Partida Rol por web

Hundra escucho al medico y opino.-¿Que tiene que ver el matrimonio con el amor?.-pregunto sin entender la relacion, si, en ocasiones se unian pero no era condicion indispensable.- Un hombre no sabe cuando va a morir, sus hijos son el unico legado que perdurara a su muerte y mantendran memoria de el por generaciones, al menos eso es lo que decia mi padre... Puede que por eso se empeñara tanto en copular con toda hembra que se le pusiera a tiro.-dijo encogiendose de hombros.- Yo debo tener un monton de hermanos por el mundo que no conocco asi que no me preocupa que mi linaje se pierda conmigo, pero tu... bueno... alomejor deberias pensarlo.-aconsejo.

Despues penso un momento en las palabras de Eban.- No quiero meterme con nobles, suelen tener propositos ocultos y planes oscuros... menos si le interesa la corona... Si lucho por una corona sera para ponermela yo, no para un lelo endogamico. Por otro lado el Dragon rojo no me da buenos recuerdos pero ¡que demonios! vamos, yo encontrare un trabajo y ganare suficiente para largarme de aqui... y tu puede que consigas compañia, al menos para esta noche...¿o vas a decirme que tampoco te interesa "jugar a los medicos"?

¿Que tiene que ver el matrimonio con el amor? La pregunta resonó en mi cabeza. No tenía ni puñetera idea, pero me imaginaba que si algún día llegaba a amar a alguien, querría pasar mi vida con ella. De otra manera, sin amor, no podía imaginar, al menos no en este momento de mi vida, compartir mi día a día con alguien.

-¿Dejar descendencia como legado? ¿Para qué? El mundo está podrido y yo no necesito la inmortalidad. Supongo que si algún día deseo tener hijos será para verlos crecer y forjar su propio destino. Esparcir mi semilla por ahí... no me interesa. Pero sí jugar "a los doctores"- le guiñé un ojo y me levanté de mi sitio para ir en busca de mi bolsa. Aunque seguramente me arrepentiría de salir nuevamente en compañía de aquella mujer, la idea de pasar un rato más en su compañía en aquel momento me resultó de lo más atractiva.

Ella miro al medico y nego con la cabeza.- Definitivamente somos de culturas muy distintas, matasanos.

Solto todo el aire en un soplido y se levanto dispuesta a salir.- Vamos a divertirnos un rato, al estilo de mi gente, risas, bebida, comida y alomejor ninguno de los dos duerme solo.

Hundra se paro un segundo para decir una ultima cosa antes de salir.- Besas bastante bien y no tienes mal fisico... para ser un matasanos. No te costara encontrar compañia, posiblemente menos que a mi, soy muy exigente aunque no lo creas.

Ella guiño el ojo y sonrio con picardia antes de enfrentarse de nuevo a las calles de aquella ciudad.

Sonreí ante sus observaciones. No podían ser más acertadas. A pesar de su juventud, la vida dura le había provisto mucha sabiduría. -Jajaja, me asombra que aún recuerdes ese beso... Uno de los mejores que he robado- sonreí con picardía.

-Vamos, quiero conocer como celebran la vida los bárbaros... Aunque no esperes que te siga el ritmo.- Aunque sabía que Hundra no esperaría deferencia de ningún hombre, la escolté a la puerta, como todo un caballero. Éramos muy diferentes en verdad, pero a la larga, si el tiempo era suficiente, podríamos llegar a confiar el uno en el otro al punto de la amistad.

- No voy a excederme demasiado, no es bueno buscar un trabajo borracha y menos un compañero para la noche.- dijo con tono de broma.- En ambos casos puedes despertar con una desagradable sorpresa encima.

