Partida Rol por web

BUSCANDO JUSTICIA

1 de Noviembre: Domingo por la noche; bajo el ala de la justicia

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13/08/2020, 09:56
Montaraz

Por fin llegamos al final del camino, al menos parece que ya estamos en la guarida de los Murciélagos. Por fin sabremos porque hemos sido "elegidos" y nos contarán qué quieren de nosotros. Por fin podré irme a descansar después de esto. Demasiados por fines para una noche la verdad.

Veo que Misery saluda al llegar y seguramente pregunta lo que todos queremos saber. El por qué estamos aquí.

- Hola, yo soy Montaraz aunque creo que eso usted ya lo sabía. - comento mientras estudio el lugar donde estamos con cautela - Tengo la extraña sensación de que nos han estado observado durante un tiempo, rastrearnos a cada uno de nosotros no creo que sea nada fácil y en mi caso sorprenderme como lo hizo su hombre esta noche es raro...me encantaría aprender a ser así de silencioso la verdad. - digo recordando al "vagabundo" que comentó antes haber sido el de las invitaciones. 

Hago una pausa y termino preguntado directamente:

- Misery creo que ya ha comentado lo que todos queremos saber...¿Por qué estamos aquí? y ¿quién es usted?

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09/09/2020, 09:21
Armour

La ruta que nos vimos forzados a seguir era lo que mi antiguo equipo habría considerado una auténtica locura. Un espacio cerrado, angosto, lleno de rincones donde podíamos ser emboscados y con escasa cobertura con la que protegernos en caso de necesitarlo. Una auténtica ratonera en la que nos lo habríamos pensado mucho antes de acceder, aunque en Metro City resultaba más habitual de lo recomendable tener que internarse en ese tipo de lugares. Era en momentos como aquel que me planteaba lo diferente que era mi actividad en el ejército de la que estaba desarrollando como Armour en mi ciudad natal. Y era consciente de lo mucho que mis antiguos compañeros me considerarían un loco por hacer lo que hacía. Por suerte, ninguno de ellos era consciente de nada de aquello. Salvo quizás Lawrence, pero ni él conocía los detalles, tan sólo algunas sospechas de lo que tenía entre manos. 

Por suerte, a pesar d aceptar recorrer aquel camino tan obviamente arriesgado, la ruta no planteó peligro alguno y llegamos a su final sin contratiempos. Allí, en lo que parecía el otro extremo del edificio bajo el que habíamos caminado, nos aguardaba una figura que extrañamente se mantenía bajo la lluvia a pesar de que podía evitarla con tan sólo un par de pasos. Fruncí el ceño al verle, ya no sólo por su actitud, sino también por su indumentaria. Parecía extraído de una de esas películas viejas orientales de maestros de kung fu donde el doblaje no iba acorde a la imagen y todo se resolvía mediante duelos personales. Mientras algunos de mis compañeros se iban presentando, tan sólo elevé una plegaria para que aquel tipo no pretendiera retarnos a un duelo, ni soltarnos un proverbio indescifrable. 

Armour. -Me presenté llevando una mano a mi pecho, tras guardar el escudo a mi espalda- Aunque, como ha dicho mi compañero, eso usted ya lo sabía, ¿cierto?

No añadí nada más. Tanto el arquero como Misery ya habían abierto el melón de lo que, a mi modo de ver, todos esperábamos ya. Era el momento de que el desconocido, no sólo se presentase, sino que expusiera lo que él y su organización, su "hermandad", tuviera que compartir con nosotros. 

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09/09/2020, 13:04
Freda

 

- Igualmente. - Le respondo a Montaraz, y tras estrechar la mano de la pelirroja muchacha, comienzo a desandar el camino que me había traído hasta aquí, aunque esta vez acompañada de todos estos extraños a los que al parecer, han citado con el mismo motivo, uno que hasta el momento, sigo sin comprender en su totalidad. La "nota" había sido tan clara como escueta, y a pesar de todo, sigo sin fiarme un solo pelo de todo esto. Después de todo, esto no se aleja demasiado a lo que cualquier otra banda callejera con dos dedos de frente hubiese montado para quitarse del medio a quienes le dan por culo. - Y sin embargo aquí estoy...

Pero aunque todo esto no es que me transmita especialmente buenas sensaciones, y haciendo nulo caso a todas las alarmas que debería haber tenido en cuenta, me acomodo la capucha sobre la máscara encendida, y mientras la lluvia esconde cualquier sonido que pudiese haber en la cercanía, no puedo evitar sonreír al ver al tipo que, y suponiendo que no es casualidad, combina perfectamente con la decoración oriental de este bonito y rojizo subsuelo mientras nos espera bajo la lluvia. 

Tengo que admitir que se lo han sabido montar, e incluso, de no suponer que han estado siguiendo desde hace tiempo, y de cerca y que por ende, es muy posible que conozcan mi verdadera identidad, sentiría incluso admiración, pero no, lejos de admiración, expectación o si quiera ansiedad, lo único que siento es una molestia constante, como si tuviese una astilla clavada en el pie y no me la pudiese quitar. Que sepan quien soy me importa entre poco y una soberana mierda, pero tras de mi hay otras personas que son al fin y al cabo, a quienes realmente pretendo proteger, y que sus rostros, nombres y hogares puedan ser de conocimiento de terceros... 

Misery, Montaraz y Armour se presentan, siendo la pelirroja no solo la primera en hablar, sino que también quien hace la pregunta de rigor cuya respuesta, todos queremos conocer. - Freda. - Fue todo lo que salió de mis labios a modo de saludo, sin poder sentirme especialmente estúpida en el camino. Miyagi sabe quienes somos y lo que estamos haciendo aquí, la cuestión es ¿A qué viene esa sonrisita y qué mierda espera?

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12/09/2020, 01:26
Ácido-Base

-Acido-Base – Se presentó simplemente para la otra justiciera, dedicándole un asentimiento de cabeza, teniendo la sensación de que chocarían más de una vez en el resto de esa noche. Quizás en favor de mantener la paz, fue que siguió al resto en silencio por el camino marcado.

Parecería extraño para cualquiera que la conociera en su faceta de trabajo diario, pero de hecho la justiciera encontraba el opresivo ambiente familiar aunque no por ello menos digno de cautela. Hacia años que no caminaba ese barrio en especifico, sin embargo conocía bien esos lugares, y tenía amigos en ellos. Lugares que se podían considerar al margen del resto de la ciudad.

Tenía la sensación de que eran observados. Seguramente así fuera. Eran intrusos después de todo. Si algo había aprendido era que ningún lugar estaba tan muerto como parecía.

Miró la verja y el descenso que se planteaba frente a ellos con cierto respeto. “Definitivamente donde pondría mi base secreta de tener una” Pensó irónicamente y bajó de cualquier modo, recordando las películas que usaban ese tipo de lugares como algún tipo de escalera al infierno. “En el infierno no haría tanto frío”. A pesar de toda su cautela y desconfianza, no podía sentir un poco de excitación, aquello era genial, por mucho calificativos que quisiera ponerle, y si salían de allí con vida sería más genial aún. “Como desearía poder contar esto a Sabri

Aquel camino los iba llevando cada vez más adentro en las entrañas de la ciudad y la sensación de que estában invadiendo se hacía más fuerte. Era una buena manera de disuadir a cualquier explorador ocasional, sin duda.

