Partida Rol por web

Aún agazapado, inseguro todavía de lo que pueda pasar si me muevo, opto por asegurarme de dónde tengo que ir y cuán sería la mejor forma, sin que nadie me vea. Tomo del morral el alambre, quedando entonces con la brújula en una mano, el rectángulo en otra, y en mi boca de nuevo los versos de la Palabra Sagrada.

Luis sonrie pícaramente ante la ocurrencia de Caesario y lo ve desaparecer en dirección a la cocina. Sigue calentando su voz un rato más, en solitario, y al final decide curiosear por el lugar, siguiendo los pasos de Kamal y Caesario.

Consigues una impresión de la primera planta con una idea de donde se acumulan las personas. La salida que ha escogido el guardia te lleva a una serie de pasillos, que dan a la zona de los sirvientes, almacenes y cocinas. La otra lleva a un gran salón que parece ocupado por bastante gente, por su distribución y su grandeza supones que se trata del gran salón donde se celebrará la cena y las actuaciones.

Cuando te dispones a salir ves a Caesario volver con una pila bollos entre sus brazos, parecen de aquellos que emplean miel para hacerlos más dulces. El mismo Caesario mastica sonriendo mientras te ofrece.

Espero a que el guardia se aleje, tras lo cual sigo el camino que él ha elegido en busca de mis compañeros, intentando evitar encontrarme con nadie y llamar la atención.

Los tres compañeros vuelven a verse en el pequeño salón desprovisto de muebles, por su parte Caesario parece haber vuelto de las cocinas sujetando varios panecillos en sus brazos. Parece que al menos hoy tendreis algo para comer.

Al ver de nuevo a los otros dos, algo parece tranquilizarse en mí, aunque miro de nuevo hacia atrás por si acaso. Aún con cuidado, me acerco a Luis, y le saludo algo fríamente:

—Nada.

Quedo mirándolo, esperando saber si él tiene alguna impresión o si él, por casualidad, ha logrado saber algo mientras he estado revisando.

Luis toma uno de los bollos que ha traído Caesario de sus correrias en la cocina y mira a Kamal con suspicacia. Parece que algo le ocurre.

-¿Nada? -dice, en voz baja- ¿¿No habéis encontrado nada sospechoso??

No puedo explicarle el por qué de mi extrañeza, dado que tendría que contarle que puedo saber cosas por encima de lo que el ojo ve, así que trato de explicarme y dar la mayor información que me era posible, hablándole cerca y en voz baja.

—Logré entrar sin ser visto en una estancia guardada, pensando que debía haber algo ahí, pero nada. Tuve que volver o habría llamado demasiado la atención.

Miro de nuevo hacia la puerta y luego a Caesario, viendo lo que trae, aunque no tomo nada.

En esto aparece otra vez Dario por la puerta, parece que por su gesto espera muchos de la representación de los tres compañeros. Caesario en cuando lo ve usa su corta capa para esconder los bollos.

-¿Y bien?¿Como va todo? Espero que a pesar de ser tan pocos actores tengais un espectaculo digno de tal nombre preparado.-

Osorio responde con presteza a la llegada del sirviente y esboza una enorme sonrisa.

-Oh, por supuesto, por supuesto. Nadie en la ciudad ha visto jamás algo semejante a lo que vamos a ofrecer a vuestro señor... pero -titubea, con el gesto dubitativo, como si pensara algo- ciertamente... hay algunos... cabos... que nos gustaría atar, y quizá para eso, mi buen Darío, precisemos de vuestra ayuda. Vos sois, no me cabe duda, más que un críado para vuestro señor. Más que un sirviente: sin duda os honra como a un miembro más de su familia... y por eso mismo debéis saber que para poder agradar a un hombre hay que conocer bien cómo es... entendedme, mi buen Darío, nosotros queremos agradar al señor Occand, y que pueda enorgullecerse de su fiesta... por eso agradeceríamos cualquier cosa que nos podáis contar sobre los gustos de vuestro amo, pues ello redundará en un espectáculo más de su agrado... por ejemplo... mmm... es de gran importancia conocer si vuestro señor es aficionado a la caza, o a la música... o ¡aún mejor, a la lectura! Un hombre tan poderoso ha de tener una gran biblioteca... ¿lee mucho vuestro amo? ¿qué tipo de libros, libros píos y religiosos o fábulas mitológicas de los antiguos...?

-Bueno, mi señor viene de una familia occitana y tiene en gran estima su herencia, gusta de la poesia trobadoresca, la buena comida y el reposo. Sin embargo sus obligaciones le obligan a ocuparse de muchas responsabilidades por lo que sus lecturas acaban siendo principalmente mapas sobre rutas de viajes, contratos y libros de cuentas.-

Rutas de viaje, contratos y libros de cuentas. Coincide. No obstante, interrumpo para preguntar por la verdadera razón de los mapas.

-¿Rutas de viaje?

Me sitúo un par de pasos por detrás de Osorio, con mi mirada fija en el sirviente.

-Claro, debe apuntarse y tener constancia de los barcos y los capitanes que llevan sus mercancias, a donde se dirigen y los costes que asume en los puertos que visitan. De hecho mi señor es tan rico que posee el mismo tres galeras.- Asiente orgulloso del hombre a quien sirve.

Osorio abre los ojos, fingiendo admiración.

-¡Tres galeras! ¡Pese al diablo, y qué garrido es el señor Occand! ¿Así que vuestro amo gustará de oir relatos de la mar? Estoy pensando... -se gira hacia sus compañeros, de espaldas a Darius, y les guiña un ojo- ¿no sería una maravillosa idea si pudiéramos representar la historia familiar del linaje de Occand? Ya lo estoy viendo: los hechos gloriosos de sus antepasados, y su propia fama y riqueza familiar, desfilando ante sus ojos y los de sus más honrados amigos e invitados... ¡sería inolvidable! ¡nadie olvidaría nunca en Barcelona la gloria y el honor que conlleva el apellido de vuestro señor...! -Entonces se detiene, dubitativo- Claro, que para ello, tendríamos que conocer con más detalle la historia del linaje... ¿no creéis?

-Oh vaya...- El sirviente parece meditar y parece complacido, sus ojos brillan con ilusión -¡Sois de veras un gran artista, teneis ideas geniales! ¡Sería una agradable sorpresa! Os conseguiré algun libro de heraldica sobre el tema, no temais. -