Partida Rol por web

Aguaprofunda: Ciudad de Esplendor y Pecado

[Partida] 2.0: Me parece que esto no es Kansas

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12/07/2014, 16:24
Director

Primer día de la tercera decana de Eleint del Año de la Espada 1365

No sabíais como habíais llegado ahí pero por lo que recordabais suponíais que había pasado (bueno más bien algo por el estilo), pero cuanto más averiguabais del sitio donde estabais menos idea teníais de donde estaba. Excepto que ya no estabais en casa.

Hacía dos días que Blane había activado el Interdictor Planar y os habíais despertado ahí. Lo que había sucedido entre ambos instantes era misterio digno, por lo visto, de debates arcanos interesantísimos (aunque a la mayoría os ayudaban a dormir), pero no teníais realmente ni idea de que había ido mal, o bien.

Lo que sabíais es que habíais llegado allí todos excepto los muertos, lo que incluía al segundo esbirro de Blane y los que estaban en la salida, es decir Alarien, Reuben y Valeria. Blane había llegado con vosotros, o al menos parte de él. Al espadachín le habían volado ambos brazos hasta mas allá de los codos y ahora tan solo eran muñones ennegrecidos. Ademas su rostro y pecho estaban cubiertos de oscuras quemaduras y fragmentos cristalinos incrustados en su cuerpo. Suponíais que por alguna razón el Interdictor había explotado en las manos de Blane y lo había dejado así. Khemed había hecho todo lo que había podido, que era poco, puesto que toda la magia basadas en efectos planares, lo que incluía la energía positiva de la magia de curación, rebotaba en él. Estaba estable y sedado, era lo mejor que podía hacer Khemed que no se atrevía a extirparle aquellos cristales sin poder usar magia para sanar las heridas. Sobre las mascotas Elminster seguía con vosotros, aunque los familiares ajenos habían sido expulsados, seguramente cosa del Interdictor, pero sus dueños habían podido reconjurarlos tras la primera noche.

Otra cosa que sabíais es que todos, incluyendo vuestro nuevo “amigo” brillabais en la oscuridad con un tono verde bilioso que os recordaba demasiado a aquella cosa flotante. La primera noche el efecto había sido casi deslumbrante, pero ahora se había quedado en una simple fosforescencia tenue.

El lugar donde os encontrabais resultaba tan anodino como frustrante. Parecían no ser más que una serie de salas de una piedra gris uniforme y de tacto granulado que no habíais visto nunca. Las salas parecían formas viviendas familiares que daban todas a pasillos de la misma piedra. Habían docenas de viviendas en vuestro pasillo antes de dar a dar a un gran espacio central. Ese espacio era como un pasillo cuadrado enorme (de unos doscientos metros de lado) que por un lado estaba formado por pasillos como el que habíais salido, viviendas, algo más grandes que las de los pasillos y dos huecos de escaleras por lado que subían y bajaban. El otro lado daba con el vacío, y mirando vuestra vista se perdía tras varios cientos de metros, tanto hacia arriba como hacia abajo. No había mas que una sucesión de plantas similares, si no iguales, a la vuestra. Cientos de viviendas por planta, con cientos de plantas. Desde ese espacio interior daba más la impresión de hallaros en una colmena que en una caverna.

Prácticamente todos los pisos contenían cosas similares. Aquella extraña piedra, escapes de agua ocasionales que parecían filtrarse de dentro de la piedra, escombros que en su día debieron ser muebles, objetos de metal y telas, y poca cosa mas. Tras unas primeras exploraciones encontrasteis dos pares de puertas metálicas en el espacio central que tras derribarlas, pues estaban demasiado oxidadas para abrirse, resultaron dar con un espacio vacío rectangular que subía y bajaba.

Aun no os habíais alejado mucho de vuestra planta, pues aun estabais confusos y vuestras heridas demasiado recientes. Pero sobretodo por que por todos lados habían signos de violencia, contra las paredes, contra los muebles y las telas, contra todo. Y no parecían lo suficientemente antiguas como para estar tranquilos.

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12/07/2014, 17:14
Ilharess de la Runa Argéntea

Era mala cosa no recordar. Ilharess se preguntaba si demogorgon habría acabado obteniendo lo que quería, o si el interdictor le había expulsado en verdad. El destierro de Asorazoklyn le daba esperanzas de ello, aunque nunca se sabía. Después de todo, su méfit no tenía el poder de un señor del abismo, ni siquiera el poder menguado de un avatar de un señor del Abismo.

Al menos no habían acabado como Blane. Cuando el hombre recuperara la consciencia no le iba a hacer demasiada gracia. Ilharess le había catalogado hacía tiempo como un dandy demasiado apegado a su buena planta, y tal como había quedado… en fin, en realidad era una lástima. Ilharess podía considerarlo insufrible, pero también tenía buen ojo para ciertas… cualidades estéticas.

Habían sido dos días de aclimatación. No es que se limitara a estar con los brazos cruzados esos dos días, claro, incluso descontando el tiempo invertido en la exploración y en la convocación de su familiar. Ilharess intentó algunos intentos de comunicación con Peluchito, pensando en que quizá fuera una criatura inteligente con la que podrían comunicarse. Pero más allá de que tenía una gran habilidad para dar penita, y que sabía hacerse entender cuando quería algo (a saber, comer, beber, dormir, o caricias), no consiguió progresos por ese lado. Ilharess ni siquiera supo decir si era más inteligente que un animal doméstico avispado.

—No estamos en nuestro mundo —les dijo a los otros el segundo día, tras tejer una adivinación—. Eso es lo único que puedo asegurar. Pero en qué plano nos encontramos…

Se encogió de hombros. Aquel lugar parecía carecer de los rasgos distintivos de los estratos planares más fáciles de reconocer.

—Tengo que reconocer que esto de perdernos en un lugar ignoto del multiverso tiene cierto morbo —dijo Ilharess al fin—, pero lo más sensato sería que buscásemos alguna forma de volver a casa. O al menos de saber dónde diablos estamos. Creo que deberíamos empezar a explorar en serio… que deberíamos abandonar este campamento, y empezar a buscar más en serio por los alrededores. Los que han construido estos edificios deben estar por alguna parte…

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15/07/2014, 15:45
Niren

Niren había pasado el último día deambulando de un lado a otro como una pantera enjaulada. De hecho, si pudiese llevar la cola sin enroscar, la estaría fustigando de un lado a otro al igual que una. A la tiefling sólo le faltaba ir soltando llamitas.

Nada había salido bien; No sabían dónde estaban, no había ni rastro de Alarien, no había ni rastro de Reuben, no había ni rastro del avatar de comosellamase y para colmo habían encontrado una lámpara viviente que parecía venir de otro planeta.

Por lo que a ella respectaba, Doscabezas bien podía haberse comido la condenada esfera brillante y haberse convertido en aquello. Total, sería por surrealismo en aquella situación.

Lo que había dicho Ilharess era lo obvio: si no se movían, no progresarían. Aun así se sentía tremendamente molesta por la situación, ¡si se hubiesen largado cuando aún estaban a tiempo nada de eso habría pasado! Claro que no tenía ningún sentido ponerse a despotricar por lo que ya no podía arreglarse así que no lo hizo.

Se limitó a soltar un gruñido exasperado y a detenerse.

—¿Alguien puede recordarme por qué seguimos con esta cosa pegada a nosotros?

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15/07/2014, 16:32
Elatha "El Leñador"

Después de las pertinentes explicaciones y una muy detallada lista sobre las cosas que no sabía Elatha cortesía de la señorita Sarcasmo, anteriormente conocida como Ilhita, el semielfo había terminado por aceptar que no estaban muertos. Hasta cierto punto suponía un alivio, pero una parte de él deseaba haber llegado al Más Allá correspondiente y ver dónde le correspondía estar. ¿Elfos? ¿Humanos? ¿Mestizos? ¿Bastardos? ¿Deidades menores? (no guardaba muchas esperanzas en ése último campo particular).

Le había sabido mal la ausencia de Alarien. Con tanto tiempo libre, el experto semielfo podría haberse camelado a cualquier mujer de orejas híbridas. Se las sabía todas; pena, orgullo, rechazo...una pena, y además seguramente la semidrow sabría hacer cosas que entraban, ¿Cómo decirlo? En las cosas sólo aceptables en la Infraoscuridad. Y para colmo seguramente hubiera podido cazar algo o haber dado conversación a Niren, que no paraba de dar vueltas, seguida por Elminster, a quien al parecer le encantaba la pícara y el hecho de que no parara quieta.

El segundo día, Elatha estaba llegando a su límite de esparcimiento. Si no estaba muerto tendría que vivir, y para ello necesitaba saber dónde, cuando, cómo y por qué.

No estamos en nuestro mundo

Por un segundo, el semielfo sopesó pros y contras de devolver un poquito de ironía a la señorita Sarcasmo, pero decidió que no era culpa de Ilharess que él estuviera de mal humor, y se contuvo...

 —Tengo que reconocer que esto de perdernos en un lugar ignoto del multiverso tiene cierto morbo —dijo Ilharess al fin—, pero lo más sensato sería que buscásemos alguna forma de volver a casa. O al menos de saber dónde diablos estamos. Creo que deberíamos empezar a explorar en serio… que deberíamos abandonar este campamento, y empezar a buscar más en serio por los alrededores. Los que han construido estos edificios deben estar por alguna parte…

- Si no están aquí es que esta zona está abandonada - dijo Elatha con un encogimiento de hombros, pensando como un soldado -. Eso sugiere que o bien se fueron y están mejor donde quiera que fueran o que los mataron o se los llevaron a todos. En cualquier caso, no sabemos por donde empezar a buscar, mirándolo por el lado bueno, no hemos encontrado muchas cosas, eso sugiere que se fueron...o que los saquearon a conciencia, pero parece menos probable, ¿Para qué llevarse peso inútil como...no sé...peines?