Hundra rio emprendiendo el camino, dejandose guiar por Eban entre aquel laberinto de calles tan poco agradable a la vista que conformaban la ciudad.-Por otro lado tengo que ser cautelosa. No creo que sea algo de lo que tenga que preocuparme pero este mes he echado de menos "esos dias especiales", no me parece raro, despues de lo que sangre en tu casa y sobrevivir a un envenanamiento, debo tener el cuerpo tan debil que a tenido que prescindir de "eso". Tampoco es la primera vez que me pasa despues de un periodo de intensa tension...-Argumento autoconvenciendose de que lo que temia simplimente no era posible, pero de un modo subconsciente el tema de los "niños" habia salido demasiadas veces en su conversacion y era una buena forma de exortizar demonios interiores.

Miro a Eban y añadio.- Eso es mas posible que lo que estas pensando, Eban..... ¿verdad?

Mientras recorríamos las callejuelas de Shadizar rumbo a la taberna, la conversación continuó fluida, llevándonos a un punto al que, intuí luego de sus últimas palabras, su subconsciente no hacía más que darle vueltas.

-Es posible que tanta adrenalina haya retrasado tu ciclo. Es bastante sensible al estado de agotamiento de la mujer, aunque no sea algo de conocimiento público- mi tono se volvió más serio, aunque no menos curioso. Había otra posibilidad también, la obvia, pero Hundra evitaba mencionarla. Habíamos estado hablando de familia y descendencia y ella parecía no estar interesada en el asunto. Tal vez fuera por eso que en este momento no quería ni considerar la posibilidad. La tomé del brazo y la detuve por un momento, en medio de un callejón. No bajé la  voz, pero dejé el desenfado que traíamos hacía un rato para plantearle la otra causa.

-Sabes que hay otra causa más probable para la falta de tus "días femeninos"... Y sabes que puedo ayudarte, tanto si quieres que éstos regresen como si no. En el primer caso, puedo prepararte una poción. Es un tanto peligrosa para tu salud, pero si apenas hace un mes de la falta, hay muchas chances de que todo salga bien. En el otro caso... modérate con el alcohol y las peleas, no así con el sexo. A diferencia de lo que muchos creen, el deseo de la mujer aumenta en ese estado y es bueno que la madre esté feliz para que el niño crezca sano- sonreí tratando de quitarle dramatismo a la situación. No podía imaginar a la guerrera cargando un crío, pero la maternidad alteraba las emociones de las mujeres, haciéndolas actuar de maneras que nunca habrías creído posible.

Ella respiro profundamente y solto todo el aire de golpe, como si se quitara un peso de encima. Se paso la mano por el pelo apartandolo de la cara. No era persona de aparcar los problemas, mas bien solia buscarlos.

-Otras veces me a pasado, antes de un combate o cuando he estado nerviosa o herida, por eso prefiero la opcion mas logica... la otra seria complicada de llevar.

Hundra puso las manos en los hombros de Eban, mirandole a los ojos.-Pero pase lo que pase, esto queda entre tu y yo, ni aunque apareciera Bi-yakin o el barbaro tienes que jurarme que no les diras nada. Esto es cosa mia y ya vere como lo arreglo... si es que tengo algo que arreglar. Por el momento te hare caso en el asunto de la bebida, en las peleas es mas complicado dado que me dedico a eso y en el tercer punto no noto gran diferencia, siempre he sido demasiado... activa.

Ella sonrio de nuevo, restando importancia.-Al final no sera nada, ¿Me imaginas de madre? ¡Pobrecito bastardo! no sabria ni como cogerlo.

Tal como imaginaba, Hundra no quería plantearse la segunda posibilidad pero yo no era quién para juzgarla ni sermonearla.

-No te preocupes, esto queda entre tu y yo. Ya te dije, si llegara a ser, decidas lo que decidas puedo ayudarte. Siempre que tu lo quieras, de más está decir. Pero no tiene sentido seguir dándole vueltas al asunto hasta tanto no tener una certeza. Vamos, esas copas no se beberán solas.

Volví a ponerme a su par y continuamos nuestro camino rumbo al Dragón Rojo mientras intentaba imaginar como sería esta mujer como madre. -Creo que serías un caso digno de ser visto- bromeé -pero seguramente lo harías bien. Al menos estoy seguro de que tu cría aprendería pronto a no dejarse pisotear.

