Sunhee y José no parecen ser capaces de procesar este momento, trato de no poner mi atención en eso. Seguir. Desciendo del vehículo y bajo la reja.

Noté como Jose subía al coche y se sentaba cerca de donde estaba yo, y luego como Gaspar descendía. Sin embargo, no alcé la mirada en ningún momento. Seguía acurrucada, intentando digerir todo lo que había pasado. No sabría decir cuánto tiempo estuve así... lo único que quería era sacarme la imagen de la cabeza de Estelvio siendo atravesada por la flecha y de Nara machacando el cráneo de André.

Sin embargo, cuando escuché a Gaspar cerrando la verja...

¿No pretendería que nos quedaríamos aquí, verdad? Alcé mi rostro y miré a mi alrededor sobresaltada. Jose sonreía en el interior del coche, Gaspar estaba fuera cerca de la verja y Nara llena de sangre. No sé quién de los tres me daba más miedo... en cualquier caso, no tardé en levantarme y volver a salir.

—¿Qué haces, Gaspar? —pregunté, sin entender nada—. Vámonos de aquí... por favor.

Tenía miedo de que... decidieran también matar al abad y apropiarse de aquel lugar. No podría vivir allí, no después de lo que había pasado... Lo único que quería era largarme lo antes posible y dejar de pensar que aquello había sido verdad... verlo únicamente como una lejana pesadilla y volver a la inocencia con la que habíamos emprendido nuestro viaje.

Noto la sangre caliente que me resbala por la cara. El corazón se me va a salir, solo oigo un pitido, estoy sudando. Los ojos se me salen de las órbitas, mirando al vacío. Mi respiración es lo único que oigo, apresurada, y veo mis manos cubiertas de sangre. Suelto el bate junto a lo que había sido un cráneo, y empiezo a andar hacia la iglesia, mientras saco el machete. Me cuesta respirar, tengo un calor infernal, y solo existe este momento. No oigo nada, mi cabeza solo quiere eliminar el peligro, erradicar la amenaza. Una brutalidad ciega brota en mi cabeza como si siempre hubiera sido parte de mi. 

Rodeo la iglesia corriendo al ver que la puerta sigue sellada, y busco frenéticamente la manera de entrar, con el machete colgando y los ojos desorbitados.

¡Es Sunhee! Agradezco profundamente que sea ella quien reaccione. Es la voz del corazón en este grupo. Necesitamos serenarnos. Yo necesito su tranquilidad. – Sunhee, ¿estás bien? Todo esto es muy loco, pero necesitamos la comida que hay aquí. Sé que Nara da miedo, pero sólo me ha defendido de Estelvio que quería dañarme. Sobre André… – La miro a los ojos – Yo maté a André. Lo hice porque quería lastimarte y lo haría con cualquiera que quisiera hacerlo. Todos vimos su cuerpo muerto. Nara sólo se aseguró de que no se levante como un zombie y descargó su furia. No es diferente a lo que hizo José en la gasolinera.

Miro hacia el monasterio. – Puedes quedarte en La Pulga, pero te necesito. Encontremos al abad antes de que lo haga Nara para que no haya otro muerto.

Nara sale corriendo por un costado de la iglesia y se pierde de vista.

Fachada de la Iglesia

Gaspar, Jose y Sunhee están en la Pulga, con las luces apagadas, en mitad del patio frente a la iglesia donde se ha recluido el Abad, envueltos en el silencio de la noche.

Exploras los alrededores de la iglesia, es un edificio exento. Se compone del cuerpo principal de la iglesia y otros pequeños edificios adosados, de planta baja. Todo es de piedra y muy antiguo. Las ventanas son estrechas y tienen barrotes, y las puertas son de madera. Lo rodeas casi por completo, descubres otras dos puertas, además de la principal, por la que entró el Abad. Estas puertas no son tan fuertes como la de la fachada, y crees que podría derribarse fácilmente, aunque a ti te falta fuerza para ello.

1 Puerta principal / 2 y 3 Puertas secundarias más pequeñas

Una de las puertas secundarias de la iglesia

Hacia la derecha hay un espacio más amplio, como otro patio, más bajo, comunicado con una esclera algo monumental con la parte trasera de la iglesia. No ves mucho más allá debido a la oscuridad de la noche. Por todas partes hay nichos y muchas cruces. Esto es un cementerio.

Siempre que pueda mantener la lealtad para con mis unicos amigos.

Por supuesto. Estrenamos mecánica para Jose a partir de ahora mismo.

El abad no es una amenaza a menos que consiga pedir ayuda. Ojalá podamos dejarlo con vida. Mi plan es dejarle los mapas por tener un buen gesto y de todas maneras no pienso volver ahí.