Partida Rol por web

La quietud reina sobre la playa. El sol del mediodía ilumina cálidamente la arena y el viento es apenas una suave brisa. Sólo puede oírse el murmullo de las olas que vienen y van. Los ecos de la tormenta han quedado atrás. Era como si nada hubiera pasado. Esas súbitas nubes grises y esa oscuridad que lo cubría todo, esa gran sombra...habían quedado en el pasado y ahora todo está en paz bajo el cielo del mediodía. 

Disperso por la arena están los restos de uno de los botes salvavidas de la Emperatriz de Caledonia y aquellos cuerpos mojados inertes son la única prueba de que realmente había pasado, la tempestad se ha llevado a la Emperatriz. Los sobrevivientes yacen cerca de la orilla, con el agua salobre y fría mojando sus piernas y torsos. Sus ropas están empapadas.

Me levante el primero con la boca salada y los huesos doloridos, había tenido suerte de encontrar un bote lleno de gente que parecía controlar la situación, pero esa suerte cambio al naufragar.

Intente ponerme de pie y resbale comiendo arena como consecuencia.
-Burdppl, joder que asco... Maldita sea.

AL segundo intento ya estaba de pie, algo cansado y magullado pero de una pieza, instintivamente me lleve la mano al bolsillo interior buscando mi propia agua salada.

¿Pero que demonios?... Vivo... Estoy vivo.

Ese y no otro es el primer concepto abstracto que mi mente alcanza a formar al abrir los ojos mientras mi boca busca desesperadamente una bocanada de aire.

De alguna manera que no puedo acertar a comprender he conseguido sobrevivir a la tormenta. Por un momento pensé que no lo lograría: Aquellas olas eran tan inmensas y azotaban el casco con tal intensidad que creo que bien pude haber sido el único en darme cuenta de que la integridad del casco no iba a aguantar la tormenta.

No recuerdo haber tenido miedo a la muerte... Al menos no en ese instante. Hubiera podido entregarme al frenesí de Poseidón sabedor de que tras su nombre seguramente se encontraría la presencia en la antigudad de algún Arqueo. Es fácil asumir el concepto de la inexistencia cuando no tienes Dioses a los que rezar, ni mayores verdades que aquellas que sabes que no puedes compartir.

Parpadeo con el calor del sol dándome en la cara. La barba perlada de sal y mis ropas pesan demasiado. Estoy empapado y algo en mi interior me indica que debo de encontrar la forma de mantenerme seco antes de que la humedad cale en mis pulmones. Estoy en una playa... y no estoy solo.

Me incorporo mareado y vomito agua salada que encharca ligeramente mis pulmones frente a mi hay un hombre que tiene más aspecto de haber sido polizón en el Emperatriz, que un superviviente. Pero a saber el aspecto que tendré yo.

Lo veo tocarse el pecho y rebuscar entre sus bolsillos mientras masculla como un loco; todavía no es consciente de que estoy despierto y lo observo. No sé que busca pero su primer instinto no es comprobar el estado de los demás, ni ayudar a nadie.

Sé por lo tanto lo que debo hacer...

Me incorporo y comienzo a revisar el estado de mis compañeros. No soy médico por más que sí sea Doctor, pero uno no pasa los años de trabajo entre agunas de las eminencias más prometedoras del Imperio de Su Majestad sin aprender algunos conceptos útiles sobre medicina...

-Señores, señores... Vamos señores despierten. Incorpórense por el amor de Dios. Tienen Ustedes que respirar. Estamos vivos, y no podemos darnos el lujo de haber sobrevivido a una tormenta y un naufragio para morir por una pulmonía...- musito para todo aquel que pueda ayudarle a recobrar la consciencia y situarse.

¿Pero donde demonios hemos ido a parar?... me pregunto sin cesar.

-Una... y dos. Son pocas pero están enteras eso es bueno.-Repasaba mentalmente antes de sacar uno de aquellos dos objetos.

Mi vieja petaca con el símbolo de la unión, estaba de una pieza, resistente y repleta de aquel licor embriagador. Sin poder resistirme, desenrosque su cabeza con un par de movimientos rítmicos, olfatee su contenido y comprobé su peso antes de dar un largo y cálido trago a esa amante de metal.

El agua rusa bajo de la garganta directo al hígado, un hígado maltratado pero que no sabia quejarse y tras un ligero escalofrió, por fin supe que estaba vivo, aquella sensación era real y no imaginada y ademas no estaba solo, una voz detrás de mi me alerto de que empezaban a despertarse.