Continuamos camino.

No recordaba que la taberna estuviera tan lejos, tal vez fuera ella a la que el tiempo se le dilatase por hablar de temas densos y preocupantes.

Agradecio con una sonrisa abierta la prestacion de ayuda e incluso se permitio imaginar como seria ella de madre.- Seria una madre desastrosa, no tengo instinto, los bebes me parecen sacos de mocos, babas y cosas peores que no paran de llorar o pedir. Tampoco puedo decir que disponga de un referente para hacerlo. Mi madre se largo cuando yo tenia cinco años y no he vuelto a saber de ella, apenas recuerdo nada de ella. Luego las amantes de mi padre no era muy maternales conmigo, algunas se empeñaban en peinarme o en que me bañara, ninguna se quedo bastante como para tomarle cariño... No quisiera eso para él....- dijo reflexionando en voz alta. Por alguna razon se toco el vientre. Se amolesto mentalmente por ello. Estaba bajando la guardia demasiado, recupero el tono de broma

.-Porque preferiria que fuera varon. Las niñas son un coñazo, son mas debiles y necesitaria que fuera lo mas fuerte posible para que pudiera llevarle conmigo...Ademas, los varones se parecen mas a las madres ¿Te imaginas una niña con la cara de Bit?.- pregunto poniendo cara de profundo asco.- No necesitaria aprender a defenderse ¡Nadie se le querria acercar!.- La barbara rio con ganas, jurandose que olvidaria el tema. Despues de todo habia que hacerle caso al medico.

Aunque la bárbara se esforzaba por quitarle hierro al asunto, yo no podía dejar de ver que en realidad el tema le preocupaba. Para ella, el mundo con un crío a cuestas se le daría vuelta. Por unos cuantos meses no podría vender su espada; su vientre sería una terrible molestia luego del sexto o séptimo mes. Seguramente sería el séptimo, ella se encontraba en muy buena forma física como para que le pesara tan pronto, pero, de todas maneras, luego de esa fecha tendría que comenzar a comportarse como una mujer más, no ya como la formidable guerrera que era.

Luego del parto, por un mes o más no dejaría de sangrar; aunque no creía que ello la detuviera, estaría débil tanto por las energías que le consumiría el bebé, como también por la pérdida del fluido vital además de que también estaría descartado que ya volviera al ruedo. No, no le resultaría nada simple acarrear con un chiquillo a una mujer que basaba su vida y su supervivencia en su libertad de acción. La criatura sería una cadena para ella.

Sin embargo... algo me decía que ella quería ser madre. No sabía si en aquel momento, pero por sus gestos y su instintivo roce del vientre, era algo que no descartaba a futuro.

-Si fuera mujer sería hermosa como tu... no creo que la semilla de Bit sea tan fuerte como para imponerse- le dije riendo también. -Pero tienes razón, los niños son más fuertes, aprenden a sobrevivir más rápido... aunque las mujeres siempre maduran antes. Bah, dejemos de pensar en ello ahora; lo hecho hecho está. Si los dioses quieren que seas madre, lo serás, mientras no tiene sentido que te preocupes por anticipado.- Mientras caminábamos, la conversación fluia sin prisa pero sin pausa. Ya había vislumbrado algo de la infancia de la bárbara y se veía que no había sido fácil para ella crecer sola junto a su padre. -¿Como fue que te lanzaste a recorrer el mundo?

Hundra asintio aceptando el cambio de tema. Miro a Eban con picardia y respondio.- Yo naci lanzada, Eban.- Despues rio y se explico un poco mejor.- Me crio mi padre, mi madre se marcho cuando era un cria como ya te he dicho. El sabia de niños tan poco como yo. Practicamente me arrastro detras de él. Aveces me dejaba en posadas y pagaba a alguien para que me vigilara.... Nunca sabia si iba a volver o si regresaria herido...Otras veces me dejaba con sus amantes. Me enseño mucho sobre el oficio y el manejo de la espada pero todo lo demas lo aprendi yo sola.