Volvieron a salir a la lluvia, y empezaba a sentirse como una rata en un laberinto. Al menos, al fin veían a alguien más, tan misterioso como el hombre de la entrada.

Imitó a Misery, levantando el murciélago -Acido-Base – Ofreció su nombre de nuevo, al igual que los demás dudaba que le estuvieran dando ninguna información nueva al hombre, cuanto sabían de ellos… eso era lo que le interesaba saber. Sin embargo dio una fugaz mirada entre sorprendida y divertida a Montaraz, su expresión lo había hecho sonar mucho más joven de la edad que le había asignado al principio.

Las miradas de todos habían acabado obviamente centradas en el desconocido, era hora de saber que diablos hacían allí.

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14/09/2020, 10:53
-- Jack Li

El desconocido muestra una tenue sonrisa ante las primeras palabras, aquellas que pronuncia Misery, y tras bajar su rostro lo suficiente para que el ala de su sombrero le cubra los ojos, da un par de largos y metódicos pasos hacia delante. Con ello, logra situarse bajo techo, evitando la caída de la lluvia sobre él. Entonces baja aún más su rostro y toma su sombrero con la mano, desprendiéndose de él y sacudiéndolo velozmente, de forma que un reguero de agua salpica el suelo junto a él. Con la otra mano, se atusa el cabello hacia atrás, antes de tomar la palabra.

Nadie, de entre todos los presentes, es responsable de lo que ha acontecido, ni de lo que va a acontecer. -Afirma con seriedad, volviendo a mirar a los justicieros con franca mirada- Los responsables son quienes, con sus acciones impuras, han causado nuestro encuentro. Aquellos que pagarán.

Sus palabras resultan enigmáticas, pero al mismo tiempo parecen dar cuenta de las convicciones que llevan al desconocido al lugar en que se encuentra. Sin embargo, mucho es lo que debe aún explicar. Algo que se apresura a hacer tras la intervención de Montaraz y Armour.

Yo... no soy más que un sencillo eslabón de una amplia cadena. Un humilde peón sobre el tablero que representa la guerra entre dos bandos, el del bien y el del mal. Un tablero que, ahora mismo, se sitúa sobre esta inmensa ciudad. -Explica con parsimonia- En efecto, hemos estado observando, en silencio, desde las sombras en que nos ocultamos. Sus acciones nos han llamado, un grito silencioso al que hemos decidido responder. Ustedes son la necesidad de esta ciudad y sus inocentes habitantes. Y la suya es una historia que se repite una y otra vez, desde tiempo inmemorial.

Las dos justicieras que faltan por presentarse lo hacen finalmente, de forma escueta, y el desconocido se cuadra entonces inclinando su cabeza hacia adelante y uniendo sus manos ante sí con marcialidad. 

Mi nombre, aunque carece de importancia, es Jack Li. -Se presenta, bajando de nuevo sus brazos y uniéndolos ante sí con aire relajado- Permítanme contarles una historia, una que a grandes rasgos resulta atemporal. Mucho tiempo ha, cuando el mundo se regía mediante un sistema que hemos dado en llamar feudal, un pequeño pueblo se veía obligado a padecer el abuso indiscriminado de los poderosos. Latrocinio, esclavitud, violaciones... todo el mal imaginable caía desde los cielos sobre aquellos meros aldeanos. Nada era lo que podían hacer, pues no había justicia en este mundo a quien recurrir. No había otro poder que el de los poderosos, ni justicia, ni dios, ni ley. -Relata Jack, haciendo una breve pausa- Pero entonces, de entre las sombras insondables, surgió él. El Murciélago, un hombre, un guerrero, pero mucho más que eso. Un símbolo. Con que un sólo hombre se alce contra la injusticia, otros le seguirán. El Murciélago era ese hombre, y al mismo tiempo era todos los hombres. Pues si no puedes encontrarle, no puedes matarle. El Murciélago se movió en silencio, sobrevoló las fortalezas de los Señores de la Injusticia sin ser visto, y comenzó a devolver cada golpe que el pueblo inocente recibía. Sangre por sangre. -Jack Li tomó aire, liberando un suspiro con el que mostró una casi imperceptible sonrisa- Con el tiempo, al Murciélago se unieron otros, soldados unidos por un ideal, compartiendo su cruzada: proteger a los inocentes, y hacer pagar a los culpables. Y se creó una unión, forjada por los lazos de la hermandad. La Hermandad del Murciélago. Han pasado siglos desde entonces, y la Hermandad continúa oculta en las sombras, aguardando su momento de actuar. Pero el Murciélago ha posado su ciega mirada sobre su ciudad, sobre Metro City. Estoy aquí en representación suya, para saber si ustedes están dispuestos a colaborar, a unirse a tan digna causa.

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14/09/2020, 14:30
Montaraz

Escucho las palabras del " sabio ermitaño" que responde al nombre de Jack Li, más que en Metro City parece que nos hemos trasladados a una de esas películas chinas de artes marciales de finales de los setenta o principios de los ochenta. Por lo que nos cuenta parece que nos llevan observando un tiempo, lo que me inquieta porque realmente soy bueno escondiéndome y suelo tener cuidado de que no me sigan. Ese recelo es algo que me inquieta.

- Veo que nos habéis estado observando, si no es molestia....¿cómo lo habéis hecho? Me preocupa no haber estado a la altura de evitar que me hayan seguido...es algo que debería de mejorar y más si nos habéis encontrado. Además ¿cómo lo hacéis? Yo mismo no tenía ni idea de que había más haciendo esto en la ciudad y mira que tengo mirado en las noticias y en foros de la web...señor Li si puede responder a esas dos preguntas prometo no interrumpirlo más...

Espero que conteste a lo que he preguntado. Es importante saber cómo han dado conmigo y más aún cuánto saben sobre mí.

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17/09/2020, 18:05
Ácido-Base

La mención tan categórica del bien y del mal la hizo removerse, ligeramente incómoda. No se consideraba perteneciente a ninguna de esas facciones. Aunque hacia lo posible por hacer lo que consideraba correcto, eso no quería decir que de hecho, lo fuera.

El hecho de que esa gente estuviese dispuesta a proteger la ciudad también traía la pregunta de a quien, exactamente consideraban bajo sus alas. Miró al hombre fijamente mientras este hablaba, que jugara el papel de heroína y que se creyera una, eran cosas, muy diferentes. Y eso hablaba de su propia salud mental para ella.

Escuchó su historia con total atención. La justicia lograda por todos a la vez actuando como un uno, como una comunidad reunida por un símbolo. Algo como lo que se había buscado con algunos ídolos y dioses . Pero al igual que aquellos ídolos cuando uno se creía el papel, acababa quemando todo lo que tenía alrededor. El poder, por muy bien intencionado que estuviera, resultaba peligroso si se concentraba.

