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Aguaprofunda: Ciudad de Esplendor y Pecado

[Partida] 1.0: El cenotafio de la Pequeña Dama

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22/04/2014, 18:24
Director

Primer día de la tercera decana de Eleint del Año de la Espada 1365

El equinoccio de otoño era una festividad tranquila, sosegada, casi tímida. Buena parte de su importancia como época clave para las cosechas, y los negocios relacionados con ellas, se la robaba el cercano día de la Cosecha. Habían un par de dioses que tenían ese día como señalados, pero en Aguaprofunda tan solo Lathander tenia cierto peso, y aunque el Canto del Amanecer era una ceremonia preciosa no era lo que se llamaría una fiesta. Pero esto era Aguaprofunda, y aquí una fiesta era una fiesta, cuestión de orgullo patrio. El ultimo mercado de verano celebraba su ultimo día del año con ofertas y con trovadores cantando despedidas a sus fieles clientes, mientras que el primero de otoño había instalado una serie de espectáculos teatrales y circenses para recordar a todo el mundo los productos que venían. Y eso sin contar el Festival de las Mascaras Ocres, una de esas tradiciones de la juventud pudiente (por no decir aburrida) de Aguaprofunda. Una especie de carnaval sin desfile en que nobles, ricos y comerciantes se mezclaban luciendo tan solo mascaras de color y unas monótonas prendas marrones. Los mas puristas de la celebración decían que la autentica esencia del día consistía en dormirlo entero y en disfrutar toda la noche de fiestas que ofrecía la ciudad.

Pero no todo eran fiestas en la ciudad que nunca descansa. La sequía, que ya duraba un año, iba a hacer que la cosecha de este año se redujese mucho. A la ciudad le esperaba lo que los mas mayores llamaban un "Año Negro" tanto por las perspectivas de los más pobres como por la cantidad de tinta que iban a usar los contables de los comerciantes que se hacían de oro en estas situaciones. Esto era después de todo Aguaprofunda.

Pero el Cenotafio de la Pequeña Dama no entendía de celebraciones ni de carestía de alimentos. Parte posada, parte club de veteranos y parte, como su nombre indicaba, cenotafio para la Pequeña Dama, Ethiene Parmiane. Una triste historia de la que habíais oído muchas versiones, pero nunca de alguien que estuviese allí para ver el sacrificio de esta muchacha. Lo que si sabíais es que ninguno de los veteranos relacionados con el establecimiento se tomaban a bien la curiosidad de unos cotillas aburridos al respecto. En cualquier caso pocos cotillas aburridos entraban en el Cenotafio, pues para poder entrar tenias que haber derramado sangre, algo que dictaminaba el portero, un viejo ciego de piel caoba, que nunca fallaba en su juicio.

Y ahí estabais vosotros, poco más de tres docenas de aguerridos veteranos del oficio, llamado por los bardos, aventurero. La mayoría no pertenecían a ningún grupo, como Mel el Penas, un tipo achaparrado y musculoso de edad indefinida y enorme nariz que contaba a todo el que quisiese escucharle sus múltiples y en ocasiones contradictorias. Y aunque pocos simulabais siquiera escucharle menos aun trataban de ofenderle, no en vano se les conocía a él y a su enorme lucero del alba en Nesme como "Pena de Trolls".

Otros actuaban en pequeños grupos especializados que se integraban en otros grupos cuando la ocasión lo requería. Como Thern y Caleb. Caleb era un hombre delgado, de una agilidad que rallaba lo sobrenatural y con el pelo totalmente rapado, lo cual en lugar de darle un aspecto desagradable le confería cierto atractivo y un aire de peligro que acrecentaba con toda una colección de dagas. Por su parte Thern era... bueno, mezcla a un forzudo, robusto y saludable uthgard con un príncipe de cuentos con sus ojos azules límpidos, su piel brillante y dorado cabello. Pero a ninguna mujer de la sala se le ocurriría acercarse a él a menos de un palmo puesto que los celos de Caleb, así como su celeridad con las dagas, eran legendarios.

Y finalmente estaban los grupos, actuando juntos durante y con una compenetración que tan solo consiguen las unidades militares veteranas y los hermanos. Desde donde estabais podíais ver en un rincón de la sala a los cuatro Lobos de Calia, todos con sus armaduras de cuero negro que siempre llevaban en ciudad. Y despuntando sobre todos a la mismísima Calia. Alta y fornida aquella mujer era toda una valquiria de cabello carmesí y sonrisa depredadora de la que se decía que en batalla personificaba la mismísima furia de esas míticas guerreras uthgard.

Y allí estabais todos, mirándoos con una mezcla de curiosidad y desinterés artificial. A unos les había llamado Herman Kerval, y a otros, como a vosotros, Morgan.

Si tenias cualquier tipo de problema y cantidades ingentes de oro Herman Kerval era el hombre que querías conocer. Se encargaba de todo tipo de contratos, desde el hombre que asesinaba a un rey hasta el ejercito que invadía su reino. Mercenarios, aventureros, soldados, magos de corte, asesinos y cruzados trabajaban, y cobraban en virtud, de los movimientos de este hombre, siempre ecuánime y más inflexible que una espada enana.

Morgan era un hombre de mediana edad fornido, alto y corpulento pero con una tripa que ya despuntaba personalidad propia. De cabello castaño claro surcado por unas canas que parecían estar ganando la batalla por su cabeza. Este hombre afable y con la facilidad de palabra del mercader que decía ser llevaba años implicado en la vida aventurera de la ciudad, ya fuese dejando caer pistas sobre tesoros o contratando directamente a grupos de aventureros. Muchas de esas expediciones no acababan bien, y a buen seguro la comunidad en pleno ya le habría rehuido de no ser por la actitud (nunca explicada por ninguno) que tenían los clérigos de la Dama de la Fortuna frente a él.

