Partida Rol por web

Intento imaginar qué podríamos hacer, pero si no sé cómo es la casa, poco puedo hacer.

—Pues no sabemos cómo es la casa, ni cómo estará guardada, pero siempre se podrá pensar una vez lo sepamos. En cuanto al espectáculo, no lo sé: el actor no soy yo...

Al darme cuenta de que quizás he sido algo brusco, los miro y añado:

—Pero yo haré lo que me pidan e intentaré realizarlo lo mejor que me sea posible. En cualquier caso, parece que Alá nos ilumina, espero lo siga haciendo.

Los miro, mientras coloco mis ropas y me descuelgo el morral para llevarlo en la mano y no colgando.

El mismo Joan os acompaña al edificio, que no está muy lejos de su casa, de hecho en la misma calle. El edificio tiene unas tres plantas y de hecho no sois los únicos que os alojareis allí, una familia que según Joan han venido para huir de la hambruna de las comarcas del interior vive en los pisos inferiores, incluyendo el sótano, no hablan otra cosa que catalán pero se muestran muy agradables y hospitalarios.

A vosotros os toca el segundo piso y la buhardilla, que aun tienen los muebles que su familia original no pudo llevarse al exilio. La despensa está vacía pero la familia de payeses os presta algo para poder llenar la vacía despensa y un plato de sopa gentileza de la mujer.

Entre pitos y flautas ya es muy tarde y os derrumbáis cansados en vuestras habitaciones, que por desgracia carecen de colchón y de sabanas, con lo que hacéis el peso con la capa de viaje y un trozo de tela extendido sobre el suelo.

Kamal despierta al día siguiente y conduce tus pasos a una escupidera que ha llenado de agua, al contrario que los cristianos, que tienen como sucio y propio de lujuriosos el baño y por ello procuran hacerlo lo menos posible, los musulmanes son más higiénicos en esta época y procuran siempre tener al menos un recipiente con agua para poder asearse las manos y la cara.

Los espejos se retiraron con la misma familia que fue expulsada por su religión tiempo ha, los más antiguos se hacían en plata y los más nuevos suplen la falta de materiales preciosos en su construcción con la delicada artesanía que se hace necesaria para crear el vidrio. Son objetos valiosos y no es de extrañar que si alguno hubiera quedado algún avispado saqueador lo hubiera encontrado hace tiempo. Para poder mirarse la cara Kamal emplea el reflejo del cristal de la ventana, algo que se puede permitir al tenerse la ventana cerrada.

Y en sus cosas iba pensando Kamal cuando de repente empezó a ver en el reflejo, tal como si al otro lado alguien lo estuviera escribiendo con sangre, la siguiente frase que se iba dibujando en la ventana.

TU MADRE FORNICA CON HERODES EN EL INFIERNO

No puede evitar un respingo y parpadear aturdido, pero cuando vuelve a abrir los ojos ve, que en efecto, no hay nada escrito en el improvisado espejo.

No puedo evitar asustarme al ver aquello. No me espero que la sangre llene la ventana de aquella manera. Esto puede bien ser obra de gentes de intenciones diabólicas, o quizás de mi imaginación. Sin embargo, sabiendo las tantas cosas que sé y que hay tanto aún por saber, no puedo dejarlo pasar. Antes que mirar por la ventana, por obvias razones de precaución, voy hacia la puerta y la cierro.

Una vez hecho eso, rebusco en mi morral, que he dejado sobre el suelo, y saco la brújula que siempre llevo, así como desenfundo el alfanje. Mi mirada se dirige hacia la ventana, donde aquello, que bien puede haber sido un efecto de las artes de los sabios, ha debido dejar trazas de su verdadera naturaleza. Mi alfanje, cuya hoja es capaz de cortar los velos superficiales de lo que los ojos ven, apunta hacia la ventana, y con un movimiento vertical intento abrir la cáscara que esconde las esencias presentes en ese punto, y una vez hecho eso, me acerco con la brújula, esperando que su movimiento incontrolado estimule mi propia percepción de las distancias, si bien ilusorias, bastante útiles, a mi alrededor.

No encuentra rastros de magia. Sea lo que sea no deja rastros mágicos.

Parece no haber nada bajo aquello, así que doy por hecho que ha sido mi imaginación. Siendo así, me sereno, con lo que me preparo para orar y encomendarme a Alá y su profeta, guías de mi búsqueda, para que me iluminen y me ayuden a buscar la unidad y comprender las cosas que hay más allá.

Me arrodillo, mirando hacia donde sé desde que nací dónde se encuentra La Meca, y mis leves murmullos solemnes llenan la habitación.