"Acaba de nombrar una hermandad de vigilantes? Acaba de nombrar una hermandad de vigilantes". Una parte de ella, la amante de superheroes y agentes secretos, saltaba internamente en el lugar, había gente que intentaba cambiar las cosas, y estaba organizada y los estaban invitando... . La otra, más racional, aún conservaba cierta sana desconfianza.

-Señor Jack Li, prometí que el día que comenzara a creerme la salvadora de los inocentes, dejaría de salir a las calles y me recluiría en el monte, le suplico que no haga que ese día llegue antes de tiempo – Pidió con una sonrisa para suavizar sus palabras, aunque su mirada dejaba claro que hablaba en serio -Creo que todos estamos aquí para ayudar a defender a los habitantes de la ciudad… a todos ellos -

-Pero la pregunta es que implica unirse a la hermandad – Nos estaban pidiendo un contrato de sangre, sin darnos más información que una bonita historia.

 

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17/09/2020, 23:58
Misery

Observaba cada gesto y escuchaba cada palabra de aquel desconocido de manera analítica, diciéndome ya mucho la réplica que hizo tras guarecerse de la lluvia a parte de lo que le había dicho. Aquella explicación resultaba del todo innecesaria a mis ojos, pero estaba claro que no a los suyos, lo que no sabía era si aquello estaba motivado por sus entrañas o por el afán de convencernos.

Sensación similar tuve cuando continuó hablando tras las intervenciones de Montaraz y Armour, viendo un claro empeño en mantener una mística que no estaba convencida de que fuera del todo real. El hombro respondió a las palabras de mis compañeros, pero no se presentó hasta que las dos mujeres también se presentaron. Fue tras ello cuando comenzó a contarnos la historia de aquella hermandad de la que formaba parte, a grandes rasgos, desarrollando un relato claro y sencillo; pero no carente de puntos llamativos. Tratándose de un resumen no era de extrañar que faltara información en aquella narración, pero todo parecía demasiado idílico. Me creí aquella historia, después de todo en cierta manera no distaba mucho en sus inicios de lo que cualquiera de los presentes podría haber vivido o sentido, pero estaba segura de que había mucho más detrás.

Jack Li, que era como se llamaba el misterioso tipo, no tardó mucho en soltar una especie de invitación a La Hermandad del Murciélago; aunque no de manera directa. Como era natural, las preguntas comenzaron a sucederse en seguida.

Montaraz se pronunció de nuevo al respecto de haber sido vigilado, quedando claro que aquello era un tema que le preocupaba y le interesaba. Preguntó directamente sobre ello, pero supuse que sus preguntas no serían respondidas con gran detalle, pues imaginaba que aquello supondría revelar secretos de la hermandad a alguien que ni siquiera había aceptado aún formar parte de ella.

Tras él habló Ácido-Base, llamándome la atención las primeras apreciaciones que hizo. Por un lado, parecía tener muy presente el peligro que podía llegar a suponer creerse por encima del resto, y por otro, hizo hincapié en la necesidad de ayudar a todos los ciudadanos; sin distinciones. Tanto una cosa como lo otra me permitían conocer mejor a aquella mujer, si es que estaba acertada en lo que creía que había tras aquellas frases.

- Esa es una muy buena pregunta. - le concedí a Ácido-Base cuando manifestó querer conocer qué implicaba unirse a aquella hermandad. - Sangre por sangre. - repetí con serio semblante, mirando a aquel hombre a los ojos desde detrás de los cristales de mis gafas. - ¿Qué quiere decir eso exactamente? ¿Aún lo aplican? - quise saber en primer lugar, pero aún no había terminado. - Además de conocer con detalle lo que implicaría unirnos a su hermandad, hay algo más que me gustaría saber... ¿Por qué Metro City? Sea sincero. - concluí con un ligero tono de exigencia.

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18/09/2020, 09:13
Armour

No me gustaba demasiado la forma en que hablaba aquel hombre. Demasiado críptico, envuelto en un misticismo oriental que no iba conmigo. Podía entender que fuera reservado respecto a su organización, eso sí, sobre todo cuando estaba dejando claro lo clandestina y secreta que era, y teniendo en cuenta que aún no habíamos accedido a unirnos a ella. Si es que unirnos a la hermandad era la propuesta que tenía para nosotros, y no solamente una asociación. Pero el tono que empleaba para hablar de su organización sin contar demasiado resultaba... no se, me sonaba más a secta que a organización de espionaje. Una organización gubernamental en la sombra, dependiente de alguna rama clandestina del FBI o de la CIA, me habría hecho sentir más en mi elemento. Pero todo aquel rollo del bien contra el mal...

Aún así, decidí aguardar antes de llegar a conclusiones precipitadas. El señor Li, como se presentó, se restaba importancia a sí mismo, mostrándose con humildad como una parte de un engranaje mucho mayor. Sin embargo, enarqué una ceja ante la afirmación de que eran nuestras acciones las que les habían llamado, preguntándome cómo operaban. No sólo cómo nos habían podido seguir, que era lo que tanto parecía preocupar a Montaraz, sino cómo se organizaban operativamente.

Señor Li, dice usted que nuestras acciones les han llamado. -Intervine, con las manos apoyadas a ambos lados de la cintura- Debo suponer entonces que han estado escuchando, esperando esa llamada. Dado que nuestras acciones no han tenido gran repercusión en los medios, esto parece como mínimo una operación de Inteligencia a gran escala. Me gustaría saber de qué magnitud estamos hablando, si se trata de un pequeño grupo o su organización tiene una implantación mucho mayor. 

A decir verdad, la explicación histórica acerca de los orígenes de la hermandad resultaba convenientemente ambigua. Era tan sencillo imaginar esa historia en el japón feudal como en la Europa medieval, tanto en los países más al norte como a los colindantes con África. Incluso cabía imaginar algo así en... no se, la Florencia renacentista. Y cabía suponer que no era una mera casualidad, que buscaban ahogar la historia de su organización en un misticismo que dificultase rastrearla. No parecía que lo hicieran únicamente con su historia.

También empezaría a estar bien saber qué esperan exactamente de nosotros. Es decir, cómo esperarían que operásemos si decidiéramos unirnos a ustedes.

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18/09/2020, 09:29
-- Jack Li

El hombre oriental soporta las preguntas de sus "invitados" con estoicidad, mostrando una cálida sonrisa que parece una máscara inamovible. Va dejando que todos y cada uno de los presentes exprese sus dudas, sus reparos y pareceres, y cuando se hace el silencio, clava sus ojos negros durante unos instantes en la máscara luminosa de Freda. Tan sólo permanece así durante unos segundos, hasta que, convencido de que ni una sola palabra va a brotar de detrás de esa máscara, baja su mirada al suelo y amplía su sonrisa durante un breve instante, dedicando a Montaraz sus primeras palabras.

