Partida Rol por web

Born Under a Bad Sign [+18]

II. - Once upon a time... in Deadwood

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18/10/2021, 17:22
Director

Al atardecer del siguiente día la caravana alcanza su destino original: Deadwood.

En los comienzos del siglo XIX, los Estados Unidos de Norteamérica, país al que Deadwood terminaría perteneciendo, estaba empezando a parecerse cada vez menos a un collage parcheado de pequeñas comunidades fragmentadas y cada vez más a una nación cohesionada. El Gobierno Central fue capaz de consolidar el control sobre casi la totalidad de la Costa Este, reuniendo a las 13 colonias bajo una única bandera. Aún así, los Estados Unidos carecían de seguridad, no pudiendo garantizar su integridad territorial sin una flota armada, algo que no podían ni soñar sin desarrollar y diversificar su economía. El desarrollo económico exigía expansión, así que sin ningún otro lugar al que ir, los primeros colonos americanos decidieron explorar las tierras al Oeste, deseosos de hacer suya la frontera inexplorada de América.

Sin embargo, cuando finalmente tuvieron comprensión de las tierras que tenían a su disposición, apenas pudieron comprender lo que veían: vastos campos de césped extendiéndose sin límite aparente en cada dirección. No podrían haberlo sabido en aquel momento, pero aquellas Grandes Llanuras, de unas dos mil millas de largo (3.200 kilómetros) y unas quinientas de ancho, cubrían un área de aproximadamente quinientas mil millas cuadradas. Es decir, un quince por ciento de lo que se convertiría más tarde en el territorio de Estados Unidos. Estas llanuras encapsulaban partes de lo que hoy día son Montana, las dos Dakotas, Wyoming, Nebraska, Kansas, Colorado, Oklahoma, Texas y Nuevo México.

La mayor parte de la región carece de árboles, es lisa y semiárida, con inviernos crudos y veranos muy cálidos, un bajo índice de precipitaciones y una alta humedad debido a los violentos vaivenes que sufren las temperaturas. En aquel tiempo, esto fue suficiente para denominar a estas llanuras como El Gran Desierto Americano, y aunque se puede perdonar a los peregrinos por su ignorancia, este desierto contenía algunos de los mayores y más productivos campos arables de todo el planeta. Solo que, en aquel tiempo, se consideró que aquellas llanuras eran una barrera entre los asentamientos del Este y la tierra prometida en el Oeste.

Al suroeste de Dakota del Sur estas Grandes Llanuras se erigen en un macizo montañoso que se alza miles de pies sobre la extensión de hierba y ensombrece el horizonte con una protrusión de roca cubierta por pinares de un verde oscuro. 

Las Black Hills. 

Son un oasis en el Gran Desierto Americano.

Estas colinas, que se extienden unas cien millas de largo y unas sesenta de ancho, están envueltas por dos brazos del río Cheyenne, el South Fork y la Belle Fourche, cuyos cursos de agua serpentean a través de la roca como si de tentáculos se tratase. Excavan valles a través de las colinas, y quizás por ello las ciudades que se forman en este área tienen una forma similar en longitud y anchura. Uno de estos valles, Whitewood Valley, está localizado al norte de las Black Hills, donde Deadwood se expande a lo largo de unas trescientas yardas.

Aquí es donde prosigue nuestra historia.

* * * * *

La caravana accede a la ciudad en un día bullicioso, pero no es algo que os sorprenda pues los rumores que habéis recolectado mucho antes del viaje sitúa Deadwood como un lugar peligroso. La fiebre del oro, la proximidad de numerosas minas, la ausencia de leyes y derechos y las historias sobre la calaña de hombres y mujeres que se pasean por las apenas tres calles que componen el asentamiento os hacen mirar a vuestro alrededor con cautela.

El aire arrastra un reconocible hedor a ceniza, y a cada paso que dan vuestras monturas las fosas nasales os indican la creciente proximidad de su origen, un destartalado montón de escombros de lo que parece una iglesia próxima al ayuntamiento, lo cual no está exento de cierto sarcasmo en una ciudad que presume de estar fuera de toda ley, sea esta divina o humana. Una famélica congregación parece atender a las palabras del miserable clérigo que suplica un donativo para restaurar el templo.

Cruzáis la calle principal guiados por John Lynch rumbo al otro extremo de Deadwood, donde el avezado escupidor transporta a las meretrices. Allí bajan la señorita McFarlane y compañía, despidiéndose de todos los viajantes y adentrándose en el Bella Union bajo la atenta y penetrante mirada de un tipo sombrío que, como un viejo búho, observa la escena desde el balcón en la primera planta del Gem Saloon mordisqueando un mondadientes.

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18/10/2021, 18:12
Director

Notas de juego

Os dejo bastante libertad para vuestro próximo movimiento. Vosotros decís qué hacéis, yo os voy ofreciendo opciones.

