Partida Rol por web

BUSCANDO JUSTICIA

1 de Noviembre: Domingo por la noche; baile de gala electoral

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13/04/2017, 00:40
Melissa Whedon

El corazón me iba a mil por hora, no viendo a mi pequeña por ninguna parte y temiendo que mi madre estuviera en peligro. Miraba a un lado y otro, no viendo más que secuaces con máscaras que pronto me devolvieron a aquel fatídico día, recordándome al encapuchado que me arrebató a mi marido, y lo que era peor, al padre de mi hija.

Me había quedado bloqueada, sin llegar a reaccionar hasta que sentí la mano se Allan bajo mi chaqueta. Cogió la petaca, mientras me quitaba el pinganillo, y la lanzó lejos de allí; dándole las gracias con una mirada que esperaba supiera interpretar. Y es que no podía saberlo, pero la angustia debía estar también muy presente en mi mirada.

Los secuaces de aquel que comenzó a bajar por las escaleras nos llevaron hacia un lateral, dividiendo los rehenes en distintos grupos; pero no a todos. Pronto pude ver a esos tipos obligando a Chaster Claine a avanzar, encañonado y con las manos en la nuca, mientras sangraba por una herida en la cabeza. Entonces le golpearon tras la rodilla, haciéndole caer al suelo, pudiendo ver con absoluto horror cómo sujetaban entonces a mi madre, llevándola hacia el centro del hall.

El líder de aquellos matones se pronunció entonces. Se apoyó en la barandilla del primer piso, y se dedicó a reírse de la policía y a cuestionarla con aspavientos, hasta que volviendo a golpear la barandilla declaró su intención: que la policía de Metro City se rindiera, en su nombre y en el de la propia ciudad.

Apretaba mis manos con fuerza, tanta, que sentía las uñas clavárseme en la piel. El corazón ya no me iba a mil por hora, no, pero porque ponía mi máximo esfuerzo en que aquello no continuara siendo así. Debía mantener la cabeza fría, pensar en qué hacer, porque sacar mi arma y liarme a tiros de nada serviría. Con mi madre en el punto de mira y mi hermano y mi hija desaparecidos, cualquier movimiento era demasiado arriesgado.

Ni tan siquiera con mi equipo podría hacer gran cosa, son demasiados.

Una idea no dejaba entonces de pasárseme por la cabeza, y sin comprender por qué, sentí la necesidad de compartirla.

- No debí dejar que mi hija viniera… - musité a Allan con convencimiento, mirándole brevemente de soslayo.

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16/04/2017, 18:44
Allan Jefferson

Mi mandíbula se tensa, lucho por controlar mi respiración manteniendo la boca cerrada. Todo por la nariz, con los ojos entrecerrados. Ejercicios mil veces repetidos, concentración, mantener la posición incluso bajo fuego enemigo. Mucha gente se echa las manos a la cabeza cuando ven en qué consisten las pruebas y el entrenamiento de las fuerzas especiales. Lo consideran una brutalidad, un acto salvaje de abuso contra los reclutas. Nadie se da cuenta de que se nos prepara para esto. Y aún así, el entrenamiento no llega a ser suficiente para prepararnos de verdad.

Una rodilla en el suelo, la otra lista para ponerme en pie si es necesario, pero no puede parecerlo. Por eso alzo los brazos, como si me cubriera con ellos, como si fuera víctima del miedo. Lo tengo, soy consciente, sólo un loco carece de ello. Simplemente trato de que no me controle.

Porque así puedo atender a lo que sucede, vigilar cada movimiento, las pautas de los vigías, cómo se distribuyen los matones, las armas que llevan. Y el jefe, sea quien sea, oculto bajo esa máscara, soltando un discurso propio de un demente. ¿Qué pretende demostrar? Me cuesta mantener la cabeza lo bastante fría como para no saltar a por él en este mismo instante. El rostro ensangrentado del jefe de seguridad deja claro que sería una estupidez. Habrá una ocasión, tiene que haberla. Esto no va a terminar en una maldita masacre, y no creo que sea la intención de estos tipos. Buscan algo, pero ¿el qué?

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16/04/2017, 18:52
Director

Mientras el líder de esos matones va soltando su discurso, sus hombres van empujando a los rehenes hacia ambos lados del hall del hotel, mientras otros hacen lo contrario con un grupo de periodistas, que son obligados a punta de pistola a grabar y sacar fotografías de lo que sucede en torno a su jefe.

Ulyses es arrastrado a empujones al mismo costado donde se encuentran Melissa y Allan, junto con un más que amedrentado Patton y unos cuantos rehenes más. Uno de los matones señala un pasillo, ordenando al numeroso grupo que avance en esa dirección. Parece que es por donde se habían marchado los niños, posiblemente el camino a la zona de juegos habilitada para ellos.