Joven, si me permite el consejo, no debería ser tan duro consigo mismo. -Afirma, con una voz llena de paternalismo- Si algo me ha enseñado la vida, una vida dedicada al estudio y perfeccionamiento de las artes de la guerra, es que la perfección es tan sólo un objetivo inalcanzable. Un camino, mas no un destino. Y que, por muy buenos que seamos, siempre puede haber alguien mejor. La Hermandad del Murciélago cuenta con hermanos que han dedicado su misma existencia, una larga vida de dedicación y adiestramiento, a la sencilla tarea de encontrar aquello que se mantiene en las sombras. No sólo se trata de tener "buen ojo", como se dice ahora, sino de saber qué detalles buscar y dedicarse en cuerpo y alma a buscarlo. -Una leve inclinación parece indicar que desee añadir algo más, como una falsa confidencia, a tenor del cambio de tono en su voz- Si le sirve de consuelo, los informes que esos hermanos han entregado sobre usted, han sido más que favorables. Sobre todos ustedes, de hecho. De lo contrario, no estaríamos manteniendo esta conversación.

Acto seguido, Li se vuelve hacia Ácido-Base, escrutando a la justiciera durante unos breves instantes. Sin embargo, antes de llegar a decir nada, el hombre se ve sacudido por una tos que trata de mitigar cubriéndose la boca con un puño, mientras el otro rebusca rápidamente en uno de los bolsillos de su curiosa ropa, extrayendo un pañuelo de tela completamente blanco. Termina cubriéndose la boca con el pañuelo, durante los últimos estertores, hasta que logra sobreponerse, y al retirar el pañuelo se hace evidente una pequeña mancha de color rojizo en la blanca tela, que Li trata inútilmente de ocultar doblando la tela y pasándosela por la mano con que se cubría la boca en un principio. El hombre sonríe de forma forzada, devolviendo el pañuelo al bolsillo.

Mis disculpas... ¿Por dónde íbamos? Implicaciones, sí... es algo de lo que debemos tratar, por supuesto. A priori, cabría decir que lo único que se exige es discreción. -Expone encogiéndose de hombros- Pero no se preocupen por eso, si están imaginando a un grupo de hombres de negro con espadas tratando de arrebatar la vida a cualquiera que abandone la hermandad, o a un equipo de caros abogados exigiendo firmas en contratos de confidencialidad de consecuencias desorbitadas. Nada más lejos de la realidad. -La sonrisa de Li vuelve a ampliarse, aunque parece más un gesto impostado que reflejo de su buen humor- Sombras y silencio. Pocos miembros de la Hermandad conocen la Hermandad. El Murciélago proporciona recursos, equipamiento, instalaciones, información... pero todo eso se desvanece en la niebla si algo amenaza sus secretos. Si alguno de ustedes acepta nuestro ofrecimiento, y más tarde se arrepiente y decide abandonar, todo lo que haya conocido de nosotros desaparecerá, quedando tan sólo una absurda historia en su cabeza a la que nadie querrá dar crédito.

La confianza con la que habla de ello parece dar a entender que no sería la primera ocasión en que habría sucedido algo así. Li se gira hacia Misery, aunque sus ojos se desvían durante unos segundos al extremo de los bastones que asoma por encima de sus hombros. 

Sangre por sangre. Lo aplicábamos más en otros tiempos, pero no somos asesinos, si es lo que le preocupa. Si tenemos la opción de hacer caer a los culpables bajo el peso de la ley, valoramos también dicha opción. Por supuesto, no tememos matar. Somos guerreros, y nuestro enemigo no duda en matar a aquellos que protegemos. A veces, ejecutar al líder de una organización criminal es sumamente ejemplarizante. En otras ocasiones, hacerle caer con toda su organización cuando se cree intocable lo es aún más. ¿Les suena la historia de Al Capone? Elliot Ness pasó a la historia por ello. Los verdaderos artífices... regresaron a las sombras con la satisfacción de un trabajo bien hecho. -Explica con una socarrona sonrisa- ¿Que por qué Metro City? Ustedes mejor que nadie conocen la mitad de esa respuesta: corrupción. La ciudad se sume en la desesperación, el mal impera y los inocentes no hallan a quién recurrir en busca de protección. La policía, los políticos... todo está en manos de las mafias y las bandas, que luchan entre ellas por las migajas que queden cuando el polvo se aposente. Y las cosas van a empeorar, no se confundan. Todo estaba ya mal cuando los señores locales mantenían el precario equilibrio de sus negocios, con pequeñas rencillas territoriales. Nuevas fuerzas se agrupan para romper ese equilibrio, hienas tratando de arrebatar la presa que otras hienas le han hurtado al león. Una guerra se aproxima, y pocos son conscientes de ello. -Las palabras de Li hacen aflorar algunos recuerdos a Montaraz. Palabras que Bryan Wallcourt le confiase no hace tanto tiempo, esta misma noche. Le dijo que la banda de los Dos Caras no compraba su equipo en la ciudad, sino que lo traían de fuera. Son los tipos a los que se ha enfrentado esta misma noche, los que han asaltado el Majestic durante el baile de gala electoral, con la intención de hacer capitular a la policía de la ciudad, aunque tan sólo fuera simbólicamente. Recordar ese asalto es algo que también inunda la mente de Misery y Armour, pues no es difícil llegar a la conclusión de que esos tipos no buscaban mantener el equilibrio de fuerzas en Metro City, precisamente- Por supuesto, la existencia de la corrupción en un lugar no es lo único. Extendemos nuestra sombra por todas las grandes ciudades del mundo a las que logramos alcanzar, pero no empezamos a actuar hasta que se dan las condiciones adecuadas. Y eso me lleva a su pregunta. -Dice, señalando a Armour- Creo que ya he respondido en parte sobre nuestra implantación. Si se siente más cómodo viéndolo de esa manera, se podría afirmar sin errar en demasía que somos una organización de inteligencia, que busca la forma de organizar y financiar operativos sobre el terreno. Infiltramos agentes en las sociedades que buscamos proteger, espías, y aguardamos. La paciencia acostumbra a rendir sus frutos. Y los frutos son gente como ustedes y otros, gente capaz y con voluntad, que desea hacer lo que debe hacerse, y que con un pequeño empujón, orientación y recursos, es capaz de hacerlo. ¿Desean ustedes que prosigamos la conversación en el interior?

Jack Li señala con una de sus manos una puerta cercana en aquel callejón subterráneo. Se trata de una puerta de metal, vieja y oxidada, que no llama la atención. Varios grafittis, un viejo cartel de algún grupo de rock y varios chicles pegados conforman su decoración, y una desvencijada placa casi arrancada pero iluminada por un pequeño foco protegido por una reja avisa del acceso para envíos de la "Escuela de la Hermana Margareth para Chicas Rebeldes". Desde luego, si ese edificio albergó alguna vez una escuela religiosa, de eso hace mucho tiempo.

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19/09/2020, 16:39
Freda

Ocultas bajo el brillo de mi máscara, quedan todas aquellas expresiones y gestos que, ante todo lo oído, comienzan a fluir en forma de muda e inconsciente respuesta. Comprendo las preguntas de quienes me acompañan, las motivaciones que pueden llevar a alguien a preguntar todo lo que necesita saber antes de que el tiempo sea el propicio, y justamente por lo mismo, preferí mantenerme en silencio, escuchando aquello que no se dice con palabras pero que claro y palpable queda en el aire. 

