Partida Rol por web

Luis da un leve respingo cuando entiende, finalmente, qué es lo que está haciendo Kamal. Así pues -piensa- nos unen más cosas que el ser despreciados por nuestra religión en esta tierra de gentiles... él también ve...

Armado con este nuevo conocimiento, naturalmente, no osa tomar ninguna decisión sobre a qué oferta acceder hasta que Kamal no termine su ritual.

El sirviente de Occand se impacienta:
-No tengo mucho tiempo, sino teneis nada que ofrecer me marcharé.-

No recibo respuesta alguna más allá de la mundana lógica. Pero no es el dinero lo que me interesa ahora mismo, sino esclarecer los misterios que nos envuelven y han juntado.

—Si no recuerdo mal, el Señor Occand goza de renombre importante. Creo que nos interesa su oferta y podremos darle historias como ésta que habéis presenciado.

Consciente de que la palabra no es lo mío, miro a Luis en busca de ayuda, y además intento hacerle ver la incertidumbre que aún me queda, aunque no sé si mi mirada es la más expresiva y si me entenderá.

El cómico mira con pavor a Kamal; el desquiciante cruce de miradas significativas que se han lanzado en los últimos minutos ha acabado por desconcertarle del todo, eso sin contar el desconcierto propio de descubrir la naturaleza sobrenatural de su nuevo amigo. Así pues, y como suele hacer cuando está confuso, Luis se lanza a la única solución que conoce.

Verborrea.

-Mi amigo, señor, es demasiado modesto. Si el señor Occand tiene a bien contratarnos no sólo verá espectáculos como esta, ejem, pobre improvisación, sino las más brillantes y nunca vistas comedias de Venecia y Roma, traídas directamente a estos Reinos a través de Valencia; exhibiciones de destreza con las armas, por parte de mi amigo, que harán que vuestras damas llamen despavoridas a la guardia de la ciudad; acrobacias imposibles y juegos con el fuego... y cuando la noche decline y sea el momento de las cortesanías y confidencias, dulces canciones y romances de la vieja castilla... todo eso y más tendrá el señor Occand, señoría, si nos contrata. -Al terminar su parlamento, hace una exagerada reverencia.

El hombre se mesa la barba en una calculada representación de interés y responde:
-Suena interesante, pero espero que la representación sea menos improvisada que la de hoy. Mi señor no quiere tener imprevistos. En todo caso os ofrezco 20 maravedis de plata a cada uno cuando acabéis la representación... 10 más si hacéis algo que deje encantado a todo el mundo.-

El dinero no es lo que más me interesa ahora mismo, por lo que me quedo como estoy. Después de todo, Osorio parece estar manejando bien la situación y no sería bueno echar por tierra su papel.

Luis busca la mano del estirado criado.

-Dadlo por hecho, amigo. Tan sólo dadnos un lugar en la residencia de tu señor donde podamos ensayar sin molestar demasiado, y el día 12 tendrá el mejor espectáculo que habrá visto en su vida...

El criado apreta la mano del comediante con una sonrisa de cortesía en la faz:
-Bien trato hecho, espero mucho de vuestra compañía señor... bueno, en todo caso cuando vayáis a la mansión de mi señor simplemente preguntad por Dario Alcantara, que soy yo, y os traerán a mi presencia.-
Seguidamente os da unas indicaciones de como llegar a dicha mansión y se dispone a marchar.

Viendo que el sirviente está ya por irse, me relajo un poco y guardo mi alfanje. Mientras lo hago, comento:

—Parece que el destino nos abraza y nos hace bailar su extraña danza...

Eso me recuerda por un momento a Granada, fortaleza caída, último bastión de mi gente ya derrotada en estas tierras, y mi mirada melancólica se clava en el suelo.

Luis sonrie hasta que el criado se pierde de vista y después se gira hacia Caesario y Kamal. Este último está mirando hacia el suelo, con semblante entristecido. Ha guardado su alfanje y ahora resulta un poco menos amenazante, pero fiero, igualmente.

-¡Bien, muchachos, alegremos esas caras! ¡Pronto tendremos maravedíes para gastar y fama para encontrar otros trabajos! Y vos, Kamal, tendréis la oportunidad de husmear dentro de la casa de Occand. Sugiero que vayamos a algún sitio donde podamos planear, con calma, la actuación que vamos a ofrecer el día 12.

Se para un momento, reflexiona y dice en voz alta:

-Creo que conozco en esta ciudad a un par de personas que nos podrían proporcionar un alojamiento y dejar que lo paguemos una vez lo hayamos cobrado... pero temo que no sea en un barrio demasíado "bien considerado", amigos.

Un primo lejano tuyo es un tal Joan Escribá, apellido que como en la mayoría de conversos adjetivan la profesión tradicional familiar. Mientras llegabais a su casa visteis que el Call no parecía en sus mejores momentos, muchas viviendas parecían desiertas y en algunos techos había agujeros aparentes. Sin embargo la casa de Escribá parecía en buen estado, cundo picasteis abrió un hombre delgado, vestido de negro riguroso y con facciones judaicas. Las presentaciones fueron protocolarias, como mandaba la hospitalidad os dejó pasar y os presentó su esposa Maria, una mujer redonda en sus facciones, como esperando hacer contrapeso con su figura con la de su marido, y su pequeño hijo Xavier.