Guarde mi secreto mientras me daba la vuelta y observaba la espalda de aquel hombre, curioso se parecía a Dan, pero no podía ser el.

-¿Necesita ayuda, amigo?-Pregunte finalmente dando un paso para estar cara a cara con aquel naufrago

Rowan se incorpora lentamente.

¿que? ¿que ha ocurrido?

Parpadeo y abro lentamente los ojos, intentando encontrar con la mirada el origen de las voces que me habían rescatado de un profundo sueño segundos antes, pero soy incapaz de enfocar mi visión. El sabor de la sal marina en mi boca me provoca náusas y el lacerante dolor en el hombro es atroz... Poco a poco tomo conciencia de mi situación, los contornos de la playa, el mar y los otros náufragos se vuelven más definidos.

-Pienso demandar a esa maldita compañía de cruceros -murmuro para mí mientras me incorporo con una mueca de dolor. Cuando un hombrecillo de aspecto académico se acerca para examinarme me sobresalto, pero el dolor de la luxación me impide protestar.

- Y bien, caballeros, ¿alguno tiene idea de dónde hemos ido a parar?

Observo a la hermosa mujer tendida sobre la arena y la escucho murmurar sobre una posible demanda...

Un pensamiento algo frívolo en esta situación. Tendremos suerte si conseguimos salir de esta como para pensar en interponer acciones legales. En cualquier caso cada cual expresa sus frustraciones como puede.

Observo su quejido al tratar de incorporarse. Tiene el hombro seriamente magullado, probablemente producto de algún golpe o caída accidental durante la tormenta en el barco. Es un milagro que no se ahogase en mitad de todo lo ocurrido.

-No se mueva señorita, creo que tiene el hombro luxado...- digo quitándome la camisa con galantería para fabricar un improvisado cabestrillo. -Sí, se le ha desencajado el hombro. Habría que reducir la luxación para volver a encajarlo antes de que comience la rigidez o el dolor irá a peor, pero no sé si podría causarle un daño mayor. No soy un experto...- digo meditando si debería o no intentar una maniobra de rotación. Sin duda sería doloroso pero de no hacerlo la lesión podría empeorar.

La mujer me mira a mi y a otro hombre con aspecto de académico que también ha comenzado a recobrar el conocimiento.

¿Qué ha ocurrido? ¿Dónde estamos? Qué preguntas... Tengo que intentar carlmarlos de alguna manera.

-Hubo una tormenta y el barco no aguantó. Se hundió y apenas conseguimos escapar en un bote salvavidas- informo a los demás mientras hago un esfuerzo para superar la conmoción inicial y recordar los hechos. -Es obvio que perdimos la conciencia poco después y las corrientes y la marea nos han atraído hasta esta playa. No sé todavía donde estamos, necesitaría poder ver las estrellas para orientarme y calcular trigonométricamente nuestra posición aproximada... - pienso en voz alta mientras alzo la mirada hacia el cielo y el brillo del sol me ciega levemente los ojos.

-Aunque puede que eso poco importe. Debemos centrarnos y atender a los demás. El dónde no puede ser más importante ahora que el cómo- digo tratando de apaciguar a la gente que parece visiblemente nerviosa.

Rowan se coloca las gafas, uno de cuyos cristales esta roto.

- ¿Se encuentra bien señorita? No tengo la menor idea de donde estamos ... ¿Y uds? -dirigiendose a los dos supervivientes que se han incorporado-.

¿trigoqué? - murmuro todavía aturdida - bueno, no importa. Le agradezco sus atenciones. Es usted , muy amable... 

Miro alrededor con el brazo en cabestrillo y el dolor apaciguado. Busco mi equipaje por la playa con la mirada, sin mucha esperanza. Me siento en la arena y observo el oleaje tranquilamente.

- Bueno, ¿cúanto creen que tardarán en rescatarnos? ¿Muchas horas todavía?. Espero que no. Sería horrible tener que pasar la noche al raso en este lugar abandonado de la mano de dios...

-Trigonometrizar... Se trata de una operación bastante sencilla. Si uno posee coordenadas y referencias en el espacio, se puede calcular la posición de uno mismo con respecto a todo lo demás. Entiendo de esas cosas, soy matemático- hago saber con calmada y estudiada paciencia pedagógica antes de continuar... -Pero para ello necesitaré ver las estrellas; ya desde tiempos inmemoriales los primeros sabios aprendieron a guiarse y a construir instrumentos de medición mediante la posición de los astros en el cielo en diferentes épocas. Cuando llegue la noche imagino que podré decirles algo más...-

Permanezco callado unos instantes meditando hasta que punto es inteligente y práctico responder a la siguiente pregunta sobre nuestro rescate... Hasta que tomo una decisión basada en la lógica y en el mal menor.

