Partida Rol por web

—Ya serán los espíritus del agua —gruñó el enano—. Los dioses rara vez hacen algo que no sea mirar desde sus tronos lo que hacen los mortales. Pero da lo mismo, apremiémonos, sí.

Y sin profundizar más, el enano se adentró en la caverna. Fuesen los dioses, los espíritus del agua o las visiones provocadas por beber un licor no producido por enanos, el caso es que parecía que llovía dentro de la cueva. Y la verdad es que las filtraciones en las cuevas no eran buena señal nunca.

Mientras descendían por la caverna se dieron cuenta de que el calor aumentaba. Ahora incluso había un vaporcillo en el ambiente que pronto se tornó en una espesa niebla. Habían llegado a la zona de los manantiales: una gran caverna abovedada en la que había una serie de piscinas naturales llenas de un agua termal que calentaba el ambiente. Al otro lado había un túnel que ascendía nuevamente para salir al otro lado de la montaña.

Pero cuando vieron lo que había en la caverna, aparte de las termas, comprendieron el motivo de que el oso lechuza no hubiese escogido ese lugar para descansar...

Como no iba a dejar que un mediano le ganara en una carrera, Roark aceleró el paso y adelantó al druida. ¡Diantres como corría el mediano! ¡Si hasta le había hecho sudar! Lo cual era raro...

... Y tan raro, como que no era la carrera lo que le hacía sudar, pero hasta que no llegó a la caverna no se dio cuenta de que un estanque de lava de unos 3 metros de ancho cortaba en dos la caverna.

El hielo se derretía por el calor formando una neblina que apenas dejaba ver la pendiente ascendente del otro lado. Roark había oído que por cosas como estas había gente que pagaba dinero ¿saunas se llamaban? -Ya. Los espíritus del agua. ¿Oye y con los espíritus de la roca derretida qué tal os lleváis?- dijo señalando a sus compañeros lo que tenían delante mientras buscaba un paso...

Tal vez agarrándose a una de las paredes podía intentar cruzar al otro lado.

Albyn miró a sus compañeros.

- Ummm bueno, quizá se me olvidó comentar esto... Generalmente cuando he necesitado cruzar al otro lado lo he hecho como un murcielago de lava y claro... digamos que estos pequeños inconvenientes no me han afectado... No obstante creo que si os pegáis a las paredes esto se pasa sin problemas....

Albyn sacó un poco de tabaco para su pipa y dio un trago a su cantimplora.

- Por cierto, ¿un poco de Coates para refrescaros?

Dijo mientras les tendía la cantimplora.

El enano miró el charco. No era muy grande y podrían bordearlo sin problemas. Al fin y al cabo, estaba en el centro de la cueva, dejando espacio en los lados. Lo que le preocupaba al guerrero, que como buen enano era experto en cuevas, es en lo que no habían reparado los demás.

Y es que en los laterales, había unos bonitos agujeros, que era realmente de donde salía el calor toda esa neblina. Y es que de esos agujeros, lo que podía salir eran unos bonitos chorros de agua hirviendo. Que no era lava, pero no avisaba y realmente sería el motivo por el que la bestia no dormía ahí. Y es que a nadie le gustaba el agua hirviendo sin previo aviso.

—Tengamos cuidado al bordearlo. La lava no es lo preligroso. Son los géisers que esta ha creado en la cueva. ¡Andad con ojo, y cuidado que no avisan! —dijo el enano mientras se aproximaba al paso buscando al más cercano para bordearlos.

Aquellos geisers podían ser un problema si tocaba que...

**FLUSSSSHHHH**

El chorro de agua hirviente salió disparado con una presión suficiente como para, aparte de escaldar a alguien, tirarlo a la lava. ¡Que cosas tenían aquellas cavernas!

Había que decidirse a pasar cuanto antes porque...

*** FLUSSHHHH*** ***FLUSHHH***

Dos chorros seguidos. No parecían seguir un patrón que...

*** FLUSSSSHHHHHHHHHHHH****

Un chorro largo. Y luego un rato largo sin que pasase nada. Cualquiera diría que aquellos geisers obedecían al puro azar en lugar de algo premeditado.