- El objetivo es sencillo y la misión complicada, así que no me andaré por las ramas.- Dijo Kerbal saliendo de un reservado como un comandante preparado para pasar filas. Le seguía una mujer mayor, obviamente noble por el conjunto y los accesorios que costarían lo que la posada, de rostro amable pero surcado en ese momento por las arrugas de la pena y las señales de las lagrimas continuadas.- La dama junto a mi es Sofia Talmost, y como ya habréis oído todos su hijo Reuben ha desaparecido en Bajomontaña.

Hubo cierto murmullo de incomodidad en el grupo. Reuben era uno de ellos, un aventurero que había demostrado lo que valía y que no se apoyaba en su rica (bueno, increíblemente rica) familia, que después de todo le había desheredado. En cualquier caso ellos eran aventureros, y no se contrataba a unos aventureros para encontrar a uno. Era algo injusto tanto para los que arriesgarían la vida como para los compañeros de aquel que había que rescatar, y, sobretodo, para el rescatado. Pero eran los Talmost, y en la última vista publica de los lores el patriarca había reconocido unos beneficios de dos millones al mes de sus incontables minas. Además, solo los más cabrones de entre vosotros le echaríais en cara a aquella mujer un error de protocolo en ese momento, parecía realmente destrozada.

- Se os ha hecho venir por que esto es lo que hemos averiguado vía magia de adivinación.- Siguió Kerbal que fue interrumpido por el chirrido de una banqueta de la barra pidiendo piedad mientras la mole de Morgan se asentaba sobre ella.

- El chico sigue vivo.- Dijo y todos os disteis cuenta de que ni siquiera menciono a los demás, el contrato era el chaval, si encontrabais a los demás bien, pero no era el contrato. Así era la vida.- Y lo seguirá durante un día más como mínimo, pero no llegará a los tres.- Añadió produciendo unas contracciones en el pecho de la señora Talmost que contuvo el llanto solo por fuerza de voluntad.- Sabemos que él y su grupo se dirigían a un laberinto conectado con el segundo nivel conocido como las Espirales Astadas.

- Nuestras... fuentes adivinatorias predicen mayores probabilidades de éxito en un grupo compuesto por seis personas.- Siguió diciendo Kerbal ganándose miradas serias por parte de algunos y bufidos burlones de otros.- Pero por mi podéis ir solos montados en un cerdo. Id, traedlo con vida y tendréis una fortuna. Si tenéis alguna pregunta hacedla, pero si estáis en esto no tenéis tiempo que perder, y si no lo estáis no queréis hacerme perder el mio.

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23/04/2014, 17:31
Ilharess de la Runa Argéntea

Ilharess entró en la taberna con paso firme, con la misma seguridad de que ella fuera la dueña del lugar. Evaluó a los otros congregados con la mirada, e hizo una mueca al ver que varios iban bien tapados con capas, incluso con la capucha calada. Ella, por su parte, llevaba la cabeza descubierta y una túnica fina de verano, de un llamativo color esmeralda; hacía demasiado calor para aquella época del año. ¡Maldita sequía! ¿Dónde estaban las nieblas propias del otoño?

No le preocupaba dar la nota. Es más, había convertido lo de llamar la atención en una seña de identidad. A Ilharess no le gustaba que la pasaran por alto cuando no quería ocultarse, y de hecho saludó alegremente a varias caras conocidas que la estaban dedicando signos mudos de reconocimiento, o palabras de bienvenida. De ella podían decir muchas cosas, pero lo que nadie había dicho nunca es que no fuera sociable; pararse a comentar algún chisme intrascendente o a preguntar por algún conocido común era una obligación en muchos casos. En cuanto a las pocas miradas de sorpresa que consiguió, Ilharess se sintió complacida.

Pese a sus ropas ligeras, sin embargo, Ilharess llevaba ostentosamente varios instrumentos del oficio. Cuestión de profesionalidad, también, cuando se trataba de presentarse para un trabajillo. Pocos eran los aventureros allí presentes que no se habían resistido a hacer un poco de ostentación. Ilharess encontraba aquellas actitudes de pavo real más divertidas que otra cosa (pues no había nadie entre los presentes que no se guardase algo bajo la manga), pero sabía seguir el juego; después de todo, ella misma llevaba en él desde los once años. Y hablando de alguien que no sabía seguir el juego…

Se abrió paso hacia cierta esbelta maga con la pinta de haberse tragado un limón. Ilharess esbozó una sonrisa traviesa.

—¿Hay algún motivo para mostrarse tan seria en un día como éste, Valeria? La cosecha está recogida, los comerciantes tienen sus bolsas llenas de dinero, y nosotros estamos ante la oportunidad de, quizás, salir de la rutina. Tymora no ha sonreído a todos este año, ¿pero qué año lo hace? —saludó Ilharess—. Oh, bueno, bienhallada y esas cosas. Espero que no te importe que me siente aquí. Parece un buen lugar.

Sonrió pícara, se sentó sobre la mesa más cercana, desdeñando las sillas, y se puso el bastón entre las piernas y apoyado sobre su hombro. Miró hacia los patrones, preguntándose cuánto tiempo más tendrían que esperar. Mientras, Ilharess se fijó en más conocidos, e hizo señas a Khemed de Kossuth y al Leñador para que se acercasen. Era posible que Valeria, que siempre le había parecido del tipo solitario, desease menos compañía, pero por lo que a Ilharess respectaba, las relaciones y la información valían más que el oro.

Notas de juego

Espero a poner la ultima parte del post, la relacionada con la mision, a tener alguna interaccion con los otros pjs.