¿Alguien puede recordarme por qué seguimos con esta cosa pegada a nosotros?

- Porque puede que no dentro de mucho tengamos hambre, y Elminster no es comestible - dijo el semielfo con malignidad..y de broma, por supuesto, aquella criatura era demasiado...asquerosamente mona como para dejarla seca. Ya se transformaría en algo con dos cabezas y muchos tentáculos, seguro...

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15/07/2014, 22:15
Khemed

Todo salió mal, o bien, o tan bien como podría haber salido. O quizá demasiado mal y aun no lo sabía. Los matices ya los complementaría con la información adicional que descubriese sobre el suceso.

Por lo pronto, el sacerdote contó a los presentes nada más recobrar la conciencia; faltaban los compañeros de Blane, Valeria y Alarien. Blane… sí estaba, o al menos en parte. Seguro que no le hacía ninguna gracia quedar tullido físicamente, y psicológicamente el daño quizá fuese mayor (como no podía ser de otra manera para un guerrero).

Khemed intentó sin gran éxito curar a Blane, ya que parecía el más grave dentro de los heridos presentes. Su magia curativa no surgía efecto, al igual que cualquier otra magia relacionada con los planos.

-Lo siento, no puedo hacer más –dijo aplicándole unos torniquetes y sanando las heridas por medios mundanos. Al menos así cesaría la hemorragia y no correría peligro su vida.

Aquel lugar y situación resultaron ser verdaderamente extraños, junto con la nueva compañía, o como la maga lo había bautizado “peluchito”. Aquella criatura los había seguido y se mostraba tan juguetona como un cachorrito. De hecho parecía un cachorro, de… ¿de qué?

-Desde luego que no sé de dónde ha salido –dijo mientras le rascaba la barriga a la criatura-, es otro misterio más a la lista. Pero no se puede negar que sea mono. ¿Peluchito? Espero que no llegue a convertirse en ningún horror de dos cabezas ni nada por el estilo, o tendríamos que cambiarle de nombre por quedar ese obsoleto. ¿Qué tal Bicefalito? En todo caso, en mi tierra tener una bestia exótica y poder mantenerla denota un poder económico considerable, así que no me parecería mal si la adoptásemos –dijo con algo de jactancia, solo para que los presentes olvidasen por un momento las preocupaciones y se horrorizasen o divirtiesen con aquel tono de “humor” con el que había impregnado la conversación.

Luego, también estaba el tema de la luminiscencia. ¿Un brillo verdoso? Seguro que algo tenía que ver con el brillo del foso, pero, ¿a qué era debido?

Khemed intentó debatir la situación actual, para sacar algo en claro. Dejó a un lado todo aquello que parecía no tener una respuesta próxima, y se centró en su situación actual.

-Nos encontramos en un lugar un tanto extraño, en una situación desconcertante. ¿Y todo este caos? Tenemos que encontrar el foco de la posible violencia que pueda amenazar nuestra visita por el lugar. Aunque sí, he de decir que tiene su punto eso del viaje planar, solo que hubiera sido mejor una situación controlada… En fin, habrá que apañarse con esta experiencia y averiguar todo lo que podamos del lugar. Y también hay que preparar alguna forma de volver a casa –dijo esto último no demasiado alto, puesto que la magia que tenía que ver con los planos no funcionaba sobre Blane, por lo que quizá no podría realizar un viaje planario hasta solucionar lo de los fragmentos cristalinos en el pecho.

No se retiraron demasiado del improvisado campamento, pero aquello no les haría avanzar hacia ningún lado, así que si no había otra manera, tendrían que dar una vuelta por el lugar, realizando un trayecto mucho más largo.

-Bueno, será mejor que nos preparemos, quien sabe si el viaje será largo; este lugar da la sensación de ser infinito y contener excesivos pasillos. Si hay algún patrón que se repita, podríamos aprovechar el conocimiento de una zona previa para revisar la siguiente e intentar ver si hay diferencias. Y sobre todo, prepararnos contra aquello que haya hecho estos destrozos. Ah, y no separarnos demasiado, no vaya a ser que nos perdamos con mi pésimo sentido de la orientación y terminemos dispersos.

La situación era extraña en su conjunto, pero habría que hacerle frente desde ya. Por ello, Khemed se mostró ante los demás decidido a actuar, inquieto y curioso. Y más les valdría al resto que no se durmiesen, no estaban en casa, y quien sabía qué ocultaría un lugar tan misterioso.

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16/07/2014, 18:10
Director

Primer día de la tercera decana de Eleint del Año de la Espada 1365

Tras dos días recuperándoos, centrándoos y echando un vistazo a las plantas cercanas, decidisteis que ya habíais tenido bastante y necesitabais hacer algo. Curiosamente todos coincidisteis en que lo mejor seria ascender, y eso es lo que hicisteis.

Al principio ibais revisando de forma somera y rápida todas las plantas, por si acaso encontraseis algo de utilidad. Pero tras cuatro plantas, además de las dos que habíais ido revisando esos dos días, decidisteis dejarlo. No solo era la monotonía de aquellas salas vacías, si no el hecho de que toda la destrucción a las que habían sido sometidas parecía intencionada. Como si alguien pretendiese borrar de forma metódica e inequívoca todo rastro de sus habitantes. Lo que ahí había ocurrido, por suerte hacia décadas como poco, había sido algo terrible, e incluso el más curioso entre vosotros se planteaba si seria bueno conocerlo. Sobretodo estando aun ahí.

Aun sin revisar la planta completa, tan solo asegurándoos de que fuese esencialmente como las anteriores y no hubiesen peligros, hicisteis solo 11 plantas más ese día. Nada cambiaba, la estructura de habitaciones y pasillos era la misma en cada planta, como si lo hubiesen construido con plantilla. La destrucción del contenido de las viviendas parecía igual de metódica, con lo que la única variación era la composición de los restos. Y tampoco había demasiada variedad en ese sentido. El día siguiente revisasteis otras 30, igual que al siguiente, y al otro. Los alimentos que habíais traído con vosotros comenzaban a escasear, aunque por suerte no ibais a morir de hambre ni de sed ya que disponíais de magia para sustentaros. Aun así aquello comenzaba a resultar raro, raro y preocupante. Pero no había otra que seguir ascendiendo.

Al quinto día de ascensión os topasteis finalmente con algo. Todas las escaleras estaban rotas, destruidas, convertidas en huecos por alguna importante explosión que se había dado en las cuatro de la planta. Además al otro lado habían apilados muebles viejos y cascotes de una forma tan densa que casi parecían formar un muro. Y por la pinta de antigua de aquella construcción improvisada y el hecho de que se sostuviese aun en pie seguro que lo era.

Estabais en la planta 129, contando desde aquella en la que habíais despertado, y por fin comenzabais a encontrar alguna señal de que quedase gente por allí. Era ya tarde, al menos para el horario que llevabais desde que habíais llegado allí, y de todos modos preferíais echarle un vistazo a esa planta antes de plantearos la cuestión de como atravesaríais aquel bloqueo, y como podía tomarse el que lo monto que lo hicieseis. Pero pronto comprobaríais que habían más cosas que ocuparían vuestros pensamientos.

La primera la encontraron Niren y Khemed siguiendo una "corriente de aire inusual". Todos os quedasteis con la boca abierta al ver primero una grieta que atravesaba los más de cinco metros de cobertura de piedra, y después las vistas. Os encontrabais en una inmensa torre rectangular que debía de contener miles de pisos como los que habíais cruzado. Os encontrabais a una altura de unos cinco kilómetros sobre el suelo, y por arriba no llegabais a ver cuanto más se extendía. Alrededor de vuestra torre se alzaban más, la mayoría similares o iguales a la vuestra, docenas de ellas, quizás más. El suelo entre las torres no llegabais a atisbarlo bien, simplemente se apreciaban reflejos esporádicos de cristal y un suelo de un gris uniforme. Y en el cielo, dominando un cielo estrellado desconocido, una enorme luna del color de la plata resquebrajada en enormes fragmentos algunos de los cuales parecían estar cayendo mientras mirabais, aunque os constaba que era una ilusión óptica.

Elatha y Ilharess por su parte tenían otra sorpresa. Aunque esta resultó ser más grotesca que impresionante. Uno de los apartamentos grandes, en la parte contraria a la grieta les había llamado la atención puesto que aun tenía una puerta intacta y cerrada, que la maga comprobó tenía restos de magia, seguramente algún potente conjuro de bloqueo que había expirado hacía décadas. Tras usar Elatha su hacha y derribar una barricada os encontrasteis con cuarenta cadáveres momificados. Hombres, mujeres y niños, todos ellos ahorcados. No podíais asegurarlo, pero aquello tenía toda la pinta de un suicidio en masa.

El salón donde los encontrasteis estaba completamente arruinado, así como lo que debía de ser la cocina. Pero habían tres habitaciones, dos individuales y una de matrimonio que estaban polvorientas pero en perfecto estado, con camas de verdad, o al menos algo parecido. Nunca habíais visto colchones como aquellos, pero al tacto parecían cómodos. Por fin habíais encontrado rastros de los antiguos habitantes de la torre, sin duda eran humanos, y por lo visto trabajaban con unos materiales exóticos de los que no habíais oído ni hablar. Y al parecer fuese lo que fuese que paso les asusto lo suficiente como para hacer aquello.

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16/07/2014, 19:38
Niren

¡Ni aunque fuese la última comida sobre la faz del Multiverso le pegaría un mordisco a ese bicho!—había gruñido Niren alzando el labio superior con un cómico gesto de asco ante la sugerencia sobre comerse a la extraña criatura—. Y por lo que a mi respecta, no me hace ninguna gracia que nos siga.

