Partida Rol por web

Te encontrabas en uno de los puestos de mando de Berlín. Hoy tenias dia libre pero eras consciente de que esa noche se acaba de firmar un pacto importante, debias hacer llegar esa información vital a los puestos de mando británicos fuera como fuera.

Lo primero que vino a tu mente era hacerle llegar esa información a alguno de tus contactos franceses que podías encontrar en dos locales de la ciudad o a tu contacto britanico, una mujer que encontrarias en un pequeño local de alterne en la parte sur de la ciudad.

Fuera como fuera, primero tendrías que llegar hasta allí.

Dieter se dirigió a su casa. Era su día libre y tendría que actuar como tal. Se cambió la ropa y se puso el uniforme informal. De éste modo destacaría su rango, pero no le atosigarían pues sabrían que no estaba de servicio en ése momento.

Salió a la calle.... ¿Bar o club?

La idea rondaba su cabeza cuando pensó que lo ideal sería ir a hablar con la mujer. Ella estaba en un club de alterne, y sería más sencillo que los soldados se hicieran a la idea de que él frecuentaba esos lugares, por ser su vida solitaria y vacía de sexo y amor. Además con una mujer de ese "tipo" puede uno quedarse a solas, en completa intimidad, mientras que en los bares era sencillo que hubiesen orejas y oídos escuchando.

Así pues se dirigió hacia el local de alterne, donde esperaba encontrar a su contacto británico. Su paso era firme y constante, y cuando se cruzaba con militares siempre ofrecía una señal o levantaba el brazo a modo de saludo nazi. Odiaba las formalidades, pero era parte de su día a día.

Las calles de Berlin era especialmente oscuras durante la noche, aún así los locales estan repletos de soldados y oficiales. Himnos y banderas, el orgullo nazi, el ser una raza superior... aquello les llenaba de valor dia tras dia, noche tras noche, animándoles a seguir luchando siempre por aquello en lo que creian con firmeza.

No tardas en llegar al local de alterne, abres la puerta y entras. Cuentan con dos plantas, un bar de copas en la inferior y habitaciones en la superior, a primera vista no encuentras a tu contacto y en la panta baja quedan 3 mesas libres y algun hueco en la barra.

El oficial Leupin avanza recto hasta el local. Está acostumbrado al gran despliegue de colores rojos, blancos y negros. Muchas veces se acuerda de cuando realmente moriría por esa bandera. Ahora,... las cosas han cambiado.

Dieter entra en el local. Mira de un lado a otro, pero sólo ve soldados y algún conocido que le saludan. Es habitual verle por allí, así que nadie se sorprende. Cómo no ve a su contacto, decide sentarse en una mesa. La gente debe de pensar que Dieter tiene especial predilección por ella, asi que nadie se extraña de que él la esté buscando con la vista.

Después se dirige al camarero, le pide un "Fariseo", un cocktail del norte de Alemania, y espera sentado en una de las mesas.

El camarero se acerca a tu mesa con la copa que has pedido, y mientras la deja frente a ti te mira.

- Deseará... ¿algo más esta noche? - posiblemente queriendo saber si esta vez también querrias ver a Diana, tu contacto británico

Esperó un momento la respuesta, retirandose después.

Dieter mira al camarero con cierto recelo.

- Por ahora me tomaré la copa gracias - dice con un tono algo malhumorado. Después cuando se está retirando, añade - Si ve a Diana,... le importaría decirle que estoy aqui.

Después mira para adelante como si no hubiese dicho nada. En realidad lo de los clubs de alterne nunca le había gustado mucho a Dieter, pero a ojo público, frecuentaba mucho este. Se decía que estaba enamorado de una prostituta. A él realmente no le importaba.

Entretenido con tu bebida ves bajar en ese mismo instante a una mujer rubia, su cabello cae en cascada sobre sus hombros y su vestido rojo pasión remarca su contorno, indiscutiblemente perfecto.

La mirada de los hombres a tu alrededor se posa sobre ella, pero es a ti a quien ella sonrie y se dispone a acercarse.

Dieter mira reprobatoriamente a todo aquel soldado que fuese de un rango inferior a él. La chica era "suya", el resto ya debía de saberlo. Sin esperar a que estuviese realmente cerca, el oficial Leupin se levantó de su silla y le ofreció otra de la misma mesa a la dama.

- Señorita Diana (debí decir el apellido, pero realmente no lo sé) , le ruego se tome una copa conmigo, para empezar de una manera cordial la noche - Dieter sonreía y sabía que ella aceptaría. Si él estaba allí era únicamente porque tenía algo importante que contarle. Aunque bien es cierto que a una mujer hermosa como ella era difícil no mirarla con descaro, lascivia incluso.

Aceptó tu ofrecimiento con una sonrisa

- Buenas noches Dieter... - ella era de las pocas personas que te trataba por tu nombre, y tu, no eras capaz de impedirselo.

Te mantenia la mirada, esperando que fueras tu quien llevara la conversación adelante.

Diter tomó asiento de nuevo. Por unos instantes se dedicó a mirar a la mujer mientras bebía, poco a poco. En el fondo de sí mismo, la deseaba. Pero no podía ligarse demasiado a ella. En el caso de que alguno de los dos fuese descubierto, el otro debía de alejarse lo máximo posible. Era mejor manterner las relaciones personales, aunque fuesen únicamente sexuales, separadas de las realciones de trabajo.

- Señorita Brenner. – Dieter sonreía al otro lado del gran vaso – Es un placer que de nuevo pueda acompañarme, ¿qué le parece si le invito a algo, mantenemos una charla amena, y después le acompaño a una alcoba? Así tendriamos la noche para nosotros, de una manera más íntima.