Al otro extremo del espacio ocupado por los secuestradores, sucede algo parecido con las dos parejas, pues Ashley y Ryu, junto a Rebbeca y Peter, son empujados en dirección a una puerta que da a un salón auxiliar, donde parecen pretender que se metan todos los rehenes que se encuentran en esa zona. Sin embargo, algo lama la atención tanto de Ash como de Ryu. Sus sentidos entrenados les advierten de un movimiento sospechoso, incluso en medio de tanto caos. Un par de esos matones les presta a ellos cuatro más atención que al resto de los rehenes, cruzando incluso unas palabras con otro de ellos, que asiente.

Pero, mientras todos los rehenes se ponen en marcha, aún tienen tiempo para oír lo que va sucediendo en el hall...

- Tiradas (1)
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16/04/2017, 19:01
~M~ Martha Snyder

La madre de Melissa, comisaria de la ciudad, se acerca al desconocido, visiblemente amedrentada pero luchando por mantener una compostura que realmente le honra. En todo un acto de valor, endereza su espalda y mantiene un duro semblante que no oculta el temor en sus ojos. Sin embargo, se mantiene firme.

No se quién es, pero lo que pretende es una locura. -Afirma con rotundidad, cruzando sus brazos- ¿Rendir la ciudad? Eso no va a pasar jamás.

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16/04/2017, 19:06
. Twoface

Ante la actitud de la comisaria, uno de los matones se acerca por su espalda y alza su fusil semiautomático, dispuesto a propinarle un golpe con la culata. No obstante, el líder alza una mano haciendo que se detenga. El matón se retira mientras el enmascarado comienza a caminar alrededor de su rehén.

¡Cuánto valor! No esperaba menos, señora Snyder... -Dice a su espalda- ¡...abuelita! -Grita de pronto, echándose a reír con malicia. Martha parece perder el aliento, abriendo mucho los ojos al tiempo que da un respingo. El desconocido continúa su caminar, en círculo alrededor de ella, hasta situarse frente a la comisaria. Extrae una tablet de uno de los múltiples bolsillos de su traje, y lo enciende, pulsando un par de iconos y mostrándole su contenido. No es sino un vídeo, aparentemente en streaming, en que se ve lo que parece el interior de una furgoneta, y dos hombres enmascarados con el mismo rostro de goma amarilla y negra, sujetando a una pequeña niña pelirroja que llora desconsolada in poder decir nada por culpa de un pañuelo que hace las veces de mordaza, mientras uno de los matones va enrollando sus manos con cinta de embalar- La ciudad es nuestra, porque ¡NO TENEMOS NADA QUE PERDER! -Grita el desconocido, girándose hacia los periodistas, en un gesto evidente de búsqueda de atención- Al contrario que todos ustedes, ¿no es así, señora Snyder? -Dice mirándola de medio lado- Pero tranquila, somos gente comprensiva, no es necesario que responda ahora mismo. Tiene veinticuatro horas para responder a mis exigencias en rueda de prensa pública, ante todos los medios, o esa mocosa pelirroja pagará las consecuencias...

Es lo último que los rehenes trasladados alcanzan a oír antes de abandonar el lugar, rumbo a su siguiente destino...

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25/04/2017, 10:33
Melissa Whedon

No recibí respuesta alguna por parte de Allan, lo que en el fondo denotaba una gran consideración por su parte; dar la callada por respuesta en lugar de admitir que en efecto, había hecho mal. Porque lo había hecho mal, muy mal. No debí dejar en ningún caso que viniera, debí seguir mi primer instinto, el de protegerla; aun a costa de que se perdiera algunas cosas. Sólo así podría vivir otras.

Comenzaron a separar a los grupos, guiándonos hacia un pasillo mientras aún escuchábamos lo que sucedía en el hall. Oí con claridad como mi madre se negaba a rendir la ciudad, cosa que en realidad ya sabía que sería así. Esa mujer había dado demasiado por todos nosotros y seguía dándolo. Puede que ese grupo tratara de desprestigiar a la policía, que ciertamente hubiera muchas cosas en ella que fallaran, pero la comisaria Snyder, mi madre, no era una de ellas.

Si no fuera por ella, todo se habría ido al garete mucho antes.

Eché la mirada atrás cuando escuché a aquel desgraciado llamarla abuelita. Decir que me puse tensa era poco. No sólo los pelos se me pusieron como escarpias, sino que mi corazón comenzó a bombear con fuerza, demasiada. Intuía lo que sucedía, pero esto quedó claro en cuanto escuché a una niña llorar, no a cualquier niña, sino a mi pequeña. Mostraban algo a mi madre en una tablet, lo cual pude ver de refilón con estupor, tras lo que el líder de los asaltantes la desafiaba. Sentí el impulso de deshacerme de quienes nos escoltaban y huir en busca de mi hija, aún debía andar cerca, pero la mención a aquellas veinticuatro horas me hizo recular. No podía poner en riesgo al resto de los presentes, aún contaba con tiempo para hallar a mi pequeña, aunque me costaba tener la sangre fría necesaria para mantenerme firme en esa decisión; temía terminar haciendo alguna tontería.