¿Cómo iban a pasar por elllos?

El ladrón sacó una cuerda de la mochila y midió a ojo la longitud de la misma con la anchura de la lava. -Vale, tomad esto.- dijo tendiendo uno de los cabos a los bajitos. Le pegó un tiento al Coates del mediano y se acercó soplándose en los dedos a la zona de los géiseres pensando que no era buena idea... -Mira que como me chamusque el bigote...- se puso en posición, se aseguró de que la cuerda estaba  bien colocada en su hombro...

Y salió corriendo por la roca agarrándose a los salientes.

En los dos agujeros primeros no hubo problema, en el tercero oyó el silbido del aire a presión justo antes y pudo frenar a tiempo, en el cuarto casi perdió pie y en el quinto y último se permitió un pequeño tirabuzón antes de llegar a la zona segura del otro lado...

Roark saludó al imaginario público pero la mirada de impaciencia de sus compañeros le quitó las ganas de chanza. -Vale, vale, esperad que ate esto a esa roca de ahí y así podréis cruzar...- dijo mientras ataba la cuerda a la roca más sólida que encontró...

Albyn miró al enano.

- Adelante, por mí no te cortes. Prefiero serte de ayuda desde este lado si la cosa se complica.

—Como quieras —respondió el enano. La cuerda estaba bien anclanda, el único error que podría cometer sería tropezar y caer... A menos que sacase su propia cuerda para hacer una especie de tirolina y cruzar despacio... Pero seguro. Lo único que tendría que hacer sería aguantar el calor y los chorros de agua si llegaban a salpicar.

El enano sacó su cuerda (y de paso aseguró bien su arma y su escudo) y comenzó a cruzar, bien anclado. Ciertamente, hacía mucho calor mientras cruzaba. Tal vez demasiado. Pero por mucho calor que hiciese, el enano pensaba aguantarlo. Aunque llegase al otro lado con las barbas chamuscadas por el calor.

Gromenauer sintió una vaharada ardiente que procedía del río de lava. Su armadura en este caso, lejos de protegerle, le complicaba la cosa calentándose cosa mala. Sintió como ese calor llegaba a su piel y le provocaba quemaduras. Cualquier otro lanzaría un aullido de dolor pero Gromenauer era un enano que había pasado su infancia en las forjas. Quejarse por una quemadura avergonzaría hasta a un bebé enano recién destetado, así que simplemente apretó los dientes y alcanzó el otro lado. Ni siquiera intentó acomodarse de tal manera que el metal al rojo vivo dejase de quemarle. Estoicamente devolvió la mirada a Roark cuando éste hizo un gesto al notar el olor a pelo y carne quemada.

Ya sólo quedaba Albyn al otro lado de la sima.

Albyn se acercó a la lava y la miró con sus ojos brillantes como el cristal.

Su mirada era penetrante de por sí pero de repente sus ojos comenzaron a tomar una tonalidad anaranjada y, poco a poco su cuerpo empezó a tomar la misma tonalidad y a perder consistencia.

Al cabo de unos segundos su cuerpo era pura lava aunque tomaba forma humanoide. Una forma humanoide que parecía nadar por la propia lava de la caverna.

No tardó mucho en llegar hasta la orilla.

En aquella forma miró a sus compañeros y dijo:

- Bueno, ¿seguimos?

Continuaron por el pasillo. El druida continuaba en su forma 'lavaica' dejando huellas humeantes en la piedra a su paso. Lo malo es que los elementales de lava no destacaban precisamente por su rapidez por lo que incluso le costaba seguir el paso de Gromenauer. Roark, en cabeza, ya había alcanzado una cornisa que daba a la muralla exterior de la montaña. Ante ellos se veía el otro lado del valle y el bosque tras el cual estaba el Puesto Avanzado, quizás a media hora de camino.

Justo en ese momento oyeron un ruido atronador desde un lado cuando la enorme momia gigante se asomaba entre las montañas buscando el rastro perdido de sus presas. Todavía no se había fijado en ellos. ¿Qué harían?¹

A Roark empezó a temblarle la vista. Al principio se sintió extrañado pero luego lo comprendió cuando oyó el TCHONTCHON de rigor: la momia de las narices. No es que le temblara la vista, es que temblaba el suelo.