Ella acaricio el mango de su espada y resoplo.- Aprendi mucho y rapido para poder ir con el, siempre he odiado quedarme esperando. Tenia una destreza decente y les faltaban manos, me unio a su grupo de mercenarios y todo fue bien hasta que se dio cuenta de que no era una niña... y que habia aprendido demasiado de el. No le gusto descubrir que habia pasado por varias camas y menos que algunas eran de amigos suyos que me doblaban la edad.- Hundra se encogio de hombros.- Discutimos, no soporto descubrir en "lo que me habia convertido"... Asi que tome mi propio camino y no nos hemos vuelto a cruzar, pero he oido azañas suyas posteriores en boca de bardos me modo que debe estar bien... y tu ¿Como terminaste de matasanos en este agujero?

Escuché su historia con ganas. Ella no se cortaba a la hora de contar sus inicios y a mí me servía para terminar de comprender su manera de ser. Ya había descubierto cuan peligrosa podía volverse, ahora estaba conociendo el lado amable de la bárbara. Como era de esperarse, llegó mi turno de hablar. -Bueno, soy nómade de nacimiento. Tarde o temprano mi sangre me iba a pedir que abandonara mi país para buscar nuevos horizontes. ¿Sabes? has tenido suerte de conocer a tu padre y criarte con él. A mí me educó mi abuelo, él me enseñó las primeras artes de la medicina y me inculcó el deseo de aprender. Cuando ya sentí que con los míos no tenía más que hacer, decidí dejarlos atrás y recorrer el mundo. He viajado por muchos sitios, aunque ya hace unos años que estoy radicado aquí. Shadizar es un buen punto donde conseguir información y acceder a libros poco comunes. Por ahora estoy cómodo. Tengo para vivir y mi sed de conocimiento se ve saciada, pero no dudo que cuando esta ciudad no me llene más, la dejaré atrás e iré en busca de alguna otra que pueda satisfacer mi curiosidad.

Buf, tanto hablar me ha dado sed... por suerte ya estamos llegando.

- Si las cosas siguen asi esta ciudad sera un polvorin dentro de nada. Sin un regente al mando los nobles se mataran entre ellos por el poder, asi que, o bien se vendra a bajo cual castillo de cartas al viento o algun otro pais aprovechara la ocasion y la sometera por la fuerza. En cualquier caso te remomendaria una retirada estrategica hasta que las cosas se calmaran... aunque las guerras son grandes fuentes de trabajo para nuestras profesiones, algo me dice que seria conveniente apartarnos de esta.- dijo Hundra pensativa. Tenia la misma sensacion desagradable que le habia producido Perla en su momento, posiblemente era el recuerdo del lugar al que se acercaban pero eso no hacia que se sintiera comoda.

Trato de sonreir y cambiar de tema.- ¿Crees que podre aficionarme al té frio tanto como lo estoy a la cerveza?.

-Sí, la situación aquí dentro está cada vez más tensa, aunque como bien dices, este último mes me ha dado dinero más que suficiente como para invitarte unas cuantas rondas, jajaja. Supongo que tendré que tener todo listo para correr en cuanto vea que empiezan a pasar por el cuchillo a todo el mundo, sin importar si es noble o plebeyo... aunque no tengo a donde ir. ¿Algún sitio para recomendarme?- una nueva idea empezaba a plantarse en mi cabeza. Hundra era capaz de detectar los polvorines con una especie de instinto natural, y si ella decía que las cosas iban a ponerse peor, ir preparando mi retirada no era mala idea. Sin embargo, aquella tarde no huiría de allí, así que no tenía sentido preocuparme.