Veréis, tal y como tengo concebida esta partida, aquí pasa el tiempo. Y cuando digo que pasa el tiempo es que van pasando cosas en las que podéis, o no, estar presentes. Puede que vuestra estancia en Deadwood sea relativamente pacífica y hasta plácida. O puede que todo lo contrario.

Depende enteramente de vosotros jugar fuerte o no. En ocasiones, os buscaré las cosquillas, pero en la mayoría de los casos tengo una agenda oculta y según pasen los días y las noches, pues os encontraréis cosas inexplicables porque, seré sincero, pretendo que la historia sea abracadabrante. Ya he dejado un coletazo por ahí...

Situamos el Reloj del Fin del Mundo en Tarde 1 en Deadwood.

Iré cambiando las escenas según considere que el tiempo avanza, así que cuidado con lo que dejéis de hacer para mañana, porque quizás no podáis hacerlo xDDD

Creo que no me dejo nada, pero si tenéis dudas, al Off y allí resuelvo ^^

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19/10/2021, 21:11
Darius DeQuinn

Darius entró en Deadwood con un consumido y apagado cigarrillo colgando de sus labios. Mientras avanzaban por la calle principal, notó las miradas que se posaban en él, algo a lo que ya estaba acostumbrado. Sabía que su presencia no pasaba desapercibida y siempre había usado aquello en su provecho. Si corría la voz por los alrededores, quizá le ahorrarían el trabajo de tener que estar buscando a Roscoe Reed y aquel tuerto hijo de Satán acudiría a él libremente.

Darius pasó la apagada colilla de una a la otra comisura de sus labios con un diestro movimiento de la mandíbula. Mientras madame McFarlane y sus jóvenes descendían en el Bella Union, la mirada de Darius se posó en el curtido hombre que los miraba desde el balcón del Gem Saloon. Entonces, el jinete negro recordó las palabras de la madame. La miró mientras se marchaban.

Señorita McFarlane —le dijo antes de que desapareciera por la puerta del Bella Union—, gracias por sus indicaciones. Si me necesita, ya sabe dónde podrá encontrarme —concluyó mientras con su cabeza señalaba al Gem, antes de hacer un cortés gesto de despedida llevando la mano al ala de su sombrero.

Pareció masticar durante un rato el aire malsano y el bullicio de aquel poblado de mala muerte, en silencio, antes de dirigirse a su compañero:

Doc, quizá puede encargarse usted de encontrar un lugar en el que podamos asentarnos, mientras yo trato de encontrar trabajo por aquí. Lo primero es lo primero.

Pero, antes de espolear a su caballo para acercarse al Gem, dirigió una mirada a Maddie:

Luego nos veremos, chiquilla. Tenemos mucho que hacer, ¿verdad? Obedece a tu padre mientras tanto —le dijo con un guiño, y después se despidió de Marston con un respetuoso asentimiento de cabeza, asentimiento que finalmente hizo también al resto de compañeros de caravana, Malone, Deck, Lynch y el matrimonio escocés.

Una vez delante del Gem, se bajó de su caballo y cruzó la puerta principal con la intención de solicitar trabajo. Esos lugares siempre necesitaban los servicios de alguien que supiera patear unos cuantos traseros. Y, eh, patear los blanquitos traseros de algunos borrachos y putañeros siempre sería un placer para Darius DeQuinn.

Notas de juego

Pues Darius va directo a los brazos peludos de Al Sweareangen. Sin rodeos. A ver qué pacha.

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24/10/2021, 13:13
Danna Deck

Danna no había perdido su sentido del humor, a pesar de la herida recibida que casi la mandaba al infierno. Pero, ¿acaso no estaba ya en él? Deadwood, la ciudad de los inadaptados, de todos los que tenían un pasado que esconder o poco futuro con el que contar. Los buscavidas y desgraciados, en ese lugar, eran personas interesantes e incluso necesarias, al menos hasta que se demostrara lo contrario.

Bullicio en el lugar. ¿Cuántas personas habría? ¿Veinte? ¿Treinta quizás? Un hervidero de actividad para lo que el desierto del oeste les había ofrecido. Danna visualizó las cenizas del templo y miró a los parroquianos, luego a Malone con cierto interés. Aquel hombre no se había separado de su lado en ningún momento y lo mejor, no la había tratado como una inútil, burlándose de ella como de costumbre. Le gustaba que así fuese. Solo había una desavenencia que discutir de manera más continuada y era el tema del alcohol, desde que el maldito doctor dijo que nada de whisky, Maverick la tenía completamente castigada y en dique seco. A ver si había suerte y podía acercarse a un bar para darse un placer a expensas de su compañero. Aunque en el fondo, le encantaba que la vigilase tanto y se lo prohibiera, eso hacía su relación algo mucho más divertido.

Lynch les dejó en la calle principal, el viejo escupidor había cumplido su parte de la transacción - Ha sido un placer viajar con usted, señor - Comentó Danna de manera agradable, intentando dejar todas las puertas posibles a la comunicación con sus compañeros de viaje. Despidiéndose cordialmente de todos.