-No es fácil decir cuando podrían venir a sacarnos de aquí... Es una pregunta que depende de muchos factores. Si el Capitán tuvo tiempo de lanzar una señal de socorro, y si la tormenta no impidió que esa señal llegara a alguna otra embarcación cercana, que también tendría que estar en el momento y lugar adecuados... En definitiva, en el mejor de los casos tendrían una idea aproximada de dónde se perdió La Emperatriz, pero partiendo desde ese punto no sabrán exáctamente donde buscarnos a no ser que cuenten con un matemático como yo mismo, capaz de plantear un modelo de los movimientos de las corrientes y... Bueno, en el peor de los casos puede que ni siquiera sepan que el accidente ha tenido lugar... -callo durante unos instantes y concluyo -Podrían pasar días, semanas o incluso... -digo dudando y reacciono mordiéndome la lengua y cambiando mis palabras en el último segundo -Podría pasar bastante tiempo hasta que nos rescaten, esa es la verdad-

Observo el estupor en los rostros de mis dos compañeros de naufragio mientras pienso que he sido moderadamente optimista. La posibilidad de que nunca consigan encontrarnos es una hipótesis que según mis cálculos tiene muchas probabilidades de acercarse al escenario real de lo que nos espera...

-Vamos, vamos, no se aflijan -intento animarles -A fin de cuentas la vida de un ser humano no es más que el producto de un accidente evolutivo sin mayor trascendencia para el resto del universo- rio mi propio chiste que dudo sabrán comprender en toda su profundidad...

-Por cierto, me llamo Ezequiel... Doctor Ezequiel Brush, y no miento si digo que hubiera sido más placentero conocerles en otras circunstancias menos... excepcionales- finalizo con una sonrisa.

-Cuanto habla este hombre.-Fue en lo único que pude pensar mientras sus palabras entraban por la derecha y salían por la izquierda. Y como ya sucedía a lo largo de mi vida, ignoraron mi presencia, y ¿Quien quiere hablar con un andrajoso? Era de esperar que esos hombres pensaran que son mejores que yo y ni siquiera se dignen a hablarme a pesar de ser todos náufragos.

Sin volver a intentarlo, mejor ser ignorado que golpeado, recogí los otros dos cuerpos que aun estaban inconscientes en la arena, con los pies a remojo. Empuje de ambos agarrando sus hombros, arrastrándolos un par de metros fuera de ese agua salada y para nada sabrosa, y los puse de costado, por si sus pulmones aun tenían agua que expulsar. No me apetecía hacer de enterrador, pues de seguro que para eso querrían usarme la gente con mejor suerte que yo, bueno al menos mejor suerte, hasta habernos reunido.

Una vez terminado el trabajo estire mi espalda y me deshice de la gabardina, estaba empapada y necesitaba secarla. Dejando mi frágil cuerpo liberado del peso de mi guardahombros, me gire para mirar al resto con la mano derecha a modo de bisera.

-No se ustedes, pero yo quiero saber donde estoy y con eso me refiero a esta isla.-Eche un vistazo a esos dos hombres que acababa de arrastrar.-No puedo hacer mucho mas por ellos.-¿Alguien desea acompañarme?

Soy Rowan Kolowanski. ¿esos dos estan muertos?

Señalo temeroso a los cuerpos que ha arrastrado Charlie.

-Cof!, Cof!.... Puaghhh! -Vomito algo de agua salada después de toser estrepitósamente, poco a poco voy abriendo los ojos, la luz de el sol me ciega por unos momentos, mientras intento reponerme, apoyando con mucho esfuerzo los brazos en la cálida arena, permanezco sentado unos segundos con la cabeza gacha...

-Que?.... que sucedió aquí?- Respiro con algo de dificultad, realmente aún no asimilo lo que en realidad sucede... después de varios segundos levanto la vista y observo el panorama... una playa... restos de un naufragio... varios cuerpos y algunas personas que se mueven... todo pasa como en cámara lenta... que había sucedido? nada estaba claro en mi mente... derepente, como si de un choque electrico se tratara, reacciono bruscamente, con pánico en mis ojos me doy vueltas y giro sobre mi eje observando todos a mi alrededor.

-Margareth!!!, Margareth!! donde estás!! -avanzo con las pocas fuerzas que me quedan buscando entre los cuerpos que más cercanos tenga alguna señal de mi prometida.