Viendo que la mujer también cambiaba el tono de la conversación, aparté las cuestiones políticas de mi pensamiento y me puse a bromear también. -¡Los dioses no lo permitan, mujer! Que después se te dará por llevar vestidos y sedas y a los pocos años estarás engordando tus caderas en algún palacete de un noble adinerado, jajaja. No te preocupes, la abstinencia no te hará mal... y estoy seguro que después de parir, lo primero que pedirás será una pinta bien fuerte para saciar la sed.*

Hundra se puso seria un momento ¿Parir? Hacia un momento le decia que no se preocupara y luego le hablaba de la maternidad abiertamente, como algo ineludible. Tuvo un instante en el su mente la obligo a verse sudando, empujando con los dientes apretados en una posicion forzada e incomoda, con el gesto marcado por el dolor y sangre bajando por sus piernas.

- Esa no es vida para un guerrero.- murmuro sin dejar claro si se referia a los vestidos y la buena vida o la idea de terminar recorriendo el mundo con un bebe colgado en los brazos.- No es vida para mi...

Respiro ondo volviendo a esconder sus temores.- ¿Que te pareceria venir conmigo? No se donde terminare pero medicos hacen falta en todos los lugares, escoge tu el lugar, te escoltare hasta el... Sera divertido.-comento con una sonrisa.- Buscare un ultimo trabajo aqui y nos largamos, siempre puedes volver cuando las cosas vuelvan a su cauce si echas de menos el sitio.

He.. chss.. chs... Esconde eso... Aquí no están bien vistas esas cosas. Este es un local con clase, sabes?

Lo cierto era que para encontrarse en la ciudad donde estaba, el local era bastante limpio, y la clientela parecía distinguida.

Aquel tipo con aires de nobleza no pareció intimidado o molesto por tu reacción, mas bien al contrario. Se movía con un cierto tipo de confianza que solo se da en la gente que ha visto muchos apuñalamientos y había hecho bastantes tratos clandestinos. O eso te parecía. En la condición en la que te encontrabas, cualquiera cosa sería posible.

Algo mareado por las drogas, bebiste algo de cerveza, tratando de desembotar tu mente y asentar el estómago.

-No me andaré con rodeos ni explicaciones. Ves ese escenario? Señaló con un dedo sin soltar la copa de vino el tablado que había justo en medio de la planta baja, a tu espalda. Sería difícil no verlo, pero verlo nítido era bastante difícil con el colocón que llevabas.- A media noche en el escenario habrá una chica bailando y empezará a sonar música desde el balcón de ahí arriba. señaló mas arriba, en el primer piso, una maraña de balcones y medios palcos donde algunos parroquianos disfrutaban de algo de intimidad.

Cuando eso suceda, un tipo muy gordo se va a reunir con una muchacha morena y un pringado, en algo que se supone tiene que ser un secreto.

Hizo una pausa para asegurarse de que seguías sus indicaciones.

Cuando acaben de hablar, quiero que... ya sabes... Te encargues del gordo. hizo una pausa y continuó con voz baja acercándose a tu oído. No hace falta que me traigas la cabeza, eso es de muy mal gusto, y suele ser poco disimulado. Pero con una prueba de que el gordo esté muerto, digamos que tendriaaa... No se, supongo que me alegraría de aligerar mi peso dejando descuidada una saquita de estas...

Con disimulo, El noble dejó sobre la mesa una moneda de oro, reluciente y brillante. Hacía mucho que no veías una moneda de tanto valor. Su resplandor dorado y rojizo bajo la iluminación de la taberna te distrajo mientras el noble se ponía en marcha. El acuñado era Aquilonio, pero la moneda no era nueva, así que posiblemente hubiera viajado muchos kilómetros antes de llegar a tus manos.

-No te molestes en intentar traerme un corazón de perro, o la mano de otro muerto. Lo sabré. Si puedes hacerlo, nos veremos aquí mañana al medio día.

El noble te miró un instante sonriendo mientras aguardaba una respuesta y se marchó del local con elegancia.

Debería haber pasado ya el medio y pronto anochecería, por lo que aun te quedaba algo de tiempo con el que entretenerte. O prepararte.