- Señor Lynch, nos veremos a la próxima - Tocó su sombrero a modo de despedida, girándose al doctor - Señor Von Heizinger, le debo mi vida. No cabe decir que si en algún momento precisa de alguien que sepa disparar o tiene algún problema, estaré encantada de posicionarme de su lado - Le tendió la mano, siendo más próxima y cordial, al fin y al cabo, aún existía gracias a él - Cuiden bien de su hija. Dios la bendiga. Les deseo prosperidad - Le comentó a la familia escocesa antes de dirigirse hacia las prostitutas - No descarto que volvamos a vernos pronto y que en algún momento tratemos negocios - Y su mirada se fijó en la madame, dándole el reconocimiento que merecía sobre su grupo - Estamos en un mundo de hombres, las mujeres siempre debemos apoyarnos entre nosotras. Si precisaran un arma, avíseme señorita McFarlane...

Tras unos instantes se dirigió a Marston, el cual estaba junto con su hija y el negro que se despedía de ella - Sí Madison, obedece a tu padre, quizás podamos algún día tomar el té juntas - Era una costumbre muy poco de su familia, pero su madre le enseñó que muchas mujeres a veces quedaban para cocinar o tomar una cálida bebida, con el fin de intercambiar recetas de cocina o consejos de cómo remendar las ropas usadas. No es que esas labores importasen a Deck, pero en el fondo le gustaba que Marston la tomase como una mujer de referencia, aunque fuese más divertido llevar a la cría a un salón de juego y darle indicaciones para despistar a los varones de alrededor. - Señor Marston... Ha sido un verdadero placer viajar con usted... Ojalá nos veamos pronto... Muy pronto.... - Remarcó antes de mirar a Darius - Es usted un coloso, señor DeQuinn. Si alguien me preguntara por usted y su actitud en el viaje, tan solo encontraría halagos de mi parte - Y eso dicho en un lugar donde el boca a boca era el mejor periódico, decía mucho de lo útil que podría ser Deck en la vida de muchos de los presentes. Ella se relacionaba con facilidad y se mostraba amable. Necesitaba amigos y ofrecía lo único que poseía, sus armas, la que usaba para disparar y su capacidad de oratoria.

Cuando hubo desbandada por Deadwood y cada uno siguió su propio camino, la muchacha se acercó a Malone para dedicarle su más amplia sonrisa y hablar en privado con él, siendo siempre sugerente cuando se le acercaba al oído.

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24/10/2021, 13:50
Danna Deck

- Ey Cowboy, es buen momento de tirarnos al ruedo. Debemos hacer tres cosas por el momento, la primera, ir al motel para asegurarnos alojamiento. Hay mucha gente en la ciudad, puede que no les queden habitaciones. Eso me recuerda, ¿tenemos como pagar? ¿o hay que ganarse el sustento?... Me gustaría acercarme al clérigo de la iglesia, si hay una congregación religiosa - Eso le recordaba a su madre - Y nos los ganamos... Pues tendremos muchos más apoyos y facilidades en este lugar... Quizás sea eso mejor que ir primero al bar o al Saloon... Y bueno, ese es el tercer paso, un buen Whisky para ver qué nos dice el borracho del pueblo, ya sabes que siempre sueltan la verdad y no es malo tenerla presente - Y además así aprovecharía la muchacha para echar un trago, a ver si Maverick le dejaba ya salir de su abstinencia por salud - Bueno, a mover el trasero, vamos al motel...

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24/10/2021, 18:45
Madison Maddox

Cabalgando sobre Chester, Madison entró en Deadwood con una mezcla de inquietud y asombro que reclamaba constantemente su atención sobre la vida que parecía exudar cada rincón de aquella ciudad sin ley. Para una joven que se había criado en campamentos más o menos improvisados en mitad del bosque, Deadwood le pareció enorme y habitada por una multitud. Con curiosidad observó a los mugrientos vaqueros que, después de lo que parecía haber sido un largo día de trabajo, paseaban por la calle principal cargados con palas y una especie de coladores gigantes. ¿Para qué servirían?

Había un hotel, un banco y hasta una iglesia o lo que parecía quedar de ella. Madison nunca había ido a misa, aunque Maggie Mae le había enseñado el padrenuestro. Decía que era muy importante saberlo para la salvación del alma y se había quedado seriamente preocupada al saber que Madison no estaba bautizada. Según le había explicado para bautizarte cuando nacías un cura te echaba agua en la cabeza. A Madison no le había quedado claro qué diferencia había entre eso y los baños que ella se daba a diario en el río, pero por lo que había podido comprender intervenía algún tipo de magia que te convertía en cristiana y podías ir a la iglesia todos los domingos, aunque Maggie Mae hacía años que no pisaba una Iglesia.  