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02/05/2017, 20:09

Los seguían separando en grupos cada vez más pequeños, más manejables, quizá con algún propósito más allá del control de masas. Aquellos matones no habían asaltado precisamente una reunión de veteranos de guerra con la capacidad de organizarse y contraatacar, sino una fiesta de la alta sociedad. Y si había algo que la alta sociedad no sabía hacer era organizarse y mirar los unos por los otros. Mucho menos la alta sociedad de Metro City.

Mientras era empujado de un lado a otro no hacía más que buscar a Joy con la mirada. Dudaba entre querer verla o no entre las cabezas de los invitados. Si estaba allí la podría vigilar y hacer por evitar que le pasara nada malo. Sin embargo, si no la veía... Quizá hubiera escapado de la fiesta con el ruso. Lo creía capaz de esquivar a aquellos matones enmascarados. O, yendo un poco más lejos, lo creía capaz de formar parte de todo aquel espectáculo. 

Con todo eso en la cabeza no pudo evitar sentirse conmocionado cuando los secuestradores mostraron un vídeo de una niña en una furgoneta llorando sin parar. Si tuviera sus cosas allí. Si llevara toda su tecnología encima... Sería tan fácil como seguir la señal de transmisión, localizar la furgoneta, inutilizar a los secuestradores y rescatar a la niña. Pero no había llevado nada y se sentía impotente. Lo suficiente como para jugarse una carta con el aspirante a concejal de seguridad.

- Señor Jefferson - Llamó su atención con un susurro, intentando disimular para que los matones no se dieran cuenta - ¿Dónde está su guardaespaldas? Ya sabe... su guardaespaldas - Enfatizó con las cejas, esperando que Allan entendiera lo que intentaba decirle y, sobretodo, esperando haber acertado en sus suposiciones.

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18/09/2017, 23:12
Allan Jefferson

No es el momento. Tengo que repetírmelo una y otra vez. No es el momento. Pero llegará pronto. Porque esos matones comienzan a dividirnos. Divide y vencerás, suelen decir, pero no creo que se aplique a esta situación. Ellos no quieren vencernos, ya nos han vencido. Lo que quieren es otra cosa. Son listos, reparten a los rehenes, dificultando cualquier posible intervención del exterior. Si hay un equipo SWAT ahí fuera pretendiendo hacer algo, esto para ellos será una puta pesadilla. Demasiados frentes, demasiadas variables, inasumible probabilidad de bajas civiles.

Por lo que respecta a ellos, estamos jodidos.

Por otra parte, está la otra cara de la moneda. Dividir a los rehenes les obliga a dividirse ellos. No puedo enfrentarme a un ejército, pero puedo anular pequeñas unidades. Es la diferencia entre la infantería regular y nosotros los de fuerzas especiales. Ellos van de cara y miden fuerzas, nosotros golpeábamos y desaparecíamos. Nuestro porcentaje de éxito es mucho mayor.

Pero cuando uno de esos matones me empuja con la culata de su arma, mi intención de buscar la forma de comenzar una particular Jungla de Cristal se desvanece, al oír una voz a mi espalda. Me giro bruscamente, para descubrir al jefe de esa banda mostrando en directo, asumo, a una niña secuestrada. Mis ojos se desorbitan, aunque es su voz más que si cabello rojizo o sus pecas en ese monitor lo que me revela su identidad. Miro a su madre de reojo. ¿Hay algo que pueda decirse en una situación así? No se me ocurre nada, no quiero decir nada. Quiero hacer algo.

Pero ese empresario trata de llamar mi atención. Es discreto, aprovecha nuestra cercanía para hablarme en voz baja, pero lo que dice... Trato de disimular como puedo, negando con la cabeza mientras me encojo de hombros, como si no supiera de qué me habla. ¿Guardaespaldas? Melissa es mi escolta, pero no se refiere a ella. ¿Armour? No, no puede ser que haya establecido una conexión entre Armour y yo, aunque sea tan errada.

Los matones nos apuran a continuar, a avanzar por un pasillo auxiliar. Echo cálculos, mirando el suelo ante nosotros. Perdimos de vista a los niños unos momentos antes del asalto, pero la emisión parecía proceder del interior de un vehículo. Puede que del mismo instante en que montasen. Es imposible que tengan un vehículo en la parte delantera, en la calle, así que debe estar en la parte de atrás, en los accesos de servicio. Si aún no se han ido, lo harán pronto. No tenemos mucho tiempo.

