Partida Rol por web

- ¡A la paz de Dios, buen hombre! - respondió Diego, tras mostrarse unos segundos dubitativo ante la incisiva mirada recibida- ¿No habrá lugar bajo techo cristiano para un veterano de guerra que no quiere morir con este puto frío?

Sonríe el mercenario intentando parecer afable. Su azcona está apoyada en su hombro, inofensiva, y el coltell pende inerte de su cinto. Vestido en mangas de camisa y con el morral a la espalda, se puede observar su complexión enjuta y nervuda.

- ¡Hace un frío de mil demonios! -insiste, tratando de congraciarse con el ventero- ¡Un alma caritativa no dudaría!

El ventero escucha a Diego arqueando las cejas. - Vuesa meced ha de saber que aqueste servidor compró aquesta venta también con la soldada ganada en varias refriegas.- Y te deja pasar.

- ¿Vos también servisteis, buen hombre? -responde afable el mercenario- ¡Sin duda veo que usasteis la paga mejor que un servidor! ¡Al menos no tenéis que preocuparos de donde esconder la cabeza cuando el señor se mea en nuestra testa!

Diego agradece con la cabeza el gesto del ventero de dejarle pasar y deja su morral colgado de un gancho en la pared, donde apoya también su azcona. Sólo su coltell y el bolsillo que pende de su cinto permanecen con él.

- ¡Veo que más pobres almas se han venido a guarecer del frío con vuestra merced! - añade sonriendo a la persona que está en la sala junto a ellos- Mi nombre es Diego, mucho gusto de conocerles a ambos

-La mendiga no le molestara, ca parte ayna. Por buen cristiano tenenme, et por ello indicarale en que callejón del arrabal pudiera fer noche sin miedo ca ya han cerrado las puertas del Burgo. -
Dice Timoteo ser cristiano, no judío, como pensaba Diego. Y también dice ser bueno...
Estais en el zaguán de entrada. A un lado al fondo una puerta abierta da a otra estancia, probablemente la antigua cuadra, que parece iluminada por un fuego y de la que provienen rezos, hasta que se hacen oir las maldiciones de Diego y se interrumpen.

- ¿Cómo? - inquiere Diego, sorprendido- ¿Que esta buena mujer va a dormir en la calle habiendo techo bajo el que cobijarse? 

El mercenario parece extrañado. Es hombre de mundo, pero no parece haber pasado demasiado tiempo rodeado de civiles y fuera del mundo en miniatura que representa una hueste almogávar. Entre ellos, esos mercenarios se protegían siempre y compartían todo. Menos el bastardo de su almocatén...

- ¿Y como es eso de que mandáis a la calle a una dama, habiendo techo y espacio? - inquiere de nuevo el mercenario, visiblemente contrariado- ¿Es una cuestión de viles dineros, señor ventero?

Mi nombre es Diego, mucho gusto de conocerles a ambos

-Orosia mi señor. Pa..pa..pa..ra servirle- Digo con la cabeza gacha.  

¿Y como es eso de que mandáis a la calle a una dama, habiendo techo y espacio? - inquiere de nuevo el mercenario, visiblemente contrariado- ¿Es una cuestión de viles dineros, señor ventero?

Me sorprendo cuando se refiere a mi como una dama. Nunca nadie lo habia hecho antes. Non tengo con que pagar señor, mas puedo servirle. Soy buena cazadora et estoy aqui para entrar al servicio del Señor de Ucero. Vengo recomendada, digo echando mano al zurrón y mostrando un documento. Podre pagarles pronto, se lo prometo

- ¡A fe que venís encomendada del cielo, mi señora! -responde con alegría el mercenario, dándose una sonora palmada en el muslo- ¡Necesito de los servicios de una buena dama de monte, en estos momentos!

Diego camina hacia ella, con una sonrisa encantada que desentona bastante con sus facciones afiladas y su aspecto nervudo y curtido. No obstante, la expresión se ve sincera.

- ¡Queda decidido, pues! - añade, ya más cerca de la mujer- ¡Pagaré encantado su alojamiento y comida de esta noche si vuestra merced me ayuda con la mierda que me ha sido encomendada! ¡A fe que es la Virgen María quien os envía a mi encuentro, pues de otra forma no comprendo como se ha producido puta coincidencia!

