Partida Rol por web

—Idiotas —bufó el enano mientras avanzaba con esto firme a por el Nomuere atrapaalmas—. ¡Rodeado estoy de idiotas! —terminó de decir mientras se ponía tras la demoniaca criatura que intentaba acabar con la vida de sus compañeros.

Con fuerza, dejó caer su martillo sobre el ser, aprovechando que en su esplada no tenía una boca con la que sorber su alma. Un buen golpe, digno de un poderoso enano. Capaz de partir por la mitad a un gólem de un golpe. Pero, aunque aquello no era un gólem, algo le decía que no iba a ser tan fácil de matar como una criatura mecánica.

Tras el golpe, el enano gritó, por enésima vez—. ¡Vieja, haz algo útil y usa el maldito tótem cantarín de una vez, a ver si se atraganta con él! ¡Que ya no sé cómo tengo que decirlo!

Era posible, es más, era seguro, que la brutalidad del golpe fuese por no partir por la mitad al tótem. Suerte tenían que el enano estaba de su lado. Y por si aquello fuese poco, el elfo tenía pensado irse. ¡Por encima de su cadáver!

—¡Elfo, da un paso más y desearás que esta cosa te haya comido! —grito de nuevo, rojo de ira—. ¡Idiotas!

Golo maldijo por lo bajo al elfo que ya no se encontraba en donde estaba. Y cuando vio al Nomuere encima de ella, se dijo a sí misma que eso le sucedía por andar haciéndose la heroína con la edad que tenía. Ya no estaba para estos trotes...

-¡No sirve!- gritó la vieja intentando interponer la lanza mientras se sentía mareada, como si no pudiera hilar coherentemente las ideas -¡El elfo no sirve! Digo... ¡se alimenta de espíritus, no voy a alimentarlo con enanos... digo, con más espíritus!-

Cierto es, alimento no soy,
poeta y cantautor lo soy,
lírico y actor seré,
mientras que el horizonte veré...

Tenía que poner distancia, así que intentó lo primero que se le ocurrió: clavar la lanza que llevaba en sus manos, pero el mareo no le permitía hacer nada y sus músculos respondían como querían ellos mismos.

Roark vio venir los zarcillos ectoplasmáticos y se propuso a regatearlos con una finta, pero la desvandada del elfo le había dejado un flanco al descubierto, así que su maniobra le había dejado justo delante de uno de los zarcillos. En una maniobra desesperada, saltó abriéndose de piernas con la intención de que pasara por debajo...

En medio de la maniobra, el ladrón se preguntó si así era como habrían acabado todos aquellos genitales en el montón de ectoplasma... Porque la última vez que había empleado aquel truco había sido en un trabajito para el que se había infiltrado en el circo de Nomessia...

Y no salió muy allá...

Y dolió...

Una semana larga...

Ni a un lado ni a otro. Jingle se escabulló hasta la entrada del pasadizo, unos cuantos metros antes de la puerta secreta. No iba a abandonar a sus compañeros.

¿Lo hacía por heroísmo? ¿Había descubierto que el verdadero tesoro eran los amigos que hacemos por el camino? ¡Ni de broma! Si se quedaba en aquel hervidero de ectoplasma, acero y poetas con mucho espíritu pero escaso talento* era porque ya conocía a Meser. Si huía sin llegar siquiera a la guarida del nigromante, le tendría pegado al culo durante toda la eternidad. Y si hay algo peor que un espectro quejica, es un espectro quejica y ludópata.

Era hora de hacer algo, pero tampoco podía perder su reputación de completo inútil que tanto trabajo le había costado mantener. Entonces le vino la idea a la mente: 

Si cabreo al enano, seguro que le hace más daño a esa cosa…

Respiró hondo y canalizó las palabras de poder. Todo estaba en las notas, en realidad. Lo que cantase daba completamente igual. Y seguro que el Trolltem se dignaba a hacerle los coros.

He oído que las damas enanas
pasan el día peinando canas
en las barbas, en las fraguas
y hasta debajo de las enaguas

(Trolltem): Ay las mujeres enanas
¿Serán gnolls o serán damas?

Te aseguro que te ponen tieso
Con ese bigote tan espeso
Legendario es el valor de los enanos
¡por meterse en semejantes pantanos!

Es necesario aclarar que Jingle no suele aprobar letras tan machistas ni zafias, pero sabía que uno de los tópicos que más detestaban los enanos era la alusión a las supuestas barbas de sus mujeres.