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23/04/2014, 19:01
Elatha "El Leñador"

Elatha se preguntaba si beber una cerveza podría considerarse incívico, dadas las circunstancias. Con la sequía, el pronosticado Año Negro y todo lo demás. La ciudad pasaría hambre y sed, y, como siempre, los más pobres morirían por ellas mientras los ricos tiraban las sobras de lo que habían acaparado, que sin duda podría saciar a muchos de los más necesitados. Seguramente se duplicaría el crimen, y especialmente los robos y el contrabando, y un montón de gente que elevaba sus plegarias a dioses como Lathander terminaría rogando a Beshaba para que pasara sin hacerles daño y a Shar para que la noche ocultara sus actos y mitigara sus pérdidas. 

Pero, en fin, no le pagaban por pensar ni por quejarse. Estaba en la nómina de los poderosos, se alojaba con holgura en un local lujoso y tenía trabajo de sobra. Incluso más, si las cosas iban mal, era la triste paradoja de la vida del mercenario: cuando peor lo pasaran otros, más prometía el mañana para alguien como Elatha. ¿Eso lo convertía en mala persona? ¡Desde luego que no! Mataba monstruos que de otro modo causarían un gran sufrimiento, defendía a la gente de la ciudad, ¿Estaba tan mal que le pagaran por ello? ¿Acaso no había acogido a Al, una niña huérfana, con parte de sus ingresos y contactos? ¿Qué más tenía que hacer para calmar su maldita conciencia?

La inconfundible Ilharess, la maga juerguista de alta cuna que hacía siempre tantas preguntas le hizo un gesto para que se acercara. Era una criatura simpática...probablemente demasiado, y tenía el don de hacer que Elatha le contase cosas que no quería contarle y encima darle las gracias por escuchar y ser tan comprensiva. Estaba seguro de que tenía que ser un truco mental o algo. Y estaba con Valeria, siempre un dechado de encanto. Maravilloso. Estaba seguro de que nadie, ni el granjero más sediento de la campiña más pobre, le hubiera reprochado que hubiera pedido una cerveza.

Fue en dirección a la maga con su sonrisa lista para ser desenvainada.

"Cuchicheos y camarillas" pensó para si, recordando que estaba en Aguas Profundas, "donde fueres, haz lo que vieres"

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23/04/2014, 22:17
Talitha

Valeria había llegado puntual a la cita en el Cenotafio de la Pequeña Dama. Era alguien que valoraba la puntualidad en los demás, y trataba de hacer lo propio. La maga se había sentado en la silla, con la espalda recta sin apoyar en el respaldo, como si estuviese alerta o incómoda. Tal vez un poco de ambas.

Cuando Ilharess se acercó a saludarla, Talitha interrumpió abruptamente.

—Ah, querida, pero sí que está sonriendo. Lo que ocurre es que tiene la misma expresión para todas sus emociones —cloqueó la calavera y añadió en tono confidencial—. Entre nosotras, creo que tiene problemas en distinguirlas.

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23/04/2014, 22:22
Valeria

Fiel a lo que había dicho Talitha, Valeria no mudó el gesto. No le molestaban las pullas de Talitha a fuerza oírla, y su intromisión le había dado un momento para pensar.

—Bienhallada —respondió.

Pero sabía que se esperaba de ella algo más. Ilharess había tratado de ser amable, señalando que estar cerca de ella era estar un buen sitio. Y había iniciado una conversación ligera para romper el hielo.

Valeria rebulló en su asiento.

—Sí, claro. Siéntate —ofreció, pese a que Ilharess ya se iba a sentar de todas maneras. Carraspeó. Había notado que para que una conversación no decayera, lo mejor era formular una pregunta abierta que no pudiera ser contestado con un sí o un no, así que añadió:—. ¿Qué sabes del encargo que tenemos entre manos o de nuestro patrón?

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23/04/2014, 22:35
Talitha

Talitha se percató entonces de la aparición de Elatha.

—¡Eh guapetón! ¡Ven para acá!

Si Talitha tuviera ojos, le hubiera guiñado uno al semielfo, pero se las apañó para imprimir la sensación de que lo había hecho en su tono de voz.

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23/04/2014, 23:43
Elatha "El Leñador"

Qué poco había tardado Tymora en hacer sonreír a Elatha. Era superior a sus fuerzas, aquella calavera parlante que, por irónico que resultara, parecía morirse por sus huesos le resultaba francamente divertida. Como adorador de Helm y, en menor medida, de otra media docena de deidades en general compasivas y virtuosas, no tenía muy claro qué pensar del execrable acto de muerte viviente que representaba...pero Valeria no era una mala persona, aunque no se molestara en pregonarlo, al fin y al cabo, el propio credo de Gond, patrón de los artesanos (y Elatha siempre se consideraría un artesano) enseñaba que las acciones eran lo que contaba, y si defender una ciudad ajena de las bandas de sajuaguines no demostraba que Valeria era una fuerza positiva del Multiverso, nada de lo que ella dijera iba a cambiarlo.

Así pues, Elatha sonrió a la calavera con picardía al llegar a la altura de las magas. Se inclinó brevemente, poniéndose casi a la altura de los ojos del funesto cráneo parlanchín.

- Perdona, preciosa, no te había visto

Acto seguido se incorporó un poco para mirar a las dos aventureras. Estuvo a punto de pronunciar algo protocolario y religiosos como "Lathander nos abre puertas" o "Tymora juega con nosotros", pero no se sentía lo bastante cerca de los dioses como para dalres las gracias por todo, y menos aún porque hubiera gente perdida en Bajomontaña, por lucrativo que resultara, e iba a serlo para alguien.

