Partida Rol por web

Hace pocos minutos que el sol desaparecio totalmente del cielo y tu todavía te encuentras en tu pequeño refugio meditando acerca de cómo seguir tu No-Vida, apenas conoces vastagos en la ciudad de los cuales prácticamente todos son nosferatus y ninguno de todos ellos te coinsidera su amigo, aunque tu tampoco lo haces.

Desde que vives aquí te has alimentado de ratas, algunos vagabundos que viven en la calle y de adolocentes drogados que suelen pincharse cerca de tu casa.

Tu No-Vida es bastante depresiva ahora mas que nunca y no ves ningun escape posible de esto, varias veces has imaginado ideas de ir a las alcantarillas y vivir en comunidad con algunos nosferatus, pero esa idea es fácilmente aplastada al darte cuenta de que no tienes mucho en comun con ellos…

Quizas sea hora de dar un paseo por la zona en busca de algo interesante que ver o hacer.

Yadiel se arrebujó perezosamente, todavía un tanto desorientado, mientras contemplaba con su único ojo el contorno de la claraboya que él mismo había condenado en el momento de tomar posesión de aquel solar. Se había pergeñado además un lecho relativamente confortable, echando mano de cosas que se encontraba junto a los contenedores de basura de cuando en cuando. No es que la escuálida almohada pudiese hacerle olvidar la desfiguración de su espalda, y ni varios kilos de mantas podían lograr que su rostro dejase de tener un tacto más gélido aún que el de las piedras que yacían esparcidas por toda superficie del recinto; pero era una actitud que se le antojaba más cabal que tirarse sobre un montón de cascotes cualquiera, por mucho que su cuerpo no se quejase de tal menudencia.

No tenía ninguna prisa por abrirse a una noche más. El entusiasmo inicial con el que se entregara a esta nueva etapa de su maldición había ido menguando poco a poco: con cada noche en soledad, con cada dificultad para conseguir obligarse a empatizar, con cada emoción que no era capaz de sentir, y con todos y cada uno de los minúsculos fracasos que juntos formaban una fortaleza que a cualquiera otro se le antojaría inexpugnable. Pero Yadiel no era como cualquiera. Demasiado tiempo luchando contra el infortunio, contra las malas jugadas de otro humanos y vampiros, e incluso contra sus autoinfligidos martirios, habían hecho de él un luchador que, si no infatigable, tenía la capacidad de seguir adelante pasara lo que pasara ignorando las penalidades y la falta de esperanza, esforzándose a ciegas y de manera autómata si fuere necesario con tal de mantenerse fiel a su sentido del deber.

El vampiro realizó con algo de prisa su particular ritual de desadormecimiento, sumergiendo su cabeza en las profundidades de la enorme capucha que coronaba su eterna sudadera oscura, la cual no le iba a la zaga en cuanto a tamaño. Ojo que no ve, corazón que no siente; pero ahora se encontraba despierto, y para no sentirse desnudo y expuesto necesitaba colocar una caperuza a sus deformidades faciales. A continuación, se irguió con tiento palpando entre las sombras.

La entrada a la destartalada estancia que hacía las veces de su dormitorio particular estaba toscamente disimulada no por una compleja técnica de ofuscación sino por un simple pedazo de muro que Yadiel empleaba a modo de 'cortina' protectora. No había llegado a molestarse en colocar trampas de ningún tipo; seguramente porque nunca nadie, como él ya había supuesto al elegir su refugio, habría tenido razón alguna para penetrar hasta lo más recóndito de aquella ruinosa estructura. Desayunó, como de costumbre, a base de empujar a pulso su particular puerta de entrada, y avanzo con su cautela habitual hasta el exterior del edificio. Reforzada su capucha por una capa de sombras, se tomó unos instantes para decidir hacia qué lado de la calle tirar. Y decidió que aquella noche era tan poco apetecible como cualquier otra para aventurarse más allá de los suburbios a la busca de… algo. Así que echó a andar, parapetado entre las brumas, en dirección a alguna zona que tuviese luces de colores y bullicio de alegría.