Echó un vistazo alrededor y concluyó que la opción de tirarse ladera abajo no era muy sensata: demasiado empinado. Quizás Gromenauer podría improvisar un trineo con su escudo, pero los tres no entraban y el momento de frenar iba a ser espectacular...

Entonces miró al druida que derretía el hielo con su mera presencia. -¿Sabéis que una vez vi un deporte, o eso decían los fulanos que lo practicaban, en el que unos tíos se tiraban con un trineo por una especie de carril de hielo? En realidad se tiraban dos por dos carriles paralelos y tenían que intentar cargarse a los del otro trineo mientras no se estampaban ellos. Bloodsleigh lo llamaban... El caso es que... ¿Y si el amigo Coates se deja caer formando un carril de hielo y Gromenauer y yo bajamos en el escudo como si fuera un trineo?- la explicación fue acompañada de rápidos gestos de manos y sí, al final se le escapó el de una cosa deslizándose que paraba de golpe al chocar con algo.

—Ciertamente... —musitó el enano mientras evaluaba sus opciones rápidamente—. Es la mejor opción que tenemos. De hecho, me sorprende que por fin hayas trazado un plan digno y no lo primero que se te pasa por la cabeza.

—Te vemos abajo, mediano —dijo el enano mientras iba cogiendo carrerilla para lanzarse con su escudo colina abajo. Ya podía irse agarrando el humano, o tendría que bajar agarrado en el mediano hecho de lava.

Albyn no puso muchas pegas al plan de Roark.

Al fin y al cabo, ¿qué podría salir mal?

El simplemente se tenía que dejar caer por la montaña mientras un enano y un humano se deslizaban con un escudo en sus posaderas...

Albyn miró a la momia y en cuanto se cercioró de que la momia no miraba agarró sus rodillas con sus brazos y se dejó caer ladera abajo...

Sin duda alguna, el humano estaba como una chota pero... deslizarse así por la nieve era divertido, muy divertido.

-¡Espera, espera, espera, que primero tiene que ir Coates, ansiosoooooo oooooooooooooooooooOOOOOOOOOO!- Roark se agarró al enano justo antes de que el escudo se pusiese en marcha por el carril de hielo que había creado el druida. Por desgracia un escudo enano por definición no es que sea muy grande y el ladrón encontró problemas a la hora de asentar sus posaderas en el escudo y no en el hielo.

Si cambiaba mucho de postura desequilibraría a Gromenauer y la cosa acabaría mal, así que se aguantó en una posición precaria mientras el escudo cogía velocidad.

—¡Vamos, no te entretengas, esa cosa va a cogernos! —gritó el enano al tiempo que se comenzaba a deslizar montaña abajo. El problema era que el humano todavía no se había subido a sus hombros... Por lo que tuvo que detener el descenso nada más empezar para esperarle.

Eso en realidad fue un error fatal, porque en lo que el humano tardó en llegar a él el gigante avanzó... Lo suficiente para estar a su altura. Al final, tanto esquivarle no había servido para nada.

—Ve preparando tu arco, humano. Me da que esto no vamos a poder resolverlo deslizándonos colina abajo.

El mediano lo tuvo claro desde el principio. Aprovechando su capacidad para derretirlo todo a su paso se lanzó montaña abajo sin encontrar oposición alguna. Ni siquiera se percató de que Gromenauer no tenía tanto tino como él. Roark intentaba guiarlo pero el enano, más acostumbrado a embestir que esquivar, no tenía los reflejos suficientes para surfear entre los árboles de la ladera. Un golpe contra el primero hizo que el escudo se tambalease y aunque Roark intentó ayudar a estabilizarlo lo único que consiguió fue activar las cuchillas del escudo haciéndose un feo tajo en la mano¹.

Mientras Coates llegaba a la parte baja de la ladera el enano y el pícaro quedaron en lo alto, viendo como la sombra de la momia gigante los cubría por completo².

Roark lo tuvo claro: echó a correr valientemente en la dirección opuesta de la momia y se parapetó tras uno de los árboles mientras descolgaba su arco y preparaba una flecha incendiaria con la llama mágica...