- ¿Qué opináis, mis señoras? Si los Lobos bajan igual me uno a ellos; llevo unos días acechando a Calia - miró con falsa culpabilidad a la calavera -. Aunque me dan escalofríos sólo de pensar en confiar en las indicaciones de Morgan 

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24/04/2014, 17:11
Khemed

El sacerdote de las llamas acudió a la interesante llamada. Tras haber realizado algún que otro trabajo menor, y haberse dejado ver en lugares lujosos y decadentes, Khemed disfrutó de una temporada de ligera tranquilidad, salvo por las insinuaciones que recaían sobre él referentes a la sequía. "Habladurías, cuan rápido se extienden en la ciudad, más que las propias llamas, no me extraña que alguien quisiera acusarme indebidamente" pensaba mientras cruzaba la puerta. 

Aquel lugar estaba lleno de aventureros; eso era señal de que la situación era arriesgada, a la par que ofrecía la oportunidad de realizar un buen trabajo. No podría ser de otro modo, congregando a tanta gente con ansia de arriesgar sus vidas por una buena recompensa. Y desde luego seguro que allí los presentes tenían diversas motivaciones, pues la variedad de la que se nutría la reunión era notable. 

Khemed, se sintió observado, aunque no en exceso; allí cada cual destacaba a su manera, pero en su caso, destacaba por las ropas anaranjadas que vestía, unas túnicas anchas con bordados de llamas e hilo dorado que marcaba su contorno, junto con otros tantos adornos. De todos modos, cada cual andaba con sus chismorreos, sus historias y comentando sobre tan reseñable citación.

Al poco de entrar, vio a alguna cara que le sonaba  de vista, hasta que reconoció a una antigua compañera de aventuras, a la que saludó con la mano. Antes de ir a saludar personalmente, se acercó a la barra para pedir alguna bebida fuerte, con la que calentar su garganta. No es que le gustase beber en exceso, pero sí tenía cierto gusto por los licores fuertes, y por el calor que producían hasta llegar a su estómago. Pidió 2 vasos de vino de fuego, y una vez servidos, se acercó a Ilharess para saludarla en condiciones. Cuando se acercó, vio que andaba hablando con varios personajes curiosos, y destacaba sobre todo una calavera parlante, que intentaba ligar con un semielfo. Le ofreció la copa 

-Agradable sorpresa verte de nuevo, Ilharess -dijo a la joven cuyo color de pelo tenía una tonalidad muy similar a la de la túnica del clérigo-, permíteme que te ofrezca algo de hospitalidad ofreciendo calor a tu garganta; lo mismo alguna vez podrías hacer algún estudio alquímico sobre los licores y su posible aplicación con la magia, quizá salga algo interesante o... explosivo -bromeó tratando de hablar un poco sobre esas teorías mágicas de las que más de una vez oyó comentar-. ¿Qué tal va todo? 

No pudo evitar quedarse mirando a la calavera que trataba de ligar con el semielfo, a la espera de que alguien le explicase algo al respecto, pero no quiso preguntar en principio sobre ello; quizá la misma calavera comenzaba a sacarle tema de conversación. Qué mujer tan peculiar era también aquella que la portaba...

 

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25/04/2014, 21:40
Niren

Niren maldijo más o menos por quinta vez a Shaonn. O por quincuagésima. Número arriba, número abajo... daba igual. ¿Cómo rayos había conseguido la gnoma convencerla?

«Me estoy volviendo blanda... » refunfuñó para sus adentros mientras le daba un mordisco a la manzana que se le había caído a un mercader y que, en un acto de buena ciudadana, había recogido del suelo no fuera a ser que nadie la pisara y se partiera la crisma. El hecho de que el mercader no hubiese visto ni una cosa ni la otra era totalmente irrelevante «Después de esto más le vale que invitarme a uno de esos chocolates de Chult que venden en el mercado como compensación»

La tiefling mantenía la capucha echada sobre la cabeza, no tanto como para que se le ocultase el rostro tétricamente entre sombras pero sí como para que le tapase los cuernos. También había enrollado la cola como si fuese un cinturón para que no asomase por debajo de la capa. Con ambas cosas, tenía un aspecto de lo más humano y así era como solía ir la mayoría del tiempo.

En las tabernas repletas de aventureros que ya habían visto de todo, como aquella, sabía que podía quitársela sin que nadie se arrancara los ojos creyendo que las huestes de Asmodeo se proponían invadir la ciudad pero el caso es que aun con todo continuaba atrayendo miradas curiosas e incluso a veces preguntas curiosas. Y en aquel momento no le apetecía que le diesen la vara.

Aquella mañana Shaonn le había venido muy entusiasmada con toda la historia de que el tal Morgan se había puesto en contacto con varios aventureros y ella, como cazadora de tesoros, había sido una de las personas por las que había preguntado. En realidad a Niren le importaba un ardite cualquier cosa que no tuviese que ver con un tesoro de leyenda pero la gnoma se había pasado la mañana agarrada a su pierna como una lapa pidiéndole que fuese a investigar de qué se trataba la oferta; La Rosa de los Vientos era un negocio próspero pero aquel dinero extra podría venirle muy bien.

Y allí estaba, aunque no sabía si porque realmente le importaba que la única persona que no la consideraba una aberración estuviese un poco más contenta o por el hecho de que no había habido otro modo de que ésta le soltara la pierna de una santa vez.

«Hm, ¿esa no es la chica con la que me encargaron buscar aquella urna en aquél túmulo?... » pensó al escuchar la voz de Ilharess. Se había sentado inclinando la silla hacia atrás con una pierna cruzada sobre la otra en ademán ocioso pero tenía las orejas atentas «Aguas Profundas es un pañuelo»

Aquel tipo, Herman, estaba hablando como si fuese el coco. Pero el caso es que no era eso lo que le importaba, le importaba saber en dónde se estaba metiendo. Tal vez mereciese la pena escuchar las opiniones que se pudiesen vertir a partir de aquel momento antes de decidir. Por escuchar no perdía nada.