El paso de Yadiel era firme y decidido, pues ya poseía un conocimiento bastante bueno de la zona que rodeaba su refugio. Aún así su naturaleza cauta no le permitía dejar de fijarse en cualquier cosa que pudiese suponer una amenaza para su seguridad, o al menos para su necesidad de pasar absolutamente inadvertido entre viandantes y mirones.

Yadiel comenzo a caminar y caminar, pasando calle tras calle sin ningun objetivo bien marcado. La primera parte de la caminata fue muy apagada, el lugar donde se encuentra su refugio es una zona barrial sin demasiado movimiento por las noches.

Poco a poco se fue acercando a una zona mas "Divertida" de la ciudad, algun que otro bar se puede ver en la cercania y hay varios peatones con botellas de cerveza o cajas de vino frente a los que pasa totalmente

Desapercibido.

En su paranoia de estar siempre alerta frente a cualquier cosa peligrosa, ve que a media cuadra a mitad de un callejon oscuro dos sujetos estan molestando a una señorita, no puede ver demasiado mas desde el lugar en donde esta especialmente por el hecho de ser Tuerto. Pero lo que si, es que al darle un vistazo rapido a la situacion pareciera que quieren violarla...

 Lo que ve Yadiel en aquel callejón le hace reflexionar una vez más en su nueva naturaleza; porque, por muchos años que hayan podido pasar, lo que es ahora es algo nuevo y siempre mide sus acciones por el rasero de su antigua condición humana. La vida eterna lo ha vuelto más cínico e insensible de lo que quisiera aceptar, y por mucho que desee poner freno a esa degeneración –de la que ya ha visto en otros vástagos cuál pueden llegar a ser sus efectos- la idea de intervenir en aquella refriega a modo de príncipe azul le parece ridíula, y le hace sentirse incómodo. Sean cuales sean sus intenciones, su aspecto podría confundirse con cualquier cosa menos con el de un príncipe azul.

Se obliga a pensar durante un instante en la mujer, en su familia, en sus amigos, y no consigue sentirse conmovido. La degradante escena que se desarrolla delante de su ojo no le conmueve. O al menos no está totalmente seguro de que lo haga. Podría solucionarlo todo con un par de puñetazos, pero no logra convencerse de que la dignidad de la mujer compense el esfuerzo emocional.

Sin embargo…

Esos malditos debieron de leerme la mente, porque el lugar es perfecto. Creo que mandarlos al carajo bien vale por un mordisquito o dos. Si ella pudiera hablar conmigo seguro que le parecería bien: su seguridad personal a cambio de un poco de sangre. Yo le hago un servicio a ella, y ella me hace un servicio a mí.

Así que se internó en el callejón con intención de poner en fuga a los dos hombres. Con cuidado, se acercó al que parecía más fuerte y lo sujetó con fuerza para girarlo y hacer que quedasen cara a cara mientras rugía con su voz más amenazadora un penetrante: ¡¡Buerxa de akjí!!

Los sujetos casi se orinan del susto, a tal punto que con ojos enormes y asustados miran hacia donde estas durante unos segundos, tan asustados que siquiera pueden moverse... pero esto no dura mucho, rapidamente se alejan corriendo sin decir nada.

La señorita se queda sentada de rodillas en el suelo, tambien parece muy asustada y claramente esta temblando. Por sus mejillas parecen correr algunas lagrimas, si asi es... puedes escuchar como solloza.

