Partida Rol por web

Mientras avanzamos camino a la armería no dejo de mirar la puerta de la mina sellada, mutantes, herejes, demonios, lo pagarán caro por lo que han hecho a mi familia. Si Zaddion unos tirillos contra esa escoria nunca vendrán mál. Le sonrio, y hace tiempo que no practicamos el tiro

Cuando Zaddion propone volver al barracón del comisario a preguntar por el furiel, Atellus niega con la cabeza y se vuelve a Jurtz preguntándole. De mala gana el soldado les indica que hace poco vio salir al furriel en dirección a una tienda que les señala con la mano.

Zaddion y Atellus se dirigen hacia allí y efectivamente le encuentran.

Pues sin ánimo de ofenderle, precisamente a charlar no es que vengamos, para eso hubieramos ido a la sentina.

No sé si lo habrá oído ya, pero hemos venido a meternos en ese agujero que han tapado - señalo hacia la montaña - para acabar con todo hereje que se ponga en nuestro camino. Así que el comisario nos ha dicho que usted tiene algunos regalitos para nosotros, o más bien, para los herejes.

Sonrío ante mi clara insinuación de que nos dé cosas interesantes.

- Enséñeme la autorización del Comisario, no es que no les crea pero con lo escasos que estamos necesito su autorización expresa para darles material.

Éste tiene ganas de joder o que!

Vamos, no me jodas, no le basta que vamos a meternos donde vosotros no quereis entrar? De donde habeis salido acojonados, los pocos que habeis salido? Ademas, sabes de sobra que nos ha mandado nuestro Inquisidor - saco nuestra identificación como Acólito de la Inquisición - al que no le gustará saber que nos habeis puesto trabas. Él se lo hará saber al Comisario, al que no le hará ni puta gracia que le tiren de las orejas, y seguramente buscará al responsable de tal agravio... cosa que nosotros comunicaremos muy amablemente a nuestro Inquisidor...

Ahora que todos nso entendemos, denos unas cuantas granadas, un par de buenos fuscos y munición para que nos carguemos a esos hijos de puta. ¿Le parece?

- Mire no me joda usted a mí, llevo matando amenazas del imperio desde antes que su madre le diera la teta y estas cicatrices - dice señalando su cara - no me las ha hecho mi amante.

Respira para serenarse y añade: Lo siento pero si no tiene autorización por escrito tengo orden expresa de no entregar material restringido. Puedo darles 15 metros de cuerda resistente, cuatro linternas eléctricas, raciones de campaña para tres días y cantimploras llenas de agua.

Albrek no puede sino quedarse un tanto estupefacto al oir las palabras de aquel soldado, y con rictus serio se acerca hacia él, con la esperanza de sonsacar algo.

-Y dime soldado ¿de quien es esa sangre? De tus enemigos o de tus hermanos? -

Lo que faltaba. Está loco...o al menos un poco ido. A saber qué ha visto ahí abajo, o qué le han hecho. No me gustaría acabar como él, atadoa un poste e inmovilizado para que no haga ninguna locura, no es un buen final. Ni siquiera para un soldado ignorante.

Se agachó junto a él y miró sus ojos de demente. No iba a sacar nada en claro del cabo Schmendt. Salvo que nombraba la sangre, podía referirse a la batalla, o algo más complejo y siniestro. Sangre, Khorne; tal vez sean esbirros del Dios de la Sangre lo que hubiera abajo. De ser así iba a ser necesario una purga rápida con proyectiles, pues era indispensabel acabar con los herejes antes de que pudieran acabar con los acólitos.

No vamos a sacar nada en claro de este hombre...deberíamos irnos.

El soldado es como si mirara detrás vuestra: Tentáculos, ¡LOS OJOS! ¿habéis visto los ojos?

Tentáculos y ojos son elementos que pueden conformar el físico de un monstruo desagradable, pero espero que no sea un demonio y tengamos que recurrir a los poderes del psíquico. Pueden ser contraproducentes.

Caín se estaba poniendo nervioso, la idea de morir no le asustaba en exceso. La muerte había estado muy presente en toda su carrera profesional, a menudo la había experimentado a través de su mira telescópica. Pero el hecho de enloquecer, de convertirse en el portador de una de esas camisas de fuerza, eso sí que le asustaba. Y tenía ganas de alejarse del pobre diablo.