Vonotar asintió sin decir nada mientras se mesaba la barba y observaba al muchacho largarse de reojo. Cuando desapareció por la puerta, agarro la moneda, se puso de pie y agil como una pantera salio detrás suyo, dispuesto a seguirle por las calles de Shadizar sin ser visto.

Demasiadas cosas se podían deducir de la conversación que habían tenido. Por ejemplo, si el rufian era rico, poseería sus propios hombres ¿Por qué no mandarles a ellos la tarea de matar a un tipo cualquiera? Podrían entrar por la puerta en tromba, subir arriba, cortarle el cuello y largarse. Pero entonces todo el mundo sabría que fue él el noble que cometió el asesinato ¿Y qué, eso es malo? Solo si hay venganza de por medio. Y los gordos, lo suelen ser porque además son ricos. De manera que contratándole a él para hacer el trabajo, la venganza caería sobre Vonotar ¿Pero no le habían visto a él hablarle aqui, en la taberna? ¿No le reconocerían? No, necesariamente ¿Quien vería en este despreciable rufian a un limpio y noble señor, sobretodo si el rufian no es mas que un disfraz? Y cuando atrapasen a Vonotar, y confesase bajo tortura quien le contrató, tampoco encontrarían a nadie. De hecho, ese hombre podía desaparecer sin siquiera pagarle despues de hacer el trabajo ¿Realmente esperaba que Vonotar confiase en su palabra, en la palabra de un hombre que pide un asesinato por encargo?

Todavía quedaban algunas horas para dedicirse, y sería saludable emplear alguna de ellas en aprender más de su abanderado.

Habías pasado toda la mañana tomando las precauciones necesarias. En casa de tu padrastro, dejaste pistas falsas que pudieran hacer ver que te encontrabas en el piso de arriba y cerraste la puerta por dentro, pero te escabulliste por los tejados de la ciudad, tu jungla favorita para jugar.

Entraste en otro local, parecía viejo, oscuro y abandonado, con basura y telarañas por todas partes, pero una vez encendida la lampara de aceite que había sobre una caja, podías encontrar todos tus valiosos instrumentos de trabajo, demasaido delatadores como para guardarlos en casa de ningún familiar.

Te pusiste la prenda de maya negra, aferrada a tu piel en cada milímetro de tu cuerpo. Elástica y cómoda, ligera como ir desnuda y firme como las correas de una coraza. Colocaste algunas protecciones de cuero suave en las zonas de mas fricción, para evitar desgarros o posibles cortes.

Unos minutos mas tarde, tus cuchillas estaban afiladas y limpias, con un suave baño de hollín para evitar un brillo delator. Una hora mas tarde, tu rostro había desaparecido bajo el maquillaje, y tu cabello natural estaba escrupulosamente recogido bajo una redecilla.

La antigua "Tu" había desaparecido y era hora de dejar aflorar el nuevo personaje.

Una peluca cana, alguna arruga falsa y un vestido anticuado. Era un principio, pero el verdadero arte del disfraz no está en el disfraz, sino en los detalles.

Son eso lo que hace que un burdo disfraz se convierta en un verdadero personaje. Alguien a quien un amigo tuyo saludaría sin darse cuenta de que seas tu, alguien con su propia historia, su personalidad, sus manías y sus pequeños defectos. Los detalles son lo mas importante, pero si sobrecargas el disfraz, podría quedar antinatural.

Te miraste al espejo. No quedaba ni rastro de tu rostro, de tu cabello o de tu figura, pero tampoco eras una verdadera ancianita. Era como un títere de feria. Artificial. Miraste por la ventana, pronto sería de noche. Eso significaba que aun tenías algunas horas para hacer de aquel títere una verdadera obra de arte viviente.

El banquete y la celebración se alargó durante todo el día, y no era para menos! Por fin estabas empezando a trabajar por tu cuenta, solo tu y Petruso, como socios.

