Partida Rol por web

—No podemos estar haciendo lo que creo que estamos haciendo—gimió Niren mirando al cielo (bueno, al techo)

Por lo que a ella respectaba, bien podían coger a Reuben y largarse de ahí, que cada uno cuidase de su culo, el probema era que había que tomarse un tiempo para sacar a Reuben de allí. Y mientras ese tiempo transcurría, un pariente lejano de a saber los dioses qué parte de los infiernos estaba a punto de pasarse a saludar, ¿no era maravilloso? No. La tiefling odiaba las reuniones familiares de cualquier tipo.

—¡Al abismo con las copas!—gruñó resignándose a que les iba a tocar pringar, y seriamente—. ¡Khemed! ¿Necesitas ayuda para mover a Reuben? ¡Si no, date prisa en hacer lo que tengas que hacer y sácalo de ahí!

Esgrimió sus dos espadas y se preparó para lo que fuese a salir; Elatha ya estaba en vanguardia y ni tenía sentido ni pensaba ponerse ella también allí esperando las bofetadas en primera fila. Su trabajo era guardarle las espaldas aprovechando huecos, no lanzarse en linea recta.

Primer día de la tercera decana de Eleint del Año de la Espada 1365

La criatura apareció atravesando las costillas de Sealia, pero no venia de su interior. Lo que antaño fueron las entrañas de la semiorca eran ahora un pozo abisal sin fondo aparente que rezumaba agua salobre de pestilente olor. Pero aquello no era nada comparado con la monstruosidad que había engendrado aquel portal a vuestro plano.

De más de dos metros y medio de altura aquella criatura asemejaba algún tipo de lagarto, pero sus formas, su silueta, eran mas propias de un insecto. Casi parecía que una mantis ligeramente antropomórfica se hubiese puesto la piel de un caimán. Sus brazos no eran más que tentáculos biselados que parecían tener la consistencia de la piel de un pulpo. El conjunto lo remataban las cabezas, dos rostros de babuinos de aspecto cruel y mirada de perturbadora inteligencia surgiendo de un solo cuello.

Un horror más pesado del que debería provocaros incluso una criatura tan grotesca se instalo en vuestros corazones, y tanto los hombres de Blane como Valeria sintieron que no podían contener un estremecimiento turbador. Pero la profesionalidad no fallo a nadie y antes de que la criatura se hubiese alzado en toda su envergadura ya había recibido varios ataques. Un cuadrillo de ballesta pesada que casi parecía una lanza del esbirro herido, que se había quedado retrasado, choco contra el pecho de una criatura como un toro lanzándose a la carga contra la muralla de un castillo. Un mandoblazo del otro soldado consiguió penetrar un poco en la dura piel de aquella cosa, pero apenas lo suficiente para notarse. Los hachazos de Elatha fueron tremendo, y llegaron a causar heridas visibles, aunque muy inferiores a lo que podría haberse esperado, que aun así parecieron divertir a una de las cabezas. Las magas también aportaron su parte así como una ocasional Niren que aprovecho un hueco entre tanto brazo para meter pulla.

Un movimiento casual de uno de los tentáculos partió a uno de los esbirros en dos trozos que salieron lanzados al interior del foso. Una de las cabezas se quedo mirando sorprendida su tentáculo como no esperando aquel resultado mientras que la otra prorrumpió en las carcajadas mas estremecedoras que escucharíais en vuestra vida. El otro se lanzó a por Elatha golpeando al joven dejandole sin aire y lo que a buen seguro eran costillas rotas, pero su negra armadura resistió sin romperse, lo cual era una suerte visto como cortaban aquellos tentáculos.

Khemed comprobó rápidamente el estado de Reuben, parecía bien aunque deshidratado y desnutrido, y no había nada que pudiese hacer por él ahí. Así que lo dejó en manos de Alarien mientras conjuraba algo de magia curativa sobre Elatha, que parecía lo único que aguantaba, de momento, entre ellos y aquel ser.

Niren por su parte no podía dejar de ir desplazando su vista a aquel mostrenco al que se suponía que tenía que contener, las dos partes del esbirro de Blane (que por algún motivo que no iba a preguntar habían comenzado a flotar dentro del pozo, a brillar en el mismo color verde bilioso que lo que fuese lo del centro de la sala y desprender una espuma muy densa similar a la que produciría echar ácido sobre una vaca, o para el caso un cadáver) y la salida, que parecía estar muy solita allí detrás de todo. Pero lo que finalmente llamó la atención de la pelirrojaa fue la cara de poker que ponía una de las caras de babuino y la de salido del otro. No era una experta ni en lo uno ni en lo otro, ella prefería desplumar a los hombres a su manera, pero si que lo era en querer cosas brillantes, y se veía a la legua que lejos de estar interesado en Reuben lo que aquella criatura quería era la cosa esa maléfico-rara que flotaba ahí con aspecto inocente pero que había convertido un cadáver en gusiluz mientras nadie miraba.