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19/09/2017, 01:39
Director

El grupo de rehenes en que se ven incluidos Allan, Melissa y Ulyses, con Marcus Patton entre ellos visiblemente amedrentado por una situación que no controla como hace habitualmente, es conducido de malas maneras por los secuestradores, todos ellos con sus máscaras bicolor, negras y amarillas. Hay algunos, los menos, que parecen tener pintado el rostro bajo la máscara, pues se ve la piel cubierta de espesa y pringosa pintura del mismo color que sus máscaras allá donde la misma no llega. El grupo es guiado como ovejas al matadero, a través de un pasillo de servicio, carente de todo el lujo que muestra el hotel allá donde pueden acudir los huéspedes o, en el caso de esta noche, invitados a la fiesta. A ambos lados del corredor pueden verse algunas puertas, la mayoría cerradas. Sólo un par de ellas están abiertas, mostrando pequeñas salas donde permanecen retenidos más invitados, encañonados por matones de idéntica guisa. En una de las salas puede verse al pasar a la mujer rubia que se llevó a los dos niños, abrazando a su hijo con preocupación. Una de sus mejillas se ve claramente enrojecida.

Finalmente, el grupo es empujado al interior de lo que parece un comedor de servicio. Hay un mueble con microondas, un fregadero y una pequeña nevera, además de cuatro mesas sencillas sobre las cuales descansan los restos de una cena que a buen seguro fue interrumpida por el incidente cuando algunos trabajadores se tomaban su descanso. Hay platos con comida templada, vasos con agua, cubiertos y unas cuantas servilletas desperdigadas. Sobre una de las mesas hay una mancha que bien podría ser sangre.

Al fondo del comedor hay tres personas. Una de ellas es un matón que hace un claro aspaviento al ver llegar al grupo y sus compañeros, como si se estuviera empezando a impacientar de tener que permanecer allí. Junto a él, sentado en el suelo con la espalda en la pared, un chico de cabello cobrizo se mantiene con los ojos cerrados mientras una joven de rubios cabellos trata de sostener con fuerza un paño húmedo sobre una de sus sienes. El paño ha comenzado a colorearse por la sangre. En cuanto os oyen, la chica se gira y muestra su gesto de preocupación, que en cierto modo se convierte en alivio al ver llegar a Ulyses. Joy no puede evitar una preocupada sonrisa que desaparece de inmediato. Hace el amago de ir a levantarse, correr hacia él, pero recuerda la tarea a la que está dedicada. El chico, Gary, apenas alcanza a abrir los ojos, pero los vuelve a cerrar de inmediato, moviendo su cabeza a un lado y otro, como si estuviera al borde de la pérdida de consciencia.

El matón que está junto a ellos se dirige a la entrada, donde queda junto a sus compañeros, cuatro en total, custodiando la sala y a los rehenes de su interior.

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24/09/2017, 20:07
Melissa Whedon

Los matones condujeron al grupo en que me encontraba hacia la parte menos lujosa del hotel, sin duda alguna zona de servicio. Nos hicieron caminar por pasillos en los que pudimos ver varias puertas cerradas, pero también algunas abiertas, en las cuales había más rehenes. Llamó mi atención el ver a la cuñada de Allan abrazando a su hijo, con su mejilla enrojecida. Ella se había alejado con los niños, ¿La habían golpeado por intentar que no se llevaran a mi pequeña? Miré a Allan, preguntándome si habría visto a su cuñada y sobrino, pues seguramente estaría preguntándose por ellos en esos momentos; como yo lo hacía por mi familia.

Terminaron introduciéndonos en una cocina donde una cena parecía haber quedado a medias, y de forma traumática, pues en la mesa parecía haber sangre. Sin embargo, esto no fue lo más impactante de todo, sino el descubrir que al fondo de la sala se encontraba mi hermano; el cual parecía estar siendo ayudado por una mujer rubia. Gary tenía los ojos cerrados, y apenas los abrió cuando nos escuchó llegar, volviendo a cerrarlos mientras se movía a un lado y otro de manera preocupante.

Cuando los matones que nos custodiaban nos dejaron dentro y se agruparon en la entrada me dirigí rauda hacia mi hermano, agachándome junto a él.

- Gary, soy yo, ¿Estás bien? G-gary… - dije más que nerviosa, tratando de no alzar mucho la voz. – A-aguanta, hermano. – me acerqué más a su oído, tratando de asegurarme de que nadie más me oía. – Lo solucionaré, ¿V-vale? 

Miré entonces a Allan, con súplica en mi mirada. Había sido agente de las fuerzas especiales, si alguien podía ayudarme en aquella situación era él. Esperaba que de aquel modo comprendiera que mi intención era hacer algo, aunque aún ni siquiera estaba segura de qué.