-Bueno, nos van bien las cosas a pesar de los tiempos que corren. Además del trabajo familiar de traductor y escribano tengo algunas casas en renta... sí, muchas posesiones de los que no se quisieron convertir cayeron en manos de la Inquisición y luego salieron a subasta, yo hice un trato con aquellos que no querían que de ningún modo sus casas acabaran engordando el patrimonio eclesiásticos. Si buscáis alojamiento podemos hablar y conseguiros algo.-

Queda claro por el tono que se trata de un precio.

Luis se queda mirando al escribano con una sonrisa que desmienten sus ojos. En cierto modo, le recuerda a su padre, y eso no sabe si le avergüenza o le entristece.

-Mi querido primo, vos sabéis perfectamente que mi, digamos, modo de vida, no me permite hacer grandes dispendios ahora mismo. Pero esto cambiará dentro de unos días, pues tenemos, mi compañía -y hace un gesto inclusivo, hacia Kamal y Caesario-, trabajo. Y bien pagado. Actuaremos para Bertrand Occand, al que sin duda conoceréis, en la fiesta que dará el día 12. Y entonces, lo juro por mi padre, podremos pagaros con creces la renta atrasada. ¿Qué me decís, primo?

Por el momento, ya que me encuentro en un mundo bastante ajeno al mío, debo seguir a Osorio. Quedándome detrás de él, intentando no molestarlo demasiado en sus gestiones para asegurarnos tanto un trabajo como una vía de conseguir nuestros propósitos, lo cual agradezco, simplemente espero la respuesta de su primo, clavando en él mi mirada.

Joan arruga su semítica nariz como pensándoselo.
-Como tengo la seguridad de que tendré lo que corresponde... es decir.. no quiero decir con esto que malfie de vos, pero muchas veces pensamos en que un negocio es seguro y que el día de mañana tendremos mil parabienes, pero muchas veces resulta que no es todo como habíamos soñado... y las cosas se tuercen.-

-Pero mi queridísimo primo -dice Luis, fingiendo complicidad-, sé perfectamente que tenéis razones para no confiar en mí, tratándose de dinero. Ni mi propio padre, vuestro tío, hubiera dado maravedíes por adelantado a un cómico de la legua... Pero yo no os estoy pidiendo que confiéis en mí: no es mi palabra la que garantiza que cobraréis, sino la de Bertand Occand. Él es uno de los ciudadanos más notables de la ciudad, y es él el que ha contratado nuestros servicios: no os estoy hablando de una función de improbable éxito, o de un espectáculo callejero. No. Os estoy hablando de un contrato, ya establecido, con uno de los hombres más ricos de Barcelona... ¡es un trabajo seguro!

-Bertrand Occand... si .. parece importante... ¿Pero estáis seguros del trabajo?-
Por la cara y como arruga su semítica nariz no parece muy convencido.

Decido hablar en vista que parece no haber mucho éxito por parte de Luis:

—Señor, nos han confirmado que nos esperan no hace sino un rato. De hecho nos han insistido, así que el trabajo es, a todas luces seguro.

Quizás no tengo el toque de charlatán convincente del actor, pero al menos lo miro a los ojos, y mi tono es serio, como siempre. Sin retirarle la mirada al escribano, espero que mis palabras lo convenzan.

Hay algo de la integridad del joven soldado sarraceno que parece impresionar al escribano converso. Parece meditar seriamente mientras se atusa la barba.

-Bueno, os creo. Uno sois mi primo y el otro parece un extranjero integro, al otro no lo conozco pero si es amigo vuestro vosotros dais la cara por él.-

A lo cual Caesario, que había estado callado en todo mientras miraba con una sonrisa afable en la cara, responde:

-No os preocupeis por el golfo de Caesario, no haría nada malo con respecto a un amigo de mis amigos. Podéis respirar tranquilo.-

El escribano se levanta y saluda a su primo.
-De acuerdo, os cobraré cinco maravedis por semana a cada uno, es un buen precio, de amigos claro. Incluye comidas y un baño compartido.-

Luis asiente con una sonrisa. Sabe que ha sido la intervención de Kamal la que ha hecho decidirse a su primo y no puede disimular su gratitud.

-¡No os arrepentiréis, primo! ¡De verdad que no!

Y una vez que ha dejado la habitación, se dirige a sus compañeros.

-Bien, con la paga que nos darán, tendremos para vivir en Barcelona un mes, contando desde ahora. Mes y medio, si lo hacemos bien. Así que más vale que nos pongamos a pensar qué diablos vamos a ofrecerle al tal Occand. Y cómo haremos para husmear por su casa sin que se entere... ¿propuestas?