Miro, con cierta aprensión, al hombre delgado y andrajoso que acaba de proponer que le acompañemos a dar una vuelta.

- ¿Lo cree prudente?, ¿no deberíamos quedarnos en la playa para hacer señales al barco de rescate cuando llegue?

Después me dirijo al hombre apocado que se acaba de presentar.

-Encantada de conocerle Sr.Kolowanski, supongó que sabrá quien soy... - espero lo que considero una pausa educada y continúo - Ana Vixen, seguro que habrá visto alguna de mis películas....

Me interrumpo al ver al recién despertado buscando a su prometida. No puedo evitar sentir cierta compasión por él.

La vasta playa se extiende hacia amos lados y se pierde allí hasta donde alcanza la visión. La arena de la playa des contenida por una densa jungla situada a unos cuatrocientos metros de la orilla. No puede oirse sonido alguno, salvo las voces de los únicos seres vivos que hay en la arena. La mar está clara y calma y se pierde en el horizonte donde se une la línea del mar con la del cielo.

Observo la playa a mis pies, partícula a partícula formando un ente creado por la magia de la sedimentacion y el tiempo, y después alzo la vista hacia el ciello allí donde se funde con el mar. En ese momento siento una sensación de paz, quizás porque después de haber sobrevivido a una guerra, y no haber caído en la locura al conocer la verdad que se oculta tras lo aparentemente natural, la idea de estar desamparado no me resulta desconocida.

Escucho las palabras del indigente que despojado de sus ropas parece todavía más indefenso que antes aunque pretenda armarse de valor. Puede que tenga más miedo de nosotros que nosotros de él.

-No, no sería nada prudente, y yo que usted no me adentraría en la selva y menos sólo... Ya no por las señales para que un posible rescate pueda localizarnos a distancia, eso puede arreglarse con una buena hoguera tratando de mantenerla encendida si es que conseguimos hacer fuego, sino porque no sería la primera vez que alguna de estas islas se descubre habitada. Piensen que la mayoría de las pequeñas islas de esta zona del mundo ni siquiera se han considerado dignas para ser cartografiadas; en ellas a veces se han descubierto tribus que nunca han visto a un hombre blanco. Y no siempre los encuentros han sido... agradables. Tendremos oportunidad de explorar y saber donde estamos porque necesitaremos refugio y madera para hacer fuego, piedras para crear un mensaje que pueda ser visto desde el cielo, comida... No quisiera ofenderle, ni menospreciarle, pero tampoco me apetecería ver su cabeza reducida y adornando la choza de nadie. ¿Sería mucho pedir que tuviera algo de paciencia? Ni siquiera nos ha dicho cual es su nombre...-

Acto seguido el hombre que se identifica como Kowalsky pregunta por el estado de salud de otros dos miembros del bote que todavía parecen inconscientes hasta que uno de ellos se incorpora con gran escándalo y tras vomitar el contenido líquido de sus pulmones comienza a buscar frenéticamente a una tal Margareth...

Suspiro al escuchar la respuesta de la hermosa mujer que se autodenomina actriz. El cine no es una de mis pasiones aunque como en tantas otras cosas he aprendido a fingir a la hora de vivir en sociedad. A las damas les gusta el llamado séptimo arte, por más que para mi el auténtico arte resida no en lo que puede crear el hombre, sino en los misterios que encierra la misma creación de la cual el hombre forma parte... Y ese sentimiento hace que me vuelva de nuevo hacia el reién despertado.

Me acerco al desesperado hombre que busca con la mirada a alguien que seguramente fue importante para él y que ahora yace en el lecho del mar, devorada por peces, crustáceos y Dios sabe que más. Coloco mi mano sobre su hombro.

-Lo siento caballero, naufragamos, el Emperatriz se ha perdido para siempre y sólo algunos pudimos abandonar el barco a tiempo antes de que... me temo que Margareth no lo consiguió. Lo siento mucho, respire hondo, desahóguese...- digo con suavidad, sabedor del efecto que van a producir mis palabras en él, pero alguien tiene que decírselo.

Ojalá la gente fuera menos complicada para mi de lo que resulta tratar con los misterios del universo y las ecuaciones sagradas que conservan contenida en ellas toda la sabiduría de la creación...

- Si Srta. Vixen, creo que coincidimos en uno de sus estrenos. Algunos productores son amigos míos y ... disculpe.

Se interrumpe viendo el drama que sucede entre el superviviente y su desaparecida Margaret y se aleja vbuscando por la playa cualquier cosa útil (incluyendo el bote), evitando que los cuerpos vuelvan al agua ... y dando un poco de intimidad al desgraciado enamorado.