Satisfecho tras comprobar una vez más que su inhumana apariencia resulta por lo menos resulta de utilidad de cuando en cuando, Yadiel se alegró al ver cómo la muchacha quedaba no sólo a su merced sino también vuelta sobre sí misma y ajena a su presencia. Pensó que la experiencia que acababa de vivir -y, por qué no, de la que no se hubiese librado de no ser gracias a él- era algo que no debía ocurrirle a nadie, algo que seguramente nunca se borraría de su memoria, y que puede que incluso llegase a trastocar su personalidad y su vida. Se sintió cansado ante al perspectiva, especialmente por saber que él no podría hacer nada más por ella. A pesar de poder tocarla con sólo alargar el brazo, esa mujer estaba tan lejos de él como la más remota de las galaxias, y le resultaba además casi igual de misteriosa. Los mecanismos de la pena se escapaban cada día más y más a su comprensión, y su lugar era ocupado por un impreciso rescoldo de indiferencia.

Por otro lado casi envidiaba la intensidad de las emociones que estaría sintiendo en ese momento ella, incluso a pesar del cariz negativo de las mismas. Se le antojaba que lo más apropiado sería ayudarla a recuperarse del asalto. Pero ¿para qué hacerlo? Vivían en universos diferentes, y aunque se atreviese a intentarlo la experiencia le decía que sólo lograría empeorar las cosas. Además, un trato es un trato: lo mejor sería dejar las dudas a un lado y limitarse a reclamar la suculenta vitae en concepto de pago por la intervención; de todos modos esa truculenta simbiosis era lo más cerca que un ser como él podría estar de la vida verdadera que poseen los seres humanos.

Aunque la indefensión de su inadvertido recipiente era algo que no dejaba de resultarle agradable en lo más profundo de su ser: esa miseria física era probablemente el único peldaño por encima del que alguien como Yadiel podía sobresalir en comparación con una criatura auténticamente viva. Se acercó a ella por la espalda sin darle oportunidad a que supiera qué era lo que estaba pasando, con una mano le tapó la boca mientras la otra aferraba su torso y la acercaba hasta él con decisión, abrió su enorme boca sin pensárselo dos veces, dirigió los colmillos hacia el delicado cuello de la mujer, los hundió en la carne con un movimiento rápido y preciso... Y cerró su único ojo para concentrarse en sentir el placer de la sangre y en escuchar los gemidos de su compañera, que sin ella saberlo se los dedicaba a un monstruo cuya existencia se hallaba al margen de la humanidad.

La chica se calma abruptamente cuando tus colmillos atraviesan su delicada piel y en el momento en que te has saciado lo suficiente simplemente queda ahi, desmayada en el medio del callejon... No hay señal de vida en las cercanias, todo parece mas apagado de costumbre lo cual es raro, solo se escucha a lo lejos lo que parece ser musica a todo volumen, seguramente de algun club nocturno.

Lo que si, sientes la extraña sensacion de que alguien te observa...

La situación se había desarrollado de manera satisfactoria, al menos para los cálculos morales de Yadiel; aunque seguramente la muchacha no registraría en su memoria un recuerdo tan rutinario como había resultado el lance para el vástago...

El ambiente apagado del lugar hubiera agradado al Yadiel de antaño, pero para su nuevo proyecto de resurrección a la no-vida no era lo más adecuado. Un jaleo de música tampoco era algo que a él pudiera resultarle demasiado atractivo, no obstante: demasiada gente, seguramente. Y de haber algún vampiro, probablemente no sería uno que comulgara con su visión un tanto remilgada y asceta de su condición.

Pero todo aquello quedaba en un lejano segundo plano cuando tenía la sensación de que no se encontraba tan sólo como debiera en medio de la oscuridad de aquellas rúas. Al fin y al cabo era un superviviente, y no llegó a convertirse en ello a base de dejar cabos sueltos y permitir que cualquiera pudiese husmear su rastro a placer. Rápidamente miró a su alrededor, tratando de descubrir cualquier cosa extraña, mientras caminaba con lentitud hacia el exterior del callejón, deseando que todo fuese un invento de su imaginación y que la noche pudiese así culminar en un desastre social más en el lugar del que procedía la música.

Derrepente y antes de que puedas hacer nada, dos hombres aparecen enfrente de tus narices.