Nada de gremios que se llevaran comisiones, nada de falsas alianzas que acababan en puñaladas por la espalda. Solo vosotros. Sabíais que podría ser peligroso, que tendríais que abriros paso vosotros mismos y encontrar los sobornos adecuados, pero erais buenos, el último golpe lo demostraba, y la melopea que llevabais lo corroboraba. Cantasteis canciones de fiesta, hicisteis amigos entre los comunes de aquella taberna de mala muerte y disfrutasteis de cada momento sin arrepentimientos de ningún tipo.

Un rato mas tarde, estabais en una de las habitaciones de arriba, tenía dos camas separadas por un biombo de madera, que daba una falsa intimidad, pero eso no os molestaba. Cada uno había subido con dos o mas mozas de taberna que estaban haciéndoos disfrutar como nunca. Tu, como de costumbre, te quedaste con las más guapas, las que tenían los pechos mas firmes y todos los dientes en su sitio, pero a Petruso no le importaba, las suyas tampoco eran feas y le cobrarían menos.

Las risas de uno y otro, junto con los grititos y gemidos de las muchachas te distrajeron un buen rato, pero poco después, cuando ya estaba terminada la fiesta, tu cabeza volvió a darle vueltas al asunto.

Una vez solos, mientras os dabais un baño caliente en una tinaja de bronce cada uno Petruso dijo distraído...

-Vas a ir, verdad? Respiró un momento pero no te dio tiempo a contestar. -Por eso has evitado emborracharte como de costumbre... Es eso?

A ver... los negocios son los negocios... y tu y yo somos socios. Quieres que vaya contigo? cuatro manos pueden cargar con mas cosas que solo dos...

Mientras hablaba miraba fijamente el techo de la habitación, distraído, como si contara mentalmente las vetas de la madera, pero sabías perfectamente que Petruso no sabía contar tanto.

La fachada del edificio era tal como la recordabais. Un caserón de piedra de cantera cubierta vagamente con argamasa pintada de rojo claro y un tejado de piezas de arcilla verde. La pintura estaba desquebrajada en algunos puntos y muy desteñida por el sol, pero aun se reconocía el símbolo del local. Un larga sierpe de piel escamosa y garras afiladas se enroscaba al edificio, quedando con las fauces abiertas junto la puerta. Tenía pintados unos largos bigotes y una cresta peluda que lo recorría entero hasta la punta de la cola.

Era la fiel representación de lo que los orientales, en la lejana Kithay, llamaban dragón, pero no se parecía en nada a los descritos en los cuentos que habíais escuchado de niños sobre enormes monstruos alados que escupían fuego.

Bajo el umbra, tres personas coincidieron por casualidad tratando de cruzar a la vez la puerta de madera gruesa y pintada de color verde claro.

Una muchacha joven y hermosa, de melena negra como la noche y ojos azules como los de la gente del norte, una preciosidad que lejos de las comodidades y el lujo de las doncellas, iba vestida con prendas de cuero, con un espada a una mano colgada del cinto y un escudo a la espalda. Iba acompañada de un hombre algo mayor que ella, con un turbante blanco típico de la gente del desierto, expresión alegre y de andares tranquilos. Los dos iban comentando anécdotas entre ellos y hablando desenfadademente de los estilos de vida de cada uno, como antiguos amigos cuando intentaron entrar justo cuando el tercero se disponía a salir.

Era un Tipo alto y fuerte, de barriga considerable y dura. Su cabello era rubio, cosa que indicaba que no era originario de a allí casi con toda seguridad, pero su piel tenía el tono bronceado de los que han pasado varios años vagando por el desierto y parecía llevar cierta prisa. Su mirada parecía confusa y perdida, puede que algo sorprendida también, pero no dejaba de ser fiera y amenazadora. O puede que solo estuviera drogado, borracho, o las dos cosas. cosa que podía llegar a ser peligrosa su utilizara el espadón que llevaba a la espalda.

Hubo un primer intento sin éxito de cruzar la puerta, en que los dos que iban delante se apartaron a la vez hacia el mismo lado. Lo siguió uno idéntico hacia el lado contrario antes de separase unos centímetros y mirarse a la cara unos segundos.