A medida que salgo del shock inicial voy tomando conciencia tanto de nuestra situación como de mi estado. Mi largo vestido ha sufrido diversas rasgaduras y roturas severas. Sólo un tirante sostiene lo que queda del maltrecho diseño original de Travis Banton que llevé en "el confesor y la puritana".

"Me iba pequeño", me digo para no pensar en los mil pavos que cuesta un Banton hoy en día... Es entonces cuando reparo en que el escote se ha rasgado revelando parcialmente mis turgentes senos, mientras que la parte inferior del vestido se ha convertido en una serie de tiras que apenas alcanzan a esconder mis muslos y mis largas piernas de vedette. Imagino que los hombres que me rodean están demasiado consternados, preocupados o incluso conmocionados para advertir mi semidesnudez, pero me dispongo rápidamente a buscar mi equipaje por la playa con la esperanza de encontrar algo más digno que ponerme.

Una vez mas aquel hombre me aturulla con razones y escusas y como hacia con mi mujer solo repito su ultima palabra, para aparentar que le escucho.-Mi Nombre...-Un segundo después comprendo que pretende.-Me llamo Charlie Allred, Doc.-Ellos ni tienen por que saberlo...-Y soy carpintero y para mi desgracia no debí de coger este trabajo.

-Y me parece adecuado que quiera hacer un fuego... pero sin yesca y un mechero seco ya me dirá como, esa madera esta mas que mojada y no creo que la señorita tenga cerilla alguna.-Observe por primera vez su figura.-Ademas las costas por la noche son frías y quien sabe, tal vez donde usted a visto caníbales y negros sin corazón, haya gente hospitalaria o que se yo tal vez un hotel de 7 estrellas.-Aunque con mi suerte lo dudo-Pero no lo sabremos hasta que empecemos a buscar-Una brisa fría me calo los huesos y un escalofrió se apodero de mi, casi dejo caer mi gabardina.

-Aunque en parte tiene razón, aun quedan horas de luz, lo primero sera secar estas ropas ¿Y hacer inventario de lo que queda de nuestra anterior vida verdad?-Intente esbozar una sonrisa tranquilizadora, pero sin éxito, hacia demasiado tiempo que no sonreía y ese no era buen momento.

Dejando escapar un leve suspiro, me acerque a uno de los tablones, el mas largo que encontré y lo clave en la arena para dejar en ella mi Gabardina, con un poco de suerte este viento, mitad cálido, mitad frio, secara pronto la ropa.

Detras de ella, mientras la brisa la mecía, observe que aun había un hombre que continuaba sin abrir los ojos, tal vez al final, si tendría que hacer de enterrador después de todo.

-Margareth!!! .... Margareth!!- Continúo mi búsqueda, intentando preservar algún ápice de esperanza... sin embargo ella no se encontraba en ese lugar, finalmente caigo de rodillas en la playa y mantengo mi vista fija hacia el oceano, intentando recordar a mi amada, donde estaría en estos momentos?... una lágrima rueda por una de mis mejillas, sin embargo me mantengo en aparente calma, después de comprender de a poco en la situación que me encontraba.

Siento una mano en mi hombro, no me inmuto ante eso... pero al escuchar las palabras de aquel desconocido mencionar "Creo que no lo logró", retiro su mano de mi hombro con sutileza, pongo mi mano en el cinturón y me percato que aún tengo mi estuche, tomo los lentes y me los pongo... mis manos tiemblan un poco, quizás por mi debilidad física actual... quizás por la cantidad de sentimientos y sensaciones que me invadían... sea cual fuere la razón, finalmente logro colocarme mis lentes, observo a el hombre a mi lado, no pronuncio palabra alguna y avanzo un par de pasos mirando esta vez nuevamente el panorama, los vestigios de el naufragio y los sobrevivientes... nuevamente mi mirada se posa en ese hombre que intentaba hacerme entrar en razón.

-No debemos ser los únicos sobrevivientes, tienen que haber más como nosotros, no quiero perder la esperanza... Sé que Margareth haría lo que fuera por mantener siempre esa esperanza...- Mis palabras se entrecortan un poco al mencionar a mi prometida, hago unos segundos de silencio y retomo el dialogo -Así que por ahora debemos sobrevivir y para eso necesitamos mantenernos unidos... -Era notorio el remarcado acento Británico en la que pronunciaba las palabras -Por cierto, mi nombre es Walter Bedford...-Finalizo diciendo esto, mientras me muevo por la playa acercandome a los demás y buscando cosas entre los escombros que puedan ser de alguna utilidad.