Te quedas pasmado mirando lo extraño de la escena, parecien tipos salidos de alguna pelicula, aunque es una lastima que nunca te hayas detenido a ver television... de todas formas sabias que esto era extraño, por el simple hecho de que nunca te habia sucedido nada parecido.

El Sujeto que esta mas adelante rapidamente saca una radio de Bolsillo, se la acerca a la boca, aprieta un boton y empieza a hablar. Encontramos un Nosferatu en el medio de la noche, nadie conocido, quizas sea un anarquista rondando por zonas prohibidas ¿Como debemos proceder?

El inesperado encuentro le hizo vacilar, dando un paso atrás para adoptar una postura de defensa adecuada al entorno en el que se hallaba y que tan bien conocía de sus andanzas como muchacho, cuando todavía era humano. Era sorprendente que alguien hubiera conseguido plantarse a su lado sin que se diera cuenta con un cierto margen de anticipación, pero mucho más lo era haber sido reconocido y etiquetado de una manera tan exacta como apática, tal que si un ser de sus características no fuese la aberración antinatural que de hecho era.

- ¿Pi posotfrxoks kjiém kjoño sre srupome kje sroiks? - respondió con hostilidad una vez se hubo repuesto del sobresalto. Estaba claro que estos hombres se encontraban al corriente de la existencia de criaturas como Yadiel, y que por el vocabulario que empleaban era probable que incluso supiesen mucho más al respecto que el nada aplicado cubano, ahora enfrascado en tratar de dilucidar la verdadera naturaleza de los hombres de traje. Lo irreal de la situación provocó que involuntariamente se quedase a la espera de aquella pregunta que uno de ellos había formulado por radio; hacia ya mucho tiempo que no se encontraba con una amenaza física de importancia, sumido como estuviera en aquella vida al margen de complicaciones, y así su capacidad de reacción traicionaba al resto de sus habilidades, que estaban preparadas para defenderse en caso necesario, todavía levemente embriagado gracias a la sangre que acababa de ingerir.

¿Acaso se burla de nosotros? Dice el otro sujeto mirandote con mala cara, luego mira a su compañero y empieza a hablar nuevamente Es probable que sea un anarquista, no es raro ver a uno de ellos rondando en esta zona, pero lo mas extraño es que ande solo.

Escuchas como una voz sale de la radio del sujeto que hablo primero, pero no llegas a comprender lo que dice.

De todas formas antes de que puedas hacer nada, el sujeto que tiene la radio comienza a hablarte.

Escuchame con atencion, nos acaban de dar ordenes de eliminarte si no nos das algunas explicaciones. Dice estas palabras con algo de desprecio, como si no le importaras en absoluto. Te aseguro que somos demasiado fuertes para ti al decir estas ultimas palabras ambos sacan sus colmillos demostrandote que son Cainitas igual que vos. ¿Sos un Anarquista o un Miembro del Sabbath?

- ¿Esro sron umoks colmipioks? ¡ESRTO sron umoks colmipioks! - respondió quitándose la capucha para dejar a la vista en todo su esplendor sus grotescas piezas dentales. También revelaba así por completo la desagradable forma de su cráneo, que en estos momentos mostraba a los desconocidos su rostro más agresivo, los dientes entrechocando entre sí como placas tectónicas mientras el único ojo vigilaba a la espera de cualquier movimiento brusco que pudiera suponer el inicio de una maniobra de ataque a la que responder.

- Y, sri tfantfo tfe intferxeska, sroy lo kje me da la gama - le espetó al que le había preguntado por su afiliación, mirándolos alternativa e inquisitorialmente a él y a su acompañante. Consciente del peligro de la situación pero seguro de sí mismo, la reflexión sobre si en realidad serían "demasiado fuertes para él" duró poco, acostumbrado a enfrentarse a las contrariedades con decisión y arrojo, dispuesto como nunca a no ceder abuso alguno.  Los puños se apretaron de inmediato y la espalda se pegó obediente a una de las paredes para que aquellos estrafalarios matones no pudiesen rodearlo. Aunque no hubiese escapatoria estaba dispuesto a venderles muy cara su dignidad, y sin regatear con la adrenalina que inundaba ya todo su cuerpo.