Pero aunque las preguntas eran certeras y claras, las respuestas que a la par fueron llegando, gozaron de un misticismo que quizás en otro momento y en una diferente circunstancia, incluso hubiese disfrutado pero no en este momento. No cuando algunas de las palabras dichas por Wan tun chocaban de frente contra lo que yo sabía por experiencia, no cuando las verdades que tan necesarias eran para entonces, eran dichas simplemente a medias y dibujaban un pensamiento demasiado lineal, demasiado simplista en un mundo, en vidas que de sencillas no tienen absolutamente nada. Por eso, mis ojos se ponen en blanco cuando las preocupaciones de Montaraz se ven minimizadas, y no pude evitar fruncir el ceño cuando se marca una tan notoria línea entre el bien y el mal como si en medio, no existiera absolutamente nada más. - Con el clero hemos topado. - Pienso al tiempo que respiro profundo e intento destensar todos aquellos músculos que sin darme cuenta se han contraído ante la mención de tamaña idiotez. 

Yo habito en aquel mundo plagado de grises, donde el bien y el mal no existen como tal, y solo la moral o la necesidad decantan la balanza hacia lo que cada uno entiende por correcto. Pero no seré yo quien se ponga a discutir estos detalles con un hombre que a todas luces, parece tener menos tiempo del que cualquiera de nosotros podría siquiera imaginar y por el contrario, prefiero centrarme en aquellos detalles que si me interesan, y en los que a fin de cuentas, me tientan a aceptar un trato del que posiblemente de otra manera, ni siquiera me detendría a considerar. Recursos y gente que podría ser de utilidad a la hora de mejorar ciertas habilidades, eso por encima de la bonita y honrosa historia contada, es lo que realmente, llama mi atención. 

Pero aunque tras responder tanto como a querido a las preguntas de mis posibles futuros compañeros, nos invita a adentrarnos en uno de los edificios, hay una pregunta por encima de todas las que puedo tener que necesita respuesta antes de mover un solo pie en cualquier dirección.

- ¿A quien más habéis estado vigilando? - Pregunto sin mostrar intención alguna de moverme del lugar en el que estoy. - Que conocéis nuestras identidades reales es una obviedad, pero qué pasa con todos a quienes tenemos a nuestras espaldas, familia, amigos… ¿También les habéis estado vigilando? - Pregunto directa y tan serena como seria, puesto que no sé los demás, pero hay personas a las que siempre pondré por encima de cualquiera, incluso por encima de sí mismas, y que hayan estado hurgando en sus vidas o que hayan podido entrometerse en ellas de cualquier manera, por ínfima que fuera, cambiaría absolutamente todo.

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21/09/2020, 14:13
Montaraz

El hombre parece enfermo, sangre en la tos es indicativo de una enfermedad grave. 

- ¿Está usted bien?  - pregunto cuando tose, saber si está bien o mal no es sólo por educación. No me gustaría que nos dirigiese alguien que quiera hacer una última actuación antes de fallecer. Un último golpe, y eso es algo que debería preocuparme...bueno preocuparnos a todos. 

Sigo al anciano y escucho lo que nos comenta de la Hermandad y del Murciélago. Parecen entes diferentes según los nombres, como si el Murciélago sea alguien físico. Puede que sea un mecenas o un grupo de ellos, porque montar una red como la que dado a entender que poseen es algo que necesita una ingente cantidad de dinero y logística. Aunque sean voluntarios necesitarán equipamiento y muchas más cosas.

- ¿Cuántos miembros forman la Hermandad? - pregunto. Freda ha preguntado antes si han vigilado a nuestros seres queridos, eso es algo que me importa así que reformulo su pregunta y le añado coletilla - Si ustedes conocen a nuestras familias o amigos, entiendo que los tienen vigilados. Si decidimos unirnos a la Hermandad. ¿El Murciélago los protegerá? - La familia es un arma de doble filo, puede ser que los utilicen para presionarnos llegado el momento aunque de momento no tiene pinta de ellos, nos han dicho que podemos incluso dejarlo llegado el momento.

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22/09/2020, 09:55
Armour

No me gustó demasiado lo que oía acerca de la confidencialidad de esa Hermandad. Parecían demasiado convencidos de su capacidad para desaparecer sin dejar rastro, en caso de que diéramos un paso en falso, y eso no era bueno. Lo que se nos pedía era un acto de fe, demasiada fe en gente a la que no conocíamos en absoluto, y de los que al parecer tampoco había intención de que llegásemos a saber demasiado en el futuro cercano. Por supuesto, podía comprender sus motivos, y no cabía duda de que era una forma de funcionar relativamente eficiente, sin fisuras. Pero para ellos, no para nosotros, que quedábamos demasiado a su merced. 

Claro que, bien mirado, ya nos encontrábamos a su merced, con todo lo que parecían saber de nosotros. Si querían obrar contra nosotros, podían haberlo hecho ya. Podían hacerlo en cualquier momento. Nuestra ventaja era jugar la carta de la colaboración, y en base a ella tratar de averiguar más. 

La forma en que comenzó a toser me puso en tensión. No era una tos normal, y aquella mancha de sangre en su pañuelo demostraba que se trataba de algo grave. Le arrojé una mirada llena de preocupación, que compartí con los presentes, especialmente con aquellos a los que conocía más. 

Sin embargo, el tal señor Li restó importancia al asunto y continuó con sus explicaciones, algunas de las cuales vinieron a aclarar parte de mis dudas, aunque seguía teniendo más. Me di cuenta de que con cada duda que me surgía me planteaba más seriamente aceptar aquella propuesta, puesto que aquella forma de operar me resultaba relativamente familiar, además de conveniente. Había comenzado la noche como un justiciero solitario, con apenas un escudo y una pistola como armas contra toda una ciudad de crimen y corrupción, y a lo largo de la noche había podido comprobar que con algo de ayuda se podía hacer más, mucho más. ¿Cuánto podía llegar a hacerse con fuentes de información y generosos recursos? Resultaba tentador imaginarlo, aunque el verdadero riesgo seguí estando ahí. ¿Cuál era el precio a pagar?

Por mi parte, podemos continuar la conversación dentro, si es lo que quiere. -Acepté la invitación de nuestro anfitrión, haciendo un gesto hacia la puerta que había señalado- Seguro que agradecerá resguardarse de la temperatura y la humedad exterior. Quizás entonces pueda explicarnos cual sería el funcionamiento jerárquico, en caso de que aceptásemos... ¿Sería usted el encargado de impartir instrucciones y marcar objetivos? -Quise saber, dado que ya otros habían cuestionado lo relativo a nuestras familias y entorno cercano, un asunto que también me interesaba conocer.

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23/09/2020, 00:06
Misery

Aquel hombre fue respondiendo a nuestras preguntas y apreciaciones con amabilidad y diligencia, siendo el único alto que hizo tras aquella hornada el obligado por su estado de salud. Aquella tos no era una tos cualquiera, pudiendo darme cuenta de cómo el pañuelo que empleaba terminaba siendo teñido de sangre. Preocupada, miré a Armour y Montaraz, quienes también parecieron alarmarse por aquel hecho. El primero lo dejaba claro en su mirada, mientras que el segundo directamente preguntó al hombre por su dolencia.