 

Luego había venido la caminata... la LARGA caminata. Conforme pasaba el tiempo más pensaba en qué rayos había ocurrido con Alarien. Tan solo esperaba que, si se había quedado en Faerun, no se encontrase en problemas. No es que tuviese  muchos amigos como para permitirse que estos anduvieran en peligro.

Aunque por supuesto eso era algo que jamás manifestaría, ni diría en voz alta.

Mira que bien, ya tenemos un sitio por el que arrojar la lámpara con patas—había resoplado haciendo girar los ojso en redondo al observar las vistas—. Aunque dicho sea de paso, ahora no sé qué sería mejor: ver si esta puétera torre tiene algo interesante arriba... que de no tenerlo bien podríamos estar un mes subiendo para nada. O bajar al suelo a investigar si existe algo más que aire  habitando este maldito plano. Que por cierto, ¿cómo se llamará? ¿"Plano del aburrimiento supino"? ¿"Plano de los masoquistas amantes de las escaleras"?

De no ser porque era una estupidez, no le habría extrañado nada que aquella gente se hubiese suicidado ante la sola idea de tener que subir arriba del todo de la torre.

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17/07/2014, 20:16
Ilharess de la Runa Argéntea

Llevar con ellos a Blane iba a ser un problema, pero tampoco era cuestión de dejarlo allí para que muriera. "Quizá pueda explicarnos algo más cuando recupere la conciencia. Es evidente que sabía mucho más que nosotros sobre las actividades de Reuben", les dijo a los otros, para convencerlos de que lo llevaran con ellos. Blane iba a ser una molestia considerable durante el desplazamiento, pero incluso quitando consideraciones de información, Ilharess prefería cargar con él. Se veía capaz de abandonarle si no había más remedio, pero por el momento no era necesario recurrir a una opción tan drástica.

De modo que el día que emprendieron la marcha conjuró una plataforma flotante que la seguiría. Indicó a Khemed que acomodase a Blane allí.

—Podemos usarla también para transportar algunas cosas, aguanta bastante peso —informó a los otros, lacónica. No era propio de ella aquel humor taciturno, pero el ambiente tampoco ayudaba mucho. No es que hubiera esperado caer en una de las salas de fiestas de Aguas Profundas, pero eh, aquel lugar tampoco era emocionante al modo que Ilharess adoraba… peligroso. Era sólo… gris, monótono. E Ilharess odiaba la monotonía aun más que la vulgaridad.

A aquellas alturas se arrepentía de no haber salido corriendo con Reuben mientras Blane activaba el interdictor, pero era inútil llorar por el conjuro malogrado, como decía su padre. Se preguntaba qué habría pasado con los habitantes de aquel lugar.

—Supongo que una guerra. La gente es igual de idiota en todas partes, e intenta sacarse las tripas allá donde esté —especuló en voz alta, en cierta ocasión—. Me gustaría poder poner nombre a este lugar. Parece evidente que estamos en un semiplano o en un material primario, pero eso es como decir nada. O casi nada…

Cuando Niren y Khemed les mostraron lo que había encontrado, Ilharess hizo una mueca. —Qué lugar más horrible. Tendrían que aprender de Aguas Profundas, que es una ciudad como los dioses mandan. ¿Quién querría vivir en una colmena como ésta? Pero son edificios impresionablemente altos. No sabía que se podían construir tan altos. Al menos, sin magia… —tan diferente de casa, demasiado. Hasta la luna era rara. ¿Dónde demonios estaban?

—Mira que bien, ya tenemos un sitio por el que arrojar la lámpara con patas —resopló Niren en ese momento, que parecía tener las mismas dudas (y la misma impresión) que ella sobre el lugar.

—Pobre Peluchito, si es muy mono. Y si te pones a pensarlo... parece ser lo único vivo que queda aquí. ¿No es extraño? Brillaba como nosotros al llegar aquí... quizá no sea de este lugar, no más que nosotros. Quizá tenga algo que ver con la cosa verde que quería Demogorgon —se encogió de hombros—. En cuanto al lugar, yo voto por rebautizarlo por la Colmena Gris. Es un lugar muy aburrido, sí. Y triste, y no sólo porque su fin parece haber sido trágico. Yo también me habría marchado si hubiera tenido que vivir en un lugar así día tras día.

El siguiente descubrimiento la animó un poco. De acuerdo, era macabro, pero aquello tenía pinta de haber sucedido hacía mucho tiempo.

—Al fin gente, aunque esté muerta. Creo que merecería la pena hacer un registro más exhaustivo. —Al decir esto se volvió para mirar a Niren; de todos era sabido que los procuradores tenían especial maña para aquellas cosas. Les iba en ello su negocio de... procuración—. Miremos a ver si encontramos algún registro escrito, algo que pueda indicarnos qué pasó aquí, o alguna otra cosa sobre este lugar. Esta gente no tuvo tiempo para llevarse nada… ya se ahorcaran por propia voluntad, o alguien se lo hiciera en contra de su voluntad.

Miró a Khemed: —Examina los cuerpos, por favor. Quizá quede en ellos alguna huella de violencia, o algo que te diga alguna cosa sobre ellos. Mira a ver si tienen algo encima que haya sobrevivido tanto tiempo. —Claro que llevasen encima algo escrito sería demasiado bonito, pero, ¿qué podían perder por intentarlo?

Se encogió de hombros. —Esto tiene pinta de estar tan abandonado como todo lo demás, pero no nos relajemos. Tendría gracia si cayesen sobre nosotros mientras dormimos, después de todos estos días de aburrimiento mortal.

—¡Me pido la cama grande! —le pareció que bromeaba Elatha. Ilharess sonrió. Al fin una nota de color.

—Claro, puedes compartirla con Khemed —le replicó, con guasa.

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17/07/2014, 22:41
Elatha "El Leñador"

Como profesional, Elatha estaba interesado en un conflicto armado que hubiera podido darse en aquel lugar absurdo. ¿Cómo se moverían los ejércitos? ¿Por fuera, entrando por brechas en las paredes? Harto improbable, las paredes no parecían tener agujeros. ¿Entonces acaso iban de habitación en habitación? Eso parecía más probable, pero poco práctico; aquella gente tendría pequeños ejércitos de élite de pocos hombres expertos en tomar habitaciones, no era precisamente el colmo de la genialidad. Aunque a donde fueres...¡O puede que fueran insustanciales y no necesitaran paredes! Pero entonces, ¿Para qué construirlas, grandísimo imbécil? Era muy raro. Si se esforzaba podía imaginarse una escaramuza en aquellos sitios, pero no una batalla.

Bueno, al menos iban encontrando cosas. Aunque ésas cosas fueran muertos. Elatha sintió un escalofrío ante la siniestra idea de Ilhita.

- O podemos usarlos de leña, así igual Blane se despierta, con calorcito...

Claro, puedes compartirla con Khemed

- Añade a Niren y cerramos el trato - respondió Elatha con un guiño -. ¿Qué te parece, sacerdote?

Sacó la lengua como un crío a la pícara. Para él, casi una desconocida. 

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18/07/2014, 18:49
Khemed

Todo allí era monótono. Similares plantas, habitación por habitación. ¿Aquel plano podría estar relacionado con el orden? Quizá, pero desde luego que podía no serlo. Aquella construcción estaba poniendo nervioso a Khemed, que odiaba las formas simétricas y repetitivas, y tras varios días viendo lo mismo una y otra vez, aumentaba el número de veces que resoplaba para exteriorizar su aburrimiento.

La única criatura que habían encontrado en aquel lugar era el extraño “peluchito”, del que cada uno tenía sus conjeturas. Al menos, era una manera de entretenerse en los momentos de descanso, jugando con él y rascándole la barriguita. Por lo demás, fueron unos días aburridísimos sin nada reseñable. Hasta que encontraron algo.

Blane, iba en aquella plataforma mágica; era un alivio poder explorar y que no les retrasase, ya que si iban a seguir en aquel lugar explorando a un ritmo lento, no sabía si iba a terminar loco.

-Si queréis colocar algo más en la plataforma, cuidado con Blane. Que al menos esté cómodo y que sanen bien sus heridas, que aún tiene mucho que contarnos.

Tras unos días aburridos, al fin encontró algo. Al menos le pareció mínimamente emocionante encontrar algo distinto. Una grieta por donde se divisaba el exterior, y se veían claramente unas estructuras similares a la que estaban investigando: torres gigantescas que hacían pensar quién habría mandado construir algo así.

-En aguas profundas hay muchos y diversos estilos, pero yo diría que cualquier otro lugar es más bonito que este. ¿Acaso no os recuerda vagamente estas torres a los hormigueros? Tienen pinta de ser habitáculos prácticos en cierto modo, donde acumular habitantes para un propósito.

¿Quién tendría la influencia para gobernar sobre todos los posibles habitantes de aquel lugar? Por iniciativa propia, creía difícil que un humano quisiera sentirse enclaustrado en una torre gigantesca.

Luego Niren bromeó sobre lanzar a aquella criaturita (o al menos esperaba que fuese una broma).

-¿Lanzar a peluchito? Aun no sabemos su procedencia, ni su naturaleza. Es un misterio, tal como el de por qué nos encontramos justo aquí. Si por un casual esta criaturita diese respuesta a alguna de nuestras preguntas, lo que propones es lanzar al vacío esa posibilidad. Además, parece que nos ha tomado cariño, anda, ráscale la barriguita –dijo acercándole a la criaturilla que parecía de lo más cómoda mientras la acariciasen y le dieran de comer.

Lo siguiente que encontraron fue “la habitación de los ahorcados”. No lo dijo así, pero en su interior Khemed ya le puso un nombre, que no quiso decir en voz alta por lo macabro de la escena. Pero, desde luego que era “La habitación”, más o menos próxima a la grieta y a otras dependencias que aun mantenían unas cuantas camas en buen estado. Al fin había un lugar donde se mostraba algún cambio, algo que en parte no sabía si agradecer o temer.