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26/04/2014, 14:35
Ilharess de la Runa Argéntea

—Del encargo, poco. Las habituales habladurías —respondió Ilharess distraídamente a Valeria, mirando a Elatha, que se acercaba a ellas—. Pero seguro que nos enteramos en breve. De nuestro patrón supongo que habría mucho más que decir. Eso también es habitual —dijo con cierta ironía, pero se interrumpió para saludar al semielfo.

Ilharess permaneció callada mientras el guerrero flirteaba con la calavera. ¡Por las siete estrellas de Mystra! Y ella creía que había visto un poco de todo. Bueno… se decía que sobre gustos no había nada escrito. Reprimió una sonrisa irónica, aunque no pudo menos que pensar si Elatha sabía lo que implicaba la magia que había devuelto aquel semblante de vida a la calavera. No… probablemente no. La gente nunca se preocupaba de eso. ¿Le importaría si lo supiera? Aquello sería interesante de saber… le diría mucho de él. Era sorprendente cómo una podía conocer de tanto tiempo a alguien y, sin embargo, apenas saber nada sobre él.

—Bueno, bueno, Talitha va a conseguir que me ponga celosa. Tsk tsk, Leñador, voy a tener que enfadarme… ¡Aquí prestándole más atención que a dos mujeres de cuerpo entero! —dirigiendo una mirada burlona a la calavera—.  De cuerpo entero, y de buen ver, si eso no suena muy presuntuoso.

A pesar del tono guasón que impregnaba su voz, se las compuso para presentar una expresión razonablemente seria al calishita, al que saludó con una sencilla inclinación de cabeza. Cogió agradecida el vaso que le tendía Khemed.

—Oh, gracias. Pareces haberme adivinado el pensamiento. Necesitaba algo así. ¿Qué que tal va todo? Bueno, últimamente, aburrido. Muy aburrido. Esa bruja de Amaundra ha monopolizado cada minuto de mi tiempo estas últimas semanas. En cuanto a ese interesante estudio que dices… me temo que ya se ha hecho, así que no podría asumir la primacía —Ilharess emitió una risita—. Después de todo, no faltan magos a los que les gusta remojarse por dentro, por decirlo de alguna manera. Tampoco puedes imaginarte los desastres que hemos creado todos durante nuestro aprendizaje antes de aprender a ser más… cuidadosos… con cuánto trasegamos. ¿Explosivo? No tienes ni idea. Aunque sería interesante averiguar si se puede cambiar el guano de murciélago por unas gotas de fuego de dragón. Ésa sí es una bebida explosiva, cualquiera pensaría que sería mejor catalizador que un puñado de caca…

Ilharess bebió un sorbo, más para dar tiempo a los otros a que dijeran algo que por otra cosa. Como sospechaba, no era una gran cosecha, pero quemaba como el fuego al que aludía su nombre.

—¿Nos conocemos todo el mundo aquí? —una pregunta retórica; estaba casi segura que no era así—. Por si acaso, aquí Valeria, exótica emigrante con toda la seriedad que me falta a mí, así que nos complementamos a la perfección… ¿verdad, Valeria, querida?... Elatha, también conocido como el Leñador, aunque que me aspen si he oído la historia asociada a ese sobrenombre… uno de los filos más afilados actualmente, aunque venga en la heterodoxa forma de un hacha, pero ¿quién pregunta el linaje al arma que te está rebanando la cabeza?... no, su hacha no rebanó el cuello de Talitha, o eso creo… y aquí, Talitha, la calavera más dicharachera de la Costa de la Espada, aunque desgraciadamente olvidó su cuerpo en alguna otra parte… inseparable compañera de Valeria, ya se sabe que hay amores que matan… ah sí, y por último y no menos importante, Khemed de Kossuth, al fin un recitasermones menos aburrido que la miríada de besadioses locales, ¡no pone pegas a unas cuantas explosiones! Pero si actuáis de anfitrión suyo no le ofrezcáis agua, por alguna razón parece considerar eso una herejía, aunque conozco a un par de enanos y a medio centenar de agundinos que piensan lo mismo, de modo que igual no es una cuestión religiosa…

Tras aquella heterodoxa y desenfadada presentación, Ilhress esbozó una sonrisa maliciosa. Contestó a la preguntada demorada de Elatha como si la acabase de formular.

—¿Que qué opinamos del asunto que nos ha traído aquí? Pues no lo sé bien, la verdad. Veremos cuáles son las condiciones y términos del contrato. Aunque no te aconsejo unirte a los Lobos. Dicen que Calia tiene un apetito insaciable, y no precisamente de comida. No querrás que te deje sin fuerzas para blandir tu hacha…

Se interrumpió cuando Kerbal empezó a hablar, perdiendo al instante el aire guasón. Escuchó en silencio, la mejilla apoyada contra la vara. Sólo en cierta ocasión se movió, y fue para dedicar una silenciosa inclinación de cabeza, intentando infundir ánimos a la afligida madre. Ilharess podía solidarizarse con su pesar. Esperó a que el mercenario hubiera terminado de hablar para comentar a los otros:

—Bueno… si me encontrara en la situación de Reuben quisiera pensar que mis padres también contratarían a alguien para buscarme. O tal vez no, es posible que mi padre pensase que me lo había buscado. En fin, no pongo pegas a la idea de ayudar a un colega y sacarme unos dinerillos en el proceso. Y ya de paso, disfrutar un poco de los encantos de un poco de riesgo. Odio la monotonía. Así que un grupo de seis… jums, observemos que ahora mismo somos cinco. Casi cerca del número mágico.

