Partida Rol por web

Acerqueme a la muchacha, et admiré su juventud et belleza, que hallábase ahora en todo su esplendor, et la envidié un poco, pero non mucho, que belleza habíade gozado yo mucha, et non tratábanme mal los años. Coloqueme entre ella et los aquestos que andaban mirándola, et sonreile.

- Sois una mujer muy bella. - díjele - ¿Puedu preguntaros el vuestro nombre?

En la mesa que en principio era de siete, ahora sólo quedaban tres. Tancredo y Diego acompañados por Hernando, dando buena cuenta de las viandas y de la conversación de Ordunete. El cortalenguas y Pelayo habían subido a las estancias del piso superior, seguidos por el criado del escriba, y Belarda parecía comenzar el "trabajo", pues ya se estaba relacionando con las gentes del Valle. Se había acercado a la hermosa muchacha con pinta de fulana que andaba cerca de la mesa de los hombres del Barón.

- Non conocía nada sobre aqueste enmascarado, más non me gustó lo que Manolete fabló. - Aclaró la posadera. Era normal que quedara horrorizada dado el aspecto del enmascarado y la explosiva violencia que había demostrado momentos antes.

- ¿El tal Josu decides? Infame bandido asalta caminos... - Y soltó puro veneno por su boca al hablar de él. Ninguna información adicional sacasteis de la posadera.

Al poco Ordunete marchó a atender otra mesa en la que era reclamada.

Belarda cruzó la posada en dirección a la hermosa mujer que junto a la mesa de los jóvenes bravucones se encontraba. No pocas miradas levantó la alcahueta a su paso, pues aunque no gozaba de la belleza y juventud de la tal Magdalena, seguía siendo atractiva como pocas, y además con los años sabía como levantar las pasiones mejor que nadie.

- Gracias. - Respondió la muchacha con desgana. No pocas veces le habrían dicho tal cosa.

- Magdalena me llamo, ¿puedo preguntarvos el vuestro?. - En ese momento pasó por allí Ordunete con varias jarras de vino que llevaba a la mesa de los bravucones, clavando al pasar sus ojos en Magdalena. A juzgar por aquella mirada no había buena relación entre ambas.

Sonreí a Magdalena, mientras me complacía de sentir las miradas de los hombres posándose sobre mi cuerpo.

- El mío es Belarda. - respondile - Non pocas miradas atraedes en aqueste lugar, Magdalena. Empero, con vuestra belleza, a mucho más podríais optar, si os interesare. Muchos nobles burgaleses estarían complacius de la compañía de tan bella muchacha, et yo podría ayudarvos en tales menesteres.

Mantúveme en el sitiu, esperando la respuesta de aquesta, que habíame parescíu que dedicábase a alquilar su cuerpo. Et, si tales eran sus actividades, de buen seguro que estaría interesada en lo que yo podía ofrecerle.

El tosco hombre de armas que acompañaba a Pelayo habló. Parecía que al final de todo sabía hacerlo, pues casi no hebíais escuchado su voz durante el viaje hasta Mena.

- Aqueste enmascarado non nos traera otra cosa que problemas. -

¡¡BOOM BOOM BOOM!! La puerta de Pelayo sonaba siendo aporreadas con un puño cerrado enteramente...

Cada vez quedaba más extrañado el bueno de Pelayo.
-Sois un hombre sumamente...peculiar. Sea así pues, más no os robaré tanto tiempo.

Pelayo hizo lo dicho, se puso en una silla, con la espalda pegada a la pared, y ató al bueno de Becerrillo bien en corto, más muy cerca suyo. Puso una silla enfrente suya, a un par de metros de distancia. Cuando el enmascarado entró, le ofreció la silla. Una vez acomodados, le tendió el pergamino que le había tendido previamente al resto.

-Ojéalo mientras hablamos, míralo cuanto quieras, mas devuélvemelo antes de salir de la estancia.

Hizo una pequeña pausa, de unos segundos, los suficientes para que echara un vistazo al dibujo del Josu. Luego carraspeó para aclarar la voz.