Doña Golo se intentó librar del espectro usando su lanza pero aunque la criatura se había hecho semincorpórea no logró apartarlo, con lo que la criatura siguió usando su enorme boca para absorberle el alma¹. Por suerte para ella Gromenauer fue mucho más 'contundente'. Aunque la maza del enano habría partido la espina dorsal de cualquier otro tipo de criatura en este caso arrancó un montón de zarzillos de oscuridad, pero algo toco por el camino. La criatura se volvió a una velocidad sobrehumana y en lugar de lanzar un alarido usó su terrible boca para alimentarse del alma del enano. ¡Y de que manera! Gromenauer sintió en ese momento un dolor brutal en su pecho enano, un vacío del que jamás hasta ese momento había sido consciente. Nunca se había sentido tan vulnerable hasta entonces².

Por su parte Roark tampoco las tenía todas consigo. Los zarzillos ectoplásmicos buscaban su cuello y aunque pudo apartarse a tiempo del primero vio como el segundo iba directo hacia su brazo derecho. ¡O usaba el arco para detenerlo o se exponía a un golpe directo!³

Y entonces se escuchó la canción de Jingle Bello. Gromenauer sintió una furia en su pecho debida a varias cosas: la primera ese momento de debilidad ante el Nomuere Atrapalmas, la segunda la ofensiva canción de Jingle, pero la tercera, sin duda ¡era que estaba hasta sus cojones enanos de escuchar rimas fáciles!

Era una chica muy mona...
duaaaaaa...
que vivía en una tienda de lona...
duaaaaa...

¡Aquello fue la gota que colmaba el vaso sin duda!⁴

El ladrón le tenía cariño al arco, pero era un arco. Y tenía otro. Asi que ni se lo planteó. Dejó que el zarcillo se llevara el arco y con una sonrisa triunfal agarró el del explorador desalmado y le tiró otro flechazo al ectoplasma que se clavó justo entre dos tetas. -¡JA! Esto no te lo esperabas, ¿eh? 

De repente frunció el ceño. ¿Le estaba hablando a un monton de tetas ectoplasmáticas? Definitivamente necesitaría un descanso tras esta aventura...

Estaba claro que el ectoplasma no se lo esperaba, ¡ni mucho menos!

La cosa estalló salpicando ectoplasma por todos lados y uno de los penes se estampó contra la pared deslizándose luego de forma obscena hacia el suelo¹. Y por supuesto todos estaban cubiertos de esa substancia pegajosa.

La sombra pareció enfurecerse por ello, porque se volvió hacia Roark para mirarlo con aquellos ojos vacíos abriendo su boca de forma desmesurada mientras saltaba hacia él².

¿Quién me ha robado
el ectoplasma gris?
ha sido un ladrón
que no merece perdón

Roark sonrió satisfecho mientras esquivaba genitales ectoplasmáticos voladores... La sonrisa se le congeló en la cara al ver a la cosa esa acercársele con aviesas intenciones. -No oye, yo no...- Hacia atrás solo había una pared, así que tendría que sorprender a la sombra. Se lanzó hacia delante y se deslizó por el suelo para quedar a la espalda del espíritu. Si la cosa iba bien, la cosa aquella se estamparia contra la pared y él quedaría justo detrás de ella y razonablemente lejos.

Dicho y hecho. El ladrón se lanzó al suelo y pasó por debajo de la sombra. -¡Hasta luego señora sombra!- Al llegar al otro lado se levantó de un salto y se apoyó contra la pared de enfrente resopllando -O lo matamos pronto o voy a necesitar comer algo... Ésto empieza a cansarme...

Miró a sus compañeros que parecían contemplar la escena. -¿Qué? ¿Os gusta el espectáculo?

En una situación normal, Gromenauer habría soltado algún chascarrillo sobre que no había sido nada el golpe, pero aquello parecía que había mermado sus ganas de hablar.

Sacudiéndose la cabeza, y aprovechando que la criatura se lanzaba a por el ladrón, decidió que era hora de usar el atilugio del gnomo. Las cuchillas del escudo se desplegaron y con fuerza, lanzó el escucho contra el ser.

No obstante, el ataque del ser le había dejado muy tocado, y el escudo fue a parar bastante lejos de la sombra. Ahora tendría que ir a buscarlo entre todo el amasijo de genitales repartidos por el suelo.

Jingle arrugó la nariz. Había dado una actuación excelente y, aunque no se esperaba aplausos, ni siquiera había desembocado en un derramamiento de ectoplasma.

Por supuesto, confiaba en que las palabras de poder siguiesen surtiendo efecto* aunque al enano le hubiese dado por hacer el capullo con el escudo. ¿Y si le dedicaba a todos un bis? Tampoco sabía qué más esperaban de él, aparte de tratar de escabullirse a la menor oportunidad.