Maddy sonrió a Darius y a la señorita Deck ante su advertencia de que obedeciera a su padre. Aunque era una sonrisa de conformidad parecía ocultar algo. —¡Mucha suerte con el trabajo, Darius! ¡Me encantaría tomar el té con usted, Danna! ¡Cuídese mucho! ¡Nos vemos pronto!— Madison se quedó mirando al compañero de Danna Deck con los ojos muy abiertos. Malone era un hombre taciturno y a la chica le resultaba un misterio. ¿Era el novio de Danna? Desde luego lo parecía, aunque nunca se hubieran tocado como solían hacerlo los mayores cuando se gustaban. ¿Cómo se habrían conocido? ¿Y qué lo había traído a Deadwood? Su mirada buscó a Von Heizinger y se acercó a él. —Señor Von Heizinger, ¿Sabe ya dónde van a instalarse? Seguro que hay mucha gente en este pueblo que podría requerir de sus servicios.

Una vez se hubo despedido de toda la caravana, Madison siguió a Jake y se puso a su lado adentrándose en el corazón de la ciudad más salvaje de América. 

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24/10/2021, 19:30
Madison Maddox

Madison observó a su padre adoptivo por debajo del ala del sombrero. Su mirada parecía dubitativa y cautelosa. —¿Dónde vamos a pasar nosotros la noche? ¿Vamos a buscar a Joe? —El inesperado ataque de los indios había apartado de su mente la conversación que había escuchado a escondidas entre Von Heizinger y Darius, pero ahora al despedirse de sus compañeros de viaje había vuelto a su cabeza. —Creo que Darius y el Doctor Von Heizinger son mucho más de lo que parecen. Van detrás del señor Malone.

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24/10/2021, 20:06
Maverick Malone

Al fin se vislumbraba Deadwood, un pueblo perdido en el que residían las últimas esperanzas de aquella caravana. Desde el ataque, Malone se mostraba algo más alerta de lo normal. Parecía que según se alejaban de la civilización, las historias de fantasmas y hechicería cobraban fuerza, algo que inquietaba el alma del pistolero. Era una ciudad sin ley, alejada del mundo civilizado, y eso para gente como él sólo significaba una cosa... oportunidades. 

La visión de la iglesia era una especie de premonición respecto al sitio al que habían llegado. Un lugar destartalado, desatendido de la propia mano de Dios. Según se fueron separando los miembros de la comitiva, Maverick se despedía con un escueto saludo, pues en un lugar tan pequeño sería fácil que se volvieran a ver a menudo. - Espero que nos volvamos a ver. Cuídense - Al despedirse de Lynch el trato fue más cercano, estrechándole la mano - Muchas gracias señor Lynch. Está claro que acertamos con el guía - 

Durante el trayecto. Malone no había tenido tanto contacto con los demás como Danna, por lo tanto dejó que fuera ella la que hiciera los contactos, él seguía preocupada por el estado de su compañera y el ver su recuperación le aportaba cierto alivio. Aunque no perdía oportunidad de seguir picándole, dándole un aspecto de normalidad a la situación intentando relajarla. 

 

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24/10/2021, 20:36
Maverick Malone

Malone miraba a su compañera con una sonrisa ante la pregunta - Algo queda, pero hay que buscar ingresos rápidamente eso está claro. Aunque bueno... - continuó con una sonrisa - Tu temporada de abstinencia de alcohol ha permitido que nuestros recursos mengüen a un ritmo más bajo - comentario acompañado de un guiño travieso - Lo del Whisky quizás deba ocuparme por ahora yo, no querría apartarte del camino de Dios llevándote a un sitio de mala muerte como ese - afirmó en tono de broma, debido a su comentario sobre acercarse a la comunidad religiosa. 

Sin embargo la opción que más le llamaba a Maverick era sin duda ir al Saloon, donde podrían enterarse de si aguien había tenido suerte con el oro, quién tenía más tierras por la zona y sobre todo si había banco o algo perteneciente a un grupo grande que tuviera que hacer envíos de salarios periódicamente... 

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25/10/2021, 16:49
Director

Notas de juego

Bien, bien, bien... Procedo a separaros siguiendo este itinerario:

a) Darius marcha al Gem Saloon.