Si alguna vez había pensado por un momento -vale, más que por un momento-, que era una pena desperdiciar un artefacto de Netheril sin haberlo estudiado primero (cierto, otros había estudiado esas maravillas… ¡pero no ella!) se le fue de la cabeza al ver surgir a ESO del cuerpo de la semiorca chiflada.

—Malditos clérigos, y luego la gente dice que yo estoy mal de la cabeza —dijo, impresionada. Y en voz mucho más alta—: ¡¡Es un maldito aspecto de demogorgon!! ¡Casi un avatar divino!

Sus compañeros merecían saber a lo que se enfrentaban, aunque eso minase su valor… que demonios (y nunca mejor dicho), su valor casi se había ido de vacaciones a Calimshan. Comprensible, seguro que hacía mucho más calorcito y todo era más agradable por allí…

Ilharess suspiró, porque sabía que en realidad no huiría. Después de todo, sus detractores tenían razón, su arrojo no estaba relacionado con la valentía sino con la locura. Una sonrisa de oreja a oreja iluminó su menudo rostro.

—¡Y esto es algo que podremos contar a nuestros nietos! Si sobrevivimos para tenerlos, claro, pero eso son detalles… —Y sin pausa entre frase y frase, tejió un conjuro, cambiando espontáneamente su pauta de electricidad a frío. Un regalito para enfriar los ánimos del aquel señor abisal… o intentarlo, al menos. De los dos rayos que surgieron de sus manos, uno se esfumó en la nada, y el otro explotó contra el demonio con un satisfactorio ¡plof! Cierto, hizo menos daño del que hubiera debido hacer, pero Ilharess ya contaba con que un cuasi-avatar divino tuviera defensas elementales y se consideró afortunada de haberle dañado.

—¡Sed valientes, aguantad un poco más! —gritó, optimista. Si morían todos allí por la lentitud de Blane en activar el interdictor, juraba por las siete estrellas de Mystra que su espíritu le perseguiría por todos los planos y no le dejaría descansar en paz…

Dependiendo de la reacción de Elatha y de la información que dé Niren, Ilhita lanzará un conjuro u otro.

Vapuleado y malherido (aunque milagrosamente curado una vez más), Elatha cada vez tenía más claro que aquella cosa iba a ser un poco demasiado dura para ellos. Si algo había aprendido de Elminster era que los monos eran peligrosos cuando se comportaban de acuerdo a sus capacidades y aprendizaje...y allí había dos monos que acababan de "aprender", por lo que parecía, que sus "tientaculos" eran capaces de arrancar vidas de cuajo. Genial, y se estaban quedando sin idiotas...

¡¡Es un maldito aspecto de demogorgon!! ¡Casi un avatar divino!

Genial. Maravilloso. Estupendo. Fantástico. Y él se había levantado la mañana que fuera a la Pequeña Dama pensando que en Aguas Profundas sólo podían encontrarse sajuaguines sin encanto. Entonces, una chispa en su interior prendió. Era un guerrero; iba a morir cualquier día de forma violenta y a buen seguro horrible. Aquel bicho era una de sus mejores posibilidades para acabar sus días sin hacer el ridículo. "Aplastado por un avatar divino del Abismo" era una buena muerte, una empresa en la que, en principio, no era probable tener éxito. Quedaba mucho mejor que "Desangrado por mil flechazos de trasgos" o "Se cayó a un foso". Gloria...

¡La gloria sería para él! Para Elatha el Leñador, hijo de un elfo cualquiera y huérfano de Sundabar.

- ¡Atrás! - gritó a sus compañeros mientras sonreía como un maníaco -. ¡Coged a Reuben y largaos! ¡Elminster, fuera, he encontrado un mono mejor!

Elminster lo oyó, pero no pudo creerlo. ¡El grandullón lo estaba echando! En los recovecos de su armadura estaba bien...soportaba golpes, calor, golpes, calor otra vez...aquel viaje parecía peligroso, pero Elatha nunca se preocupaba. Pero entonces, a juzgar por el olor a sudor y ansiedad y por la voz, estaba realmente aterrado. Los animales que Elmisnter conocía reaccionaban huyendo al terror, o atacando si se sentían acorralados. No había que ser más listo que un mono para saber que su amo iba a atacar.