De pronto, se fijó en la sombra que se arrojaba sobre Roark. Jingle se jactaba de haber viajado por todas partes y haber conocido (y cabreado) a mucha gente. Una criatura tan pintoresca tendría que sonarle, ¿no? Trató de hacer memoria. ¿Un espectro? ¿Un elemental de vacío? ¿Un experimento nigromántico?

La criatura se abalanzó sobre Roark pero el ladrón no era de los que esperaban a sus oponentes: ya había saltado unos metros hacia atrás. Mientras tanto el escudo de Gromenauer salió volando hacia el Nomuere Atrapalmas pero el enano estaba muy tocado. Tanto que su escudo atravesó el lugar donde ya no estaba el espectro —allí todo el mundo se movía rápido— y terminó clavándose contra el fondo de el pasillo, junto a la puerta, donde quedó atrapado sin que volviera a las manos del guerrero.

Doña Golo se incorporó apoyándose en su lanza. El monstruo alzó entonces sus manos ¡y otras tres figuras espectrales aparecieron de la nada! Unas versiones espectrales de Jingle, Golo y Gromenauer que miraron con odio a sus respectivos reflejos vivos. Si bien las versiones de Jingle y Golo eran casi invisibles la de Gromenauer casi parecía sólida.

Roark miró a los tres recién llegados y luego a sus tres compañeros. Su cerebro, una vez más, actuó por instinto: los tres colegas espectrales atacarían a sus tres colegas vivos, así que la cosa esa iba a venirse otra vez a por él con casi total seguridad...

Levantó el arco y volvió a disparar, esta vez al ser espectral. Más le valía cargárselo rápido porque no podría seguir esquivándolo todo el día. Tampoco es que tuviera mucha fe en que sus flechas le hicieran mucho daño pero había que intentarlo, ¿no?

La flecha atravesó lo que debería ser su cabeza. Cuanto daño había hecho estaba por verse pero, aunque Roark quería con todas sus fuerzas que se disolviese fantasmagóricamente, no las tenía todas consigo...

Jingle rebuscó su arco y preparó una flecha. ¿Pero acaso el acero podría con aquella criatura? ¿No sería mejor la plata? ¿O eso era solo una patraña de esos brujeros flipados que van por ahí diciendo que caza

Jingle intentaba recordar. ¿Dónde había leído sobre ese ser? ¿Había escuchado alguna leyenda? ¡Y entonces recordó! Un Nomuere Atrapalmas era una criatura que se podría considerar 'el golem de los nigromantes'. No era un espíritu real, sino una proyección de odio y miedo convertida en un ser astral. Tenía el problema principal de que las armas mundanas lo molestaban pero no dañaban realmente su esencia espectral. Para acabar con él era necesario armas mágicas o espectrales. O terminar con el nigromante que lo había creado, ya que un Nomuere Atrapalmas estaba unido a este plano de existencia por medio de la vida del propio Nigromante que lo había traído hasta aquí¹.

Mientras recordaba todo aquello la flecha de Roark atravesó la masa espectral, provocando malestar en el espectro. Jingle sabía que aquello lo habría dañado momentáneamente, probablemente se estaba recuperando mucho más rápido que el daño que sufría. Y aunque lo desterrasen temporalmente se volvería a regenerar con rapidez.

Roark quizás empezaba a intuir lo mismo porque viendo como saltaba aquel monstruo a por él estaba claro que las heridas no lo estaban frenando lo suficiente².

-¡Venga no fastidies!- Roark vio como la cosa aquella se le echaba encima como si tal cosa y miró de reojo la otra puerta de la estancia, la de la calavera. -Vale, propongo ver si la puerta esa le bloquea el paso... Y pasooooo. Pasoooo. Abran pasooooo. Ladrón con prisa, abran pasoooo.- Dijo mientras atravesaba a toda velocidad el pasillo regateando seres espectrales variados cual corredor de Blood Bowl¹... 

A lo largo de su carrera profesional, Roark había corrido mucho, pero mucho, pero en esta aventura la verdad creía estar batiendo un record. En eso y en esquivar valientemente ataques...

Al llegar a la puerta se paró y recuperó el aliento mirando de reojo hacia el guirigay del fondo mientras tanteaba la puerta por si se abría...

—Oh venga, y ahora esto —dijo mientras veía como se materializaban las sombras producidas por sorberles parte de su esencia—. ¡Pues que se esperen, que tengo que buscar mi escudo!