-¿Un gran grupo de humanos ahorcado? A saber si ha sido un suicidio en masa o una ejecución en masa. Sea lo que sea, quizá tenga que ver con la manera en que vivían los habitantes de la torre. ¿Qué hacían aquí? ¿De qué vivían? Serían respuestas que arrojarían algo de luz al asunto. Los hombres por lo general tienden a poseer bienes, a disfrutar de los mismos y a llevar unas vidas elegidas por sí mismo, a no ser que se trate de esclavos. ¿Puede que fueran esclavos trabajadores? –Khemed tenía muchas dudas, y no parecía encontrar respuestas evidentes-. Quien sabe, pero un lugar como este parece estar hecho para “almacenar” a la gente casi como si fuese ganado. ¿Quizá una secta? Eso podría explicar quizá una forma de vida tan sobria, e incluso el asesinato o el suicidio en masa.

La maga le pidió que examinase aquellos cadáveres, pero ante tantas dudas, quería tener a alguien versado en diversos campos como en este caso, la maga.

-No te me escapes, mejor dos pares de ojos que examinen la zona que uno solo –dijo a la maga para que no se excusase y se fuera a otro sitio tras haberle mandado hacerse cargo de la inspección-. Además, quizá puedas catalogar algo mejor los utensilios que encontremos en los cadáveres, si es que llegamos a encontrar alguno. Además, no me parece común ni el lugar ni los posibles sucesos que causaron todo esto. Ah, y quizá no se trate de una secta o un político influyente, y hubieran sido afectados por alguna potente magia que les obligase a hacer cualquier cosa contra su voluntad. En fin, este va a ser un trabajo tedioso ya que son un buen número de cadáveres, y me voy a aburrir, así que una ayuda y alguien con quien hablar durante la búsqueda no me vendría mal.

Tras la inspección, querían descansar y tocó la distribución de las camas. El guerrero fue el primero que se autoadjudicó la cama de matrimonio, e Ilharess le propuso que durmiese con Khemed con cierto tono de jactancia.

-Me da que tu lo que pretendes no es descansar demasiado –dijo con un tono pícaro hacia el elfo y su propuesta de añadir a Niren para… seguramente cualquier cosa menos descansar, en la cama de matrimonio-. Pues hay tres camas en total, y una individual sería ideal para que descansase en condiciones Blane y se recuperase un poco más rápido, por lo que sí, puede que tengamos que compartir tres la cama grande –Khemed habló medio en serio medio en broma, puesto que por una parte quería que se recuperase Blane y un buen y cómodo descanso le ayudaría a ello. Que alguien compartiera cama con el herido podía ser peligroso, sobre todo si se movía durante el sueño-. Así que lo más práctico sería compartir la de matrimonio entre varios, fuera de bromas.

Khemed estaba intrigado, el semielfo había propuesto que Niren fuese una de los 3 que compartiesen cama, pero no puso ninguna objeción a que uno de los nominados fuera el sacerdote. Desde luego que si por él fuera, escogería a las dos féminas, a menos que… En fin, le daba la impresión de que el elfo le estaba en parte tirando los tejos, y aun tenía que descansar para pensar en cómo hacer frente a la barricada al día siguiente, junto con seguir explorando aquel lugar. Eran muchas cosas en las que pensar, aunque al menos le resultó gracioso que tras ser expulsados a otro plano, investigar aquella aburrida torre y encontrar una sala llena de cadáveres, el guerrero estuviese pensando en otras cosas que no fuesen todo aquello. Había que tomárselo con humor…

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18/07/2014, 21:42
Niren

Oh, osea, ¿que si Asmodeo quiere meterse en medio de aguas profundas sólo tiene que disfrazarse de un adorable gatito y ponernos ojos aguanosos?—apuntó Niren con una cómica sonrisa forzada de oreja a oreja ante la aseveración de lo mona que era la criatura aquella—. ¡Yo me preocuparía más del hecho de que brillásemos por la noche como si fuésemos hongos de la Infraoscuridad! Y él también.

Hundió los hombros resignada y teatralmente.

—Todos locos.

Acto seguido se puso a husmear por la zona. Cosas peores había visto en las cataumbas, ruinas y cuevas en las que se había metido en busca de tesoros como para consternarse por un suicidio en masa o lo que rayos hubiese sido aquello. Tampoco es que quisiera ser frívola pero quedarse mirando a los muertos no iba a ayudarlos a salir de aquel lío.

¿Alguien tiene idea de qué es esto?—comentó mientras sostenía un rectángulo de un extraño material ignoto con una mano y con la otra sacaba un taco de folios empapados de debajo de un cascote. Los miró con asco y losg echó a un lado: estaban ilegibles—. Es lo único susceptible de ser interesante por aquí. A menos que a alguien le haga ilusión llevarse a casa un rompedor conjunto de cubiertos extraplanarios.

Dejó de bsucar y frunció el ceño mirando a Elatha cuando éste comentó lo de las camas.

Niren no es un premio ni un objeto; sabe hablar ella solita, gracias—refunfuñó. No es que estuviese precisamente furiosa, pero no le terminaba de gustar mucho que hablasen de ella como si no estuviese presente—. Y prefiero mil veces dormir en el suelo.

Después de todo era una cazadora de tesoros, no una princesa, para eso tenía un petate. Y no sería la primera vez ni la última que dormía en el suelo.

Aunque no pudo evitar pensar en la cara que pondría el semielfo si supiese lo que realmente estaba diciendo; conocía perfectamente la reacción que provocaba en muchas personas lo que había debajo de su capucha, y no había habido una sola vez en que alguien no hubiese cambiado en algún sentido. Ya fuera la forma de mirarla, de hablarle. Algo.

Bueno, todos excepto Shaonn. Lo normal era una exclamación de sorpresa y un silencio incómodo, ¡y en el caso de Shaonn lo primero que le había preguntado en su día había sido si eran de verdad! Luego había venido la exclamación. De excitación, claro. La insaciable curiosidad de la gnoma ante algo nuevo la había hecho soltar estrellitas por los ojos. ¿Qué porras? Lo cierto es que le había faltado poco para subírsele a los hombros con total de poder verle los cuernos más de cerca.

Sacudió la cabeza apartando sus pensamientos a un lado. Tenía cosas más importantes en las que pensar en aquel momento.

¿Y por qué no bajamos en vez de subir?—se encogió de hombros cuando vio que sus compañeros empezaban a estudiar cómo abordar el tema de la escalera—. Hacia abajo al menos hay un número fijo de plantas y el suelo. Hacia arriba bien podría haber el doble. Y nada, directamente...

Si aquel condenado plano tenía vida, lo normal sería que estuviese al ras del suelo. Aunque, por otra parte, también era verdad que lo normal había dejado de ser común desde hacía unos días.

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22/07/2014, 18:52
Director

Segundo día de la tercera decana de Eleint del Año de la Espada 1365

Tras pasar una noche más cómoda que las anteriores, aunque a ninguno se os quitó de la cabeza lo macabro de dormir entre tanto cadáver, derribasteis la barricada y salvasteis la grieta. Sin excesivos problemas con una simple bola de fuego, y algo de magia. Pan comido, pero nada fino.

Una vez en el otro lado no os costo mucho tiempo comprobar que alguien estaba decidido a no recibir visitas. El siguiente tramo de escaleras, el que conducía a los pisos superior al que había encima de el de los ahorcados, estaba completamente bloqueado. Una montaña de cascotes con algún tipo de elemento aglutinador parecido a la argamasa lo llevaban por completo. Y la planta en si, como pronto le indico Niren a un Elatha a punto de perder las piernas, estaba plagada de trampas.

Trampas de resorte, de peso, de cable, veneno y derrumbe. Aquello parecía un museo de trampas improvisadas con lo que aquella gente había encontrado allí. No detendrían a alguien como Niren o a un buen zapador pero con tal cantidad podían llegar a desgastar un pequeño ejercito. Pero tanta trampa teniendo las escaleras bloqueadas os dejaron bien claro que allí trataban de proteger algo. Tras un buen rato superando trampas y bloqueos llegasteis a una puerta de metal forjado que parecía trabada desde el otro lado. Un problema que Elatha y su hacha estuvieron contentos de hacer trizas.

Tras la puerta había un estrecho pasillo cuyos muros estaban hecho de los mismos restos de piedra y la extraña argamasa que las barricadas de las escaleras. Los muros tenían una serie de ranuras que recordaban demasiado a unas aspilleras, pero no parecía haber nadie en casa, lo cual os alegro y os frustro a partes iguales. Al final de pasillo otra puerta atrancada que duro aun menos que la primera, y tras esta... más cadáveres.

La sala era evidente que antaño fue un piso como todos los demás que habíais visto derrumbando todos los paneles interiores y construyendo la entrada que parecía pensada para un asedio. En el interior habían grandes cajas de madera llenas de cascotes, madera afilada, kilos y más kilos de un polvo finísimo y gris que no os resultaba familiar, grandes cantidades de ropa exótica mezclada de todos los tipos y tamaños, estacas de madera afiladas, etc... En el centro de la sala, un poco a la derecha de una trampilla metálica en el techo, había una mesa con seis sillas, un par de botellas, cinco vasos y lo que parecía algún tipo de mazo de cartas. Y a unos pasos de ella, dejando un viejo y reseco rastro de sangre un cadáver descompuesto.

Habían diferencias entre los cadáveres del piso inferior y este. Primero, no podía hacer mas que unos pocos años, quizás incluso uno, que este había muerto, no décadas como los otros. Segundo, la señales de violencia eran claras, huesos quebrados y carne resquebrajada por un fuerte golpe contundente en un brazo, arañazos profundos en el rostro y finalmente un trozo afilado de metal clavado en la espalda. Poco más podía precisar Khemed dado el estado de descomposición del cadáver excepto que era un varón joven. Al parecer alguien, o algo, le pillo por sorpresa y termino abruptamente con su vida. Aunque estaba claro que el joven lucho y consiguió zafarse de su atacante antes de atrancar la trampilla, visto el estado ensangrentado del pestillo. Pero poco más lejos pudo llegar antes de caer desangrado.

