Partida Rol por web

Los supervivientes se ven envuelto en la niebla y la oscuridad. Tienen la sensación de que se han perdido y confían plenamente en la habilidad del forense para guiarlos hacia el avión. El frío hace mella y penetra en sus cuerpos. La angustia va acechando en lo más profundo de sus almas. ¿Podrían encontrar el campamento? ¿o morirían dando vueltas en la mitad de la noche? Al menos tienen comida.

La noche va envolviéndolos con su hábito oscuro. Los otros supervivientes no llegan. Se preguntan con angustia si volverían a verlos. El hambre atenaza sus entrañas, pero por lo menos están resguardados de la niebla y el frío.

- Me alegro de que estemos todos juntos, parece que la noche se ha complicado, he oído algo y se acerca poco a poco. No puedo ver más allá de dos metros de la entrada del avión. 

Tengo que intentar calmarme, y estar preparado para lo que pueda surgir de la  oscuridad. Dudo que sea el resto del grupo, si yo fuera ellos hubiera buscado algún sitio para pasar la noche.

- Señorita Vixen, podría buscar dentro del avión si existe alguna fuente de luz posible, ya sea una linterna, o unas cerillas, o en mal menor (al llegar vi que había) una bengala. Necesitamos saber que se acerca a nosotros.

- ¡Maldita sea! ¡Me estoy quedando helado!

Yo también. Digo a Rowan.

El camino se hace largo y pesado, completamente helados por el frío. Despues de casi una hora llegamos al avión completamente desesperados y con el cerdo a cuestas.

El sonido a pasos se intensificó se podían oír jadeos y sonido de respiración, la bengala surcó el cielo y un haz rojizo iluminó las tinieblas envolventes aportando un poco de luz difusa a los alrededores del campamento. Un cántico se pudo oír en la lejanía, la fría brisa traía su rumor dándole un aspecto siniestro, fantasmal. El ruido de una rama al quebrarse reverberó y alertó a los supervivientes que se tensaron. La niebla lo envolvía todo. Unas figuras distorsionadas aparecieron ante el avión y se dirigían hacia allí. Esperaron con la respiración contenida.

Los tres supervivientes tenían la impresión que estaban alejándose. John trataba de reflejar tranquilidad pero era consciente que andaba a ciegas. Sus dos compañeros se temían lo peor. La niebla se había intensificado y todo era oscuridad. La humedad se pegaba a sus cuerpos y el frío los atenazaba con un halo de malignidad. Se temían lo peor y John comenzó a dudar. Había realizado muchas excursiones en el pasado pero aquello era diferente, estaba oscuro y todos los árboles parecía iguales. Entonces señaló un árbol retorcido con la linterna, ese era un árbol peculiar, creía haberlo visto a unos veinte pasos del campamento, estaban cerca. Entonces la luz se hizo parecía una bengala que surcaba el cielo. John localizó su origen y se dirigió a paso ligero hacia allí.