Dicho esto, el combate con las sombras podía esperar. Necesitaba su escudo para enfrentarse a ellas. ¡Un enano no podía luchar sin uno, estaría mal!

Así que usando la clásica retirada enana, y aprovechando que el espectro estaba distraido con Roark, vio la oportunidad para recular. Tenían que reagruparse y ver qué hacer...

Gromenauer dribló a su contrasombra oscura para recoger el escudo que había quedado empotrado en una pared. El Gromanauer del Abismo pareció sorprendido por ese movimiento pero se giró lentamente para encararse de nuevo hacia él¹.

Roark había alcanzado las puertas del fondo y eso parecía molestar de sobremanera al Nomuere Atrapalmas, que saltó de nuevo a por él. Aún mientras miraba de reojo al oponente —que evidenciaba que al otro lado de las puertas estaba el salón del nigromante, sino ¿a qué tanto lío?— tuvo un momento para empujar levemente la superficie y comprobar que estaba cerrada. Pero sería un poco problemática abrirla mientras un espectro te absorbía el alma².

Por su parte la Golo Siniestra ya estaba sobre su contrapartida humana y el Jingle Oscuro también³.

El ladrón vio a la cosa venirse a por él al tiempo que comprobó que la puerta estaba cerrada -Oh venga, ¿¡en serio!? ¿¡En serio!?- Volvió a lanzarse al suelo y a rodar para esquivar al espectro. Una vez más logró evadir la cabeza triangular esa. -¡MESER! O te cargas a este bicho o no podremos con nuestra parte del trato y te quedas toda la eternidad sin acabar de morirte, tú mismo...-

Volvió a correr poniendo una columna entre él y es espectro volador, luego miró a sus compañeros. -Chicos o me lo quitáis de encima un minuto o no podré abrir esa puerta...

La vida de un bardo es dura, especialmente si tu voz está plagada de gallos. Por eso Jingle se identificaba más con un granuja o un bufón. Su modus operandi consistía principalmente en ganarse la vida estafando, humillando o poniendo pies en polvorosa. No obstante, por lo que sea, a ciertas personas no les hace ninguna gracia que les tomen el pelo de esa forma. Y entre esas personas están los nigromantes.

Estafar a un nigromante como el de aquella torre no era tarea fácil. Él lo había hecho, tomando un rostro que no era el suyo, una voz que no era la suya y otra serie de componentes que completaban su elaborado disfraz. El muy canelo no se olió la tostada hasta que pudo robarle la legendaria espada de Greysköld —la cual había vendido por una generosa suma a un pringado rubio bastante crédulo pero con mucha pasta.

Había estudiado los planos y posibles peligros. Y claro, ahora que estaban enfrentándose a la criatura de "la puerta de atrás", recordó todo de golpe. Había sido una suerte no tener que encontrase con aquella cosa en su primera incursión.

—¡Las armas no le hacen nada! ¡Tenéis que dañarle con algo mágico! —gritó—. ¡Es un Nomuere Atrapalmas! ¡Solo caerá ante un arma mágica o espectral, o matando a su creador!

La Oscura Golo hizo girar su bastón espectral impactando en la cabeza de su contrapartida viviente, que parecía estar en uno de sus habituales trances. ¡Vaya golpe! Atravesó la cabeza de la anciana haciendo que sintiera un frío tan intenso que se le dolieron hasta huesos que no recordaba tener¹.

Lo mismo parecía suceder con Jingle, que demasiado ensimismado pensando en donde había visto al Nomuere no se dio cuenta de como su reflejo oscuro lanzaba una certera estocada con su espada. El filo de sombra atravesó el pecho del elfo recordándole donde se encontrada con su toque helado².

Gromenauer se había lanzado a por el escudo y acababa de arrancarlo de la pared justo en el momento que vio que su propia sombra se abalanzaba sobre él. Lo pudo recuperar a tiempo para interponerlo un momento sobre si mismo y comprobar ¡que desviaba el mazazo de su enemigo!³ Fue una situación extraña que hizo que el golpe espectral sonase sólido y desequilibrase al guerrero enano, dando un traspiés hacia atrás. Su réplica se encaró a él con la intención de intentar golpearlo nuevamente⁴.

¿Y Roark? Pues Roark acababa de situarse tras una columna para comprobar desconcertado como el Nomuere la atravesaba intentando alcanzarlo⁵.

De algún lugar del inframundo llegó la voz de Meser:

—¡Algo me impide llegar! ¡Una masa ectoplásmica! ¡Pero ya voy en camino! ¡Resistid!