-No me andaré con chiquitas: Sois un hombre raro, y un tanto tétrico. Por lo poco que se, gozáis de fama, buena y mala según quien lo diga, mas poco me importa lo que hagáis o dejéis de hacer, solo quiero acabar esto rápido e irnos todos contentos con el pago de Don Mateo... pero esto ya es mucho hablar, vayamos al grano. Quiero saber si llegado el caso, estaríais dispuesto a haceros pasar pos socio del Josu, o incluso llegar a tratar con el si se presentase la oportunidad de que os colásemos en sus filas.

Nada más abrir la puerta, esperé a que se sentara y notara la fría pared antes de entrar, y su "becerrillo" allí postrado, que bien pareciera educado y domado, que no se movía ni cuando tendí rápidamente mi mano para coger su octavilla. Yo por supuesto, estaba enfrente de Pelayo, con mi espalda pegada en la puerta...

OoOoOoOo ¿Tan sólo... "un tanto"... tétrico? -dije irónicamente ante el único que quizá, a esas alturas, podría mostrar una actitud así ante esas mínimas confianzas que íbamonos dando-. Claro que, Pelayo ahora me proponía algo que ni tan siquiera yo estaba acostumbrado desde hacía mucho. Mis fechorías eran, en su total mayoría (salvo alguna contada ocasión que bandolereaba en grupo y muchos años ha) de actuación solitaria, como una única sombra centinela de la Muerte. En tanto que yo era y mejor dicho había sido un hombre de acción y efectividad, los juegos de máscaras, nunca mejor dicho, no eran lo mio si de aparentar en discreción se tratase.

Podría ser... -mientras no apartaba la vista del dibujillo-. En el caso que se me presentase la ocasión podría hacer de más cruento bandido como le pintan, pero jamás hacerme pasar por uno de los suyos, pues... -y miré al perro, que no me quitaba ojos de encima-, pues no podriá yo retirar mi máscara ni ante Alláh... -Si. Para mí, mi Señor, el dios verdadero y eterno, no había muerto crucificado-, y mucho menos ante él. Un socio externo o una nueva adquisición (alguien que no conociera), si. Claro que no se si ese Josu gustaría trabajar con alguien a quien ni siquiera reconoce por el rostro, aunque esta piel de carnero se está volviendo cada vez mas humana, más mía. Ese sería el principal problema.

Luego hice una pausa, enrollé cuidadosamente el pergamino y lo arrojé sobre la cama.

¿Sabes? Mateo me dijo que hablase contigo cuando le pregunté por el tal Josu y sus costumbres, pero tu o él conoce algo que resto no sabemos... ¿acaso tenéis ya algún enlace en la morada de ese malnacido? oOoOoOoO

Tancredo asistia tranquilo  al espectaculo, no temia ni al noble ni al juglar, ni al cortalenguas, tal vez un poco al Josu, pero eran manada suficiente para hacerle frente.

asi que andaba tranquilo, ajeno al revuelo.

Pelayo miró serio al enmascarado mientras este hablaba, antes de su última pregunta, sonrió, pues lo que acababa de decir su tétrico compañero era lo que quería oír. Hizo un ademán de contestar, pero su interlocutor aun tenía una última pregunta, de nuevo escuchó, y de esta vez, si se dispuso a hablar:

-Bien, eso es todo lo que necesitaba saber. De nuestro peculiar grupo, tu eres el que mejor encajaría y menos sospechas daría de un encuentro directo, cosa que no descarto como medio de conseguir información. No voy a obligar a nadie a hacer cosas que no desea, pero necesito saber hasta donde está dispuesto a llegar cada uno por esos 500 maravedíes. Tener información es lo que mueve el mundo, donde reside el auténtico poder.