Se levanta un nuevo día y pilla a los "comediantes" durmiendo. El día de ayer fue agotador y eso hizo que durmieran hasta bien entrado el mediodía, una forma perezosa de pasar el día, pero quizá sabia para gente con tan pocos recursos, porque con el sueño se engaña al hambre.

El día se levanta gris y plomizo, como si el mismo sol fuera renuente a ejecutar sus tareas. Los tres compañeros tienen por delante una ardua tarea, que es la de diseñar un buen espectáculo con los pocos recursos de los que disponen. Los tres saben que en una fiesta del calibre como la que espera la noche del 12 van a tener un público más exigente que el campesinado que se deleita con simples malabarismos o guiñoles.

Por otra parte está el hecho de que su patrón esta misteriosamente relacionado con la extraña muerte del joven Conseller. ¿Cuanta verdad contienen los rumores? ¿Investigaran en la casa de su empleador a riesgo de quedarse sin trabajo?

Luis se levanta de la cama con excelente humor. Para el cómico, eso suele significar que ha dormido en lecho blando y ha comido caliente la noche anterior. Ve que el jergón de Kamal está desocupado, lo que no le extraña lo más mínimo: tratándose sin duda de un disciplinado guerrero, el granadino no debe de tener los problemas de holgazanería que tan frecuentes son en Luis...

Se levanta y se refresca la cara con el agua de la ajofaina. Después va a buscar a Kamal y a Caesario.

Quedan dos días para la fiesta y han de planear cuidadosamente el espectáculo.

Durante mis oraciones he oído que hay movimiento y supongo que debe ser Luis o Caesario al levantarse y adecentarse un poco. Una vez termino de rezar, me desperezo y ordeno mis cosas, asegurando mi alfanje a mi cintura y asiendo mi morral. Cuando Luis, que parecía estarme buscando, aparece, lo saludo con un gesto de cabeza:

—Saba'a al Kair*, ¿habéis dormido bien?

Espero su respuesta con tranquilidad, guardando la cortesía que le debo a todas las personas y más a las que me han hecho un favor.

Caesario se levantó, se rasco la barriga de forma perezosa y dio su primer trago a su odre lleno de vino (de hecho no lo habéis visto nunca bebiendo agua), bostezó sonoramente y se dirigió a sus compañeros.

-¿Que hacéis despiertos tan pronto? ¿Tenéis algo preparado para la función de pasado mañana?- Sonríe ampliamente esperando que su nuevos amigos tengan un buen espectáculo pensado, y que este de cuantiosas monedas.

Luis le mira con gesto serio.

-Hum. Si queréis que os diga la verdad, amigo, llevo devanándome la sesera todo este tiempo sin lograr planear nada perfecto. Doy por sentado que el espectáculo que montemos ha de explotar nuestras mejores habilidades, lo que sin duda es difícil de combinar. Kamal es diestro con las armas, y puede realizar una exhibición; vos sois hábil en vuestras acrobacias y en la comedia. Yo sé declamar y cantar. Es difícil combinar todas estas cosas en un espectáculo decente, y además, hacerlo pensando en que deberíamos poder echar un vistazo a la casa.

Hace una pausa y respira.

-Respecto a esto último, propongo que hoy nos dirijamos a la casa de Occand, para ensayar, como convine con su críado; una vez allí seguro que encontramos la forma de curiosear, o al menos, de comprobar cómo de defendida y accesible es. Algo se nos ocurrirá por el camino para el espectáculo... o eso espero...

A Caesario no le parece mal la idea y Kamal no parece tener nada en contra,y como el trio no tiene nada mejor que hacer os dirigis al palacete de Occand.

Al salir del Call os adentráis en el llamado Barri Honrat, que es donde la mayoría de los comerciantes residen. El barrio, humilde en un inicio, comenzó gracias a la prosperidad que dio el comercio a albergar las fortunas de los prohombres y mercaderes de la ciudad. Eso dio pie a un contradicción en los edificios, mientras los cimientos y las fachadas parecen humildes y grises en su mayoría la "aristocracia" mercantil ha optado por llenar de lujo sus interiores, a veces invadiendo con detalles y accesorios las fachadas, como engalanadas vidrieras, elaboradas rejas o gárgolas de exquisita factura que, sin embargo, se enfrentan a los despiadados elementos haciendo deslucir todos estos.

Os plantáis delante del palacete de Occand, cuya fachada de gruesa piedra parece vieja y imponente a partes iguales. No tiene mucha ornamentación excepto en el portón delantero, el cual es tan grande como para dejar salir a un hombre montado, que está hecho por madera engarzada por un metal negro que no identificais. En el centro hay un picaportes con la forma de la cabeza de lo que debe ser una especie de monstruo marino.