Con una sola mirada decidisteis seguir adelante, no hicieron falta palabras, pensar en volver a pasar por todos aquellos pisos grises resultaba mucho menos apetecible que la promesa de acción. Cogisteis una escalera de mano caída que había cerca, quitasteis el pestillo y tras empujar un poco la trampilla se abrió a una gran sala hecha también de un piso con los tabiques derribados. Este parecía haber sido una mezcla entre oficina, armería y barracón, pero ahora estaba totalmente destruido y repleto de viejas manchas de sangre. Pero ni un cadáver.

Fuera del barracón todas las paredes de la planta habían sido arrancadas, e incluso el grueso muro exterior había sido agujereado por varios puntos. De la estructura original tan solo quedaban las escaleras, el resto había sido convertido en un huerto que, con los años de mal cuidado, se había trastocado en una especie de páramo semiarruinado. La cantidad de ingenio que había allí contenida para conseguir tener tierra fértil entre aquellas paredes de piedra era sorprendente. No sabíais de donde habían sacado la tierra, pero habían alfombrado el suelo con ella, el agua llegaba por unos finos tubos transparentes de un material que no conocíais, gota a gota caía sobre los sembrados. Y el sol entraba por los agujeros en las paredes, inteligentemente redistribuido con espejos para alimentar al máximo las plantas. Pero tampoco había nadie allí, y por la pinta de aquello hacía años que había sido pisoteado y destrozado antes de ser ignorado definitivamente.

Alguien, una comunidad entera, se había recuperado aquí de lo que fuese que paso en el resto de las platas. Pero al parecer no se habían salvado, tan solo habían prorrogado su final. Pensasteis mientras le echabais un ojo a algo que había quedado enganchado en las ramas de un arbusto frutal. Una muñeca de trapo.

Os encontrasteis con dos plantas mas que debían de haber estado habitadas hasta hacia unos pocos años antes de encontrar señales de vida más reciente. O más bien que ellas os encontrasen a vosotros. Un repiqueteo del metal contra la piedra comenzó a sonar no demasiado lejano en un patrón, como si alguien mandase una señal a través de la estructura del edificio. Y pronto recibió respuesta de otra, y de otra más. Y las tres comenzaron a repetir ese patrón de forma desorganizada mientras sus fuentes se acercaban.

No tardasteis en ver al primero de ellos. Parecía achaparrado pero solo por que caminaba encorvado, su piel era gruesa de un gris claro casi blanco y caía en pegotes aquí y allá donde cachos enteros parecían haber muerto. Por lo demás parecía un humano con una frente algo abombada, mandíbula prominente y un iris que cubría completamente el globo ocular. No llevaba ropa alguna y tan solo portaba un trozo largo y delgado de metal terminado en un extremo afilado. Un escombro aprovechado como arma al que no se había ni intentado de dotarlo de maniobrabilidad.

Al parecer el saludo básico local consistía en abrir la boca como si rugiese, aunque no emitió el más mínimo sonido, mientras os mostraba toda una serie de dientes finos, afilados y articulados que se movían como patas de araña. Tras un segundo de saludar decidió pasar a daros la bienvenida, lo que hizo arrojándose sobre la primera que vio, Niren mismamente, como una bestia salvaje. Por lo visto Elatha hablaba una variante del idioma local, por que lo recibió con un hachazo lateral que dejo dos partes de nativo tendidas por el suelo.

Inmediatamente los golpes de metal contra piedra se reanudaron muy cerca de vosotros, solo que ahora a los tres anteriores se les fueron añadiendo otro, y otro, y otro. No fuisteis capaces de distinguir más llegados a la docena. Parecía que os iban a organizar una fiesta de bienvenida y no pensaban aceptar un no como respuesta.

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26/07/2014, 12:35
Ilharess de la Runa Argéntea

—Pero no sabemos si encontraremos algo útil bajando. Imagínate si, después de haber invertido días en subir hasta aquí, luego invertimos días en bajar, y todavía más días en bajar aun más, y luego descubrimos que tenemos que volver a subir. Sería frustrante. ¿No es mejor agotar este camino antes de volver? Además, la barricada nos dice que aquí hay algo diferente, y algo diferente es algo prometedor. Lo anterior era mucho de lo mismo, todo inútil —contestó la maga a Niren—. Miremos al menos a qué nos conduce la barricada, y si no hay nada que pueda ayudarnos… quizá deberíamos plantearnos otro tipo de exploración, sí, estoy de acuerdo. Esta torre parece estar dedicada a viviendas. Quizá haya otras torres más… oficiales. Como el castillo del señor en Aguas Profundas, o la torre de Bastón Negro. Algo que pueda tener información más jugosa. O, con suerte, algo de magia planar que nos permita volver a casa. La casa de un mercader o un artesano, en casa, no iba a tener algo de ese calibre, y mucho me estoy temiendo que esta gigantesca torre es el equivalente del hogar de la plebe en nuestra ciudad.

Ilharess entendía la frustración de la procuradora, ¿cómo no la iba a entender? La situación le parecía emocionante hasta cierto punto; después de todo, era toda una aventura y allí tenían un misterio intrigante. Pero aquel mundo no les interesaba, y en casa les esperaba un trabajo, una recompensa y una obligación. Obligación hacia Alarien y Valeria, que se habían quedado solas… ¿cómo sobrevivirían solas, encima cargando con un Reuben comatoso? Y el trabajo y la recompensa iban acompañados con su propio misterio, lo que quiera que Reuben y su grupo estuvieran tramando, y que les había conducido a codearse de manera tan peligrosa con nada menos que con demogorgon.

—Si pudiéramos encontrar a alguien vivo, alguien con quien nos podamos comunicar, alguien a quien formular preguntas… cuánto tiempo nos ahorraría eso —suspiró Ilharess. Miró al clérigo—. Pero a falta de vivos… quizá se les podría preguntar a los muertos. Si no encontramos a nadie vivo hoy… quizá deberíamos tantear esa opción.

Podrían haber quitado la barrera manualmente, pero Ilharess compartía la impaciencia de Niren. No siempre la fuerza bruta era el camino más rápido, pero esta vez sí lo era. Sólo esperaba que no se arrepintieran de haber quitado la barrera… un pensamiento que no preocupó a la maga más que el tiempo que tardó en lanzar la bola de fuego. Quería saber, y eso estaba por encima del resto de las consideraciones. Cruzó al resto en el disco flotante.

Pero después le tocó a Niren trabajar, y la agundina tuvo tiempo para pensar mientras la procuradora desarmaba todas aquellas trampas. Se preguntaba qué tipo de cataclismo habría creado aquel mundo muerto. Antes parecía lleno de vida… demasiado lleno de vida, a juzgar por todas aquellas viviendas. Y el cuerpo que encontraron después la hizo encogerse de hombros.

—Pregúntale —le pidió al clérigo—. No podemos seguir dando palos de ciego. Si es necesario, retrocedamos y preguntemos a más cuerpos. Quiero saber dónde estamos, Quiero saber dónde están las moradas de los sabios y los poderosos, su castillo o lo que quiera que tuvieran aquí como sede del gobierno. Quiero saber qué pasó aquí, parece que el peligro está cerca y tal vez nos lo encontremos de bruces en breve. Preferiría no hacerlo desprevenidos y con los ojos cerrados. Yo registraré esto… una vez más. Aquí las cosas están mejor conservadas, mirad esas cartas. Quizá quede algo aprovechable.

"Un registro escrito, por Oghma. Deneir, si me escuchas en este lugar ignoto, guíanos. Derrama un poco de suerte sobre nosotros, Tymora"

Pese a la amenaza de peligro, se encontraba más a gusto allí que detrás de la barricada. Y no era sólo por la incipiente promesa de romper la monotonía. Era por el ambiente, todos aquellos cultivos rompían la imagen de aquella civilización gris, monótona y extraña. "Tenían una tecnología y una magia diferente a las nuestras", pensó. Tocó una planta. "Pero al final, a esto es a lo que se ven reducidas todas las culturas, de todos los mundos, cuando se derrumban. Subsistencia básica"

Y, mientras continuaban con la exploración, tuvieron una de las respuestas…

—Aberraciones. Qué vulgar después de tomar el té con el avatar de un señor abisal —dijo Ilharess, risueña—. En fin, despachemos a estos. Lástima, parece que no encontraremos a supervivientes por aquí…

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26/07/2014, 17:27
Khemed

La noche al final no tuvo ningún sobresalto. Y desde luego que se podría haber aprovechado mejor aquella cama de matrimonio. Una lástima, que no se sintiese atraído por el semielfo, que parecía el único capaz de desatar su fuego en aquellos momentos.

-Míralo por el lado bueno Elatha, dormiremos plácidamente en una confortable cama- le dijo mientras se tumbaba y se acomodaba; habían pasado no pocas cosas  como para no querer descansar un ratito.

No es que Khemed no fuera gentil con las damas, pero Ilharess prefirió dormir en la individual y Niren… bueno, no quería sentirse premio de nadie, y seguro que tampoco le resultaría cómodo dormir con alguien que le había soltado dichas indirectas, aunque solo fuera por orgullo. Así que no se cortó para nada en disfrutar de su sueño en un lugar confortable.

Al día siguiente el sacerdote siguió revisando a Blane, para que estuviese lo más cómodo posible en el disco móvil que conjuraba la maga. Tenía que recuperarse sin magia, por lo que seguramente tardaría unos días en recuperarse lo mínimo siquiera para poder ponerse en pie por sí solo, si es que sería capaz de ello. Aun no sabía cómo la magia le había afectado a su organismo, aunque esperaba que el único efecto fuera aquel que repelía la magia planar, o de lo contrario podría llegar a ser mucho peor.