Y a Valeria y a Khemed:

—Si aceptamos, hay que hablar con Talmost y con Kerbal. Necesitaremos detalles. Tales… como… objetivos del grupo de Rauben, por si eso nos da alguna pista de lo que se hayan podido encontrar, o mejor, de dónde han podido caer… o…  algunas pertenencias identificables que llevara el chaval. No me gustaría avanzar a tientas en Bajomontaña. No es que la fortaleza de mi arte radique en adivinaciones, pero algún sencillo sortilegio de localización queda dentro de mis posibilidades…

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26/04/2014, 15:11
Elatha "El Leñador"

- No seas ridícula, Runa Plateada, aún tengo que descubrir dónde tienes el tatuaje que te da ése sobrenombre

¡Qué manera de hablar! Aquella chiquilla era la típica maga que nunca podría tener un gólem. En lugar de "vigila" diría cosas como: "vigila esta sala porque necesito que nadie salvo yo entre a leer mis grimorios, porque los magos tenemos grimorios, ¿sabes? y si alguien leyera el mío me estaría robando, y claro, no quiero que me roben, porque mi conocimiento es mío y de nadie más, ¿entiendes? total, que necesito que te quedes aquí vigilando que nadie me robe". Y claro, como los gólems no entendían, acataría la última orden, "vigila que nadie me robe", y cualquiera podría entrar, siempre y cuando no saliera con un libro. ¿Cómo lo llamaba Kira? "gastar el tiempo de la convocación dándole instrucciones".

Pero Elatha estaba encantado. Le gustaba mucho esa forma de ser, siempre había agradecido la presencia de gente dicharachera en los campamentos, mantenían alta la moral. Agradeció la presentación encogiéndose de hombros con modestia.

- La única diferencia que he encontrado al talar ogros y árboles es que los primeros se defienden - sonrió - Nos hemos visto - dijo haciendo un gesto de saludo con la cabeza a Valeria -. Hace uno de los mejores pescados a la brasa que he comido...y Talitha y yo...bueno, digamos que es complicado - amplió su sonrisa

Luego tendió la mano al clérigo. Desde luego parecía un tipo muy poco de Aguas Profundas (se alegró de no haber dicho tamaño chiste malo en voz alta), pero sin duda, con aquella presentación, sólo podía ser alguien interesante.

- Elatha, adorador de cualquier poder del cosmos que me ayude a volver a casa vivo. No estoy en contra de las explosiones - se presentó con un guiño

Luego miró a Ilharess fingiendo mojigatería.

- ¡Ah! Entonces no, ¿Qué clase de depravado iba a querer pasar la noche con una loba voraz como Calia?

Aquello lo dijo lo bastante alto como para que llegara a los oídos de los Lobos, y mirando por el rabillo del ojo a su pelirroja capitana.

- ¿Qué decís entonces? ¿Bajamos juntos? No te preocupes, Ilharess, no puedes ser peor que Morgan. Cathran me ha contado que los del Puño de aquí le tienen pánico. Igual preferiría bajar sin cumplir su profecía...sólo por si acaso se ha vuelto a equivocar. En fin, como queráis, hasta que los sajuaguines no se recuperen no tengo nada que hacer más que beber y llevarme bofetones, además, seguro que Talitha puede sacarnos de ahí si nos perdemos, ¿verdad Talitha?

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26/04/2014, 16:15
Asorazoklyn

—¿Cuatro? ¿Cuatro? ¿Y yo que soy? —Asorazoklyn descendió del techo, desde donde había estado volando, ocultándose en las sombras y curioseando a su gusto. Se situó a la altura de la cara de Ilharess—. ¿Un mueble? ¿Una silla? ¿Yo, el gran Asorazoklyn, que dejé la corte de nada menos que de Nadilost, cuestor de Ciclón, el cual a su vez es estratego de Zephyr, para venir a acompañar a un miserable mortal como tú? ¿En qué día maldito se me ocurriría una cosa así? ¡Por toda la furia de Akadi, qué paciencia tengo que tener! ¿Encima presentas a la cosa ésa, y no a mí?

Asorazaklyn cruzó sus brazos sobre su pecho desnudo, mientras batía las alas furiosamente en el aire envuelto en un aire de dignidad ofendida, y miraba a los otros.

—Yo diría que somos cinco. Cinco y un cacho —mirando a la calavera—. Pero dudo que las profecías tomen en cuenta a los fragmentos, así que…

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26/04/2014, 16:48
Talitha

No le hagas caso a la mosca zumbona, Elatha, encanto —replicó Talitha, desestimando las ínfulas del familiar de Ilharess—. Un fragmento de mi es más mujer que Valeria. Incluso muerta soy más humana y cálida que ella.

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26/04/2014, 16:51
Valeria

Valeria adquirió un aire suspicaz. Siempre se ponía a la defensiva con los desconocidos, pero aquel clérigo hacía disparar todas sus alarmas. ¿Un clérigo de Kossuth, en Aguas Profundas? ¿Lo habría enviado Duskar desde Thay para ajustarle las cuentas?

La maga roja exiliada escrutó al hombre con los ojos entrecerrados.

—¿De dónde dices que vienes, Khemed?

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26/04/2014, 16:55
Talitha

—Tiene acento alzhedo, ¿no has notado como pronuncia las oes? —interrumpió la calavera, que hablaba cada vez más deprisa para tratar de estar en todas las conversaciones a la vez—. Yo creo que es Calishita... y que llegó tarde al reparto de religiones. ¡Ja!