b) Danna y Mav se han montado su propio itinerario, así que voy a acercarles al sacerdote y que luego decidan desde ahí a dónde marchan ;-)

c) Maddie está de charleta con Doc y Marston. Veremos dónde termina ^^

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25/10/2021, 16:53
Director

Con un inusual y melancólico halo acompañándote tras dejar atrás a la pequeña Maddie, tomas tu propio camino hacia el interior del Gem Saloon sabedor de que Doc se encargará de gestionar el alojamiento. El interior del Gem rebosa con una agradable melodía proveniente de un piano tocado con destreza por un anciano de desaliñada barba cana muy sonriente con las mejillas sonrosadas. Las espuelas de tus botas resuenan contra el entablillado del suelo, llamando la atención de los allí presentes hacia tu negra estampa. Captas recelo en algunos, pero la mayoría son solo unos cuantos borrachuzos solitarios, demasiado ebrios para reparar en que están contemplando a un ángel vengador de piel ébano. A estas horas -quizás a todas- ya hay meretrices acechando a los clientes, pero sin demasiado éxito. A diferencia de las jóvenes que acompañaban a Miss McFarlane en la caravana, estas te resultan menos apetecibles, menos sofisticadas. Nada que ver con los coloridos vestidos que lucían las chicas de McFarlane. Aspiras aire y casi te arrepientes por ello. El local tiene un penetrante y abrasivo olor a sudor, pero para ti nada que no hayas experimentado en las cabañas donde os hacinaban a ti y a los tuyos cuando eras niño. Para tu desgracia, no es un olor que seas capaz de olvidar.

Te acercas a la barra del bar donde un joven de melena grasienta e indómita se afana por limpiar la barra con un trapo. El tipo parece, si no nervioso, sí ligeramente inquieto. Alza la mirada varias veces y asiente para nadie que tú puedas ver, aunque cuando quieres reparar en ello adviertes que en la planta superior, ascendiendo las escaleras, hay un tipo apoyado en la balaustrada observándote como si de un enterrador se tratase. Es el mismo tipo de ojos hundidos que asistía vigilante e impávido a la llegada de la caravana.

El camarero se dirige a ti colocándote un whisky shot oriundo de Kentucky, muy apreciado por aquí.

Barman

Eh, a esta, amigo, invita la casa. Es evidente que no eres de por aquí. Será mejor que salgas por la puerta de atrás. Ni tú ni yo queremos... Eh, problemas —deduces al tiempo que si no te ha impedido la entrada es la por la sencilla razón de que ha calibrado que necesitaría vaciar el cargador para tumbarte, tiempo más que suficiente para que le abriese el cráneo. Y la garganta. Y las tripas.

Un grandullón de complexión pesada y semblante sombrío observa la escena a unos metros de tu posición, al fondo de la barra. Tiene los brazos de un gorila y luce un enorme cuchillo al cinto. Está mascando un mondadientes con parsimonia, pero sus ojos pardos están ahora acechando con cautela tus movimientos.

¡Eh! —grazna un beodo alzándose y señalándote con un dedo—. ¿De dónde has sacado esa ropa, negro? ¿Se la has robado a algún chino muerto? —el tipo estalla en una estridente risotada, muy orgulloso de su chiste multirracial. No es el único que ríe—. ¡Al! ¿¡Desde cuándo admites morenos en tu local!?

Parece dirigirse al tipo que observa la escena desde las alturas.

No hay respuesta. El tipo clava sus penetrantes ojos en ti, evaluándote.

Amigo, tómese el whisky y lárguese si no quiere problemas... —sugiere el barman cada vez más nervioso, alternando la mirada entre el que parece el propietario del local y el tipo que parece un buey que se escora lentamente hacia ti, intuyendo una mala elección por tu parte.

Problemas.

Tu segundo nombre.

Notas de juego

Dale caña y no te amilanes ^^

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25/10/2021, 22:01
Darius DeQuinn

Darius no se engañaba. No era el tipo más perceptivo del lugar. Diablos, nunca lo había sido. No aspiraba a serlo. Pero no hacía falta ser un puñetero genio para darse cuenta de que no era bienvenido a aquel fétido antro. El rechazo, las miradas despectivas, el odio incluso, quizá podían hacer mella en alguien más débil —espiritual y físicamente—, pero no en él. No. No en él. Él desayunaba desprecio todas las mañanas, lo tragaba sin masticar, se lo bebía de un trago como si fuera un jodido vaso de aguardiante. Qué coño aguardiante, agüita para niñitas. Y, después, escupía en el vaso.

Entró en el Gem sintiendo el sonido de sus propias pisadas, de sus propias espuelas tintineantes, casi por encima del sonido de aquel destartalado piano que escupía un rag obscenamente contento, obscenamente satisfecho de sí mismo, obscenamente sórdido, sólo un poco más limpio que las putas que salpicaban el lugar.

Se acercó a la barra y apoyó sobre ella sus enormes manos, con las palmas hacia abajo. Mientras miraba al camarero, no se le escaparon las sibilinas miradas que dirigía hacia arriba. Allí estaba de nuevo aquel hombre. El guardián de los cien ojos. El puto guardián del Gem. Estaba claro que aquel hombre mandaba allí con sus silencios y sus miradas. El camarero le sirvió un chupito de whisky tras recibir la aprobación del guardián, al cual Darius estaba mirando, sin miedo, desde abajo.