Por ello callé, no quería atosigarle, y terminé echando una mirada también a Ácido-Base y Freda, preguntándome cómo habrían recibido ellas lo sucedido; aunque en el caso de la que llevaba una máscara de rostro completo era inútil tratar de adivinar su impresión.

Al retomarse la conversación, continué callada, prestando atención a las palabras de aquel hombre; palabras que aportaban bastante información, pero que no terminaban de convencerme. O bien continuaban resultándome insuficientes, o no terminaba de ver que lo que se expusiera fuera conmigo. Todo parecía demasiado oscuro, siendo la oscuridad algo de lo que trataba de huir con todas mis fuerzas. Aun así, debía reconocer que la oferta poseía cierto atractivo, pues contar con ciertos recursos podía facilitar mucho la labor de aquellos que nos aventurábamos a las calles en busca de justicia.

Mi cabeza era un hervidero entre tantas preguntas, tantas respuestas, y tantas cosas que quería saber; pero había una de ellas que gritaba por encima de todas en aquellos momentos, y por la que no me atrevía a preguntar. Quizás estuviera pecando de precavida, pero no cabía otra opción cuando la seguridad de mi hija podía estar en juego.

Finalmente, Jack Li nos invitó a entrar en un edificio para continuar con la conversación, algo que ya pensaba que no sucedería; pues esta se había extendido mucho más allá de una protocolaria presentación. Pero no, me había equivocado, y parecía haber llegado el momento de trasladarnos a otro escenario. Sin embargo, la necesidad de saber de los presentes hizo que las preguntas continuaran sucediéndose en la calle. Con la situación tan fuera de lo normal que estábamos viviendo tampoco era de extrañar, sobre todo teniendo en cuenta la naturaleza de las preguntas, en cuyas respuestas también estaba muy interesada.

Armour se mostró de acuerdo con dirigirnos al interior, mientras que Montaraz se encaminó hacia este directamente. En cuanto a mí, terminé mirando a las otras dos féminas, dirigiéndome a ellas en tono conciliador.

- Creo que será mejor esperar a entrar para que nos responda, no creo que a esa tos le venga muy bien este clima. - les dije a Freda y Ácido-Base, aguardando a que aquel hombre comenzara a entrar para seguirle.

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23/09/2020, 09:22
-- Jack Li

El anfitrión de los justicieros escucha atentamente las intervenciones de sus "invitados", aguardando con paciencia. Finalmente, asiente en dirección a Armour al haber sido quien ha aceptado abiertamente la invitación de acudir al interior. Sin embargo, antes de comenzar a caminar, decide tener unas palabras para apaciguar el alma de Montaraz. 

Es tan sólo un desafortunado problema crónico, nada de lo que preocuparse. -Afirma con una tenue sonrisa que no logra ocultar una cierta pena en su mirada- Hubo un tiempo en que yo era como ustedes, un bravo guerrero con una causa. Lamentablemente, mi lucha se desarrollaba en una región del mundo donde las condiciones de vida, salubridad y sanidad, resultaban escasas en comparación con el suelo que pisamos. El coste fue verme impedido para proseguir la lucha, aunque el Murciélago me ofreció una oportunidad de seguir haciéndolo... de otras maneras. 

Tras esas palabras, Jack Li se pone de nuevo el sombrero y se acerca a la puerta, posando su mano en el tirador y aguardando. Tras varios segundos, se escucha un chasquido metálico, y el hombre abre la puerta, guiando a los justicieros al interior. 

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23/09/2020, 09:23
# EL LOTO ROJO

La puerta da acceso a un corto pasillo mal iluminado por apenas algunas bombillas que cuelgan del techo, las cuales emiten una luz tenue y de un denso color rojo, el color que se adueña de todo el lugar, incluidas las personas que caminan por el pasillo, tan estrecho que se ven obligados a ir en fila de a uno. El último no necesita siquiera cerrar la puerta a su espalda, puesto que ésta se cierra sola de manera automática, pudiéndose oír un chasquido metálico una vez está cerrada. 

Una vez la puerta se cierra, comienza a hacerse evidente una especie de zumbido de fondo, regular y constante, que a medida que el grupo avanza comienza a identificarse como música electrónica. Aún lejana, pero perfectamente reconocible. Es como encontrarse en los aledaños de una discoteca. 

El pasillo avanza hasta doblar una esquina, tras la que se encuentran unas escaleras que ascienden a una planta superior. Al hacerlo, Li os lleva por un corredor también rojo hasta alcanzar una puerta. Para ese momento, la música ya parece demasiado cercana como para ignorarla, pero al abrirse la puerta, no hay posibilidad de que los justicieros puedan oír otra cosa que ese ritmo constante en sus oídos y mentes. Es un sonido hipnótico, como lo es el lugar al que acceden.

El lugar parece una enorme sala de fiestas, una discoteca dominada por el predominante tono rojo en sus luces, donde una inmensa pista de baile circula alrededor de una barra circular que se encuentra en el mismo centro, iluminada por grandes focos en el lejano techo. En el centro de ese circulo, un diskjockey pincha la música desde una plataforma que va girando lentamente. La gente bebe cerca de la barra, o se abandona al baile en las zonas más alejadas de ella, al tiempo que numerosos gogos, tanto hombres como mujeres, animan el ambiente con sus movimientos y ligereza de ropa desde pedestales rodeados de columnas y espejos, dotándoles de un aire inalcanzable. 

  

Jack Li os guía a través del gentío, con una naturalidad pasmosa a pesar de que parece que se encuentra totalmente fuera de lugar en ese ambiente. Camina con soltura, evitando a borrachos y grupos que no ven más allá del baile, y alcanza un lateral de la pista de baile donde un par de hombres custodian una puerta cubierta de cortinas rojas. A su paso, las abren con la mano, permitiendo el acceso de todo el grupo.

A través de esa puerta, se accede a un pasillo más ancho que el inicial, con los muros de ambos lados cubiertos por telas rojas, y algunas más a modo de cortinajes dividiendo el paso en tramos más o menos regulares. El grupo llega a cruzar hasta tres de esos tramos, antes de encontrarse frente a unos reservados con cómodos asientos acolchados de gran elegancia, iluminados por lámparas de estilo clásico. En las paredes hay espejos y cuadros, y los reservados también cuentan con unas pequeñas mesitas. 

  

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23/09/2020, 10:10
-- Jack Li

Jack Li toma asiento en primer lugar, invitando a los justicieros a hacer lo mismo con apenas un gesto de su mano. Se quita el sombrero y lo deposita cuidadosamente en el asiento, a su izquierda, y cruza sus piernas posando las manos en su regazo.