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25/09/2017, 12:19
Allan Jefferson

El trayecto me lo paso analizando como puedo la situación. Incluso cuando veo a Alice en ese cuarto, y me doy cuenta de que la han golpeado, lucho por mantener la mente fría. Al menos, mi sobrino está con ella.

Pero tiene que haber algo más. Podrían haber amenazado con ir liquidando rehenes uno tras otro hasta que la comisaria claudicara, pero en vez de eso se llevan a su nieta y le dan un plazo. ¿Por qué? Y de repente, antes de ser empujado al interior de ese comedor, la respuesta aparece en mi cabeza, y miro a un lado y a otro en aquel pasillo tratando de constatarlo.

No piensan prolongar ese secuestro.

Es un espectáculo, una puesta en escena. Pero ya han tenido su público y mantener el fuerte les supone demasiados recursos. Tienen lo que querían, y ahora van a desmontar el campamento. Todo depende, única y exclusivamente, de la pequeña Lis.

Mis ojos analizan la sala nada más entrar. Estoy adiestrado para ésto, eso decía mi superior cada vez que se avecinaba tormenta. Al menos no decía locuras como esa mierda del napalm por la mañana. Llevaba razón, la instrucción era dura pero servía a un propósito. Me fijo en los cubiertos sobre la mesa nada más entrar, de forma automática, e ignorando a la gente que está al fondo del comedor, a donde se dirigen los demás, voy a la mesa y cojo un vaso con agua, bebiendo con disimulo. Los matones que se quedan allí apostados no parecen darme importancia, estando tan apartado de ellos, así que aprovecho la oportunidad antes de acercarme a los demás.

Clavo una rodilla junto a esas personas. El tal Gary parece ser el hermano de Melissa, y es lógico pensar que ha recibido ese golpe en la cabeza al tratar de impedir que se llevasen a la niña. Melissa me mira, y su mirada parece decir tantas cosas que no se por donde empezar. Miro alrededor, comprobando quiénes estamos presentes y bajando la voz antes de hablar.

Creo que van a marcharse. No van a mantener este secuestro mucho más tiempo. Después de todo, ya tienen lo que quieren. -Explico, mirando fijamente a Melissa- Es tu hija, Melissa... -Dejo claro, mostrándole con disimulo dos cuchillos de carne que he escondido bajo la manga de mi mano izquierda- ...tú decides. -Miro de reojo al otro hombre presente, el empresario- Pero quizás no pueda hacerlo sólo.

- Tiradas (1)
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28/09/2017, 16:52
~M~ Gary Whedon

Al oír la voz de su hermana, Gary comienza a negar con la cabeza. Pero no es una negación en sí misma, es más como si tratase de reaccionar, de abrir los ojos y alzar su cabeza, pero no fuera capaz de ello. Aprieta sus párpados, haciendo fuerza, y comienza a mover los labios, como si balbucease algo ininteligible, hasta que traga saliva con dificultad y logra aclarar la garganta y pronunciar unas palabras.

S-se... se la han llevado... T-traté de i-impedirlo, Mel, l-lo intentamos...

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28/09/2017, 19:09
. Matón doscaras

Los delincuentes se ponen tensos en cuanto uno de ellos detecta el movimiento de Ulyses. Da un golpe en el brazo de otro de ellos, y en seguida los cuatro se cuadran mostrando sus armas ante ellos, sin apuntar directamente al empresario pero dejando que sea plenamente consciente de tal posibilidad.

En cuanto Ulyses comienza a hablar, las reacciones entre los matones se vuelven dispares. Uno de ellos parece curioso, torciendo la cabeza de costado. Otro mira al primero, y al ver su reacción se encoge de hombros, mirando a los otros dos, quiénes a su vez se miran entre sí con complicidad, aparentemente riendo en silencio. La perorata del empresario parece entretener a los delincuentes, al menos hasta que hace intención de coger algo de la nevera. En cuanto se abre la puerta del frigorífico, el matón de la cabeza torcida deja de lado su curiosidad y se pone tensó, dando un paso al frente, que se convierte en mucho más cuando ve que Ulyses saca una botella de cristal de licor sin alcohol.

¡Hey! ¿Qué coño haces, wey? -Dice con un marcado acento mexicano, abalanzándose sobre él y cogiéndole por la pechera mientras apoya el cañón de su pistola en la frente del empresario- ¿Estás tratando de joderme, pendejo?

Notas de juego

Si decidís actuar de un modo violento, tirad Iniciativa antes de postear nada y vemos el orden ;)

Allan y Melissa están a bastante distancia de los matones, de modo que acercarse hasta ellos requeriría gastar 1 Acción por Asalto.