Escuchó al camarero llamarle «amigo» una primera vez. Él no era su amigo. No dijo nada. Se la guardó. Darius observó disimuladamente a su alrededor y vio a aquel maromo con un buen cuchillo en el cinto, vigilándolo. Darius había entrado desarmado… si no se consideran sus puños como armas, claro. Mientras miraba de reojo al maromo y su cuchillo, escuchó aquel indigesto improperio a sus espaldas. Se giró ligeramente para ver al borrachuzo que había proferido aquel grito, justo a tiempo para ver su hedionda carcajada, enmarcada por apenas unos pocos dientes podridos. Pero aquel hombre le estaba dando algo de información: el guardián se llamaba Al.

De nuevo escuchó al camarero llamarle «amigo». Segunda vez. Él no era su amigo. No dijo nada. Se la guardó otra vez. Miró al camarero. Miró el chupito de whisky. Agarró el vaso. Se acercó caminando tranquilo hacia el borracho, sus pasos resonando en el tablado del lugar y sus espuelas tintineando. Se puso cerca del borracho, quien todavía tenía una estúpida sonrisa en la boca. Aquel imbécil estaba tranquilo. Aquel imbécil estaba confiado. Aquel imbécil estaba acostumbrado a que los negros se retiraran con el rabo entre las piernas. Aquel imbécil nunca se había cruzado con Darius DeQuinn.

Darius lo estaba mirando con un gesto digno de una buena partida de póquer, pero, por un segundo, casi sintió pena por él. Casi.

¿Te gusta el whisky? Mi amigo me ha dicho que a este invita la casa.

Sería difícil decir si el miserable estaba perplejo por el hecho de que Darius le contestara algo, por el hecho de que llamara amigo al camarero o por el hecho de ver venir una negra y poderosa mano a la velocidad del rayo contra su cabeza, acompañada de un chupito de whisky de Kentucky. Darius descargó el brazo en el que tenía el vaso contra la estúpida e incrédula cara de aquel desgraciado. El vaso se rompió en pedazos al chocar con su cabeza. Posiblemente, no podría esperarse una suerte mejor para el cráneo del infeliz.

El bastardo cayó con todo su peso sobre la mesa, pero Darius lo recogió rápidamente, agarrándolo de las solapas de su raída camisa.

No me has contestado. Di: «Sí, señor DeQuinn, me gusta el whisky». ¿Dónde están tus modales?

Pero, sin esperar respuesta, Darius estrelló su cabeza contra la cara de aquel despojo, convirtiendo su nariz en un hermoso manantial rojo y haciendo volar por los aires los pocos dientes que todavía quedaban en su boca. Acto seguido, Darius levantó en vilo a aquel saco de huesos y, sin mayor dificultad, lo arrojó de cabeza contra la mesa, que se partió en dos (la mesa, no la cabeza, aunque posiblemente la cabeza también).

Lo miró tirado en el suelo, retorciéndose quejosamente. A continuación, Darius miró al camarero y, sobre todo, al maromo del cuchillo. Darius hinchó el pecho, se irguió. Le habló al maromo:

¿Y bien? ¿Tú también quieres ser mi amigo?

- Tiradas (1)

Notas de juego

Va tiradita oculta de Black Pride con el objetivo de intimidar a la concurrencia y, en particular, al maromo. Tenía ganas ya de poner en práctica esta habilidad. Eso sí, se me ha olvidado ponerme de pie, así que me imagino una pifia y el maromo descojonándose de Darius, jajajaja... Action!

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26/10/2021, 09:26
Director

La violencia no es algo ajeno para los habitantes de Deadwood. Es tan intrínseca a la ciudad como el barrizal que surca la calle principal o el maloliente e incisiva aura a sudoración de varios días que transpira cada uno de sus habitantes. En esta ciudad es más fácil remojar el gaznate con whisky que con agua. Eso debería significar algo.

Así como el súbito estallido de una pelea entre dos tipos peligrosos es el pan nuestro de cada día para los habitantes de Deadwood, no es tan frecuente ver a un negro lanzar el primer golpe. Diablos, ni siquiera es frecuente que un negro devuelva la mirada al que le injuria o le falta al respeto. Por ello, cuando el viejo Moe escupe sus dientes y traga sangre tras la acometida de Darius, las chicas del local se apartan cubriéndose la boca para evitar gritar de miedo y algunos de los beodos despiertan para comprobar si su visión etílica no les engaña.

Y no lo hace.

Un jodido negro de proporciones comparables con un grizzly acaba de partirle la mandíbula a Moe, incrustándole fragmentos de un vaso en la mejilla.

Moe suelta alguna incoherencia mientras un hilo de espesa sangre cae por la comisura de sus labios.

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26/10/2021, 09:36
Dan Dority

El tipo al otro lado de la barra ya se ha puesto en pie y clava su mirada en ti, dos inmensos ojos negros que brillan como rescoldos de leña en una hoguera. Se diría que es el único que tiene el peso suficiente para aguantarte el tipo, pero además tiene la peculiaridad de que es a buen seguro el único que te mantiene la mirada en estos momentos.