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26/04/2014, 17:50
Khemed

El Calishita observó a los allí presentes a la par que los iba presentando Ilharess; tenían pinta de ser curtidos aventureros, y cada uno con sus peculiaridades. De hecho, todo era bastante peculiar: el semielfo no llevaba una espada o arco, sino un hacha, y la extranjera de pelo corto hablaba menos que su calavera. Y luego estaba él, que pese a los adjetivos que utilizó la maga (recitasermones, besadioses), no se sintió para nada afectado. Bien sabía que los temas religiosos traían muchas disputas entre los fieles, pero a él le daba igual; Kossut era verdadero poder, y cualquiera que no lo apreciase es que estaba ciego. Él mismo podía invocar la llama sin estudiar tanta magia como un mago, así como podía renovar los males interiores, como cuando el fuego hace fértil a la tierra. Allá cada uno con lo que pensara de los dioses...

-Bueno, seguro que esto nos saca de la rutina a todos -dijo a la maga-. Y eso de ofrecer agua es ofrecer algo que está al alcance de cualquiera, salvo en situaciones extremas, como en el desierto. Es por ello que cualquier otra bebida, simbólicamente hablando, es mejor ofrenda ya que además el agua no tiene sabor... En fin, son consideraciones personales con las que no quiero aburrir, además, seguro que cualquier anfitrión en Aguas Profundas estaría de acuerdo que es mucho mejor ofrecer vino  a los invitados, que agua. Ya os divertiré con alguna explosión, más adelante, si es lo que esperáis de alguien como yo...

No quería que pensaran que era alguien extremista, puesto que en realidad aquel tema era bastante simple: que un anfitrión te ofrezca agua es algo bastante vulgar, ¿acaso no queda mejor ofrecer un buen vino a un invitado, que un insípido vaso de agua? Aunque estaba seguro de que se podían malinterpretar sus palabras; igualmente no le molestaba que pensasen que podría ofenderse por aquello del vaso de agua. 

Por otra parte estaba el motivo principal: en aquella reunión iban a averiguar todo lo referente a la pérdida de aquel aventurero en Bajomontaña. Un lugar legendario de la ciudad, que no había visitado hasta ahora. Aunque a decir verdad, ya varias personas con anterioridad lo habían confundido con alguien que pudiera ir a Puerto Calavera asiduamente, pero que la gente lo malinterpretase no parecía ser una novedad; el caso es que aun no había visitado dichos lugares, aunque había oído historias y rumores sobre ambos. Serían un par de visitas interesantes, donde poder predicar un poco con sus acciones: Kossut es poder, y en Bajomontaña seguro que podía hacer uso del mismo, y lucrarse de ello. 

Distraído en sus pensamientos, fue sacado de su ensueño por aquella mujer que apenas había hablado, esa tal Valeria.

-De Puerto Calim, en Cálimshan -afirmó, notando aquel gesto de escrutinio-. Espero que no tengas nada en contra de mi gente, aunque me conformo que no lo tengas en contra mía. Y respecto a mi religión... -Khemed se quedó mirando a la calavera, que parecía que tenía razón en eso de ser "más humana" que la portadora, o al menos mucho más dialogante- está más que bien elegida. Otros dioses tienen dogmas muy extraños, algunos piden que te sacrifiques por algo que no te reportará más que sufrimiento, ya sea por el bien ajeno o por la jactancia del dios. Los hay crueles, y los hay demasiado sacrificados, y no creo que me sienta identificado ni con los unos ni con los otros - dijo un tanto orgulloso de su fe, que parecía extraña para tanta gente.

Por otra parte, se fijó en el compañero que tenía a la maga; le recordaba en gran medida a los mephits que en ocasiones invocaba en su capilla. 

-Si quieres podemos ser uno más, conozco a algunas criaturas elementales, solo que son un poco más calientes -dijo en el mismo tono que se le habla a un niño-. No sé que tal te llevarás con otras criaturas elementales, pero yo diría que el aire puede complementar al fuego. Ah, y lo mismo podéis intercambiar chismorreos sobre vuestras cortes elementales.

Khemed sabía que había dicho que el aire podía complementar al fuego, y lo dijo así adrede y no a la inversa. Que una criatura más pequeña que él se declarase como "el gran Asorazoklyn" le parecía gracioso, pero a la par, normal; aquellas criaturas representaban los elementos, no era para menos. Ya probaría a invocar algún mephit de fuego a ver qué tal se lo tomaría...

 

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26/04/2014, 19:22
Ilharess de la Runa Argéntea

—¡Ah! Entonces no, ¿Qué clase de depravado iba a querer pasar la noche con una loba voraz como Calia? -se burló Elatha, con una mirada significativa a la mercenaria.

Ilharess se echó a reír. —No lo sé, pero creo que tú estás deseando averiguarlo.

Se apartó el rebelde cabello de la cara, mostrando una marca plateada en el pómulo. —Ésta es la runa. Pero no preguntes si tengo más —le guiñó un ojo, pícara.

Se encogió de hombros, y por un momento sopesó el comentario de Elatha. Bajar juntos... Ilharess presentaba un semblante desenfadado, incluso frívolo, al mundo, pero eso no quería decir que no supiese comportarse con seriedad cuando la situación lo exigía. Y, ¿qué más serio había que la elección de las personas a las que confiarías tu vida, y por las que tendrías que arriesgar la tuya propia?

—Confío en tu filo. Y sé que el arte de Valeria no es malo, aunque lo lleve con tanto secretismo. Myristar da fe de ello y yo me fío de él —dijo finalmente la maga—. De Khemed, no tengo dudas. Ya he compartido otras con él, a las duras y a las maduras. Creo que podríamos funcionar juntos, sí.

Se levantó. —Si estáis de acuerdo, vayamos pues a hablar con nuestros patrocinadores.

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26/04/2014, 20:50
Asorazoklyn

Asorazoklyn emitió un siseo que sonó extrañamente crepitante. ¿Qué se pensaba aquel humano, hablándole como si de un niño se tratase?