Bien, ¿por dónde íbamos...? Ah, sí, su... entorno personal. -Li retoma la conversación donde se quedó, asintiendo levemente en dirección a Freda, al rostro iluminado sobre su máscara- Los hermanos que buscan nuevos talentos para la Hermandad hacen una encomiable labor. Deben encontrar a gente dispuesta a luchar y con capacidad para ello, deben asegurarse de que sus motivaciones sean las correctas, y dar con la forma de poder contactar con ellos. Es un proceso arduo, y dentro de él existe la posibilidad de descubrir más cosas. Una de ellas es la identidad de su objetivo, por supuesto. Otra, derivada de la primera, es el entorno en que se mueve, su familia, sus amistades, su trabajo... -El hombre se encoge ligeramente de hombros, como si para él todo aquello careciera de importancia- Deben tener en cuenta que esos hombres no son cualquiera, dentro de la Hermandad. Se deben a su labor, y hacen votos sagrados a tal respecto. Cualquiera de ellos se arrebataría la vida antes que desvelar los secretos de aquellos a los que deben investigar. Los secretos son la base misma de nuestra organización, y los suyos están a salvo, incluso de nosotros.

El hombre se gira entonces hacia Montaraz, negando suavemente con la cabeza.

Como he dicho, no vigilamos a sus familiares, ni siquiera en los casos en que podamos haber llegado a saber de ellos. -Afirma de forma críptica, sin dejar claro si es el caso o no- Sin embargo, si es protección para ellos lo que desean, es algo que se puede conseguir. No es infrecuente alcanzar ese tipo de acuerdos con el Murciélago, a título personal. Son muchos los que, con el tiempo, han compartido su identidad real con él, con toda la Hermandad, una vez han aprendido a confiar en ella. Y no son pocos los que han pedido protección para sus seres queridos, como tampoco que la Hermandad cuide de ellos... en caso de caer en combate. Si finalmente deciden unirse, les llevaré a conocerle, y tendrán ocasión de plantearle personalmente tal cuestión. -Se ofrece con amabilidad- Respecto a nuestro número... me temo que es un dato que no estoy en disponibilidad de ofrecerle. Desconozco la cifra a nivel mundial, y las dimensiones de nuestra infraestructura en Metro City es algo que no tengo permiso para compartir... de momento.

Llegado ese momento, Li mira directamente a Armour, frunciendo el ceño ligeramente. 

Yo soy un maestro y orientador, no un líder militar. Ni mucho menos es mi intención impartir instrucciones o decidir cómo deberían obrar. La Hermandad del Murciélago opera mediante células independientes autodirigidas. Actualmente ya contamos con una en Metro City, preparándose para comenzar a operar. Cada célula decide sus objetivos y la forma de afrontarlos. Yo me limitaría a ofrecer recursos e información, y ustedes harían lo que creyeran más conveniente con ello. También les ofrecería adiestramiento en artes marciales, si así lo deseasen. Me consta que saben luchar, pero la Hermandad ha elaborado durante siglos un complejo sistema de combate de gran efectividad con el que podrían llevar sus habilidades a otro nivel. 

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27/09/2020, 09:11
Freda

La paciencia es un don que lamentablemente no me ha sido otorgado y por ello, la sensación de frustración que con virulencia comienza a apoderarse de mí, me obliga a respirar con lentitud y profundidad para controlar este bonito carácter del que soy poseedora cuando al parecer, para obtener la única respuesta que realmente me interesa, tendré que esperar. Es por esto, y porque callada siempre me he visto más guapa, que ante las palabras de Misery me limito a asentir pero no por estar de acuerdo, sino porque tengo por seguro que de nada me servirá oponerme a lo que es inevitable. 

No es que sea indolente ante el padecer de Li, pero mis prioridades están más allá de la salud endeble de un asiático que enfermo, prefiere esperarnos bajo la lluvia en vez de hacerlo a medianamente a cubierto, aunque se sigue quedando el mini punto por la presentación más impresionante que he visto hasta ahora. Pero si de espectacularidad se trata, tengo que reconocer que una ladeada y divertida sonrisa asoma en mis labios cuando tras cruzar la puerta de seguridad y caminar unos cuantos metros, aquellos murmullos que resuenan casi inaudibles en un principio, terminan dando paso a un antro el cual, y de haber sido posible, yo misma habría sido clienta asidua. - Metro City, jamás dejarás de sorprenderme. - Pienso sin borrar la sonrisa de mi rostro, esquivando a los borrachos y más eufóricos bailarines con la misma delicadeza con la que un elefante juguetea por una cacharrería, aunque antes de siquiera sumergirme en la marea humana que se encuentra hipnotizada por la música, me acomodo la capucha y apago por ahora la luz de mi máscara. 

Envidiando y no de sana manera a quienes se encuentran en la barra, sigo con la cabeza medianamente gacha tanto a Li como a quienes han entrado antes que yo, mientras voy contemplando de soslayo el panorama en busca de rostros conocidos, aunque dudo muchísimo que aquí dentro vaya a encontrar algo de "diversión". Más sea como fuere, saliendo ya de la parte recreativa de este antro subterráneo, las luces rojas no dejan de ser la iluminación reglamentaria del lugar, lo cual y sumado al cortinaje me recuerda y no ligeramente, a un puticlub de lo más sofisticado. Pero ahí donde mis pensamientos intentan quitar hierro al asunto de estar siguiendo a ciegas a un sujeto del cual no me fio del todo, no puedo evitar notar la extrema longitud del lugar. Este sitio es enorme, y la monocromía del cada estancia recorrida no ayuda precisamente a que la percepción de su extensión e incluso del lugar donde te encuentras, sea correcta. 

Pero sea como sea, nuestro moribundo asiático favorito nos termina por hacer entrar en un reservado, y es solo entonces, y tras tomar asiento que se digna a responder no solo a mi pregunta, sino a todas las que han sido formuladas minutos atrás, y de más está decir que su respuesta no es una que precisamente me alegre la noche. Todos el cuidado que había tenido hasta entonces, todo el trabajo para que quienes me son queridos quedasen al margen de lo que por decisión había terminado por marcar mi vida de una u otra manera, no habían servido para nada. Y es que sin importar cuantos supiesen a quienes tengo a mi espalda, con que uno lo supiese ya eran demasiados. 

Opacado por la máscara encendida otra vez, queda el bufido que escapa de mis labios como máxima prueba de mi frustración, pero aunque no estoy contenta y sigo sin fiarme de ninguno de los de esta mesa por más que obvias razones, enarco una ceja ante la respuesta que Wan tun, le ofrece al Armour. Y es que la pregunta había sido clara, pero las respuestas parecían venir a cuenta gotas y sobre todo, incompletas. - Lo del adiestramiento en artes marciales ya me gusta más, pero ¿Cómo funciona esto? Quiero decir ¿Tendremos una bonita y secreta base de operaciones, o los objetivos y los detalles pertinentes nos serán dados no sé, por teléfono con un número privado? - Comienzo a preguntar y no es que tenga precisamente pocas dudas al respecto a todo esto. - Ha dicho que es un maestro y un orientador ¿Cómo podremos ponernos en contacto con usted cuando lo necesitemos? Y, y ya me callo ¿Cuántas personas operan en la célula de Metro City? No necesito una cifra exacta pero un aproximado no estaría mal. 