Tras hacer algunos preparativos, el día comenzó con una agradable bola de fuego lanzada por la maga hacia la barricada. Ella sí que sabía cómo manipular las energías mágicas de… bueno, no sabía dónde estaban, y si Mystra tendría alguna potestad para influir en la magia del lugar. A Khemed le daba igual; el fuego puro era algo que existía, existe y existirá en diversos lugares, y allá donde no existiese siempre podría llamarlo desde el plano de su propio dios. No sería un buen sacerdote de Kossut si no fuera capaz de llevar el fuego allá donde no hubiese una cálida llama que calentase una hoguera, que cocinase un rico plato o que chamuscase a un enemigo. El simple hecho de encender una vela o incienso, algo frecuente en gran cantidad de religiones, era hacer uso de la llama con diversos motivos espirituales. ¿Y todavía otros muchos seguían negando el poder verdadero del fuego? Qué contradicción…

Eso era algo que le tranquilizaba: Kossut no haría gala de sus poderes como otros dioses hacen mediante sus acólitos, pero todo el mundo solía necesitar el fuego. Daba igual que no se preocupase por asuntos tan turbios como los sucedidos en la era de los trastornos, o cualquier otra rencilla sobre la moralidad intrínseca de los dioses ligados al bien y al mal y su influencia en los mortales.

Y allí la maga hizo una manifestación de la energía que todos necesitaban alguna vez. Quizá a otros les pareciese una manera un tanto bruta de actuar, pero no podían negar que era efectiva.

-Si esta torre es tan alta, no creo que una bola de fuego vaya a dañar su estructura. No os horroricéis –dijo al resto, aunque intuía que al guerrero le daba igual los modales bruscos, de hecho, para ser semielfo parecía tener una conducta poco élfica heredada de su ascendencia, y seguro que si él hubiera podido romper la barricada de otra manera hubiera sido a lo bruto; al menos algo le hacía pensar que sería así.

Tras salvar la distancia que había en aquellas escaleras rotas, se encontraron con que alguien quería proteger algo, sea lo que fuese, con trampas, barricadas, e incluso muertos vivientes. Niren se encargó de asegurar la zona, enseñando las diversas trampas que se encontraban allí. Eran un poco toscas pero múltiples, e incluían veneno, derrumbe, etc.

-Creo que sea lo que haya aquí arriba es algo custodiadio, por lo que quizá sea codiciado –dijo para intentar llamar la atención de la “procuradora” como otros la llamaban-. Abajo no sabemos qué habrá, y ante la similitud de todas las plantas recorridas, quizá encontremos más respuestas arriba. Además, nada nos dice que este plano posea un suelo firme, aunque sería lo habitual. Te sorprendería el estudio de algunos planos y sus propiedades. Aunque quizá la maga podría hablarte de manera más extendida sobre ello. En todo caso, cuando en un pasto aparece un incendio, el fuego no retrocede para calcinar lo que ya está chamuscado. El fuego es sabio, y sabe que por donde ya ha pasado no hay nada más que pueda prender. Aprendamos del fuego –acabó diciendo esto con cierto aire místico, intencionadamente, puesto que Niren parecía tener alguna fobia al fuego o algo parecido; ya varias veces había mostrado su desacuerdo a la hora de utilizar ciertos métodos, y bien le vendría superar aquella fobia de alguna manera. Incluso se negó a tomar el fuerte y exquisito licor que la maga le dio a ofrecer en otra ocasión.

Continuaron y encontraron más cambios, como una planta con las paredes derrumbadas y un sistema de riego bastante avanzado. Tras inspeccionar las nuevas zonas, a la maga se le ocurrió que el sacerdote podría intentar hablar con algunos cadáveres.

-Nos ahorraría tiempo, y nos daría una visión más completa de este lugar, pero para eso tendría que descansar y pedir el favor a mi dios. Propongo investigar algo más por nuestra cuenta en esta jornada, y a la siguiente hacer el intento. Por intentarlo no perdemos nada, y por no intentarlo podemos perder valiosa información- de esta manera se mostró de acuerdo con la maga para sacar algo en claro de aquel lugar tan misterioso.

Lo que parecía ser una extraña aberración, hizo acto de presencia. De hecho, se oían golpes en las proximidades, acrecentaba la sensación de peligro, prometiendo una pequeña horda de dicho tipo de criaturas. En todo caso, esa podría ser otra señal de que en este lugar había algo que merecía la pena custodiar; si alguien se había tomado la molestia de construir una barricada, destruir un tramo de escaleras, colocar trampas y disponer de aberraciones a modo de guardianes, podía ser una buena señal.

-Lo que no se quiere que sea conocido, se encuentra delante de nosotros, no detrás. Me temo que tendremos que hacer que descansen en paz estos engendros, o de lo contrario nos darán guerra como este primero. Y eso de que no encontraremos supervivientes… quien sabe. Lo que sí sabemos es que hay algo que no quieren que encontremos. No puedo decir que sea una puerta que nos lleve a casa, pero ante nuestro desconocimiento, cualquier lugar importante o fuente de poder merecería la pena ser investigado. Aun no sabemos ni donde estamos, ¿cómo vamos a encontrar el camino a casa si no sabemos en qué dirección queda? Chamusquemos a esos engendros si vienen en masa, pero sobre todo abrámonos camino a través de ellos.

Dijo eso mismo imaginando cuánto disfrutaría el guerrero avanzando a través de una horda de enemigos mientras los iba despedazando con su hacha. No sabía a ciencia cierta que aquella imagen le fuese grata al semielfo, pero por algún motivo intuía que el fuego en él era intenso, y que una situación así no sería impropia para un guerrero. Aquello se tornaba interesante al fin, y había que disfrutarlo de algún modo, aunque fuese luchando por sus vidas. ¿Qué sería de una vida apagada? Lo mismo que una llama apagada: nada. Vacío. Los ojos del sacerdote parecían brillar con ilusión ante aquel nuevo peligro.

 

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29/07/2014, 02:08
Niren

Niren torció el gesto; no quería quedarse sin explorar qué demonios había abajo y ya no solo era por lo que había dicho, sino porque no le gustaba dejar lugares en los que no sabía qué había a sus espaldas.

Ella estaba acostumbrada a trabajar sola, y aquella gente, en grupo, así que la solución más evidente ya que el empeño parecía estar centrado en ir hacia arriba, pasaba por estudiar los dos sitios a la vez. No le preocupaba ya que era buena explorando sin llamar la atención ni de los mosquitos.

Y, por supuesto, la cazadora de tesoros era buena buscando cosas: si quería encontrarlos de nuevo, simplemente lo haría.

«Yo me encargo de nuestras espaldas... »

Sin decir nada, giró sobre sus talones y descendió de planta ya que la idea no era una petición sino una declaración de intenciones. Acostumbrados a permanecer juntos como uvas en racimo, los grupos solían interpretar aquellas iniciativas de forma errónea. Tampoco le importaba mucho porque básicamente no tenía sentido que le importase mucho: la gente o confiaba en ti o no confiaba. Eso era todo. Aunque esperaba que fuese lo primero.

Iba a tardar, aquel plano era enorme pero... ¿qué más daba? Igual hasta era divertido hacer algo de turismo.

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30/07/2014, 11:51
Elatha "El Leñador"

Era la situación más exasperante con diferencia que Elatha hubiera vivido nunca. Una torre llena de muertos de diversas época sin entrada ni salida conocidas y atrapado con una maga parlanchina, un santurrón pirómano y una pícara de personalidad aún por determinar del todo. ¿Quizá fluiría diferente el tiempo allí? ¿Cathran llevaría semanas buscándolos? ¿O sólo habrían transcurrido unos segundos y Valeria estaba preguntándose qué había pasado? Qué dudas tan interesantes cuando no podía hacer nada para resolverlas. Cuartos y trampas, trampas y cuartos, sugerencias y cotnrasugerencias. Elatha estaba al borde de un ataque de nervios. Si no pegaba un hachazo a alguien o encontraba una habitante a la que poder seducir, se iba a volver loco.

Y encima se iban a poner a interrogar cadáveres.

- Sólo espero que alguna sea un poco fresca - dijo con gesto de asco pero con una sonrisa jocosa

Cuando encontraron el asentamiento de los presuntos refugiados, y en especial la muñeca de trapo, una furia negra se apoderó del semielfo. Odiaba el sufrimiento de inocentes. Él era un soldado; le pagaban por sufrir, por arriesgarse a morir, por pasarlo mal para que otros no tuvieran que hacerlo. En aquel lugar habían masacrado a gente que no había asumido ésa responsabilidad. No era justo. Nunca lo era. Tomó la muñeca de trapo y se la guardó. Era un recuerdo aciago, pero lñe recordaría por qué él había elegido aquel camino para su vida.

Cuando apareció la primera criatura y recibió el primer hachazo, Elatha sintió aquella rabia llenandole el corazón. Aquellas cosas eran las culpables, seguro...o puede que no, que fueran muertos vivientes resucitados de los cuerpos de los inocentes, o que fueran vagabundos como ellos. Pero bastaba. Bastaba con arrearle a algo con la muñeca de trapo colgando del cinturón.

- Venga, flacos - dijo adoptando su posición de lucha habitual, con las piernas arqueadas, signo de que se lo estaba tomando en serio -. Si queréis la muñeca os la tendréis que ganar

Giró en círculo, esperando un ataque. Sus ojos habían perdido el brillo, estaban helados, yermos y furiosos. La ira negra que casaba tan bien con su armadura y que casi nunca salía a relucir.

- ¡Vamos!