Era obvio que él pretendía hablar con ella a ojos de ambos. El pedir inmediatamente un pcoo de intimidad, era claro síntoma. Una vez comunicado eso, ella podría hacerse la duda o aceptar de primeras, cada vez era distinto. Dieter bebió una vez más y después hizo amago de volver a levantarse para recoger una bebida para su “acompañante”.

Sonrió, era una aceptación clara, no tardariais demasiado en subir.

- Claro ¿y de que hablaremos hoy Dieter? hacia mucho que no venias a verme... más de una semana - se quejó

Algunos espectadores a vuestro alrededor te miraban con envidia despues de aquella frase, cuantos quisieran estar en tu pellejo.

Dieter mira a su acompañante. Después a su alrededor. Le gusta que la gente tenga cierta envidia de él. Los oficiales se sentirán en cierto modo intimidados, y los sub-oficiales le respetarán aún más.

Se estira en la silla, saca un cigarrillo y ofrece otro a su acompañante. Mientras lo enciende dice:

- Siento la tardanza, ningúno de los dos podemos considerar que nuestro trabajo nos deja mucho tiempo libre, ¿no es así?. - Le mira mientras da una gran bocanada de humo - ¿Cómo estás, querida? Aparte de radiante, como siempre.

Acepta tu ofrecimiento y espera a que enciendas su cigarrillo para acomodarse.

- ¿Yo? Encantada de volver a verte una vez más, como siempre...  - sonreia, pero su mirada intrigada te pedia a gritos que le dijeras que te habia llevado allí esa noche

Echándose ligeramente hacia adelante. Ofrece fuego y enciende el cigarro de la mujer. Él sabía perfectamente que ella quería estar informada de todo detalle. Se le veía en la mirada, pero aquel no era el lugar para hacerlo. Pasó un rato y Dieter se levantó, se acercó a la mujer, la besó (tenía que guardar las apariencias) y después le dijo una cosa al oído.

- Sí, hay noticias nuevas.

Después se levantó como si le hubiese dicho de subir, y dejando que ella pasase primero, se encaminó a los pisos superiores.

La mujer se levantó y paso frente a ti contoneandose, tan irresistible como siempre. A nadie se le pasaria por la cabeza otra cosa que no fuera que ibas a disfrutar de su cuerpo esa noche como lo habias hecho en noches anteriores.

Su sonrisa levantaba pasiones. Subió escaleras arriba hasta llegar a su habitación, abrió la puerta y pasó dejandola abierta.

Dieter siguió con la mirada a la mujer. Ella sonreía mientras subía. No sólo era una mujer lista, sino que además era una gran actriz. Él miró a algunos soldados con burla, y puso gesto serio después para subir detrás de ella.

Al pasar del umbral de la puerta, cerró trás de sí, sonó el cerrojo de la habitación. Después se aseguró de que todo estaba bien seguro y que podían hablar. Mientras se movía buscando por toda la habitación algún dispositivo, micrófono o cámara iba diciendo, sin mirar a la mujer.

- Bueno querida, llevo mucho tiempo esperando pasar un rato a solas contigo. Puede ser que te haya aumentado un poco el trasero - se giró para hacer una mueca, como de que sólo era una broma. Después continuó - ¡Ah!, no te enfades querida, tan sólo era una broma. Sigues igual de radiante que siempre. Estas magnífica. 

No parecia ofendida, incluso dirias que le habia parecido gracioso, esta vez conseguiste robarle una sonrisa sincera

- ¿Que hay de nuevo Dieter? - acercandose a ti

Como era de esperar no encontraste ningun dispositivo de grabación en su habitación

Ahora ya estaba más tranquilo.

- Sabes que esto no lo hago por que dude de tí - si fuese así, no estaría aqui. - Pero no me fío de ellos.

Acercándose mucho la rodea con el brazo y le habla al oído.

- No digas nada. Limitate a escuchar. Ésta noche se ha firmado un pacto muy importante. No sé realmente mucho de él. Tengo entendido que entre los asistentes había representación de los fascistas italianos. Se creía que el mismo Mussolini iba a asistir. Así mismo, creo que los japoneses también están enterados y puede ser que finalmente se unan. Creo que ésto significa el principio de una Gran Guerra. Es necesario que envies ésta información a Inglaterra lo antes posible. Es importantísimo.

Se alejó unos pasos de ella, andando hacia atrás. Y mientras decía.

- Desde luego, sabes como excitar a un hombre, querida.

Después se sienta en el camastro y comienza a botar un poco. Le divierte mucho la situación de andar escondiéndose. Hace que la cama chirríe y haga ruidos extraños. Después mira a su acompañante, y le hace un gesto para que se siente a su lado. Le mira con una sonrisa muy abierta. Podría ser un oficial, pero desde luego... se comportaba a veces como un niño.

Nego con la cabeza cuando te vio dando saltitos en la cama

- Muchos hombres han pagado por pasar la noche conmigo pero... creo que a ninguno se le ocurrian las cosas que se te ocurren a ti

Se acerco y se sentó a tu lado

- Cuenta con ello - en un débil susurro

 - Oh, querida - susurra Dieter mientras se estira - bien sabemos los dos, que no sería para mí desagradable poder tener otro tipo de relación con una mujer de tu clase y belleza. Sin embargo, dejemos las cosas en un ámbito... laboral.

Le mira a los ojos y claramente le mira con deseo. Sin embargo, es un soldado, y como buen soldado cree poder resistir a las tentaciones.

- Esperemos un rato para no llamar la atención - sonríe - además, no quiero que me tilden de ser un hombre de poco aguante.

Saca un nuevo cigarrillo y se lo enciende mientras se recuesta un poco. Después, le ofrece uno a ella. Con el cigarro en la boca, y hablando por la comisura del labio termina

- Esto es una basura, algún día tendré que dejarlo.