- Pio he prxegumtfado antfeks, lisrtfipìo. Mo kjierxo prxoplemaks, perxo tfampokjo tfe kjrxeaks kje me asrusrtfam esraks kjarxaks tfan feaks kje tfeméiks - concluyó, sin darse cuenta de lo irónico de su última frase.

El sujeto vuelve a hablar por la radio Señor el sujeto se niega a cooperar ¿Que hacemos? pasan unos segundos y escuchas como una voz le contesta.

Seguidamente guarda la radio en su bolsillo y se dirje hacia vos. Se quita los lentes mostrandote un ojo de Color verde oscuro y otro de Color azul oscuro, que llegas a dislumbrar aunque solo posees un ojo funcional.

Mira mira mira... te dice muy calmadamente te hago un resumen te la situacion en la que estas. Nosotros somos miembros del Guante Negro y trabajamos directamente bajo las ordenes del Sheriff y el principe de la ciudad. Nuestro trabajo es tomar a vampiros infractores o vagos de la comunidad y llevarlos hasta el principe para que se les asigne una "Tarea". Hace una pequeña pausa para que su compañero prosiga.

El otro sujeto se acerca un poco mas hacia ti con tranquilidad. Pero tambien tenemos otro fin, si encontramos un Anarquista, un Miembro del Sabbath o si alguien se niega a ir con nosotros a ver a nuestro lider. Hace una pausa para sacar una Colt de su cinturon Lo eliminamos. dice mientras pone un cargador en su arma.

Entonces ¿Vienes con nosotros?

Sus desconcertantes acosadores no dejaban de sorprenderle, mostrando a cada momento renovadas y muy visibles señales de lo extraño de su naturaleza. Todo aquello era demasiado exótico para el humilde Yadiel, quien al menos estaba ahora más tranquilo, contento incluso tras la efectividad de sus bravatas. No estaba nada seguro de poder hacer frente con éxito a los dos desconocidos, y casi se había arrepentido del reto que les había lanzado justo al terminar de emitir -con dificultad, como siempre- las palabras con las que anunciara su negativa a someterse sin más.

En su vida como mortal no habían existido príncipes como los que sí adornan los cuentos de otros niños con infancias más afortunadas que la que el había tenido la dudosa ventura de atravesar hacía ya tantos años. Sin embargo en los últimos tiempos aquel término había adoptado para él un significado completamente distinto. Boedo le hablara del príncipe local sin entrar en muchos detalles, aunque nunca ninguno de los dos llegó a sentir un ansia especial de que el cubano se presentase ante el mandatario. Por otro lado podría ser un error importante desobedecer los caprichos de un ser que tan considerable poder debía ostentar; Yadiel sabía que el bien mayor de la supervivencia obligaba en ocasiones a hacer cosas como ésa, que tan en contra del orgullo podían llegar a ir. Así pues, y satisfecho de haber dejado claro su franqueza y su carácter luchador, Yadiel aprobó las intenciones de aquellos dos marcianos.

- Pio mo sropi mimguma de esrxaks doks kjosraks, ¿erstfamoks? Pi mo tfemguo mada kjomtfrxa posrotfrxoks, sri posrotfrxoks tfampokjo lo tfeméiks kjomtfrxa mí. Asrí kje sri lo kje kjerxéiks eks pieparxme amtfe el prxímcipe de la ciudad, adelamtfe. Mo puedo decirx kje tfemgua mada mejorx kje hacerx... -dijo volviendo a cubrir su rostro con la capucha y adoptando una postura algo más informal, pero manteniéndose por dentro en guardia ante cualquier cosa en la que pudiera derivar aquella insólita situación.