Pausó un momento su discurso:

-En cuanto a tu pregunta...ya me gustaría tener un enlace en la guarida del Josu, o tan siquiera saber donde está situada...verás, yo no soy oriundo de Burgos, ni de los aledaños, soy de bastante al sur, y llevo poco tiempo en la zona. Se bastantes cosas por que procuro estar informado, pero en este caso en concreto, no se mas de lo que Don Mateo me ha dicho y lo que he ido preguntando por el camino.Todo lo que sé, está resumido en ese pergamino. Podría ser mas extenso, pero sería todo palabrería, paja para decorar las palabras. La información que tengo, está toda ahí. Si necesitas que te lea algo, o cualquier información o ayuda que yo os pueda proporcionar, solo tenéis que llamar a la puerta.

Hizo ademán de incorporarse:

-Por mi parte, es todo.

OoOoOoOo Bien oOoOoOoO -alcancé úncamente a decir-. Lo cierto es que aquello no me había proporcionado mucha información adiconal que no supiera ya, sino que había confirmado quien lleva las verdaderas riendas del grupo hasta que la cosa se complicase, no fuera a "creyerse" el "escribano" que todo iría tal lo formulado o pensado con cuestiones bandolerizas.. Yo sabía que el Becerrillo podría verme a través de la máscara, podía llegar al corazón... y sonréia por dentro, era un buen ejemplar.

Sin dilación, marché de allí estando, de momento y sin que sirviera de precedente, a disposición de Pelayo en los planes que dado el caso tuviera que hacer para con el tema del bandido del Valle.

Me fui a mi alcoba a esperar la cena.

-Non face falta que lo digáis, buen omne. Ganas no fáltanme de terminar de una vez con el tal Josu, con tal de poder alejarme de tan siniestra presencia...

Non conveníales llamar la atención de aquella forma, pues a buen seguro el Josu era omne sabio et tendría ojos et oídos por todas las tabernas de la región. Más le valdría al enmascarado dejarse de tonterías por el momento, mas a ver quién era el guapo que tenía los cojones de decirle nada. Diego, desde luego, no sería ese guapo.

Magdalena te escuchaba atentamente, pero en el momento en que nombraste Burgos, su cara palideció y sus ojos parecieron perderse, como si recordara algún funesto hecho del pasado.

- ¿Trabajades voz allí? ¿Lonora, conocéis aqueste nombre? Una muchacha que no llega la veintena, piel clara et cabello oscuro. - Preguntó con insistencia.

En su expresión brillaba una pequeña chispa de esperanza que antes no habías visto. No parecía interesarle tu propuesta de negocios, al menos hasta que supiera si conocías a la tal Lonora.

Finalizada la "cháchara" con Pelayo vuelves a tu estancia. Te hayas ciertamente confundido. Todavía resuenan en tu mente las palabras del mal nacido bufón, y ese acercamiento a Pelayo te recuerda un poco a ese lado humano que hacía tiempo que no afloraba. ¿Habrá sido buena idea aceptar el encargo del cortesano?. Pocas opciones tenías de cualquier manera...

...Varios golpes fuertes en la puerta te sacan de tu ensimismamiento. Debe ser el desayuno, y así era. Un jovenzuelo que no llega a la quincena trae una bandeja con cecina, pan, queso, y algo de fruta. En su otra mano trae una generosa jarra de vino que se tambalea al igual que la bandeja. Al ver vuestro rostro, o más bien máscara, no deja de temblar...

Una vez "finiquitado" el asunto con El Cortalenguas decides bajar a la planta inferior. Pues que mejor lugar que aquel para ir conociendo a las gentes del y escuchar sus rumores. Dejas en la estancia al criado, quien se encargará de acomodar vuestras cosas y dejar la estancia a tu gusto, además de cuidar a Becerrillo, pues parecía no agradarle a Imanol que el perro anduviera olisqueando en las mesas de todos sus clientes.

Al llegar abajo ves a Hernando, Tancredo y Diego sentados en vuestra mesa. Parecen no haberse movido, pues los encuentras prácticamente como mismo los dejaste. Belarda en cambio está cerca de la mesa de unos jóvenes bravucones, entablando conversación con una bella moza que gasta el aspecto de una fulana. Al parecer la alcahueta no pierde el tiempo y ya está haciendo su trabajo...

