Partida Rol por web

Los dos marines te conducen por los pasillos de la nave, antiguos y claustrofóbicos, en dirección hacia lo que será tu nuevo hogar. Las manecillas de las puertas son enormes ruedas que deben girarse antes de abrirse las portezuelas. El interior de tu camarote es amplio y cómodo, con el espacio necesario para instalar lo que haga falta. Los guardias te dejan allí después de cerrar.

-Gaius, al fin solos -dice tu ángel rubio- ¿Has pensado ya en cómo vas a explicarles a toda esta buena gente que no tienes ni idea de construir un detector de Cylons?

La mujer que solo él podía ver le decía lo que ya sabía. Aunque, como era costumbre, con un tono pesimista y derrotista que solo ella sabía hacer para que se sintiera mal. Un sentimiento de culpa con forma humana, hasta ese punto estaba loco Gaius. Al menos, había cogido una forma atractiva.

-¿Te... te crees que no lo sé? Pero tengo que hacer algo. Me he comprado unos días pero querrán respuestas tarde o temprano. Y claro, volveremos a la casilla 0 pero peor, cuando me pregunten como supe lo de Doral.

Sin duda estaba haciendo lo que "ella" quería. Torturándose.

-Supongo que no puedo contar con tu ayuda...- hizo una pausa y suspiró, hablando para sí mismo- Es ridículo, no tiene sentido, como si un sentimiento de culpa pudiera servir de alguna ayuda.

-¿Culpa? ¿Culpa, tú? Gaius, en toda tu vida dudo que ese sentimiento haya pasado por esa cabecita tuya. Piensa, la respuesta para el detector está ahí mismo -te tocaba la frente con la punta del dedo-. Eres un genio ¿no? Pues empieza a demostrarlo.

La mujer que solo él veía insistía en que era un ser desalmado que no se preocupaba por los muertos. No era cierto, él amaba la vida por delante de todas las cosas. Lo que pasaba a veces es que amaba su vida propia por delante de la del resto. Pero eran dos cosas distintas.

-Por mucho que lo digas no voy a caer en tu juego. No quise matar a nadie, y me siento- aunque le costaba decirlo- responsable. Tengo mis sentimientos, TENGO MIS SENTIMIENTOS- gritó y golpeó la mesa mientras lo hacía.

Pero discutir con alguien que ni existía no servía de nada, y debía pensar en qué hacer, o al menos en escurrir el bulto.

-Lo que le conté a Tigh y en la reunión eran milongas- dijo esta vez para su yo interior, el que no tenía un escote de vértigo- pero quizá haya algo de provecho por donde empezar. Quizá la espectrometría es una opción- aunque no sabía como usarla- y la radiación pueda ser la clave.

Hincaba los codos en la mesa, como esperando que así se le ocurriera algo. para colmo, sabía que no solo debía luchar con el cáos de su mente, si no también con cierto ser que no dudaría en hacer que perdiera la concentración cada vez que estuviera cerca.

-Quizá deba empezar haciendo una lista de máquinas o utensilios de análisis  antes de empezar a teorizar- dijo, otra vez, para sus adentros.

-Es posible que en esa estación haya equipo que pueda servirte. Incluso personal que pueda ayudarte. Quien sabe, tal vez una joven asistente dispuesta a trabajar para el gran Gaius Baltar. Eso te gustaría ¿verdad, Gaius?

La voz sensual se reía de él, pero por unos segundos fantaseó sobre la idea de una asistenta. Y es que a Gaius le perdían las mujeres y no había estado con ninguna hembra, ninguna real al menos, desde el holocausto. Y una semana era un récord para él.

Pero no podía pensar en eso. Aparentemente, no podía pensar en nada, pues no se le courría como hacer el detector, por vueltas que le diera. Quizá debería estar encerrado hasta que se le ocurriera algo. O quizá dar un paseo. A veces daba paseos en Cáprica, cuando se le resistía alguna fórmula, pero allí había aire que le despejara las ideas. Aquí solo había metal.

-Quizá deba familiarizarme un poco con este sitio antes de seguir dándole vueltas al asunto. Me pregunto si este sitio tendrá alguna cantina o bar donde pueda relajarme- así era Gaius, apenas había estado unas horas trabajando, o al menos intentando hacerlo, y ya pensaba en descansar- No me esperes levantada- dijo con sorna a su novia virtual. Aunque en realidad, no pensaba estar mucho tiempo fuera. No quería perder demasiado tiempo sin hacer nada, o al final se echarían encima suyo, pero tampoco le gustaba estar encerrado en el laboratorio dándole vueltas a algo que de momento no tenía ni idea. Aunque, tarde o temprano, tendría que hacerlo.

Regresas al laboratorio un poco decepcionado de no haber podido confraternizar más con esa piloto morena tan atractiva. En él te encuentras a tu rubia acompañante, mirándote desde tu silla con un mohín travieso.

-Gaius, en el hangar te espera una sorpresa. Ya han llegado de la estación ¿A que no sabes qué han traído? 

Iba a probar la suerte que no tuvo en la cantina concentrándose para pensar en algo que le ayudara a descubrir a los cylons cuando la siempre poco delicada rubia que solo él podía ver le dijo que fuera al hangar. ¿Una sorpresa? ¿A qué se refería?

-No sé qué pretendes, pero, ¿quieres hacerme perder el tiempo para que no investigue? Iré, pero no sé ni por qué lo hago.

La mujer frente a él era imaginaria, un delirio tortuoso de su mente causado por la culpa de haber participado en el holocausto. Pero no podía saber nada que él no supiera ya, a menos que se le hubiera escapado algo.