Se descolgó rápidamente por su espalda, donde siempre se sentía protegido, y corrió hacia la mujer pelirroja que había gritado lo que fuera que había dado tanto miedo al grandullón, saltando, trepando por las paredes y finalmente colocándose a sus pies.

—Qué decepción. ¡Y yo que pensaba que iba a convocarlo sólo para que se pusiera a firmar autógrafos!—jadeó Niren apretando los dientes. En realidad aquello le hacía ni puñetera gracia pero era su forma de enfrentarse a la adversidad: despojándola del factor dramático—. ¡Blaine, mueve el culo o te quedas solo con el marrón!

Había perdido la cuenta de la de palos que se habían dado ya con aquella cosa.

«Nietos, unas narices. Lo que me faltaba ahora era tener bichos de esos todo el día a mi alrededor, y aun encima míos»

—¡Por cierto!—vociferó para que se la oyese por encima del barullo—. ¡A doscabezas le importamos un ardite tanto Reuben como nosotros; está babeando por esa cosa brillante de ahí en medio, sea lo que rayos sea!

Aquella criatura era horrible: quien podría imaginar algo similar, en parte mantis, en parte mono bicéfalo, en parte pulpo,...

Khemed no estaba nada convencido de que enfrentarse a aquella criatura fuera una buena idea. La maga pelirroja pidió algo de tiempo para que Blane activase aquel artefacto que sostenía. El guerrero parecía casi animado de enfrentarse contra tal monstruosidad, con una llama en su mirada. Y la pícara parecía ser la única que apreciaba la sensatez en aquella situación.

-Demonios, ¡repeled sus ataques y dejad que vaya al pozo, por mi como si se lanza al vacío! -quizá si fuese buena idea esperar a que Blane hiciera algo útil con aquel artefacto-. ¿Blane, podrás activar el artefacto?

El clérigo no creía que tuviese demasiadas posibilidades de huir de aquella zona si una entidad tan poderosa rondaba en las cercanías. ¿Cómo podría una un insecto igualar en velocidad a un gran mamífero de cuatro patas? Si una criatura más grande decidía aplastarlo, poco podía hacer. Así se sentía el clérigo, acorralado.

Pese a todas las adversidades, parecía que no había otra opción que no apartar la vista de aquella bestia para poder evitar alguno de sus ataques, si es que eso fuera posible; era inusualmente rápida y poderosa con sus ataques, en contra de lo que su forma y tamaño pudieran indicar. Seguro que si intentaba huir, aprovecharía que le diesen la espalda para estirar uno de sus tentáculos y frenar de golpe dicha huida.

¿De verdad tenían posibilidad contra una entidad quasidivina? No lo sabía, pero cada segundo que pudiese comprar para los presentes valía oro en aquel momento. Por ello se situó en una posición intermedia entre los que ayudaban a retirar a reuben y el guerrero.

-Alejad a Reuben, dejad que la bestia se lance al pozo, y los que queráis enfrentaros a eso... escuchad mi plegaria. Que Kossut bendiga a aquellos cuyo corazón sea fuego, pues el calor da vida y el fuego crepitará hasta que la vida se apague. ¡Que no se extingan vuestras llamas!

Lanzó aquella plegaria desesperada esperando dar valor a sus compañeros, sosteniendo su símbolo sagrado y gritando casi para oponerse al sonido de la grotesca criatura. Esperaba al menos, inflamar los corazones de aquellos dubitativos aventureros, tan dubitativos como él se encontraba. Pero ante la perspectiva de la muerte, no había otra opción que sacar dientes para defenderse...

Al oír la advertencia de Niren, Ilharess dio un respingo, sorprendida. Hasta entonces no había creído que pudieran hacer otra cosa que resistir. Después de todo, huir un con bicho más poderoso y rápido que tú pegado a tus talones no parecía una buena opción. Pero ahora… Ilharess renegó entre dientes, porque la tentación de huir era muy fuerte. Por supuesto, que no podía ser nada bueno que un señor del abismo consiguiera algo que parecía desear tan fervientemente… pero, ¿hasta qué punto les afectaba aquello a ellos?