Se dirige el mercenario a quien ha de hospedarlos esta noche, si Dios quiere.

- ¿Habrá problema con ello, buen hombre? ¡Buen dinero aún me queda de la lucha contra el bastardo traidor de Jaime el tercero!

Oyes a alguien maldiciendo en la estancia contigua. Tus compañeros también, puesto que se han callado súbitamente. Los pastores ignoran los exabruptos y prosiguen con su cena.

Una serie de fuertes maldiciones interrumpieron la conversación de mis compañeros, preste atención para ver que ocurría, y el silencio de mis compañeros ayudo a que pudiese escuchar.

Le pregunte al posadero cuando se acerco a traernos la cena - Maese posadero, ¿ aí algún problema? -

- Non se que negocios son aquestos que requieriessen una mendiga por muy de monte que fuese... Más si un compañero querede fazer aquello que cree que deviere, Dios non quisiera que yo dijerale de fazer otra cosa.-  

Timoteo os invita a pasar a la estancia contigua. 

Orosia y Diego:

La estancia es el doble de grande que el zaguán. Alumbrada y calentada por una chimenea, que apesta levemente a una mezcla de sudor y oveja. Bajo este olor, percibís un aroma a sopa de carne que os abre el apetito sin remedio. En la estancia, seis catres sobre otras tantas esteras, cubiertos de pieles se distribuyen a lo largo de la estancia. Desde el suelo, sentados sobre ellos, cuatro omnes vestidos con lo que parecen vagamente hábitos de monje os miran con mucha curiosidad. 

A su lado, frente a ellos un hombre joven acaba de tomar un cuenco humeante de las manos de un niño, y también os mira.

Y al fondo, acuclillados junto a chimenea y puchero, otros tres jóvenes, se vuelven también a miraros, apenas levantando la cabeza de los platos de barro de los que sorben sopa. A diferencia del anterior, parecen pastores locales, probablemente los que le dan el olor a oveja a la estancia, 

Nuño:

El niño que te acaba de dar el humeante cuenco de barro pone cara de sufrimiento incapaz de contestar a esa pregunta, pero antes de excusarse te da la respuesta a tu pregunta mirando a la puerta. Dos figuras cruzan el umbral, siguiendo al Timoteo el ventero. Un hombre, de complexión delgada y nervuda, rasgos afilados y expresión poco amistosa. Presenta un aspecto descuidado, en el vestir con sus prendas remendadas hasta el hastío y con el cabello largo enredado y la barba abundante y algo cana; y una mujer, una chica de ojos penetrantes que destacan en un rostro sucio y mugriento, más de lo habitual en las gentes de baja estofa, que pareciera poco agraciado también. 

Timoteo, con mucha seriedad os señala uno de los seis catres. 

- Habréis de compartir lecho, pues..-

Y sale de la estancia, impulsándose en la jamba de la puerta con la mano derecha.

Gracias, señor!! Diego es su nombre, verdad? Le devolveré en cuanto pueda el coste desta noche. Mas si como parece puedo ayudarle en la mision que le ha sido encomendado, lo haré de buen grado. Soy una gran cazadora y no hay presa que no conozca en el monte. Ya me contará vos de que se trata su encomienda. Busquemos donde acomodarnos.....

le comento a Diego mientras Timoteo el ventero nos lleva hacia la sala comun repleta de gentes

- Habréis de compartir lecho, pues..-

Me quedo sorprendida ante el comentario del ventero y le comento a Diego. -Puedo dormir en el suelo, si vos lo prefiere. Lo he hecho muchas veces y non sería justo que siendo vos quien pagueis la estancia encimas tengais que compratir lo que es solo vuestro- 

Entro a la sala abrumada por tanto olor y gentío. Voy comentando en voz baja con Diego los arreglos de la estancia mas non hablo mas de la cuenta. No alzo la voz por no llamar la atención. Voy siguiendo a Diego hacia el lecho que se nos ha asignado et voy recorriendo con la mirada al resto de gentes que pueblan et "perfuman" con su fragancia la estancia. Eso si, aprovecho para mirarles siempre et cuando ellos no me miren a mi, pues bajo la mirada o la cambio de sitio siempre que noto la mirada de cualquier otra persona