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02/08/2014, 20:16
Director

Tercer día de la tercera decana de Eleint del Año de la Espada 1365

 

Veinticuatro horas antes no podríais haberos imaginado que estaríais tomando el te mientras manteníais una relajada y agradable conversación amenizada con dulces caseros.

Con el demoledor golpe de Elatha contra el ghola (así los llamaban los nativos) habíais aprendido dos cosas. La primera, que aquellos seres parecían interconectados de alguna forma empática, ya que aquel extraño repiqueteo se volvió más continuo y, de alguna manera, más violento en cuanto despachasteis a uno. Y segundo, aquellas criaturas parecían completamente parasitadas por algún tipo de forma vegetal, que parecían unos zarcillos finos y móviles, que comenzaron a reconstruir a aquel ser prácticamente antes de tocar suelo. Mas tarde os contarían vuestros anfitriones que eso era lo que convertía a una persona en un ghola, una infección miconida parasitaria que reconvertía a sus huéspedes.

Las dos horas siguientes fueron dignas de pesadilla. Con aquellas criaturas silenciosas como la muerte acechando o lanzándose en oleadas entre los pasillos oscuros de aquella enorme torre. Dos cosas vinieron a acrecentar esa angustia. La primera, la desaparición repentina de Niren sin dejar el más mínimo rastro. Y la segunda el hecho de que aquellas criaturas, de alguna manera, absorbían la magia ambiental, y cuando se reunían en grandes números hacían que fuese mas difícil lanzar conjuros, como si drenasen parte de la energía destinada a estos. Por lo que vuestros anfitriones os dijeron era una de las formas de alimentación de los gholas, iban absorbiendo magia como una esponja absorbe el agua.

No llegaron a heriros pese a todo. Fue una suerte, aunque os daba la impresión de que tras ver aquellos zarcillos retorcerse en el primer ghola ya habíais intuido que no seria nada bueno que uno de esos llegase a tocaros. De nuevo vuestros anfitriones os lo confirmaron, aquellos zarcillos eran los que infectaban a la gente, y podían introducirse por heridas producidas por los ghola, por tragar algún fragmento de zarcillo (por ejemplo en el agua) o incluso inhalando esporas de una nube (que por lo visto tenía que ser muy densa, así que no debíais preocuparos por ese punto en concreto).

Por fortuna no tuvisteis que resistir mucho más, ya que vuestros actuales anfitriones acudieron en “vuestra ayuda”. La verdad es que llamar sorpresa a aquel rescate seria quedarse muy corto. Os habíais atrincherado en uno de los pisos, lo cierto es que los gholas eran salvajes y numerosos pero si podíais contenerlos lo suficiente... bueno seguro que se os ocurriría como salir de allí. Fue entonces cuando una serie de explosiones parecieron sorprender a los gholas casi tanto como a vosotros, sobretodo por que si el suelo desapareció bajo ellos a vuestras espaldas el grueso muro al exterior había caído en fragmentos hacia la calle. En el exterior flotaba una especie de disco de metal, debajo del cual habían unas extrañas protuberancias que removían el aire de forma furiosa y ruidosa. Y sobre el disco habían cuatro personas totalmente cubiertas por lo que parecían unas armaduras completas hechas de algún tipo de tela naranja brillante.

Ni que decir tiene que la situación se volvió bastante más tensa hasta que decidisteis subir a aquel extraño vehículo con aquellos hombres que, a pesar de haberse arriesgado para salvaros, mantuvieron las distancias como si tuviesen miedo de tocaros. Cosa que como luego descubriríais era cierto, pues no sabían si estabais infectados. Os dijeron que eran un grupo de supervivientes y, tras explicaros que eran los gholas y sus zarcillos, que primero iban a comprobar si estabais infectados antes de llevaros con los suyos. Una medida que incluso con la tensión de la situación os pareció mas que razonable.

Os dijeron que ibais al “puesto avanzado”, pues por seguridad aun no podían llevaros al “Enclave”. El puesto avanzado estaba en otra torre de edificios en la que habían ardido una veintena o así de plantas dejando la cubierta de piedra cubierta de agujeros manchados de hollín y unas estructuras metálicas que debían ser el esqueleto del edificio. Tan solo tres plantas quedaban por encima de ese incendio, lo que hacia prácticamente imposible llegar arriba si no se volaba.

Pero esto fue tan solo un detalle más que vuestras cabezas saturadas por el cansancio y la sorpresa registrarían para considerar después. En ese momento estabais perdidos en las vistas. Las torres median unos siete kilómetros de alto por quizás medio de lado, y estaban sembradas hasta donde alcanzaba la vista, cientos y cientos de ellas, miles... Y eso era solo lo que veíais, que debía ser un territorio mayor que Aguaprofunda y su periferia. No podíais ni comenzar a imaginaros la cantidad de gente que hubo allí en su apogeo. Y los gholas que podía haber ahora...

La luna ajada y fragmentada era aun más impresionante ahora, dominando el cielo nocturno, mucho más grande, o cercana, que Selune. El temor reverencial por ver ese astro tan enorme fue borrado cuando la razón os hizo ver que aquellos fragmentos caían hacia el planeta. Fuese lo que fuese que había causado aquello sin duda no era algo natural.

La prueba consistió en aplicaros diversas auras mágicas (ilharess os diría que algo similar al aura mágica de nystul como si eso significase algo) para ver cuanto tardaban en degradarse. Al parecer la prueba salio bien por que vuestros rescatadores se quitaron por primera vez aquellos extraños yelmos de tela. Eso si, insistieron en que deberíais poneros unas extrañas túnicas, unas mascaras para cubrir la boca que parecían finas como el papel y unos guantes. Al parecer aquella gente no haba sobrevivido por casualidad.

Tras poner en cuarentena a Blane, algo en lo que no iban a transigir y por lo menos parecía que tenían mejores medios médicos mundanos a mano que vosotros, os llevaron a aislamiento a descansar. Fueron doce horas de comodidad y tranquilidad con abundante comida y agua al final de las cuales volvieron a repetir la prueba. A pesar de seguir dando negativa os pidieron que siguieseis llevando las ropas que os habían dado, pues al parecer ibais a entrevistaros con uno de sus lideres.

Notas de juego

Ahi teneis el turno. Queria seguir hasta incluir la reunion pero entre que ando espeso (supongo que se notara en la terrible narracion) y que quedaba largo he decidido dejarlo ahi y asi podeis ir pensando preguntas y demas. Si a alguien no le parece bien algo de lo que se indica que pasa, como separar a Blane, el poneros en aislamiento, etc... que lo diga y enseguida se mira la alternativa.

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07/08/2014, 12:18
Asorazoklyn

Asorazoklyn estaba acostumbrado a que el mundo pareciera del revés. Después de todo, los del material siempre lo hacían todo del revés, según su punto de vista. En casa la gente se hacía lenguas de las maravillas del mundo de los hombres; y no tanto porque fuera realmente maravilloso sino porque ofrecía una oportunidad única para escapar del aburrimiento de las cortes elementales -traicioneras y bulliciosas como eran, también lo eran predecibles y rígidas, una cosa no quitaba la otra-, y montarla parda en el mundo  de los mortales. En casa, la vida en el mundo de los hombres prometía diversión sin fin y marionetas mortales menos avispadas que los propios congéneres. En realidad, luego los hombres eran menos dúctiles de lo que se creía, y su mundo… bien, sí, era excitante, más excitante que la vida en casa, pero…

El méfit sabía que la ama consideraba extraño aquel mundo. La veía debatirse entre las ganas tenía de regresar a casa y la curiosidad que despertaba aquel lugar. Para él aquel lugar no era menos extraño que la casa de ella, y sí mucho más aburrido. Lo interesante de las tierras de los mortales radicaba en los propios mortales, y allí no parecía quedar nadie con vida… hasta que se descubrió que sí había.

—Al menos son amistosos. —Su ama se había sometido a las pruebas que les habían hecho con una mezcla de buena voluntad y muchas preguntas. Asorazoklyn no se asombró cuando aquellos desconocidos las contestaron prestamente; quizá habrían adivinado que su ama era de las que no callaban, nunca, y la mejor forma de silenciarla un rato era darle algo que ella quisiera escuchar. Al menos, mientras escuchaba no hablaba—. Esta es la gente que queríamos encontrar, pero han aparecido en el peor momento. ¿Cómo vamos a buscar a Niren ahora?

Asorazoklyn sabía que su ama quería ir a buscar a Niren. Ilharess no era de las que dejaban a un compañero en la estacada, no si podía evitarlo.

—Ya hemos perdido demasiada gente por el camino -seguía rezongando la humana. Asorazoklyn la dejó dar vueltas por la habitación de aislamiento y, aburrido, se dedicó a tirar de la cola a Elminster e incordiarle un poco. En algo tenía que matar el tiempo…

Su ama no parecía estar preocupada por la infección que azotaba aquel mundo. Aquello no era extraño, Ilharess no era de las que se sentaban a preocuparse por  un posible peligro, más bien de las que corrían hacia el peligro con alegría. Cierto, no despreocupadamente; su ama tampoco era idiota. Pero su filosofía era "lo que tenga que pasar pasará. Mientras, vive gloriosamente". Asorazoklyn podía compartir aquellos ideales. Sin gloria, no habría regreso triunfal a casa, cuando acabase con su pacto en el mundo de los hombres.

—Confía en Tymora, no nos infectaremos —le había dicho Ilharess a Elatha, despreocupadamente. Asorazoklyn sabía que su ama no era una fiel devota de la diosa de la fortuna; no confiaba en la suerte ciegamente, ni corría hacia el peligro con los ojos cerrados. Pero amaba lo suficiente el riesgo para no temer correrlo, y por ello siempre tendía una mano hacia la diosa de la suerte. Asorazaklyn podía aprobar aquella mentalidad, era mejor llevarse a bien con las entidades poderosas, sobre todo si éstas te dejaban vivir tu vida a tu aire.