Puede que nos enfrentemos a algún tipo de ser semejante a un pulpo, sólo que más feo, y con malas intenciones.

Albrek miraba con pena al desequilibrado soldado, pues había sido condenado a terminar su vida enloquecido, lejos del camino de la cordura. Por la mente del sacerdote pasaban velozmente cientos de criaturas demoníacas, alimentadas con su imaginación, que pudieran haber causado esa malsana locura.

-Este pobre diablo no puede decirnos nada, y solo podemos adivinar a que nos vamos a enfrentar.- Dijo volviéndose hacia Caín - Tendremos que aventurarnos en la mina sin saber que nos vamos a encontrar.-

Muy cierto. -contestó brevemente Caín- Salgamos con Teccus y reunamos a los demás.

Espero que el soldadito no esté haciendo ninguna estupidez.

Que el Emperador te proteja -le dijo al loco. ¿Por qué lo había hecho? No estaba en su naturaleza apiadarse de los demás, algo raro le pasaba hoy, un mal presentimiento.

Albrek y Caín sa len de la tienda de la que Teccus ha estado escuchando gritos.

Albrek renegaba a la par que salía de la tienda, mientras buscaba con la mirada a Teccus.

-Maldita sea nuestra suerte, que clase de mal es el que asola las minas para enloquecer así a lo hijos del emperador.-

La pregunta iba dirigida a Cain, aunque el sacerdote también se hacía esa misma pregunta para sí, un mal presentimiento recorría el cuerpo de Albrek, temiendo acabar del mismo modo que los soldados imperiales.

-Deberíamo buscar a Atellus y Zadion y aprovisionarnos en el arsenal, quizás ellos ya se encuentren alli.-

Jajajaja, me río al ver comoolos dos se comportan como chiquillos. A ver quie ha sufrido más en su puta vida, ese juego también era típico en mi planeta natal.  Me giro ofuscadamente hacia el Furriel. Usted acaba de decir lo que te neía que decir. Las ordenes son ordenes. Hago una pausa y me acerco lentamente hacia él. En mi planeta, Catachán,las cosas no van así. SI alguién necesita una mano se le dan dos, si alguien necesita 15 metros de cuerda, se le dan 30. Porque mi planeta no tiene una mortalidad tan alta por los bichos autóctonos, sino más bien por los accidentes. y usted ahora mismo está apunto de cometer uno. Dejo pasar unos instantes. Cuando bruscamente le pido su número de G.I y su chapa identificativa, una vez tomado nota de sus datos. Espero que sepa que si salimos de esa puta mina señalo con el dedo a la montaña se lo haré saber a nuestros mandos. Y en mi informe y en el de la misión aparecerá su nombre y su foto como hereje y colaborador con la secta. Al no haber aportado el material pertinente para la culminación de las ordenes de nuestro emprador.

Le hago un gesto a Zaddion, como dandole a entender que nos podemos ir. Dando la espalda al Furriel, andando muy despacio y en dirección a la mina.

Cuando Zaddion sale el furriel te sujeta y te da 4 granadas de fragmentación: Mira chico, no lo hago por la charlita pro-Inquisición sino porque se nota que has servido en el ejército...aunque por tus palabras parece que lo hayas olvidado.

Diho esto vuelve dentro y comienza a pegar voces llamando probablemente a su ayudante.

Salgo andado de la estancia en la que estábamos con el furriel, cargado de cuerda,lamparas y comida. Eh Zaddión ¿podrías llevar al menos el agua?. Paro en seco cuando me acuerdo de algo, espera un momento aquí, y entro de nuevo la estancia del furriel y le ofrezco un par de cigarros de Ihlo. Y me vuelvo a marchar con Zaddión dirección a la mina. una vez que nos encontramos paseando en un lugar donde no hay cerca gente, le comento a zaddion susurrandole, que el furriel me había pasado dos pares de granadas y que si quería un par. 

Conforme Atellus y Zaddion comienza a andar en dirección a la mina se encuentran con el resto del grupo que los estaba buscando.