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29/09/2017, 10:57
. Matón doscaras

Al surgir de ente el pequeño grupo de rehenes, Ryu no tarda en darse cuenta de que los matones están preparándose para algo. Otro matón con máscara bicolor entra en la sala y comenta algo al grupo presente, que comienza a asegurar que sus armas estén listas, asintiendo al recién llegado. Éste se marcha inmediatamente, en apariencia con bastante prisa. ¿Qué está sucediendo?

Los matones dan un paso en dirección a los rehenes, antes de verse sorprendidos por la llegada del abogado. Se sobresaltan, y un par de ellos se miran entre sí, confusos por el acercamiento del joven y por la extraña lengua en que les está hablando. Se dicen algo en voz baja, pero un tercero se vuelve hacia ellos de medio lado, visiblemente enfadado, a tenor de sus gestos.

¿Os queréis callar? -Pregunta, con un marcado acento italiano- ¿Qué más da lo que esté diciendo el chino éste? ¡Va a palmarla igualmente...!

Afirma, alzando su arma antes incluso de volver a mirar al rehén para puntar.

Notas de juego

Debido a la distracción de Ryu, él y Ashley cuentan con la iniciativa en este asalto (si es que decidís hacer algo XDD). Haced igualmente tiradas de Iniciativa para ordenar las cosas para el siguiente (si vivís XDDD).

Ashley, como en este turno no ha posteado, se ha quedado rezagada. Eso significa que si quiere acercarse hasta los matones debe gastar 1 de sus Acciones por Asalto en ello. Tenlo en cuenta, Cassie ;)

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16/10/2017, 22:12
Melissa Whedon

Mi hermano pareció reaccionar ante mis palabras, terminando por poder hablarme, aunque apenas balbuceaba. Lamentaba que se hubieran llevado a mi pequeña, insistiendo en que habían intentado impedirlo. La chica de cabello rubio aportó algo más de información sobre ello, apuntando algo muy importante.

Dos minutos…

- Tranquilo, Gary. – le dije antes de mirar a la mujer rubia. - ¿Puedes encargarte de él?

Tras ello miré a Allan, quien me dedicó unas palabras y me dejó claro que estaba dispuesto a hacer algo. Sin embargo, también dejó muy claro que se trataba de mi decisión. Tenía razón, ningún sentido tenía ya que quisieran alargar aquel secuestro, y todo indicaba que se preparaban ya para abandonar el lugar. Iban a irse de allí con mi hija, no podía quedarme sin hacer nada si había una oportunidad.

En ese momento aquel hombre trajeado, el empresario, comenzó a hablar a los hombres armados y a acercarse a la nevera como si tal cosa. No estaba segura de si trataba de crear una distracción o es que aquel hombre era así, pero en cualquier caso, no podíamos desaprovechar la oportunidad que nos brindaba.

- Al suelo, e intentad cubriros. – susurré a Gary y la rubia, de tal modo que Allan también pudiera oírme, dejándole clara mi decisión.

Miré a mi protegido y asentí fugazmente, indicándole que iba a actuar, momento en que me dirigí con rapidez hacia uno de aquellos matones; viendo que amenazaba la vida del empresario cuyo nombre no recordaba. Trataría de desarmarle para impedir que matara a aquel hombre y de paso hacerme con un arma que me ayudara a poder salir de allí e ir en busca de mi hija.

- Tiradas (3)

Notas de juego

Acción: Me acerco al matón.
Acción: Desarmar.
Me reservo otra acción.

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18/10/2017, 10:14
Allan Jefferson

Una mirada es suficiente. La incertidumbre, el temor, la preocupación... todo eso se refleja en el rostro de Melissa, pero queda relegado a un segundo plano. La determinación, eso es lo que veo en sus ojos. Lo he visto en muchos otros, en mis compañeros de armas, en aliados y amigos. Es esa mirada antes de la batalla, cuando sabes que estás acorralado pero decides luchar, plantar cara, darlo todo al precio que sea. Es el rostro que quieres tener a tu lado, el que quieres ver cuando miras a un costado, entre las balas y las explosiones, entre el ruido ensordecedor. Porque ese rostro es un ancla que te impide perderte a la deriva, la esperanza de que, mientras esté a tu lado, todo saldrá bien.

Todo saldrá bien.

Pero las cosas van de mal en peor. El empresario ha intentado vete a saber qué al acercarse a ese frigorífico. No se si es algo premeditado o sólo es un gilipollas inconsciente pero, como en todo, tiene su lado bueno y su lado malo. El bueno es que está distrayendo a esos matones. El malo... que la cosa puede acabar en que le metan un tiro.

No hay tiempo.