—Tienes razón en una cosa. El aire aviva al fuego. Si falta el aire, el fuego se extingue —el méfit le dedicó una sonrisa de afilados colmillos, negándose a admitir la primacía del fuego sobre el aire. ¿Cómo podía nadie pensar en algo así?—. No me llevo mal con los méfits de fuego. Son criaturas de temperamento ardiente, rápido. Mientras no traigas a uno de esos torpes de tierra, estará bien.

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26/04/2014, 21:39
Director

Calia y sus "lobos" salieron justo cuando Kerbal termino su exposición, pero aquella altísima mujer dedico un poco de tiempo a mirar a vuestra mesa como una leona miraría a un cachorro de mapache. Sin saber si sentir gracia o hambre. No tardaron en imitarle otra media docena de individuos dispersos, sobretodo hombres del Norte a los que no les gustaba nada combatir bajo tierra.

Otra docena de aventureros formaron dos grupos rápidamente con los lazos que crea la camaradería, Thern y Caleb se unieron a uno de ellos. Otros siete u ocho aventureros seguían sentados esperando, al parecer indecisos, y habían dos grupos mas, como el vuestro, a medio formar. Y precisamente uno de los individuos de ese grupo se acerco hacia vuestra mesa.

Conrad Blane se había creado toda una reputación como mercenario y aventurero en el Mar de la Luna, una reputación sangrienta, pero sin duda heroica en cuanto a sus gestas. Y sus conquistas. El hombre media metro ochenta bien formado y atlético, caminaba con el gesto distraído del duelista experto con unas ropas oscuras que le encajaban como un guante. Decir que su rostro, de brillante ojos negros y con una perilla que conjuntaba con su ondulado pelo de color ébano, seria quedarse corto. Y su sonrisa decía de él que lo sabia.

- Me alegra mucho verte Valeria.- Repuso el hombre mirando a la maga directamente a los ojos, y saludándoos al resto sin dejar de hacerlo.- Y a todo el resto de esta distinguida concurrencia claro.

Valeria sabia que Blane la acechaba por alguna razón, pero aun no había descubierto cual era ni se le ocurría nada que pudiese obtener de ella. Sabia que aquel hombre odiaba con todo su negro corazón a los Magos Rojos, motivo que le alejo del Mar de la Luna, y estaba segura que de no haber averiguado que dejo el grupo en malos términos se habría encarado con ella con algo mas que una sonrisa.

- ¿Estas interesada en esta pequeña "caza"?- Preguntó Blane haciendo que su sonrisa fuese todavía mas afilada. Para los hombres como Blane no habían misiones de rescate, si no presas que cobrarse quisieran ellas o no. El que estuviesen vivas o muertas no parecía afectar en lo mas mínimo sus planes.

- Da la casualidad de que tengo una cuadrilla preparada, y vamos con cierta ventaja.- Añadió con una sonrisa complacida de si mismo.- No esperaba añadir a nadie a estas alturas, pero nunca esta de mas hacer caso de las majaderías de un adivino ¿No crees? Ademas la oportunidad de trabajar contigo seria la guinda perfecta para este negocio.

- ¿Te interesa?- Pregunto el hombre con un tono que le sugería a Valeria que había algo más tras aquella pregunta.

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28/04/2014, 19:38
Ilharess de la Runa Argéntea

-Ten cuidado, Leñador, yo diría que Calia tiene hambre -rió la maga, al captar la miradita de la mujer. Y a Valeria-: ¿Y tú qué dices? ¿Te animas? Deberíamos pensar en reunir a dos más... mm podría preguntarle a Nigel el Pececillo, necesitamos un procurador en condiciones... y lo ideal sería encontrar al menos un compañero que hubiera bajado a ese laberinto al menos una vez... ¿conocéis vosotros a alguien...?

Ilharess calló cuando Blane se acercó, aunque acabó arqueando una ceja ante su descaro. Pero se encogió de hombros. Sería una lástima si perdiesen a un compañero potencial antes de empezar, pero en todo caso era decisión de Valeria. Tal vez buscara otro tipo de aventura con aquel tipo, también. Ilharess reprimió una sonrisa porque la imagen de la seria Valeria con aquel fanfarrón era demasiado increíble incluso para considerarla por mucho tiempo. Aunque nunca se sabía, a veces las modositas acababan prendadas de cada elemento…

-¿Te alegras de verme también? ¿Distinguida concurrencia? Te veo en forma, Blane. Yo diría que me alegraría más de verte si no estuvieras tratando de escamotearme a un compañero -contestó desenfadada Ilharess al saludo-. Aunque yo en tu lugar no estaría tan presurosa de tachar de majaderías al arte de un adivino de probada capacidad.

Sonrió, se encogió de hombros, y se levantó un movimiento mesurado, antes de preguntar en voz alta: -Señora Talmost, ¿podría decirnos de alguna pertenencia de su hijo fácilmente identificable? ¿Algo único, a poder ser difícil de perder…? -Y por primera vez, Ilharess habló con seriedad, conmovida por el dolor de la mujer.

 

Kerbal sostuvo a la noble dama con delicadeza y respondió por ella.

- Para los que no lo conozcáis Reuben es un varón de treinta y un años, de metro ochenta y tres de altura y sobre los 82 kilos cuando desapareció. Tienes los ojos azules oscuros y el cabello castaño claro, excepto una mecha canosa en la frente causada por un accidente hípico en su infancia. Iba vestido con una ropa útil de cuero teñido de gris con una cota de mallas de aleación arcana. Tiene dos objetos que no os debería costar identificar. El primero es un anillo de oro con el emblema de la casa grabado en diamante. Si alguien que no posea sangre Talmost se lo pone el diamante se oscurece. El segundo es su espada Galbeïla (en élfico Cortadora de Luz), una espada larga elfica cuyo filo parece ser una delgada hoja con un aspecto etéreo.