Echas un vistazo rápido, buscando alguien que pueda darte interesante conversación y por tanto, información.

Llama tu atención un grupo bastante concurrido, donde apiñados en un par de mesas juntas hay unos diez lugareños jugando a las tabas, apostando lo poco que tienen. Un hombre, que por su aspecto debe ser el herrero del pueblo, parece ser al que más le sonreírle la fortuna dadas sus sonoras risotadas.

Cerca de esa mesa se encuentra la que debe ser la de los comerciantes, pues gastan mejores ropajes que el resto de los parroquianos y hablan distendidos mientras el vino moja sus gargantas. Uno de ellos se acerca a un viejo peregrino que calienta sus huesos próximo a una de las chimeneas. El peregrino bruscamente se levanta haciendo trastabillar al comerciante quien cae al suelo sobre sus posaderas, sin darle casi tiempo ni a reaccionar, pues el peregrino sin mirar a nadie, se cala la capucha y abandona la posada a la carrera.

Por otro lado, el juglar sigue dedicando sonatas a los toscos hombres del Barón, mientras Ordunete e Imanol van de un lado para otro atendiendo a todos sus clientes...

Continuáis charlando entre trago y bocado. Veis a Pelayo bajar del piso superior, hace una breve parada en la estancia. Parece buscar alguien interesante con quien charlar.

Belarda sigue cerca de la mesa de los jóvenes bravucones, entablando conversación con la bella moza que gasta el aspecto de una fulana. Al parecer la alcahueta no pierde el tiempo y ya está haciendo su trabajo...

Echáis un vistazo rápido, buscando alguien que pueda daros interesante conversación y por tanto, información.

Llama vuestra atención un grupo bastante concurrido, donde apiñados en un par de mesas juntas hay unos diez lugareños jugando a las tabas, apostando lo poco que tienen. Un hombre, que por su aspecto debe ser el herrero del pueblo, parece ser al que más le sonreírle la fortuna dadas sus sonoras risotadas.

Cerca de esa mesa se encuentra la que debe ser la de los comerciantes, pues gastan mejores ropajes que el resto de los parroquianos y hablan distendidos mientras el vino moja sus gargantas. Uno de ellos se acerca a un viejo peregrino que calienta sus huesos próximo a una de las chimeneas. El peregrino bruscamente se levanta haciendo trastabillar al comerciante quien cae al suelo sobre sus posaderas, sin darle casi tiempo ni a reaccionar, pues el peregrino sin mirar a nadie, se cala la capucha y abandona la posada a la carrera.

Por otro lado, el juglar sigue dedicando sonatas a los toscos hombres del Barón, mientras Ordunete e Imanol van de un lado para otro atendiendo a todos sus clientes...

Pensando en sus cosas, y en como organizar batida para la caza del tal Josu, Pelayo bajó a la taberna vestido con sus ropas mas humildes, pues le interesaba mezclarse con las clases mas bajas y escuchar lo que le podían decir. No quería llamar la atención, de momento.

Vio a la Belarda hablando con lo que parecía ser una meretriz. Aquella muchacha era espabilada, aquello le gustaba. Esta tarea necesitaba de mucha información para salir bien. Y conseguir información era ahora mismo la prioridad de Pelayo.

Una vez abajo se sentó con sus compañeros, y pidió un vaso de lo que fuera que se bebiese allí. Una vez servido, se dirigió primero al Urraca:

-Buenas a todos. Urraca, por favor, sígueme a ese peregrino que ha salido espantado, y averiguarme lo que puedas sobre él. Quien es, de donde es, donde se hospeda si es que lo hace...por que ha salido corriendo.

Tras decir esto, se dirigió al resto de la mesa:

-Bueno, contadme, algo peculiar ha pasado?

Pelayo acaba de bajar del piso superior, y después de echar un vistazo rápido a las gentes de la posada se ha dirigido a vuestra mesa. Por su gesticulación parece estar dando algún mandato al "Urraca".