Melissa lo sabe. Desconozco su experiencia fuera del campo especializado que le corresponde, y esto no se parece a su tarea con los ordenadores, pero parece decidida a participar, no únicamente a consentir que yo lo haga. Asiente y se pone en marcha, veloz como es necesario. Como si se tratase de corredores de longitud, el impulso para comenzar la carrera que nos lleve hasta ellos es como escuchar un disparo. Como un resorte, salimos corriendo en dirección a la entrada del comedor. La distancia no es demasiada, pero en medio de un combate se convierte en una eternidad. Por ello, aprovecho la carrera para arrojar uno de los cuchillos al matón más cercano, abalanzándome sobre él para utilizarle como cobertura frente a los demás.

- Tiradas (3)

Notas de juego

* La segunda tirada de Iniciativa/Reflejos corresponde a Lanzar (olvidé cambiar el nombre)

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19/10/2017, 19:27
Melissa Whedon

Aquel empresario sabía lo que hacía, aquella artimaña estaba más que pensada, cosa que me quedó muy clara al advertir su discreto movimiento hacia aquel que le amenazaba. Allan también tuvo éxito en su acercamiento a aquellos matones, no tardando en dejar K.O. a uno de estos. En mi caso, el tipo hacia el que me dirigí resultó ser más fuerte de lo que esperaba, pero sin duda yo era más rápida.

Trató de zafarse de mí, pero no acabé muy lejos de él, viendo cómo me amenazaba con su arma mientras los otros dos se volvían hacia mi protegido.

¿Zorra? Uy… No sabes tú cuánto…

Por un momento me planteé sacar mi arma, pero ni me gustaba usar esta, ni era lo que mejor se me daba; y el movimiento del empresario me permitía otras opciones. Llevaba años practicando eskrima, pero a veces, lo más simple era lo más efectivo. Sin perder tiempo, me dispuse a darle un rodillazo en la entrepierna, queriendo dejarle fuera de juego de una vez.

- Tiradas (2)
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23/10/2017, 12:53
Allan Jefferson

Escudarme tras mi primer objetivo abatido ha terminado siendo un absoluto fracaso. Supongo que me he vuelto dependiente de ese escudo, y es que incluso ahora no puedo evitar pensar en lo bien que me vendría en estos momentos. Porque el escudo humano que pretendía interponer se cae al suelo, lo que significa que no cuento con cobertura.

Y sin cobertura, sólo resta una cosa por hacer.

Sostengo el cuchillo que me queda en la mano y me tiro rodando por el suelo sobre el cuerpo del matón caído, dispuesto a enfrentar a esos dos con la hoja de acero. Sin embargo, el primer envite me sacude la mano, pues el cuchillo impacta contra algo duro, metálico, oculto entre sus ropas. El arma salta de mi mano, perdiéndose en algún punto a mi espalda. Lejos de mi alcance, ahora mismo. Me alzo rápidamente, sujetando la cabeza del tipo, demasiado ocupado creyendo que aún estoy abajo, y le propino un rodillazo en la sien con todas mis fuerzas.

No tengo tiempo de verle caer al suelo. No tengo tiempo para nada. Me giro y, aprovechando el movimiento circular, arrojo una patada a su cabeza. El capullo la ve venir, ¡he estado muy lento! Puedo ver el modo en que se agacha ligeramente, de forma casi instintiva, cubriéndose con los brazos.

He perdido mi oportunidad...

- Tiradas (3)

Notas de juego

Acción 1: Ataque con cuchillo (pifia -> pierdo el cuchillo)
Acción 2: Ataque cuerpo a cuerpo (éxito)
Acción 3: Ataque cuerpo a cuerpo (fallo)

- Allan: 50 - 10 = 40
- Melissa: 49 - 27 = 22
- Ulyses: 47 - 44 = 3
- Matones (1 con Melissa y Ulyses; 2 1 con Allan)

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24/10/2017, 10:51
Melissa Whedon

No era la agente de policía más fuerte, pero mi entrenamiento y agilidad naturales seguían dando sus frutos. Logré dejar fuera de juego a aquel matón con aquel movimiento, viéndose obligado además a soltar su arma, quedando tendido en el suelo. Aquel gesto de dolor y sus ojos casi saliendo de sus órbitas me decían que tardaría un buen rato en poder hacer algo.

- Coge el arma. – indiqué al empresario, pues me había quedado más que claro que sabía usarla, mientras me giraba hacia Allan con rapidez.

Vi entonces cómo este fallaba en su intento de atacar con el cuchillo a uno de aquellos tipos, saliendo el utensilio volando hacia atrás, sin embargo, no perdió el tiempo. En seguida sustituyó la acción de aquella improvisada arma con un golpe en la sien del matón, para acto seguido aprovechar el movimiento y tratar se asestar una patada al otro que quedaba en pie. Lamentablemente, esa vez no pudo ser.