Una vez en el laboratorio escuchó el discurso de la Presidenta. Un discurso que no dejaría a nadie indiferente. Al propio Gaius, al que le interesaba bien poco la política, las palabras de la presidenta le sonaron exacerbadas y radicales. Seguramente tendría problemas con mucha gente aboliendo las 12 colonias y quedando ella y los militares al mando de todo.

No obstante, las preocupaciones de Gaius eran otras.

-¿Quién coño era esa del hangar? ¿qué planeáis?- dijo Gaius, muy enfadado, a lo que hasta ahora creía su subconsciente, pero a la que ahora hablaba como si fuera alguien independiente a él.

Pero no podía ser una manifestación de su personalidad, le había avisado de una sorpresa que hallaría en el hangar. Y menuda sorpresa. Al principio ella le dijo con voz seductora pero hiriente que no era una ilusión suya, si no un chip en su cabeza*. Gaius creía que era un pretexto de sí mismo para pensar que no se estaba volviendo loco. Ahora no estaba tan seguro.

-¿Cómo sabías eso? ¿No eres mi mente enferma culpabilizándome?- dijo, esta vez, confundido.

Planteó las preguntas sin saber si realmente aparecería. Solía aparecer y desaparecer cuando más le convenía.

-¿Qué quien era? ¿A ti que te parece? Pues una de nosotros, de los nuestros. Ella no es la única cylon que se esconde en la flota. Y la presidenta quiere visitar todas las naves en una especie de campaña electoral. Eso podría ser peligroso ¿no crees?

En ese momento la puerta se abre y aparece un oficial que te mira extrañado al verte hablar con el aire. Lleva una carpeta en sus manos.

-Disculpe, doctor. Le traigo los perfiles de los científicos que rescatamos de la estación.

La rueda de prensa seguía en la radio cuando el hombre con los perfiles le hace entrega de los mismos. Los derroteros de la Presidenta seguían siendo los mismos. Miedo, guerra, blabla y no hago elecciones porque yo misma lo valgo.

-Gracias.

Cuando se va, vuelve a hablar solo. O a lo mejor no está solo y ella es algo más que su imaginación.

-La... la presidenta. Ella, ¿no será?- había aparecido casualmente en el Colonial one cuando todos los demás políticos habían muerto. Para colmo su relevancia hasta ahora había sido muy baja por lo que nadie sabría gran cosa sobre ella, y con las colonias destruidas sería muy difícil rebuscar el pasado de Roslin en caso de que alguien sospechara que no era de fiar. Podría ser la infiltrada perfecta- No me ha gustado desde el principio. Mucha sonrisa pero un carácter indomable- muy distinto al de él, fácilmente manipulable.

De hecho, aunque fuera humana, sus actos seguían sin agradar al científico. Había declarado públicamente rencor y venganza. ¿Qué le haría a él si descubría su vinculación? Le costaba creer que le harían un juicio justo si alguien como ella estaba al mando. Por suerte para Roslin,  la política no era una prioridad para Gaius.

Así que cogió los dossiers de los científicos y decidió centrarse, al menos de momento, en las mujeres jóvenes. Una de ellas sería la infiltrada, si no había más.

-Vamos a ver como te llamas- le dijo a la rubia que estaba a su lado aunque se refería a la que se había encontrado en el hangar.

-No, Gaius. La presidenta no es una cylon. Preferimos modelos femeninos más jóvenes y atractivos, así es más fácil cuando tenemos que embaucar a alguien.

Estudias el perfil de la joven. Se llama "Shelly Godfrey", de Virgon. Licenciada en la Universidad, especialista en Biología Molecular, etc, etc. Todo parecía normal. Excepto que era una cylon, claro.

Que su "compañera" dijera que Roslin no era una cylon no le hizo que dejara de pensarlo. Al fin y al cabo, tampoco le había ayudado demasiado cuando descubrió a Doral. Y aunque es cierto que cylons atractivos eran buenas espías, una infiltrada en la presidencia era también bastante atractivo.

Pero era "Shelly" quien ocupaba su mente ahora.

-La tengo que detener, sea lo que sea lo que esté haciendo.

Tenía pensado salir de su laboratorio, aunque antes revisó los demás nombres* de la lista para ver si reconocía a alguien más.

Mientras examinas los expedientes buscando más posibles cylons tocan en tu puerta. Al abrir te encuentras con un par de marines uniformados.

-Doctor Baltar. La Presidenta ruega que se reúna con ella en el Colonial One. Tenemos un Raptor preparado para usted.

Marines. ¿Por qué siempre que alguien solicitaba su presencia le mandaban alguien uniformado para escoltarle? ¿No se fiaban de él? ¿Le encargaban asuntos importantes y lo invitaban al CIC solo para que se confiara? Esta vez eran dos los marines. No le sorprendería ver a tres la siguiente vez que alguien quisiera hablar con él.

-Bien, vamos allá- dijo dispuesto a acompañar a los marines mientras cruzaba los dedos para que no fuera lo que él siempre se temía al ver a la escolta que le enviaban. 

No le gustaba ir de un lado a otro mientras la tal "Shelly" seguía suelta. Tramaba algo, lo sabía, y él quería hablar con ella antes de que la situación se agravase. Pero eso debía esperar. No quería que la presidenta creyera que la estaba esquivando. Aunque, si por él fuera, cuanto más lejos estuviera de la mujer con más poder en la flota, mejor. Más aún si las sospechas de Gaius sobre ella resultaban ser ciertas.

Regresas de nuevo a la Galáctica junto con el Comandante Adama. Una vez en el laboratorio, paseas la mirada por el lugar. Todo está en su sitio, o eso te lo parece ¿O no? ¿O sí? ¿Ha entrado alguien? ¿Estaba el ordenador colocado de esa manera? ¿Ese cajón no estaba abierto cuando te fuiste?