Cuando les fueron a llevar ante su líder, su ama parecía más animada. Era la oportunidad de averiguar en qué lugar se encontraban, y tal vez, cómo salir de allí.

—Si tenemos suerte. Si yo fuera esta gente, habría salido de aquí pitando en caso de saber cómo hacerlo —suspiró Ilharess.

Así que por primera vez, Asorazoklyn se vio impelido a dar su opinión.

—Los humanos a veces os ligáis con más fuerza a vuestras tierras que el conjuro de ligamiento tiene sobre un genio y su objeto hogar en el mundo de los mortales —repuso el méfit—. Tal vez no quieran marcharse. Pero los hombres son hombres en todas partes. Algo nos pedirán a cambio de su ayuda. Ya lo veréis.

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07/08/2014, 20:49
Khemed

La escena resultaba típica: hordas de monstruos contra un grupo atrincherado. Parecían ser fuertes y aguantar el embate, pero Khemed sabía que bastaba una sola brecha para que se pudieran abalanzar sobre ellos brutalmente.

Y sucedió como debía suceder: salvados por el fuego de unas explosiones controladas, que se llevaron parte del suelo y de la pared de aquella planta, pero que solo afectaron a los “gholas”.

-Incluso en otros mundos el fuego es primordial –sonrió a modo de saludo a aquellos extraños que les indicaban que corriesen hacia aquel “disco volador”.

Aun no sabía casi nada sobre el lugar y la posible cultura, pero al ver que  se trataba de humanos se tranquilizó… en cierto modo. Si algo podía definir a los humanos era la palabra impredecibles. Conocía historias de caníbales, de reyes justos, de cultistas locos, de gente fría, cálida, amable, extraña, enigmática, incomprensible, sabia,… ¿Dentro de qué categoría deberían entrar aquellos cuyo excéntrico ropaje cubría todo el cuerpo sin protegerlo realmente?

Más tarde, se enteró que era una protección básica contra las infecciones, y que todos deberían aceptar que los analizasen. Khemed observó los procedimientos de aquellos con atención, y de vez en cuando iba haciendo algunas preguntas sobre los métodos que utilizaban para las atenciones médicas. Sobre todo a raíz de la cuarentena de blane, preguntó sobre los síntomas del mismo, y dio detalles sobre lo que ya sabía.

-Este guerrero debió perder los brazos por la explosión de un artefacto que tenía en sus manos. Dicho artefacto servía para negar la magia planar, y los cristales incrustados en su pecho parecen poseer las mismas propiedades, por lo que no puede ser sanado mediante energía positiva. ¿De qué medios disponéis? –miró curioso los utensilios que utilizaban-. La magia rebota, y solo puede ser tratado mediante el uso de material médico común.

Khemed se mostró muy curioso con aquella gente, sobre todo porque no encajaba nada de nada con lo que estaba acostumbrado en aguas profundas. Aceptó de buena gana utilizar las vestimentas que les proporcionaron, puesto que ellos conocían más sobre aquella plaga y sobre la forma de ser infectado.  

La habitación de aislamiento parecía algún nuevo proceso por el cual cerciorarse de que el anterior análisis no había resultado fallido, y hacían bien en comprobarlo un par de veces, aunque aquello les pareciese cansino a algunos de sus acompañantes. La maga (la única que quedaba), recordó todo lo sucedido, y se preocupó por la desaparecida Niren.

-Esperemos que no le haya pasado nada malo, al menos parecía saber moverse. Quizá sepa cuidar de sí misma, aunque es preocupante que en un lugar tan desconocido no se encuentre con nosotros… En fin, ¿quién quiere controlar a  la llama para que oscile hacia una dirección? Solo la sensación de libertad que da el viento es la que hace que una llama oscile –dijo mientras observaba al mefit de la maga cómo tiraba del rabo al mono del guerrero.

En ese momento decidió invocar a su compañero mefit, para que pudiera entretenerse en aquel nuevo lugar, y para compartir algunas inquietudes. Además, la sensación de calidez que su compañero producía siempre lo tranquilizaba.

-Creo que a los monos no les gusta que le tiren del rabo –dijo hacia el mefit de aire, para que dejase al pobre animal del guerrero-, y seguro que te cuesta mucho más intentar pillar a Zoraklyessen. Solo espero que no arméis demasiado jaleo, ni lleguéis a llenar la estancia de humo, que ya se sabe, cuando se junta el aire y el fuego…

El sacerdote aceptó de buena gana una nueva inspección, y estaba impaciente por ver algo nuevo y menos monótono. Ya era hora de que supiesen algo sobre aquel lugar, y todos estaban llenos de preguntas, aunque se permitió ser lo suficientemente pícaro como para inducir al guerrero con algunos pensamientos que le distrajesen. Ya conocía la faceta alegre del mismo, y su afición por las mujeres, así que decidió picarle un poco.

-Elatha, este mundo es nuevo, y parece que todos llevan ropas muy distintas… ¿no te preguntas cómo será la lencería aquí? Sé que te harás otras tantas preguntas, pero intuyo que eso podría distraerte un poco si quisieras olvidar algunas de las preocupaciones… -dijo con una sonrisa torcida y una mirada maliciosa.

El sacerdote quería que los demás pensasen en cuantas cosas diferentes descubrirían allí los presentes, y quizá Elatha fuera incentivado mediante… pícaras sugerencias a ello. Y por supuesto Khemed tenía un buen número de preguntas que seguramente soltase una tras otra en cuanto tuviese oportunidad, y el momento idóneo parecía aquella reunión. Khemed echó la mirada hacia abajo recapitulando todo lo que había pasado, y dispuesto a comenzar con las preguntas.

-¿Qué es todo este sitio? Somos nuevos aquí y todo nos parece tan raro… -Quería que empezasen a explicarle todo desde un principio, y desde luego su curiosidad lo incentivaría a hacer un buen número de preguntas adicionales, pero primero, quería paladear algo de ese té caliente… 

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17/08/2014, 15:08
Director

Tercer día de la tercera decana de Eleint del Año de la Espada 1365

La tercera consejera de la cancillería era una mujer menuda de avanzada edad que aparentaba unos cien años pero cuyos ojos delataban una inteligencia en plena forma. Tras ofreceros unas galletas que ella misma había hecho, un te que sabia como cualquier te que hubieseis probado (al parecer la distancia entre mundos no bastaba para cambiar eso), y pediros que la llamaseis Catarina "como todos", fue directa al grano. Decidió contaros una historia, esperando que resolviese bastantes de vuestras preguntas.

Callas era un mundo al que la naturaleza y el influjo de sus tres lunas concedió una gran cantidad de conexiones planares naturales. Esto fue bueno en cuanto a que aumento el conocimiento al que tenían acceso sus gentes, pero también les maldijo con periódicas invasiones desde un sitio u otro. Con el tiempo los pueblos y naciones de Callas acabaron uniéndose en una confederación que mas adelante incluso comenzaría a ocupar los mundos vecinos mas problemáticos.

Y como se suele decir una cosa llevo a la otra. Y aunque con buenas intenciones en su mayor parte la Confederación de Callas termino extendiéndose por mas de cien mundos en su apogeo. Y esta era su capital, Callas de las Puertas. El milenio de oro llamábamos a esa época que a pesar de contar con sus conflictos y tragedias fue testigo de las grandezas de nuestra civilización. O lo fue hasta la Caída.

Era obvio que esta parte se le hacia cuesta arriba de explicar, lo cual era comprensible dado que era uno de los últimos supervivientes que recordaban esa época.

Aun hoy no sabemos a ciencia cierta quien desencadeno realmente la Caída, aunque el brazo ejecutor fueron los Hijos de Roghal, un grupo terrorista de nacionalistas de uno de los mundos anexionados. Pero incluso esto podría ser una mentira, el caos que se adueño de todo el sistema durante las semanas mas virulentas de la Caída fue terrible y supongo que los porqués de este tema no os interesan. En cualquier caso en siete semanas la capital de cien mundos, la que alojaba a tres quintas partes de ellos, pereció y se convirtió en un peligro. Los militares, los que quedaban después de haber tratado de contener la plaga, finalmente usaron una de las Grandes Armas y nos sellaron. No puedo decir que pueda culparles, ya se habían contagiado tres mundos por fugas y cualquier posibilidad de retomar el control había desaparecido hace mucho tiempo.

- El resto es simple tragedia y supervivencia, y supongo que agradeceréis que os ahorre los detalles morbosos. Ya sabéis quienes somos y por que estamos en esta situación. Ahora supongo que queréis saber que queremos de vosotros.

 

- No puedo negar que la curiosidad por volver a tener visitantes de otras estrellas, y mas aun saber como llegasteis aquí, ya valía cierto riesgo. Pero me temo que hay algo mas que queremos, a vuestro amigo, el moribundo.

 

A Khemed no le costo confirmar el diagnostico de los extraños sanadores de los callitas. Blane se moría, la magia que podía afectarle era insuficiente para reparar todo el daño causado y detener las infecciones que avanzaban lenta pero firmemente. Extraerle las piedras también le mataría, no podía sobrevivir a eso sin magia. Todo lo que podían hacer sus médicos era concederle un breve tiempo de conciencia sin dolor. Podríais hablar una última vez. Una vez pasado ese tiempo lo sedarían y le extraerían los fragmentos con los que esperaban reactivar un portal hacia un antiguo puesto avanzado con la esperanza de encontrar un lugar seguro donde evacuar a los supervivientes.

En honor a la consejera debíais decir que no trato de engañaros o endulzar la medicina. Aunque a ninguno os acabo de gustar la manera en que lo dijo. Dejando claro que si no contaban con vuestro apoyo seguirían adelante a pesar de todo. Aunque quien podía culparles después de lo que habían pasado.