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27/09/2020, 19:56
Armour

Había algo que no terminaba de convencerme en todo aquello, y la pequeña excursión a que nos vimos sometidos a través de aquel edificio, que terminó resultando una especie de discoteca, no sirvió precisamente para relajarme. En aquel entorno completamente rojo, rodeado de gente que tan sólo buscaba divertirse y olvidar sus problemas cotidianos, me sentía totalmente fuera de lugar. Y alcanzar aquel reservado, ya alejados del ruido de la estridente y machacona música, no me trajo paz, sino más preguntas. 

Aquel tipo sabía vender su "negocio", por decirlo de alguna manera. Me daba la impresión de haber conocido a otros como él, y si bien un vendedor de coches tan sólo trataba de colarte un automóvil normal y corriente como si fuera un fórmula uno, la cosa se volvía mucho más seria cuando se trataba de reclutadores de los que se movían en los acuartelamientos militares. Esa gente buscaba nuevos talentos, ya fuera para el sector privado, ya fuera para organismos gubernamentales de los que operaban en la sombra. En un caso y en otro, lo que te vendían tendía a ser demasiado bueno para ser verdad... lo que implicaba que no lo era. Eso significaba que aceptar su oferta era, en cierto modo, un acto de fe. O una apuesta.

Jugaba bien sus cartas. No aclaraba si tenían datos acerca de nuestras familias y amigos, de nuestra identidad civil, pero trataba de calmar todos nuestros temores en base a las ciegas normas de su "secta", pues cada vez me parecía más que era de eso de lo que hablaba cuando se refería a su hermandad. Lo bueno de las sectas era que no se saltaban sus propias reglas. Lo malo... bueno, nunca me había llevado demasiado bien con los fanáticos. 

Y aún así, nos dejaba una puerta abierta a negociar con ese Murciélago una posible protección para nuestros seres queridos. Parecía un pacto con el diablo... y tal vez lo fuera.

Aún así, la forma de organización no me disgustaba. Células independientes, autogestionadas pero financiadas por la organización, que le ofrecía asesoramiento, fuentes de información y recursos. Y encima adiestramiento y perfeccionamiento extra. Dediqué una mirada a aquellos que me acompañaban, ya sentado a la mesa en uno de los extremos del banco, para poder apoyar el escudo en el lateral a mi lado. La persona detrás de aquel siniestro casco hacía buenas preguntas, a las que quise añadir las mías propias. 

Tal vez no sea relevante, pero... ¿Y este local? ¿Se trata de un enclave de esa hermandad? Lo comento porque una discoteca parece un lugar fácilmente rastreable... -Comenté encogiéndome de hombros- Entiendo que la protección que nos brindan los votos de sus hermanos se mantendría aunque no aceptásemos unirnos a ustedes, ¿no es así? -Quise saber, dejando caer sobre la mesa tal posibilidad. No quería vender tan fácilmente mi fichaje- Dice que ya cuentan con una célula. ¿Eso significa que quienes aceptásemos la oferta, de entre los sentados a esta mesa, formaríamos la otra? ¿Habría algún tipo de coordinación entre ambas? Se que son preguntas algo dispersas, sin mucha relación unas con otras, pero quiero estar seguro de entenderlo todo antes de tomar una decisión. Respecto a eso que ha dicho antes, que nuevas fuerzas vienen a romper el equilibrio de la ciudad... ¿Se refería a esa banda de los enmascarados, medio rostro negro, medio amarillo? ¿Cuentan con información sobre ellos?

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28/09/2020, 00:41
Misery

Tras quitar aquel hombre importancia a su dolencia, terminamos adentrándonos en aquel desconocido lugar. Pronto quedó claro que cerca habría alguna especie de club nocturno o discoteca, yendo en aumento el murmullo de la música a medida que avanzábamos por el rojizo lugar. Ni aun así, pensé que terminaríamos adentrándonos en una sala de fiestas, pero así resultó ser finalmente.

Sin duda aquel sitio resultaría muy estimulante para muchos, pero no era mi caso, pues mi idea de la diversión se encontraba muy lejana a aquel ambiente. No pude evitar preguntarme qué relación tendría exactamente La Hermandad con un lugar tan ostentoso. Estaba claro que aquella gente manejaba mucho dinero para hacer lo que hacían. ¿Tanto como para montar negocios de ese calibre donde quisieran? ¿O simplemente tendrían algún tipo de acuerdo con los dueños?

Por un momento me sentí como la joven Mel de hacía algunos años ya, tratando de avanzar entre la gente que proseguía a lo suyo ajena a lo que le rodeaba, como en uno de esos abarrotados pubs o humildes discotecas que visitaba en mi época universitaria.

Abandonar la concurrida zona hizo desaparecer de un plumazo aquellos pensamientos, sumergiéndonos en lo que tenía más pinta de ser un burdel que una sala de fiestas. Tanto el pasillo lleno de cortinajes como el reservado se me antojaron bastante horteras, y en seguida me vino a la mente lo difícil que sería mantener limpio un lugar así.

Antes de que Jack Li nos invitara a tomar asiento, se me escapó una sonrisa, pensando en que además de un burdel, aquel lugar también podría ser el escondite de un vampiro de varios siglos de edad.

En seguida dejé aquel tonto pensamiento a parte, tomando asiento como el hombre nos pidió y poniendo en sus palabras toda mi atención. Retomó las preguntas que había quedado en el aire, continuando ofreciéndonos información. A aquellas alturas de la conversación, no tenía ni la menor idea de lo que hacer. Había acudido a aquella reunión convencida de que esta sería mi última incursión en las noches de Metro City de no llevar a ningún lado aquella información con la que contaba, y ahora no tenía nada claro qué hacer.

Esa gente no sólo nos ofrecía recursos, sino la posibilidad de seguir mejorando y transformar la ciudad mientras nuestras familias permanecían a salvo, aunque todo parecía demasiado bonito para ser verdad. La idea de abandonar Metro City no era algo que me gustara, pero sí algo que parecía necesario, a pesar del papel que había jugado mi familia en la ciudad desde su creación. Una parte de mi sentía que no debía abandonar aquel lugar, pero la otra también era muy fuerte. Además, ahora sabía que había mucha gente dispuesta a luchar por la ciudad, ¿de verdad me necesitaba esta?

Freda y Armour continuaron haciendo preguntas cuyas respuestas también me interesaban, manteniéndome en silencio unos pocos segundos cuando terminaron de pronunciarse, pensativa; hasta que finalmente me pronuncié.

- La organización que presenta parece demasiado perfecta, pero si lo fuera, realmente no nos necesitarían. Sinceramente, creo que no es oro todo lo que reluce, y que eso es algo que usted también sabe. Conocer alguno de sus puntos flacos haría de todo esto algo más real. - señalé de forma serena. - Aun con ello, supongo que comprenderá que lo que nos está pidiendo es que hagamos una especie de salto de fe... Una vez contemos con toda la información... ¿De cuánto tiempo dispondremos para darle una respuesta? ¿Debe ser esta misma noche? - quise saber, antes de lanzar una pregunta de la que no estaba del todo segura. - ¿Podría hablar con usted en privado antes de tomar una determinación?