El barman ha echado mano a una recortada y te apunta al pecho evidenciando cierto temblor. Te tiene miedo, como casi todos en el interior del Gem. Pero hasta tú sabes que a esa distancia, con dos cartuchos aguardando en el ánima del arma, ni un zoquete fallaría el tiro. Lo sabes porque eso es lo que te encanta de esas achatadas armas.

Debes estar mal de la cabeza... —dice con voz gutural el gigantón, casi un gruñido animal. Está alerta, pero mantiene una calma propia del que sabe controlar el tiempo en una pelea—. Si quieres suicidarte, has elegido el peor sitio, amigo.

Qué cortés. No te ha llamado negro.

Vas a largarte por la puerta de atrás sin dar más problemas, o vas a salir por la puerta principal... con los pies por delante.

Sus puños se cierran tornándose dos martillos de carne magullada y robusto hueso. Te basta un vistazo a su apostura, a su forma de preparar sus gruesos brazos, la disposición de su cuerpo, para saber a ciencia cierta que este tipo sabe pelear, como tú. Incluso, a juzgar por sus ojos de azabache, este grandullón sabe matar.

¿Qué va a ser?

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26/10/2021, 09:50
Al Swearengen

El viejo búho, el tipo que hasta ahora observaba en silencio la escena, baja la escalera con cierta premura, paso firme el suyo, como si quisiera evidenciar lo malísima idea que es interponerse en su camino.

¡Me cago en Jesucristo! ¡Tú, hijo de puta! —el hombre te señala mientras desciende los últimos peldaños—. ¡Mira que me han dicho hasta la saciedad que los tipos como tú tienen más desarrollados los genitales que el cerebro! ¡Pero he tenido que ser testigo de este numerito para terminar de creérmelo! ¡Joder, Moe! ¿Estás bien?

Moe farfulla algo mientras una chica le retira pedazos de cristal de la cara.

¡Johnny, pon un trago a Moe! ¡Invita la casa! —dice el tipo dando una palmada en la mesa para espabilar al acojonado barman—. ¡Y guarda esta cosa! ¡No quiero que haya más heridos en mi local!

S-s-sí, Al. Vale. Lo que tú digas.

¡Eh, Al! ¡A mí ese negro me ha despertado cuando estaba plácidamente dormido! ¿Vas a invitarme a un trago? —inquiere un somnoliento beodo aislado en una esquina.

Al Swearengen se gira hacia el osado borrachuzo movido por los vientos de la cólera.

¿Te ha partido la puta cara, Bill? ¿Ha usado tu espinazo para romper una de mis putas mesas? ¿Noooo? ¡Pues entonces jódete! —Al se vuelve hacia ti—. Serás hijo de puta... ¿Has oído hablar de las plagas de Egipto? Pues bien, tú debes ser la última y novedosa plaga que ese retorcido cabronazo que me observa desde los altos cielos envía sobre mí mientras se descojona de la risa. —Al señala una puerta trasera mientras se aproxima a un palmo de distancia de ti. Tiene la mirada del Barquero de las almas. La misma profundidad, la misma intensidad que la que se le presupone a Caronte—. Ahora vas a venir conmigo, hijo de puta. Y no le vas a tocar un pelo a ninguno de mis clientes. A cambio, me debes un vaso, una mesa y, quizás lo que menos me importe de todo... tu puta vida.

Te percatas de que a tu espalda se ha situado sigiloso como un puma el grandullón, a unos prudentes pasos de distancia de ti. Su mano sostiene la empuñadura del revólver.

Tranquilo, Dan —dice Al manteniendo tu mirada—. No es tan idiota... ¿Verdad, hijo de puta?

Notas de juego

Al joins the party...

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26/10/2021, 20:38
Darius DeQuinn

Aquel borrachuzo no era más que un pasatiempo, un pequeño fuego artificial para incautos, un entremés ligero para engañar a los más impresionables. El show provocó lo esperado en muchos de los presentes, pero el maromo no se iba a amedrentar, él no era de los impresionables; tanto él como el barman debían haberse dado cuenta de que Darius estaba desarmado. Y Darius sabía que ellos debían saberlo. Y ellos debían saber que Darius sabía que ellos debían saberlo. Y Darius sabía… Eso. En definitiva, aquellos dos hombres armados debían saber que Darius no era una amenaza acuciante.

¿Matarías a un hombre desarmado a la luz del día, en el local de tu jefe?

Esa retórica pregunta fue todo lo que Darius le dijo al grandullón con su voz profunda y esbozando una apenas perceptible sonrisa. Sin embargo, aquella profunda conversación se vio truncada por los gritos del guardián, de «Al».

Darius lo observó impasible, aunque en su interior estaba sorprendido por la explosión de ira de aquel hombre; no había sido tan difícil sacarlo de su mutismo. Cuando este lo invitó a la trastienda, Darius asintió lentamente mientras empezaba a caminar tranquilo.