Picáis y al rato os abre una coraza, bueno el grueso de lo que parece un busto con coraza. Al final el usuario de dicha armadura se agacha y veis a un hombre de rudas facciones que parecen estas talladas en piedra. El tipo parece enorme, calculáis que unos 7 u 8 pies, con el cuello como el de un toro y tan grueso que podría comerse uno de una sentada.

-Qui va?- Dice con voz gutural y con mirada de desagrado, como si tuviera cosas mejores que hacer que con vuestra intromisión habéis interrumpido.

Veo salir al guardia y doy un paso hacia él, mirándolo con seriedad y respeto.

—Muy buenas. Somos el grupo de actores que el señor Occand ha contratado. Venimos a ensayar, como se nos recomendó.

La verdad es que el semblante del hombre me ha molestado, pero en vez de encararlo con violencia, trato de amedrentarlo con la seriedad y la cortesía que él no nos ha demostrado.

El hombreton por toda respuest da un gruñido, seguidamente veis aparecer a Dario, el cual se muestra visiblemente aliviado al ver llegar a los personajes. Mediante un gesto del mayordomo el gigantón os deja pasar al patio, el cual veis empedrado, con un pozo y un establo cada uno a un lado y un cuidado jardin junto a la entrada.

Pero no tomais la puerta principal, sino una humilde puerta lateral a un lado que os conduce a la trastienda del palacete, ese lugar donde los sirvientes pululan como en un mundo interno paralelo al de sus señores. Estos parecen muy ocupados, veis a las criadas laborando en las cocinas y a los mozos cargando provisiones en el almacen, ultimando todos los detalles para los fastos que se han de celebrar.

Dario os conduce por un estrecho pasillo y salis a una vacia sala, desprovist de todo mobiliario aparte de los tapices que muestran el escudo de la casa familiar de los Occand, un estela cuatribarrada de barrotes azulados sobre la que sobrevuela un ganso.

-Bien os dejo aquí, los mozos y algunos carpinteros están montando en este momento el escenario en la sala principal, por lo que no podéis ensayar aun allí. Habéis de saber que competiréis escenario con unos músicos expertos en canciones de la vieja y buena tradición trovadoresca, que amenizaran la comida.

En todo caso tengo que irme, tengo mucho por hacer aun, si necesitáis algo hablad con una sirvienta.-

Yo, por mi parte, no tengo más que decirle al hombre, así que simplemente asiento con la cabeza y miro fijamente el escudo de armas de aquella familia, intentando saber qué atributos se le suponían, según aquello, a la familia Occand; analizando con ello lo que podría entrever de la historia de la familia.

No tienes mucha idea del significado del animal, que debe ser algún tipo de ganso u oca, sin embargo los motivos son reminiscentes del sur de Francia. Aunque crees recordar que ese detalle salió en la conversación con Caesario, sobre el origen occitano de los Occand.

La Occitania es una región del sur de Francia, que en tiempos pasados fue propera y disfrutaba de gran autonomia respecto a Francia y la Corona de Aragon, que eran los reinos que se repartian dichas tierras, pero debido a una de las guerras santas de las que tanto disfrutan los cristianos fue arrasada y muchos de los refugiados acabaron en las tierras al sur de Occitania.

Una vez que Darío ha desaparecido, Luis se acerca a sus compañeros y dice, en un susurro:

-Bien. Ahora que estamos solos, propongo que aquel de nosotros que sea más diestro pasando desapercibido vaya por ahí a curiosear... si le pillan siempre puede decir que buscaba a una críada o al propio Darío para pedirle algo... no sé... quizás algún elemento de la decoración, unos palos para simular espadas, o algo así... Los que quedemos aquí podemos empezar a ensayar un número con el que ganarnos las judías... sé que Darío ha dicho que competiremos contra unos músicos, pero si os digo la verdad, amigos, y líbreme el señor del pecado de soberbia, hay sólo una cosa que haga mejor que declamar, y esa es cantar...

Hace una pausa, para disfrutar de su jactancia, y luego mira al granadino:

-Bien, amigo Kamal, como el único de nosotros con experiencia militar, ¿qué tal sabes pasar desapercibido?

La forma de vanagloriarse de Osorio no es precisamente la más cómoda a mis oídos, pero no comento nada, puesto que seguramente tiene razón, por muy poco amigo que sea de las muestras gratuitas de soberbia. Mirando aún el tapiz, hablando un poco como en trance, contesto:

—No es que sea el maestro del sigilo, pero algo ha de quedar de mi época de soldado.

Entonces me doy la vuelta.

—Además, tengo... maneras para encontrar eficientemente lo que busco.

Miró a ambos, haciendo una pausa.

—Bueno, ¿cómo haremos entonces? Si no entiendo mal, Luis, vos y Caesario andaréis cantando y ensayando para que no llamen la atención hacia mí, ¿verdad?