—¡Si no puedes activarlo ya, sal corriendo! —le gritó a Blane. "Y nosotros correríamos aun más rápido", pensó. Miró preocupada a Elatha y a Khemed, que estaban en el camino del aspecto de demogorgon hacia la luz verdosa. Esperaba que salieran de ahí si se veían muy mal…

Ilharess empezó a tejer un conjuro…

Uso una bola de fuego (cambiada a frío y esculpida en 4 cubos de 10', uno de ellos para el demonio, el resto que se desperdicien por ahí cerca, la idea es disponerlos de forma que no pillen a aliados) Tan pronto como sus compis decidan huir, Ilharess también lo hará, lanzando un freezing sphere desde el bastón para retrasar el avance del bicho.

Lo siento, chicos, pero la distancia es corta y con vosotros deante no veo viable nada de control, y menos con los TS que tendra el monstrenco este... tampoco se me pcurre cómo crear un conflicto entre las dos cabezas de demogorgon... me da que nuestras opciones son aguantar o huir...

Primer día de la tercera decana de Eleint del Año de la Espada 1365

Detener aquel monstruo era como volver a ser un niño y jugar a empujar una pared. Pero esta pared no había que derribarla, tan solo tenéis que seguir aguantando un poco, no mucho más. El cacharro que Blane tan concienzudamente estaba manipulando comenzaba a hacer... bueno, hacia cosas mágicas (como atraer la luz hacia él y "comérsela" o cambiar su textura segundo a segundo). Desde donde estabais os sentíais mareados tan solo de mirarlo, así que Blane tampoco lo debía de tener fácil.

El agua que os había empapaba tenía un regusto cenagoso y fuese ese fuerte sabor el que os desper... espera un momento ¿Que agua? Os fuisteis despertando más o menos al tiempo, por la humedad en vuestras ropas se diría que acababais de caer ahí pero... caer donde. A medida que el recuerdo del combate contra el aspecto de Demogorgon volvía a vosotros la confusión por encontraros en una especie de sala de piedra con agua encharcada y que evidentemente había sido algún tipo de hogar, hacía ya mucho tiempo. Desde luego las cosas ya no podían ser más raras.

- Meeeeeeeeeeeeeeecmecmecmec- Se escucho de repente. Era un sonido bajo y aguda que curiosamente parecía una mezcla entre maullido y trino de pájaro. Estaba sentado, devolviéndoos la mirada con cara de inocente que intenta disimular una trastada. Las cosas podían ser más raras, mucho más raras.

Abrir los ojos y ver de buenas a primeras delante de ti a un adorable peluchito, más mono que muchos de los juguetes de tu infancia, no era lo peor que podía pasarte cuando habías estado esperando que un demonio semi divino te convirtiera en papilla…

Ilharess hizo una pausa, mientras miraba estúpidamente a Peluchito, intentando rememorar… pero no, no había nada después de que intentara lanzar aquel conjuro. Toda su atención había estado entonces fija en tejerlo adecuadamente, en introducir las variaciones adecuadas… y eso era lo último que recordaba.

De pronto se echó a reír.

—Aventura. Gloria y riquezas, sí, claro —y siguió riendo un buen rato. La situación tenía su lado cómico, después de todo.

—Y ahora estaremos apestando a esto una semana—suspiró dramáticamente Niren dándose palmadas en una oreja como si quisiera hacer salir el agua por la otra—. Fabuloso.

No tenía ni idea de qué puñetas había pasado, pero miró al bicho aquel con los ojos tan entornados que se convirtieron en dos finas rendijas doradas en u gesto analítico. Gesto que no duró mucho porque enseguida se dio cuenta de algo.

—¿Alarien?—parpadeó y se puso en pie de golpe—. ¡Alarien!

Ni rastro.

—¡Oh, maldita SEA!—bufó la tiefling dándole una patada al suelo.

No sabía lo que había pasado, pero sí sabía que allí faltaba gente. Y aquello no le hacía ninguna gracia.

Elatha estaba sereno mientras sentía el húmedo tacto del cenagal donde debía haber aparecido. Estaba muerto. Ni siquiera lo había visto venir. Aquel hijo de perra era bueno, pero bueno de narices. Esperaba haber hecho adecuadamente de muro de carne para que las chicas y Khemed escaparan o desterraran al babuino maléfico.

Meeeeeeeeeeeeeeecmecmecmec

Arqueó una ceja, sin levantarse, mirando sin ver al cielo. Tenía toda la eternidad, podía quedarse un rato allí, se estaba relativamente bien...Y entonces escuchó la risa

Aventura. Gloria y riquezas, sí, claro

- Mierda - se lamentó, y se incorporó para ver que no estaba solo -. Lo siento, debería haberos protegido, ¡Siento que hayáis muerto!