El matón se agachó y se cubrió la cabeza con los brazos, momento que aproveché para atacar otra parte de su cuerpo. Lancé una patada a su estómago, un golpe certero que le dejaría también fuera de juego. Cogí entonces una de las armas de los matones, esperando que mi protegido también cogiera otra.

- Atranca la puerta en cuanto salgamos, aunque dudo que nadie se dirija hacia aquí. – le dije a la chica rubia, antes de volver a mirar al empresario. – Hazte con las armas y no les pierdas de vista, ¿De acuerdo? Aunque estoy convencida de que no querrán hacer ninguna tontería. Secuestro, agresión, vinculación a una banda terrorista, agresión a un agente de policía… Ya acumuláis muchos cargos. – dije a los matones, aunque ya era tarde para algunos de ellos. - Si queréis salir de esta, portaos bien. – les advertí.

Tras dar aquellas instrucciones con rapidez, me dirigí a la puerta, dedicando una mirada a mi hermano antes de salir con la mayor de las discreciones; no sabíamos qué podíamos encontrarnos ahí fuera.

- Tiradas (2)

Notas de juego

Acción: Golpear matón
Acción: Coger arma
Acción: Salir sigilosa

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30/10/2017, 09:45
Director

El enfrentamiento que protagonizaron el candidato a concejal y su escolta con aquellos secuestradores fue tan fulgurante y vertiginoso como breve. Los rehenes presentes, apenas tuvieron ocasión de reaccionar, cuando los cuatro secuestradores estaban abatidos en el suelo, y ni siquiera se había llegado a disparar ningún arma. Antes de que nadie pudiera decir nada, tanto ellos dos como Ulyses estaban ya haciendo acopio de las armas y preparándose para no se sabía muy bien qué.

El primero en reaccionar fue precisamente quien más en segundo plano se había quedado, oculto y tratando de no llamar la atención. Cuando el enfrentamiento dio comienzo, se había arrojado al suelo y cubierto su cabeza con las manos. Quienes le hubieran prestado la más mínima atención, habrían jurado que aquel no había sido un gesto de simple precaución, sino de terror absoluto. Ahora, sin embargo, se alzaba de nuevo con un gesto tan preocupado como arrogante.

¡¡Jefferson!! ¿Es que se ha vuelto loco? ¡Ya no está en el ejército, por el amor de Dios! -Espetó al candidato a concejal, encarándose con él pero sin acercarse demasiado, como también se cuidó de alzar demasiado la voz- ¡¡Y usted, Whedon!! ¿Quién se ha creído que es? ¡No es usted de los SWAT, es una rata de oficina, una informática! ¿Es que se le ha subido a la cabeza esta misión de maniquí para la foto que le ha encomendado el alcalde? -Le dijo a la agente con el mayor de los desprecios- ¡Ustedes dos van a hacer que nos maten, cuando termine todo ésto voy a hacer que...!

¡¡Oh, cállese, maldita sea!! -Le interrumpió Joy, fuera de sí. Su tono era tan tajante, que logró que el ayudante del Alcalde Johnson enmudeciera, incómodo, ajustándose las gafas en un intento de disimular como buenamente podía- ¡¡Ellos al menos han hecho algo!! ¡¡Usted sólo se ha tirado al suelo, gimoteando como una niña!! ¡¡Alguien tenía que hacerlo, si hubiera más gente como ellos no estaría la ciudad como está, como geste como usted ha permitido que esté!! -Ulyses hacía mucho tiempo que no veía a Joy tan afectada por nada. Por fortuna, sabía el empresario, la chica nunca había tenido que pasar por nada igual. Arrojó al ayudante una última mirada de desprecio absoluto, y volvió a atender la herida en la cabeza del chico pelirrojo.

M-Mel... -El chico pareció reaccionar al nuevo contacto del paño húmedo en su cabeza. Torció la cabeza, entreabriendo los ojos, pero tuvo que parpadear varias veces para enfocar mínimamente y lograr ver a su hermana en la distancia que los separaba. Hizo un leve intento de incorporarse, pro casi al momento desistió, siendo sujetado por Joy. Inspiró profundamente, y miró a Melissa de nuevo- E-encuéntrala... por favor, encuéntrala... Q-que no le pase nada...

Gary sufrió un pequeño amago de desvanecimiento, ante el que Joy se apresuró a sujetar su cabeza, rodeándola con su brazo y apoyando al chico contra su cuerpo, no dejando de presionar la herida de su cabeza. Se giró y miró a Ulyses, suplicante, al borde de las lágrimas por tanta presión que estaba sufriendo. También miró a aquellos dos desconocidos que tan fácilmente se habían encargado de los secuestradores, consciente de lo que iban a intentar. Asintió, tratando de ofrecerles todo su apoyo, y asegurando con ello que se encargaría del chico.