Sí, señor, pero no se preocupe por la mesa y el vaso: puede descontarme su precio de mi primer salario.

Notas de juego

Cortito esta vez, pero directo.

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02/11/2021, 14:37
Al Swearengen

Swearengen queda pasmado ante tus agallas. Detiene el paso cuando estáis a solas en la parte trasera del Gem. Aquí quedan las habitaciones de los huéspedes y de las meretrices. 

Por un instante, Al mira a Dan, clavándote el dedo en el pecho después.

¿Has oído a este mamón? ¡Podemos descontárselo del sueldo! Joder, los tienes bien puestos. Podría haberte disparado con impunidad ahí dentro solo por el escándalo que has ocasionado y el golpe que has propinado en su fea jeta a Moe... Para que me quede claro: ¿Esto es lo que tú entiendes por autopromoción? ¿Vienes y me revientas el local para luego ofrecerme un descuento en la tarifa? ¿Has oído lo que le hacen a los negros como tú ahí afuera? ¿Sabes siquiera a lo que me expones presentándote aquí y partiéndole los dientes a uno de mis habituales? 

Swearengen evidencia dos cosas: la primera, obvia, es que no te tiene miedo. A decir verdad, no parece el tipo de persona fácil de amedrentar, y menos aún en su cubil, el Gem Saloon. La segunda, menos obvia, apenas perceptible, es que no profesa un odio racial hacia los nacidos con piel de ébano. Esta segunda cualidad no resalta en sus palabras, sino en su mirada. Sabes que tiene razón: podrías estar criando malvas ahora mismo, y sin embargo sigues respirando ese aroma pegajoso y rancio que evoca el sudor de emanan los cuerpos entregados al coito en la penumbra que reina en las habitaciones de ese lupanar.

Te empiezas a preguntar por qué.

Estás a punto de averiguarlo.

Dan, asegúrate de que en la sala todo está en calma. El puto Johnny casi se caga en los pantalones, para no variar.

El gigantón parece suspicaz hacia ti y no comulga con las órdenes de Al, pero el mandamás se impone con una mirada torva.

¿Tienes cera en los oídos? ¡Haz lo que te digo y hazlo ya!

Solo cuando el gigantón Dan Dority desaparece entre gruñidos y miradas amenazantes al coloso negro, Al Swearengen vuelve a dirigirte la palabra.

Más de un hijo de puta habría pagado una buena cantidad por ver a Dan pelearse contigo con las manos desnudas —dice chasqueando la lengua y poniendo los brazos en jarras—. Y lo cierto es que tengo mis dudas sobre quién acabaría la disputa... Eres un hijo de puta grande y peligroso, eso es evidente. La cuestión, mi desconocido y espeluznante cabrón, es que tienes el color de piel equivocada en este puto lugar del mundo. Tu única fortuna aquí es que pareces haber llegado al último bastión de libertad que queda en esta tierra que llaman América, y que yo, de entre todos los hijos de puta que campan por aquí, soy un hombre jodidamente razonable.

Captas en su tono de voz, incisivo y brutal, una sutil variación. Se avecina una proposición.

¿Quién coño eres? ¿De dónde coño vienes? Y quizás lo más importante: ¿Qué coño has venido a hacer en mi ciudad?

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03/11/2021, 13:09
Darius DeQuinn

Darius había decidido jugar fuerte. Sabía que para muchos no era más que un negro. Precisamente por ello es que debía jugar fuerte. No era sólo un negro. Él era…

Soy Darius DeQuinn, señor —le respondió al jefe del lugar con su profunda voz—. Vengo del infierno llamado el sur de los Estados Unidos de América y he venido a purificarme de mis culpas y a purificar las culpas de algunos hijos de puta a los que más les valdría no haber nacido. Posiblemente ya ha escuchado esta historia mil veces en este lugar; aquí todos venimos a lo mismo, ¿cierto?

Dijo esto último mirando a «Al» con intención. Qué demonios, aquel tipo también debía tener su buena cantidad de mierda escondida bajo la alfombra.

Pero incluso los peregrinos necesitamos un medio de subsistencia y me han dicho que el Gem siempre necesita un poco de fuerza bruta. Veo que no va mal surtido —dijo llevando su mirada hacia el lugar por el que Dan se había marchado de vuelta al salón—, pero seguro que incluso un hombre como «Dan» necesita un compañero de trabajo. Por lo que he podido observar, este lugar está creciendo y eso siempre puede atraer al tipo de gente que necesita una buena paliza. Además, si me permite decirlo a riesgo de parecer un jodido loco, debo decirle que el Altísimo me ha enviado y que me cuidará hasta que cumpla mi sagrada misión. He escapado ya de la muerte demasiadas veces como para pensar que es casualidad. Tengo inmunidad divina, señor… —dijo dejando la última palabra en suspenso, como esperando que «Al» le dijera su nombre.